Noche Eterna by Alexa Cullen
Edward Cullen nos cuentas su version de Luna Nueva.
PREFACIO
Ya nada quedaba para mi.
Junto a ella se desvanecía la vida, los sueños y esperanzas.
No estaba dispuesto a vivir entre sombras como si mi vida fuera una noche eterna. Sin ella no me quedaba nada.
A unos metros el gentío lanzaba gritos de alegría mientras mi corazón lloraba lo que mis ojos no podían.
Apreté mis puños, pronto el sol tocaría mi torso desnudo y todo terminaría.
Sol, voy hacia ti.
…Sol… hazme tuyo…
Categories: LITERATURA Characters: No
Generos: Fantasía
Advertencias: No
Challenges: No
Series: No
Chapters: 11 Completed: No Word count: 25437 Read: 6664 Published: 18/04/2009 Updated: 16/06/2009
Edward Cullen nos cuentas su version de Luna Nueva.
PREFACIO
Ya nada quedaba para mi.
Junto a ella se desvanecía la vida, los sueños y esperanzas.
No estaba dispuesto a vivir entre sombras como si mi vida fuera una noche eterna. Sin ella no me quedaba nada.
A unos metros el gentío lanzaba gritos de alegría mientras mi corazón lloraba lo que mis ojos no podían.
Apreté mis puños, pronto el sol tocaría mi torso desnudo y todo terminaría.
Sol, voy hacia ti.
…Sol… hazme tuyo…
Categories: LITERATURA Characters: No
Generos: Fantasía
Advertencias: No
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Chapters: 11 Completed: No Word count: 25437 Read: 6664 Published: 18/04/2009 Updated: 16/06/2009
Todos los personajes son y pertenecen a la Señora S. Meyer.
Claro que en mis sueños Edward es todo mio.
Todos los personajes son y pertenecen a la Señora S. Meyer.
Claro que en mis sueños Edward es todo mio.
Capítulo 1, "Verano" by Alexa CullenCapítulo 1
Verano
Los días que siguieron al baile fueron simplemente perfectos. La primavera estaba llegando a su fin y pronto empesaría el verano.
—Creo que ya es hora de que me saces esto— Le había dicho un día a mi padre, mostrándole su pierna. Despues de pensarlo un momento, el accedió y así terminó su convalecencia.
En esos días Alice práctica mente vivía en casa de Bella. De verdad que era un tanto irritante. Charlie le tenía mucho cariño y su cara siempre se iluminaba cuando le abría la puerta. Ya quisiera yo que fuera lo mismo para mi.
Alice hacía las veces de enferma y le ayudaba a tomar sus baños diarios.
Le había pedido, le había rogado que no lo hiciera.
—¿Le pediste a Alice que no me mirara? —
—¿Como te iba a mirar a los ojos, después de espiarte?
—¿Eso quiere decir que nunca lo hiciste? —
—¿A que te refieres? —
—Ya sabes, cuando estaba en el hospital y todo eso—
—Bueno Bella te explicare. Para mi ya es demasiado con tener tu recuerdo en mi boca, creo que no podría soportar tener tu recuerdo en …. Tu sabes a lo que me refiero—
El silencio se sintió entre nosotros.
—¿Tu creías que te había espiado? —
—Bueno he tratado de no pensar en ello. Creo que estaba resignada—
—Jamas te faltaría el respeto de esa manera—. Le dije solemnemente
—De eso estoy mas que segura—. Se quejó entre dientes
Contrario a lo se creyera, ese verano fue inusualmente lluvioso. Lo que nos permitío disfrutar con plenitud los días. Cuando el sol brillaba, solíamos pasarlos en nuestro prado, escondidos de todos y de todo.
Solo una cosa empaño mi felicidad ese verano.
Lamente terriblemente la partida de Emmett y Rosalie. Se dirigirían a África. El estaba loco por cazar algunos leones y leopardos. En realidad solo lamentaba la partida de Emmett, se había encariñado mucho con Bella. La encontraba muy graciosa y al parecer ella también le tenía cariño. Pero con Rosalie la situación era distinta.
—No pienso quedarme aquí mientras ella entra y sale como si esta fuera su casa—
—Pero si lo es Rosalie—. Le había dicho mi padre. —También es su casa—.
—Pues bien, entonces me marcho—
—Rosalie, por favor— Le rogaba Esme. —Las cosas no tienen que ser de este modo. Emmett por favor… —
Pero el y todos sabían que no había nada que pudieran hacer. Rosalie había tomado la desición y nada la haría cambiar de idea.
Claro que Emmett la siguió, eran inseparables, se amaban. No sabía como alguien podía amar a Rosalie, pero lo hacía.
—Cuida a nuestra pequeña Bella. Me dijo antes de marcharse—.
—Rosalie, no sabes cuanto lamento que las cosas sean de esta manera, pero la amo. Es todo lo que puedo decir—.
Le dije antes de marcharse. Pero ella nada dijo y en su mente no existían reproches, solo tristeza. Ya nos extrañaba.
A Bella nada de esto se le contó, era innecesario. Solo le dijimos que estaban de viaje y punto. Claro que con los meses, el viaje se fue alargando y alargando. Pero ella nunca dijo nada, ni volvió a preguntar por ello.
Ese verano también tomé mi decisión. Creo que había logrado mantener el deseo a raya. Existía un limite que no me permitía cruzar. Hacerlo sería una estupidez.
Bella solía no poner ningún tipo de problema cuando rompía su abrazo o me separaba rápidamente de su labios. Pero claro, no siempre era así.
—Quisiera que por una vez dejaras de ser tan estricto con esto de mi proximidad—.
—Bella, es la única manera—. Le había contestado sujetando sus muñecas, lejos de mi cuerpo. Su contacto resultaba ser una tortura. No podía evitar anhelarla.
—Por favor, no me hagas las cosas mas dificiles. Si supieras cuanto te deseo…—
Y me perdía nuevamente en sus ojos. Ella aprovechaba cualquier muestra de duda en mi rostro y saltaba sobre mi nuevamente. Me sentía embriagado de sus besos. Su mano se metía debajo de mi camiseta y no podía evitar dar un saltó al contacto de su ardiente palma. Con rapidez la sostenía nuevamente por los puños y volvíamos a empesar con la discusión.
Pero resistirme a ella siempre me llenaba de dolor. Con el tiempo me costo menos ser inflexible pero el deseo no disminuía, quemaba siempre de igual manera.
Y de esta manera transcurrió el verano. Entre caminatas tomados de la mano, de visita en casa de mis padres o de paseo en la ciudades aledañas.
En muchas oportunidades la invitaba a Port Angels a ver alguna película, claro que yo siempre la veía a ella, o a cenar a algún restaurant. Ella siempre protestaba, decía que no era justo que malgastara mi dinero, si al fin y al cabo yo nunca comía. Pero me gustaba darle todo y de todo lo mejor.
De ser por mi ya habría cambiado su viejo coche hace mucho tiempo. Pero Bella se negaba rotundamente.
Cuando comenzaron nuevamente las clases se le metió entre ceja y ceja que quería trabajar para tener dinero para el coche y todos los gastos. Trate de convencerla que yo podía hacerme cargo de todos sus gastos y que también correría con los gastos de la Universidad, que ya debíamos ver este semestre, pero argumentaba que sería imposible explicarle eso a Charli.
—¿Y que le voy a decir a Charlie por tu regalo, me puedes decir? —
Era siempre su defensa al hablar sobre un coche nuevo.
—Le podemos decir que te lo ganaste en una rifa—
—¿Y quien la organiza, si se puede saber? —
—¿Mi padre? —
—Edward, eso esta fuera de discusión. Por favor no empieces de nuevo. Mira el coche viene con migo, si no aceptas mi coche entonces…—
Eso era cierto, ¿Como explicaría que su novio le regala una tarjeta de crédito y un auto nuevo? A el seguramente tampoco le haría mucha gracia.
En fin, estaba seguro que no existirian muchas posibilidades de encontrar trabajo en un pueblo tan pequeño como Forks, pero estaba equivocado y fue en la tienda de deportes local, que para mi desagrado pertenecía a los padres del blandengue Mike Newton, que encontró trabajo.
A si que no solo tenía que soportar que estuviera lejos de mi tres veces por semana después del Instituto, si no que también tenía que aguantar que aquel estúpido anduviera tras de ella como una mosca.
Lo único bueno de todo esto es que estaba ahorrando para la universidad, claro que yo no dudaría en ayudarla, anonimamente claro esta, a que entrara en la universidad que mas nos conviniera y digo “nos” porque pretendía ir con ella, ojala a alguna lo mas al norte posible.
Pero de eso aun no hablabamos mucho. Quizás mas adelante, tenía otras cosas en mi mente.
Por ejemplo que se acercaba su cumpleaños y me había obligado a no comprarle ningún presente.
—Escuchame Edward y escuchame bien. NO…QUIERO… REGALOS—
—Pero Bella, se supone que de eso se tratan los cumpleaños—
Y de esa postura nadie la sacaba, estaba tercamente obstinada.
—Edward,— Me dijo dulcemente un día que tratábamos nuevamente este tema.
—¿De verdad quieres hacerme un regalo?—
Sus ojos me miraban dulcemente, y no pude comportarme con un tonto.
—Pues claro que quiero amor, no sabes lo feliz que me haces. He pensado en algunas cosas que me gustaría regalarte…—
—Si quieres hacerme algún obsequio, existe una cosa que quisiera que me des—
—Claro dime, lo que tu quieras—
—¿Lo que yo quiera? Hay algo que deseo hace mucho. Y como es mi cumpleaños…—
Tome sus manos entre las mías esperando sus palabras. Por fin me dejaría darle algo.
—Quiero… quiero ser como tu. Quiero que me transformes. —
Demasiado tarde comprendí su truco, y como un pes en una red había caído.
—No, no eso esta fuera de discusión. ¿Como puedes hacerme esto Bella, acaso no me amas? —
—Claro que te amo. ¿Es que no puedes entender que quiero estar a tu lado siempre?
—Pero si siempre estaremos juntos tontita—
—¿Así? ¿Y que pasará en unos veinte años mas? ¿Pretenderás ser mi hijo para poder vivir juntos? ¿Y cuando sea una anciana me darás mis medicinas y deberé llamarte nieto? Comprende Edward, no estoy dispuesta a pasar por ello—
—Amor, solo cumpliras 18, no es tan grave—.
—No lo es ahora, pero lo será Edward, por mucho que me ames no puedes detener el tiempo humano, solo existe una forma de hacerlo—
—Eso esta fuera de discusión. Ni siquiera se por que estamos teniendo esta discusión—.
—Edward Cullen. Si no puedo tener lo que quiero es mejor que ni se te ocurra saludarme ese día. ¿Soy lo suficiente mente clara para ti? —
—Si, lo suficiente—. Le dije muy molesto.
Y así fue como perdí esa batalla. Ella tenía razon, el tiempo no perdonaba y pronto llegó el otoño.
¿Porque las horas o los días felices se desvanecen tan pronto y los de agonía perduran pareciendo eternos?
Volver al indexCapítulo 2, El desastre by Alexa Cullen
Capítulo 2 El desastre
—Te quiero— Dijo Bella mientras cambiaba de posición en su pequeña cama.
—Duerme amor— Le dije besando su frente, tan sedosa, tan cálida y delicada.
Mañana sería el gran día. Volví para verla por ultima vez y dando un suspiro salte por su ventana. No lograba acostumbrarme a estar lejos de ella.
Corrí por el espeso y oscuro bosque. Que después de todo, no era tan oscuro para mi y como de costumbre no tarde en llegar a casa.
Pude escuchar las voces familiares de mis hermanos que habían vuelto de su viaje.
—Nada mejor que un gran león para levantar el espíritu, de verdad Jasper, deberías probarlo—.
—Claro Emmett, lo que tu digas—. Le contestaba Jasper riendo alegremente.
—Heeey, bienvenidos hermanos—. Les dije caminando hacia ellos con los brazos abiertos.
Las imágenes pasaban en sus mente como en un álbum fotográfico.
—Veo que lo han pasado genial estos últimos meses—
—Si es verdad, pero nada se compara con la familia—. Me contestó Emmett.
—Es bueno estar de vuelta—. Decía Rosalie mientras me abrazaba. —Lo siento Edward he sido una tonta, de verdad los he extrañado—
—Es bueno tenerlos de vuelta—. Le dije cariñosamente.
—Te prometo que tratare…— Sabía que eso ya era mucho para ella, sabía que era sincera y lo mucho que le costaba decir aquellas palabras.
—Y…. ¿todo listo para mañana? — Preguntó Emmett .
—Casi, solo faltan algunos detalles— Decía Alice en medio de una gran sonrisa.
Estaba haciendo todo lo posible por controlarse con respecto a este tema.
—Esperemos que quiera asistir la festejada—. Les dije haciendo una mueca.
—No te preocupes, si es necesario la traeré amarrada—
—Aquello no me haría mucha gracia—. Le dije secamente. Pero Alice sacó su pequeña lengua y se fue tras Esme.
Después todos volvimos a nuestras actividades. Yo debía preparar mi presente para Bella. Me había obligado a prometer que no le compraría nada. Pues bien, no le compraría nada.
—o—
Podía escuchar perfectamente el sonido de su viejo monovolumen. Seguramente estaba a menos de dos cuadras del Instituto.
Alice se encontraba junto a mi, había insistido en saludar a Bella a primera hora del día.
Lentamente ingresó al aparcamiento. Contuve mis ganas de ir por ella al coche, seguramente no se encontraría de muy buen humor y el portazo que dio a su auto me lo confirmó. Claro que no pude controlar a Alice, dando un salto se adelantó para recibirla.
—¡Feliz cumpleaños, Bella!— Le dijo alegremente. Como lo había previsto ella no se encontraba de buen humor, pero Alice seguía presionándola. Ya la podía ver explotando en cualquier momento. Le preguntaba por los regalos, que le habían parecido y todo eso.
Estiré mi mano para recibir la suya. Sus latidos nuevamente se aceleraban mientras levantaba su cabeza para encontrarse con mis ojos. Con mi pulgar sostuve su barbilla, acariciando con el índice sus rosados y suaves labios.
—Así que, tal y como me impusiste en su momento, no me permites que te felicite por tu cumpleaños, ¿correcto?
Realmente no era una pregunta, ya sabía su respuesta.
—Sí, correcto — Agregó un tanto molesta.
—Sólo me estaba asegurando — Dije con resignación mirando el cielo. —Podrías haber cambiado de idea. La mayoría de la gente disfruta con cosas como los cumpleaños y los regalos—.
Alice fue la única que encontró divertidas mis palabras. Creía que Bella verdaderamente disfrutaría este día con todas las sorpresas que le tenía preparadas. Al fin de cuentas ¿Qué podría ocurrir de malo? Pero la preocupación de Bella no era ser mayor, lo que temía era ser mayor que yo. Aunque eso fuera imposible, ya que sus 18 años no eran nada en comparación con mis casi noventa años de existencia.
—¿A qué hora vendrás a casa? — Le preguntó Alice de pronto.
“Maldición Alice”, pensé. Quería tratar de convencerla antes, no llegar y soltar la bomba a primera hora. Pero con Alice todo era de esa manera. Siempre a su modo y a su tiempo.
—No sabía que tuviera que ir allí—
Sería un verdadera lastima que se encaprichara y no quisiera asistir a su propia fiesta de cumpleaños.
—¡Oh, por favor, Bella, no te pongas difícil! . No nos irás a arruinar toda la diversión poniendo esa cara, ¿verdad? —
Le reprochaba mi hermana.
—Creía que mi cumpleaños era para tener lo que “Yooo deseara”—. Dijo poniendo cara de pocos amigos.
Ignoré su comentarios y le aseguré a Alice que la llevaría después de clases. Claro que Bella no dejaría la batalla tan pronto y argumentó que debía trabajar esa tarde. No sabía que Alice ya había hablado con la señora Newton y esta le había dado la tarde libre.
—Pero... pero es que no puedo dejarlo —. Tartamudeo graciosamente. Parecía un gatito acorralado. —Lo cierto es que, bueno, todavía no he visto Romeo y Julieta para la clase de Literatura—
Alice ya comenzaba a impacientarse con la actitud de Bella. Le recordó que ya se sabía la obra de memoria. Pero Bella no se daba por vencida ¿Verdaderamente creía que ganaría sobre este tema? Dijo que debía ver la película, cuando ya todos sabíamos que también la había visto… ¿Unas diez veces? No esta seguro de cuantas veces la había visto en realidad, pero sabía que eran bastantes.
—Pero si ya has visto la película — Le dijo ahora molesta Alice.
—No en la versión de los sesenta. El señor Berty aseguró que era la mejor—.
—Mira, puedes ponértelo difícil o fácil, tú verás, pero de un modo u otro... —
Wowwww, eso era completamente innecesario de parte de mi hermanita pequeña. Amablemente le pedí que se tranquilizara y que si ella quería ver la película, la vería ya que era su cumpleaños…
—Así es — Dijo Bella moviendo su dedo índice rápidamente a Alice.
—… y la llevaré después de las siete, así tendrás mas tiempo para preparar lo que falta—
Alice rompió a reír muy animada y alegre por mi intervención. Se despidió, no sin antes prometerle a Bella lo bien que lo pasaría. Le pellizcó tiernamente la mejilla y salió corriendo lo mas humanamente que le fue posible.
—Edward, por favor... — Comenzó a decir Bella. Puse mis dedos sobre sus exquisitos labios. No estaba dispuesto a comenzar de nuevo.
—Shhhhh, ya lo discutiremos luego Bella. Vamos a llegar tarde a clase—
—o—
Ese fue otro día más en el instituto. Claro que era infinitamente mejor que el año pasado a esa misma fecha. Ahora compartíamos la mayoría de nuestras clases. Y era increíblemente mas llevadera la monotonía de las asignaturas. Mike Newton aun no perdía sus esperanzas. Al parecer su madre había sido lo suficientemente discreta al no informale sobre cumpleaños de Bella. Seguramente habría sido la escusa perfecta para que pudiera poner sus manos sobre ella.
Sin duda ese semestre nos encontrábamos mas “integrados” a la comunidad escolar, pero los humanos seguían manteniendo una instintiva y razonable distancia de nosotros. Como de costumbre la acompañe hasta su coche cuando terminaron las clases. Le abrí la puerta del copiloto pero se cruzo obstinadamente de brazos bajo la lluvia que caía copiosamente.
—¿Es mi cumpleaños y ni siquiera puedo conducir? —
—Me comporto de la forma que tu pediste Bella, como si no fuera tu cumpleaños—
—Bueno si no es mi cumpleaños, no tengo porque ir a tu casa esta noche... —
—Muy bien —. Le dije dando la vuelta coche para abrirle la puerta del conductor. —Feliz cumpleaños— Le dije entre dientes.
—Calla — Me dijo mientras ingresaba al coche.
Verdaderamente se encontraba de muy mal humor, pero era tan divertido mirarla. Aferraba el volante con todas sus fuerzas y con regularidad resoplaba por la nariz.
—Tu radio se oye fatal— Le dije presionando un poco más su animo. Dentro de poco tendría una sorpresa.
—¿Quieres un estéreo que funcione bien? Pues conduce tu propio coche — Me respondió sin mirarme.
Tuve que recurrir a toda mi fuerza de voluntad para contener la risa que me causaba contemplarla en ese estado.
Cuando por fin, por fin logramos llegar a su casa, tome cuidadosamente su rostro entre mis manos, acariciando lenta y suavemente su rostro. Su frente, sus pómulos, el contorno de sus labios y la linea de su mandíbula.
—Deberías estar de un humor estupendo, hoy más que nunca — Dije susurrandole al oído. Y ahí estaba otra vez… el deseo quemando mi cuerpo.
—¿Y si no quiero estar de buen humor? — Dijo entrecortadamente.
Nada me provocaba más que comprobar que ella me deseaba de igual manera. Bueno no exactamente igual, yo la desearía siempre de una forma mucho más peligrosa para ella. Le mire a los ojos, sus pupilas estaban dilatadas y sus labios entre abierto por donde se colaba su esencia.
—Pues muy mal— Le dije acercando mi cuerpo hasta el suyo. Con mi mano izquierda tome su cuerpo por la cintura, apretándola contra el mío. Mi mano derecha acariciaba su nuca al mismo tiempo que me acercaba lentamente para besar sus labios.
Bella respiraba en mi boca casi jadeando. No pude evitar estremecerme. No podía evitar desearla como lo hacía. ¿Cuánto tiempo podría mantener aquella desesperante situación?
Todo mi cuerpo gritaba por poseerla, por perderme entre sus cálidos brazos.
Bella levantó sus brazos enroscando uno en mi cuello mientras su mano libre acariciaba impetuosamente mi espalda. Comenzo a besarme apasionadamente. Podía sentir como trataba de aferrarse aun más a mi cuerpo… Como si eso fuera posible.
Me sentía mareado y extasiado. Debía detenerme ahora que aun podía hacerlo. Recordé que este no sería su último cumpleaños como humana. Me obligué firmemente a separarme de su boca.
—Pórtate bien…por favor — Le dije jadeando contra su mejilla. El cuerpo de Bella parecía una estufa, sus labios habían adquirido un exquisito y sensual color rojo intenso.
Rápidamente me separe completamente de ella. Podía leer en su rostro la frustración que le producía mi comportamiento.
Odiaba verla insatisfecha. ¿Cuanto mas podríamos aguantar de esta manera? Para mi las cosas no eran mas fáciles que para ella.Yo siempre debía batallar contra dos tipos de deseo. El de mi cuerpo y el de mi sed. Siempre iguales, siempre terribles.
—¿Crees que esto mejorará algún día? — Me preguntó.
Pero de una cosa estaba seguro, mi deseo por ella nunca podría ser saciado. No si quería que ella siguiera con vida.
—Anda, vamos a ver cómo los Capuletos y los Montescos se destrozan unos a otros, ¿Quieres? — Le dije mientras abría la puerta del coche y saltaba fuera para llenar mis pulmones de aire puro.
—o—
“¡Ah! Más peligro hay en tus ojosque en veinte espadas suyas. Mírame con dulzuray quedo a salvo de su hostilidad”
Recitaba suavemente en su oído. Su corazón latía rápidamente mientras se olvidaba de respirar.
Cuando terminó la película, Bella se encontraba emocionada hasta las lágrimas. Las sequé con un mechón de su cabello, mientras le confesaba la envidia que despertaba en mi Romeo.
—Ella es muy guapa—
—Lo que envidio de el no es Julieta, totita. Envidio su facilidad para suicidarse. Para ustedes, los humanos es muy fácil. Solo tienen que tomar un extracto de plantas…
—¿Qué? — Dijo Bella ahogando un repentino grito.
— Bueno es algo que tuve que pensar una vez. Se, por lo que me ha contado mi padre, que no es muy sencillo para nosotros. Cuando Carlisle comprendió en lo que se había convertido, decidió terminar con su existencia antes de hacer algún tipo de mal. Lo intentó de muchas y diferentes maneras, pero todas fueron inútiles. Y no cabe duda de que sigue con una salud excelente—.
—¿De qué estás hablando? ¿Qué quieres decir con eso de que tuviste que pensarlo una vez? —
—La primavera pasada, cuando tú casi... casi te mataron... — Trate de continuar, ocultando el súbito dolor que me provocó recordar lo sucedido. —Claro que estaba concentrado en encontrarte con vida, pero una parte de mi mente estaba elaborando un plan de emergencia por si las cosas no salían bien. Y como te decía, no es tan fácil para mí como para un humano—.
Bella sacudió su cabeza al mismo tiempo que dejaba de acariciar la cicatriz que le había dejado aquella experiencia. —¿Un plan de emergencia? —.
—Siemplemente no estaba dispuesto a vivir sin ti— Le dije moviendo lentamente mi cabeza de lado a lado. —Aunque no estaba seguro sobre cómo hacerlo. Tenía claro que ni Emmett ni Jasper me ayudarían..., así que pensé que lo mejor sería marcharme a Italia y hacer algo que molestara a los Vulturis—.
Era la primera vez que pronunciaba aquel nombre delante de ella. Yo no los conocía personalmente, nunca había estado en Italia. Solo sabía lo que nos había contado mi padre sobre aquella corte.
—¿Qué es un Vulturis? —.
—Son una familia —. Bueno, no exactamente. Pero no era necesario entregarle mas detalles… Por ahora… —Una familia muy antigua y muy poderosa de nuestra clase. Es lo más cercano que hay en nuestro mundo a la realeza, supongo. Carlisle vivió con ellos algún tiempo durante sus primeros años, en Italia, antes de venir a América. ¿No recuerdas la historia?
—Claro que me acuerdo—
Ellos no compartian nuestra forma de vida. La encontraban excentrica, por llamarla de alguna manera. Sin conocerlos personalmente me había formado una idea sobre ellos. Al parecer eran criaturas sombrías que veían a los humanos como una simple fuente de alimento. Jamás se habían tomado la molestia de interactuar con ellos para poder comprender lo complejos y fascinantes que podían llegar a ser.
Aquel que osaba desobedecer sus mandatos, no vivía para contarlo. Y siempre, siempre tenían lo que querían, contaban con toda la eternidad para lograrlo de una u otra manera.
—De cualquier modo, lo mejor es no irritar a los Vulturis — Le dije ahorrandome el resto. —No a menos que desees morir, o lo que sea que nosotros hagamos —
Los ojos de Bella parecían dos platos, se pronto se había puesto mas pálida que de costumbre.
Con una fieresa que me hizo estremecer, tomo mi rostro entre sus manos y me dijo:
—¡Nunca, escuchaste, nunca vuelvas a pensar en eso otra vez! ¡No importa lo que me ocurra, no te permito que te hagas daño a ti mismo! —
—No te volveré a poner en peligro jamás, así que eso es un punto indiscutible— Mi resolución era inamovible. Haría cualquier cosa con tal de evitarlo, pagaría cualquier precio.
—¡Ponerme en peligro! ¿Pero no estábamos de acuerdo en que toda la mala suerte es cosa mía? — Dijo aquello casi gritando. Me recriminaba por pensar en ello.
—¿Qué harías tú si las cosas sucedieran a la inversa? — Le pregunté tratando de defender mi punto de vista.
Aquello era algo que venía postergando. Todas la noches mientras la veía dormir trataba de imaginar mi vida junto a ella. Año tras año, amando cada cambio que surgiera en su fisonomía humana. Contemplándola madurar, crecer. La idea de privarla de una vida normal me quemaba el corazón. Pero por otro lado no podía ver el futuro sin ella. Ahora era la única razón para mi existencia.
—No es lo mismo— Me dijo molesta.
Claro que no era lo mismo. Su naturaleza le permitiría olvidar facilmente. En cambio yo, tendría que vivir década tras década. Siglo tras siglo recordándola nitidamente, sufriendo todos los días como si fueran el primero sin ella. Aquello me hizo reír amargamente. Nunca sería lo mismo.
—¿Y qué pasa si te ocurre algo, querrías que me suicidara?—.
Aquello tampoco me entregaba consuelo. No podía soportar aquellas dos ideas. Una era peor que la otra, pero no sabía identificar cual.
—Creo que veo un poco por dónde vas... sólo un poco. Pero ¿qué haría sin ti? —
No era una pregunta realmente. Sabía perfectamente la respuesta. Mi vida sin ella sería un eterno bagar en el desierto de la vida. Soñando con ella como un sediento sueña con un manantial. ¿Cuanto podría vivir sin sumergirme en la total y completa locura?
—Cualquier cosa de las que hicieras antes de que yo apareciera para complicarte la vida—
—Tal como lo dices, suena fácil— Pero ella insistía en que así era. Claro que no compartía su punto de vista. Solo desolación y tristeza infinita tendría el día en que ella dejara de existir. Su padre estaba llegando a casa y no tardaría en entrar por la puerta.
—o—
Conduje lo mas rápido que me fue posible. Después que Bella y Charli cenaron le pedí autorización a su padre para llevarla a casa de mis padre. Al parecer fue una muy buena idea para el, ya que estaría todo lo que quedaba de tarde viendo un partido por la television.
—¿Sabes qué te gustaría un montón? — Le dije feliz con la idea. —Un precioso y pequeño Audi Coupé. Apenas hace ruido y tiene mucha potencia... — Captain Tsubasa Spain
—No hay nada en mi coche que me desagrade. Y hablando de caprichos caros, si supieras lo que te conviene, no te gastarías nada en regalos de cumpleaños—. Me dijo con su mejor voz amenazante.
—Ni un centavo — Le prometí.
—Muy bien—
Le pedí que fuera tolerante sobre su cumpleaños. Toda la familia estaba muy emocionada al respecto. No habíamos tenido un cumpleaños en muchos, muchos años. El último había sido el de Emmett en 1935.
—Vale, me comportaré— Me dijo cambiando de tono.
Le advertí que “toda” la familia estaría reunida. Su cara cambio drasticamente. Le asegure que Rosalie se comportaría, que no tenía de que preocuparse.
—Así que, si no me dejas regalarte el Audi, ¿no hay nada que quieras por tu cumpleaños? — Le dije tratando de cambiar de tema. Prefería verla enojada que asustada.
—Ya sabes lo que quiero— Me dijo en un susurro sin mirarme.
De pronto el molesto era yo.
— Por favor Bella, esta noche no. —
—Bueno, quizás Alice pueda darme lo que quiero—
La sola idea golpeó fuertemente en mi cabeza. No pude evitar gruñir de rabia.
Ya estábamos llegando a casa y le advertí que este no sería su último cumpleaños.
—¡Eso no es justo! —
Apreté mis afilados dientes, sentía la rabia hirviendo en mis venas.
Claro que Alice no hacía que las cosas mejoraran. Bella dejo escapar un gemido mientras ingresábamos por el pequeño camino, que se encontraba enmarcado por pequeños faroles. Trate de tranquilizarme, concentrándome en inhalar y exhalar. Le recordé que aquello era una fiesta y que intentara ser comprensiva.
Una vez estacionado el “coche” me dispuse a abrir su puerta.
—Tengo una pregunta— Me dijo mientras extendía mi mano hacia ella.
—Si revelo esta película ¿aparecerás en las fotos? —.
Reí por su tonto comentarío. Siempre me causaban risa los mitos sobre los vampiros. Existían tantos, tan variados y uno mas ridículo que el otro.
La tomé de la mano y la conduje hacia el salón.
«¡Feliz cumpleaños, Bella!», dijeron todos a coro. Alice había echo un delicado trabajo con la decoración. Era simplemente de muy buen gusto. Simple pero muy elegante.
“Te gusta, cierto”. Me decía mi hermanita en su voz mental. Técnicamente no era una pregunta, solo era una confirmación.
Moví mi cabeza, afirmando. El cuerpo de Bella se estremeció levemente mientras recorría con la vista la amplitud del salón. Habían tantas cosas, tantos detalles.
La tome por la cintura y besé su cabeza tratando de tranquilizarla un poco. Cuando sus latidos se normalizarón un poco mis padres se adelantaron para felicitarla.
Esme, cariñosamente la beso en la frente. —Felicidades cariño—. Le dijo.
Mi padre le dio un abrazo mientras le pedía disculpas en un susurro por no poder contener a Alice.
Después vino el turno de Rosalie y Emmett. Bueno, solo de Emmett. Rosalie no se acercó a ella. Pero agradecí que tampoco le ladrara.
—No has cambiado en nada — Le dijo Emmett juguetonamente. — Esperaba alguna diferencia perceptible, pero aquí estás, con la cara colorada como siempre—
La cara de Bella adquirió un tomo aun mas rojo del que ya tenía mientras le agradecía sus comentarios.
—He de salir un minuto — Dijo Emmett guiñandole un ojo a Alice. —No hagas nada divertido en mi ausencia.—
—Lo intentaré— Le dijo Bella bajando la mirada.
Alice, que se encontraba al otro lado de la sala, se acercó a ella de un salto. Jasper tampoco se acercó. Aun se sentía inseguro sobre la presencia de Bella. No molesto, solo inseguro.
Una vez a su lado, Alice decidió que ya era hora de abrir los regalos. La tomó por el codo y la condujo hacia la mesas donde se encontraba un enorme pastel rosado y los regalos. Bella puso su mejor cara de martir mientras le recordaba que había pedido nada de regalos.
Pero ella la interrumpió para decirle que no le había escuchado y que debía abrirlos de todas formas. Realmente era muy gracioso de observar, cada una muy obstinada a su manera. Era muy fácil el ver por que eran tan buenas amigas.
No pude evitar retorcerme un poco con la imagen.
Le entregó el primer obsequio. Luego que rompió el envoltorio miró detenidamente la caja. Seguramente no podría adivinar de que se trataba. La abrió pero el interior estaba vació.
—Mmm... gracias—
Todos nos reímos de su expresión y de su respuesta.
—Es un estéreo para tu coche — Le dijo Alice. —Emmett lo está instalando ahora mismo para que no puedas devolverlo—
Aquello había sido por sugerencia mía. Ya podía verla tratando de hacerlo.
Agradeció a todos el regalo, nombrandolos uno por uno. —Gracias, Emmett — Dijo en un tono mas alto. Emmett la escucho facilmente y pudimos oír como se reía.
Llegó el turno de abrir el regalo de Alice y mio. Bella me lanzo una fiera mirada, mientras me recrimibaba por faltar a mi promesa. En ese momento volvió Emmett.
—¡Justo a tiempo! — Dijo mientras se situaba detrás de Jasper que se había acercado para ver mejor.
Yo también me acerque a ella mientras le decía que no me había gastado un solo peso. Sobre su cara caía coquetamente un mechón de cabello, lo aparte mientras acariciaba su rostro suavemente. Se volteo hacia Alice y le pidió la pequeña y cuadrada caja en medio de un suspiro resignado.Todos volvimos a reír.
Solo un segundo bastó para que toda aquella alegría se evaporara en menos de un parpadeo humano.
—¡Maldita sea! — Dijo Bella entre dientes. Alzaba su mano para examinar su dedo mientras de el salia un pequeña gota de sangre.
Casi al instante la atmósfera se cargo completamente con el intenso perfume de su sangre. La primavera pasada había sido muy parecido, solo que en aquella oportunidad todos estábamos completamente enfocados en protegerla y salvarla. Pero ahora era muy distinto. Y solo eso basto para desatar la siempre inestable sed de Jasper.
Pude ver en sus pensamientos el monstruo que dormía dentro de el.
—¡No! — Dije en un rugido, al mismo tiempo en que me arrojaba frente a ella, interponiéndome entre su cuerpo y el de Jasper, solo un segundo antes que este lograra alcanzarla.
Nuestro choque fue como el de dos grandes rocas. Jasper salió repelido por mi cuerpo y se agazapo unos metros delante de mi. Estaba listo para atacar nuevamente. Estaba listo para atacarme.
Utilizando todas sus fuerzas trato de hacerme a un lado mientras yo cortaba su avance hacia Bella.
Ella y Alice habían caído sobre la mesa donde estaba el pastel. Seguramente se había echo daño pero lo mas importante es ese momento era evitar que Jasper la alcanzara.
Podía ver en sus ojos el descontrol. Nada le importaba, solo el olor, el sabor de su sangre en su garganta.
La imagen de su sed hacía eco en mi mente y en mi sed. Pero Bella era solo mía. No dejaría que el terminara con ella.
Los dientes de Jasper estuvieron muy cerca de mi rostro, solo a unos cuantos centimetros. Emmett lo agarró por el cuello, jalando fuertemente, utilizando toda su fuerza. Pero Jasper peleaba desesperadamente contra su agarre.
Voltee para comprobar el estado de Bella. Había caído con los brazos extendidos sobre un montón de cristales rotos.
Trató de levantarse y en ese momento el aroma a su grande golpeo mi cuerpo como el primer día en el Instituto. Pude escuchar la conmocion mental que esto generó en el resto de mi familia. Lance un fiero y gutural gruñido. Advirtiendo, amenazando, aquel que osara acercarse pagaría las consecuencias.
Volver al indexCapítulo 3, La Decisión by Alexa Cullen
Capítulo 3
La decisión
Nunca pensé que las cosas terminarian de esta manera. Si, es verdad, siempre estuvo presente en mi mente que algo podría pasar, pero nunca algo como esto. Estaba mas que dispuesto a evitar que algo le sucediera. No dudaría en acabar con cualquiera que intentara arrancarla de mi lado nuevamente. Pero que podía hacer si el enemigo, si el atacante, provenía de mi propia familia.
Jasper continuaba luchando contra el agarre de Emmett. La voz de mi padre se alzo en la sala, grave, severa y autoritaria.
—Emmett, Rosalie, sacad a Jasper de aquí—
Usando toda aun mas fuerza de la hasta ahora había usado, Emmett tiró fuertemente de Jasper pero el contrarrestó su fuerza jalando hacia adelante. Por un momento creí que lograría escapar del inclemente brazo de Emmett.
Rodé sobre mi cuerpo, abrazando a Bella, protegiéndola en el centro de mi cuerpo. Sentía todo su cuerpo latir contra el mio. El aroma de su sangre golpeaba mis sentidos. No tengo noción de cuanto tiempo permanecimos así. Los pensamientos de Jasper seguían girando en torno a su sangre.
—Edward, permite que me acerque— Dijo entonces mi padre. Me pedía mi padre. Sin embargo no podía moverme. Traté de incorporarme, pero mi cuerpo no respondía. Sabía que Bella necesitaría atención médica. Me levante lentamente, obligando a cada músculo a relajarse. Creo que fue mejor no llevarla a un hospital, aquello sería muy difícil de ocultar. Charlie terminaría enterándose. La lleve a la cocina. Mi padre extraía los pequeños fragmentos de vidrio que habían quedado incrustados en su brazo.
Por un momento recordé lo que le sucedía cuando olia la sangre. Aunque estaba pálida, no demostraba signos de querer desmayarse. Su sangre llenaba por completo el amplio espacio de la cocina. Había tratado de no respirar, sin embargo había tenido que hacerlo al moverme para cubrir su cuerpo con el mio. Su aroma estaba grabado en mi memoria.
—Sal, Edward — Bella me miraba con ojos suplicantes. Les dije que estaba bien y que podía manejarlo. Sin embargo ella tenía presente cuan irresistible era mi su sangre. Dijo que no tenia porque comportarme como un héroe, que mi padre podría perfectamente ocuparse de ella. En ese momento mi padre estaba limpiando la herida y ella esbozo una mueca de dolor.
—Me quedaré — Le dije firmemente. Bella insistía en que me fuera, alegaba que era masoquista. Pero creo que debía serlo.
Mi padre se unió esta vez a ella. Creía que debía buscar a Jasper. Quizás tenía algo de razón, busqué la voz mental de este. El aire puro había limpiado su razón. Solo el remordimiento ocupaba su mente en ese momento. Bella, Alice y mi padre me incentivaban a salir de la cocina. ¿ Hoy era el día contra Edward? Pero pude en sus mentes, no había confabulación. Sabía que Alice moría por ver y hablar con Jasper, pero creía que Carlisle la necesitaba mas que el. “Tu ve por el y yo me quedo con ella.¿Vale?” me dijo su voz mental. Me dirigí hacia la puerta trasera, dándole una ultima mirada al amor de mi existencia. Eso era ella para mi. Pero aun así, la había expuesto mortalmente.
La suave briza golpeo mi rostro. Cerrando los ojos me apoye contra la pared. Las imágenes volvían a mi mente, apreté los puños moviendo mi cabeza de un lado a otro. Trataba de borrar las imágenes pero no podía, como no podía borrar lo sucedido.
“Uff. Tu puedes, tu puedes, tu puedes” Decía la mente de Alice. Pero en realidad no pudo y salio en dirección a la sala. Corría a ver a Jasper. Se suponía que yo haría lo mismo, pero, es solo que… no podía.
Tic, tic, tic. Me distrajeron los fragmentos de vidrio al caer en la mesa de la cocina, pero la distracción desgraciadamente no duro mucho. Tendría que enfrentarme a el, a mi hermano. Lo amaba, pero no podía dejar pasar lo sucedido. No podía pararme junto a el y decir:
“Hey Jasper, wow que ha estado cerca. Ya sabes, eso de querer cenar a mi novia. ja-ja-ja. Trata de controlarte la próxima vez, por favor”
Simplemente no podía.
El sonido de los pequeños fragmentos al caer en la mesa, me distrajo nuevamente de mis estúpidos pensamientos. Tan cerca había estado. Apreté mis dientes. No tenía sentido quedarme escondido por mas tiempo.
Jasper trataba de ingresar a la casa. Alice lo tenía por la mano, le pedía que no lo hiciera. Emmett y Rosalie le cortaban el paso, mientras Esme le pedía que se calmara.Pero en su mente no existía sed, solo había vergüenza. Quería con todo su ser hablar con migo, disculparse. Buscaba algo que yo no podía darle.
—Hooo, Edward. Por favor, yo… yo. No tengo palabras. No tengo excusa. Solo pensar en que podría haber….—
—Detente Jasper— Le ordené. —Has atacado a Bella. ¿Como pudiste Jasper? Eres mi hermano y ella es… es todo, todo para mi. ¿Como has podido? —
Agarré mi cabeza, trataba de exprimir la respuesta. ¿Que debia hacer? ¿Como podrían las cosas ser como antes? Mi mayor temor, lo que yo más temía había sucedido. Sin embargo, Jasper era solo víctima de su naturaleza. No sabia si estar molesto con el. Pero en fondo podía ver la respuesta, en mi interior si lo sabía. Aquello no era su culpa.
— Estoy tratando, me estoy esforzando por tratar encontrar la manera correcta, estoy tratando con todas mis fuerzas de hacer lo correcto. Eres mi hermano, mi familia. Pero no encuentro la forma… —
—Edward, por favor se comprensible—. Me pedía Alice.
—Alice, no. No esta vez— Dijo seriamente Jasper.
—Tan solo dejame explicarl…— Trato de decir Alice, pero Jasper levantó su mano, haciendo un gesto para que no continuara.
—¡No Alice!. Esto lo enfrentaré solo. Haré lo que sea necesario— Agregó bajando la mirada.
—Estoy segura que lo harás—. Dijo tomando su mano. —Haremos lo que sea necesario—
Ver aquello, esa complicidad. Esa entrega del uno por el otro, terminó con todo tipo de esperanza. Me había engañado, solo como un tonto lo hace. Había despertado de golpe para comprender que nunca, nunca podría compartir mi vida con Bella. Ella no era mi compañera, no era mi igual. Nunca lo sería. ¿Sin embargo por que me fue permitido este efímero sueño? ¿Porque me permiten ver el paraíso si me cierran las puertas en la nariz? Dios si debía existir y me estaba castigando por ser un verdugo, por ser un asesino. Sacudí los pensamientos de mi mente, ahora lo único que debía preocuparme era sacar de ahí a Bella.
—Este no es el momento—. Les dije secamente. —Debo llevar a Bella a su casa—.
Preste atención a la voz mental de mi padre. Al parecer estaba terminando. Sin decir nada mas, di media vuelta rumbo a la cocina. Traté de desprenderme, de dejar fuera mi dolor. Ya tendía tiempo mas tarde.
—Yo lo haré —Le dije a mi padre que se ofrecía en ese mismo momento para llevarla a su casa. Su aroma aun estaba presente en la cocina, podía distinguir el aroma al alcohol que seguramente había utilizado mi padre. Pero en el fondo aun podía encontrar su esencia. Posiblemente se debía a que su blusa estaba empapada de ella, o quizás el aroma llegaba desde la sala, donde se había caído. Definitivamente debía sacarla de casa lo antes posible.
—Carlisle me puede llevar —
—Estoy bien, pero debes cambiar tu ropa. Seguramente Charlie intentaría matarme si te viera llegar en esas pintas— Salí rápidamente en busca de Alice, no tendría objeción en prestarle algo de ropa.
Mis hermanos y mi madre se encontraban aun reunidos en el Jardín.
—Es mejor que aun no entre—. Les deje a todos, refiriéndome a Jasper. —Su sangre es demasiado fuerte—
—Sera mejor que entre— Dijo mi madre.
—Alice, Bella necesita tu ayuda. ¿Podrías? — Le dije sin mirar a Jasper.
—Si, seguro— Contesto. Pero dudó un momento. No quería dejar a Jasper.
—Estoy bien—. Dijo molesto Jasper.
—Si no se preocupen nosotros estaremos aquí—. Nos dijo Emmett. Pero la voz de Rosalie revoloteaba en mi mente.
“Supongo que ahora estarás convencido de que todo esto es una locura” Me decía mientras ingresábamos por la puerta trasera de la cocina. “Por que no me escuchaste. ¿Que pretendías que pasara?. Te das cuenta de lo terrible que hubiera sido si Jasper hubiera logrado atraparla. ¿Que habría pasado con nuestra familia?. Entiendes ahora a lo que refería.”
Agradecí que Bella y mi padre ya no estuvieran en la cocina. No hacía falta que Rosalie dijera lo evidente. Yo era mas que consiente de todo aquello. Había creído en un sueño, había sido un hermoso y único sueño. Pero ahora debía despertar. Debía despertar para no soñar nunca más.
—Edward, tenemos que hablar— Me dijo mi padre. — Mañana Carlisle, por favor, mañana— Le rogué a mi padre.
—Esta bien Edward, has lo que tengas que hacer—
—O—
Me había pedido que le dijera algo. ¿Pero que quería que dijera? No podía, nuestros caminos ya estaban marcados.
—Dime que me perdonas— Agregó tontamente. Como podía creer que aquello fuera su culpa? Sus palabras terminaron rompiendo mi tan frágil autocontrol. Ella creía que con un poco mas de cuidado se habría podido evitar todo. Pero solo se había cortado con un papel. ¿Pensándolo mejor, cuales eran las probabilidades de eso? ¿Y en una casa llena de vampiros? La teoría de que ella fuera un imán para los peligros era demasiado fuerte. ¿O el imán era yo? Veamos, cada vez que ella había estado en peligro había sido por mi causa, yo estaba a menos de unos pocos metros la primera vez, luego me encontraba a su lado cuando conocimos a James, si no hubiera sido por mi reacción… Esta vez, si no la hubiera forzado a ir a casa. Ella no quería, pero yo la había llevado aun en contra de su voluntad y aquí tenia los resultados. Ella no era la causante de los “accidentes” Yo, yo, yo. Yo era el único culpable de poner una y otra vez la vida de Bella en peligro. Y ella ahora me pedía perdón. ¿¡Perdonarla por que!? Y creía que la culpa era suya.
—¿Culpa tuya? — Le dije ahora muy molesto. —¿Qué hubiera sido lo peor que te hubiera podido pasar de haberte cortado en la casa de Mike Newton, con tus amigas humanas, Angela y Jessica? Si hubieras tropezado y te hubieras caído sobre una pila de platos de cristal sin que nadie te hubiera empujado, ¿qué es lo peor que te hubiera podido pasar? ¿Manchar de sangre los asientos del coche mientras te llevaban a urgencias? Mike Newton te hubiera tomado la mano mientras te cosían sin tener que combatir contra el ansia de matarte todo el tiempo que hubieras permanecido allí. No intentes culparte por nada de esto, Bella. Sólo conseguirás que todavía me sienta más disgustado.
—¿Cómo es que ha entrado Mike Newton en esta conversación? — Preguntó.
—Mike Newton ha aparecido en esta conversación porque, maldita sea Bella, él te hubiera convenido mucho más que yo —
Le dije molesto con migo mismo. Claro que según ella, prefería morir antes de estar con el, o con cualquier otro. Aun sabiendo que era cierto, le pedí que no fuera melodramática. Tratando de que mis palabras sonaran duras y secas.
—¿Te quedarás esta noche? — Me pregunto cuando apague el motor. Yo sentía que debía ir a casa. Pero creo que no hubiera servido de mucho. La esperé en su cuarto, claro no sin antes rependerla por su tonto comportamiento con respecto a su cumpleaños. Había aceptado después de todo, de buena manera los regalos que le había regalado mi familia. Aun no habría el mio y estaba un tanto impaciente. Jugaba con la caja cuando ingresó a su dormitorio.
—Hola — Mis palabras salieron mas tristes de lo que me hubieran gustado. El rostro de Bella resplandeció ante mis ojos. Caminó hacia su cama y quitándome el regalo de mis manos, se sentó en mi regazo.
Hola, me dijo apretándose contra mi pecho. Su calor… Podía sentir como literalmente derretía mi alma. Rodee su cuerpo con mis brazos.
Quería abrir sus regalos. Empezamos con el de mis padres y se mostró muy entusiasmada al ver los boletos de avión. Luego fue el turno de mi presente. Había cumplido mi promesa, no me gasté un solo centavo en el . No era nada, solo una tontería. Consistía en un CD, pero no era cualquier CD. Había grabado una recopilación con mis piezas favoritas. Su Nana, La Favorita de Esme, entre otras. Sus ojos brillaron de la emoción mientras sonaba en su equipo el disco. Por un momento pesé que su reacción se debía solo al dolor de su brazo, pero me aseguró que se encontraba bien.
—No, no es mi brazo. Es precioso, Edward. No me podías haber regalado nada que me gustara más. No puedo creerlo— En silencio terminamos de escuchar su canción. Pero me sentía preocupado. Mintió al preguntarle nuevamente por su brazo y aunque protestó un poco le di un Tylenol. Me senté junto a ella mientras la música seguía sonando. Consideré que ya era tarde. Con uno de mis brazos tome su delicado cuerpo, levantandolo sobre la cama, por un minuto me permití disfrutar su proximidad.Con mi mano libre, en un fluido movimiento tire de las ropas de cama, abriéndola para poder recostarla. La arrope como se hace como suelen hacer los humanos con los recién nacidos. Si permitía que su vida siguiera el curso normal de la vida humana quizás en unos años ella también aroparía a sus hijos, sería madre, tendría familia… tendría una vida.
Me recosté junto a ella, teniendo cuidado de que mi cuerpo no tocara el suyo. Bella apoyó su cabeza en mi hombro y dejó escapar un suspiro. Seguramente tenía mucho dolor, pero estaba seguro que no me lo diría.
—Gracias otra vez — Dijo en un susurro humano. Para mi no era una molestia, era un verdadero placer. Un placer que ya no podría disfrutar, un placer que nunca dejaría de recordar. Me golpee mentalmente, no era la hora adecuada, aun no. Solo un poco más, solo un poco…La amaba, la amaba con toda la capacidad que me brinda mi condición inmortal. La amaría por siempre, para siempre. Y cuando mi existencia terminara, seguramente también la amaría. Fuera lo que fuera lo que existiera para los de nuestra especie, cuando estuviera ahí también la amaría. Quizás el infierno no sería tan malo, no después de soportar toda una existencia sin ella, aunque pensándolo bien eso sería mi “vida” sin ella. Tendría que aprender a vivir en el infierno.
—¿En qué estás pensando? — Me preguntó de pronto Bella. No quería mentir, no ahora.
—Estaba pensando en el bien y el mal— Aquello era lo mas sincero que me permitía ser. Su corazón de detuvo y esperé su reacción…
—¿Te acuerdas de cuando decidí que no quería que ignoraras mi cumpleaños? — Pregunto solo un segundo después, en su voz no había ningún signo de histeria ni nada parecido. Era como si yo no hubiera dicho o como si no me hubiera escuchado.
—Siii. — Dije esperando ver a que se debían tantas tretas. Era tan graciosa cuando trataba de engañarme. Justamente como había pensado ella quería, ya que era su cumpleaños, que la besara nuevamente, añadiendo que no era una obligación, que no debía hacer nada que yo no quisiera. Como si yo no quisiera siempre, por siempre besarla.
—Que el cielo me impida hacer aquello que no quiera — Le dije tratando de contener la repentina desesperación que inundó mi corazón. Tome su barbilla, alzandola levemente. Vi mi rostro reflejado en sus ojos, en ese momento habría llorado si hubiera podido. Contuve mi aliento y me acerque lentamente a ella. Me miraba con amor, con devoción y pasión contenida. Cuando mi nariz roso su rostro cerro sus ojos, aquella repentina privación arrancó de mi cuerpo un escalofrío. La bese con mis ojos abiertos memorizando cada linea, cada detalle de su rostro. La bese abrazando con mis labios su boca y con mi brazos su cuerpo. Este sería el último beso que me permitía darle. Después de esta noche debería dejarla. Ya nunca mas sería mi Bella, debía permitirle ser de otro, de alguien como ella. Alguien que no dudara en abrazarla por temor a romperla, alguien que pudiera entregarse como ella merecía. Con aquel dolor en el cuerpo y el alma la bese. Mi lengua acarició sus labios, lamiéndolos delicadamente, pero atrayendo firmemente su cuerpo contra el mio. La ropas de cama como las que llevábamos puestas, no eran suficientes para separar su calor de mi cuerpo. Aun así podía sentirlo. Era una sensación tan agradable y familiar. Por un momento imaginé su cuerpo desnudo contra el mio ¿ Como se sentiría? Seguramente exquisito, calentando cada parte de mi ser. La pasión con la que me besaba Bella no hacia las cosas mas fáciles para mi, se apretaba mas y mas contra mi cuerpo. Por un momento sentí que el aire me faltaba, como si lo necesitara realmente.Pero no podía parar, deseaba recordarla. Quizás, solo quizás, si tenía un pequeño recuerdo de ella, solo quizás podría soportar mejor la eternidad. Mis manos anhelaban recorrer su cuerpo, mi boca quería recorrer su cuello y mis dientes querían perforar su carne.
De golpe me separé de ella, haciéndola hacia atras en un seco pero delicado movimiento. Que estúpido había sido, Bella nunca había sido mía, ella nunca lo sería. Apreté los dientes, me faltaba el aliento. Pude sentir como rápidamente se enfriaba mi cuerpo sin su contacto.
—Lo… siento — Logre decir entre jadeos. —Esto… es pasarse de la raya—
—A mí no me importa en absoluto — Dijo en las mismas condiciones. Bien sabía, que ella también me deseaba y eso no hacia mas llevaderas las cosas. Sugerí que sería mejor que intentara dormir, pero Bella quería que la desara nuevamente, subestimaba mi autocontrol.
—¿Qué te tienta más, mi sangre o mi cuerpo? — Dijo desafiante. Pero eso era muy fácil, simplemente había un empate, ambas cosas eran tan deseables para mi y a la vez inalcanzables. Tanto que dolía. Dolía tenerla y sería aun mas doloroso no hacerlo. No tardó demasiado en caer dormida. Seguramente por motivo del fármaco.
Estaba acurrucada contra mi cuerpo. Acaricié su cabello, inclinando mi cabeza para oler su cabello. Trataba por todos los medios de encontrar alguna salida que no me obligara a dejarla.Pero no encontraba nada, nada que me indicara que hacer. Sabía perfectamente que era lo correcto, lo que debía hacer. ¿Pero que haría Bella?Seguramente no me dejaría, ella sabía perfectamente lo que sentía por ella. Sabía que era el sol de mis días y de mis noches. ¿Porque yo no tenía derecho a la felicidad? ¿Porque el destino se ensañaba contra nosotros? ¿A quien heríamos, porque la felicidad no nos estaba permitida?¿Porque no estaba permitida “Mi” felicidad? Me incorporé en un delicado movimiento. Arrodillado junto a su cama la contemple una vez mas dormir. Era fascinante y tan completamente relajante que por un breve momento deje de lado mis pensamientos.
Podía ver que estaba soñando, seguramente era un sueño feliz ya que se dibujaba levemente una sonrisa en sus labios. Quise acariciarlos, hasta estire mis dedos hacia ellos, pero me obligue a no hacerlo. El gélido contacto de mi dedos remirarían despertándola. Caminé por su cuarto, caminé de lado a lado. Pero no podía pensar fríamente con ella a menos de un metro. Sin darme vuelta salte con decisión por su ventana Era una noche oscura, sin luna. Ya no llovía pero la niebla era muy espesa. Caminé por el sendero que se encuentra en el bosque, detrás de la casa de Bella. Recordé el día que la espié desde la cima de un árbol, hace tantos meses ya, pero que parecían solo días.
Recorrí el mismo camino que en esos días recorría ella. En el mismo arbol caído me senté a pensar en el futuro, en las consecuencias que traería si me quedaba junto a ella. Lo peor fue descubrir que ese futuro no existiría.Mi familia también me preocupaba, pero Bella estaba atada a ella tanto como a mi mismo.Si quería marcharme no podría permitir ningún tipo de contacto con ellos, solo le daría falsas esperanzas de mi regreso y yo no regresaría. Además siempre estaría el peligro del descontrol de Jasper o del Enojo de Rosalie. De ellos podría esperar cualquier cosa.
Volver al indexCapítulo 4 El final by Alexa CullenCapítulo 4
El final
No me sorprendí a escuchar la voz de Alice, solo ella podría ver que no estaba en casa de Bella, seguramente me vio sentado en este tronco cuando decidí saltar por la ventana.
—Jasper se marcha—. Me dijo sin rodeos. —Y yo me voy con el—.
Eso era mas que obvio para mi. Alice nunca lo dejaría solo.
—Alice, también me iré, aun no se cuando ni a donde, pero debo alejarme—.
—No lo hagas por nosotros Edward, es por esta razón que nos marchamos. No queremos ser mas un problema para ti y Bella. Quiero que sean felices. No podríamos vivir sabiendo que por nuestra causa se separan—.
—No es culpa vuestra Alice, es que no lo vez, si no hubiera sido Jasper habría sido cualquiera—.
—Edward, por favor le partirás el corazón—.
—¿Y no crees que estoy consiente de ello? —
—No, no me marchare entonces. Hablare con Jasper para que nos quedemos solo un poco—.
—Eso no te lo permitiré Alice, te prohibo interferir. Vasta de criaturas sobrenaturales en su vida. Debe tener una vida normal. Se lo debo, por todo lo que la he hecho pasar—.
Decir aquell
Noche Eterna by Alexa Cullen
PREFACIO Edward Cullen nos cuentas su version de Luna Nueva. Edward Cullen nos c
fanfic
es
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2024-11-19
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