Colorful haze of Auri's eyes by Helrika

Los secretos que esconden los orbes de Auri,

y la niebla gris de sus ojos,

que a veces deja ver sus ocelos de cielo.

La historia que recién comienza, sin embargo, todos tenemos un pasado.

Esta historia se centra en esta peculiar chica y su mejor amigo, quienes vivirán un sinfín de aventuras. Que se conozcan desde hace poco  no quiere decir que no se conozcan bien.

Dos jóvenes con personalidades un poco hostiles, pero en fondo dulces. ¿Quién diría que estos dos sobrevivirían a estar uno cerca del otro? ¡Tercos, burlistas, fríos, extravagantes, con reacciones extrañas e inesperadas!

Auri e Isaac son dos muchachos unidos por los secretos que guardan.

Comedia. Romance. Drama. Misterio. 

*LEER LAS NOTAS DE LA HISTORIA*

*SECUELA DE IF YOU COME BACK* (No es estrictamente necesario leer la primera parte para entender la segunda, sin embargo es recomendable leer la primera)

Prometí subir la continuación de mi historia, a la cual me referí como un nuevo comienzo y justamente eso es. No quise adelantar mucho en el resumen, prefiero que esta trama se dé a conocer hasta que se lee la historia.

Gracias a quienes decidieron leer esta historia (haya leído o no la primera parte, mencioné que no es estrictamente necesario leerla, pero sí es recomendable). :3

Ojalá sea de su agrado, sin más, el prólogo de esta historia. 

Prólogo

Corría con desesperación por una de las transitadas calles de su país, iba tratando de digerir su cajita de jugo de uva, una de sus tantas adicciones, mientras trataba de alcanzar a su mejor amigo que la esperaba en la esquina. Estaba algo descontento, era la peor costumbre de Auri: llegar tarde. No importaba que prometiese no hacerlo de nuevo, él ya sabía que eso no se iba a cumplir.

—Otra vez vienes tarde —se quejó el chico, el tono monótono de su voz y la forma en que suspiró algo hastiado, sólo logró acompañar a la perfección su expresión.

—¡No volverá a suceder! —logró decir luego de terminar de tragarse el último poco de su jugo.

—Dices lo mismo cada día.

La chica gruñó ante su comentario, luego comenzó a respirar de forma entrecortada, era una forma de tomar aire y esperar a que la luz del semáforo se tornase color rojo. Así podrían pasar sin problema alguno, una vez que eso sucedió, ambos comenzaron a correr con desesperación. Siguieron así por una cuadra o más, poco después llegaron a la parada de buses y pudieron abordar el suyo. Aunque estaba más que lleno y les tocó ir de pie.

—No recuerdo la última vez que viaje sentado en este maldito bus… —trató de quejarse, seguidamente se sujetó de una de las barras en lo alto del transporte y ella bufó.

—De todo te quejas… ¡Para colmo yo no llego a esa maldita barra! —refunfuñó la muchachita, poco después sintió como el chico la sujetaba por la cintura con su otra mano.

—Esta es otra de las razones por las cuales deberías procurar de llegar temprano.

—Sí, sí, sí…

El viaje tardó sólo unos veinte minutos, al llegar al colegio Auri se acomodó el uniforme, una enagua color vino y una camisa color beige, sin mencionar que se subió sus medias rojas y acomodó bien sus zapatos del mismo color. Se peinó el cabello con una de sus manos, ahora lucía un hermoso negro-morado, la chica se teñía su cabello muchas veces cada año, algunos ni siquiera recordaban el color natural de su cabello. Blog sobre música Rock

—Estás perfecta así, vayámonos a nuestra aula —comentó el joven de cabellos blancos y ojos azules, luego agarró de una de sus manos y la llevó hasta el salón.

—Eres realmente molesto —reclamó la mujer, después se talló sus ojos grises con el dorso de sus manos y comenzó a balbucear cosas.

—Joel se va a molestar si sigues comportándote mal —mencionó él, refiriéndose a un incidente ocurrido el día de ayer.

—¡Sólo fue algo pequeño!

—Derramaste agua sobre tu prima, Elena.

—Sólo un poco de agua.

—Agua salida de un estanque lleno de Dios sabrá que cosas.

—¡Pero se lo merecía!

—Quizá… sólo que no creo que él apruebe eso, es tu tutor.

—Mis padres no están en este mundo, por mí, que sea hasta el rey.

—No deberías de ver las cosas así, él te está cuidando.  

La chica bufó y su mejor amigo frunció un poco el ceño. Joel la cuidaba bien y se preocupaba por ella, pero ella tan malagradecida. Según su punto de vista, claro está.

—Lo siento Isaac —mencionó la mujer de cabellos morados mientras se acomodaba bien en su pupitre y sacaba su cuaderno, seguidamente meneaba el lápiz de forma suave sobre la hoja y movía repetitivamente sus pies, pues no tocaban el suelo.

—Está bien, sabes que cuando haces ese tipo de teatro me es imposible decirte que no… —se quejó el chico, poco después, Auri saltó sobre él y le abrazó.

Algunos ni se inmutaron ante eso, era bien sabido que eran amigos muy amigos y que la chica de cabello llamativo solía tener ese tipo de reacciones, aunque no se le calificaba como muy femenina y se rumoraba que eso se debía a que había quedado al cuidado de un hombre, solitario y sin una esposa o novia, básicamente, ella no tenía ninguna figura femenina a la cual imitar.

—¡Apártense! —ordenaba con frialdad una chica de cabello rubio y ojos azules claros, que recién entraba al salón y venía acompañada de su séquito malvado o como las llamaba Auri: las brujas.

—Ya llegó —anunció por lo bajo el mejor amigo de la chica, la cual bufó un poco molesta y murmuró algo.

—Rubio 9.0 —lo había dicho entre dientes y con una mueca de disgusto.

—¡Hola, Violeta 5.2! —respondió a su insulto con tal naturalidad, sin duda alguna Elena era aún más malvada que su madre, Nailea, y Auri apostaría cada uno de sus cabellos a que su prima se teñía su cabello, al igual que su madre, como le había comentado Joel.

—Al menos yo lo hago por diversión, no para ocultar que no soy rubia, pequeña Barbie —el rostro de Auri había tenido un leve brillo malvado, que para Isaac no había pasado desapercibido.

—¡Mentirosa, tú eres la única que esconde el color de su cabello! —contraatacó, sin embargo no era muy lista.

—Todos tus esfuerzos para parecer una Barbie, una muñeca, un juguete para los hombres… ¡Están dando resultado, deberías estar contenta! —la felicitó con un gran sarcasmo y el orgullo de Elena se había visto herido.

—Envidiosa, debí suponer que toda esa envidia que me tienes porque no tienes pechos, ni curvas, eres una simple tabla de planchar… —se mofó, poco después se marchó hasta su asiento con una sonrisa triunfante, siendo seguida por su séquito de perdedoras: una rubia y otra castaña.  

La mano de su mejor amigo se colocó sobre su hombro, ella volteó y se topó con una sonrisa muy peculiar, además de un brillo travieso en sus ojos azules. No le tomó mucho tiempo comprender que su amigo había aceptado ayudarla con su próxima venganza, así que le agradeció con una mirada de complicidad.

—¡Esto no es un putero, todos a su lugar! —gruñó el primer profesor de los lunes, realmente tenía mala cara y su humor era cada día peor.

—Sólo porque no tiene sexo se desquita con nosotros —mencionó por lo bajo uno de los alumnos que se encontraba detrás del chico de cabellos blancos, quien no pudo dejar pasar desapercibido tal comentario y soltó una leve risa.

—“¿Qué pasa?” —preguntó Auri con su mirada, su mejor amigo lo comprendió de inmediato y le hizo una seña un poco particular, la joven entendió su significado y volteó su cabeza hacia el frente.

Esta clase siempre era aburrida, tediosa e irritante. Su profesor se las ingeniaba para hacer que del tiempo con él, la peor cosa que existía en sus quince años de vida o al menos así lo veía Auri.

Auri mecía su pies mientras golpeaba su lápiz contra la mesa, sus labios se movían y emitían un leve sonidito algo peculiar: “Churu~”. Alargaba esa última “u” como si no hubiese un mañana y su amigo la contemplaba, su rostro no era muy expresivo y su bolígrafo taladraba la mesa. Ambos estaban llegando a un nivel de estrés que podía desencadenar una locura desenfrenada. Para colmo, el aula se llenaba de murmullos y ruidos que se podría catalogar como extraños.

—“Por el amor de Dios, suena maldito timbre” —repetía en sus pensamientos la muchacha de cabellos violetas.

—¿Impaciente? —consultó su amigo, al notar que Auri no dejaba de ver con irritación el reloj de pared que se encontraba justo arriba de la pizarra.

—¿Tú qué crees? —respondió con una pregunta, Isaac comprendió rápidamente.

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2024-10-20

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