Sabor a mi by G Tallis
Pablo y Helena han pasado toda su vida juntos. Son como hermanos, son amigos, novios y amantes. Pero ¿su amor será tan fuerte para sobrevivir después de 10 años de separación?... "Tanto tiempo disfrutamos de este amor, nuestras almas se acercaron tanto así que yo guardo tu sabor pero tu llevas también SABOR A MI".
Categories: ORIGINALES Characters: Ninguno
Generos: Romance
Advertencias: Muerte de un personaje
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 46 Completed: No Word count: 53988 Read: 2300 Published: 04/09/2010 Updated: 05/10/2010
Pablo y Helena han pasado toda su vida juntos. Son como hermanos, son amigos, novios y amantes. Pero ¿su amor será tan fuerte para sobrevivir después de 10 años de separación?... "Tanto tiempo disfrutamos de este amor, nuestras almas se acercaron tanto así que yo guardo tu sabor pero tu llevas también SABOR A MI".
Categories: ORIGINALES Characters: Ninguno
Generos: Romance
Advertencias: Muerte de un personaje
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Para mas detalles de la historia visita: https://saborami-fic.blogspot.com/
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Capítulo 1 by G Tallis
Esa mañana, Helena estaba más nerviosa que nunca, el sueño de la noche anterior la había dejado intranquila, aunque en realidad no podía recordar lo que la hacía sentirse de esa manera, solo recordaba que en su sueño aparecía Pablo, su mejor amigo desde que tenía memoria, y eso no era algo de sorprenderse ya que en la mayoría de sus sueños siempre estaba con él. A pesar de eso ella se enfocó en lo feliz que la hacía el iniciar su último año en el colegio. Se moría de ganas de ver de nuevo a sus amigos, en especial a los dos mejores, Pablo y su hermana gemela Renata. A veces se preguntaba porque los extrañaba tanto, si desde que nacieron ella y los gemelos, siempre estaban juntos, regularmente pasaban las vacaciones juntos en la casa de verano de sus padrinos, y padres de los gemelos. Solía pensar que eran como los hermanos que nunca tuvo y de ahí la necesidad de estar con ellos. De repente un sonido la saco de sus pensamientos…
Toc, Toc, Toc!!!
- Señorita Helena, su desayuno ya está servido y su mamá manda decir que si no baja ya, se le va a hacer tarde.
- Ya voy, dile que no tardo.
En el desayunador, Carolina, madre de Helena estaba impaciente pensando en que Helena, retrasaría a su padre que había insistido en llevarla al colegio.
- Buenos días, ma. Dijo Helena saludando con un beso a su madre
- Buenos días hija, anda apúrate a desayunar que tu padre ya está por bajar.
- Si ma, no te apures estoy casi lista.
- ¿Casi? – dijo su madre exagerando el todo de sorpresa – Pues que te falta, bien sabes que tú no necesitas mucho arreglo, eres ya mucho más que bonita.
- Ay mamá con este uniforme dudo que alguien se vea bonita.
- Pues tú te ves excelente – dijo su padre que iba llegando al desayunador y alcanzó a oír el final de la conversación.
- Hola! Papito, buenos días – respondió Helena cuando se levantaba de su asiento para saludar a su padre con un beso y un abrazo.
- Hola nena, ¿ya estas lista?
- Si, nada más voy por mis cosas y listo.
- Está bien, te espero en el auto. Y ya sabes que no hace falta arreglarte más, si no tus compañeros podrían sufrir algún infarto y están muy jóvenes para eso.
- Ay papá, tu también. Sabes que dices eso porque me quieres.
Y Helena salió rumbo a su habitación.
Aunque a Helena no le gustaba aceptarlo, en el fondo sabía que sus padres tenían razón. Helena era realmente hermosa, gozaba de un cuerpo que era la envidia de sus compañeras, su cabello largo le llegaba a media espalda, de un castaño demasiado oscuro que contrastaba de manera impactante con su piel blanca, pero sobre todo con sus ojos azules; le quitaba el aliento a cualquiera. Sus ojos habían sido el regalo genético de su padre, de ahí en fuera era idéntica a su madre, tenía una cara de ángel, no había joven más linda y que atrajera tantas miradas a su corta edad.
Cuando estaban en la fila de autos para dejar a los alumnos en la entrada del colegio, Helena vio por el espejo, que unos autos atrás del de su padre estaba el auto que traía a Pablo y a Renata, esto le causo mayor expectación al saber que pronto estarían platicando sobre cómo le había ido a cada uno en sus respectivos viajes de final de vacaciones. Helena había ido a Alemania, con el pretexto de acompañar a su padre a una reunión importante, la verdad era que su padre era su mayor adoración y quería disfrutar unas vacaciones a su lado; Pablo y Renata por su parte habían decidido ir a Argentina, un destino un poco menos serio, salvo que algo frío por el invierno sudamericano.
Al bajar del auto y despedirse de su padre, Helena decidió entrar al colegio y esperarlos en las bancas de la entrada para ir juntos a su nuevo salón, justo cuando inicio la marcha hacia las bancas, escucho el grito de sus dos amigos, y se dio la vuelta para saludarlos, en ese preciso momento se encontró cara a cara con Pablo, quién había corrido para detenerla en caso de que no los hubiera oído.
Fue en ese preciso instante cuando los recuerdos del sueño que tanto la había inquietado regresaron tan nítidos como si los estuviera viviendo, ella y Pablo estaban en la casa de verano de sus padrinos. Pero ya no eran los mismos de siempre, ellos estaban juntos, juntos como nunca creyó que lo estarían. Pablo la besaba sin reprimenda alguna, y ella por su parte le respondía el beso con la misma intensidad, entregándose a lo que sentía por su amigo de la infancia.
Te amo, Helena MI Helena, solo mía – dijo Pablo en los instantes en que liberaba sus labios para poder respirar.
Y yo a ti – respondió Helena, mirándolo a los ojos, esos bellos ojos que en nadie eran más perfectos que en él.
- ¿Helena, Helena, estas bien? – Preguntó Pablo al ver que su amiga no respondió a su saludo y posterior abrazo.
- Eh, si, si perdón – Helena había despertado de su sueño por segunda vez en el día, pero esta vez era diferente, primero porque Pablo la había perdido en un abrazo cálido y lleno de cariño y segundo porque a partir de ese momento no podría volver a ver a Pablo con los mismos ojos.
- Pues por tu cara parece que has visto un fantasma en lugar de verme a mí. Ya sé que Renata suele asustar algunos días, pero no creo que hoy sea el caso.
- Hey! que te pasa, él que la ha asustado has sido tú, probablemente el abrazarla de esa manera y levantarla del piso, no sea muy bueno a esta hora de la mañana – respondió Renata que se unía a su hermano y a su amiga.
- Anda es mejor que vayamos al salón para que te sientes.
- Si vamos – respondieron al unísono las dos amigas, lo que hizo que el momento se perdiera entre risas.
Ya en el salón de clases, la entrada de los 3 amigos como siempre causó expectación, la belleza de Helena era inigualable, pero no por eso podía dejar de pasar desapercibida a Renata, que era un poco mas bajita que Helena, tenía un cuerpo que demostraba que sus años de niña definitivamente ya la habían abandonado, y los ojos que compartía con su hermano, eran de una tonalidad enigmática nunca se podía saber si eran verdes o de un tono muy ligero de café, además de lo expresivos que solían ser. Su cabello era castaño y corto hasta el inicio de los hombros, su piel blanca solía estar acompañada del rosado de sus mejillas.
Por otro lado estaba Pablo que sin duda era el muchacho más atractivo del colegio, tenía su cabello corto y de un tono castaño que hacía ver sus ojos indescifrables lucieran aun más brillantes, era más alto que todos sus amigos y al parecer algo delgado, pero al tenerlo cerca se podía apreciar que el joven empezaba a tomar forma y sus brazos cada vez eran más fuertes. Su cara de piel blanca siempre estaba llena de un brillo especial, como la de su hermana, con esos ojos tan característicos que hacían que sus compañeras dejaran de respirar en cuanto lo veían.
- ¿Quiénes son ellos? – pregunto de inmediato, Aldo, el nuevo estudiante a su compañero de al lado.
- Ellos son Pablo y su hermana Renata – algo que salta a la vista por el gran parecido que comparten, pensó Diego.
- Pero ¿Cómo se llama la de los ojos azules?
- Ah ella es Helena, ¿es guapa verdad?
- ¿Guapa?, ella es lo que le sigue. ¿Y sabes si tiene novio?
- No, no tiene, pero dudo mucho que te haga caso. Nadie le ha interesado en los años que llevamos siendo compañeros.
- ¿Nadie, Quieres decir que no le conoces ningún novio?
- No, ninguno y mira que la conozco desde que teníamos 10 años. Es que ella es diferente a todas las chavas guapas que en tu vida has conocido, te lo puedo asegurar.
- Diferente ¿cómo, que acaso no le gustan los hombres?
- Pues claro que si le gustan, y la verdad yo que tú me guardaba ese comentario, si te llega a oír Pablo es capaz de romperte los dientes.
- Oh está bien, pero dime en ¿qué radica la diferencia?
- Pues mira, Helena junto con Pablo, es la más inteligente del salón, siempre tiene opinión de lo que sucede a su alrededor, siempre nos ayuda a estudiar y nos apoya muchísimo. Los maestros adoran su dedicación y les intriga el que a pesar de ser tan guapa, sea tan estudiosa y no se distraiga con todos los muchachos que la pretenden.
- Con que esa es la personalidad de Helena. Y ¿por qué me advertiste sobre Pablo?
- Mira, los padres de Pablo y Renata son los mejores amigos de los de Helena, incluso son padrinos de ella; de ahí que desde antes de nacer hayan estado juntos. Además Helena es hija única y eso provoco que Pablo haya tomado el lugar de hermano mayor aunque solo se lleven unos meses.
- Oh ya veo.
En ese momento el profesor de 1ra entró al salón de clases y todos tomaron sus lugares.
- A la hora del receso Helena, Pablo y Renata conversaban de lo bien que les había ido en las vacaciones.
- Todo estuvo de maravilla, fue increíble a pesar del mal tiempo – decía Renata – lo único que lo arruino fue el comentario diario y constante que hacia Pablo cada vez que veíamos algún lugar interesante
- Ah sí y ¿qué decía? – preguntó Helena
- Oh que hermoso monumento, como desearía que Helena hubiese venido con nosotros; no había momento que olvidara que estabas del otro lado del charco. – Los ojos de Helena se quedaron fijos en la cara de Pablo que se había puesto rojo, y su piel blanca no ayudaba para nada a disimularlo.
- Vamos no fue diario. – fue lo único que alcanzo a decir Pablo
- No, solo fueron unos cuantos días, como 15 ¿no?
- Ya Ren deja de decir esas cosas, de tu hermano. Al menos el se acordó de mí, no que otra por estar pendiente de los argentinos, me olvido.
- Sabes que también te extrañaba, pero…
- Hola! Soy Aldo, ¿tú eres Helena, verdad? – interrumpió la conversación de los amigos.
- Eh si, hola. – respondió Helena si saber mucho por qué había llegado de esa forma.
- Solo quería saber si te interesa hacer equipo conmigo en la clase de Biología, es que como verás soy nuevo y no sé muy bien cómo funcionan las cosas en este colegio pues quería ver si aceptabas.
- Helena siempre hace equipo con Renata, pero si necesitas un compañero yo te puedo ayudar. – Respondió Pablo sin dar pie a que la bondad la hiciera caer en las garras de ese nuevo. ¿Pero que pretende?, se preguntaba Pablo.
- Si, Pablo tiene razón. Si quieres ayuda debes aceptar la de él, que es mucho mejor en Biología que yo.- Helena seguía sin poder creerlo, a qué se debía ese cambió de actitud de Pablo. Él nunca había tomado decisiones por ella.
- Oh, está bien, gracias – dijo Aldo sorprendido por como Pablo había echado sus planes abajo.
Sonó la campana para el retorno a las aulas y la conversación quedó concluida.
De regreso en su casa, Helena no dejaba de pensar en forma de actuar de Pablo, en lo que le había contado Renata de sus vacaciones, pero sobretodo en el sueño. Porque había pasado así, todo en un mismo día. Por primera vez, veía a Pablo con ojos diferentes, probablemente de la misma manera que lo veía las demás jóvenes del colegio.
Regresar al índiceCapítulo 2 by G Tallis
Pasaron los días, y las clases ya habían tomado su ritmo, como siempre Helena sorprendía a sus profesores, con esa perspicacia tan propia de ella. Pablo por su parte sufría cada vez que llegaba el laboratorio de Biología, su compañero, no le caía nada bien, siempre tenía los ojos puestos en Helena, y hacía todo tipo de cosas para llamar su atención; la había invitado a salir varias veces, pero siempre terminaban saliendo en grupo y no en pareja; cosa que a Pablo divertía en exceso. Renata por su parte seguía siendo la misma de siempre, a diferencia de su hermano y amiga, para ella el mundo seguía en la misma frecuencia.
En Octubre, el cumpleaños número 15 de los gemelos se estaba aproximando así que Renata se propuso hacer una parrillada, en su casa que gozaba de una alberca lo suficientemente grande para soportar los juegos de sus compañeros.
- Hey Helena, te vas a quedar a dormir en mi casa después de la fiesta
- Obvio, quede en ayudarte de principio a fin
- Genial, gracias amiga. Espero que el tenerte en casa ese día, alegre a Pablo, que últimamente se carga una carita que ni yo entiendo qué le pasa.
- Si yo también lo he notado un poco extraño. Tu tranquila ya encontrare la forma de alegrarlo.
- Eso espero, por su bien, porque si con su actitud echa a perder mi fiesta, me las pagará.
- Entonces, será mejor que me ponga a trabajar en su regalo.
- Está bien, te veo mañana.
- ¿Cómo a las 10?
- Si. No se te olvide mi regalo, por pensar nada más en Pablo ehhh.
- Claro que no. Ciao.
Al día siguiente Helena estaba más que lista para la fiesta de sus amigos. Y llegó justo a tiempo para ver como sus padres los felicitaban y les entregaban sus respectivos regalos.
- Hay Hel, ¿no está hermoso? – preguntó Renata a su amiga que había recibido el set más completo que había visto para sus clases de pintura.
- Claro, esta increíble.
- Ahora, el punto será trasladar todo esto a la escuela.
- Creo que en eso puedo ayudarte. Felicidades!!! – gritó entregándole su regalo
- No te creo… esta genial, y es súper original. – dijo al ver que su amiga le había obsequiado un maletín con muchos compartimientos para sus pinceles y pinturas, pero lo mejor era que toda la parte exterior del maletín, tenía impresa la imagen de "El hijo del Hombre" de Magritte.
- Qué bueno que te gustó.
- Me encanta, de verdad que te has lucido.
- Gracias, y ahora te toca a ti Pablo. Espero que te guste – y le lanzó una de sus sonrisas que le hubieran quitado el aliento a cualquiera,
- Eh gracias… - mientras recibía de manos de Helena un sobre con un moñito que decía para la persona más especial en su día especial, Pablo creyó que Helena le estaba jugando una broma hasta que observó el contenido.
- Espero que te guste.
- ¡NO INVENTES! - fue la palabra más tonta que se le ocurrió decir, cuando vio que dentro del sobre estaban 2 entradas para el concierto de uno de sus grupos favoritos: Soda Stereo. ***(leer la nota al final de capítulo)
- ¿Puedo tomar eso como un sí?
- Pero dijiste que ya no habías podido conseguirlos, porque se habían agotado.
- Pues pensé que sería mejor un regalo de cumpleaños. Y por tu expresión parece que sí lo fue. – dijo llena de satisfacción.
- Jugaste con mis sentimientos, Helena, esto no te lo perdonare tan fácil.
- Ay a ver dime que tengo que hacer para que me perdones.
- Simplemente, bailar conmigo durante toda la fiesta
- Ay qué difícil, siempre bailo contigo en todas la fiestas, ¿seguro que con eso me perdonas?
- Sí, ya ven acá a darme mi abrazo. – Helena hubiera deseado no hacerlo, cada vez que la tocaba los recuerdos de su sueño regresaban a su mente. Pero por su bien trató de mantenerse lo más calmada posible.
- Oye y ¿ya decidiste a quién vas a llevar al concierto? – dijo para terminar el abrazo.
- Pues suponiendo que tu ya tienes tu boleto, me imagino que tal vez a Renata.
- Ay no a mi no me metas en tus cuentos, a mi me gusta Soda, pero prefiero oírlos en la tranquilidad de mi estudio; mejor lleva a Hel que es obvio que prefirió donarte ambos boletos antes que privarte de oírlos en vivo.
- ¿Es en serio, Helena?
- Más o menos, sí. Es que no se tal vez querías llevar a otra persona o yo que sé, y como solo conseguí dos, pues bueno.
- Y a quién más podría llevar. Evidentemente que el otro boleto es tuyo, nadie de los que conozco se merece ese boleto más que tú.
Después de eso fueron a desayunar y a supervisar que todo estuviera listo para la llegada de sus amigos. Que fueron más que puntuales y la fiesta dio inicio.
- Recuerda que solo puedes bailar conmigo. – susurró Pablo al oído de Helena, al ver que entre los invitados estaba Aldo.
- Claro, todo sea porque me perdones – respondió con sarcasmo.
- Bueno creo que es hora de que inicies a pagar tu deuda. - y se dirigieron a la improvisada pista que habían formado algunos de los invitados.
- Encantada.
- Helena bailarías conmigo – preguntó Aldo, cuando después de un rato está fue por un poco de agua a la mesa.
- Lo siento Aldo, Helena bailará solo conmigo – alcanzó a decir Pablo que regresaba al lado de Helena.
- Uy perdón cumpleañero, no sabía que Helena era tu regalo... –
- Lo es - Y la pareja se retiro, para volver a bailar.
- Ya deja de poner esa cara de satisfacción
- No tengo ninguna cara de satisfacción, solo estoy feliz por mi cumpleaños.
- Aja sí.
- Ya anda "No seas tan cruel" - dijo coreando la canción de Soda Stereo que se escuchaba de fondo - y sigue sonriendo que me encanta cuando lo haces, y de paso admite que fue divertido, dejar a tu galán con un palmo de narices
- Bueno un poco.
- Con eso me basta.
La música siguió hasta que el último invitado se fue. Ese había sido el mejor cumpleaños para Pablo, no sabía si era por el regalo de Helena, o si era por lo que significaba ella en su vida. Por su parte Helena solo pensaba en lo bien que la había pasado, toda la tarde había bailado con Pablo y su mente nadaba de felicidad solo de pensar lo cerca que lo había tenido.
*** En realidad SODA STEREO anunció su separación y posteriores conciertos de despedida, hasta el 1ro de Mayo de 1997, y esta parte de la historia es aun en 1996, pero se me hizo una buena idea de regalo por eso moví un poquito las fechas.
Regresar al índiceCapítulo 3 by G Tallis
Casi sin notarlo llegó diciembre y el colegio como cada año organizaba para sus alumnos una especie de baile, que no tenía nada de formal, pero que servía para que en una escuela donde asistían hijos de embajadores, diplomáticos y empresarios, pudieran formar lazos de amistad que rompiera barreras.
- Hola Helena, ¿cómo estás? – Preguntó Aldo
- Hola, muy bien y ¿tu? ¿Cómo te has sentido estos meses?
- Pues bien, aunque en Biología me siento un tanto presionado porque con Pablo como compañero, siempre me está exigiendo que haga las cosas bien. – dijo con toda la intención de hacer quedar como el malo a Pablo
- Oh, sí. Bueno Pablo es un excelente compañero, ya verás solo es cuestión de que convivas más con él
- Si, podría ser. Oye pasando a otra cosa, ¿ya viste que este viernes es el baile de invierno?
- Si, cada año lo organizan
- ¿Y piensas ir?
- Pues, si. A pesar de todo a la mayoría nos agrada la idea de divertirnos un rato. Y el baile es de lo más entretenido
- Sí, bueno entonces iré. Espero me permitas bailar contigo. – dijo casi despidiéndose para evitar una negativa de Helena. Estaba seguro que esta vez no se le escaparía.
Dos días antes del baile el colegio finalizó las clases, para hacer que los que no asistieran dieran comienzo a sus vacaciones y para los que sí pues tuvieran tiempo suficiente de prepararse.
Este año los padres de Helena, Pablo y Renata, habían decidió irse a la casa de verano un poco antes, pero con la condición de sus hijos de dejarlos regresar para el baile.
- Helena, Helena, estas despierta? – dijo Pablo mientras tocaba la puerta de la habitación de Helena que daba hacía a la alberca por un lado y por el otro daba acceso único a un jardín privado.
- Mmmm… que quieres Pablo, es demasiado temprano, nos vamos hasta medio día
- Si ya lo sé, pero me preguntaba si quieres ir a montar un rato conmigo, recuerda que has tenido a la Preciosa muy abandonada.
- Ay!, no es justo, me chantajeas con mi Preciosa – dijo Helena mientras se levantaba de la cama – Dame 5 minutos, te veo en las caballerizas
- Está bien, no te tardes.
- Ya, listo ves que no me tarde, ahora deja ir a avisar que ensillen a la Bonita.
- No, es necesario ya esta lista
- Ay si, como ya sabias que ante tus chantajes siempre cedo. Todo sea por estar con mi Preciosa antes de irme – dijo Helena mientras acariciaba a su yegua
- Anda súbete ya.
- Ya esta, deja de ser tan latoso.
- Perfecto, ahora que te parecen unas carreras hasta el árbol del arroyo. – Así habían bautizado a un lugar que habían encontrado cuando eran aun unos niños. Al parecer era algo extraño pero solo ellos podían dar con ese lugar.
- Ah, está bien, 1, 2… - 3 ya no lo alcanzó a decir Helena que había decidido avanzar primero.
- Tramposa!!! – gritó Pablo cuando llegaron al arroyo.
- Yo no soy tramposa, solo tome un poco de ventaja, tu caballo es más grande que mi Preciosa y da la zancada más larga. – logro decir entre risas en lo que Pablo se bajaba del caballo y lo amarraba
- Ah sí, conque ventaja, señorita Helena. Quien la viera tan correctita en la ciudad y aquí olvida todo tipo de modal. Y por lo visto usted gusta de reírse de mí.
- No me rio de ti, me rio contigo y deja de hablarme de usted
- Ah así están las cosas, te ríes conmigo, pues haber
- No, Pablo, no te atrevas. – grito Helena mientras Pablo empezaba a hacerle cosquillas.
La risa era tal que Helena termino cayendo al piso, y de paso se llevó a Pablo, que cayó sobre ella. Por alguna razón para ninguno de los dos fue incomodo estar en esa posición, mientras ambos calmaban su risa, se dieron cuenta cómo habían quedado y que sus caras estaban justo frente a frente.
- Pablo… - fue lo único que alcanzó a decir Helena cuando esté bajo aun más su cara, lo que provocó que sus labios chocaran.
Por principio el improvisado beso, solo incluyo el que sus labios se fueran conociendo, la sangre les corría a los dos por todo el cuerpo, y una especie de choque eléctrico les paralizó la respiración cuando Pablo por fin logró entender lo que debía hacer. Helena no quería ni pensar, estaba totalmente concentrada en el momento, algo con lo que había soñado desde hace meses. El beso fue mucho más que perfecto, pareciera que siempre se habían pertenecido, no había momento más claro que ese, cuando por fin el beso llegó a su punto máximo. Los dos tuvieron que separarse para tomar aire y tenían que entender que había pasado y aclarar sus mentes.
- Helena, perdón, no sé que me pasó. No debí, bueno no sé si debí, ya no sé nada, discúlpame por favor
- No sé qué decir, todo fue tan de repente
- Te parece si regresamos ya a casa, será mejor que nos preparemos para irnos.
- Si está bien. – dijo Helena con la mente llena de los sentimientos que le había despertado ese beso.
- Ya ahora ¿qué les pasa a los dos? – preguntó Renata, cuando iban de regreso a la ciudad
- Nada, no sé de que hablas – respondió Pablo
- Si, no nos pasa nada. – dijo Helena, al ver que la frialdad de Pablo ante lo sucedido, le lastimaba más que mil cuchillos en el corazón
- Pues dirán misa, pero algo se traen ustedes dos.
- Ya mejor ponte a pensar en cómo vas a arreglarte para el baile – dijo Pablo como punto final.
Regresar al índiceCapítulo 4 by G Tallis
En el baile como siempre la entrada de Helena cautivo a varios de sus compañeros y la presencia de Pablo definitivamente causo revuelo entre las mujeres del salón. Helena llevaba un vestido que dejaba ver lo alta que en verdad era, y que sobre todo resaltaba el color de sus ojos, por su parte Pablo, vestía camisa blanca con saco y pantalón de vestir negros. Renata iba con un vestido que la hacía ver tan linda y tierna que parecía una bailarina de ballet.
Helena y Pablo no dejaban de verse, él tenía su brazo sobre el mueble, lo que hacía ver como si estuviera abrazando a Helena, por eso nadie se había atrevido a invitarla a bailar. Tenían miedo de que Pablo se molestara y tuvieran que enfrentarse al alguien que estimaban tanto. Mientras, Renata no perdía oportunidad y no paraba de bailar. Pablo no había cruzado palabra con Helena, y justo cuando Helena creyó no poder soportar más el silencio de Pablo, llegó Aldo.
- Por Dios, Helena. Te ves guapísima.
- Gracias, tu también te ves muy bien.
- Y ¿qué tal te la estas pasando?
- Pues bien.
- Pues no creo, yo no he visto que te pares a bailar, y la verdad la música es muy buena y parece que tu pareja no es muy entretenida. – dijo mirando a Pablo para ver su reacción
- Ah pues la verdad es que mi pareja no es entretenida, simplemente porque no tengo pareja, dijo con toda la intención de herir a Pablo, tanto como él estaba haciendo con ella.
- Bien, siendo así, ¿por qué no vienes a bailar conmigo?
- Está bien.
Pablo quería morirse en ese momento, el ver a Helena bailando con ese idiota, como regularmente le decía, le molestaba en sobremanera pero no quería alterarse. Así que cuando se levantó Helena el no dijo nada.
- Por dios Pablo, ¿qué estás haciendo? - dijo Renata que se sentaba un momento para tomar algo que la refrescara
- ¿Qué estoy haciendo de qué?
- Estás regalando a Helena en bandeja de plata, al idiota de Aldo.
- Y qué, si fue ella la que acepto ir a bailar con él.
- Pues claro, no pretendías que estuviera todo el rato sentada a tu lado, solo para verte con tu cara de fastidio. Mira no se que allá pasado en la mañana, pero lo que pasó no puede ser tan malo, como para arrojarla a los lobos.
- No te entiendo.
- Pablo deja de hacerte el tonto, y acepta tus sentimientos de una vez y por el bien de todos.
Justo cuando la música más lenta iniciaba, Renata dejó de nuevo solo a su hermano.
- Ya fue suficiente de bailes, ¿no crees? – dijo Pablo, deteniendo la mano de Aldo que iba directo a la cintura de Helena
- Creo que Helena, no se ha quejado del número de bailes – respondió Aldo un tanto molesto
- Helena, por favor sería mucho pedir que bailaras conmigo – preguntó Pablo de la manera más amable que se le ocurría y viendo directamente a los ojos a Helena
- Pablo… este, si está bien.- en ese momento, Helena se odiaba a sí misma, el punto era hacer enojar a Pablo, no perdonarlo a la primera de cambio. Pero no podía evitar perderse en eso ojos de miel que la dominaban de una manera tan infantil.
- Gracias – respondió Pablo a la vez que despedía a Aldo y tomaba su lugar al lado de Helena.
Bailaron en silencio, pero no dejaban de mirarse, ambos querían decirse tantas cosas y se sentían tan impotentes al no decirlas. Después de algunos minutos terminó la música tranquila para volver a las animadas que provocaron que todas las parejas, salieran a la pista a bailar.
- Helena, ¿te parece si vamos al jardín? – necesitaban hablar y la pista no parecía el lugar apropiado.
- Si, vayamos. – No sabía que más decir, estaba confundida y enojada a la vez, con Pablo, con ella misma. Enfrascada en sus pensamientos llegó al jardín.
- Helena… me puedes decir qué diablos te orillo a aceptar la invitación de Aldo. – esa frase definitivamente despertó aun más el enojo de Helena.
- No Te Interesa, yo bailo con quien se me dé la gana.
- Claro que me interesa, todos estos meses hemos tratado de alejarlo y nada más de un de repente le das entrada para bailar contigo.
- Por Dios, solo fue un baile, no una promesa de matrimonio, somos amigos.
- Sabes bien que para él no fue sólo un baile, a él le interesas para algo más que una simple amistad.
- Y qué no tengo compromiso con nadie, a ti ¿Qué te importa?
- ME IMPORTA y me importa mucho, porque ME ESTOY MURIENDO DE CELOS, TE QUIERO HELENA, TE QUIERO, TE QUIERO COMO NUNCA IMAGINE QUERERTE.
- Pablo, yo, yo… - dijo Helena, sorprendida por la declaración – no entiendo porque te comportaste tan extraño después de lo de la mañana, me dejaste tan confundida, me diste a entender que todo fue un error y bueno la verdad es que yo lo había disfrutado, cada instante de ese momento lo disfruté como nunca nada en mi vida.
- ¿Eso significa que tú también me quieres? – Helena decidió responderle con actos, y lo besó ahora con más seguridad que en la mañana, lo besó con la seguridad absoluta de que no solo su beso si no sus sentimientos eran totalmente correspondidos. Pablo quedó atónito con lo que significaba la respuesta de Helena, a lo que solo se le ocurrió hacer la pregunta más evidente – Helena, ¿quieres ser mi novia?
- Si – respondió Helena con una sonrisa que para Pablo era suficiente para dejarlo sin aliento. Después se volvieron a fundir en un abrazo y en un beso que no querían terminar nunca.
- Te quiero Helena, Mi Helena.
Después de estar un rato solos decidieron, a regañadientes, regresar al baile.
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Regresar al índiceCapítulo 5 by G Tallis
Ante la mirada curiosa de algunos, se dirigieron a la pista que tenía ya la música animada al máximo. Lo que complementado con la felicidad interior de Pablo y Helena, hacía que fuera aun mejor. Todos los que los miraban se daban cuenta de que algo pasaba, no dejaban de verse y por mucho que bailaran nunca se separaban de más.
Para los más perspicaces la verdad era evidente, por fin se habían cumplido los pronósticos que durante 2 años y medio habían permanecido en suspenso, Helena y Pablo ya eran pareja. Y para los que no eran tan atrevidos para aventurarse en alguna teoría, iniciaron de nuevo y por última vez en la noche, las canciones tranquilas, que más bien eran románticas, cuando vieron que la pareja seguía bailando a pesar de que esa canción más bien parecía la petición de algún maestro que recordaba sus años mozos, muchos confirmaron sus sospechas, sin embargo no eran la única pareja que había permanecido en la pista. Lo que no dejo dudas fue cuando a mitad de la canción de la última canción, Pablo y Helena se fundieron en un beso. Fotos de famosos desnudos
Al finalizar el baile salieron junto con Renata en dirección a la camioneta que los estaba esperando para llevarlos de regreso con sus padres.
- Con que por fin entendieron lo que ya todos sabíamos – dijo Renata por la nueva situación entre su hermano y Helena
- ¿Cómo que todos sabían? – dijo Pablo
- Pues que ustedes dos debían de estar juntos, de verdad que son ciegos, los únicos que no lo veían eran ustedes dos.
- Pero han de contarme los detalles, porque no les perdono que no me haya enterado antes que toda la escuela.
- Los detalles no importan, lo verdaderamente importante es lo que todos vieron – dijo Pablo, llevándose la mano de Helena a los labios para darle un beso.
- Ay, no se vale – contestó Renata, mientras hacía pucheros.
- Ya anda mejor súbete que se nos va a hacer más tarde.
En la camioneta, Renata tomó todo un asiento para dormirse, con la excusa de que Pablo y Helena podían irse en el mismo.
- No sabes lo feliz, que me has hecho Helena. Esta será una noche que nunca podré ni querré olvidar.
- Mucho menos yo, de verdad aun no puedo creer que mi sueño haya sido casi una visión, pero agradezco el que me haya permitido ver lo mucho que significabas para mí.
- ¿Qué sueño?
- Ahhh – Helena no quería revelar los detalles de su sueño, le daba mucha pena incluso con Pablo, así que reveló solo lo necesario – bueno hace como 4 meses, soñé que tú y yo nos besábamos y que decías que me querías, lo que me dio una visión muy distinta de lo que significabas para mí. Lo más extraño de todo es que en mi sueño también me decías que yo era Tu Helena.
- Es que tu eres Mi Helena, solo mía. Y la verdad que celebro que tus sueños sean tan exactos.
- Jajaja, yo también lo celebro.
- Ay no sé cómo pude estar sin ti tanto tiempo
- Pero si siempre me has tenido
- Sí, pero nunca de esta forma. Siempre me has hecho bien, desde que éramos niños, el verte me hacía feliz. Solía atribuírselo a que eras como una hermana. Pero ahora me doy cuenta que en realidad es porque siempre estuve enamorado de ti.
- ¿De verdad, siempre me has querido?
- Claro, pero hasta ahora comprendo bien.
- Creo que de cierta forma a mí también me pasaba lo mismo, la idea de pasar con ustedes la mayor parte del tiempo me hacía tremendamente feliz. Yo pensaba que era porque no tenía más hermanos, pero creo que era el estar contigo lo que me provocaba esos sentimientos. – Pablo tomó entre sus manos la cara de Helena y la besó, no de la forma en que lo había hecho cuando estaban en el baile, porque el chofer los venia viendo por el espejo retrovisor y no quería dar todo un espectáculo con su hermosa novia. Esta vez el beso fue tierno, muy tranquilo, sin prisa, pero con la misma necesidad de antes.
- Mi Helena, solo mía, te quiero tanto.
Helena recostó su cabeza en el hombro de Pablo, y se quedaron dormidos, mientras jugaban con sus manos. Al cabo de unas horas llegaron a la casa, donde ya todos estaban dormidos. Renata se retiro a su habitación, con los ojos básicamente cerrados, si hubiera sido por ella se habría quedado dormida en la camioneta.
- Te acompaño hasta tu habitación – dijo Pablo
- No es necesario, ya estás muy cansando.
- Fue una afirmación, no una pregunta. No me importa si estoy cansado, simplemente quiero verte aunque sea otros minutos más
- Me podrás ver tanto los siguientes días que quedarás harto de mi.
- Nunca me voy a hartar de ti, Helena.
- Bueno está bien, entre más pronto me vayas a dejar, más rápido te irás a dormir.
- Así está mejor – Pablo se había colocado detrás de Helena, abrazándola por la espalda.
- Bueno, ahora si ya estoy en mi habitación, te veo mañana. – dijo besando a su novio en los labios, como disfrutaba su contacto, estaba segura que nunca se cansaría de esa sensación.
- Te quiero, hasta mañana, mi Helena.
Regresar al índiceCapítulo 6 by G Tallis
Se despertaron al otro día, con la inseguridad de que todo hubiera sido un sueño. Pronto Helena se dio cuenta que todo tenía que ser verdad, así que se levantó, se arreglo y salió a desayunar, con la esperanza de ver a Pablo.
- Hola ma, ¿cómo estás?
- Hola, nena, amanecí muy bien, ¿y tú, cuéntame cómo les fue anoche?
- Ay mamá, no pudo haber sido mejor.
- Niña Helena, aquí esta su desayuno - dijo Toña, una mujer que había conocido a Helena desde antes de nacer, y que la quería tanto como quería a los hijos de sus patrones.
- Ay Toñis, muchas gracias, ¿cómo sabías que me estaba muriendo de hambre?
- No es nada, niña, espero que le guste, le mande preparar su desayuno preferido. Con permiso.
- Y bien dime, Helena porque tanta emoción al recordar el baile de anoche.
- Buenos días – interrumpió Magdis la madre de los gemelos y madrina de Helena.
- Hola, Magdis. Buenos días, ¿qué tal dormiste?
- Muy bien, ¿y ustedes?
- También gracias.
- Señora le sirvo el desayuno - preguntó Toña
- Si, Toña, por favor. Una cosa, ¿sabes dónde está el señor?
- Se fue con el señor Álvaro a cabalgar desde muy temprano.
- Ah ya veo muchas gracias.
- Magdis – dijo Carolina – Miguel se llevó a Álvaro desde temprano, que porque quería su opinión sobre los terrenos que compró recientemente.
Después del desayuno, Magdis fue a dar órdenes al servicio para que prepararan todo para una cena que se iba a dar esa noche, para celebrar su aniversario de bodas, en compañía de algunos amigos que vivían en el pueblo que estaba cerca de la finca.
Carolina aprovechó que su amiga estaba ocupada, para tener un rato a solas con su hija. Y la invito a dar un paseo por los jardines de la finca.
- Y bien Helena, ahora sí cuéntame ¿qué fue lo que pasó anoche que la hizo tan especial?
- Ay mamá, no sé ni por donde iniciar.
- Por el brillo en tus ojos puedo asegurar se debe a algún muchacho ¿verdad?
- ¿Cómo lo supiste?
- Helena, soy tu madre. Nosotras tenemos un sexto sentido que nos ayuda a saber cuando pasa algo. Y créeme este es tu caso.
- Si tienes razón, es que es algo que nunca había sentido, no sé cómo explicarlo. Es tan especial, siempre me había sentido bien con esa persona pero de un tiempo para acá es más especial que nunca.
- Entonces, ¿es alguien que ya tenias tiempo de conocer?
- Algo así.
- Pues permíteme decirte, que Pablo y tu se tomaron mucho tiempo para darse cuenta de que deberían de estar juntos. – ahora se daba cuenta Helena que la perspicacia se la había heredado su madre
- ¿Co…cómo lo supiste?
- Ay hija, no se te olvide que soy tu madre. Pero independientemente de eso, a ustedes dos se les veía lo que sentían el uno por el otro, hace bastante tiempo. Pablo te mira como si fueras una nueva estrella que acaba de descubrir y tú por otro lado lo observas como si quisieras descifrar sus secretos, siempre estás analizándolo, te ríes más cuando estas a su lado, tus ojos adquieren ese brillo especial que tienen en este momento.
- Vaya, nunca pensé que fuera tan notorio.
- Créeme hace años, que Magdis y yo nos dimos cuenta de lo que les pasaba.
- ¿Años?, pero si apenas entendí lo que sentía por él hace unos meses.
- Tú quizá te entendiste lo que sentías, pero ese sentimiento ya lo demostrabas desde antes.
- Y bueno, ¿Qué opinas de la situación?
- Te diré, que de todos los jóvenes que conozco, nadie tiene más mi aprobación que Pablo. El conocerlo desde siempre, me ha dejado ver que es un chico realmente encantador, con un alma tan pura, como la tuya. Sé que no debería mostrarme tan a favor de esta relación, simplemente porque las madres no debemos de hacerlo, pero no puedo, Pablo me encanta para ti y sé que llegaran muy lejos juntos, porque tiene grandes metas igual que tu y no por estar enamorados se distraerán de ellas, al contrario, ahora andarán juntos por ese camino que se han impuesto seguir.
- Gracias ma', no tienes idea de lo bien que me siento de haber tomado esta decisión. Y ahora que se lo que piensas me siento mil veces mejor. Te quiero mucho mamá.
- Yo también Helena. Sabes que siempre contarás conmigo. Pero creo que es tiempo de que dejemos esta conversación aquí, porque cierto joven viene directo hacia acá.
- Bueno días, Caro.
- Hola hijo, te preguntaría como estás, pero es algo que salta a la vista. Bueno, los dejo porque quede en ayudar a tu madre con los preparativos de la cena.
- Está bien. Gracias. – alcanzó a decir Pablo cuando Carolina se retiraba.
- ¿Cómo amaneciste? – fue lo único que se le ocurrió decir a Helena que por dentro era una revolución de sensaciones. Tenía unas ganas enormes de estar entre los brazos de su novio y besarlo, pero se contuvo, no sabía cómo tomaría Pablo esta reacción.
- Hmm que saludo tan más frio. – dijo fingiendo tristeza
- ¿Ah y cómo querías que te saludara? – con tono de burla y un tanto nerviosa
- Pues me imaginaba algo más emotivo, como esto. – Pablo atrajo el cuerpo de su novia, poniendo una mano en su cintura y la otra en la nuca, para poder besarla. Helena estaba que saltaba de emoción, claro así serían desde ahora todas sus mañanas de ahora en adelante, nunca más tendría miedo de expresarle sus sentimientos a Pablo. El beso fue corto, pero estaba lleno de la necesidad que sentían el uno por el otro.
- Wow, pues si lo pones de esa manera te doy la razón, mi saludo fue como un cubo de hielo.
- Te lo dije – y Pablo tomó la mano de Helena, le encantaba el tenerla lo más cerca posible.
- No tienes idea de cómo me encantó que tuvieras razón.
- Ah que te puedo decir, así soy yo – contestó con una picara sonrisa en su rostro – justamente por eso, que te parece si nos vamos a dar una vuelta por el arroyo.
- Me parece perfecto – dijo dándole un beso en la mejilla.
Para cuando llegaron al arroyo, el día estaba de lo más agradable, a pesar de ser casi invierno, se podía sentir un clima un tanto cálido.
- Has pensado en cuándo se lo vamos a decir a lo demás. – preguntó Pablo que estaba con la espalda recostada en el gran árbol que daba al arroyo, mientras abrazaba a Helena que descansaba sobre su pecho.
- Este… bueno tengo la seguridad de que por nuestras madres no hay problema.
- ¿Por qué, se lo has dicho a tu madre?
- No, exactamente, digamos que resultó que ella lo adivinó. – Y Helena le contó casi toda la conversación con su madre.
- Entonces, después de todo Renata tenía razón. Los únicos que ni por enterados éramos nosotros.
- No crees que es algo ridículo.
- Un poco, sí. Pero al menos no dejamos pasar más tiempo – logró decir antes de acomodarse para poder besarla.
- Lo que creo – dijo Helena después de un rato – es que él que nos dará algo de trabajo es mi padre, no sé cómo vaya a reaccionar.
- Y si lo hacemos a la manera antigua y hablo con él.
- ¿No crees que sea demasiado?
- Podría ser, pero prefiero intentarlo, no me gustaría que tu padre no te deje estar conmigo, así que más vale intentarlo.
- Si, a mí tampoco me gustaría. Porque eso sería molestarme con él y nunca lo he hecho. Y mucho menos podría ver que te tratara mal, después de todo eres el hijo de su mejor amigo.
- ¿Te parece si hablo con él hoy mismo?
- Sí, creo que entre más pronto mejor.
- Bien, entonces será mejor que regresemos ya.
- No – dijo Helena haciendo pucheros – aun es temprano, no quiero irme tan rápido de aquí.
- Será lo que tú quieras. La verdad estar aquí contigo gozando de estos momentos es un privilegio que no quiero abandonar.
- Exacto – Y dicho esto se perdieron en otro profundo beso que muy apenas satisfacía la necesidad que sentían el uno por el otro; lo alargaron tanto como pudieron pero sabían que tenían cosas que hacer y decidieron regresar a la casa.
Pablo dejó a Helena en el comedor con Renata, que apenas estaba desayunando. Y aprovechó que Álvaro, padre de su novia estaba desocupado.
- Hola, Álvaro, ¿puedo hablar contigo un momento?
- Claro, vayamos al jardín y mientras me cuentas.
- Está bien – y se dirigieron al jardín más cercano.
- Y bien hijo, dime ¿de qué quieres hablar? - Álvaro, trataré de ser lo más directo posible y quiero que me dejes terminar antes de decir algo.
- Anda Pablo, dímelo que ya me está preocupando todo esto.
- ESTOY ENAMORADO DE HELENA, he hablado con ella de lo que siento, y sé que mis sentimientos son correspondidos. Le he pedido que me diera la oportunidad de decírtelo personalmente por la amistad que te une con mi padre, por el cariño que te tengo a ti y a Carolina, pero sobre todo por el amor y el respeto que le tengo a tu hija.
- Me alegra tu honestidad para aclarar las cosas – dijo Álvaro con tono serio – no te puedo decir que me emociona el hecho de que mi hija ya no sea una niña, sabía que este momento llegaría algún día pero tenía la esperanza de que no fuera tan pronto. Sin embargo el hecho de que seas tú a quien este con mi hija, me tranquiliza un poco.
- Entonces, ¿no te opones a que sea mi novia?
- Claro que no, solo les pido que sean prudentes porque nuestras familias son demasiado unidas y no sé cómo pueda afectar nuestra relación si la suya no resulta bien.
- Por eso no te preocupes, ten por seguro que lo tomaremos en cuenta. - Me parece bien.
- Bueno muchas gracias. Voy a…
- … ¿a buscar a Helena?
- Eh pues sí. Me dijo que le avisara para que venga a hablar contigo.
- Dile que aquí la espero.
Momentos después Helena llegó al lugar donde se encontraba su padre. - Hola papito.
- Hola hija, me dijo Pablo que querías hablar conmigo.
- Si papá, es más bien pedirte disculpas por no ser yo quien te dijera lo que pasaba con Pablo, pero es que insistió demasiado en ser él, el que te informara lo que sucedía.
- Nena está bien, entiendo a Pablo, yo hice lo mismo cuando trataba de ganarme el apoyo de tu abuelo.
- ¿No estás enojado?
- Pues contigo nunca he podido enojarme, y hoy no será la excepción. Solo quiero que seas feliz y si lo eres al lado de Pablo, no puedo oponerme. Solo te diré lo mismo que le dije a él. Quiero que sean prudentes con su relación, por el bien de las dos familias, porque lo que pase entre ustedes de cualquier manera repercutirá en la amistad que tenemos.
- Claro pa’, no hay problema. Sabremos salir adelante ya verás. – dijo mientras lo abrazaba
- Bueno anda, anda, ve con tu madre para que le cuentes lo que te he dicho, porque me imagino que ella ya lo sabía.
- Este, si más o menos.
- Bueno corre.
Helena fue con su madre y le contó lo ocurrido, bueno a ella y a madrina, que como había supuesto, ya estaba enterada de la situación.
- Hija no sabes lo feliz que nos hace él que tu y Pablo estén juntos.
- Gracias, Magdis, a nosotros también nos hace felices el que ustedes estén tan contentas con lo nuestro.
- Helena de todas las jóvenes del mundo, eres la que más le va a Pablo. Ustedes se complementan tan bien.
- ¿Tú crees?
- Claro que lo creo. Y por eso mismo quiero que tengan cuidado, a partir de ahora su relación causara muchas envidias tanto de mujeres hacia ti, como de hombres hacía mi hijo. La gente puede ser muy cruel e inventar cosas para separarlos y ahí será cuando ustedes demuestren la fuerza de su relación.
- Claro, muchas gracias por el consejo. Sé que podremos lograrlo.
Ese día las cosas en la finca, fueron alegría pura. En parte por el festejo del aniversario de bodas de los señores de la casa y de forma privada para la familia por la alegría que era ver a su hijo tan feliz.
Regresar al índiceCapítulo 8 by G Tallis
Para Pablo y Helena los días transcurrían como el agua, tanto que cuando se dieron cuenta, la navidad ya estaba en puerta. Como todos los años ambas familias compartían una cena especial y después pasaban a la sala para convivir un poco más, unos cantaban mientras Helena y Renata interpretaban algunas canciones en el piano de la casa.
- Helena, quiero mostrarte algo, me podrías acompañar al jardín – dijo Pablo cuando todos se retiraban a sus habitaciones.
- Claro, solo voy por un suéter, ahorita te alcanzo. – respondió mientras besaba la mejilla de su novio.
- Listo, ¿qué querías mostrarme?
- Hel, quiero que sepas que estos pocos días que he pasado a tu lado, me has hecho más feliz de lo que había sido en toda mi vida. Sé que prometimos no darnos ningún regalo, pero cuando vi esto – dijo a la vez que sacaba un pequeño estuche de su chamarra – no puede evitar pensar en ti y tenía que comprártelo.
- Pa…blo, esta hermoso, pero es demasiado – no se le venían más palabras a la cabeza, el contenido de la caja era un pequeño anillo de oro blanco, con diamantes azules incrustados, que eran muy similares al azul de sus ojos.
- Nada es demasiado para ti, así que por favor no lo rechaces – dijo mirándola fijamente a los ojos con esa mirada que hacía que Helena se pusiera de rodillas ante sus deseos.
- Está bien, ¿podrías ponérmelo? – y Pablo sacó la bella pieza de la caja y la colocó en el delgado dedo de su novia.
- Te queda hermoso. – dijo con una sonrisa de satisfacción.
- Gracias, pero ahora siento que mi regalo es insignificante al lado del tuyo – reveló Helena con algo de decepción en su mirada.
- Así, que también me tienes un regalo, muéstramelo ¿sí?
- Está bien, espero que te guste. –y le entregó un porta retrato de plata, que tenía la imagen más bella que Pablo hubiera podido imaginar. Era una foto del pasado baile de invierno, tomada justo en el momento en que él y Helena se daban un beso, mientras bailaban.
- Te quiero, Te quiero demasiado mi Helena – dijo Pablo y le dio un beso que no dejaba duda de lo mucho que le había gustado el regalo. Helena sintió como el dulce aliento de Pablo invadía su boca y cómo poco a poco su lengua tocaba sus labios, como pidiendo permiso. En ese preciso instante dejó de pensar, abrió sus labios y respondió con toda la necesidad que le embargaba el cuerpo, su corazón empezaba a latir cada vez más rápido, y Pablo la tomaba entre sus brazos como si quisiera fundirla a él. Tuvieron que separarse para tomar aire pero seguían sonriendo. Ese beso había sido más que motivador.
- Parece que si te gustó el regalo
- Más de lo que hubieras creído.
- Genial, pero aun así sigo sintiéndome mal por darte tan poco.
- No le veo la razón, además de que me encantó tu regalo, lo mejor que me puedes dar es estar a mi lado. Te quiero mi Helena.
- Y yo a ti.
El año nuevo fue recibido con una fiesta que incluía a las personas más allegadas a la familia y a las familias de toda gente que servía en la finca. Pablo y Helena solo podían despedir el año viejo con sonrisas por los momentos felices que les trajo, y contaban con la seguridad inmensa de que el año nuevo sería aun mejor.
El regreso a la ciudad y por tanto a la escuela se dio casi de manera inmediata. Renata estaba contenta con las pinturas que había logrado desarrollar, en el tiempo en que Helena y Pablo se paseaban por la finca, aunque sonara extraño, prefería la soledad de su estudio para plasmar las imágenes que le venían a la mente.
En la escuela, todos los que habían faltado al baile, estaban deseosos de comprobar lo que los rumores señalaban y no necesitaron esperar demasiado. Cuando llegaron los gemelos, Helena ya los estaba esperando, y recibió con un discreto beso en los labios a Pablo, mientras este la sostenía en el aire, como solía hacerlo cuando regresaban de vacaciones de verano, que eran las más largas, sin embargo que fueran las de invierno le importó muy poco.
- ¿Ya te enteraste, de la nueva parejita? – preguntó Diego a Aldo que miraba con indiferencia a la nueva pareja.
- Sí, pero no entiendo cómo les puede causar tanta expectación, ni que fuera la gran cosa. – dijo con cara de hastío.
- Ok, no es la gran cosa para ti, pero yo no podría estar más feliz por esos dos.
- Si, wow que emoción - Ya acéptalo, Helena nunca te iba a hacer caso. - Ya déjame en paz.
Pablo no podía evitar sonreír al ver la cara de fastidio que tenía Aldo, ahora las clases de biología eran más interesantes, pues ahora era él quien se la pasaba haciendo reír a Helena, y por otro lado era demasiado cuidadoso para que Aldo no le echara a perder ningún experimento. Las mañanas en la escuela solían pasarla rodeados de sus amigos, pues habían decidido que no querían que su relación los alejara del mundo. Lo cual ayudo también a Renata, para no sentirse incomoda entre los dos.
Los días avanzaron y pronto llegó febrero, el mes del cumpleaños de Helena. Entre Pablo y Renata ya le habían preparado una fiesta en su casa, habían invitado a todos sus amigos y Pablo tenía un regalo muy especial.
Regresar al índiceCapítulo 9 by G Tallis
Cuando Helena terminaba de recibir las felicitaciones de sus amigos, reconoció una voz en el micrófono, era Pablo, que llamaba la atención de sus compañeros. Estaba sentado en un banco, con su guitarra favorita.
- Helena, creo que nunca voy a terminar de decirte cuanto te quiero. Pero una pequeña parte de todo lo que siento por ti, lo escribí en esta canción. Espero que te guste.
Adoro las cosas que me dices,
Adoro nuestros ratos felices
Adoro la forma en que sonríes,
el modo en que a veces me riñes,
adoro la seda de tus manos,
los besos que nos damos,
los adoro, vida mía.
Y me muero por tenerte junto a mí,
cerca, muy cerca de mí,
no separarme de ti;
y es que eres mi existencia, mi sentir,
eres mi luna,
eres mi sol,
eres mi noche de amor.
Adoro el brillo de tus ojos,
lo dulce que hay en tus labios rojos,
adoro la forma en que suspiras
y hasta cuando caminas yo te adoro vida mía;
yo, yo te adoro,
vida mía yo,
yo te adoro;
vida, vida mía.
Yo te adoro.***
- Gracias – y todos sus amigos le rindieron sus aplausos.
- Ay que reconocer – dijo Diego a Renata – que si tu hermano no la hace en lo que quiera estudiar, como músico tiene futuro.
- Claro, el talento le viene en los genes. – y rió junto con Diego.
La música dio inicio y todos empezaron a bailar, excepto Helena que seguía congelada, después de escuchar la hermosa canción que Pablo le había compuesto.
- Helena, ¿qué tienes, qué no te gustó la canción? – preguntó Pablo preocupado al ver que su novia tenía la cara mirando al piso. La tomó por la barbilla para verla frente a frente y sólo descubrió que sus ojos estaban llenos de lágrimas.
- Perdón – dijo tratando de contener las lágrimas que afloraban de sus bellos ojos.
- Pero porque te disculpas, si no te gustó no quiero que finjas. – con tono decepcionado
- Pablo – dijo viéndolo directamente a los ojos – ES LA CANCIÓN MÁS BELLA QUE HE ESCUCHADO, cada nota es perfecta, pero sobre todo por la letra, no tiene comparación.
- Pero no tienes porque llorar, la compuse para que te dieras cuenta de lo mucho que te quiero, no para sacarte lágrimas. – mientras rozaba la punta de su nariz con sus labios.
- Es que es tan hermosa, gracias Pablo, es el mejor obsequio que he recibido. – dijo con la mirada transformada en un brillo de felicidad que no podía contener.
- De nada mi Helena – terminó por decir y la besó tiernamente. Nada hacía más feliz a Pablo que ver a Helena radiante de alegría.
Dos meses después llegó el concierto de Soda Stereo, los dos estaban emocionados de pensar en que por primera vez escucharían a ese genial grupo, aunque fuera por última vez ya que esa era su gira de despedida.
La presentación había iniciado casi exacta, abriendo con una de las canciones favoritas de Pablo, “En la ciudad de la Furia”. Ellos no paraban de corear todas la canciones, cuando llegaban sus favoritas era como un sueño para ambos. Ya para cerrar iniciaron con los acordes de “De música ligera”, y el recinto casi se cae a pedazos. Justo cuando terminó y la banda estaba en los agradecimientos. Pablo se puso frente a Helena, dando la espalda al escenario.
- Helena, tú eras mi amor de MÚSICA LIGERA pero ahora eres más que eso, eres el amor de mi vida. TE AMO. – esta declaración tan improvisada pero tan especial para ella, la dejó sin palabras, pero sabía que tenía que responder algo. Y ya que su mente estaba al borde del colapso, dejó que su corazón hablara.
- Yo también TE AMO, Pablo. – dijo con una sonrisa que se convirtió en un profundo beso cuando Pablo la tomó por sorpresa.
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***Adoro - Armando Manzanero.
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Regresar al índiceCapítulo 10 by G Tallis
Después de unos meses, llegó el final de clases y por tanto el final del colegio. Habían elegido ir a una de las mejores preparatorias de la zona, y también varios de sus amigos habían elegido esa opción. El padre de Aldo había sido transferido a otra zona, así que Pablo no tuvo que pensar en soportarlo en otra escuela de nuevo.
El verano lo pasaron juntos en la finca, con Renata y un amigo que había invitado. Pablo no estaba muy encantado con la idea de ver que su hermanita estaba pisando nuevos terrenos, pero no pudo poner mucha objeción ya que ella le había abierto los ojos sobre Helena. Además se trataba de uno de sus mejores amigos, Diego.
- No puedo creer que queden tres semanas para entrar a clases. Las vacaciones se han ido tan rápido.
- Si, ya lo creo – dijo Helena con la mirada perdida.
- ¿Qué tienes?, te noto distraída – mostrando preocupación en el rostro.
- Hay Pablo es que te tengo que contar algo.
- Dime
- Pues mi papá tiene una reunión en Londres, y nos pidió a mi madre y a mí que aprovechemos para pasar unas vacaciones por allá. Serían 2 semanas. Y no tuve opción, así que acepte. Sé que solo son dos semanas pero no sé si podré estar lejos de ti tanto tiempo. No nos hemos separado desde el verano pasado.
- Tranquila, Hel, sé que lo haces por darle gusto a tus padres. Yo también te voy a extrañar muchísimo, como no te das una idea. Te amo, y te necesito junto a mí. Pero 2 semanas se irán volando ya verás – trató de decir con convicción pero sus ojos lo traicionaban.
- Ay Pablo, no quiero dejarte, no quiero.
- Yo tampoco, quiero que te vayas, pero ya verás en cuanto regreses repondremos esas dos semanas.
- ¿De verdad?
- Si, tranquila y disfruta el viaje. Hazlo por mí, que quiero que me cuentes todos los detalles y algún día cuando vayamos juntos tú seas mi guía.
- En serio, ¿crees, que algún día podremos ir juntos?
- Claro, ya verás. Daríamos la vuelta al mundo si tú quisieras.
- Sabes que contigo iría al fin del universo.
- Eso me agrada. Bueno y ¿cuándo se van?
- Pasado mañana – dijo ocultando la cara en el pecho de su novio.
- Tan rápido – respondió Pablo mientras abrazaba a Helena tan fuerte que casi le quito el aire.
- Lo sé – y rompiendo el abrazo, levantó la cara y atrapó su boca entre sus labios, fue un besó largo, sintiendo la como sus esencias inundaban sus cuerpos. Sus lenguas a veces llegaban a tocarse y era un choque eléctrico que rápido les quitaba la respiración.
- Mi Helena, Te Amo tanto – susurró Pablo a su novia, antes de volver a atrapar su boca.
Cuando regresaron a México, y Pablo cumplió su promesa de reponerle esas dos semanas a Helena. Pasaban todos los días juntos. Hasta que a la siguiente semana entraron a la escuela.
- No puedo creer que nos hagan esto – dijo Renata algo indignada al saber que Helena y ella estarían en el mismo salón pero sin Pablo y sin Diego, que se había convertido en alguien muy cercano a Renata.
- Ah, ya decía que no todo podía ser tan perfecto – respondió Diego. Y Renata lo miró con intriga. No sabía muy bien lo que había querido decir, o mejor dicho no quería hacerse ilusiones.
- Pues a mí no hace feliz no estar con Helena, pero al menos ella está con Ren.
- Tiene razón, y bueno la escuela solo ocupa la mitad del día y podremos vernos en los recesos, ya verás no puede estar tan mal. – bueno eso creyó Helena.
Ese día por la mañana Helena estaba pensativa en su recámara, había despertado mucho antes de que su alarma sonara. Sus pensamientos se remontaban al año pasado. En cómo un sueño le había cambiado la vida para siempre, en cuan feliz era ahora. Siempre lo había sido, pero no tenía comparación con las bondades que el destino le había concedido.
Era momento de prepararse, la escuela, sus amigos y sobre todo su novio la esperaban. Para variar, la llegada de Helena, provocó que muchos de los alumnos voltearan a verla. El último año se había puesto aun más bonita y no aparentaba la edad que tenía. A los pocos minutos se encontró con Diego que esperaba poder ver a Renata antes de ir a clases, pero los gemelos aun no llegaban.
Finalmente, arribaron a la escuela y Pablo saludó a su novia con la misma intensidad del año pasado solo que esta vez le dio un ligero beso en los labios. Faltaban pocos minutos para la primera hora de clases, así que tuvieron que separarse para entrar a sus salones que quedaban justo enfrente pero en edificios diferentes.
Helena y Renata, buscaron asientos y los demás muchachos no pudieron evitar ver la belleza de ambas jóvenes, por lo que no pidieron tiempo y les hicieron plática. No pasó mucho tiempo cuando llego el primer profesor y comenzaron oficialmente los días de prepa.
En el receso los que tenían esperanza de invitar a las amigas a desayunar, se vieron sorprendidos porque sus novios ya las esperaban en el pasillo. Renata corrió hacia Diego alejándose de su hermano. Pablo miraba a Helena llenó de expectación, así que cuando llegó donde estaba ella la tomó en sus brazos y le dio el beso que no le había podido dar en la mañana.
- Eso fue revitalizante – dijo Helena con una sonrisa que le iluminaba la cara.
- Te extrañé, las clases no lo mismo sin ti. – devolviéndole la sonrisa y tomando su mano.
- Lo sé, a mi me pasó lo mismo.
- ¿Quieres ir a comer algo?
- La verdad, no tengo mucha hambre y ¿tu?
- Yo tampoco, prefiero pasar este tiempo contigo que en la cafetería, rodeados de extraños que no paran de verte.
- Claro que no, pero si ese fuera el caso yo podría decir lo mismo de la
Sabor a mi by G Tallis
Pablo y Helena han pasado toda su vida juntos. Son como hermanos, son amigos, novios y amantes. Pero ¿su amor será tan fuerte para sobrevivir después de 10
fanfic
es
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2024-11-18
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