Entrenando a un joven ninja by Okashira janet

 

 

 

Entrenando a un joven ninja by Okashira janet
Summary:

En la sangrienta epoca del Bakumatsu dos jovenes ninjas son entrenados para ser los puntos clave entre los Tokugawas y los Ishin Shishi M&A niños

Un enfrentamiento entre Aoshi y Susumu


Categories: PEACEMAKER KUROGANE, ANIME/MANGA, RUROUNI KENSHIN Characters: Ninguno
Generos: Angustia, Drama
Advertencias: Spoilers
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 1 Completed:Word count: 7900 Read: 769 Published: 26/02/2008 Updated: 26/02/2008
Summary:

En la sangrienta epoca del Bakumatsu dos jovenes ninjas son entrenados para ser los puntos clave entre los Tokugawas y los Ishin Shishi M&A niños

 

Un enfrentamiento entre Aoshi y Susumu


Categories: PEACEMAKER KUROGANE, ANIME/MANGA, RUROUNI KENSHIN Characters: Ninguno
Generos: Angustia, Drama
Advertencias: Spoilers
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 1 Completed:Word count: 7900 Read: 769 Published: 26/02/2008 Updated: 26/02/2008 Entrenando a un joven ninja by Okashira janet
Author's Notes:
Para leer este one-shot no es necesario haber visto la serie de Peacemaker Kurogane ya que uso muy poco a los personajes (solo a los hermanos Yamazaki), pero a mi parecer si debes conocer el anime de Rurouni Kenshin, sin mas que agregar los dejo con el fic                 Ciao
Author's Notes:Para leer este one-shot no es necesario haber visto la serie de Peacemaker Kurogane ya que uso muy poco a los personajes (solo a los hermanos Yamazaki), pero a mi parecer si debes conocer el anime de Rurouni Kenshin, sin mas que agregar los dejo con el fic                 Ciao-¿Y este niño?-
-No quiere hablar, esta mudo-
-Mmm, ¿Así que estas mudo?- el pequeño giró la vista hacía el hombre que lo veía con una sonrisa desde lo alto de un escritorio.
-Es en vano, te he dicho que no habla-
-¿Aquí podré vengarme de los imperialistas?, dígamelo- el hombre que acompañaba al niño se sobresalto, en todo el camino el pequeño no había dicho ni una sola palabra y de pronto salía con semejante pregunta.
-Eres el ultimo descendiente de la familia Shinomori ¿verdad?- el pequeño observó al anciano casi con un gesto desafiante.
-Sí, soy Aoshi Shinomori- el viejo sonrió, la dinastía Shinomori había dado siempre hombres fuertes, líderes, honorables pero terriblemente fríos y arrogantes.
-¿Cuántos años tienes?- el pequeño arrugó el ceño.
-Siete-
-¿Qué sabes hacer?, me refiero a técnicas de ataque, no puedes pertenecer a este lugar si no sabes hacer nada-
-Mi padre me adiestro con la espada-
-Tendrás una prueba, pero dime jovencito ¿Por qué no tomar la vida de un samurai?, creo que encajarías mejor-
-Tengo siete años- el anciano alzó una ceja, claro eso ya lo sabía, el mismo niño se lo había mencionado.
-¿Y?-
-¿Usted cree que alguien va a perder el tiempo con un niño de esta edad?, los ninjas me aceptaran porque para aprender artes ninjas se necesita ser muy joven, así la disciplina será casi como respirar para mi-
-Un niño instruido- halagó el viejo Okina sonriendo de lado –Miyamoto llévalo a una habitación-
-Enseguida- el hombre obedeció las órdenes y el chico lo siguió sin hacer más comentarios, de verdad que era un jovencito raro.

-Disculpe Okina ¿Quién era ese niño tan adorable?- una mujer de largo cabello negro azabache hizo su entrada en la habitación intentando ver a la distancia la figura del niño que se perdía en las escaleras.
-La nueva adquisición del Oniwabanshu, Shinomori Aoshi-
-¡¿De verdad es un Shinomori?- la mujer abrió los ojos como platos para luego palmotear alegremente –Yo pensaba que los habían matado a todos-
-Bueno, él quedo con vida-
-¿Cómo?, es muy pequeño para que pudiera defenderse de los imperialistas-
-Al parecer su padre lo salvo sacrificando su vida, así es esa gente-
-Sí, son unos hombres muy guapos, ¿Se acuerda Okina que yo estaba enamorada de Rioga Shinomori?-
-Calla niña que si te oye tu marido se molestara- la amonestó entre risas el anciano.
-Bueno eso no importa, ahora yo amo con todas mis fuerzas a Kaima, no debe ponerse a recordar cosillas del pasado-
-Hay Misao-chan, tú locura te va a traer problemas-
-Bueno pero no hablemos de mi ¿Qué piensa hacer con el niño?-
-Tiene toda la sangre de los Shinomori, en sus ojos se puede leer una audacia perfecta, si lo tratamos podría ser el mejor ninja que el clan haya tenido-
-Entonces lo entrenara usted- mas que una pregunta era una afirmación, el viejo sonrío.
-Vaya Misao-chan que rápido te anticipas a las cosas, pero creo que esta vez será tu suegro quien cuide de su formación-
-¿El okashira?- la joven abrió la boca y los ojos como si hubiese visto un fantasma –Pero eso es demasiado, ningún pobre niño aguantaría un entrenamiento tan fuerte-
-Pues si no lo resiste no nos sirve- exclamó el anciano haciendo un gesto desenfadado con la mano.
-Bueno eso ni quien lo discuta, pero me gustaría que lo lograra-
-Sí, parece un buen chico- el anciano regresó la vista a sus papeles, tenía muchas cosas que hacer por delante.
-¿Lo entrenaran aquí nada mas o ira con los otros?-
-Es un chico especial, un Shinomori de nacimiento, lo mas seguro es que el Okashira lo retenga aquí, nadie debe saber de una futura arma en potencia-
-¿Y si resulta que es un fracaso?-
-No lo creo, pero si así fuese no se perdería mucho, simplemente nos deshacemos de lo que no sirve y ya-
-Bueno, que remedio, voy a ver a Kaima, le diré que tenemos un nuevo cachorrito jugueteando por aquí-
-Podrá ser un cachorrito pero te aseguro que no esta jugueteando- la chica se volvió hacía el anciano y le hizo una mueca sacándole la lengua para después desaparecer por el pasillo, estaba ansiosa por contarle a su esposo de la llegada del hermoso niño de ojos azules.


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Aoshi bajó su morral y observó la habitación en la que se encontraba, pulcra, solitaria, sin nada superfluo; el único adorno parecía consistir en una ventana y casi por inercia el niño se acercó hasta ella, sus hermosos ojos azules se perdieron un momento en el paisaje que se extendía frente a él y entonces…
-Maldita sea- las palabras salieron quebradas y adoloridas desde el fondo de su garganta, había llegado hasta ese lugar y lo habían admitido, sí, el peso del apellido Shinomori era muy grande, por eso había tenido suerte, pero ahora ¿Qué quedaba de su familia?, nada, absolutamente nada, tan solo él, un niño que aún no lograba manejar a la perfección su espada.
Debía ser fuerte, debía ser el mejor, se los debía a los que habían muerto por él, no descansaría hasta que su espada fuera la más poderosa, para poder ser un digno Shinomori, un digno sucesor.
-Pequeño- el chico giró la vista y sus ojos azul eléctrico parecieron encolerizarse por la alusión a su edad.
-No te pongas así, vaya que eres explosivo- la mujer frente a él puso una mano en su cadera y sonrió coquetamente –Aquí en el Oniwabanshu tenemos reglas, no podemos dejar entrar intrusos ni seres débiles, no podemos comprobar que eres un intruso hasta pasado el tiempo pero si eres fuerte o débil se demostrara dentro de unas horas, trae tus armas muchachito, se te espera en el dojo- la mujer salió y Aoshi apretó sus puños para luego relajarse y dirigirse hacía su morral, a un lado de este había dos fundas, una contenía una espada japonesa y la otra guardaba en su interior una espada corta, se podía decir que era el juego normal de espadas samurai pero no era así, la espada corta era una kodachi, su padre y su abuelo la habían usado, incluso sabía que el Okashira la usaba pero él aún no lograba dominarla por completo, de hecho le era muy difícil pelear con ella, lo mejor sería usar una espada normal. Un suspiro escapó de sus labios, necesitaría de todas sus fuerzas para superar el reto.

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-¡He Okina!, ¿En verdad es un Shinomori?-
-Te lo puedo asegurar- el anciano y el viejo Makimachi se sonrieron mutuamente, no había nada más emocionante que ver en combate a una futura promesa.
-Pero Okina si resulta que el chiquillo es un fracaso tú tendrás que hacer guardia toda la semana como compensación-
-Te digo que se le nota el cobre, no te preocupes-
-¿De que no deben preocuparse ancianos?-
-¡Kaima-kun no seas grosero con tu padre!- un joven de mediana estatura y grandes ojos verdes se acercó hasta los mayores sonriendo.
-No me digas, Misao-chan ya te aviso del niño- Okina se llevo una mano a la frente fingiendo consternación.
-Ya la conocen, a veces no puede mantener la boca cerrada-
-¡Kaima te estoy oyendo!- de la nada unas sandalias se estrellaron en el rostro del apuesto joven dejándolo penosamente tirado en el piso.
-¡Misao-chan, si sigues así mi hijo quedara mas tonto de lo que ya es!- la amonestó su suegro sonriendo de medio lado.
-…l se repone, pero vamos ya a ver a ese niño, de verdad que es un encanto- ante el comentario los ojos del okashira se ensombrecieron.
-Misao-chan, sabes que aquí eso no importa, lo que necesitamos es que sea alguien de valor-
-No se preocupen, yo y el viejo Okina estamos seguros de que será un buen ninja-
-¡¿A quien le dices viejo?!-
-¡Okashira el combate está por iniciar!- el grito dejo a todos pasmados pero después de un momento se recuperaron y corrieron a toda prisa al dojo, la pelea prometía ser interesante.

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Aoshi levantó la vista cautelosamente e inspecciono la habitación, el dojo era extenso y en todas las paredes había armas e incluso sangre en algunas áreas, seguramente buenos combates se habían llevado a cabo en ese lugar. Pasó delicadamente su lengua por encima de su labio inferior, sentía que su sangre hervía, quería demostrarles que era bueno, quería demostrarle a todo el mundo que merecía el apellido que portaba.
-¿Estas listo chico?- la misma mujer de antes lo inspecciono de arriba abajo con una expresión divertida, Aoshi simplemente asintió.
-Bueno no estas de suerte para tu combate han decidido traer a Yamazaki Susumu, realmente estas perdido, no hay manera de que puedas ganar- el pequeño alzó una ceja y observó detenidamente al chico que se apoyaba en la pared opuesta del dojo, tenía el cabello puntiagudo y negro amarrado en una pequeña coleta, a su lado se encontraba una jovencita que observaba todo con frialdad, a simple vista no parecía muy peligroso.
-¿Han traído a Susumu-kun?- el susurró de Misao fue oído por Kaima quien asintió pasándole un brazo por los hombros.
-Pero eso es demasiado, desde sus primeros pasos Susumu-kun fue aleccionado en artes ninjas, Aoshi-kun no tiene nada que hacer frente a él-
-Susumu-kun será el arma secreta de los Tokugawas, nosotros los Oniwabanshu necesitamos a alguien que compita con él-
-Pero en estos instantes Aoshi-kun no es ese contrincante…-
-Lo sabemos- la respuesta a coro de los tres hombres provocó una mueca en el rostro de la joven, como odiaba que esos tres planearan cosas tan feas.

-Muy bien Shinomori, Yamazaki, prepárense- ambos chicos asintieron, Aoshi tomó la espada y la afianzó en su cintura, aunque era bastante alto para su edad la verdad era que la funda estaba peligrosamente cerca de rozar el suelo, el otro niño por su parte dio media vuelta y se puso frente a la chica quien le hizo una seña con los ojos para después acomodar algo bajo su gi.
-Susumu…-
-¿Si?-
-Recuerda que la audacia es la mejor arma de un ninja- el chico bajó los ojos en señal de haber entendido y Aoshi que estaba demasiado lejos para poder oír lo que susurraban simplemente frunció el ceño ¿Quién sería aquella muchacha?.
-¿Listos?- ambos niños asintieron con la cabeza ante las miradas atentas de todos los presentes.
-¡Empiecen!- Aoshi sujetó la empuñadura de la espada y se abalanzó hacía adelante pero… “Ha desaparecido” el pequeño sintió como sus ojos se ensanchaban ¿Cómo podía haber desaparecido así de repente?, era imposible, era… un presentimiento repentino lo hizo brincar hacía un lado y entonces un kunai pasó rozándole el cuello yéndose a encajar en el suelo de madera.
-Mmm, Susumu-kun realmente es bueno- lo elogió Misao alzando un dedo.
-Aoshi-kun no ha estado tan mal, si se queda parado es seguro que lo hieren de muerte- reflexionó el okashira poniendo un dedo bajo su barbilla, a pesar de ser de la misma edad que Aoshi, Susumu atacaba a matar.
-Demonios- gruñó el pequeño de ojos azules girándose con rapidez, el otro chico lo observaba desde el techo ¿Cómo podía estar agarrado del techo?, bueno no importaba, tenía que hacerlo bajar, de alguna manera debía llevar el combate a tierra.
Se impulsó con las piernas y dio tres maromas hacía atrás con gran velocidad salvándose así de quedar ensartado con alguna kunai, el otro chico por su parte cayó con gran elegancia en el centro del salón para después arrojar un shuriken que Aoshi no logro esquivar completamente ganándose una herida en la mejilla.
“Me esta ganando, debo hacer algo, debo hacer algo” el joven Shinomori empezaba a desesperarse, el tal Susumu parecía estar muy calmado, ¡Debía atacar!, la espada fue desenfundada en un acto veloz, demasiado veloz para ser notado, o al menos eso pensaba él.
-Mal…- la voz suave y carente de emociones del otro chico le provocó nauseas a Aoshi, su espada estaba entre las manos del adversario y no solo eso, una pequeña daga amenazaba su cuello.
Susumu sintió deseos de sonreír al ver a su rival perdido pero recordó que su hermana siempre lo amonestaba cuando dejaba ver sus sentimientos en una pelea, lo mejor sería terminar rápido y ya; adelantó con rapidez la daga, no hacía el cuello, le habían dicho que no debía matar al chico, además de que nunca antes había terminado con una vida, la misión de los ninjas era conseguir información casi en su mayoría, no pelear a muerte. La daga se dirigió con fuerza hacía el hombro del chico pero… las pupilas de Susumu sufrieron un ligero ensanchamiento cuando notó lo que había pasado, Aoshi había soltado la espada y dejándose caer al suelo lo había tumbado, el juego había terminado, al caer había arrastrado con él a su contrincante pero ya no había mas salidas, el único punto de Aoshi que podía atacar era su estomago pero eso inevitablemente le traería la muerte, le habían dicho que no lo matara pero…
-¡Basta!- la voz autoritaria del okashira obligó a Susumu a levantarse, pero Aoshi no se movió de su lugar, solo un pensamiento ocupaba su mente ¡Había perdido!, de no ser porque habían parado la pelea, él estaría muerto, había fallado por completo.
-Gracias por acceder a este combate Susumu-kun- el chico solo asintió con la cabeza.
-Para nosotros es un gran honor que se nos tome en cuenta Makimachi-san- comentó de forma respetuosa la muchachita que estaba al lado del chico al inició de la pelea bajando la cabeza en una reverencia, después de eso le hizo una seña a Susumu y ambos abandonaron el salón.
-Vaya Ayumu-chan es tan seria como siempre-
-Yo no diría que ella es seria sino que tu eres demasiado escandalosa para ser una ninja-
-¡¿Qué has dicho Kaima?!-
-Bueno basta, basta, alguien quiere decirle a Aoshi-kun donde va a entrenar de ahora en adelante-
-¿Qué?- el niño tragó saliva al tiempo que sus pupilas se dilataban de sorpresa.
-Sí, has pasado la prueba, al parecer aquí en el Oniwabanshu nos eres de utilidad- exclamó el okashira haciéndole una seña para que se parara.
-Pero yo perdí…-
-No del todo, fuiste muy rápido al momento de defenderte aunque eso sí, creo que todos estamos de acuerdo en que la espada japonesa no es lo tuyo- Aoshi se mordió levemente el labio, sí, de eso hasta él era consciente.
-Se te dará una habitación, Misao-chan…- acto seguido la joven de largo cabello azabache sonrió para después tomar al niño de la mano y prácticamente arrastrarlo hasta su cuarto, si hubiese sido otra persona Aoshi se hubiera enfadado pero la alegría de la joven lo tomo tan desprevenido que no pudo hacer otra cosa que seguirla sin rechistar.
-Oye Aoshi-kun, realmente estuviste fantástico-
-No lo creo…- sus mejillas se colorearon al instante, él no solía hablar con las demás personas ¿Por qué le contestaba con tanta naturalidad a una desconocida?.
-O claro que sí, lo que pasa es que Susumu-kun tiene muchísima practica, su hermana se ha encargado de su entrenamiento desde el momento mismo en que empezó a caminar-
-¿Su hermana?- nuevamente los colores se le subieron al rostro al pequeño ¿Por qué tanta confianza hacía aquella mujer?.
-Sí, la chica que viste a su lado, su nombre es Yamazaki Ayumu, ¿linda, no?-
-Mas o menos…- era inevitable, no podía retener las palabras frente a aquella joven de piel blanca como el marfil.
-Bueno es normal que las chicas aún no te llamen la atención, ¡o mira Aoshi-kun!, hemos llegado a tu habitación- la chica alzó un dedo señalando el shoji abierto que el niño se apresuró a pasar.
-Recuerda si necesitas algo solo llámame, soy Misao aunque bueno aquí todos me llaman Misao-chan, soy la esposa de Kaima el hijo del okashira-
-¿Usted es hija política del okashira?-
-Así es, pero intenta no llamarme de usted, me haces sentir vieja- la joven le guiñó un ojo y mandando un beso al aire se despidió de él alejándose por el pasillo, el niño cerró rápidamente el shoji y se recargó en la pared sintiendo los continuos golpeteos de su desbocado corazón y el rubor rojo que iba cubriendo sus mejillas con terrible intensidad, esa mujer le hacía sentir cosas raras. Pero bueno ahora tenía que concentrarse en su misión, ese Susumu le había ganado humillantemente, debía superarlo, debía ser mejor.
-Pero él tiene a su hermana…- el lamento escapó de sus labios antes de que pudiera contenerlo así como también el dolor de su familia perdida, siempre intentaba esconder sus emociones pero ver a ese chico al lado de su hermana le había removido los recuerdos ocultos, las lagrimas pugnaron por salir pero él las retuvo, recordó que a pesar de ir ganando Susumu no había dejado ver ni una sola emoción, si quería ganarle tenía que ser mejor que él, siempre mejor que él. Pero… su fleco negro como la noche cayó sobre su carita infantil y sus pupilas azules temblaron mientras se mordía los labios con fuerza, no iba a llorar, no iba a llorar, no podía llorar…


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-¡Aoshi-kun, cariño!- el jovencito levantó la vista de su tarea, se entretenía tallando una madera que le serviría para fabricar una trampa y la amistosa voz lo había distraido.
-Misao-san-
-¡Oiii, Aoshi-kun eres realmente malo!, ¿Cuántas veces te he dicho que no me llames tan formalmente?, por dios llevas tres años aquí y parece que no aprendes, yo no se que voy a hacer contigo, cuando…- la mujer siguió hablando y el chico simplemente bajó la mirada y siguió con su tarea tratando de ocultar el sonrojo de sus mejillas, Misao siempre hablaba demasiado, mucho mas ahora que estaba embarazada y no podía desquitar su energía en otras cosas.
-Pero Aoshi-kun ¿Me estas oyendo?-
-Yo siempre le presto atención Misao-san- contestó el niño poniéndose de pie, había terminado con su trabajo.
-Bueno, como te iba diciendo, las cosas están algo revueltas así que no se te ocurra salir del cuartel, todos sufriríamos si algo te pasara-
-Entiendo Misao-san-
-Chiquillo, en verdad que no cambias…- la joven mujer pasó sus dedos por entre el sedoso cabello del niño sonriendo y el chico simplemente se dejo acariciar al tiempo que cerraba los ojos disfrutando del gesto, amaba que Misao lo tratara así, le recordaba el tiempo en que su madre solía acariciarlo hace ya tantos años.
-Misao, cariño ¿Estas aquí?- la voz potente de Kaima provocó que Aoshi diera un rápido paso atrás y que Misao sonriera al tiempo que se daba la vuelta.
-Sí, aquí estoy con el bombón de Aoshi-kun-
-Misao no seas descarada, ¿Quieres que me encele?- los ojos verdes del joven observaron con picardía a su esposa y el pequeño no pudo hacer otra cosa que mantener su actitud fría de siempre.
-Y tú Aoshi-kun ¿Coqueteas con mi esposa?-
-Yo sería incapaz Makimachi-san-
-O, siempre tan correcto- exclamó con un suspiro el joven -deberías bromear de vez en cuando, aunque eres un ninja las emociones pueden salir a flote si estas en confianza-
-Comprendo Makimachi-san- los ojos verdes del joven finalmente reflejaron la derrota, Aoshi jamás cambiaría, era el ninja que todos habían vaticinado que sería y pedirle que cambiara no era ni remotamente posible.
-Bueno solo quería decirles que por nada del mundo se les ocurra salir, las calles están muy revueltas, esos rurounis andan de un lado a otro y no es bueno que ustedes se topen con alguno de ellos-
-Bueno de cualquier forma no pensaba salir con esta gran barriga que me cargo- suspiró la joven pasando su mano por encima del abultado vientre, llevaba ocho meses de embarazo y la verdad ya no podía hacer gran cosa en esos días.
-Que bueno, así no me preocupo por ti- respondió el joven dándole un golpecito juguetón en la nariz –Aoshi-kun voy a salir a reunir información te encargó que cuides de Misao-
-Como usted ordene Makimachi-san- una sonrisa se dibujó en el rostro del joven al tiempo que se despedía con una seña, sus ojos grandes, verdes y brillantes fueron lo ultimo que Aoshi vio antes de irse a entrenar dejando a Misao canturreando en el pasillo, tenía que entrenar kempo durante tres horas diarias, después seguía el entrenamiento con la espada de bambu, aunque siendo sincero, era malísimo con cualquier espada que no fuera una kodachi, una sonrisa se dibujo en su mente pues no así en su rostro, ahora que lo recordaba al inicio le había parecido que era al revés.


……………
……

..
.

Aoshi terminó su entrenamiento y alzó la vista para ver la luna, ya era muy tarde y él todavía no había cenado, la humedad en el ambiente presagiaba tormenta y el chico frunció el ceño, siempre era malo para un ninja que lloviera cuando estaba de guardia, siempre terminaban completamente empapados, eso sin contar que en cualquier segundo los podía alcanzar un rayo de improvisto.
-Aoshi-kun ¿Sigues de pie?, ya es muy tarde- la melodiosa voz de Misao sacó al niño de sus cavilaciones y justo iba a decirle que se encontraba bien cuando un fuerte griterío proveniente del recibidor los puso a los dos en alerta.
-¿Qué pasa?- Misao apretó los dientes, había sentido algo realmente horroroso dentro de ella, como un presagio de desastre, Aoshi no contesto sino que prefirió correr hacía donde los gritos subían de tono seguido de cerca por la joven que realmente lucía consternada.
-¡Pero…!- el grito se corto al tiempo que la joven se llevaba ambas manos a la boca, frente a ella se encontraba Ritsuro (el compañero en guardia de su esposo), bañado en sangre y sostenido por otros dos hombres para mantenerse en pie.
-¿Qué ha sucedido?- el okashira se dirigió hasta el hombre con el rostro serio, antes que tratar heridas, antes de preocuparse por la vida o la muerte lo más importante para un ninja era la información. Ritsuro alzó la cabeza dejando ver un semblante sereno.
-Los imperialistas pretenden atacar, las cosas se salen de control, Katsura va ganando mas poder entre los rebeldes, la misión fue interceptada, información a salvo, Makimachi-san muerto- “Makimachi-san muerto, Makimachi-san muerto, Makimachi-san…” la frase pareció golpear de un lado a otro en la mente de Misao como si se atacara a si misma, no podía ser, no era posible.
El okashira frunció el ceño, su hijo había muerto, esa si era una verdadera desgracia, su boca se contrajo en un rictus de dolor y entonces…
-Ayuda…- el susurró de Aoshi fue escuchado por todos los presentes no tanto por el volumen sino por el hecho de que por primera vez desde que lo conocían el niño había dejado escapar una nota de verdadera angustia en su voz. El cuerpo de Misao se había desplomado y algo que parecía ser agua corría entre sus piernas, el chico no fue consciente de nada, no podía hacer nada, solo le quedo apartarse cuando los demás lo aventaron para llevarse a Misao, el parto se había adelantado, eso es lo único que había podido captar de entre todos los gritos acelerados y entonces, cuando por fin pudo girar la vista a su alrededor descubrió que estaba solo, de nuevo solo…
“Aoshi-kun, te encargo que cuides a Misao” el compromiso se repitió en su infantil mente haciéndolo estremecer, no estaba cumpliendo con su misión, corriendo como poseso subió los escalones de par en par, debía cuidarla, debía ayudarla, debía proteger a la única mujer que lo hacía sentir verdaderamente amado.

-¡Debo entrar!-
-Un momento…- el tiempo que paso retorciéndose las manos como león enjaulado fuera de la habitación transcurrió tan largo como la eternidad, gente que entraba, gente que salía, trapos, toallas, agua, todo entraba blanco y salía rojo, todo entraba limpio y salía sucio. Gritos, pasos, ordenes y él en medio del caos, él esperando pacientemente como le correspondía a un ninja, fingiendo que no moría de desesperación, fingiendo que todo estaba bien mientras clamaba a dios una esperanza, fingiendo que su corazón no se rompía en pedazos con cada grito, con cada exclamación ahogada.
-¡Ahora!-
-¡Ahí viene!- las exclamaciones fueron precedidas por un potente llanto que inundó el cuartel de derecha a izquierda, Aoshi pasó saliva, sus ojos se llenaron de lagrimas, necesitaba entrar, debía entrar, por lo que mas quisieran debían dejarlo pasar.
Unos susurros ahogados fueron barridos por el bramido de la tormenta, llovía a cantaros, el viento frío se colaba por debajo de las puertas en forma de potentes aullidos que lo hacían estremecer, poco a poco su infantil cuerpecito desfallecía, los ojos azules cada vez estaban mas húmedos, quería llorar, quería suplicar, demandar que lo dejaran entrar pero… era un ninja, los sentimientos no eran admitidos, debía esperar, debía comportarse como lo que era, aunque su corazón latiera desesperado intentando revelarse.

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Que noche tan turbulenta, en unas cuantas horas el viejo okashira había sentido envejecer diez años, entre sus brazos se encontraba un bultito tibio y pequeño, tan pequeño que parecía imposible que se tratara de una personita, había nacido una niña, una niñita tan chiquita que era casi imposible que sobreviviera, sin embargo él se aferraba a la única esperanza que le quedaba en la vida; su hijo había muerto, su nuera, la siempre alegre Misao también había seguido sus pasos, tal vez era mejor así, esos dos se querían tanto que pensar siquiera en estar sin la presencia del otro les hubiese acarreado la desdicha eterna, ahora por lo menos los dos se hallaban juntos.
-Y a ti te han dejado conmigo- no sabía si sonreír o dejar caer una lagrima ¿Qué haría él con una bebita?, ¿Cómo cuidar de una pequeña cuando los tiempos eran de guerras crueles, de dolor y de miseria?.
El bultito se removió suavemente en sus brazos y el hombre la puso sobre un futón tapándola adecuadamente, toda la habitación estaba cerrada y oscura, no podían arriesgarse a exponerla, era demasiado pequeña, podría morir en cualquier instante. Con un suspiro el hombre se dirigió hacía el shoji y lo abrió rápidamente para no dejar entrar ni una sola ráfaga de aire, estaba por llamar a la mujer que alimentaba a la pequeña cuando…
-Aoshi-kun, ¿Qué estas haciendo aquí?- a pesar de encontrarse tan cansado los ojos del hombre reflejaron sorpresa, el niño se encontraba frente a él, sus ojos azules retadores y decididos.
-Nadie me ha dicho que ha pasado con Misao-san-
-¿No lo han hecho?- el hombre se frotó la sien cerrando los ojos, era cierto, las últimas horas habían sido de mucha agitación, enterrarían a Misao al siguiente día y todos se habían olvidado de Aoshi.
-Bueno Aoshi-kun seré directo, Misao-chan ha fallecido, la enterraremos mañana- ningún cambio aparente en el semblante del chico pero sus puños se apretaron con tanta fuerza que de seguir así se sacaría sangre.
-Entiendo Makimachi-san-
-Otra cosa Aoshi, bueno quisiera que vieras algo…- el hombre dudo un instante pero después puso una mano sobre el hombro del chico para guiarlo de vuelta a la habitación, él era demasiado grande para cuidar de una niña, pero quizás Aoshi…
-Como sabrás Misao-chan estaba encinta…- no hubo necesidad de mas palabras, después de que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad Aoshi avanzó hasta arrodillarse a un lado del futón, sobre el mismo se encontraba un bultito, una cosita que apenas y si dejaba ver unos mechoncitos negros brillantes, era tan pequeño, tan pequeño… el chico apretó mas fuerte los puños, era miserablemente pequeño y aún así le había causado la muerte a Misao, lo odiaba, odiaba a ese ser humano, le había quitado lo que mas apreciaba en el mundo.
-Que es lo que quería mostrarme Makimachi-san- la voz fría del niño no le causo ninguna impresión al viejo, de hecho ya esperaba que algo así ocurriera.
-Quiero que retires un poco la manta, solo un poco recuerda que es muy frágil- Aoshi asintió con los ojos velados y retiró suavemente la manta del rostro del bebe, como le gustaría que aquella criatura no existiera, como quisiera… Su dedo fue apresado con fuerza provocando que su ceja se alzara al tiempo que sus ojos observaban fijamente al recién nacido que dejo escapar un gran bostezo para después abrir los ojos.
La boca de Aoshi se seco, no lo esperaba, aquellos grandes ojos verdes y brillantes, como los de su padre, como a los que le había hecho una promesa, promesa que no cumplió.
-Vaya, así que tiene los ojos verdes, es la primera vez que los abre, todos estaban haciendo apuestas sobre si tendría los ojos de Misao-chan o los de Kaima-kun, como es una replica igualita a Misao-chan yo pensé que por lo menos tendría los ojos de mi hijo y no me he equivocado- la voz cansada del okashira hizo eco en la habitación para después perderse en la oscuridad.
-Entonces es una niña…- el chico había hecho conclusiones demasiado apresuradas al dar por sentado que se trataba de un varón.
-Así es, sabes, creo que lo mejor sería llamarla igual que su madre, después de todo no parece haber mucha diferencia entre ellas- Aoshi entreabrió los labios sintiendo deseos de llorar, en esa larga noche había sentido muchas veces el mismo impulso pero ahora era diferente, la piel de la niña era blanca como el marfil, sus ojos verdes como esmeraldas, el cabello negro azabache y se llamaría Misao. Quiso estrecharla contra sus brazos porque esa pequeña vida le había dado otra oportunidad a su alma, él le había prometido a Makimachi Kaima que cuidaría de Misao y eso iba a hacer, cuidar de Misao, de la pequeña Misao por siempre, los deseos de abrazar a la pequeña y susurrarle al oído lo que había decidido se hicieron mas fuertes, pero era un ninja, así que simplemente dejo que la bebe siguiera aferrándose a su dedo mientras en su interior se dibujaba una sincera y agradecida sonrisa.


5 A—OS DESPUES…
Decían que cuando cumplías 15 años ya te habías vuelto un hombre, Aoshi no sabía a ciencia cierta si ya era todo un hombre pero tampoco andaba por ahí dudándolo, menos ahora que oficialmente se había vuelto okashira…. ¡Okashira a los quince años! Era un logro que nadie, absolutamente nadie había logrado en toda la historia del Oniwabanshu. Se sentía orgulloso de su logro pero en su corazón no había espacio para la vanidad ni el engreimiento.
Eran años de guerra, de lucha, el Shinsengumi y el Ishin-Shishi no hacían mas que atacarse los unos a los otros y ellos, los ninjas, siempre quedaban en medio. Como líder de la organización tenía mas trabajo que cualquier otra persona, demasiadas cargas recaían sobre sus jóvenes hombros pero nadie parecía notarlo, para los demás él simplemente era Shinomori Aoshi, el mas grande y el mejor. Sus dientes se apretaron con fuerza, si los demás creían eso él no los defraudaría, sería el mejor para los demás, para sus hombres, para la gente que creía en él, para esa… su nueva familia…
-¡Aoshi-sama!!- un grito escandaloso obligó al joven a volverse pero no pudo ser lo suficientemente rápido y el bultito de cabello negro azabache se estampó contra sus piernas para luego caer al piso con una sonrisa.
-Misao… que se supone que estas haciendo- la niña ladeo la cabecita y alzó un dedo al tiempo que parpadeaba.
-Solamente lo saludo Aoshi-sama-
-Ah…- el joven fijó en ella una de sus miradas glaciales pero para la pequeña fue como si le hubiese sonreído.
-¡Aoshi-sama!, ¿Sabe que?, Hanya-san dijo que me iba a enseñar kempo-
-Eres muy pequeña- fue la seca respuesta del joven quien alzó una ceja al tiempo que la tomaba de la mano y empezaba a caminar, la pequeña siguió parloteando algo que sonaba a “yo ya soy grande Aoshi-sama” pero él paso olímpicamente de sus palabras, sus recuerdos nuevamente habían regresado al tiempo en el que solo era un niño de diez años, al tiempo en el que Misao le decía “Aoshi-kun” y no “Aoshi-sama”.

“Pero claro no es la misma persona” se dijo a si mismo el joven al tiempo que miraba de reojo a la pequeña de piel blanca como el marfil, quizás debido a que había sido prematura la niña seguía siendo muy bajita, mas que cualquier otro chico de su edad pero a cambio de eso era infinitamente hermosa, con sus mejillas siempre sonrosadas y sus grandes ojos verde esmeralda que hechizaban a quien la viera.
-¿Me escuchó Aoshi-sama?-
-…Sí…- (mentira total) la niña cerró los ojos sintiéndose satisfecha, le encantaba que su Aoshi-sama siempre la escuchara y además jamás la interrumpía.
-Misao debo…-
-¡Sí Aoshi-sama cuídese!- sin esperar siquiera a que terminara su frase la niña se alejó brincando por el pasillo.
-Esta niña…- murmuró el joven al tiempo que se daba la vuelta, era anormal que una persona tan feliz y sencilla existiera en esos tiempos, pero bueno Misao nunca dejaba de sorprenderlo.
-Jefe, tengo noticias- una figura mitad humano mitad demonio apareció repentinamente descolgándose del techo.
-Sí dime- el joven no pareció asombrarse, de hecho eso era algo muy cotidiano en su vida.
-Hiottoko ha descubierto que los rebeldes están cada vez en mayor proporción en la ciudad, los espías del Shinsengumi ya están trabajando en eso pero…-
-Te refieres a Yamazaki verdad-
-Sí, Yamazaki Susumu esta haciendo el trabajo pero parece que no le esta yendo muy bien-
-¿Lo han descubierto?-
-Según los informes van dos veces que casi lo atrapan- Aoshi alzó una ceja sin cambiar su expresión y se dirigió a su despacho donde se encerró sabiendo que sus subordinado se iría en cuanto terminara de darle su informe, últimamente los muchachos se habían aficionado mucho a jugar con Misao en sus ratos libres, pero pensándolo bien ¿A quien no le agradaba pasar el tiempo al lado de tan linda criaturilla?.
“Bueno, yo no lo hago” pensó el joven al tiempo que abría uno de sus cajones y sacaba el informe mas reciente de Shekijo (otro de sus hombres), pero no era tanto porque no le agradara sino porque no tenía tiempo, aunque por fortuna (o por desgracia) la pequeña siempre lo seguía a todas partes.
-Hora de atacar- el joven miró el cielo calculando la hora, en la noche le tocaría salir a dar una ronda, esa noche presagiaba tormenta… no le gustaban las tormentas.

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-¡Aoshi-sama, Aoshi-sama!-
-¿Qué quieres Misao?- la niña se paró en seco ofreciéndole al joven una de sus mas despampanantes sonrisas.
-Hanya-san me enseñó kempo, mire, una patada se tira ¡Así!- al tiempo que gritaba la pequeña levanto la pierna hacía su tutor golpeándolo en el muslo.
-Que bien- el muchacho frunció el ceño, ahora tendría que soportar las patadas de la pequeña por largo tiempo.
-Aoshi-sama ¿Hoy le toca salir?- la pequeña corrió hacía el balcón y el joven la detuvo justo a tiempo de que cayera por la ventana.
-Sí Misao hoy me toca salir-
-El tiempo se ve raro- la niña arrugó la nariz como si sintiera algo en el aire y el joven la observó con desconfianza.
-A que te refieres con que se ve raro-
-Parece que va a llover…- el comentario de la pequeña podría haber pasado como cualquiera de los otros comentarios sin sentido que solía decir todo el día pero no era así en esa ocasión, empezaba a anochecer y el cielo se veía limpio y despejado, ninguna persona no adiestrada podría saber que caería tormenta.
-¿Cómo sabes que va a llover?- Aoshi tomó a la niña por los hombros y se agachó para que sus ojos se clavaran en los de ella pero la pequeña se ocupaba siguiendo el camino que hacía una pelusa al caer al suelo sin prestarle atención a su tutor.
-Misao, te estoy hablando- repitió el joven ante los ojos distraídos de la niña.
-¿He?-
-¿Cómo sabes que va a llover?-
-Es fácil, ¿Ve esa franja morada tras las nubes? Cuando va a llover muy fuerte empieza a tomar mayor intensidad-
-¿Quién te ha dicho eso?- el muchacho apretó los dientes al tiempo que inconscientemente la estrujaba pero la niña solo parpadeó para después ladear su infantil cabeza.
-Hanya-san, ¡me encanta que Hanya-san me explique cosas!- El joven se puso de pie y salió del salón, la niña pareció no darse por enterada, había entrado un gato negro al cuarto y ahora sus peludas patas corrían peligro de ser atrapadas por las manos imparables de la chiquilla.
-¡Ven acá!- fue lo ultimo que el joven ninja escuchó al perderse por los pasillos, no entendía porque le molestaba tanto el hecho de que Misao aprendiera artes ninjas, después de todo ese sería su irremediable destino como nieta del antiguo okashira. Aunque pensándolo bien no era que le molestara sino mas bien que le preocupaba.
-Que demonios, no debería preocuparme- murmuró el joven al tiempo que tomaba sus armas y se escabullía por el tejado, como había dicho antes ese día le tocaba patrullar. La tarea no fue nada agradable cuando su vaticinio se cumplió y una fuerte tormenta empezó a azotar las calles, de hecho del otro lado de la ciudad había estado lloviendo todo el día, había numerosos charcos y los tejados estaban resbalosos.
Nada peor para un ninja que unos tejados mortalmente resbalosos; el muchacho se detuvo un momento y paseó la mirada a su alrededor, la ciudad parecía estar tranquila pero…
Sus ojos azules se abrieron con sorpresa (algo que no solía pasar normalmente) por las calles encharcadas un grupo de samurais llevaban arrastrando a una mujer, la joven lucía golpeada y realmente al borde de la muerte pero lo que lo había alarmado no era eso sino el hecho de que él conocía a la joven.
-Yamazaki Ayumu…- el nombre escapó de sus labios en un susurró, era ella, no podía equivocarse, la hermana de Susumu, la chica ninja que había estado apoyando a su hermano en su combate hace ya tantos años, la chica por la que él había sentido envidia de Susumu, era ella.
Sin perder tiempo el joven bajó del tejado y echo a correr en dirección contraria a la de los hombres, era difícil que un ninja solitario le ganara a tantos espadachines pero eso no era lo que lo obligaba a actuar de esa forma, por días, por meses, por años se le había dicho que los ninjas atacan en las sombras, un ninja que se deja identificar por el enemigo no es un verdadero ninja.
-Quien vive- un miembro del Shinsengumi que descansaba apoyado en un poste se enderezó rápidamente al escuchar un murmullo.
-Una mujer esta siendo arrastrada, parece que es de los suyos…- el joven Mibu volteó en todas direcciones pero no pudo ver a nadie.
“Bueno no importa, debe ser un espía” pensó al tiempo que corría a dar la alarma, que él supiera la única mujer del Shinsengumi que no se encontraba en la base era Ayu-nee, un escalofrío recorrió su espalda, de todas las mujeres del mundo esperaba que a la joven cocinera no le ocurriera nada.

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Lluvia, la tormenta seguía, se paraba y arreciaba, con rayos y truenos. La obligación de Aoshi ya estaba cumplida pero aún así se quedo esperando, vigilando, todos los miembros del Shinsengumi que estaban presentes en la base habían ido a intentar rescatar a la joven, todos menos su propio hermano… Susumu…
Aoshi sonrió de medio lado, tenía que reconocer que el joven era un buen ninja, no mezclaba los asuntos del corazón con el trabajo, sabía que no podía ser visto en campo enemigo y no había acudido aunque se tratara de su propia sangre. Aunque pareciera cruel había que reconocérselo, era un gran ninja.

Dio dos pasos atrás dispuesto a irse, el cuerpo de la joven yacía tirado en medio de un patio pero él no era quien para ir a recogerla, además cualquiera podía adivinar que la muchacha ya había muerto. Y hablando de muerte, que terrible suplicio le habían impuesto a la joven, la habían torturado casi hasta la locura pero Aoshi podía estar casi seguro que de los labios de la mujer no había surgido ni una sola suplica. Ninja al fin y al cabo. El joven hizo una ligera inclinación con la cabeza a modo de despedida y saltó hacía atrás pero justo en ese momento otra sombra llegó al patio.

El joven de ojos café oscuro apretó los dientes, el cuerpo de su hermana estaba ahí, tirado en medio del patio, sus brazos habían sido zafados, su nariz estaba rota, probablemente la habían violado… quiso gritar, quiso llorar, quiso morir, berrear, golpear, morder, patear, perder el alma en un grito que estremeciera al mundo de derecha a izquierda y de arriba abajo, pero era un ninja, suficientemente mal había hecho con acudir a un sitio enemigo cuando la luz del día empezaba a salir.

La lluvia seguía cayendo ligera y con movimientos que a simple vista parecían fríamente calculados el joven se quitó su gi para cubrir con el a su hermana, después se arrodillo frente a ella, quería decirle muchas cosas pero era imposible, así que sus ojos fríos y calculadores siguieron teniendo la misma expresión mientras en su mente su Susumu interior se desgarraba el pecho con sus propias armas suplicando el perdón, su perdón…


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Aoshi entró al cuartel mojado hasta el tuétano y se frotó los hombros inconscientemente.
-Jefe, ¿No le ocurrió nada en su ronda?-
-No Hanya, nada- el muchacho subió las escaleras con paso decidido pensando en cual sería su plan de defensa para con el castillo Edo, le acababan de informar que ellos serían los encargados de defenderlo.
-¡Aoshi-sama!- como siempre el grito infantil lo dejo descolocado y no pudo detener el encuentro del que fueron protagonistas la melena de rizos negros y sus propias piernas.
-Misao ¿Qué haces despierta a esta hora?-
-¡Aoshi-sama, me pare a entrenar!, Shekijo-san me prometió que me enseñaría a usar las kunais si me porto bien y…- la pequeña detuvo su alegre charla cuando vio los ojos del joven, en todo el tiempo que llevaba viviendo a su lado nunca había visto expresión igual en su rostro.

Aoshi sintió la boca seca y lo supo, lo supo al ver la carita expectante de la niña, ya sabía porque no quería que aprendiera a ser una ninja, ya sabía porque le preocupaba su entrenamiento. Sus grandes ojos verdes lo observaron con genuina sorpresa cuando por primera vez en su vida el chico estrechó a la niña con fuerza en un abrazo. …l era un ninja, se supone que los ninjas no tienen sentimientos, se supone que son casi como maquinas que obedecen y actúan, que no tienen alma, se supone que son duros como las rocas y fuertes como la tormenta, pero había algo que los demás no habían podido suponer y ese algo era que aunque era un ninja, aunque era el mas fuerte, aunque era el mas preparado y el líder nato, Aoshi seguía siendo un niño… un niño que teme volver a quedarse solo otra vez.


Me criaron para ser grande
Me adiestraron para ser fuerte
Me enseñaron como funciona el mundo
Y en el proceso olvidaron enseñarme a sonreírRegresar al índiceDisclaimer: All publicly recognizable characters and settings are the property of their respective owners. The original characters and plot are the property of the author. No money is being made from this work. No copyright infringement is intended.Esta historia archivada en https://www.fanfic.es/viewstory.php?sid=3564

Entrenando a un joven ninja by Okashira janet

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2024-10-22

 

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