La Batalla contra Lucifer. by Princesa Tsunade

Lucifer ha despertado y Atena y sus Santos deben aliarse con la Santa Iglesia Catolica para proteger la tierra. ¿Podran trabajar unidos santos, monjas y sacerdotes para proteger la tierra? Lucifer ha despertado y Atena y sus Santos deben aliarse con la Santa Iglesia Catolica para proteger la tierra. ¿Podran trabajar unidos santos, monjas y sacerdotes para proteger la tierra? Lucifer ha despertado y Atena y sus Santos deben aliarse con la Santa Iglesia Catolica para proteger la tierra. ¿Podran trabajar unidos santos, monjas y sacerdotes para proteger la tierra? La Batalla contra Lucifer.

 

 

 

La Batalla contra Lucifer. by Princesa Tsunade

Summary:

Lucifer ha despertado y Atena y sus Santos deben aliarse con la Santa Iglesia Catolica para proteger la tierra.
¿Podran trabajar unidos santos, monjas y sacerdotes para proteger la tierra?


Categories: SAINT SEIYA Characters: Ninguno
Generos: Accion/Aventura
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 25 Completed:Word count: 125520 Read: 13456 Published: 26/09/2009 Updated: 23/08/2010
Summary:

Lucifer ha despertado y Atena y sus Santos deben aliarse con la Santa Iglesia Catolica para proteger la tierra.
¿Podran trabajar unidos santos, monjas y sacerdotes para proteger la tierra?


Categories: SAINT SEIYA Characters: Ninguno
Generos: Accion/Aventura
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 25 Completed:Word count: 125520 Read: 13456 Published: 26/09/2009 Updated: 23/08/2010
Story Notes:

Los personajes de saint seiya no me pertenecen son propiedad de Masami Kurumada.

Story Notes:

Los personajes de saint seiya no me pertenecen son propiedad de Masami Kurumada.

Capítulo 1 La Reunion. by Princesa Tsunade
Author's Notes:
Aqui les dejo el primer capitulo, sinceramente ojala sea de su agrado.
Author's Notes:Aqui les dejo el primer capitulo, sinceramente ojala sea de su agrado.“Luego vi que un Ángel descendía del cielo, llevando en su mano la llave del Abismo y una enorme cadena. El capturo al Dragón, la antigua Serpiente –que es le Diablo o Satanás – y lo encadeno por mil años. Después lo arrojó al Abismo, lo cerró con llave y lo selló, para que el Dragón no pudiera seducir a los pueblos paganos hasta que se cumplieran los mil años. Transcurridos esos mil años, será soltado por un breve tiempo. (Apocalipsis: 20. 1- 3)

Grecia, Atenas. Santuario de Atenea: domingo, 08:00 am.

Se encontraba en su trono una joven de unos quince años aproximadamente. Meditaba y de repente salio de sus pensamientos.
-Mil años… es hoy. Shion. –Ordeno. –Dile a los doce caballeros dorados que se presenten ante mí.
-Si, mi señora. –dijo el Patriarca mientras hacia una reverencia.
El patriarca corrió a llamar a los caballeros y en menos de lo que canta un gallo los doce santos dorados estaban junto a su diosa. Ella les sonrío y se levanto de su asiento para hablarles.
-Hoy se cumplen los mil años, en que Lucifer fue encerrado junto a su ejército en el abismo por San Miguel y el Ejército celestial. –dijo la reencarnación de Atenea.
-¿Y que con eso? ¿No se supone que la Santa Iglesia Católica se ocupara de ellos? –pregunto el león Aioria.
-Si. Eso es cierto. Pero esta vez hemos recibido una carta del Santo Padre para que ayudemos a sus guerreros. –dijo una imperturbable Saori.
-¿Eso quiere decir que?... –pregunto Shura de capricornio.
-Eso quiere decir que ustedes, mis doce caballeros de oro, y yo iremos a la Santa Sede a hablar con su Santidad, el Papa, y sus guerreros para ayudarlos y trabajar unidos para proteger la tierra. –dijo con una sonrisa Saori mientras los demás ponían cara de fastidio.
-¿Y que hay de nosotros? –pregunto una voz muy conocida para Saori.
-Seiya. –murmuro con una dulce sonrisa Saori.
-Ustedes son unos mal educados escuchando conversaciones que no les incumben. –dijo el Patriarca Shion mientras que la diosa reía.
-Por favor Saori- san, déjanos ir contigo. –volvió a hablar el santo de Pegaso.
La diosa volvió a reír y hablo.
-Esta bien pueden venir conmigo. –dijo finalmente mientras suspiraba. –Shion por favor quédate junto a los santos de plata para cuidar del santuario. Los demás prepárense en una salimos rumbo al Vaticano.
-¡Si! –obedecieron los santos.


Ciudad del Vaticano, Santa Sede. Domingo 15:00 pm.

-Su Santidad no era necesario enviarle una carta a la reencarnación de Atenea. Nosotros podemos vencerlo. –dijo una voz femenina algo enfadada.
-Madre superiora no es necesario enojarse. Es una buena idea que Atenea nos ayude a proteger la tierra. Además eso ayudara a que estemos todos los humanos unidos para defender la tierra. –contesto tranquilamente el líder de la Santa Iglesia.
-Pero su Santidad son paganos. Hace mil años no necesitamos de su ayuda. ¿Por qué usted ahora?
-Madre superiora por favor. Es necesario que la Santa Iglesia se una a los paganos para poder pregonar un mejor mensaje. No daremos un buen ejemplo si siempre estamos encerrados en nosotros mismos. Nuestro Señor quería a todos los humanos unidos. Ahora nos uniremos para proteger a la tierra y a sus habitantes. Pero me extraña que usted me diga esto. Usted que debe conocer mejor que nadie lo que nuestro Señor desea. –dijo su Santidad mientras arqueaba sus cejas.
La mujer miro a su Santidad sorprendida y volvió a mirar hacia el suelo en señal de vergüenza.
-Lo siento su Santidad. –solo dijo la joven.
-Regrese a sus labores, madre, que en unas horas Atenea nos visitara con sus santos. Y quiero que usted y su grupo los reciban bien.
-Si su Santidad. –dijo la joven monja mientras hacia una reverencia y regresaba a sus labores.
Habiendo regresado a su despacho, se sentó en su escritorio y siguió con sus labores hasta que un hombre de larga sotana y de ya entrada edad golpeo su puerta. Ella le dio el permiso para entrar y cuando el entro lo saludo con una reverencia.
-Cardenal Mario di Medici. –saludo ella.
-Escuche que fuiste a hablar con su Santidad. –dijo tranquilamente el hombre mientras se sentaba.
-Si. Es que me parece una perdida de tiempo que Atenea y sus santos nos ayuden. Con nuestro poder es más que suficiente.
-¿Todavía no entiendes los deseos de su Santidad? Me extraña de ti que…
-Si, comprendo. Pero… aun así. Yo creo que puedo sola, maestro.
-Recuerda hija mía que el orgullo y la vanidad son unos pecados muy graves en una monja con tu experiencia y cargo. –dijo el cardenal guiñándole el ojo.
-Si, lo se muy bien Excelencia. Y me confesare mañana. –dijo ella sonriendo.
-Espero que entiendas los deseos de su Santidad. Bueno… debo irme. En unos minutos Atenea estará aquí y debo ir a recibirla, como uno de los consejeros de su Santidad mi deber es estar ahí. Cuando lleguen te avisare así tu y los demás van a saludarlos. –dijo el cardenal ante la mirada de fastidio de su Discípula. –Recuerda que debemos ser amables.
-Si, su excelencia. Hasta luego. –dijo ella mientras se despedía.


Ciudad de Roma, Aeropuerto, domingo 19:00 pm.

Una joven bajo de un avión seguida por diecisiete jóvenes.
-Miren un sacerdote. –dijo Saga de géminis mientras que un joven con sotana negra les indicaba se acercaran.
-Atenea y sus santos supongo. –dijo el sacerdote.
-Si. –asintieron los caballeros y su diosa.
-Su Santidad y las autoridades de la Iglesia los están esperando en la Santa Sede. Suban a los autos que mis compañeros y yo los llevaremos. –dijo el sacerdote mientras hacia señas hacia los cuatro autos que se encontraban allí. Todos manejados por sacerdotes.
Los jóvenes asintieron y subieron.
-Supongo que no nos dirás tu nombre. ¿Verdad? –dijo Seiya al joven cura.
-Mi nombre es Giuseppe, pero preferiría que me llamen padre Giuseppe, santo de Pegaso. Aquí todos nos tratamos con respeto. –dijo secamente el joven.
-Ah…si. Lo lamento… padre. –dijo Seiya mientras Saori lo miraba decepcionada.

Ciudad del Vaticano, Santa Sede. Domingo 21:00 pm.

Los jóvenes y su diosa bajaron de los autos y los cuatro sacerdotes los guiaron hasta la Santa Sede. Todos quedaron maravillados con la arquitectura del lugar y la belleza de los frescos de la capilla Sixtina. Los santos se miraban cómplices entre ellos mientras Saori tenia una mirada preocupada.
El padre Giuseppe se detuvo y vieron a dos hombres de edad madura vestidos con sotanas negras y una especia de gorro rojo en sus cabezas. En el medio un hombre de unos cincuenta años, vestido de blanco con su báculo pastoral en la mano derecha.
-Su Santidad, sus Excelencias. –dijeron los cuatro sacerdotes mientras hacían una reverencia.
Ellos respondieron el saludo y los jóvenes sacerdotes se fueron dejando a Atenea y a sus santos a solas con su Santidad y los cardenales.
-Su Santidad. –dijo Saori haciendo una reverencia.
-Atenea. –dijeron ellos saludándola con respeto. –Gracias por haber respondido mi llamado, Atenea. Es un honor para mí que nos ayudes en esta importante misión.
-Su Santidad, el honor es nuestro. Pero hay muchas cosas que quisiera preguntarle.
-Todo a su tiempo Atenea. Antes quiero presentarte a siete jóvenes muy importantes en esta nuestra Iglesia. –Y haciendo una señal cuatro monjas, vestidas con hábitos negros, y tres sacerdotes, con sotanas de igual color, aparecieron.
Los santos y Atenea abrieron sus ojos en señal de sorpresa, pues estas personas eran muy jóvenes, no pasarían los veinticinco años.
Los jóvenes le dirigieron una reverencia al Santo Padre y miraron a Atenea y a sus santos.
-Atenea ellos son los que van a pelear al lado de tus santos. –dijo el Papa.
Los Santos abrieron sus bocas y sus ojos desmesuradamente totalmente asombrados, ¿ellos? Cuatro monjas que parecían unas niñas adolescentes y tres curas que parecían tres niños mimados.
El primero en hablar fue el caballero de cáncer.
-Ajajá. Es un chiste ¿verdad? Esas cuatro monjitas y tres curitas van a ayudarnos a pelear contra el Rey de los infiernos.
El Papa y los cardenales lo miraron asombrado mientras que una de las monjas hablo.
-¿Quién te crees que eres para hablar así? ¡Todavía no saben ni nuestros nombres y ya nos están juzgando! –grito furiosa la monja.
-Pues yo creo que su única habilidad debe ser rezar. –dijo el santo de cáncer en tono burlón mientras que Saori trataba de disculparse por aquel comportamiento ante unas monjas y curas totalmente furiosos.
-¡¿Cómo te atreves?! ¡Tú no eres más que un fanfarrón! ¡Ya mismo te demostrare quien soy para que me tengas respeto! ¡Ignorante! –grito furiosa aquella monja mientras que las demás miraban todo enojadas a excepción de una.
-¿Así? Ven ahora mismo monjita débil. –contesto fanfarroneando el caballero.
La monja fue a atacar pero otra la detuvo.
-Es suficiente, hermana Fátima. –dijo la seria la monja mientras que la otra la miraba asombrada y obedecía.
-Deathmask es suficiente. –dijo enojada Saori.
La monja se quedo mirándolos y se acerco a Saori.
-Sabia que esto era una perdida de tiempo. Ni siquiera saben quienes somos y ya nos atacan y nos juzgan por las apariencias. ¿Sabe algo caballerito? Nuestro Señor Jesucristo dijo una vez “No juzguéis o seréis juzgados” así que mejor quédese callado para no hacer el ridículo. –dijo la monja con una mirada llena de furia ante unos avergonzados caballeros.
-Lo lamento mucho no fue nuestra intención ofenderlos. –dijo Saori muy apenada. –Santo de cáncer discúlpate con ellos. –Ordeno Saori.
El santo de mala gana se disculpo y el Santo Padre siguió hablando.
-Que no los engañen las apariencias. Voy a presentárselos. –dijo el Papa.
-El es padre Franco de Borgia. –dijo el Santo Padre mientras un joven de cabello negro y tez morocha se presentaba. –El es la reencarnación del arcángel San Jofiel.
Todos quedaron mirando asombrados. Ellos siete eran las reencarnaciones de los siete arcángeles de Dios.
-El es el padre Antonio de Asturias. Reencarnación del arcángel Shamuel. El es el padre Giovanni Chiaravallotti reencarnación del arcángel Zadkiel.
Dos jóvenes pasaron al frente y saludaron con una reverencia, Antonio era alto y delgado de cabello corto y castaño y tez blanca. Giovanni era un joven de estatura medianamente baja de ojos verdes y cabello negro.
-Muy bien ahora las señoritas, ella es la hermana Ana Blanchett, la reencarnación del arcángel san Gabriel. –la joven dio un paso al frente para saludar. Era alta su cabello no se veía por el habito pero sus ojos eran castaños y su piel trigueña.
-Ella es la hermana Teresa Scott, reencarnación de Arcángel san Rafael. –la joven se acerco y saludo, a diferencia de la hermana Ana era de baja estatura y sus ojos eran negros pero su piel era pálida como la del padre Antonio.
-Ella es la hermana Fátima Navazzotti. Reencarnación del arcángel San Uriel.
Era la joven que el santo de cáncer había provocado, saludo amable pero con la mirada atenta como un león a punto de atacar. Era alta y su tez blanca mientras que sus ojos eran color verdes.
-Y por ultimo pero no menos importante, la Madre superiora María Sforza. Ella es la líder de los arcángeles y la reencarnación del arcángel San Miguel.
La joven que había detenido a la hermana Fátima dio un paso adelante y le tendió la mano a Atenea. Era de mediana estatura de ojos azules y tez demasiado blanca. Su mirada estaba llena orgullo a pesar de ser una madre superiora.
-Disculpe una pregunta. –dijo el Santo de Tauro. – ¿Madre superiora? ¿Cuánto años tienes?
-Tengo veinticuatro, pero tengo cuatro doctorados. –dijo la joven.
Todos se miraron entre si, es cierto era muy joven, pero muy inteligente.
-Bueno entonces es hora de que yo presente a mis caballeros. –dijo Saori muy alegre. – empezare de derecha a izquierda: Mu de Aries, Aldebarán de Tauro, Saga de Géminis, Deathmask de Cáncer, Aioria de leo, Shaka de Virgo, Dohko de Libra, Milo de Escorpio, Aioros de sagitario, Shura de capricornio, Camus de acuario y Afrodita de Piscis, ellos son mis santos dorados. Y ellos –señalando a Seiya y a los demás. –Son mis santos de bronce, Seiya de Pegaso, Hyoga de cisne, Shiryu de dragón, Shun de Andrómeda e Ikki de fénix.
Todos saludaron con una reverencia y los sacerdotes y monjas respondieron.
-Espero que nos llevemos bien. Es el deseo de su Santidad y las autoridades. –dijo la madre superiora con una sonrisa.
De repente se escucho un ruido y Seiya avergonzado se llevo las manos al estomago mientras los demás reían.
-Lo lamento es que tengo hambre. –dijo el santo sonrojado.
Unos de los cardenales sonrío y se dirigió a la madre superiora.
-Hija llévalos a que les sirvan la cena. Estos muchachos deben tener hambre.
-Si maestro… digo excelencia. –contesto ella. –Síganme los llevare al comedor.
Saori miro al Papa y este le dijo:
-Ve tú también Atenea, mañana discutiremos bien el asunto. Imagino que deben estar cansados por el viaje.
-Si, mañana sin falta hablaremos del asunto, su Santidad. –dijo Saori mientras seguía a la madre superiora.
Los santos y Saori seguían a la madre superiora por un corredor.
-¿de verdad eres una Madre Superiora? Creí que para eso tenias que ser vieja. –dijo Milo de Escorpio.
-No necesariamente. Soy la más fuerte de los Arcángeles y la líder de estos. También soy una diplomática del Estado del Vaticano y como te dije antes tengo cuatro doctorados.
-Eres una cerebrito. Que se la pasa estudiando y rezando. –le contesto el caballero de Escorpio.
-¡Milo! –regaño Saori.
-Me importa muy poco lo que piense un pagano de mí. –dijo secamente la monja. –Ya llegamos al comedor. –dijo ella mientras abría una puerta y se encontraban con una mesa llena de comida.
Los santos de bronce se abalanzaron sobre la comida mientras que los de oro se sentaban tranquilamente junto a Saori. La joven monja les sonrío y se sentó con ellos.
-¿No va a comer Madre superiora? –pregunto Mu.
-No, yo ya he comido. Los dejare y cuando terminen les mostrare donde se hospedaran. –dijo la joven mientras se iba.
Los santos quedaron solos con su diosa y se miraron.
-No parece muy amable. –opino Milo.
-Si no hubieras hecho esa escena Deathmask seguramente no seria tan apática con nosotros. –opino Aldebarán.
-Shaka ¿sentiste algo extraño cuando estuvimos con ellos? –pregunto Saga.
-Si, aunque no lo parezca son muy fuertes. Esa monja talvez sea tan fuerte como Atenea- sama.
Todos se miraron y siguieron comiendo.
-Es la reencarnación del Arcángel Miguel ¿Qué esperaban? –dijo Camus.
-Un poco mas de amabilidad. El Papa y los cardenales fueron amables, pero las monjas y los curas, en especial la Madre superiora no fueron muy amables. –respondió Milo.
-Si no hubieras hecho ese comentario la madre superiora no nos hubiera tratado con antipatía. –contesto molesto el santo de acuario.
Saori solo pensaba sin escuchar ni una sola palabra de lo que hablaban sus santos. Algo le preocupaba y no era solo la liberación de Lucifer. Había algo más.
End Notes:
Se pondra interesante lo prometo jeje. Hasta el proximo capitulo =)
End Notes:Se pondra interesante lo prometo jeje. Hasta el proximo capitulo =)Regresar al índiceCapítulo 2 Una mision dificil. by Princesa Tsunade
Author's Notes:
Ojala les guste =)
Author's Notes:Ojala les guste =)Saori solo pensaba sin escuchar ni una sola palabra de lo que hablaban sus santos. Algo le preocupaba y no era solo la liberación de Lucifer. Había algo más.
-Saori- san ¿estas bien? –pregunto finalmente Seiya.
Saori pareció despertar de un trance y le sonrío.
-Si. Estoy bien, Seiya.
-Te ves preocupada. ¿Ocurre algo? –pregunto curioso el santo.
-Solo me preocupa el trabajo en equipo. Creo que ellos no están del todo conformes con la decisión del Papa.
-Pero hay algo que no entiendo Atenea- sama ¿Por qué el Papa pidió nuestra ayuda? Por lo poco que se el Arcángel San Miguel es el mas poderoso y fue El mismo quien encerró a Lucifer en los Abismos. –pregunto Saga de géminis.
-Su Santidad dijo que hablaríamos mañana sobre eso. Pero todavía no estoy segura de porque el Papa le pidió ayuda a una diosa pagana como yo. –dijo confundida Saori que todavía no entendía las intenciones del Santo Padre.
En ese momento la gran puerta se abrió y la Madre Superiora entro al comedor.
-Buen provecho. ¿Ya terminaron de cenar? –pregunto muy amable.
Los santos la miraron sorprendidos y asintieron.
-Si no terminaron puedo esperarlos un rato más. Su Santidad y sus Excelencias me han pedido que los acompañe al lugar donde van a hospedarse y que les indique unas cuantas cosas también. –dijo la monja mientras se sentaba junto a Saori.
-¿Nos mostrara las habitaciones Madre Superiora? –pregunto Saori.
-Si y no Atenea. No pueden quedarse dentro de la Santa Sede. Pero los acompañaré a la ciudad hasta el hotel donde se hospedaran. Que esta solo a unas cuadras de aquí. –dijo la monja mientras miraba las cajas con las armaduras. –Disculpen, ¿Estas son las famosas armaduras? –dijo ella mientras se inclinaba a la armadura de Aries y la tocaba con su mano derecha.
Los Santos la observaron cuidadosamente mientras que ella cerró sus ojos y pudo sentir un inmenso poder.
-Ya veo… –dijo luego de meditar por unos segundos. –Las armaduras tienen vida.
Los santos abrieron sus ojos en señal de sorpresa y Mu se levanto de su asiento mirando a la Madre superiora con asombro.
-¿Pudo sentirlo? –pregunto confundido.
-Si, claro que pude caballero. Estas armaduras están llenas de vida y su espíritu es tan poderoso como el de una persona. –dijo la monja mientras clavaba sus ojos azules en Mu.
-No muchos pueden sentirlo, solo los armeros de la Orden de Atenea. A veces hasta hay caballeros que ignoran la vida de las armaduras. –contesto Mu devolviéndole la mirada.
La Madre superiora suspiro y soltó una leve risita.
-Eso debe ser porque necesitan más entrenamiento.
Mu sonrío mientras que los demás caballeros fruncieron el ceño en señal de enfado.
-Oh por favor. No se enfaden. Fue una broma. –dijo la monja guiñándoles el ojo. –Si ya están listos los llevare a su hotel.
Los santos y Atenea asintieron, tomaron sus armaduras y siguieron a la Madre superiora que los guiaba por muchos corredores. Mientras iban caminando se cruzaban con muchos religiosos, cardenales y obispos que saludaban con mucho respeto a la monja.
-Madre superiora. –dijo un cardenal haciendo una señal de respeto.
-Su excelencia. –contesto ella muy cortes.
Siguieron caminando hasta salir de la Santa Sede y siguieron su camino por la ciudad.
De repente la Madre superiora se paro sin previo aviso.
-Mi maestro, el cardenal di Medici, me ha pedido que les de algunas pautas de cómo comportarse aquí. –dijo ella mirando seriamente a los caballeros. –Atenea me refiero a sus caballeros, se muy bien que usted es una persona que respeta a los demás. –dijo ella mirando a Saori con una sonrisa mientras que Saori asentía.
-¿Pautas de cómo comportarnos? –pregunto el santo del fénix confundido al igual que sus compañeros.
-Si, verán… no les pedimos que vayan a misa todos los días como nosotros pero que respeten el horario de las misas y si entran a la Iglesia lo harán en silencio. También quiero pedirles que se comporten deben tratar con respeto a las monjas y a los sacerdotes.
-Eso quiere decir que no puedo llamarte María. –dijo Milo con una sonrisa traviesa.
-Te reto a que lo intentes… caballero de Escorpio. –dijo la monja con una mirada asesina que hizo que Milo retrocediera, hasta pudo verse como unas gotitas de sudor recorrían el rostro del santo.
-Bueno continuare. –dijo la Madre superiora. –Se que no se hospedan dentro de la Santan Sede sino en la ciudad del Vaticano, y en la ciudad no todos los habitantes son monjas y sacerdotes pero voy a pedirles a ustedes caballeritos que mantengan su libido y su virilidad encerradas en una jaula hasta que terminen la misión aquí. –los santos y la monja se sonrojaron cuando ella dijo eso. –Les explicare porque: para los cristianos la palabra Santo esta cargada de un fuerte significado, para nosotros un santo es una persona que pregonó con suma dedicación la palabra de Dios en el mundo durante toda su vida. A ustedes se los llama Santos de Atenea, ¿se entiende a donde quiero llegar con esto? no quiero quejas de los habitantes sobre ustedes ¿entendido? –dijo con mirada seria la joven ante unos sonrojados caballeros.
-¡Ay! ¡No tienes que decirnos eso! ¿Quiénes te crees que somos para que nos trates así? –dijo un enfadado Deathmask.
-Me disculpo si los ofendí pero se me ordeno decirles esto. –dijo la monja sin prestarle atención.
-Nos tratas como si fuéramos unos degenerados, o más bien desesperados. Nos comportaremos, no es necesario que nos trates así. –dijo Camus.
-Esta bien, me parece perfecto. ¡Ah! Me olvidaba. –dijo la monja dirigiéndose a Shaka. –He escuchado que usted caballero de virgo es la reencarnación de Buda. Si se siente algo… incomodo… puede hablar conmigo y veré si puedo hacer algo para ayudarlo. –dijo la Madre superiora mientras Atenea y los demás santos abrían sus ojos desmesuradamente de la sorpresa.
-Esta bien, gracias por su amabilidad Madre superiora. –contesto amablemente Shaka.
–Por curiosidad ¿Por qué es tan amable con Shaka? A los demás no nos trato muy bien. –dijo Aioria.
Ella lo miro, su mirada era penetrante y seria. Aioria tragó saliva al verla.
-Porque este caballero es la reencarnación de Buda. Y merece mi respeto. –contesto seriamente.
-Cuanto tiempo sin vernos Hermana María. O debería llamarte ahora Madre superiora. –interrumpió un sacerdote de unos cuarenta años de edad.
El rostro de la Madre superiora se ilumino con una sonrisa y corrió a abrazar a ese sacerdote.
-¡Padre Francisco! ¡Me alegra que haya regresado! ¿Cómo estuvo su misión? –dijo una feliz monja.
-Muy bien Madre. Tengo mucho de que hablar con su Santidad y los cardenales. Así que ellos son los caballeros de Atenea. –dijo saludándolos cortésmente.
-El es el Padre Francisco, uno de los investigadores de su Santidad y de la Santa Sede. –dijo la Madre superiora.
-Un gusto. –dijeron todos al unísono.
-El gusto es mío muchachos. Bueno debo dejarlos tengo que hablar de cosas sumamente importantes con Su Santidad y los cardenales. Con permiso. –dijo el cura mientras se iba.
-Creí que los sacerdotes y las monjas no podían ser cariñosos. –dijo Aioros.
-No podemos pero ese sacerdote salvo mi vida cuando era una niña. Así que me esta permitido ser cariñosa con el. –dijo la monja mientras seguí caminando. –Espero que hayan entendido lo que les dije. Y de verdad me disculpo si los ofendí.
La Madre superiora guardo silencio mientras se detenía en un hotel.
-Aquí se hospedaran. Atenea mañana a las diez de la mañana nos reuniremos en la Santa Sede para discutir sobre la misión. –dijo la monja mientras Saori asentía.
-¿A las diez? A ustedes les gusta dormir. –dijo en tono burlón Milo mientras los demás reían.
-No es por eso caballerito. Nos levantamos temprano pero Su Santidad celebrara la misa a las ocho de la mañana. Terminara más o menos a las diez. Por eso nos reuniremos a esa hora. Hasta entonces, que descansen. –dijo la monja mientras se daba vuelta y se iba.
-¡Espere Madre superiora! –dijo Saori alarmada.
-¿Si? –se detuvo ella.
-Es de noche ¿regresara sola a la Santa Sede? Insisto en que uno de mis caballeros la acompañe.
-Es usted muy amable Atenea pero…
-Insisto Madre superiora. –dijo muy segura Saori mientras que la Madre superiora la miraba indecisa. Al ver que no contestaba Mu se adelanto.
-Yo voy a acompañarla. –dijo Mu ante la mirada sorprendida de la monja.
-Oh no quiero molestarlo. Deben estar cansados. –dijo ella.
-Insisto Madre superiora. –dijo un seguro Mu.
-Esta bien. –contesto finalmente ella.
Mu asintió y haciendo una reverencia a Atenea comenzó a caminar al lado de la Madre superiora. Durante unos segundos permanecieron en silencio hasta que Mu hablo.
-Lamento si en algún momento uno de mis compañeros la ofendió. –dijo seriamente.
-Esta bien. No se preocupe Mu. Yo no quise tratarlos mal, es solo que se me ordeno aclararles eso. Lamento si lo ofendí. –contesto ella sin mirarlo.
-No se preocupe entendí adonde quiso llegar. Imagino que debe ser difícil para usted y sus compañeros confiar en nosotros pero de verdad queremos ayudar. Madre superiora… me gustaría que confiara en nosotros y en nuestra diosa.
-… si. –dijo ella sin dejar de mirar el suelo.
Ella guardo silencio y Mu también, siguieron caminando por las calles hasta llegar a la Santa Sede.
Al llegar ella se detuvo y miro fijamente a Mu.
-Le agradezco santo de Aries su compañía. Y no se preocupe que seguramente muy pronto aprenderemos a confiar en ustedes. –dijo ella sonriente.
Mu sonrío y con una reverencia se retiro al hotel. La Madre Superiora se dirigió a su habitación y allí quedo pensativa por un largo rato hasta que se durmió.
Cuando Mu llego al hotel un grupo de santos lo estaban esperando, Saga de géminis, Shaka de virgo y Camus de acuario.
-¿Qué paso Mu? ¿Porque te ofreciste a acompañar a la monja? –pregunto Saga.
-Me pareció lo correcto. –contesto tranquilamente Mu.
-Ella no confía en nosotros. Por mas que sea San Miguel arcángel, no nos tiene confianza. –dijo Camus.
-Creo que deberíamos ganarnos su confianza. Camus hay que comprenderla es una joven, que es la líder de los Arcángeles y en ella recae todo el peso. Como el arcángel Miguel ella debe poseer las llaves del Abismo y debe ser la única que posee la fuerza para encerrar a Lucifer otra vez. Creo que es así porque tiene muchas responsabilidades. Piénsalo con tan solo veinticuatro años es Madre superiora. –dijo Mu.
-¿Estas diciendo que debemos comprenderla? Es solo una niña consentida. –dijo Milo haciendo apareciendo desde las sombras mientras que Camus y Saga escuchaban atentamente a Mu.
-Yo creo que Mu tiene razón. Ella es tan fuerte como nuestra diosa y los demás arcángeles también. Además no sabemos nada sobre ellos, no debemos juzgarlos.
-“No juzguéis o seréis juzgados” –dijo Saga mientras sonreía. –Ella dijo eso, estoy de acuerdo con Mu y con Shaka, esperemos a mañana a ver que pasa. Imagino que mañana será un mejor día y empezaremos a tratarnos mejor. –dijo con una sonrisa.
-Lastima que sea monja porque es muy bonita. –dijo Milo con una mirada traviesa.
-¡Milo! –lo regañaron los demás santos.
-Vayamos a descansar que mañana será un largo día. –dijo Saga.
Los demás santos asintieron y se dirigieron a sus habitaciones. Atenea y los demás ya estaban durmiendo placidamente. Pero lo más difícil estaría por comenzar.
End Notes:
Muchas gracias por leer mi fic. hasta el proximo capitulo =)
End Notes:Muchas gracias por leer mi fic. hasta el proximo capitulo =)Regresar al índiceCapítulo 3 El despertar del Rey. by Princesa Tsunade
Author's Notes:
Honestamente espero que les guste =)
Author's Notes:Honestamente espero que les guste =)Monte San Miguel, Sur de Italia, Convento de Monjas, lunes 04:00 am.

Las monjas del convento de San Miguel se despertaron e hicieron sus trabajos matutinos como todos los días. Pero mientras estaban ocupadas fueron interrumpidas por un hombre con sotana negra.
-Hermanas vengan que pronto empezare la misa. –dijo el calido sacerdote.
-Pero padre, ¿No falta mucho todavía? –pregunto una de ellas confundida.
-Oh no hay que celebrar a Dios. Vengan en una hora que ya prepare la misa. –dijo el calido hombre.
Las monjas se miraron confundidas pero igual asintieron y como había dicho el cura fueron a misa. Se encontraron con el sacerdote de espaldas a los bancos.
-Bienvenidas hermanas mías. –dijo el hombre dándose la vuelta. –En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
-Amén. –respondieron ellas mientras se santiguaban.
-En la homilía de hoy voy a hablarles de nuestro Padre del cielo. El es amor, El es paz. Y el desea el bien para todos sus hijos. –dijo mientras las monjas asentían. –Como todo padre el sabe lo que es necesario para cada uno de sus hijos por eso el solo nos otorga lo que cree que es indicado para nosotros. Pero… también… es un dictador. Mi Padre no se merecía lo que su Padre le hizo.
Las monjas se miraron confundidas entre si sin entender lo que estaba pasando.
-Su Papito celestial encerró al mío en el Abismo por pensar de diferente forma que El. Su Papito Celestial, hermanas mías. Envió a su más grande guerrero para que encerrara a mí padre durante mil años. –dijo el hombre mientras su habito se rompía y dejaba ver una vestidura negra y sacaba de su espalda dos espadas.
Las puertas se cerraron y las monjas no podían salir de la iglesia.
-¡No! ¡No las mates! ¡Nooooo!
-¡ajajá! Ahora su querido Padre celestial no puede ayudarlas y yo con su sacrificio hermanas liberare al mío. –dijo mientras degollaba una a una a las monjas.
-¡No detente! ¡No les hagas daño! ¡Detente! Ellas son inocentes de toda culpa. ¡Por favor detente!
El hombre mato a todas las religiosas del convento, luego de haber terminado su atrocidad se dirigió al Altar y lo regó con la sangre de las monjas muertas.
-¡No hagas eso! ¡Basta!
El Altar se rompió en mil pedazo y de el emergió una figura negra y con alas acompañado de dos demonios a su lado.
-Mi señor. Ya ha despertado. –se inclino el hombre.
-Me has hecho un buen regalo servidor mío. –dijo la figura alada mientras lamia de uno de sus dedos la sangre. –Ahora le toca a la humanidad sucumbir ante mí. ¿Qué harás Miguel? –dijo con una sonrisa maléfica el demonio.
-¡Nooooooo!

Ciudad de Vaticano, Santa Sede, lunes 05:00 am.

-¡Noooooooo! –grito la Madre superiora desesperada y aterrada.
La puerta de su habitación se abrió violentamente.
-¡Madre superiora! ¡¿Esta bien?! –grito la hermana Fátima con una linterna en la mano seguida de otra monja la hermana Teresa.
La Madre Superiora estaba sentada en su cama con una expresión de espanto y sus cabellos, rizados y rubios, completamente mojados debido a la transpiración.
-Hermana Fátima, Hermana Teresa. –dijo ella mientras respiraba agitada.
-Madre Superiora le he traído un vaso de agua. Tómelo por favor, se sentirá mejor. –dijo la hermana Ana que acababa de entrar.
La Madre Superiora tomo un trago mientras que las demás monjas se le acercaron.
-¿Qué ocurrió? ¿Por qué grito? –pregunto preocupada la hermana Fátima.
-Hermana Fátima he tenido una pesadilla espantosa. El ha despertado y ha sido liberado. –dijo la monja totalmente agitada. –Ha acabado con las monjas del convento de San Miguel.
-¡¿Qué?! ¡Pero eso es imposible! –grito la monja. –allí estaba el Sello ¿Cómo abrieron las siete llaves?
-No lo se. –contesto ella.
-Madre se esta haciendo mucho problema, solo fue una pesadilla. Vuelva a dormir que seguramente mañana todo estará bien. –dijo con calma la hermana Ana.
-No lo se…. Parecía muy real. –dijo ella mientras se echaba para atrás su cabello muy largo.
-Madre por favor vuelva a dormir. Estoy segura de que solo fue una pesadilla. –insistió la hermana Ana.
-Esta bien. Gracias hermanas por preocuparse por mí. Volveré a dormir. –dijo recuperando la calma la Madre superiora.
Ellas asintieron y se retiraron de su habitación. La joven Madre se levanto de su cama y se dirigió a la ventana de su habitación. Miraba hacia fuera triste y confundida.
-¿Habrá sido un sueño? ¿O habrá sido real? –susurro para si. –Sea lo que sea, no dejare que te salgas con la tuya… Lucifer.
Al otro día las monjas y los sacerdotes se levantaron temprano como de costumbre y realizaron sus labores matutinos.
La Madre Superiora se hallaba en su despacho y fue interrumpida en sus pensamientos por un sacerdote que entro violentamente.
-¡Madre Superiora mire esto, pronto! –grito el sacerdote.
-Buenos días padre Giovanni. –contesto ella. – ¿A ver que es tan importante? –dijo mientras se frotaba las sienes.
El padre le entrego un periódico que como noticia principal tenía el asesinato de todas las monjas del convento de San Miguel en el sur de Italia. La Madre superiora llevo sus manos a su boca en señal de sorpresa y bruscamente se levanto de su sillón.
-¡Llama a los cinco Arcángeles restantes! ¡De prisa Padre Giovanni, que vengan a mi despacho! –ordeno.
-Si Madre superiora. –dijo el cura mientras corría a llamar a sus compañeros.
En un abrir y cerrar de ojos los siete arcángeles se habían reunido en el despacho de su líder.
-Supongo que habrán visto la noticia. –dijo ella con tono preocupado. –Parece que no fue una simple pesadilla.
-Esto es terrible. Según la prensa no hay una sola sobreviviente. –comento el padre Antonio.
-Y lo peor es que ellos están sueltos por ahí. No sabemos donde están. –comento la hermana Teresa.
-Madre superiora ¿Qué haremos? –pregunto preocupado el Padre Franco.
La Madre Superiora los miro y luego de meditar unos segundos suspiro y hablo:
-Por el momento dejar que su Santidad celebre la misa como lo hace habitualmente. Si cancelamos la misa las personas van a sospechar que ocurre algo grave. Cuando la misa termine inmediatamente nos vamos a reunir con El Santo Padre, las autoridades de la Iglesia, Atenea y sus santos. Debemos tomar una decisión drástica y ya. No dejare que Lucifer se ande paseando por la tierra entre los humanos. –dijo sumamente seria mientras los demás asentían.
-Madre no se olvide que debe reunirse con los catequistas, hoy le toca dar la clase sobre catecismo familiar a los niños y a los padres. Es en una hora. –dijo el padre Franco.
-Es cierto. Bueno me retiro. No hagan nada todavía, esperen a hablar con todos. –ordeno la Madre superiora.
Dicho esto tomo su Biblia y unas carpetas entre sus manos y salio del despacho. Pero fue seguida por el padre Franco.
-¡Madre Superiora espere por favor!
-¿Qué sucede padre? –se detuvo en seco la joven monja.
-¿De verdad soñaste el asesinato de esas hermanas? –pregunto preocupado.
-Si.
-María eso es grave, deberías hablar de inmediato con su Santidad y Atenea.
-Franco no es necesario. Solo debo esperar unas horas más. Ahora ve y cumple con tu deber y no te preocupes por mí. Estaré bien. Hasta luego. –dijo mientras seguía caminando.
-María… es imposible que no me preocupe por ti… –susurro preocupado el sacerdote mientras veía como la monja se alejaba.
Los santos de Atenea se levantaron temprano y todos bajaron de sus habitaciones para desayunar.
-Vaya esto es un buen desayuno. –dijo Seiya mirando toda la comida que había.
-Tú no cambias Seiya, siempre pensando en comer. –dijo Shun mientras los demás reían.
En ese instante Saori bajó a desayunar con sus santos.
-Buenos días Atenea- sama. –dijeron al unísono los santos.
-Buenos días. –respondió ella muy amable. –Es temprano hasta que reunamos con su Santidad y los demás. ¿Qué quieren hacer hasta entonces?
Los santos se miraron confundidos entre si. No habían pensado en eso.
-Podríamos ver la arquitectura del lugar, y conocer la Plaza de San Pedro y la catedral. Mientras esperamos. –dijo Aldebarán.
-Podríamos conocer la ciudad y a las personas. –opino Milo.
-Cuidado Milo, no te olvides de la advertencia de la Madre Superiora. –bromeo Camus.
-¡Ay! No digas eso. Solo lo decía para pasar el tiempo. –contesto mientras los demás reían.
-Yo tengo curiosidad por la misa. Me gustaría escuchar el sermón del Papa. –dijo Shaka e hizo que todos lo miraran sorprendidos.
-Es una buena idea. Yo también tengo curiosidad. –opino Mu.
Los demás santos se miraron entre si y…
-Ustedes son muy espirituales, pasaremos tiempo con monjas y sacerdotes que nos darán sermones todo el tiempo. En especial esa Madre superiora que mas que Madre parece una niña consentida. ¿Para que quieren ir a una misa? –pregunto Deathmask fastidioso.
-Bueno no siempre se tiene la oportunidad de escuchar al Papa. –dijo Mu sonriendo.
-No discutan ¿Qué les parece si vamos a ver primero la ciudad y después nos dirigimos a la Catedral? Total estaremos aquí unos días más. –dijo Saga.
-Buena idea Saga. Total tendremos que estar allí para hablar con las autoridades de la Iglesia. Así que mientras esperamos podemos ver la ciudad. –dijo Aioros.
-Pero si quieren Shaka… Mu…ustedes pueden ir a la catedral antes que nosotros. –dijo Saga.
Ellos se miraron y miraron a Saori. Ella les sonrío y dijo:
-Adelante Mu… Shaka. Pueden hacer lo que deseen siempre y cuando estemos todos en la Santa Sede a las diez como dijo la Madre superiora.
-Si. –dijeron los caballeros mientras se iban a sus habitaciones.
Shaka y Mu quedaron solos en el comedor. Shaka observaba con sumo cuidado a su compañero armas:
-¿Qué ocurre Shaka? ¿Por qué me miras así? –pregunto finalmente Mu.
-Me resulta extraño que quieras escuchar un sermón. ¿Tiene algo que ver con la Madre Superiora?
Mu enrojeció de repente y algo nervioso contesto:
-¿Cómo dices esas cosas Shaka? No tiene nada que ver con ella. ¿Porque lo preguntas?
-Bueno porque… ayer te mostraste muy amable con ella y de inmediato te ofreciste a acompañarla. No lo se, me resulto extraño, fuiste el único que no puso cara fastidiosa cuando nos dijo que nos comportáramos.
-Es que tiene razón. Y no hace falta ser psíquico para ver que algunos de nuestros compañeros son algo… como decirlo… casanovas. Además no paso nada, solo la acompañe y cuando hable con ella ni siquiera me miro a la cara. –Dijo dándose la vuelta.
-Debe tomar muy en serio sus… votos. –dijo el santo de virgo.
-Supongo que no esta acostumbrada a recibir visitas. –dijo Mu mientras tomaba un saco se lo ponía. –Bueno ¿vamos Shaka?
-Si. Vamos. –dijo el santo de virgo mientras ambos salían del hotel.
Al bajar de las habitaciones los demás notaron que Shaka y Mu ya no estaban. Entonces decidieron salir con Saori a ver la ciudad.
-Es una ciudad con mucha cultura. –dijo Aldebarán. –Me gusta este lugar.
-¿Dónde estarán Shaka y Mu? Espero que lleguen a tiempo. –dijo Saori.
-Yo no me preocuparía Atenea- sama. Mu puede teletransportar materia, si se pierden se teletransportan y ya. –dijo un despreocupado Saga.
-Si eso lo se. Espero que hayan llevado un reloj a las autoridades no les gustan las llegadas tardes. –Opino Saori.
-Todo estará bien. No te preocupes Saori- san. Mu y Shaka son unas personas muy responsables. –dijo Seiya ante una sonrisa de Saori.
La hora había llegado y Atenea y sus santos llegaron a la Santa Sede.
-Atenea. –se escucho una voz que la llamaba. Ella giro y vio que un sacerdote se acercaba.
-¿Si? –Pregunto Saori.
-Yo soy el padre Giovanni Charavallotti, el Santo Padre y los cardenales la estarán esperando en la capilla Sixtina a usted y a sus santos. Por favor síganme que los llevare. –dijo muy amable.
-Yo te recuerdo, eres el arcángel Zadkiel ¿verdad? –dijo Seiya.
-Si, pero soy el padre Giovanni aquí en la tierra, Santo de Pegaso. –contesto el joven con una sonrisa.
-Espere Atenea- sama. –interrumpió Saga. –Mu y Shaka no los hemos encontrado todavía.
-Es cierto, Saga, Camus y Milo, vayan a buscarlos. Los esperaremos en la capilla Sixtina. –ordeno Saori.
-¡Si! –obedecieron los santos mientras que Saori y los demás se iban acompañados del sacerdote.
-Bueno entremos a la Basílica de San Pedro a buscar a Mu y a Shaka. –dijo Saga.
Cuando entraron se encontraron a Mu y Shaka viendo la arquitectura del lugar, la misa ya había terminado.
-Con que aquí estaban. Atenea- sama quiere que nos reunamos con las autoridades de la Iglesia en la Capilla Sixtina. –dijo Saga mientras Mu y Shaka asentían.
Cuando fueron a dar un paso Mu se detuvo en seco y diviso a una persona entre la multitud que había.
-Miren es la Madre Superiora. –dijo Mu.
La joven monja estaba parada charlando, muy sonriente, con unos niños y un matrimonio. Llevaba en sus manos su Biblia y unas carpetas. Los cinco santos quedaron inmóviles y curiosos al verla.
-María es muy bonita ¿verdad? –dijo una voz masculina que los saco de sus pensamientos.
-¡Padre! –gritaron los cinco santos asustados.
-Shhh. no deben gritar dentro de una Iglesia. Supongo que se acuerdan de mi ¿Verdad? –dijo el sacerdote.
-Si usted es el padre Franco de Borgia. O debería decir San Jofiel Arcángel. –dijo Shaka.
-Veo que me recuerdan.
-¿No debería estar ya en la Capilla Sixtina? –dijo Saga.
-Si, pero estoy esperando a la Madre superiora. –dijo el sacerdote con una sonrisa.
-Con respecto a lo que dijo recién…eh… ¿No debería ir a confesarse? –dijo Milo con mirada traviesa. –Pensó en la Madre superiora como en una mujer bonita. Además la llama por su nombre y eso no es correcto ¿No?
El padre Franco abrió sus ojos en señal de sorpresa y se echo a reír mientras que los santos no entendían que estaba pasando.
-jajajajá… claro ustedes no lo saben. María y yo nos conocemos desde que éramos unos niños. –dijo El padre Franco.
-¡¿Que?! –gritaron los santos al unísono.
-Si, conocí a María en la Iglesia de nuestro pueblo, en Roma.

Flash back

En ese entonces teníamos seis años. María era una persona muy importante en el pueblo ya que su padre es un político muy importante de Italia yo era el hijo de una familia humilde del lugar y el monaguillo de la Iglesia.
El día que nos conocimos fue un domingo antes de una misa y casualmente era la primera misa del Padre Francisco que recién había sido ordenado sacerdote.
María había entrado a la sacristía minutos antes de la misa. Y pregunto algo que nos dejo helados a mi y al sacerdote.
-Buenos días padre. –dijo muy alegre. – ¿Quería preguntarle si yo también puedo ser monaguillo?
El padre y yo nos miramos asombrados, pues no esta permitido que una niña sea monaguillo. El padre se acerco a ella sonriente y se agacho poniéndose a su altura.
-Eso no esta permitido pequeña. –dijo con una sonrisa mientras acariciaba sus rizos dorados.
-Eso es injusto, ¿Por qué no esta permitido? Yo también quiero ayudar en la misa. –dijo haciendo un pequeño berrinche que nos resulto tierno.
-Haberlo dicho antes. ¿Sabes leer, pequeña? –pregunto el Padre Francisco.
-Si, por supuesto.
-Entonces si quieres ayudar en la misa ¿Te gustaría leer una de las Sagradas escrituras del Antiguo Testamento? ¿Qué te parece leer un pasaje del …xodo? –dijo el padre con una sonrisa.
-Si, claro. –contesto ella muy feliz.
-Muy bien. –dijo el padre Francisco mientras se ponía de pie otra vez. –Franco muéstrale donde debe ubicarse para leer. Por cierto pequeña ¿Cómo te llamas?
-María… María Sforza. –contesto ella con una radiante sonrisa.
-Un gusto conocerte pequeña María, yo soy el Padre Francisco. –contesto amable el cura.
Yo obedecí al sacerdote y la acompañe hasta donde estaban las lecturas. Mientras íbamos caminando ella me dijo:
-¿Tu nombre es Franco?
-Si. Franco de Borgia… –respondí muy tímido.
-Es un gusto conocerte Franco. Mi nombre es María Sforza. –dijo con una sonrisa tendiéndome la mano. –Ojala seamos buenos amigos.
-El gusto es mío. –respondí con timidez. –Yo pienso lo mismo.

Fin del flash back

El padre de Borgia había terminado de contarles la historia y los santos pudieron ver un leve rubor en sus mejillas. Ambos se miraron y Milo le dijo:
-Oiga Padre… usted esta enamorado de la Madre Superiora ¿no es así? –dijo Milo con una mirada traviesa.
-No… como cree eso…claro que no… es que María y yo somos muy amigos desde ese entonces a pesar de…
-¿A pesar de que? –preguntaron al unísono los intrigados santos. En ese momento una voz los sorprendió.
-¿Qué están haciendo?
-¡Ah! –se asustaron los santos y el sacerdote.
-Shhh. No deben gritar en la Iglesia. –contesto la Madre Superiora. – ¿No deberían estar en la Capilla Sixtina con el Santo Padre y Atenea?
-Es que la estábamos esperando Madre. –dijo el padre Franco.
-Pero no se hubieran molestado. Entonces vayamos entonces, estamos diez minutos atrasados y al cardenal de Medici no le gustan las llegadas tarde. –dijo con una sonrisa mientras se santiguaba y empezaba a caminar.
Milo se adelanto y camino a su lado.
-Dígame Madre Superiora ¿Es cierto que usted y el Padre Franco se conocen desde niños? –pregunto el santo con una mirada traviesa.
-Si, es verdad. Veo que ya les ha contado, Franco. –dijo ella mientras soltaba una leve risita.
-Si. –respondió sonrojado el cura.
-Los he visto en la misa Mu, Shaka. ¿Qué les ha parecido la homilía de su Santidad? –pregunto intrigada la joven monja.
Mu y Shaka se miraron y cuando fueron a responder lo hicieron al mismo tiempo. Finalmente se miraron y Mu dejo que Shaka hablara.
-Me pareció muy interesante. El llamado a la juventud y a la unión de todos los cristianos. El Papa es una persona que desea la paz y el amor. Y la Iglesia como faro del mundo. Un sermón interesante, debo decir.
-¿Y usted Mu? ¿Qué opina? –pregunto intrigada.
-Que como Papa no se parece a los demás. Bueno el desea la igualdad de las personas ante Dios. A diferencia de otros lideres el se pone al nivel de sus fieles. Es un personaje intrigante. Claro sin ofender. –dijo Mu mientras Saga, Camus y Milo los miraban sorprendidos.
-Me alegra que se hayan dado cuenta de eso. –dijo la Madre Superiora mientras seguían caminando hacia la Capilla Sixtina.
-Madre ¿Por qué nos reunimos en la Capilla Sixtina? –pregunto intrigado Saga.
-Bueno porque es el lugar del Cónclave, es decir la reunión que hacen los cardenales cuando deben elegir a un nuevo Papa. Y de otras importantes ceremonias. Nadie nos va a interrumpir. Ya llegamos. –dijo la Madre Superiora mientras entraban.
-Vaya… –dijeron al unísono los Santos. –Estos frescos son… imponentes. –dijo Milo.
Al entrar vieron a los santos, a Atenea, al Papa, a unos cardenales y a los demás arcángeles. Las autoridades los miraron y suspiraron.
-Llegan quince minutos tarde, Madre. –dijo el cardenal de Medici.
-Lo lamento, Excelencia. Es que estos caballeros me estaban esperando. Se me hizo tarde debido a que unos padres de la catequesis familiar quisieron hacerme unas consultas sobre mi charla. –dijo tranquila la monja.
-Esta bien. –respondió el cardenal suspirando.
-Bien si ya estamos listos comencemos. –dijo el Papa mientras hacia una señal y uno de las monjas le entregaba el periódico a Atenea y a sus santos. –Como veras Atenea, el ha sido liberado. –dijo con preocupación el Papa mientras las monjas se miraban alarmadas.
-¡Todas las monjas de un convento han sido asesinadas! –grito preocupado Shura de capricornio.
-Y esto no es lo peor. –interrumpió el Padre Antonio. –Madre ¿porque no les dice la verdad?
Ella suspiro, se levanto de su asiento y comenzó a hablar con un aire de preocupación.
-A la misma hora que esas monjas fueron asesinadas. Yo… presencie el asesinato.
-¡¿Qué?! –gritaron los santos sorprendidos.
-Es algo difícil de explicar, mis sueños son extraños, soñé el asesinato y la liberación de Lucifer. No se si sea coincidencia o…
-No existe la coincidencia Madre superiora. –dijo el padre Antonio.
-Eso quiere decir que en cierta forma estas conectada con Lucifer. –opino Shaka.
-Tal vez. –contesto sumisa la joven monja.
-¿Y que haremos Madre Superiora? ¿Cuál es el plan? –pregunto Saga.
-Bien. Yo pensaba enviar a dos arcángeles a investigar. Y si usted quiere Atenea que se sumen algunos de sus santos.
-Es una excelente idea. –dijeron Saori y su Santidad. –Pero ¿no crees que El venga aquí a buscar venganza? Después de todo tu eres San Miguel. –pregunto Saori.
-El no puede atacar el Vaticano. Porque es tierra consagrada. –dijo la Madre Superiora. –Atenea ¿Por qué no elije a los santos que enviara?
-Enviare a mis cinco santos de bronce. –dijo Saori muy segura.
-Bien, yo enviare al Padre Franco de Borgia y al Padre Giovanni Charavallotti.
-Podemos ir solos Madre Superiora confíe en nosotros. –dijo un alegre Seiya.
-No es porque no confíe en ustedes Santo de Pegaso. Es que el ejército de las Tinieblas tiene una particular habilidad de meterse en los cuerpos de los no bautizados y usarlos a su antojo. Si tienen un arcángel cerca los protegerán. Además podrán capturarlos hasta que abramos de nuevo el Abismo y los encerremos otra vez. El arcángel Zadkiel tiene una habilidad muy particular. –dijo la Madre Superiora.
-Ah… ya veo. –respondió Seiya.
-¿Qué opinan ustedes Santidad, Atenea? –pregunto la Madre Superiora.
-Es una excelente idea Madre. Además eso va a funcionar para que aprendan a trabajar en equipo pero… hay algo mas que queremos decirles con Atenea. –dijo su Santidad mientras Saori sonreía divertida. –Debido a que ayer no se los vio muy… contentos de tener que trabajar en equipo a Atenea y a mi, junto con los cardenales. Se nos ocurrió que ustedes deben hacer un retiro espiritual juntos. –dijo un sonriente el Papa mientras Saori y los otros dos cardenales asentían.
-¡¿Qué?! –gritaron al unísono monjas, sacerdotes y santos.
End Notes:
Quiero aclararles una cosita, Homilía es la parte de la misa en la que el sacerdote da el sermon, es decir la interpretacion de las lecturas de la Biblia. y quiero darle las gracias a Nishi por sus comentarios, muchas gracias y ojala este capitulo tambien te haya gustado =)

hasta el proximo capitulo, saludos!!!
End Notes:Quiero aclararles una cosita, Homilía es la parte de la misa en la que el sacerdote da el sermon, es decir la interpretacion de las lecturas de la Biblia. y quiero darle las gracias a Nishi por sus comentarios, muchas gracias y ojala este capitulo tambien te haya gustado =)

hasta el proximo capitulo, saludos!!!Regresar al índiceCapítulo 4 Conociéndonos. by Princesa Tsunade
Author's Notes:
Ojala les guste!!!!! =)
Author's Notes:Ojala les guste!!!!! =)-Es una excelente idea Madre. Además eso va a funcionar para que aprendan a trabajar en equipo pero… hay algo mas que queremos decirles con Atenea. –dijo su Santidad mientras Saori sonreía divertida. –Debido a que ayer no se los vio muy… contentos de tener que trabajar en equipo a Atenea y a mi, junto con los cardenales. Se nos ocurrió que ustedes deben hacer un retiro espiritual juntos. –dijo un sonriente el Papa mientras Saori y los otros dos cardenales asentían.
-¡¿Qué?! –gritaron al unísono monjas, sacerdotes y santos.
-¿Pero que demo…? –exclamo Shura mientras su compañero Camus le tapaba la boca.
Las miradas de los santos, monjas y sacerdotes era una mezcla de sorpresa y horror.
De repente Saori, los cardenales y el Santo Padre se miraron y se echaron a reír como un niño cuando hace una travesura. Los presentes los miraron mas asombrados aun.
-Pero… Su Santidad. –dijo confundido el padre Antonio.
-Creo que cayeron en nuestra trampa. –dijo el Papa riendo como un niño. – ¿De verdad creen que Atenea, los cardenales y yo somos tan irresponsables como para pedirles eso? en especial cuando Lucifer ya fue liberado y anda por el mundo suelto. –dijo el líder de la Santa Iglesia.
Las monjas suspiraron al igual que los santos y Saori hablo.
-Solo queríamos ver sus caras y debo decir que me decepcionan he visto muchas expresiones de horror. Pero volviendo al tema, si usted esta de acuerdo Madre Superiora que mañana mismo mis santos y sus arcángeles salgan a buscar a Lucifer. Porque la idea orinal que tuvimos con su Santidad era la de que hoy ustedes pasen el día juntos para conocerse mejor. –dijo Saori con una sonrisa.
Los santos, las monjas y los sacerdotes se miraron entre ellos y la primera en hablar fue la hermana Fátima:
-Con todo respeto Atenea, pero… ¿están locos o que? –pregunto alterada. –El esta suelto por el mundo y nosotros nos tomaremos un día libre. Me parece que es irresponsable de su parte pedirnos eso. El padre Franco y el padre Giovanni deberían salir ya mismo a buscarlo. Madre Superiora ¿Usted no esta de acuerdo conmigo?
María estaba sumisa pero ante la pregunta de su amiga pareció despertar y respondió.
-Hermana Fátima creo entender a donde quieren llegar Atenea y su Santidad. –y suspirando dijo. –Esta bien pasaremos el día juntos pero ya no se pueden demorar más. Deben ir a buscarlo y averiguar donde esta. Y… otra cosa más… porque no creo que se hayan liberado solos, si bien el sello estaba débil alguien averiguo como soltarlos y también donde estaba guardado el sello. Estoy segura de que hay humanos implicados en esto, encuéntrenlos y captúrenlos, debemos hablar con ellos. –dijo con seriedad la monja.
Los santos y los arcángeles se miraron entre si y asintieron, la Madre superiora se veía seria y decidida. El que siguió hablando fue el Cardenal de Medici.
-Hace unos meses envíe a uno de los mejores investigadores que tenemos, el padre Francisco, a buscar a la secta que esta ayudando a Lucifer. Según las investigaciones de nuestro sacerdote la secta se origino en París en el barrio de Les Halles. –dijo el cardenal mientras una de las monjas lo miraba sorprendida.
-¿La corte de los Milagros? –pregunto asombrada la hermana Ana mientras los demás la miraban. –Creí que era un mito.
-La Corte de los milagros habitada por mendigos, ladrones y prostitutas. Recibió este nombre porque sus habitantes, por el día, pedían limosna fingiéndose ciegos o discapacitados pero de noche, ya en la Corte, recuperaban “milagrosamente” la salud. –dijo Camus de acuario. – ¿Qué tiene que ver con Lucifer?
-Bueno parece ser que descubrimos que hacían algo que timar a las personas. –contesto el cardenal.
-¿Magia negra? –pregunto asombrado el padre Antonio.
-Si, de alguna forma se comunicaron con el y supieron como liberarlo. Supongo que deben adorarlo como a su Dios. Deben encontrar a esas personas y capturarlas como dijo María. Debemos interrogarlos. ¿Qué persona en su sano juicio desearía la destrucción de la tierra? –dijo pensativo y preocupado el cardenal de Medici.
-Alguien a quien le importa nada de los demás. Ana tu iras a investigar ya que conoces las calles de París mejor que cualquiera de nosotros. –dijo la Madre Superiora.
-Si, Madre. –contesto ella.
-Y que Camus de acuario te acompañe. –dijo Saori muy segura.
-Si, Atenea. –contesto el caballero ante la mirada desconfiada de la monja.
-Y… algo mas. –dijo Saori mientras miraba a la Madre Superiora con intriga. – ¿De verdad El no vendrá al Vaticano? Madre Superiora usted es el arcángel Miguel, el único que puede vencerlo a parte de Dios. ¿Cómo es que el no intentara matarla?
La líder de los arcángeles suspiro y miro al cardenal de Medici que asintió con la cabeza en señal de que hablara.
-No se te escapa nada ¿verdad Atenea? –dijo ella con una mirada seria. –Esta bien les diré la verdad. El atacara el Vaticano porque en las grutas Vaticanas, junto con el cuerpo de Su Santidad, San Pedro, se encuentra algo que El necesita para destruirnos.
-¿Un arma? –pregunto intrigado Shaka.
-Si, su espada. Forjada por el Altísimo al igual que la mía. El la necesita para poder lograr su propósito. Hace mil años cuando lo encerré en el Abismo le entregue esa espada, por orden de mi Señor, al apóstol Juan quien se la dio al Papa San Pedro para que la guarde en un lugar seguro.
-Entonces el Vaticano esta en peligro, al igual que todos ustedes. –dijo alarmado Aioria.
-No. Como dije antes El no puede entrar aquí. –dijo la Madre Superiora mientras los santos se miraban entre ellos confundidos. –Atenea ¿No lo has sentido al entrar aquí?
-Si. He sentido algo. –contesto ella confundida.
-El Vaticano, es decir toda la ciudad no solo la Santa Sede, es tierra consagrada. Pero en realidad hay algo que hace que El no pueda entrar y no es solamente la consagración. – dijo el padre Franco. – ¿Todavía no descubren que es?
-No…
-Bien. El Vaticano esta rodeado por una barrera invisible. Lucifer no puede romperla por ningún medio. Porque esa barrera la levante yo misma. –dijo la Madre Superiora ante la mirada sorprendida de los caballeros y Atenea.
-Así que era eso el inmenso poder que sentí. –dijo Shaka. –Pero ¿todo este tiempo ha mantenido la barrera? ¿Eso no tiene efectos secundarios en usted?
-Si, los tiene. Y a causa de ello no puedo salir del Vaticano. Debo quedarme a una distancia cerca o la barrera caerá.
-Es usted muy poderosa, mantener una barrera de esa magnitud todo este tiempo y la veo en pie muy bien y sin cansancio. Es usted… –dijo Shaka sin poder creer lo que oía.
-Un arcángel. –dijo el Papa. –No bromeamos cuando dijimos que ellos eran fuertes, en especial la Madre Superiora.
-Ya veo. –dijo Saori. –Entonces mientras su barrera este en alto El no puede entrar.
-No, a no ser que me ataque directamente y me lastime de tal forma que tenga que abandonar la barrera. –dijo María sin inmutarse. –Bien, entonces quedamos así. El padre Franco y el padre Giovanni irán con sus santos de bronce a Gargano, al sur de Italia, a investigar y su santo de oro Camus de acuario irá con la hermana Ana a París a buscar a las personas que ayudaron a los demonios a escapar.
-Si. –contestaron todos.
-Bien ya que tenemos todo arreglado y son más de las doce del mediodía ¿Por qué no vamos a almorzar todos juntos y disfrutamos del domingo, como Dios manda? –dijo con una sonrisa el Santo Padre mientras los demás asentían.
Los presentes se levantaron de sus asientos y se dirigieron al comedor. Durante el camino estuvieron en silencio. Al llegar se sentó en la cabecera de la mesa el Papa y a su lado los dos cardenales, consejeros suyos. Del otro extremo se sentó Saori y a su lado el santo de Pegaso, de un lado se encontraban los santos de Atenea y del otro la Madre superiora con sus Arcángeles. El Papa bendijo los alimentos y todos comenzaron a comer. En un principio se miraban y no hablaban, había un silencio sepulcral. Pero fue un intrigado Aioria quien rompió el silencio.
-¿Y? ¿Cómo fue que se conocieron ustedes? –pregunto el santo de leo intrigado.
-¿Cómo nos conocimos? –pregunto el Padre Antonio.
-Si, es

La Batalla contra Lucifer. by Princesa Tsunade

Lucifer ha despertado y Atena y sus Santos deben aliarse con la Santa Iglesia Catolica para proteger la tierra. ¿Podran trabajar unidos santos, monjas y sacer

fanfic

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2021-07-16

 

La Batalla contra Lucifer. by Princesa Tsunade

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