La Verdad de los pergaminos by Faldors

 

 

 

La Verdad de los pergaminos by Faldors
Summary:

Un joven arqueólogo especialista en encriptología, Rafael, deberá estudiar nuevos pergaminos encontrados recientemente en excavaciones egipcias. Lentamente descubrirá el origen de su autor y la poderosa verdad que esconden, así como también sobre los obscuros intereses que existen tras ese antiguo poder.


Categories: LITERATURA Characters: Ninguno
Generos: Fantasía
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 12 Completed: No Word count: 20741 Read: 1090 Published: 04/01/2013 Updated: 25/09/2013
Summary:

Un joven arqueólogo especialista en encriptología, Rafael, deberá estudiar nuevos pergaminos encontrados recientemente en excavaciones egipcias. Lentamente descubrirá el origen de su autor y la poderosa verdad que esconden, así como también sobre los obscuros intereses que existen tras ese antiguo poder.

 


Categories: LITERATURA Characters: Ninguno
Generos: Fantasía
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 12 Completed: No Word count: 20741 Read: 1090 Published: 04/01/2013 Updated: 25/09/2013 Capítulo 1: Despertar by Faldors
Author's Notes:

Primer capítulo, espero comentarios y que lo disfruten!

Author's Notes:

Primer capítulo, espero comentarios y que lo disfruten!

            La aridez del desierto es asfixiante e inunda el pequeño cuarto. Intensos rayos de sol penetran a través de la estrecha y única ventana de la celda, iluminándola completamente, sin sombras ni rincones donde refugiarse del calor. Un pequeño balde de madera a medio llenar con agua y una desgastada cama son todo lo que hay en el lugar, en medio del cual se encuentra un niño perdido en el tiempo. Incapaz de recordar cuanto lleva cautivo, de sentir la intensidad del calor o de desesperarse por la sed, intenta reunir fragmentos de recuerdos dispersos para entender como llego ahí. No tiene más de ocho años pero es consciente de que es prisionero producto de las guerras que buscan unificar finalmente Egipto, privado de su libertad por las paredes que lo rodean y por la angustiante soledad. Apenas recuerda los rostros de su familia antes de que los separaran años atrás, sólo una figura persiste con suficientes detalles, la de su ultimo amigo. Recordar en búsqueda de respuestas en una vida de esclavitud es doloroso, sin embargo es todo lo que le queda y su escaza edad le permite de vez en cuando encontrar también cierto alivio, al recuperar imágenes de cuando solía perderse y jugar al borde del Nilo junto con su amigo mientras observan los pescadores deslizarse suavemente sobre el agua con sus canoas. Ese suave desplazamiento, junto con la humedad propia del río en medio del desierto, le entregaban una sobrecogedora sensación de libertad. De no ser esclavo le hubiese gustado ser pescador. Violentamente el ardiente sol de la tarde impacta sus ojos entreabiertos y los recuerdos se acaban para volver a la realidad, pero las cuatros paredes que lo encierran parecen menos rígidas, ya que afuera aun esta la promesa del río, de los pescadores con sus canoas y el sueño de su liberación.

 

            A pesar del tormento de su encierro, la estadía en la pequeña prisión de adobe es muy buena para un simple prisionero de guerra como él, no tiene comodidades pero si goza de una buena alimentación, no hay castigos corporales ni exigencias físicas en algún esclavizante trabajo, a lo que ya se estaba acostumbrando. Luego de cargar enormes rocas de piedra caliza por tres años junto con sus compañeros y de largos periodos de hambruna por sequias del Nilo, las resecas y quebrantadas murallas de su prisión de adobe son un castigo más que aceptable, ligeramente aliviador. Lo que se le hace realmente difícil al ser tan sólo un niño es la silenciosa soledad, luego de estar acostumbrado al hacinamiento, a compartir improvisados campamentos con cientos de otros presos en las infernales canteras en las cercanías del asentamiento de Tura, lugar donde nace el gran delta de los ríos. A pesar de que se separo hace poco del resto aun extraña la compañía de su amigo, el único lazo humano que le quedaba, ya que su paso por las canteras hizo que perdiera parte de su humanidad, soportando intensas noches de frío desértico sin protección, resistiendo los golpes y abusos de capataces y otros reos desquiciados por el encierro, sofocándose con la putrefacción y la angustia de perder amigos e ilusiones, recuerdos que aun lo atormentan por las noches.

            Nuevamente se dedica a divagar en su memoria para dejar pasar el tiempo hasta que oscurezca. Recuerda como se dedicaba a divagar en el cielo estrellado de las noches en la cantera, unos cuantos días antes de que lo separaran del grupo. Revive la imagen de las inmóviles y brillantes estrellas que le daban tranquilidad a él y a Af mientras repite mudamente la última frase que le dijo su amigo antes de que los separaran algunas semanas atrás, "Muchos se quejan de nuestra esclavitud, de lo injusta que parece la vida. Pero eso hermano no es más que otra ilusión, la vida sólo es dura. La verdadera justicia sólo existe en las acciones de los hombres frente a esas dificultades, nosotros somos los que tomamos las decisiones. Asegúrate de elegir bien". Ciertamente es imposible que un niño de tan sólo trece años sea capaz de entender la dura verdad tras esa frase, sin embargo se quedo grabada en su mente, repitiéndola toda las noches como si fuese algún tipo de religiosa oración para alejar la soledad simulando la compañía de su amigo Af, que en realidad consideraba como su hermano mayor.

            Empieza a caer la noche y un ruido desvanece rápidamente sus recuerdos. Del otro lado de su puerta se pueden escuchar apresurados pasos. Parecen ser dos personas caminando a lo largo del pasillo y se acercan a toda velocidad, una inusual conducta ajena a los desinteresados guardias que acostumbran darle comida con toda la lentitud del mundo. Mientras se aproximan es posible escuchar una conversación entre los dos hombres:

 

-¿Cuántos tienen cautivos, están todos en forma? -dijo una desgastada, anciana y desconocida voz.

-En la actualidad hay siete encerrados sin problemas de salud, pero desafortunadamente el octavo niño murió producto de alguna enfermedad extraña que portaba desde su encierro señor -respondió temerosamente una voz que pertenecía a uno de los guardias.

-¡Deben encargarse de cuidarlos mejor, es fundamental que estén en buena forma, no me sirven aprendices moribundos que no sean capaces de cumplir con las expectativas de nuestro proyecto! -exclamo histéricamente el anciano.

            Repentinamente la puerta de la celda se abrió. Una alta y erguida silueta apareció a contraluz, con un rostro casi indistinguible producto de la obscuridad, vestido con una larga túnica blanca. Luego de unos segundos de absoluto silencio dio un paso al frente y el soldado entro junto con él, esta vez iluminando al anciano con la ayuda de su antorcha. Su expresión era tétrica, consistía en un hombre de bastante edad y delgado, completamente calvo, sin cejas ni pestañas y portando un ostentoso cetro en su mano derecha que le servía de bastón. Sin duda se trataba de un sacerdote, y ante él se encuentra un joven muchacho que por su apariencia no debe tener más de quince años. Lo observa detenidamente, y al contrario de muchos otros que ha visto este parece saludable, con un cuerpo rígido, moldeado probablemente por los trabajos forzados de un esclavo, de piel tostada producto del intenso sol al que ha estado expuesto en su prisión, con una melena negra y una intensa mirada, algo desafiante pero a la vez perdida. Parece ser un buen candidato.

-Sin duda parece saludable, mejor de lo que esperaba. ¿Cuál es su procedencia? -pregunto sin expresión alguna el viejo sacerdote y fijando la mirada en el joven.

-Fue traído acá hace tres semanas. Trabajo durante tres años en las canteras según dijo el capataz y fue capaz de sobrevivir, al parecer proviene del sur de alguna tribu cerca del mar Rojo, sin embargo no pudimos obtener mayor información señor -respondió el guardia- ¿Se lo llevara?

-Antes de tomar cualquier decisión necesito saber que tanto sabe, cual es su grado de conocimiento -dijo el sacerdote mientras continuaba observando sin parpadear al temeroso niño- Para empezar, ¿Cuál es tu nombre muchacho?

            Su mente estaba en blanco, todos sus pensamientos se perdían entre la angustia y la confusión. Nunca, desde su infancia le habían preguntado su nombre. La verdad es que nunca nadie presento algún interés en hacerle preguntas antes, sólo le quedaban recuerdos, pero no respuestas.

-No sé -susurro nerviosamente mientras temblaba- No lo recuerdo.

            Lentamente una escalofriante sonrisa se formo en la arrugada expresión del sacerdote. Encontró lo que buscaba, una mente vacía, sin ideas, con su voluntad aplastada por las desilusiones, preparada para ser modelada y explotada a su máximo potencial.

-Perfecto, entonces serás mi nuevo aprendiz. De ahora en adelante te llamaras Anib, me servirás y aprenderás todo lo que te enseñe pues esa es la voluntad de nuestro gran faraón Keops. Puede que tu cuerpo haya resistido el desgaste de las canteras, veremos si tu mente y espíritu son lo suficientemente fuertes para soportar el peso de la Verdad, no habrá espacio para errores así que no me decepciones, porque eres reemplazable, muchos ya han fallado -dijo secamente antes de salir del lugar- Llévenlo mañana a primera hora a mi templo, ¡No quiero más retrasos! -Grito mientras salía de la celda.

 

Regresar al índiceCapítulo 2: Frío by Faldors

            La mañana es fría y las gotas de roció se han congelado en el pasto de los jardines, edificios y autos. Los madrugadores hacen su aparición en las calles a paso acelerado para empezar a darle vida a la ciudad. Como es habitual, el despertador comienza a sonar a la misma hora de todos los días, son las siete y media del día Lunes veintiocho de Enero. Es pleno invierno en la capital francesa, y como es costumbre la obscuridad de la noche aun cubre la ciudad con apenas unos cuantos grados bajo cero. Rafael intenta levantarse, pero aclimatarse a la hostilidad mañanera se le hace insoportable, más aun cuando llego hace pocos días luego de su estadía en centro América. Creía que sería capaz de huir del calor y de la humedad tropical en el viejo continente, pero ya no siente el mismo frío que había en sus tiempos de estudiante universitario, todo parece ser más intenso, los días se le hacen cortos y extenuantes. Por supuesto que como buen científico busca explicaciones y escusas externas, como el popular calentamiento global, pero quizás todo se resume a que en realidad el paso de los años empieza a pasarle la cuenta. A pesar de que tiene sólo treinta y dos años, el sedentarismo crónico que lo han caracterizado toda su vida y su acelerado metabolismo le impiden acomodarse, duerme y come poco. Sin embargo es rutinario y obstinado, lo que le permite seguir levantándose durante la semana para aprovechar de dar unas vueltas por el centro histórico, disfrutando los pocos días que le quedan antes de ponerse a trabajar.

            Rápidamente se levanta de su cama para evitar caer en la tentación de quedarse descansando protegido del frío y corre a tomarse una rápida ducha caliente. Se prepara unas tostadas con mantequilla que come en un par de minutos, para luego empezar a tomarse el segundo café de la mañana, más cargado y azucarado que el anterior. Decide usar los mismo pantalones y camisa de ayer que están sobre una silla cerca de su computador. Antes de salir revisa apresuradamente su e-mail, en su bandeja de correos recibidos sólo se ve publicidad y descuentos de internet, luego se dirige al baño para hacer una inspección rápida en el espejo sobre su apariencia. Nada ha cambiado desde que hizo sus estudios de ingeniería, su delgadez esquelética, sus marcadas ojeras, su pelo castaño desordenado junto con su mentón irritado producto de una rápida afeitada, sus rápidos y agitados ojos azules, que en realidad son casi grises hacen una evaluación rápida sobre su pantalón beige con su camisa verde opaco y abrigo café. Todo parece estar en orden, el mismo despreocupado aspecto de siempre. Toma su reloj, su celular y antes de salir recuerda llevarse una carta que esta sobre un pequeño velador en la entrada.

            Sale del pequeño hostal en el que se encuentra para dirigirse al metro con destino al Louvre. Mientras camina y el frio congela su nariz se dedica a pensar en la carta. Aun después de un mes desde que la recibió en Panamá, no logra entender con claridad su significado, una oferta de trabajo según sale escrito en un breve párrafo de apenas dos líneas, para -"Estudiar unos antiguos pergaminos egipcios que se encontraron recientemente"- en la que se requieren sus habilidades de encriptador. Si bien estudio arqueología además de ingeniería, lo hizo sólo por curiosidad y entretención, jamás pensó que recibiría una oferta de trabajo relacionado con eso y con su particular habilidad para descifrar textos antiguos. Más allá del peculiar y enigmático motivo, lo que le parece realmente inquietante son las circunstancias en las que recibió la noticia, coincidió con sus pequeñas vacaciones en el Caribe luego de su despido sin explicaciones en la empresa eléctrica en la que trabajaba. No se podía explicar cómo una asociación extranjera se había enterado tan rápidamente sobre su situación laboral y sobre su paradero, sin embargo era una buena oportunidad para explorar otros horizontes y reencontrarse con su pasado, aun más cuando los costos del viaje serian cubiertos en su totalidad por la organización. En cualquier caso no estaba obligado a aceptar la propuesta así que no tenía nada que perder. Ya en el metro decide sacar la carta para verificar los datos de su rendez-vous, debía reunirse con una mujer llamada Sophie Estrange a las nueve de la mañana en la calle Quai du Louvre.

 

            Luego de su corto viaje en los antiguos trenes subterráneos de la ciudad, Rafael decide bajarse en la estación Pont Neuf frente al Sena para dar una pequeña caminata antes de su reunión. Son las ocho y media y el sol empieza a levantarse en el horizonte, la tranquilidad invernal y el paisaje hacen que por un instante se olvide de todas sus preocupaciones e inquietudes. Busca un asiento en las cercanías del río para pensar un poco sobre lo que dirá en sus entrevista, practicando mentalmente en francés para revivir el vocabulario olvidado a pesar de que está convencido de que no lo contrataran ya que probablemente se equivocaron de persona. Luego de un rato decide dirigirse al lugar de su encuentro con la esperanza de reconocer rápidamente a Sophie, ya que la carta no tenía ninguna foto o teléfono con el cual contactarse.

            Lentamente se acerca al Louvre y recuerda que nunca tuvo tiempo para recorrerlo con la suficiente tranquilidad y concentración que se merece debido a sus estudios y a la multitud de turistas que lo visitan  cada año. Sin embargo esa mañana se ve poca gente en la calle, de hecho repentinamente se da cuenta que está caminando completamente sólo, no hay nadie en los alrededores, algo totalmente fuera de lo normal para la gran ciudad. Es entonces cuando logra divisar una silueta, una mujer delgada y alta que lo mira fijamente con el ceño ligeramente fruncido. Durante unos segundos que parecen minutos ambos se observan en medio del frío y soledad del lugar, pero ella repentinamente saca un celular de su cartera, marca un numero y empieza a caminar aceleradamente hacia un desconcertado Rafael.

Regresar al índiceCapítulo 3: Aprendiz by Faldors
Author's Notes:

Si llegaste hasta aqui y leiste los tres capitulos, por favor escribe un comentario con tu opinion para saber si continuo con la historia. Todo sirve, desde un "es excelente" hasta "es una basura, matate". Mucha sgracias por tu opinion!

P.D: Voy corrigiendo los capitulos con el tiempo.

 

Author's Notes:

Si llegaste hasta aqui y leiste los tres capitulos, por favor escribe un comentario con tu opinion para saber si continuo con la historia. Todo sirve, desde un "es excelente" hasta "es una basura, matate". Mucha sgracias por tu opinion!

P.D: Voy corrigiendo los capitulos con el tiempo.

            Aun no caen los primeros rayos de sol sobre el desierto cuando los guardias entran frenéticamente a la celda de Anib para despertarlo, ninguno quiere que se produzcan retrasos en los deseos del sacerdote. Sin embargo sus esfuerzos son innecesarios, ya que el joven prisionero fue incapaz de dormir durante toda la noche, atormentado por un sin fin de ideas e inquietudes. No sabía qué era lo que quería el sacerdote de él, se preguntaba por qué le había otorgado un nombre y cuál era su significado, pero por sobre todo le aterrorizaba su última frase "porque eres reemplazable". Lo único que lo tranquilizaba durante esa larga noche, que no fueron más que unas horas pero que a él se le hicieron una eternidad, era la idea de ya no ser un esclavo. Efectivamente le habían dado un nombre, Anib, que nunca había escuchado antes y que no sabía que significaba, pero representaba una garantía de su liberación de la esclavitud. Durante una hora los guardias se encargaron de prepararlo para su visita, lo lavaron durante media hora para sacar todo rastro de polvo, reemplazaron su shenti† con una túnica de lino blanca y finalmente lo perfumaron con diferentes aromas. Nunca en toda su vida había recibido un trato igual y su intuición no dejaba de decirle que esto no se trataba de una visita casual.

            El viaje a la capital del imperio Inebu-hedy, también conocida como Menfis en su versión griega, fue bastante corto, no más de media hora, pero fue maravilloso. Observar el amanecer al borde del río Nilo llenaron a Anib de fuerza y de un abundante optimismo. A pesar de su trato excepcional, aun viajaba como prisionero en una arcaica celda de madera sobre una carreta empujada por camellos y esclavos, custodiado por los guardias. Pero la sensación de aislamiento había desaparecido, podía observar a los pescadores nuevamente desplazarse sobre sus canoas, con un suave movimiento sobre el destellante río bajo la madrugadora luz del sol, que a ratos le recordaba el brillo de las estrellas que tanto contemplaba en las canteras. Además, signos de fertilidad en el río anunciaban el fin de la larga hambruna que azotaba al imperio, se respiraba un aire distinto en los campesinos del sector bajo de la ciudad, incluso algunos exclamaban que la gran diosa Isis los protegería este año. Anib realmente esperaba que los dioses se apiadaran de él y lo protegieran en lo que se avecinaba, aun cuando se sentía más preparado para enfrentar al sacerdote luego de recordar la sensación de libertad. Una vez en la ciudad, el joven prisionero estaba estupefacto por su inmensidad y por la cantidad de personas que circulaban por las calles. Es importante mencionar que aunque Anib no lo sabía, Menfis era la ciudad más poblada del mundo en ese momento, con cerca de quinientos mil habitantes. Se podían observar mercaderes de todas partes del imperio circulando por las calles, artesanos, campesinos y pescadores vendiendo alimentos, vestimenta e insumos en los bazares locales. Mientras ascendían al sector alto de la ciudad se podían apreciar los primeros templos, enormes edificaciones destinada a los dioses y al faraón, que luego servirían como complejos funerarios.

 

            Ya en el centro alto de la ciudad, la carrete se detuvo frente a una gran edificación de roca caliza que parecía ser un templo pero que no presentaba a ningún símbolo que indicara la adoración a algún dios en particular. Los guardias hicieron bajar a Anib y lo escoltaron al interior, pasando por una gran puerta muy bien custodiada en la cual se observaba el jeroglífico del Anj o cruz alzada, símbolo de la vida, de los dioses y del faraón. Una vez adentro, caminaron por un pasillo que rodeaba un jardín central cuadrado, con cientos de flores de todas las especies y una pequeña laguna central junto con un par de pequeñas esfinges. Los corredores estaban protegidos bajo techo, el cual descansaba sobre grandiosos pilares de mármol adornados con marfil. El piso estaba constituido por lustrosas baldosas de un negro profundo y las murallas contenían figuras que Anib jamás había visto en su vida, elaboradas con una increíble precisión. Continuaron su paseo a través de un cuerpo central rectangular de gran tamaño, construido también en piedra caliza pero adornado con figuras de distintos colores e incluso oro. Caminaban por un pasillo central rodeado de estatuas de los diferentes dioses y pilares que sostenían la espectacular estructura y al fondo se podía observar una gran entrada, protegida por un delgado velo de seda casi transparente y custodiado por dos guardias. Una vez frente a la entrada, los encargados de llevar a Anib hicieron un par de señas, uno de los guardianes de la puerto lo miro, lo tomo del brazo y empezó a caminar hacia la derecha, en dirección a una pequeña puerta de madera oculta en una de las esquinas de la construcción. Totalmente desconcertado y maravillado por su alrededor, el joven prisionero no tuvo tiempo de reaccionar en el intercambio, sólo vio alejarse a sus antiguos guardias y luego vio aparecer la puerta frente a sus ojos. El guardia lo hizo ingresar.

            Al cerrar la puerta, un largo pasillo se abrió ante Anib con pequeños agujeros cuadrados en la parte superior que dejaban entrar una pequeña cantidad de luz en el lugar, dando una iluminación escalofriante. Al final podía observar una puerta iluminada por antorchas, pero la geometría del lugar junto con la aparente obscuridad hacían parecer que el pasillo fuera infinitamente largo, como si el final fuera inalcanzable. Empezó a caminar mientras observaba las figuras que adornaban las murallas. Esta vez constato que la decoración era diferente a la del resto del templo, con figuras que no perecían ser jeroglíficos egipcios, si no que figuras humana que lo miraban desde las paredes. Se detuvo para apreciar mejorar la decoración y se sorprendió al ver que no eran grabados, si no que pequeñas estatuas y esculturas que sobresalían de la muralla con inquietantes aspectos. Ligeramente consternado decidió caminar nuevamente en dirección a la puerta, pero el eco de sus pasos en el lugar le hacían creer que alguien lo seguía muy de cerca por detrás y lo obligaban a darse vuelta cada cierto tiempo sólo para asegurarse de que estaba solo. La ansiedad por llegar empezaba a consumirlo y sin darse cuenta comenzó a sudar producto de la desesperación. La claustrofobia era intensa y su marcha irregular junto con las dos antorchas fijas en el fondo comenzaron a crear una sensación de mareo profunda en Anib. Justo en el momento en que pensaba dar media vuelta e irse, la figura de otra persona se levanto desde el costado izquierdo del pasillo, próximo a la puerta. Se trataba de un niño, al parecer menor que él. Paró en seco y al mirar con más cuidado descubrió que efectivamente habían dos personas más, una de pie y otra que estaba sentada en un pequeño banco pegado a la pared. El primer niño tomo asiento nuevamente junto al otro en total silencio. Anib tomo unos segundos para calmarse y repentinamente vio que la puerta en realidad estaba bastante cerca. Ahora podía ver el banco junto con las dos figuras sentadas iluminadas ligeramente por una de las antorchas.

 

            Camino en dirección al banco, esta vez lentamente para evitar el eco de sus pasos. Una vez que lo alcanzo, se sentó rápidamente e inspecciono a los otros dos jóvenes. Parecían tener la misma edad, unos cinco o seis años, con una expresión cansada y consternada. Obviamente Anib no era el único que había sufrido la escalofriante sensación en el pasillo, pero lo peor era ver hacia la puerta por donde había entrado, ya que no habían antorchas que la alumbraran, sólo había obscuridad sin escapatoria. Pasaron unos cincos minutos y la puerta principal se abrió, pero no se podía ver el interior de la cámara producto del efecto contra luz de las antorchas estratégicamente puestas. El primer niño en la fila se puso de pie y se aventuro al interior, la puerta se cerró nuevamente. Luego de bastante tiempo fue el turno del segundo, sin embargo cuando se abrió la puerta nuevamente el primer niño que había entrado no salió. Anib espero entonces en la soledad su turno, consternado y sin saber que sucedería a continuación, ¿Por qué los otros no volvían a salir?

            Finalmente se abrió la puerta por tercera vez. Intuitivamente Anib se puso de pie y comenzó a caminar en dirección al interior. Antes de entrar completamente, observo que en la parte superior del marco de la puerta se podía distinguir un gran ojo grabado que parecía seguir su movimiento. Mientras ingresaba, las antorchas quedaban a su espalda y podía ver con mayor claridad el interior del santuario junto con la figura del sacerdote sosteniendo la puerta. Una vez adentro, se cerró la puerta y rápidamente barrio el lugar en búsqueda de los otros niños, pero fue inútil, no estaban ahí.

-Bienvenido Anib, por favor sígueme- dijo la voz del anciano sacerdote.

            Subieron por unas escaleras que lo llevaron a un cuarto bien iluminado, abierto a un balcón cubierto por cortinas de seda, desde el cual se podía observar todo el templo y parte de la ciudad de Menfis. El lugar era impecablemente blanco, con pocas decoraciones, extraños artículos colgaban de las paredes y toneladas de papiros se amontonaban sobre un mueble en uno de los extremos de la pieza. Una gran meza cuadrada se encontraba en el centro de la habitación con una sencilla silla de madera en uno de sus rincones.

-¿Estás listo para ser un aprendiz?- Pregunto con un irónico y malvado tono el sacerdote.

-Sí- contesto rápidamente Anib, a pesar de no estar completamente seguro de lo que quería, sin embargo sabia que a estas alturas rechazar esa oferta podía terminar en un horrible castigo.

 

-Perfecto, comencemos entonces con tu examen- dijo con una voz profunda y seca el sacerdote -Toma asiento. 

 

† Vestimenta que consiste en una faldilla  que se arrollaba a la cintura y se ceñía con un cinturón de cuero, vestuario popular en el Antiguo Egipto.

Regresar al índiceCapítulo 4: Oportunidad by Faldors
Author's Notes:

Todas las criticas son bienvenidas!

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Todas las criticas son bienvenidas!

            Antes de alcanzar a parpadear, la mujer ya guardaba su celular en la cartera y cambiaba su rostro a una amigable expresión. Rafael no alcanzo a dar un paso cuando la joven y atractiva parisina se incorpora y comienza a presentarse.

 

-Bienvenido a Paris señor Rafael Fires y disculpe por el mal tiempo, mi nombre es Sophie Estrange. Yo seré su contacto y principal apoyo a lo largo de este proyecto, por favor sígame- Dijo apresurada y gentilmente la mujer.

 

-Muchas gracias- Alcanzo a balbucear torpemente un confundido Rafael mientras emprendía su paso para alcanzar a la veloz muchacha.

 

            Efectivamente Sophie tenía sólo unos veintiocho años y era bastante llamativa, algo con lo que Rafael no estaba acostumbrado a enfrentarse. Se trataba de una joven alta y delgada, muy bien vestida y con un largo cabello pelirrojo. Su mirada azul, adornada con pecas y una radiante sonrisa quedo grabada en la mente de Rafael. Reconoció inmediatamente el típico acento francés acelerado de los que estaban acostumbrados a vivir en la inagotable capital, así como su incomparable velocidad. Entraron por el sector principal del Louvre frente al Pont du Carrousel, siguieron a su derecha pasando al costado de la pirámide y entraron al palacio principal del museo en un tiempo record. Una vez dentro el trote no se detuvo, bajaron las escaleras e ingresaron a un sector sólo para personal autorizado donde tomaron un ascensor a pisos subterráneos. En el trayecto, dos pensamientos inquietaban a Rafael.  Primero se dio cuenta que Sophie ya lo consideraba parte del "proyecto" del que aun no sabía nada, y segundo que no había nadie en el reconocido museo, algo increíble en cualquier época del año, incluso invierno. Mientras se encontraban en el ascensor decidió resolver alguna de estas dudas.

 

-Disculpa Sophie, me preguntaba porque no hay nadie en el museo- Dijo confianzudamente para romper el hielo y demostrar un poco de seguridad.

 

-Tranquilo, pronto le explicare todo- Respondió la joven cortésmente, rompiendo ligeramente con el ambiente que buscaba él. 

 

            Al salir del ascensor continuaron su travesía por un pasillo hasta una pequeña sala blanca, con una mesa en el centro y un par de sillas, una computadora, un jarrón con agua y unos lápices.

 

-Por favor tome asiento, le explicare en detalle en qué consiste nuestro proyecto y la oportunidad que le estamos ofreciendo- Dijo calmadamente y pronunciando con mayor claridad esta vez, considerando que su invitado podía no estar acostumbrado al acento o al idioma.

 

            Rafael hizo caso y se sentó al igual que Sophie. Entonces ella comenzó una larga explicación sobre el plan. Efectivamente consistía en descifrar un pergamino encontrado hace menos de un mes en Egipto. Se trataba de un caso único, ya que el texto que contenía se encontraba en un lenguaje nunca antes registrado en los hallazgos arqueológicos de ninguna civilización antigua. Durante dos semanas se habían realizado estudios y sometido a pruebas computacionales con diferentes algoritmos para entender el significado del mensaje que contenía el papiro, pero todos los intentos fueron en vano. No existía ningún patrón reconocible, sin figuras que se repitieran, sin iconos o jeroglíficos con un significado particular ni recurrencias matemáticas de ningún tipo. El estudio había sido financiado en primer lugar por el estado francés, ya que el equipo de arqueólogos pertenecía a una universidad francesa, por lo que se contrataron profesionales mediante un concurso público. Unos pocos días luego de que los estudios fallaran, una empresa estadounidense encargada de vender artículos únicos a excéntricos millonarios decidió invertir una gran suma de dinero. Las únicas exigencias eran que el contenido del hallazgo arqueológico fuera resuelto en menos de dos meses, y una vez que los estudios estuvieran finalizados la compañía se quedaría con una copia del pergamino junto con  la información que éste contenía. En ese momento Rafael deicidio intervenir.

 

 

-¿Disculpe señorita Sophie, pero cuál es el interés de esta compañía en el pergamino y cómo se supone que recuerde todo esto?

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-No estoy autorizada para entregarle información sobre la compañia, pero descuide. El accionista mayoritario, que al parecer posee un gran patrimonio e influencias en el gobierno, está interesado en este pergamino. No debe preocuparse de nada, toda la información sobre el proyecto se le entregara junto con un computador personal, ya voy a llegar a esa parte- Contesto.

 

            Para descifrar el pergamino se habían contactado con varios especialistas y grupos alrededor del mundo, arqueólogos, ingenieros, historiadores y un conjunto de varias otras profesiones. Todos trabajarían simultáneamente pero de forma independiente para acelerar el proceso. El museo Louvre estaba clausurado por orden del gobierno francés durante toda esa semana para estar al servicio del equipo de investigación, donde se sostendrían las reuniones con los diferentes grupos de profesionales, se establecerían servidores y una plataforma electrónica para respaldar toda la información relativa a los avances con la infraestructura ya disponible en el museo, rica en recursos y seguridad. Cada grupo o persona tendría un computador especial, con conexión directa a los servidores de la compañía donde la información seria recolectada y analizada para luego ser distribuida cada cierto tiempo al conjunto de equipos, con el objetivo de ayudarlos en su investigación. En ese momento Sophie le extendió el computador que se encontraba en la mesa. Tenía prohibido conectarse a cualquier red que no fuera a la de la compañía, de hacerlo el disco duro seria borrado y se cancelaria su contrato, expulsándolo del proyecto. También tenía prohibido contactarse con el resto de los grupos de investigación, sólo podía comunicarse con Sophie mediante un celular que le entrego durante la reunión, el cual estaba intervenido. El secretismo empezaba a molestar a Rafael pero faltaba la mejor parte. El gobierno Francés conservaba cierta participación en el proyecto, haciendo que toda información vinculada con el pergamino fuera confidencial, por lo que compartirla se consideraba un delito y seria penada por la ley. Finalmente, para terminar con una reunión que parecía sacada de una película de espías, Sophie le revelo quizás la parte más llamativa del proyecto.

 

 

-El nivel de confidencialidad puede parecer exagerado pero le aseguro que es similar en todos los proyectos de esta envergadura. No tiene de que preocuparse, sólo debe asegurarse de no compartir información con nadie, sólo concéntrese en intentar descifrar el pergamino, si no logra ningún avance en los próximos dos meses no habrán penalizaciones y el pago minino le será entregado de todas formas- Dijo la joven para intentar calmar un poco a su invitado, luego de una pausa prosiguió- Por otro lado, todos los avances que realice, por pequeños que sean, se traducirán en un bono a su paga final. En el remoto caso en usted lograse descifrar la totalidad del pergamino, se le entregara un bono especial que esta detallado en la información adjunta en el computador y en su contrato.

 

            En ese momento, la joven francesa se levanto para buscar una carpeta en un escritorio trasero que luego le entrego a Rafael. Le indico que lo abriera y él obedeció. En el interior se encontraba su contrato, bastante pequeño para un proyecto con tantas restricciones, no eran más de quince paginas. Se tomo su tiempo para leerlo, todo lo escrito era exactamente lo mismo que le había indicado Sophie, sin embargo quedo estupefacto al llegar a las especificaciones de las bonificaciones. El pago mínimo era de veinte mil dólares, cada avance en la investigación era recompensado con otros diez mil dólares. Lo más absurdo era el monto en el caso de resolver el enigma del papiro en su totalidad, una ridícula suma de cien mil dólares.

 

            Si bien la confidencialidad y restricciones legales eran intimidantes, el pago por el trabajo era muy seductor, sobre todo considerando que además su estadía era totalmente cubierta por la compañía. Por otro lado Rafael no tenía muchos conocidos en Paris ni intenciones de filtrar algún tipo de información, rechazar esa oportunidad no era una opción, más aun estando desempleado. Era definitivo, firmo el contrato y se lo extendió a Sophie.

 

-Muy bien señor Rafael, ahora es parte oficialmente del proyecto. Debe llevarse el computador junto con el celular para poder contactarse conmigo. Cuando inicie su sesión por primera vez con el usuario y contraseña especificados en el contrato, recibirá un documento digital con toda la información que necesite para empezar su investigación, de todas formas siempre puede llamarme. También recibirá una copia exacta del pergamino en formato digital, sólo se entregara una vez por lo que es fundamental que no la borre y no pierda su computador. Como le dije, periódicamente va a recibir información recolectada de todos los equipos de investigación para ayudarlo en su avance. Finalmente debo hacer énfasis en que no puede salir de Paris en estos dos meses, puede cambiar de residencia si lo desea pero debe ser dentro de la ciudad y mantenernos informados de su ultimo paradero. Ahora lo acompañare hasta la salida.

 

Regresar al índiceCapítulo 5: Iniciación by Faldors
Author's Notes:

Capitulo bajo corrección, cualquier comentario es siempre bienvenido.

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Capitulo bajo corrección, cualquier comentario es siempre bienvenido.

            Mientras Anib atravesaba la pieza en dirección a la silla se sentía ahogado por la intensa luz que atravesaba los velos de seda del balcón. Era una luz que nunca había visto antes, de un blancor único y relajante que le hicieron olvidar por un breve instante toda la angustia y miedo de los últimos días. A pesar de que no estaban lejos de lo que solía ser su prisión, parecía ser que se encontraban en un lugar distante, en otro mundo similar a un sueño con un sol suave y cercano, totalmente opuesto al calor hostil y asfixiante de su celda. Al sentarse era alguien distinto, esa pequeña caminata de unos cuantos segundos fueron suficientes para darle energía y seguridad, súbitamente ya no experimentaba miedo o ansiedad sobre su futuro, sobre el sacerdote o sus posibles castigos.

            Frente al él se encontraba el balcón con las cortinas de seda balanceándose al ritmo del viento, y la cegadora luz que entraba desde afuera simulaba un fondo blanco similar al marfil. Al observar hacia abajo descubrió la gran mesa cuadrada, con un hermoso grabado en él que claramente no era egipcio. Parecía ser un árbol, pero como ninguno que Anib hubiese visto antes, con interesantes formas y símbolos totalmente desconocidos. Sobre la mesa se encontraban siete objetos diferentes que le llamaron la atención, de alguna forma le parecían familiares. Desde atrás de su espalda fue capaz de escuchar la voz del sacerdote.

-Muy bien, comenzaremos tu evaluación de aprendiz para ver si eres realmente digno de llevar el nombre que te di y de heredar el conocimiento que poseo. Frente a ti se encuentran siete objetos distintos cada uno con un significado especial. Los hare funcionar y quiero que me digas en el menor tiempo posible la primera cosa que se te venga a la mente. Si te demoras mucho habrás fallado la prueba. Voy a considerar tu primera palabra como la más importante de todas, luego si quieres puedes darme una descripción adicional. Empecemos.

            El sacerdote apareció entonces por el costado izquierdo de Anib y se acerco al primer objeto, el cual consistía en una cuerda tensada en sus dos extremos por varas de madera. El largo y esquelético dedo índice del anciano perturbo la cuerda, haciendo sonar un suave sonido en toda la sala. El joven hablo inmediatamente al escuchar el sonio.

-Vibración. La cuerda al moverse me recuerda las ondas sobre el agua del Nilo, los granos de arena del desierto al moverse con el viento y las noches en las canteras, uno de los esclavos hacia sonidos con tres cuerdas unidas en un mástil de madera. Más tarde fue castigado por los guardias quienes le rompieron su instrumento.

            Luego la mano del anciano se acerco al segundo objeto, una bola metálica que colgaba por una cuerda desde un soporte. Un pequeño empuje hizo que la bola comenzara a oscilar. Luego de un breve instante Anib hablo nuevamente, instintivamente fuertes ideas nacían en su mente.

-Ritmo, el ir y venir de la bola me recuerda el caminar de la gente que vi mientras llegaba a la ciudad, el pasar del tiempo con la aparición del Sol y de la Luna en el cielo e incluso el  movimiento rítmico del fuego.

 

            El tercer objeto consistía en algo similar a un pequeño reloj de arena, dos compartimientos de madera separados, uno cónico y en altura con un agujero en su extremo inferior y el otro cuadrado para recibir la arena abajo. El sacerdote vertió los granos en el cono y estos empezaron a caer suavemente en el cubo inferior. Nuevamente era el turno de Anib para hablar.

-Flujo, el caer de los granos es, al igual que antes, similar al flujo del rio y de las personas. Todos los objetos parecen moverse o dejarse llevar por un flujo como las canoas por la corriente del agua, el césped por el viento e incluso la luz que llega a través de la cortina blanca por el balcón.

            Luego de unos instantes el sacerdote se acerco al cuarto objeto, el cual consistía en un pequeño pote de arcilla con tierra en su interior y granos de distintos tipos en su superficie. También se podían ver pequeños brotes de plantas y un tallo mayor con pequeñas hojas comenzando a nacer.

-Creación. Las plantas me recuerdan la creación y crecimiento de la vida.

            El quinto elemento consistía en pequeñas figuras de madera simbolizando una familia. Esta vez Anib tomo más tiempo en hablar, no recordaba su familia ni lo que significaba vivir en una, sin embargo aun podía sentir el apoyo de su amigo Af en las canteras, ese sentimiento de hermandad y protección fueron lo que lo ayudo para continuar con la prueba.

-Unión. Las relaciones humanas me recuerdan la unión entre las cosas y sus relaciones al igual que cuerdas que unen diferentes objetos. Recuerdo como todos los esclavos éramos amarrados por largas cadenas para ser llevados a las canteras al igual que una familia está unida por las cadenas del afecto. Independiente del contexto todos estamos unidos, todo parece estar unido.

            Las ideas se formaban cada vez con más fuerza en la mente de Anib mientras llegaban al final de la prueba. Súbitamente era capaz de recordar todo lo que había aprendido en las canteras, en particular conversaciones con Af que antes no era capaz de recordar producto del encierro. La seguridad y tranquilidad lo invadían y junto con la quietud del lugar sus pensamientos atrapados eran liberados. Estaba preparado para el sexto objeto, esta vez se trataba de un jarrón de cerámica roto en pedazos. Inicialmente Anib pensó en destrucción e ira pero rápidamente entendió que ese no era el mensaje que realmente existía tras el los trozos de arcilla cocida repartidos sobre la mesa.

-División. Las partes distintas del jarrón me recuerdan las divisiones generadas con el tiempo de un Todo más grande e importante que alguna vez existió.

            Finalmente el ultimo objeto consistía en dos frascos vítreos que contenían dos substancias en su interior, una negra similar a un concentrado de cenizas con arena obscura y el otro de leche blanca.

-Opuestos. Me recuerda la oposición que hay entre todas las cosas, el encarcelamiento y la libertad, el movimiento y la quietud, la unión y la división.

            Luego de las últimas palabras de Anib se produjo un largo silencio. La expresión en la cara del sacerdote era distinta a la de otras veces, ahora era seria y con un aire de sorpresa. Cuidadosamente se llevo los objetos dejando la mesa limpia con el grabado del árbol descubierto e iluminado por suaves rayos de luz blanca, luego se dirigió nuevamente a Anib.

 

-Eres la segunda persona que logra pasar esta prueba a la perfección. Lo que has nombrado y lo que está representado en cada uno de esos siete objetos se denominan "Propósitos", son las siete reglas fundamentales bajo las cuales existe nuestro universo. Existe un balance fundamental que permite que todas las cosas permanezcan en orden y harmonía, son las relaciones entre estos siete Propósitos los cuales son Vibración, Ritmo, Flujo, Creación, Unión, División y Polaridad. Las interacciones entre ellos son las encargadas de que el Maat[1] se conserve, cualquier cambio en uno de los Propósitos es contrarrestado por otro alterando el orden de todo lo existente. Antes de terminar necesito hacerte una última pregunta, ¿Cuales han sido tus emociones a lo largo de este día en el templo?

            En ese momento Anib recordó el escalofriante camino a lo largo del lúgubre pasillo y la enorme tranquilidad que le dio la blanca luz del balcón.

-Pase del miedo incontrolable en el pasillo a la tranquilidad máxima aquí gracias a la luz.

-Ese camino representa la ascensión del iniciado Anib, se sube desde el miedo en la ignorancia hacia la serenidad del conocimiento y la Verdad. Ahora eres oficialmente un aprendiz de alquimista, tu trabajo y el mío es el de controlar con el tiempo los siete Propósitos que te explique anteriormente, para que con el tiempo sirvan a la voluntad del hombre por sobre el resto de las cosas. Yo soy un maestro alquimista y sacerdote, me han conocido con muchos nombres pero tú puedes decirme Gha. De ahora en adelante eres mis aprendiz, tu vida me pertenece y a cambio te daré conocimiento y junto con eso poder. Te quedaras acá en el templo y mañana serás llevado a una escuela de escribas, necesito que para empezar te instruyas en la escritura y en las diferentes lenguas, sólo después empezaremos tu entrenamiento alquímico verdadero.

-Disculpe sacerdote Gha, ¿Quién fue la primera persona en cumplir la prueba a la perfección?- pregunto impertinentemente el joven.

-Eso es algo que sabrás con el tiempo, por ahora no debes hacer preguntas, sólo sígueme y cumple las tareas que te asigne.

 

[1] Maat: símbolo de la Verdad, la Justicia y la Armonía cósmica en la mitología egipcia.

Regresar al índiceCapítulo 6: Pesadillas by Faldors
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Todos los comentarios son bienvenidos y deseados!
Saludos!

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            Desde que había dejado el Louvre luego de su reunión con Sophie, Rafael se sentía intranquilo. Ciertamente los hechos hasta ese momento indicaban que no tenía razones para tener miedo o inseguridad, hasta donde sabia todo se trataba de un simple proyecto de investigación arqueológico financiado por una empresa extranjera y el gobierno francés. Su única obligación era respetar las bases de confidencialidad de su contrato y todo iría bien, sin embargo las colosales recompensas y el hermetismos entre los distintos grupos de investigación le generaban ciertas sospechas. Desde muy joven Rafael siempre defendió la libertad de compartir información ya que consideraba la solidaridad intelectual como un pilar fundamental para el progreso tecnológico, miraba con desconfianza el control de la información por parte de agentes externos con conflictos de interés y esto le había costado su reciente despido. Finalmente luego de un rato la aceptación se apodero de él dejando de lado su desconfianza, de todas formas ya había firmado el contrato y no se encontraba en posición de empezar un procedimiento legal para anularlo, sólo debía aguantarse durante un mes y si lo deseaba podía marginarse de la investigación, dejando de lado el pergamino y cualquier intento de hacer avances. Mientras el tren de pensamientos e inseguridad inundaba su mente de regreso a casa, logro percatarse que en el vagón contiguo al suyo se encontraba una silueta familiar. Repentinamente puso toda su atención en ella para intentar recordar donde la había visto antes, se trataba de una figura alta y maciza, probablemente un hombre, portaba un abrigo café largo que llegaba casi hasta el suelo y una bufanda blanca a rayas negras tapaba gran parte de su rostro. Nada de eso era extraño para el frío invierno parisino, pero además el hombre llevaba anteojos de sol y tenía un tatuaje en su cara. Luego de unos instantes Rafael logro ver con claridad parte del rostro y reconoció instantáneamente el circumpunto[1] carmesí en el centro de la frente, lo había visto antes cuando entraba al Louvre persiguiendo a Sophie. El misterioso hombre empezó a girar lentamente el rostro y Rafael decidió apartar rápidamente su mirada para evitar  algún tipo de contacto problemático, pero la verdad es que ya se sentía incomodo. Progresivamente la paranoia comenzó a volver a su mente y su imaginación dio rienda suelta a todo tipo de teorías de persecución.

 

            Intento mantener la calma pensando en lo ridículo que eran sus suposiciones, muy pocas personas sabían que se encontraba en Francia y nadie fuera de Sophie sabía sobre su participación en el proyecto y su actual dirección. Incluso si alguien supiera toda esa información no estaría interesado en él, no era particularmente rico, no tenía muchos familiares cercanos y aún no sabía mucho del pergamino. Durante los veinte minutos de viaje que le quedaban intento dejar su mente en blanco e ignorar al extraño hombre del otro vagón. Al llegar a su destino se bajo torpemente del metro producto su excesiva concentración en calmarse y no llamar la atención, lo cual al final seria inútil, ya que unos pocos pasos cerca de la salida de la estación volvió a ver de reojo al extraño pasajero del tatuaje siguiéndolo a sus espaldas. Rafael comenzó a acelerar el paso con el objetivo de perder a su supuesto captor en algunas de las calles cercanas, no quería llegar hasta su departamento con él extraño hombre siguiéndolo. Luego de diez minutos de caminata acelerada lo perdió de vista y a pesar de estar más relajado decidió volver rápidamente a su casa, ya estaba oscureciendo y el frío calaba los huesos. Una vez en su hogar se dio una ducha caliente mientras se calentaba el agua para un café. Afortunadamente el edificio a pesar de ser antiguo tenia buena calefacción para escapar al frío y a sus recientes preocupaciones. Luego de relajarse completamente, Rafael decidió encender el computador portátil que le había entregado Sophie. Con unos segundos de navegación descubríos que a pesar de tener acceso a internet no podía ingresar a ninguna pagina a excepción de la que venía establecida por defecto. Ahí ingreso un usuario y contraseña que venían especificados en la copia del contrato que le habían entregado y una vez dentro recibió inmediatamente tres mensajes. Uno era una copia digital del contrato, otro una explicación rápida de las funciones del computador y el ultimo consistía en la copia digital del pergamino en cuestión.

 

            Al abrir la imagen inmediatamente Rafael quedo confundido; si bien el pergamino parecía tener bastante edad, los símbolos escritos en él parecían intactos, como si hubieran sido escritos durante esos últimos días. Supuso que quizás la imagen había sido tratado con algún software para destacar mejor los símbolos y facilitar su trabajo, pero a pesar de eso nada parecía tener mucho sentido. No eran jeroglíficos egipcios ni ninguna otra lengua antigua de la que Rafael tuviera conocimiento, tampoco se podían observar patrones de repetición a simple vista ni una dirección privilegiada de escritura como se esperaría, más bien parecía una mezcla extraña de garabatos sin sentido. Lo primero que pensó era que el pergamino era una basura, probablemente un ensayo de escritura de algún aprendiz de escriba joven y con pésima caligrafía. Estaba exhausto, la fatiga por la falta de sueño junto con el frío y la ultimas emociones del día lo obligaron a irse a dormir temprano.

            Durante una semana estuvo analizando el pergamino sin ningún resultado, no encontraba coherencia en los símbolos escritos y la información que le llegaba de los otros grupos de investigación era inútil. En un principio su bandeja de entrada se lleno con mensajes con información de los otros equipos pero con el pasar de los días el flujo se detuvo completamente. Probablemente estaban todos estancados sin pistas ni ideas de cómo resolver el enigma, si es que exista tal cosa. La frustración de los primeros días dio más fuerza a la idea de que todo era una pérdida de tiempo y que no había ningún significado especial en el pergamino. Sin embargo extraños fenómenos comenzaran a suceder conforme pasaba el tiempo. Rafael empezó a experimentar extrañas pesadillas que lo despertaban a mitad de la noche, soñaba que corría a lo largo de un extraño pasillo con rostros y manos que intentaban atraparlo mientras una extraña sombra lo perseguía. Al pasar cerca de espejos le parecía ver siluetas que en realidad no estaban ahí e incluso durante el día tenía extrañas visiones que duraban no más de un segundo sobre una torre en la mitad del desierto. Lo más extraño era que mientras más tiempo pasaba mirando el pergamino más visiones y pesadillas tenía. Pensaba que se estaba volviendo loco, que estaba desarrollando algún tipo de esquizofrenia o que quizás esas ridículas historias de momias y maldiciones de tumbas eran ciertas, pero a pesar de eso su inquietud por observar el pergamino crecían y no podía detenerse. Eventualmente se convenció solo de que sí existía un mensaje encriptado y que de hecho éste quería que él lo resolviera.

            Luego de dos semanas Rafael apenas salía de su casa, sólo hacia viajes cortos para ir a comprar los víveres que necesitaba a un almacén cerca y no saludaba a nadie. De hecho no le prestaba atención a nada, sólo a la imagen del pergamino en su mente. La misma pesadilla de siempre se había hecho más clara y escalofriante, corría a lo largo del mismo pasillo obscuro con gente agonizante tratando de atraparlo mientras una bestia indescriptible lo perseguía. Al otro extremo podía ver una gran puerta iluminada por dos antorchas pero nunca la alcanzaba ya que el sueño se acababa justo antes de que lo atraparan. Se despertaba exaltado con una gran descarga de adrenalina que luego lo dejaba muy cansada sin poder recuperarse en todo el día. Al termino de la tercera semana, con sólo siete días para que se acabara el plazo establecido por la compañía para resolver el acertijo y sin ninguna pista útil de los otros equipos, Rafael volvió a tener la misma pesadilla, pero esta vez un nuevo elemento apareció en ella. Al estar cerca de la gran puerta iluminada por las dos antorchas la figura de un hombre apareció. Se trataba de la misma silueta que le parecía ver en los espejo durante el día, llevaba puesta una máscara que portaban los sacerdotes del dios egipcio Tot, divinidad de la sabiduría y de la magia. En su mano derecha llevaba un pergamino y en su mano izquierda lo que parecía ser un llavero forjado en oro con siete llaves distintas, cada una con un símbolo distinto, y en parte superior de su máscara, en su frente, tenía grabado un circumpunto. En ese instante Rafael se detuvo y se dio media vuelta para observar la bestia que lo perseguía pero que nunca había visto. Se trataba de un hombre sin rosto, rodeado de cadenas  incandescentes como si estuvieran al rojo vivo, parecía levitar en lugar de correr y tenía cuatro ennegrecidas alas. Atrás de la criatura que se aproximaba Rafael lograba ver una enorme torre que le parecía muy familiar, pero justo antes de poder identificarla  la bestia lanzo un horrible chillido que no logro comprender e hizo que se despertara.

 

            Al día siguiente el joven que parecía haber envejecido diez años producto del encierro de las últimas semanas decidió tomarse un descanso. Salió para dar un paseo y liberar su mente pero la imagen de su ultima pesadilla no lograba dejarlo tranquilo, en particular por la horrible criatura que lo perseguía. Empezó a pensar que lo mejor era dejar al pergamino de lado y marginarse de la investigación, de todas maneras quedaban sólo seis días para que todo se terminara y al parecer nadie tenía pistas. Mientras estaba sentado en una banca en un  parque en medio del frío le surgió una idea que lo hizo correr de vuelta a su departamento. Era la hora de almuerzo al llegar a su casa pero lo olvido por completo, agarro rápidamente una hoja blanca de papel y decidió dibujar un gran circumpunto en su centro e hizo lo mismo en su frente con la ayuda de un espejo. Luego comenzó a copiar los símbolos del pergamino que coincidían con los de las llaves que había visto en la pesadilla de la noche anterior alrededor del circulo que tenia dibujado en su hoja. Cuando termino de copiar el séptimo símbolo un intenso destello comenzó a brillar desde el punto central de la hoja y también en su frente, entonces una cascada de imágenes apareció en su mente. Nuevamente apareció la torre de su sueño pero esta vez si logro reconocerla, se trataba de un dibujo de la torre de babilonia construida por humanos y destruida por Dios, luego apareció una imagen de una tabla hecha de esmeralda con algo escrito en ella que Rafael no logro reconocer, luego se materializo la imagen de un mapa de Egipto con una cruz marcada en donde se termina el delta del Nilo, rápidamente apareció un templo que Rafael no había visto antes y luego una imagen del pasillo de su pesadilla con el mismo hombre con mascara cerca de la puerta. Todas las imágenes parecían formarse a gran velocidad sin que Rafael pudiese fijarse en todos los detalles, pero con la aparición del joven sacerdote enmascarado todo pareció calmarse. Repentinamente se encontraba en una canoa flotando en medio del Nilo junto con el sacerdote que sostenía cuatro pergaminos entre los cuales se encontraba el que Rafael estaba investigando. El sacerdote se lo entrego y le mostro otro papiro diferente, con más símbolos y señalo con su dedo índice hacia el frente. Rafael fijo la mirada en la dirección en que se desplazaba la canoa y en el horizonte logro ver un lugar que reconoció inmediatamente, se trataba de la antigua basílica Santa Sofía en Estambul. El sacerdote dejo caer entonces el segundo pergamino al río, el cual se fue flotando en la misma dirección de la canoa. Repentinamente extrañas manos comenzaron a salir desde río y detuvieron la pequeña embarcación, el sacerdote había desaparecido y todo se obscureció. Rafael dio media vuelta y quedo inmovilizado por el terror, nuevamente se dirigía hacia él la horrible criatura de su pesadilla, esta vez volando desde el cielo con sus grandes alas cubierto por una nube de polvo negro y una lanza en su mano derecha. Súbitamente se detuvo en medio del cielo negro y nuevamente grito un horrible chillido que esta vez sí pudo comprender, en todo el lugar resonó el angustiante sonido "¡Anib!". Luego las cadenas incandescente que rodeaban al aparente ángel aparecieron entre las manos que sostenía la canoa e inmovilizaron a Rafael. La bestia levanto su mano derecha y mientras gritaba nuevamente "¡Anib!" tiro con todas sus fuerzas la lanza al joven arqueólogo. Justo antes de ser impactado este despertó.

 

            Frente a él se encontraba el papel con el circumpunto y los símbolos copiados. El símbolo que se había dibujado en la frente ahora estaba quemado pero no le dolía, había quedado marcado como una cicatriz. Aturdido por lo que había pasado se percato que estaba obscuro, miro su reloj y descubrió que habían pasado seis horas desde que había llegado del parque. Completamente confundido se levanto para ver afuera de la ventana y confirmar que era de noche y todo había sido un sueño. Al mirar por la ventana quedo totalmente congelado, del otro lado de la calle se encontraba el mismo hombre que había visto dos semanas antes en el metro, con el mismo abrigo café, la misma bufanda y la misma marca en su frente mirando fijamente hacia Rafael. Pareció pasar una eternidad mientras se miraban hasta que sonó el celular que le habían dado para el proyecto y corrió a responderlo. Era Sophie.

-¡Rafael estas en grave peligro, los otros equipos de investigación han sido atacados debes venir inmediatamente al Louvre!- grito descontroladamente la muchacha.

 

[1] Circumpunto: imagen de un circulo con un punto en su centro.

Regresar al índiceCapítulo 7: Escriba by Faldors
Author's Notes:

Si pueden comentar algo después de leerlo estaría muy agradecido.

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            Luego de su prueba de iniciación Anib fue llevado al escriba Fikri, quien sería el encargado de enseñarle el secreto de las lenguas de acuerdo con la voluntad del sacerdote Gha. Fikri era un hombre de mediana edad con una contextura diferente al egipcio promedio de la época, con uno ancho mentón, rasgos faciales marcados y cuadrados, un pelo negro y corto con una barba mal afeitada producto del encierro en sus estudios, un poco más bajo que el promedio de altura pero robusto y musculoso, de tez tostada con unos pequeños y entrecerrados ojos verdes, a primera vista daba la impresión de ser hábil un guerrero. Sin embargo esa primera imagen no podía estar más equivocada ya que Fikri era un hombre pacífico concentrado en el estudio de la alquimia y de las lenguas antiguas, nunca había empuñado un arma en toda su vida y tampoco tenía intenciones de hacerlo. Si bien manejaba los conocimientos del cálculo al igual que el resto de los escribas del imperio, estaba marginado del cobro de impuestos o de labores públicas como los otros funcionarios de Egipto, su único objetivo era satisfacer las demandas del sacerdote Gha, que a pesar de ser una carga también representaba su oportunidad para concentrarse libremente en sus estudios sin preocupaciones económicas, todas sus necesidades estaban cubiertas.  Luego de años de trabajo el escriba manejaba a la perfección los jeroglíficos egipcios desde tiempos  inmemoriales, los diferentes dialectos que se hablaban a lo largo de todo el imperio y otros lenguas como el acadio y el sumerio. Además de eso, era un gran conocedor de la historia del imperio, su distribución geográfica, los ciclos de crecida del Nilo y toda la mitología egipcia, lo que lo hacían uno de los hombres más sabios de todo el imperio junto con el sacerdote. Vivía sólo en una cómoda casa en los sectores altos de Menfis, bastante grande para un solo hombre pero bien atendida por sirvientes, protegida por guardias y con suficiente espacio para guardar todos sus papiros y elementos de estudio, gozaba de total tranquilidad ya que se encontraba ubicado en un lugar apartado del centro de la gran y bulliciosa ciudad. Al llegar por primera vez Anib no podía creerlo, el lugar era hermoso y acogedor, hermosos jardines de flores rodeaban la casa con pequeñas estatuas ornamentales, baldosas de cerámica fabricadas y pintadas a mano tapizaban el suelo de la casa, hermosas cortinas de seda blanca como las del  templo dejaban entrar la cálida luz del sol que iluminaba todo el hogar y lo más importante de todo fue la cordial bienvenida que le dio su nuevo maestro.

            Efectivamente Fikri estaba muy entusiasmado con la idea de tener un nuevo aprendiz, estaba trabajando en una investigación muy importante por lo que había abandonado pequeños proyectos que podrían ser aten

La Verdad de los pergaminos by Faldors

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Un joven arqueólogo especialista en encriptología, Rafael, deberá estudiar nuevos pergaminos encontrados recientemente en excavaciones egipcias. Lentamente

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2024-11-18

 

La Verdad de los pergaminos by Faldors
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