Alguien para recordar by Lovetamaki1
La Sociedad de Almas era un caos, el terror acompañaba a las personas día y noche, los Shinigamis luchaban con todas sus fuerzas para acabar con el mal que los aquejaba.
Y en ese mundo en el que la gente luchaba por sobrevivir, él encontró una luz en su camino, ella le hizo recordar lo que era sentirse vivo, y logró que hacia el final de su existencia volviera a latir su corazón.
Personajes: Ashido, Rukia, Ichigo.
Categories: BLEACH, ANIME/MANGA Characters: Ninguno
Generos: Ciencia Ficción, Romance
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 13 Completed: No Word count: 20935 Read: 1310 Published: 06/07/2013 Updated: 20/10/2013
La Sociedad de Almas era un caos, el terror acompañaba a las personas día y noche, los Shinigamis luchaban con todas sus fuerzas para acabar con el mal que los aquejaba.
Y en ese mundo en el que la gente luchaba por sobrevivir, él encontró una luz en su camino, ella le hizo recordar lo que era sentirse vivo, y logró que hacia el final de su existencia volviera a latir su corazón.
Personajes: Ashido, Rukia, Ichigo.
Categories: BLEACH, ANIME/MANGA Characters: Ninguno
Generos: Ciencia Ficción, Romance
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 13 Completed: No Word count: 20935 Read: 1310 Published: 06/07/2013 Updated: 20/10/2013 Ãl by Lovetamaki1
Los personajes son propiedad de Tite Kubo.
Advertencias: Puede contener OoC.
La historia está inspirada en el libro “Warm Bodies” de Isaac Marion.
Los personajes son propiedad de Tite Kubo.
Advertencias: Puede contener OoC.
La historia está inspirada en el libro “Warm Bodies” de Isaac Marion.
Él caminaba por las calles desérticas de la ciudad, iba a paso lento, tambaleante. Era seguido por un pequeño grupo, que al igual que él, buscaba alimento.
Las casas que había alrededor estaban destruidas o en el mejor de los casos abandonadas. Algunos “camaradas” caídos se apreciaban por las calles, pero no se detuvieron a verlos, no les importaba su estado.
El aroma de la comida llegó a su cerebro, provenía de una casa a la izquierda de ellos. Él giró torpemente hacia dónde provenía ese olor, los demás lo imitaron.
La puerta estaba cerrada, intentó empujarla, no pasó nada, otros se acercaron y juntos empujaron, empujaron por horas hasta que la madera crujió y se rompió. Si algo bueno tenía su estado, era que los hacía muy resistentes y perseverantes.
Entraron sin orden, se empujaban unos a otros para pasar por la pequeña puerta, sólo gemidos se escucharon por respuesta a los constantes golpes de hombro que se daban entre ellos.
Cuatro pobres almas estaban arrinconadas en una esquina, no habían tenido tiempo de correr. Pensaron que tal vez manteniéndose quietos y ocultos dentro de su casa, ellos no los detectarían, pero ignoraban que poseían un olfato muy agudo.
Él fue el primero en acercarse a sus presas, el hombre y las tres mujeres miraban aterrorizados, tratando de pegarse más contra la pared como si pudieran mimetizarse con ella y así escapar de su destino. Ellos eran pobres almas del Rukongai sin poder espiritual, así que estaban indefensos ante aquellos espantosos seres.
Él agarró a una mujer por el brazo y la alzó, ella le pegó una patada en la pierna, él no sintió nada. Pronto sus compañeros rodearon a los demás. Él se acercó más a la mujer que gritaba desesperada y enseguida la mordió en la garganta.
La sangre brotaba de su boca y escurría por su cuello. Con fuerza apretó la mandíbula y arrancó un trozo de carne. La mujer soltó un doloroso grito y después calló.
Mientras masticaba, los gritos de las demás personas se escuchaban en la casa. Él dejó la garganta y puso sus manos en la cabeza de la mujer, con fuertes movimientos separó su cráneo dejando expuesto el cerebro. Lo devoró en seguida. Los cerebros eran lo que más le gustaba, porque sólo por un momento le proporcionaban recuerdos, sentimientos, que aunque no los entendía por completo, lo llenaban momentáneamente.
Los otros no eran como él, devoraban por donde caía, piernas, brazos, tronco; haciendo más prolongada la agonía y sufrimiento de sus víctimas y haciendo que estas se convirtieran en lo que ellos eran.
Y aunque no lo pareciera, a él no le gustaba escucharlos gritar, no comprendía el dolor que sentían, pero algo en él se removía cada vez que escuchaba los gritos desesperados de sus presas. ¿Su corazón? No, él suyo ya no latía, sus venas sólo estaban llenas de sangre congelada. ¿Sentimientos?, no tenía, a excepción de cuando comía cerebros, todo había desaparecido, frío, dolor, alegría, amor. Quizá era la mínima conciencia que se negaba a desaparecer.
Tampoco entendía porque tenían que comer carne humana, no le gustaba, pero si no lo hacía con el tiempo su cuerpo dejaría de funcionar y su existencia acabaría. No es que tuviera miedo, sólo era el instinto de supervivencia.
Cuando estuvo satisfecho, dejó los restos a los otros. Él se giró y caminó a la puerta, regresaría a su guarida. Se detuvo frente a un espejo para observar su reflejo, frente a él estaba un hombre alto, de cabello caoba un poco maltratado y sin brillo, su piel tenía un leve color gris, y sus ojos eran amarillos. Ladeó la cabeza de un lado a otro en repetidas ocasiones, quiso recordar quien era, pero las ropas negras desgastadas y la piel café que llevaba sobre sus hombros, adornada con máscaras, no le decían nada.
¿Su nombre?, no lo recordaba, quizá nunca tuvo uno. Tampoco sabía cuánto tiempo llevaba así, quizá un día, quizás meses, tal vez años. Tampoco le interesaba mucho averiguarlo.
Salió de esa casa para dirigirse al lugar en el que se congregaban los demás como él, ignorando que antes de aquel fatal accidente, él era un Shinigami que velaba por el bienestar de esas almas que ahora devoraba, un Shinigami que cuidaba de esa ciudad que ahora destrozaba, un Shinigami que tenía un nombre, Ashido, ese nombre que ahora no recordaba.
Saludos y si pueden dejen un comentario.
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La historia está inspirada en el libro “Warm Bodies” de Isaac Marion.
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La historia está inspirada en el libro “Warm Bodies” de Isaac Marion.
El cielo se teñía de tonos naranjas y rojos cuando dos jóvenes Shinigamis avanzaban por el distrito diez del Rukongai Este. Caminaban lentamente pues ya habían tenido varios encuentros con esos seres, también habían caminado mucho en busca de personas, pero hasta el momento no habían encontrado ninguna.
Su misión esta vez consistía en buscar sobrevivientes y llevarlos a los escuadrones del Gotei Trece, habían salido con otros seis Shinigamis más, pero a lo largo del día habían caído uno a uno. Eso era casi de todos los días, de los escuadrones que salían a realizar las misiones sólo regresaban aquellos de alto rango.
La chica de baja estatura y traje negro miró con tristeza a su alrededor, las casas en su mayoría estaban destruidas, ventanas y puertas rotas, no había rastro de las personas, era una ciudad fantasma. Tampoco había perros corriendo por las calles o ladrando a los paseantes, los pájaros ya no sobrevolaban el lugar, los puestos del pequeño mercado estaban abandonados. Un suave viento sopló en medio de la tarde jugando con los cabellos de los Shinigamis y llevando a sus fosas nasales un nauseabundo olor a sangre.
Suspiró melancólicamente por lo que ahora era La Sociedad de Almas.
-Rukia, esto acabará pronto. - Le dijo el chico de cabello naranja que caminaba junto a ella. -Lo prometo. -Ella le sonrió levemente. Creía en él, sabía que aunque a veces se desalentara, nunca se rendiría, siempre seguiría luchando.
Él sólo quería animarla un poco, en realidad no sabía si podía hacer algo esta vez, ya no se enfrentaba a un enemigo poderoso como Aizen, ahora eran cientos de enemigos, enemigos que antes fueron conocidos, que fueron Shinigamis, que fueron personas. Que ahora actuaban no por voluntad propia, sino obligados por ese virus, ese virus creado en la Sociedad de Almas y que residía en sus cerebros. Por eso no le era fácil acabar con ellos, por eso cada vez que mataba a uno, no podía evitar sentirse triste. Pero tampoco podía rendirse, lucharía hasta el final por la Sociedad de Almas, por sus amigos, por su familia, por ella.
Rukia a veces tampoco tenía esperanzas, cada vez estaba más cansada, más desesperada, y si seguía en pie, era por ellos, por Byakuya, su hermano, quien silenciosamente le infundía valor y ánimos; y por él, Ichigo, que le daba consuelo y fortaleza.
Caminaron en silencio unos minutos más y Rukia vio que Ichigo bajó la cabeza, estaba triste, podía sentirlo.
Ella tomó su mano sacándolo de sus recuerdos, de la añoranza de su familia.
-Pronto volverás a verlos. -le dijo apretando su mano. -No hay que rendirnos.
Ichigo la volteó a ver, apretando con más fuerza su mano. Le sonrió esperanzado.
-Sí.
Cuando el virus se propagó Ichigo estaba en el Sereitei, la cámara de los 46 inmediatamente ordenó cerrar las puertas que conectaban al mundo de los vivos con el espiritual para evitar que la plaga llegara al mundo humano, cuando estuvieron seguros que no era algo que se transmitiera por el aire dejaron que las puertas se abrieran cada determinado tiempo para permitir el flujo de almas, eso sí, con extrema vigilancia. Pero aun así, no se le permitió la salida de la SS a ninguna persona, aunque para ello tuvieran que tomar medidas drásticas.
Desde entonces Ichigo no había vuelto a ver a su familia, al menos no en persona, a veces los contactaba a través de la pantalla de Urahara. Y aunque los extrañaba bastante, lo consolaba saber que estaban bien, que ellos no tenían que pasar por el terror que experimentaban las pobres almas del Rukongai, aquellas que no contaban con los medios para defenderse.
Y como siempre que se sentían tristes o derrotados, el verse en los ojos del otro, él saber que confiaban recíprocamente en ellos y que a pesar de todo estaban juntos, los alentaba a seguir luchando, a seguir esforzándose por proteger a las personas.
-Regresemos. -dijo él. -Al parecer ya no hay nadie aquí.
Rukia asintió.
Siguieron caminando tomados de las manos, aprovechaban las pocas ocasiones que podían demostrarse afecto.
La guerra contra el Vandenreich había acabado hacía ya casi cuatro años, y ellos habían iniciado una relación, Byakuya no se opuso, el Gotei Trece tampoco. Un clima de paz se vivía en toda la SS.
Y aunque había sentimientos de tristeza y melancolía por las invaluables pérdidas humanas y las lamentables condiciones en las que había quedado todo el lugar, las personas y Shinigamis trabajaban en conjunto para reconstruir las ciudades, para reconstruir sus vidas.
Pero esa paz y la alegría que apenas surgía se vieron cortadas por un nuevo peligro, todo había pasado muy rápido, en sólo unas pocas horas se pasó de un infectado a decenas. Los Shinigamis se enfrentaban a ellos, pero el número de espadas no eran suficientes, ellos eran resistentes, se levantaban continuamente, caminaban a pesar de no tener brazos, se arrastraban sin tener pies, a veces caminaban envueltos en llamas.
Cuando se dieron cuenta que destruyendo sus cerebros ya no se levantaban pudieron equilibrar un poco las cosas, sin embargo por cada infectado que mataban, se creaban otros tres, y aun así los Shinigamis no se rindieron, luchaban valientemente. Pero a lo largo de estos más de tres años de continuas batallas, estaban llegando a un punto de cansancio extremo, de casi agotar su Reiatsu, el cual a veces no tenían tiempo de recuperar totalmente y aunado a eso había muchas bajas de Shinigamis de bajo rango.
Un quejido se escuchó entre unos escombros.
-Parece ser un niño. -dijo Ichigo, se soltaron de la mano y se acercaron lentamente a la pila de escombros de lo que antes era una casa.
-¿Hay alguien ahí? -preguntó Rukia.
-Ayúdenme. -la voz de un niño se escuchó con dificultad, seguida de una fuerte tos.
-Hay que apurarnos a sacarlo antes de que se le acabe el aire. -dijo ella mientras comenzaba a quitar escombros. Ichigo la imitó.
Sólo habían pasado unos minutos cuando escucharon gruñidos a su alrededor, alzaron la vista para comprobar que al menos una docena de los infectados los tenían rodeados.
-Zombis. -murmuró Ichigo con fastidio desenvainando a Zanguetsu.
Saludos...
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La historia está inspirada en el libro “Warm Bodies” de Isaac Marion.
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El grupo de Zombis o infectados, como la mayoría los conocía, avanzó haciendo más rápidos sus pasos después de detectar a las presas que tenían delante de ellos.
Ichigo empuñó su Zanpakuto con fuerza. Concentró energía en ella y luego la dejó fluir hacia los infectados, logró cortarlos por la mitad, en forma horizontal. Rukia seguía quitando los escombros con desesperación mientras los cuerpos de ellos caían al suelo.
Ichigo no bajó la guardia, sabía que no los había derrotado. Como esperaba, las mitades que aún eran controladas por el cerebro comenzaron a arrastrarse hacia él. En esos momentos deseaba poder usar Kido, así sería más fácil su tarea.
Sin perder tiempo Ichigo uso Shunpo para situarse junto a un zombi que se arrastraba, arrugó la nariz por el olor putrefacto que emanaba, aun no se acostumbraba a ese hedor. Levantó su espada y la incrustó en el cerebro del infectado, inmediatamente éste dejó de moverse. Repitió la operación con los restantes con cuidado de no ser rasguñado o herido por uno de ellos.
Cuando terminó su trabajo Ichigo se reunió con Rukia quien ya tenía al niño en brazos, presentaba heridas en casi todo el cuerpo y respiraba con dificultad.
-Necesita atención médica. - le informó Rukia con preocupación mientras se lo pasaba.
-Démonos prisa entonces. -sugirió el Shinigami. Rukia asintió.
-¡Auxilio!¡Ayúdenme! -la voz angustiada de una mujer se escuchó en los alrededores, aunque no se distinguía el lugar exacto.
-Ichigo adelántate. -indicó la Shinigami.
-No puedes ir tu sola. -dijo el chico, antes habían luchado con otros infectados y sabía que estaba cansada.
-Si no atienden rápido a este niño va a morir. -dijo Rukia preocupada. -y por el momento tu eres el único con la energía suficiente para utilizar Shunpo. -Estaré bien. -aseguró la chica mostrando determinación. Ichigo asintió.
-No tardes. -le dijo con una sonrisa.
Después de intercambiar miradas y sonrisas alentadoras, Ichigo desapareció con un Shunpo, llevándose al niño en brazos. Confiaba en ella y en su capacidad de combate.
Rukia se concentró para localizar a la mujer, afortunadamente tenía algo de poder espiritual y pudo ubicarla.
Se dirigió hasta ella brincando entre los escombros de varias casas. Cuando llegó al sitio donde estaba, un grupo de seis infectados la tenía rodeada. Se dio cuanta por la ropa que se podía ver por lo espacios que dejaban los infectados, que era una Shinigami.
-No, aléjense. -gritaba la mujer tendida en el suelo, blandía su espada haciendo movimientos bruscos con ella para intentar alejarlos, pero ya no tenía la suficiente fuerza para hacerles daño.
Rukia se detuvo a escasos metros, colocándose a espaldas de aquellos hombres que tenían la carne desgarrada, subió una mano y apuntó al que estaba más cerca de la mujer, colocó la otra mano sobre su muñeca como apoyo.
-Hadō 31, Shakkahō. -pronunció con fuerza, la luz roja que salió de mano golpeó directamente a la cabeza del infectado, no era tan poderosa pero logró que la cabeza estallara. Un poco de la sustancia negra cayó sobre la mujer en el suelo.
Rukia repitió el procedimiento dos veces más, aunque el último ataque ya fue menos potente.
Rukia comenzó a respirar agitadamente, el sudor recorría su frente por el agotamiento. De los tres infectados que quedaban, dos avanzaron hacia Rukia y uno seguía intentando atrapar a la mujer, quien seguía defendiéndose con los movimientos de la espada.
Rukia desvainó a Sode no Shirayuki y corrió hacia un infectado, con un salto se posicionó en uno de los hombros del zombi y le clavó la espalda en el cerebro. Tomó impulso nuevamente y volvió a saltar hacia el otro zombi que iba tras ella, esta vez cayó detrás del zombi, cuando sus pies tocaron el suelo se giró rápidamente empuñando la espada y con un hábil movimiento le incrustó la espada a través de la nuca, llegando hasta su cerebro.
-No, no. -gritó la mujer Shinigami que estaba en el suelo, ella había logrado cortar un poco de la pierna del zombi pero éste con un brusco y fuerte manoteo logró tirarle la espada. Rukia vio el terror en los ojos de la chica, así que se apresuró a correr.
Cuando estaba cerca del infectado hizo un pequeño salto y en el aire elevó su katana para dejarla caer sobre la cabeza, ya sin cabello, del infectado, partiéndolo en dos mitades verticales.
En ese momento sólo se escuchó el ruido metálico del choque de Sode no Shirayuki con el suelo.
-¿Estás bien? -preguntó Rukia poniéndose de pie, pues había terminado agachada. Guardó nuevamente a su Zanpakuto.
La mujer Shinigami soltó unas lágrimas y negó con la cabeza, bajó la mirada hacia su brazo, Rukia también observó esa parte de su anotomía.
-Estás herida. -dijo Rukia preocupada. -Hay que llevarte con la capitana Unohana. -dijo acercándose hacia la mujer.
-No. -le gritó ella angustiada, a la par que movió su cuerpo para evitar que Rukia la agarrara. -Teniente, usted ya sabe que tiene que hacer. -le dijo seria. -Ellos me hirieron.
Rukia se tensó. Siempre había rogado porque nunca se encontrara en esta situación de nuevo.
-Teniente, hágalo por favor. -pidió la Shinigami del tercer escuadrón al ver la indecisión reflejada en los ojos de Rukia.
-No puedo. -respondió la chica de ojos violetas dando un paso hacia atrás, era su obligación como teniente acatar las órdenes de la cámara de los 46, pero el lado humano que había desarrollado a lo largo de todos estos años no le permitía hacerlo, al menos no sin vacilar.
-Hágalo por mí. -pidió entre llantos. -No quiero convertirme en eso. -dijo viendo los cuerpos putrefactos de los infectados.
Rukia vio dolor, angustia y miedo en los ojos de la chica de cabello marrón que estaba frente a ella. Con mucha pena sacó su Zanpakuto. La chica le sonrió agradecida y cerró los ojos.
-Lo siento. -murmuró con dolor mientras le clavaba entre las cejas a Sode No Shirayuki. Con lentitud sacó su Katana viendo como por ella escurrían hilos de sangre roja.
Se alejó de ahí caminando lentamente, arrastrando la punta de la espada por el suelo arenoso y dejando atrás el cuerpo ya sin vida de aquella Shinigami. Ya la noche estaba cayendo.
Una profunda tristeza la embargó, de nueva cuenta su espada se veía manchada por sangre inocente. La culpa que tenía, los recuerdos que regresaban y la tristeza hicieron que sintiera su cuerpo muy pesado, así que decidió descansar un rato. Se sentó en el suelo y recargó la espalda contra una pared.
Solamente había pasado escasa media hora cuando unos ruidos hicieron que abriera los ojos. Ya estaba oscuro, la luna era ocultada por una nube.
Frente a ella, a medio metro, estaba parado un infectado que la veía fijamente, tenía la piel gris pero no mostraba signos de descomposición. Cuando la luz de la luna volvió a alumbrar, se asombró de ver que era un Shinigami, pero no cualquiera.
Él estaba comiendo cuando percibió un olor, era algo atrayente, así que dejó a medio terminar al hombre que había atrapado y siguió aquel aroma.
Él nunca dejaba sin devorar los cerebros, ya que sabía que si no lo hacia su presa se levantaría como ellos, pero esta vez necesitaba llegar a la fuente de ese olor.
A la distancia vio una figura en el suelo, así que aumentó la velocidad, tanto como sus atrofiados músculos se lo permitían, y llegó hasta ella. Gimió como siempre hacía cuando encontraba comida, ella abrió los ojos.
Los ojos de la chica eran violetas, a veces él podía recordar ciertas cosas, su primer deseo fue abalanzarse contra su presa, pero al momento una fuerza extraña dentro de él le impidió hacerlo.
Un fugaz recuerdo apareció ante él, era extraño porque no había probado cerebros recientemente, esa chica aparecía en él. Y entonces un nombre fue tomando forma en su cerebro y palabras se arremolinaron en su boca queriendo salir.
-Ru…ki…a. -soltó entre gruñidos. Aunque en su interior se formaran miles de palabras no era capaz de decirlas.
La Shinigami abrió los ojos por la sorpresa, ya lo había reconocido minutos antes, pero seguía conmocionada por descubrirlo convertido en un zombi, y esa sorpresa creció más al escucharlo decir su nombre.
Era la primera vez que escuchaba a un infectado producir algo más que gruñidos y jamás se imaginó que pudieran reconocer a una persona.
-Ashido. -dijo ella entre sorprendida y preocupada.
Él ladeó la cabeza, si hubiera podido habría sonreído, pero los músculos atrofiados de su cara no se lo permitieron.
Tenía un nombre y en voz de ella se escuchaba muy bien.
Saludos....
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Regresar al índiceSuya by Lovetamaki1Los personajes son propiedad de Tite Kubo.
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La historia está inspirada en el libro “Warm Bodies” de Isaac Marion.
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Estaba un poco oscuro, sólo los rayos de luna iluminaban el lugar.
Ichigo se detuvo a varios metros de la entrada del Sereitei, por el camino se había encontrado a varios infectados y se había retrasado. Vio con fastidio como la entrada estaba bloqueada por un grupo de Zombis.
Quien diría que él protagonizaría una de las tantas historias que veía Karin sobre esas criaturas.
-Te dije que el apocalipsis Zombi era real. -le dijo Karin con autosuficiencia cuando él les comunicó lo grave de la situación. Y luego de eso se dedicó a darle un buen discurso de cómo acabar con ellos. Gracias a ella se enteraron de que había que atacar sus cerebros para que no se levantaran de nuevo.
Bufó cansado. Si quería ayudar al niño tendría que acabar con los infectados de aspecto aterrador, pues ya varios de ellos presentaban avanzado estado de descomposición y tenían expuestos músculos y huesos. Apretó más al niño entre sus brazos y dio un paso al frente.
Mentiría si dijera que no tuvo miedo cuando uno de los infectados se volteó lentamente hacia él, dejando ver su rostro gris. El zombi comenzó a caminar hacia él con paso lento y emitiendo gruñidos, un par de ellos también se giraron hacia Ichigo, el resto siguió en su intentó por derribar el gran muro que protegía al Sereitei.
Ichigo tomó al niño con un sólo brazo, mientras el otro lo llevó al mango de Zanguetsu en su espalda, pero antes de que pudiera desenfundarla, miles de pétalos rosas giraron en torno a los tres infectados que se acercaban a él y los hicieron desaparecer ante sus ojos, sólo quedaron salpicaduras de sangre negra en el piso.
-¡Byakuya! -exclamó Ichigo con sorpresa al ver acercarse a Byakuya, seguido de Renji y otros cinco Shinigamis.
Byakuya sólo lo vio por un momento y luego regresó su atención a los demás zombis pegados al muro. Aunque no lo pareciera, le costaba trabajo deshacerse de las personas infectadas pues comprendía que también fueron víctimas inocentes, sin embargo como uno de los capitanes del Gotei Trece su deber era proteger a la Sociedad de Almas y en ese momento ellos representaban una gran amenaza.
Con una orden silenciosa del Capitán del sexto escuadrón, las miles de cuchillas se dirigieron a los infectados, no dejando a ninguno de pie.
-¡El Capitán es genial! - exclamó uno de sus subordinados al ver que ellos no representaban mayor problema para Byakuya.
El capitán comenzó a caminar hacia la entrada, Ichigo se apresuró a caminar a su lado, Renji también se colocó junto a Ichigo.
-¿Y Rukia? -preguntó el capitán.
-Se quedó para buscar sobrevivientes. -informó Ichigo bajando la cabeza. -Lo siento.
-No te disculpes, ella es una teniente, estará bien. -respondió Byakuya sin preocupación, confiaba en su hermana.
La gran puerta se abrió permitiéndoles pasar al único lugar seguro a la redonda.
-Llévalo al cuarto escuadrón. -le indicó Ichigo a un subordinado de Byakuya. El Shinigami miró a Byakuya pidiendo su aprobación, el capitán asintió y el Shinigami comenzó a correr con el niño en brazos hacia Unohana. Los demás Shinigamis de bajo rango, regresaron a su cuartel.
Unos gritos provenientes del capitán Mayuri se escucharon cerca, Ichigo, Byakuya y Renji voltearon para ver la escena.
Mayuri tenía sujeto de los hombros a un Shinigami de su división, que se veía muy asustado.
-Estúpido. -le gritaba Mayuri. -Son tan inútiles que no me pueden traer un espécimen “vivo”. -El capitán no dejaba de zarandearlo y verlo con odio.
-E…ran muchos capitán, tuvimos que acabar con ellos. -respondió con miedo.
-Por su culpa no puedo dar con la cura. -gritó Mayuri enojado sacando su Zanpakuto. -¡No me sirven! -gritó desesperado haciendo su brazo hacía atrás para tomar impulso, pero antes de que pudiera encajar la espada en el estómago del Shinigami, sintió que alguien detuvo su brazo.
Volteó hacia su izquierda para encontrarse con la mirada avellana de Ichigo.
-No dejaré que lo lastimes. -dijo Ichigo empujando al capitán, que soltó al Shinigami que aun tomaba por el hombro con la otra mano. El hombre al verse libre salió corriendo.
-Necesito a los infectados para hacer pruebas, esos inútiles no entienden lo grave del problema. - dijo irritado el capitán.
-Pues esos inútiles, como los llamas, no tendrían que arriesgar sus vidas si no nos hubieras puesto en esa situación. -le recriminó Ichigo serio.
Él no era de buscar culpables, era de los que buscaba soluciones y se enfrentaba a los problemas, pero a veces la desesperación y la preocupación le ganaban. De hecho últimamente los ánimos de los Shinigamis se caldeaban fácilmente, pues los sentimientos negativos estaban a flor de piel.
Mayuri bufó molesto por la osadía del Shinigami sustituto y se dio la media vuelta para regresar a su escuadrón.
-Cálmate Ichigo. -dijo Renji poniéndole una mano sobre su hombro. -Todos estamos agotados y desesperados por la situación, pero si peleamos entre nosotros será peor.
-Tienes razón. -admitió Ichigo.
Luego los tres fueron a las instalaciones del sexto escuadrón para esperar a Rukia. A su paso vieron los rostros de nostalgia, tristeza y dolor de las personas que se refugiaban en el Sereitei.
A raíz del brote que volvía a las personas seres deseosos de carne fresca y sin rastro de conciencia o sentimientos, Kyoraku insistió hasta que la cámara de los 46 accedió a refugiar en el Sereitei a los pobladores del Rukongai. Pero el Rukongai era tan grande que muchas almas todavía seguían afuera, expuestas al peligro.
IOIOIOIOIOIO
-Ashido. -murmuró Rukia.
Así que ese era su nombre, sonaba bien y más viniendo de ella. Quiso sonreír pero sus músculos no se lo permitieron.
Rukia miraba con sorpresa a Ashido, sin embargo no bajó la guardia, sin dejar de verlo tanteo el suelo con su mano en busca de su Zanpakuto, al encontrarla la agarró con fuerza.
Esto era más difícil todavía, el infectado que tenía enfrente era el hombre al que le debía salir viva de Hueco Mundo, aquel al que le prometió regresar a buscarlo.
Se quedó contemplándolo y esperando su reacción. No tenía el aspecto como los otros, aunque su piel era gris no presentaba señales de descomposición, únicamente bajo sus ojos amarillos podía observar unas manchas negras, como si fueran ojeras.
Lo vio de pie frente a ella mirándola fijamente, si Rukia no supiera que ellos no pensaban, hubiera creído que estaba tratando de recordarla.
Él la veía con curiosidad, intentó recordar algo más sobre ella pero no pudo. De nueva cuenta sus instintos primitivos se hicieron presentes, necesitaba desgarrar, masticar. Dio un paso lento al frente, pero algo dentro de él se removió y lo obligó a tomar una decisión.
Ella no era comida.
Se quedó quieto nuevamente, Rukia quedó a la expectativa, se sorprendió al ver que Ashido estiraba lenta y torpemente la mano hacia ella.
Su razón le decía que el ya no era Ashido, que era un víctima más del mortal virus, que ya no la reconocía, que no representaba más que su comida. Pero algo en su corazón se negaba a tomar la vida de ese hombre, algo insistía en creer que él no le haría daño, que era diferente.
Por estar concentrada en Ashido, Rukia no percibió que otro zombi se acercaba a ellos, hasta que fue muy tarde.
Un hombre de ropas cafés, ya rotas, de piel en tonalidad azul-gris, de cabello negro alborotado y con varias heridas en la piel, estaba junto a Ashido, gruñendo y con la boca abierta, enseñando los dientes amarillos.
Ese zombi se abalanzó contra Rukia, ella quiso elevar la espada para enterrársela en cualquier lugar que pudiera. Se sorprendió de lo que vio. Actos de contricion y Números de los Angeles
-No. -gruñó Ashido empujando a su camarada. -Mía. -balbuceó con dificultad.
El zombi no entendió ya que de nuevo intentó acercarse a Rukia, quien ya se había puesto de pie, pero sin salir del shock.
Ashido volvió a empujar al Zombi y se enfrascó en una pelea con él, por ver quién era el más fuerte empujando, al fin y al cabo no sabían hacer nada más. Por alguna rara razón a ellos no se les apetecía morderse entre sí.
Rukia movió la cabeza para despejar su mente. En ese momento podría huir del lugar, así no se vería en la necesidad de ser ella quien matara a Ashido; pero por otra parte, aunque la llamaran loca, estaba segura que él estaba intentando protegerla y ella no lo podía abandonar una segunda vez.
Si usaba Kido corría el riesgo de lastimarlo también a él, además ya no le quedaba mucho Reiatsu para usar, así que optó por correr hacia el zombi, se barrió en el suelo al estar considerablemente cerca y a su paso le cortó las piernas.
El zombi cayó al suelo, Ashido se quedó quieto viendo como su compañero trataba de voltearse boca abajo para poder arrastrarse, pero antes de que lo lograra Rukia se acercó por detrás y clavo su espada en su cabeza, acabando con su agonía.
Ashido y ella se vieron de frente, separados tan sólo por un poco más del medio cuerpo del zombi en el suelo.
Rukia vio que Ashido giró la cabeza a la derecha, así que ella volteó también. Un escalofrió le recorrió el cuerpo al ver, por la luz de la luna, una horda de zombis que avanzaban hacia donde estaban arrastrando los pies y con la cara agachada, era algo tétrico.
Sintió miedo, pues era un gran número para ella, sobre todo que estaba agotada por usar las habilidades de Sode No Shirayuki.
-Grrr. -el gruñido de Ashido la hizo girar la cara hacia él. Ya había avanzado varios pasos hacia ella, estiró su brazo para tocarla.
Ella se estremeció, pero no se movió.
-No co…mer. -balbuceó con dificultad, ella ensanchó los ojos por la sorpresa. Ashido estiró más el brazo y comenzó a tocar su rostro sin mucha delicadeza. Sintió que le embarraba algo en el rostro y cuello, el olor era asqueroso, así que se imaginó que era sangre.
Lo comprobó cuando Ashido alzó el otro brazo y vio la mano manchada de líquido negro, que ahora pasaba por su ropa y parte de sus brazos. Seguramente esa sangre era producto de su batalla con el otro zombi.
Rukia cerraba los ojos cada vez que sentía el frío y rudo contacto de la mano de Ashido.
La horda de zombis ya estaba a su lado, Rukia esperaba el momento de que uno de ellos se precipitara sobre ella, pero sorpresivamente pasaron de largo tras olfatear un poco.
Rukia volteó a ver a Ashido con esperanzas, él le había untado la sangre para salvarla, para confundirla con ellos. ¿Pero cómo?, se preguntó, ¿Por qué él era diferente?, ¿Por qué podía razonar?
El agarre de Ashido la sacó de sus pensamientos, él la tomó de la muñeca y comenzó a jalarla en la misma dirección que la horda de zombis, eran los últimos del grupo.
Rukia estaba tan confundida que se dejó guiar. Caminaba detrás de él, viendo con sorpresa el rostro de Ashido, tratando de encontrar en él más rastros que le indicaran que era el mismo hombre con el que se encontró en Hueco Mundo.
Él no entendía que era eso que se agolpaba en su cerebro, eso que le indicaba que la debía proteger, sin embargo estaba resuelto a cumplirlo, porque a partir de ese momento sabía que ella era suya.
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Advertencias: Puede contener OoC.
La historia está inspirada en el libro “Warm Bodies” de Isaac Marion.
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Rukia caminaba siendo jalada por Ashido detrás de esa horda de Zombis. El chico no entendía que es lo que pasaba con él, por qué ella no le provocaba el instinto de comerla, por qué quería protegerla, por qué se sentía tan bien el contacto con su piel.
Él ignoraba que algo dentro de su cerebro estaba cambiando.
-¿A dónde vamos? -se atrevió a preguntar Rukia sin estar segura que él comprendería. Ashido giró la cabeza para verla.
-Ca..sa. -susurró, luego regresó la vista al frente.
Rukia analizó las posibilidades, fácilmente podría soltarse de él y escapar, aunque estaba cansada para utilizar el Shunpo todavía era más rápida que ellos. Pero por otro lado estaba Ashido, si se iba lo más probable era que ya no lo volvería a ver, ya que el Rukongai era muy grande y él ya no contaba con Reiatsu, además todos los días salían uno o dos escuadrones de Shinigamis con la misión de eliminar los zombis que pudieran y ellos no dudarían ni un segundo en atacarlo.
El Shinigami le demostró que era diferente a los demás, así que quería ayudarlo, quizá todavía había esperanzas para él.
Salió de sus pensamientos por el choque que tuvo con la espalda de Ashido.
-¿Pero por qué te detienes tan bruscamente? -le gritó enojada tallándose la frente.
Ashido la miró serio y con la cabeza de lado. No entendía sus gritos.
Rukia suspiró, su convivencia con él sería difícil.
-Grrr. -gruñó Ashido y la volvió a jalar. Rukia supuso que quería decir “sígueme”.
Sonrió orgullosa por sus habilidades para entenderlo.
Ella observó el lugar, era un distrito que no conocía, quizá uno de los primeros ya que las casas estaban mejor conservadas que en otras zonas y eran de mejor material que Inuzuri.
Vio con sorpresa como la horda de zombis se disolvía y varios entraban a las casas en grupos más pequeños. Otros simplemente se quedaban vagando por la calle sin rumbo fijo.
Ashido la llevó a una casa que aún conservaba las puertas y ventanas, con torpeza abrió la puerta y se adentraron a la casa que estaba en penumbras. No quería que ella siguiera expuesta a los ojos escrutadores de otros zombis.
Rukia cerró la puerta tras ellos, con esfuerzo hizo una pequeña esfera de Kido para alumbrar el lugar sin llamar la atención de los que seguían afuera. El lugar tenía algo de polvo y algunas cosas estaban destruidas, como sillas, floreros y adornos que estaban tirados en el piso.
Se imaginó que las personas antes de abandonar la casa tuvieron una fuerte lucha con algún grupo de zombis.
Se acercó a una silla que seguía en buen estado y después de sacudirla un poco se sentó en ella, estaba algo cansada por la larga caminata.
Ashido se acercó y se quedó observándola.
¿Quién era ella?, se preguntó, sólo recordaba su nombre y que él la tenía cargada, sin embargo sabía que era importante para él.
-¿Por qué me ayudaste? -preguntó Rukia.
-Pro...te…ger…te. -murmuró el chico.
Rukia no comprendía porque él actuaba así, era la primera vez que se hallaba con un caso como este. ¿O será porque nunca intentó platicar con uno de ellos?, sacudió la cabeza para borrar ese absurdo pensamiento.
Ashido la veía con atención, quería preguntarle muchas cosas, pero no podía, las palabras no salían de su boca.
-Gracias por ayudarme. -dijo Rukia poniéndose de pie. -pero tengo que regresar al Sereitei.
-No. -dijo Ashido poniéndole torpemente una mano sobre su hombro y empujándola para que se sentara. -No. -volvió a repetir.
Él no quería que se fuera, necesitaba estar con ella.
-Peli…groso. -dijo. Rukia se admiró que fuera un poco más fluido su hablar. Quizá podía haber remedio para ellos, Mayuri estaba buscando la cura, quizá Ashido fue parte de ella. Tal vez podía revertir su estado.
-Ven conmigo. -le dijo ella agarrando la mano de él. -Vamos al Gotei Trece.
Él se le quedó viendo fijamente. Ella ya no lo miraba como la primera vez que lo vio, ya no le tenía miedo. Algo raro pasó cuando ella tomó su mano, su cerebro mandó un impulso nervioso a alguna parte de él y tuvo un recuerdo. Era él luchando contra extrañas criaturas.
-Sí. -respondió, lo sentía, sentía que ese lugar que ella mencionó era su hogar, tenía que regresar ahí, tenía que seguir con ella.
-Bien. -dijo ella. -regresaremos mañana por la mañana, ahora sería peligroso. -señaló comprendiendo a lo que se refería antes Ashido, los infectados no dormían, cazaban también de noche y en ese lugar estaban prácticamente rodeados. Podría acabar con varios pero no quería arriesgarse a terminar infectada también.
Ella se fue a recostar en una esquina de la casa y cerró los ojos.
-Ichigo. -susurró. Las imágenes del Shinigami de cabello naranja llegaron a ella antes de caer en los brazos de Morfeo. Tenía la total certeza de estar segura con el zombi que estaba con ella.
Ashido caminó hasta estar frente a ella y se quedó parado observándola dormir. Le gustaba observarla.
-Ru..kia. -susurró.
IOIOIOIOIOIO
Mientras tanto en los cuarteles del sexto escuadrón Ichigo se encontraba caminando de un lado a otro de la habitación, estaba preocupado porque Rukia no había llegado.
-Cálmate Ichigo. -pidió Renji que estaba sentado en un rincón del cuarto.
-Ya es muy tarde y no ha regresado. -respondió el Shinigami quedándose quieto para verlo.
-Ella está bien. -dijo Byakuya sentado tras su escritorio. -Todavía percibo su energía espiritual.
-Ya ves te lo dije. -comentó Renji viendo a Ichigo, quien pareció estar sólo un poco más aliviado.
-Pero su Reiatsu es débil y está lejos de aquí. -comentó Byakuya, para los demás Shinigamis no pasó desapercibida su preocupación.
-Entonces iré a buscarla. -decidió Ichigo.
-Lo mejor será partir por la mañana, por la noche es peligroso. -aconsejó Byakuya. En los años que llevaba de conocer a Ichigo aprendió que era difícil persuadirlo cuando él se proponía salvar a un amigo, y cuando se trataba de Rukia era imposible.
-No puedo esperar hasta mañana, puede correr peligro. -dijo y se dio la vuelta para salir del cuarto, pero no había dado ni dos pasos cuando el capitán usando Shunpo se acercó a él y lo golpeó en la nuca dejándolo inconsciente.
-¿Capitán porque hizo eso? -preguntó el teniente sorprendido y acercándose al joven tirado en el suelo.
-Era la única manera para evitar que cometiera una tontería. -habló fríamente Byakuya. -Renji encárgate de llevarlo al cuarto escuadrón para que estabilicen su Reiatsu, además organiza un pequeño grupo de búsqueda, no olvides llevar a un elemento del escuadrón de Unohana.
- Enseguida. -respondió Renji entendiendo a su capitán. Salió con Ichigo para cumplir las órdenes de Byakuya.
El capitán volvió a sentarse y miró hacia el techo, claro que estaba preocupada por su hermana, pero no serviría de nada salir a esa hora, sólo serían presas fáciles de ellos.
-Rukia, sobrevive hasta mañana. -susurró Byakuya. No era una petición, era una orden, una orden que estaba seguro que Rukia cumpliría.
IOIOIOIOIOIO
Los rayos del sol se colaban por las ventanas y por un pequeño hoyo en una pared de la casa. Rukia se movió perezosamente y abrió los ojos.
Se sorprendió al ver a el chico de cabello caoba parado frente a ella mirándola fijamente. Se preguntó si estuvo así toda la noche. Eso era algo raro.
El incómodo silencio entre ellos fue roto por el ruido del estómago de Rukia pidiendo comida.
Ashido la vio confundido.
-Tengo hambre. -dijo ella apenada.
-Ham…bre. -murmuró él.
-Sí. -dijo Rukia poniéndose de pie. -quiero comer. -mencionó haciendo ademanes de llevarse algo a la boca y morderlo.
Ashido asintió levemente, si ella quería comer, él le buscaría comida. Se giró hacia la puerta y caminó por ella a paso lento.
Rukia suspiró mientras lo veía salir por la puerta.
-Creo que no me entendió, buscaré algo. -dijo y comenzó a registrar la casa en busca de algo de comer.
Afortunadamente encontró un poco de agua y algunos alimentos en buen estado.
-Grrr. -escuchó un gruñido a sus espaldas. Por instinto llevó sus manos al mango de Sode No Shirayuki mientras giraba.
Afortunadamente era Ashido.
-Me asustaste. -dijo ella quitando la mano de su espada.
-Comi…da. -dijo él estirando su mano, en la que llevaba un pequeño trozo de carne.
-Bueno esto es tierno. -dijo ella viendo con incredulidad la escena. -algo terrorífico, pero tierno.
-Grrr. -volvió a gruñir Ashido agitando un poco la mano. Quería que comiera.
-Yo no como eso. -dijo Rukia lentamente y haciendo las señas necesarias para que él la entendiera. -Comida. -dijo ella enseñándole una lata que tenía en las manos.
-Aaa. -dijo él sin mostrar emoción alguna. Ya recordaba que ellos no comían carne humana.
Él ya no recordaba los sabores o texturas de otros alimentos, ellos necesitaban la carne humana para seguir funcionando. Él preferiría que no fuera así, pues no le gustaba el sufrimiento humano.
Con torpeza se sentó en una silla y se puso a comer lo que llevaba, decepcionado por no hacer algo por ella.
Rukia lo vio con ternura y admiración, claro que era algo grotesco verlo comer así, pero su actitud protectora y su nueva ingenuidad le provocaban ternura.
Después de comer, los dos se pusieron de pie.
-¿Listo para regresar a casa? -le preguntó Rukia con una sonrisa.
-Sí. -respondió él.
-Vamos entonces. -dijo ella e intentó girarse, pero él la detuvo. -¿Qué pasa?
Él no contestó, pero se llevó la mano a una pequeña herida y escarbó en ella para mancharse de sangre. Rukia entendió lo que quería hacer, así que no opuso resistencia cuando él nuevamente la manchó con ese líquido negro, a diferencia de la última vez, sus movimientos fueron menos rudos.
Ashido pasaba, lo más delicado que podía, sus manos sobre su rostro, ignoraba si los demás como él podían sentir eso que él experimentaba ahora, era una sensación tan agradable, aunque no podía sentir lo delicado de su piel ni el calor que ella desprendía.
-Ya. -dijo el chico al terminar de aplicarle su sangre.
-Gracias. -le dijo ella con una sonrisa.
Después Ashido la tomó de la mano y la condujo hacia la salida.
IOIOIOIOIOIO
Mientras tanto afuera del Sereitei se encontraba listo el equipo de búsqueda de Rukia.
-¿Ya están todos listos? -preguntó el teniente del sexto escuadrón.
-Claro. -respondieron al mismo tiempo Yumichika e Ikkaku.
-Gracias por aceptar venir con nosotros. -les dijo Ichigo a sus compañeros.
-Nunca nos cae mal ejercitarnos matando infectados. -respondió Ikkaku.
-Además quiero hacer algo por Rukia. -dijo Hanataro. Claro que le tenía miedo a los zombis, pero Rukia era alguien importante para él.
Byakuya, Kyoraku y Ukitake vieron desde la puerta como los cinco Shinigamis partieron para cumplir con su misión.
Saludos...
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La historia está inspirada en el libro “Warm Bodies” de Isaac Marion.
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Rukia y Ashido salieron de la casa, había varios zombis rondando el lugar caminando sin una dirección fija, otros estaban parados en medio de la calle y otros sólo estaban sentados sin hacer nada.
-Muer…ta. -dijo Ashido. Rukia sabía lo que le pedía.
Eso era irónico, técnicamente ella estaba muerta, pensó Rukia. Pero entendió el mensaje y comenzó a caminar lento y con movimientos torpes.
Se puso un poco nerviosa cuando unos infectados pasaron junto ella, pero afortunadamente no distinguieron su olor.
Cuando por fin Rukia sintió que estaba fuera del alcance de percepción de los infectados se limpió los rastros de sangre.
Caminaron un rato más antes de detenerse a descansar, al menos Rukia.
-Es mejor parar aquí. -dijo Rukia deteniendo su andar. -Estoy cansada.
Ashido asintió aunque él no estuviera cansado. Rukia se sentó sobre unos escombros y él se paró frente a ella.
-¿Por qué me estás ayudando? -preguntó ella de pronto. Le inquietaba por qué había sido precisamente ella, por qué la quería mantener segura.
El chico de cabello caoba se alzó de hombros.
-Man…tenerte segu…ra. -dijo.
-¿Pero por qué? -insistió Rukia.
Él se le quedó viendo fijamente, queriendo buscar una respuesta para ella, ¿por qué lo hacía?¿por qué la quería con él?¿por qué la quería proteger?
De nueva cuenta su cerebro mandó impulsos nerviosos a su cuerpo, recordó cuando la vio por primera vez y lo que pensó, que era alguien muy fuerte y hermosa.
Su corazón ya era un órgano inútil, muerto, ya no bombeaba sangre; su cerebro ya no cumplía sus funciones, sin embargo experimentó emociones y sensaciones ya olvidadas, dolor por saber en lo que se había convertido, la alegría por verla frente a él y a salvo, y el anhelo, anhelo de sentir sus labios rosados sobre sus labios grises.
Entonces Ashido se llevó una mano a donde estaba su corazón y luego acercándose un poco más a ella, la presionó sobre el corazón de Rukia. No sabía porque hacia eso por ella, sólo que tenía que hacerlo, como si algo lo conectara con ella.
Ella se sorprendió momentáneamente, pero luego colocó su mano sobre la de él.
-Yo también te quiero. -le dijo y bajó la mano, Ashido también bajó la suya.
Él ladeó la cabeza, todavía no entendía muy bien ese sentimiento.
-Tú eres diferente ¿verdad? -preguntó Rukia después de un breve silencio.
Ashido se alzó de hombros.
-Nunca había visto a otro infectado hablar como tú. -Rukia se arrepintió de referirse a ellos como infectados pensando que quizá lo lastimaría por sus palabras, pero él no pareció incomodarse. -O que decidiera proteger a alguien. ¿Hay otros como tú? -preguntó curiosa.
El chico volvió a alzarse de hombros.
-No importa, estoy feliz de que tu si seas diferente. -dijo ella. -reanudemos el viaje, aún falta mucho para llegar al Sereitei. -Y más sabiendo que él no podía usar Shunpo.
Ashido asintió y retomaron su camino en silencio, pero él de vez en cuando volteaba a verla a escondidas. No sabía que le estaba pasando o por qué ella provocaba nuevas cosas en él.
De pronto a Ashido le llegó un olor atrayente, trató de luchar contra sus impulsos, pero no pudo lograrlo.
-Grrr. -gruñó impaciente mientras olfateaba el lugar de donde provenía el aroma. Lo localizó y se dirigió hacia ahí con pasos un poco más rápidos que los de costumbre.
-¿A dónde vas? -preguntó Rukia confundida por su actitud rara, pero él no contestó y siguió su camino.
Rukia lo siguió hasta una casa que parecía abandonada.
Cuando ella entró se asustó al ver a Ashido mordiendo a un hombre ante la mirada horrorizada de una mujer y un niño.
Ashido no pudo reprimir su necesidad de comer, era algo más fuerte que él, aunque no le gustaba, sobre todo ahora que se dio cuenta que Rukia lo miraba con miedo.
Soltó al hombre y se acercó a la mujer y al niño respondiendo a su necesidad de comer, de desgarrar la carne humana.
-No Ashido, detente. -gritó Rukia mientras sacaba a su katana. No quería hacerlo pero si él no le daba más opción, tendría que acabar con él, pues como teniente del Gotei Trece su deber era proteger a las almas.
Ashido se quedó quieto frente a las personas que lo miraban aterrorizados y con lágrimas.
Su instinto seguía indicándole que tomara la vida de esas personas.
-Grrr. -volvió a gruñir amenazante, la mujer y su hijo gritaron y se abrazaron más fuerte.
-Ashido por favor no. -volvió a pedir Rukia acercándose más.
Él volteó hacia ella y la vio llorar.
-Por favor no lo hagas, tú eres más fuerte que eso. -dijo Rukia. -lucha, lucha contra tu instinto.
Ella estaba asustada, estaba llorando ¿Por él? ¿Por lo que estaba haciendo? Miró de nuevo a la familia, la madre y el hijo lloraban, tenían miedo, quizá también dolor por ver al hombre sin vida junto a ellos.
Volvió su mirada a Rukia. Ella seguía llorando, no le gustaba verla así.
De nuevo todo su ser pedía por carne fresca, eso que le permitía moverse, pero esta vez él luchó en contra de ese deseo.
Caminó hacia Rukia.
-Lo siento. -le dijo.
Al verla llorando algo en él había despertado, quizá algo llamado conciencia.
-Está bien, sé que es difícil, pero te ayudaré a superarlo. -dijo ella guardando su Zanpakuto. Luego tomó su mano y lo guió hacia afuera.
Ashido vio la mano rosada, suave y cálida de Rukia y la comparó con su mano fría, gris y rígida. Se imaginó a sus células muertas despertando de su letargo, haciendo que sus manos volvieran a ser capaces de construir, de sentir, de acariciar, haciendo que su corazón volviera a latir.
¿Qué estaba pasando con él?, volvió a preguntarse. Antes no pensaba, sólo se dedicaba a vagar sin rumbo fijo y seguir sus instintos de supervivencia, ahora muchos pensamientos se apoderaban de su cerebro y experimentaba sentimientos ya olvidados.
-No te preocupes. -comentó Rukia mientras seguían caminando, le pareció que estaba pensativo por lo que acababa de hacer. -Ya verás que el capitán Mayuri encontrara la cura para ti. -dijo ella. -volverás a ser como antes.
-Sí. -respondió él.
Unos pajarillos se escucharon trinar en el techo de una casa, Ashido se detuvo a observarlos. Ahora que estaba muerto no le importaba el tiempo, podía quedarse horas viendo cualquier cosa.
-Ichigo y los demás se sorprenderán cuando te vean. -comentó ella junto a él. -Y también se van a alegrar por tener una esperanza para esta situación. -Ashido no le respondió, seguía viendo los animales.
Se escucharon unos ruidos detrás de ellos, Rukia giró y vio a cuatro zombis caminar hacia ellos. Ashido también volteó y gruñó al verlos, caminó hacia ellos para atacarlos, pero Rukia se adelantó y usando a Sode No Shirayuki acabó fácilmente con ellos.
Mientras Ashido observaba a Rukia matar a los zombis, un recuerdo llegó a él, uno en el que Ashido estaba en un lugar rodeado de árboles y portando una espada peleando con seres usando máscaras y uno de ellos lo llamaba Shinigami.
Movió la cabeza al no entender esa imagen.
-¿Qué tienes? -preguntó Rukia al llegar frente a él.
-Shini…gami. -dijo señalándose torpemente.
Rukia vio que sus movimientos eran menos torpes cada vez, como si sus músculos poco a poco volvieran a trabajar adecuadamente, también se sorprendió porque él fue capaz de reconocer lo que era.
-Sí, tú eres un Shinigami. -respondió Rukia. - tú cuidas de las personas.
-¿No comer?
-Así es, los Shinigamis no comen personas.
-Yo Shini…gami, no infec…tado. -dijo él con un poco de dificultad. Ya no quería que ella se refiriera a él como infectado, y ella lo comprendió.
Rukia se lanzó hacia él y en un impulso lo abrazó fuertemente, estaba conmovida por ver que él estaba luchando contra ese virus que lo había cambiado.
Ashido llevó una mano a la espalda de ella, incapaz de creer lo que estaba sucediendo.
Rukia podía jurar que sentía el golpeteo del corazón de Ashido, sin embargo sabía que eso no era posible, que lo que escuchaba eran sus propios latidos al estar apretada contra su pecho.
-Te quie…ro. -dijo Ashido. Algo en él se había removido al tenerla cerca.
IOIOIOIOIOIO
Ichigo y los demás utilizaban Shunpo para llegar con Rukia, en su camino se toparon con varios grupos de Zombis y no dudaron en acabar con ellos.
En ese momento estaban terminando con un grupo numeroso de ellos.
-¿Cuándo encontrara la cura Mayuri? -Preguntó Renji mientras utilizaba a Zabimaru en su modo Shikai para acabar con varios zombis a la vez.
-No lo sé, pero espero que sea pronto. -dijo Ikkaku clavando su espada en el cerebro del ultimo zombi que quedaba de pie.
-Rukia. -dijo Ichigo guardando a Zanguetsu, percibía su Reiatsu.
Así que corrió hacia donde sentía a Rukia. Los demás lo siguieron.
Subió a unos escombros y se asustó al ver a un Zombi reteniendo a Rukia entre sus brazos, no permitiría que la lastimaran. Sacó de nuevo su espada y corrió hacia ellos.
-¡Suéltala! -gritó enojado.
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Rukia seguía emocionada por los avances de Ashido y por eso se mantenía abrazándolo, en eso escuchó una voz familiar.
-¡Suéltala! -Se sorprendió al ver a Ichigo correr hacia ellos y listo para atacar. Se separó de Ashido y se colocó frente a él. Ichigo ya tenía a Zanguetsu en posición horizontal y cuando se acercó a ellos tomó impulso para atacar directo a la cabeza del zombi, sin embargo con un hábil y rápido movimiento Rukia pudo bloquear con su espada a Zanguetsu.
-¿Qué haces Rukia? -preguntó Ichigo sorprendido, tratando de aminorar la intensidad de su golpe para no lastimarla.
-Ichigo detente. -pidió ella haciendo un gran esfuerzo por soportar la presión que el ataque de Ichigo ejercía en ella. -no le hagas daño.
El Shinigami dejó de ejercer presión y retiró su espada pero se mantuvo alerta con el zombi.
-Rukia él es un zombi. -dijo Ichigo. -estaba atacándote.
Ashido gruñó al escuchar la palabra zombi, él era un Shinigami.
-Él no me estaba atacando. -respondió ella. Ashido seguía a su espalda, pero miraba a Ichigo con enojo por haber atacado a Rukia. - Él es diferente, está cambiando.
-Explícate Kuchiki. -dijo Ikkaku quien, junto con los otros, ya había llegado hasta ellos y veía a Ashido con ganas de asesinarlo.
Rukia les contó por lo que había pasado a grandes rasgos, Renji, Yumichika y Hanataro se mostraron sorprendidos pero no dudaban de las palabras de Rukia, Ikkaku seguía desconfiando de él.
-¿Estás segura de lo que dices? -preguntó Ichigo, Rukia asintió. -Está bien entonces. -dijo guardando su espada.
-Siento haberlos preocupados, pero estoy bien. -mencionó la chica sonriendo.
Ichigo enseguida la abrazó y la apretó fuerte contra él. Estaba muy aliviado de que estuviera a salvo.
Ashido entonces se enojó más y se abalanzó contra él.
-Grr. -gruñó fuerte mientras lo empujaba con las dos manos para alejarlo de Rukia.
Los demás se pusieron en guardia y lo apuntaron con sus espadas.
-No la lasti…mes. -dijo enojado viendo a Ichigo mientras era detenido por Rukia para que no atacara al Shinigami Sustituto. Los demás se sorprendieron de escucharlo hablar.
-No Ashido, tranquilo. -le susurró Rukia al chico agarrándolo de los brazos. -ellos son amigos, no nos harán daño.
Ashido se tranquilizó ante la dulce voz de la chica, pero no dejaba de ver de mal modo a Ichigo.
-¿Ves? Él siempre seguirá sus instintos. -señaló Ikkaku. -es peligroso.
-No, no lo es, sólo intenta protegerme. -comentó Rukia colocándose de frente a los Shinigamis. -él pensó que Ichigo me estaba haciendo daño.
-Él habló, eso no es normal entre ellos. -intervino Renji guardando a Zabimaru.
-Se los dije, él se comporta diferente a cuando lo encontré, está teniendo recuerdos, ya sabe que es un Shinigami.
-Entonces quizá sea él lo que necesitamos para revertir la infección. -comentó Yumichika.
-Tienen razón. -comentó Ichigo. -lo mejor es llevarlo a la SS y mantenerlo a salvo, seguramente Mayuri encontrará algo que pueda ser de utilidad.
Rukia sonrió agradecida, Ichigo no la había defraudado, él siempre ayudaba a los que estaban en problemas.
-Y a todo esto ¿Quién es él? -preguntó Ichigo señalando a Ashido, quien se había distraído viendo hacia unos escombros.
-Es Ashido. -comentó Rukia. -el Shinigami que nos ayudó a salir de Hueco Mundo. -aclaró Rukia al ver que Ichigo seguía sin acordarse de él.
Ashido ya se había subido a los escombros y seguía caminando.
-El zombi se va. -informó Hanataro. Rukia volteó a verlo.
-Espera Ashido no te vayas. -gritó Rukia corriendo hacia él.
-Sigo sin recordar a ese tipo. -mencionó Ichigo cruzándose de brazos mientras veía como Rukia subía por los escombros.
Renji y los demás estaban incrédulos ante la poca memoria del chico.
-Es el Shinigami que vino con Urahara de Hueco Mundo. -comentó Renji. -Aquel al que encontró junto a Grimmjow.
-El que se le quería declarar a Rukia. -agregó Hanataro para ser más específico.
Entonces un recuerdo le llegó a Ichigo.
Él se encontraba caminando por los pasillos del sexto escuadrón cuando a lo lejos vio a Rukia platicando con un chico de cabello caoba y alto.
Se detuvo a unos metros de ellos pues no quería interrumpir.
-¡Qué guapo es el nuevo Shinigami! -escuchó que dos mujeres Shinigamis cuchicheaban mientras caminaban a su lado.
-Sí, lástima que sólo tiene ojos para la teniente Kuchiki. -dijo la otra mientras se alejaban de él.
Ichigo frunció el ceño. Era despistado pero eso si lo había captado, a ese Shinigami le gustaba Rukia. Se enojó más cuando vio que Rukia se sonreía con él.
Sin darse cuenta ya se encontraba caminando hacia ellos, pero como quería escuchar lo que hablaban se escondió detrás de un pilar.
Hasta el momento no era nada importante, cosas de misiones. La razón por la que le interesaba escucharlos era simple, porque él también quería a Rukia y no precisamente como una hermana, pero también era compleja, no sabía cómo decírselo.
-Ichigo, no es bueno espiar. -dijo Hanataro detrás de él, haciendo que se asustara un poco.
-No espío Hanataro. -contestó Ichigo nervioso volteando a verlo. -sólo observo.
-Pues deberías de observar como Ashido toma de la mano a Rukia. -dijo Hanataro señalando hacia ellos.
Ichigo volteó a verlos, Ashido tomaba la mano de Rukia y la miraba fijamente, ella parecía nerviosa y estaba levemente sonrojada. ¿Por qué tenía que sonrojarse por él?, si tuviera una lista negra, definitivamente Ashido ocuparía el primer lugar.
-Rukia tú me gustas. -dijo Ashido. -y quiero que seas mi novia.
Hanataro volteó a ver a Ichigo y se asustó al verlo tan enojado, casi escupía fuego por la boca.
-¿Ichigo? -preguntó preocupado.
-Lo siento Hanataro pero tendrás que ayudarme. -Y dicho esto tomó a H
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La Sociedad de Almas era un caos, el terror acompañaba a las personas día y noche, los Shinigamis luchaban con todas sus fuerzas para acabar con el mal que
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2024-10-26
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