Los dos Severus y Hermione Granger by Natalys
Alzó la vista hacia la pared que tenía enfrente y fue ahí cuando lo vio. Un muchacho delgado, de cabello oscuro llegándole hasta la altura de los hombros, de unos diecisiete años y esos ojos negros que reconocería en cualquier lado porque eran los que tanto amaba y que la hacían temblar… Contuvo la respiración abriendo inmensamente los ojos. ¡No podía ser verdad!
Se levantó rápidamente.
-¿Quién eres?- preguntó.
El muchacho, que parecía estar bastante desconcertado, la observó de arriba abajo.
-Yo soy Severus Snape, ¿Y tu?- inquirió él con esa altanería a la cual ella ya estaba acostumbrada.
Categories: LITERATURA, HARRY POTTER Characters: Ninguno
Generos: Romance
Advertencias: Lemon
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 23 Completed: Sí Word count: 32930 Read: 7051 Published: 01/10/2011 Updated: 24/11/2011
Alzó la vista hacia la pared que tenía enfrente y fue ahí cuando lo vio. Un muchacho delgado, de cabello oscuro llegándole hasta la altura de los hombros, de unos diecisiete años y esos ojos negros que reconocería en cualquier lado porque eran los que tanto amaba y que la hacían temblar… Contuvo la respiración abriendo inmensamente los ojos. ¡No podía ser verdad!
Se levantó rápidamente.
-¿Quién eres?- preguntó.
El muchacho, que parecía estar bastante desconcertado, la observó de arriba abajo.
-Yo soy Severus Snape, ¿Y tu?- inquirió él con esa altanería a la cual ella ya estaba acostumbrada.
Categories: LITERATURA, HARRY POTTER Characters: Ninguno
Generos: Romance
Advertencias: Lemon
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Series: Ninguno
Chapters: 23 Completed: Sí Word count: 32930 Read: 7051 Published: 01/10/2011 Updated: 24/11/2011
Esta es la trigésima vez que intento subir esta historia! Sólo espero que esta vez pueda hacerlo....
Bueno... Como saben todos los personajes de la historia pertenecen a J.K. Rowling.
Esta es la trigésima vez que intento subir esta historia! Sólo espero que esta vez pueda hacerlo....
Bueno... Como saben todos los personajes de la historia pertenecen a J.K. Rowling.
Capítulo 1 by Natalys
No era fácil estar enamorada de su profesor de Pociones. ¿Pero acaso ella había tenido la culpa? No. Simplemente había sucedido y ni siquiera podía especificar el momento en que todo inició. Tal vez fue porque él era el único que no la alagaba y siempre le pedía que diera más de sí mediante palabras hirientes y críticas despectivas. O tal vez por esos profundos ojos que cuando la miraban fijamente le aceleraban el corazón de tal modo que ella creía que zumbaba en vez de latir. La cuestión era esa, estaba perdidamente enamorada de Severus (en su mente siempre lo llamaba por su nombre) pero él parecía no notarla dentro de los centenares de alumnos que tenía. Era por eso que siempre intentaba sobresalir más en su clase que en el resto, que cada vez que lo tenía cerca se estremecía del placer y no podía hacer más que tartamudear incoherencias. Por desgracia, no eran demasiados los momentos en que estaba a su lado si no era cuando él se aproximaba a vigilar su caldero. Pero eso iba a cambiar. Estaba decidida a intentar, al menos, tenerlo durante unos momentos para ella sola cuando se ganara un castigo.
Decidida a poner en práctica su plan se encaminó a las mazmorras. Sus amigos la encontraron por el camino y se fue charlando con ellos tranquilamente. Después de todo, tenía que actuar como si nada malo estuviera a punto de pasar.
Ocupó su usual lugar, al lado de Neville, quien la saludó algo nervioso y más distraído de lo usual.
-¿Te encuentras bien?- le preguntó ella preocupada.
-¿Eh? Sí, sí… Sólo…- Miró hacia atrás y viendo que Snape acaba de entrar se apresuró a decir- Nada.
-SILENCIO- rugió el hombre mientras entraba con su capa ondeando detrás de él- Hoy realizarnos una simple poción conocida como “cazabobos” ¿Alguien sabe de qué se trata?
Hermione alzó la mano inmediatamente pero él la ignoró.
-¿Nadie?- inquirió el profesor-Es lamentable. Son el último año. Mucho de ustedes re-cursan y ni siquiera pueden decirme de qué se trata esta simple poción… Cinco puntos menos a Griffyndor por ignorantes.
Los de Slytherin, con quien compartían clase, rieron divertidos.
-Yo lo sé, profesor- se arriesgó a decir Hermione.
Snape volteó los ojos hacia ella e inmediatamente se sintió ruborizar. ¡Qué lindos ojos que tenía!
Concéntrate, se dijo a sí misma.
-Vaya, señorita Granger, ni cinco minutos han pasado y usted ya está abriendo su bocaza… ¿A caso alguien le dijo que dijera algo? No, nadie. Así que guárdese sus molestos comentarios para cuando alguien se los pida.
Hermione, en vez de sentirse insultada, sonrió. ¡Le sonrió a Severus Snape!
-La poción cazabobos es conocida por hacer que aquellas personas que la beban o la toquen padezcan de idiotez momentánea- le contestó mirándolo desafiante por primera vez-Los efectos pueden durar alrededor de cuatro a cinco horas, todo depende de la persona.
-¿Qué le acabo de decir, Ganger?- escupió las palabras Snape mirándola furioso- Veinte puntos menos por no poder mantener la boca cerrada.
-Sabe, profesor- siguió diciendo ella ante la mirada asombrada de todos los alumnos de ambas casas- hay veces que pienso que muchos alumnos la beben constantemente. Especialmente los de Slytherin.
-¡Castigada por dos semanas!- gritó Snape y cuando escuchó la risa de los de Griffyndor seguido por los insultos de los Slytherin añadió-¡SILENCIO!
La orden fue cumplida inmediatamente. Todo el salón quedó sumido en un profundo silencio que nadie se atrevió a romper. Incluso Hermione hizo caso que no cabía de la felicidad al haber conseguido lo que quería. ¡Dos semanas completas al lado de su querido profesor!
-Señorita Granger, no quiero más interrupciones suyas en esta clase- le ordenó Snape- Si llego a escuchar cualquier otra palabra suya, estará castigada el resto del año. ¿Ha entendido?
Hermione asintió tratando de colocar en su rostro la mejor expresión de aflicción que pudo.
Snape dejó las instrucciones anotadas en la pizarra y se sentó al lado de su escritorio mientras corregía unos cuantos desastrosos trabajos de primer año. Pero de vez en cuando, sin que nadie lo viera, levantaba la mirada hacia cierta jovencita que ese día lo había asombrado desafiándolo frente a toda la clase. ¿Qué rayos le sucedía? Granger no era de las alumnas que buscasen motivos para perjudicar sus notas y menos hasta el punto de quedar castigada.
Deja de mirarla, se ordenó.
Pero la verdad era que le costaba tanto trabajo hacerlo. Si no fuera porque en esa clase había ciento de adolescentes impertinentes y malcriados la hubiera callado con un beso… ¿A quien quería engañar? Jamás haría tal cosa ni si estuviera solo a su lado, cosa que sucedería cuando cumpliera su castigo. ¿Por qué la había castigado? ¿Por qué, tan sólo, no le había bajado muchos puntos? No quería ni pensar en la posibilidad de haberlo hecho tan sólo porque deseaba tenerla a su lado a solas al menos por unos momentos disfrutando secretamente de su compañía.
La clase transcurrió con relativa normalidad. Ella realizó correctamente la poción y él gritó e insultó como siempre a sus alumnos o sea que gritó e insultó a los de Griffyndor sin miramientos. Cuando llegó el final pidió que dejaran una muestra sobre su escritorio. Todos así lo hicieron pero los últimos fueron Neville y Hermione.
-Apúrense, ¿O creen que tengo todo el día?- les gruñó.
Hermione, sin mirarlo, dejó con cuidado el frasquito al lado de los demás. Neville, en su nerviosismo, se tropezó con sus propios pies al acercarse y cayó sobre el escritorio rompiendo y derramando todos los frascos. Severus se apartó precipitadamente para no ser tocado por la poción mientras le gritaba a Neville.
-¡¿PERO QUÉ HA HECHO?!
-Lo… lo siento… pro…
Pero antes de terminar de hablar miró hacia sus manos que estaban embardunadas de las diferentes pociones y su rostro se puso blanco. Severus tarde se dio cuenta de lo que iba a suceder. El muchacho soltó una carcajada que retumbó en el salón y se levantó de prisa tambaleándose, sacó su varita y apuntó aquella mezcla pegajosa.
-¡No!- le advirtió Snape.
-¡Confringo! ¡Mimblewiiimbleee!- gritó Neville que en ese momento se tambaleo y en vez de lanzar el hechizo contra la mesa, éste salió disparado contra Snape.
Severus no alcanzó a reaccionar a tiempo y se preparó para recibir el primer rayo contra él pero no fue así. Hermione se apresuró a colocarse delante de él.
-¡Protego Totalum!- gritó ella.
El hechizo rebotó contra Neville pero ya había perdido intensidad así que sólo lo dejó inconsciente. Pero el segundo venía. Snape, sintiéndose ofendido por haber sido salvado por ella, la apartó haciendo romper el hechizo protector recibiendo de lleno el segundo encantamiento.
-¡Profesor!- gritó Hermione mientras corría hacia él que había caído de espalda al suelo.
Cuando Severus abrió los ojos, lo primero que vio fue el rostro de Hermione preocupado, luego sintió las manos de ella en su rostro y, finalmente, sintió que su cabeza se partía de dolor.
Gimió mientras se llevaba una mano a su frente para intentar contener de algún modo aquel punzante malestar.
-¿Se encuentra bien, profesor?- preguntó Hermione.
-Sí, Granger- gruñó él-Ahora apártese y déjeme levantarme.
Ella se apartó rápidamente algo ruborizada. Severus intentó levantarse ayudándose con sus manos apoyadas en el suelo. Intentó que su rostro permaneciera impasible pero estaba seguro que hizo una o dos muecas ya que vio a Hermione morderse el labio y hacer un pequeño movimiento para adelantarse a ayudarlo. Afortunadamente no lo hizo. Ya se había humillado lo suficiente a sí mismo como para seguir con lo mismo.
-¿El señor Longbottom sigue inconsciente?- preguntó.
-Sí, profesor.- contestó ella.
-Cuídelo durante unos momentos. Yo iré a buscar al director.
Hermione asintió pero él no la pudo ver porque ya había cruzado el umbral de la puerta para marcharse. Se acercó a Neville y le rozó el rostro con la punta de sus dedos con cuidado.
-Neville- lo llamó pero él no despertó.
Suspirando, se sentó a su lado. Alzó la vista hacia la pared que tenía enfrente y fue ahí cuando lo vio. Un muchacho delgado, de cabello oscuro llegándole hasta la altura de los hombros, de unos diecisiete años y esos ojos negros que reconocería en cualquier lado porque eran los que tanto amaba y que la hacían temblar… Contuvo la respiración abriendo inmensamente los ojos. ¡No podía ser verdad!
Se levantó rápidamente.
-¿Quién eres?- preguntó.
El muchacho, que parecía estar bastante desconcertado, la observó de arriba abajo.
-Yo soy Severus Snape, ¿Y tu?- inquirió él con esa altanería a la cual ella ya estaba acostumbrada.
Espero que les haya gustado.
Besitos
Espero que les haya gustado.
Besitos
Regresar al índiceCapítulo 2 by Natalys
Hola!!! Como tengo escrito el segundo y el tercer capítulo ya los publico... Espero que les guste.
Hola!!! Como tengo escrito el segundo y el tercer capítulo ya los publico... Espero que les guste.
Severus Snape caminaba presuroso de vuelta hacia el aula donde había dejado a Hermione cuidando a Neville. Detrás de él venía Albus dando largos pasos para intentar alcanzar al presuroso profesor.
-Cálma, Severus- le dijo éste- Si tan sólo sucedió lo que me has dicho no queda mucho por hacer mas que limpiar el aula y esperar a que el señor Longbottom despierte…
Pero a Severus nada de eso le importaba. Más bien estaba preocupado por cierta alumna a quien, por culpa de su orgullo herido, había olvidado preguntarle si se encontraba bien al menos. Creía que no pero si algo le había pasado él no podría encontrar el modo de perdonarse. Abrió la puerta de un golpe para entrar al aula y lo que vio lo dejó hecho de piedra. Allí, delante de sus propios ojos, estaba Hermione Granger abrazando a un jovencito como si fuera la cosa más importante de su vida. Apretó los labios, molesto, y sus manos se volvieron puños. No podía ver quién era ese ahí porque estaba de espaldas pero de lo que sí estaba seguro era de que no iba a salir de allí sin recibir un fuerte castigo.
Se aclaró la garganta ruidosamente para hacerles notar su presencia. La joven se apartó rápidamente, toda ruborizada mientras el muchacho giraba hacia ellos.
Al principio, Severus pensó que sus ojos lo engañaban, luego, que tal vez era una especie de broma pesada y, por último que aquello se trataba de una terrible pesadilla. No podía ser verdad que… No era posible…
-¿Qué…?- comenzó a decir pero se tuvo que detener dado que no encontraba las palabras necesarias.
-¿Severus?- preguntó Albus mirando fijamente al muchacho.
-Sí, señor Director- inquirió éste con un tono calmo pero se notaba en su mirada el nerviosismo.
-¿Eres Severus Snape?-volvió a preguntar el anciano.
El muchacho frunció el ceño. Empezaba a perder la poca paciencia que tenía.
-Sí- respondió secamente.
-Es imposible- indicó el profesor Snape.
El muchacho volteó sus ojos hacia Snape y, por unos instantes, se reconoció en él pero rápidamente apartó la mirada, algo asustado, y miró Albus.
-¿Sabes cómo llegaste aquí, Severus?- le preguntó al muchacho el anciano.
-Señor…- intervino Snape al notar que Hermione aún estaba allí algo avergonzada aún.
-Ah, sí… Señorita Granger- indicó Dumbledore-¿Podría ir a mi despacho y esperarme allí?
Hermione asintió y caminó lentamente fuera del aula cerrando la puerta de ésta detrás de sí. Ambos Severus la contemplaron marcharse y luego volvieron sus rostros hacia el director.
-Ya no estoy en mi tiempo, ¿Verdad?- preguntó el muchacho directamente.
-Muy perceptivo, Severus- indicó Albus mientras se recostaba por uno de los bancos pacientemente- Ahora, ¿me harías el favor de contarme qué es lo último que recuerdas antes de aparecer aquí?
El Severus adulto, que todavía no salía de su estado de asombro, miró atento al joven esperado oír ansioso su respuesta y más aún el porqué de haber abrazado a Granger.
-Estaba estudiando cerca del lago y de repente me sentí algo descompuesto. Cerré los ojos y cuando los volví a abrir me encontraba aquí.- respondió escuetamente. Pero lanzó una nueva mirada a Snape y le preguntó a éste- ¿Quién eres?
Snape alzó una de sus cejas no pudiendo creer que su “yo” adolescente fuera tan estúpido como para no dar con esa respuesta por él mismo.
-Tú, pero mucho más inteligente.- respondió con algo de burla.
El muchacho hizo el mismo gesto que él momentos atrás alzando una de sus cejas de modo interrogativo. ¿Sería así cuando fuera grande? ¿Tan… amargado? No es que fuera el más popular ni el más apreciado pero el hombre que tenía delante, cuyos rasgos se parecían muchos a los suyos, era tan… ni siquiera encontraba la palabra correspondiente para describirlo. De lo que estaba seguro era de que no deseaba verse ni ser así en el futuro…
-Como te habrás dado cuenta, o mejor dicho, como se habrán dado cuenta- se corrigió Albus- Ustedes son la misma persona pero de diferentes tiempos… y ahora nos vemos con el dilema de cómo lo devolveremos, Severus, al tiempo correspondiente.
-¿Por qué no le da un giratiempo? Cuando regrese a dónde corresponde podrá devolvérselo.- propuso el profesor Snape con seriedad.
Mientras más rápido se marchase su “yo” adolescente de allí más rápido él dejaría de recodar los terribles momentos de esa etapa de su vida.
-Me temo, profesor Snape…- comenzó a decir pero se vio interrumpido por el muchacho.
-¿Profesor?- preguntó haciendo una terrible mueca de disgusto- ¿Seré profesor?
Severus adulto rodó los ojos colocándolos en blanco. Recordaba muy bien que él jamás había pensado en esa idea pero este no era el momento ni el tiempo adecuado para ponerse a charlar sobre el tema.
-Albus…- insistió.
-Creo que mientras menos te enteres de este presente, o sea tu futuro,- dijo el anciano mirando al joven- será mejor. Pero, respondiéndote, sí, lo serás y uno my bueno, debo añadir. Lamentablemente, debo decir que tendrás que pasar un tiempo aquí…
-¿Por qué?- preguntaron los dos Severus a la vez.
-Porque…- respondió Albus ocultando una sonrisa-tengo el leve presentimiento que la única manera de que regreses a tu tiempo es que se recree el mismo escenario, pero como dudo que ciertamente lo logremos ya que no queremos arriesgarnos que algo salga mal, tendremos que encontrar la manera.
-Pero aún así podría intentar probar el giratiempo- insistió el profesor Snape.
-¿Por qué está tan enfrascado en que me vaya?- preguntó fríamente el muchacho a su “yo” adulto-¿Qué es lo que no quiere que me entere?
Snape le lanzó una fría mirada pero él no se inmutó porque, después de todo, él también lo hacía cuando intentaba de intimidar a alguien.
-No te tienes que enterar de nada- le respondió entre diente Snape y luego se volvió al director- Debo insistir, señor, que probemos con el giratiempo. Tal vez sí funciones.
Albus lanzó un suspiro.
-Si insistes- respondió el anciano- Pero primero sería conveniente llevar al señor Longbottom a la enfermería. Profesor Snape, ¿Podría hacerlo?
A regañadientes y ayudándose con un hechizo, hizo levitar el cuerpo del joven desmayado y se marchó hacia la enfermería. Albus y el Severus adolescente lo contemplaron en silencio hasta que lo perdieron de vista.
-¿En verdad me convertiré en eso?- preguntó Severus.
Albus lo miró con cariño.
-Primero vive y luego juzga, muchacho- le respondió.
Caminaron en silencio el despacho del director en silencio. A Severus todo le parecía igual que en su tiempo, salvo porque el director estaba más viejo pero, al parecer, seguía igual de chiflado. El anciano dijo la contraseña que al parecer no había cambiado (“Caramelo de limón”) y subieron las escaleras hasta toparse con la puerta semiabierta. Ingresaron al interior y Severus pudo ver que allí se encontraba la loca muchacha que lo había abrazado, sentada en silencio y con la mirada perdida en un punto fijo de la pared.
-Señorita Granger- la llamó el director haciéndola volver a la realidad- Lamento haberla hecho esperar.
Ella miró a Severus y se volvió a sonrojar mientras apartaba rápidamente la mirada de él para ver al director.
-No hay problema, señor director.- respondió ella.
El director caminó hacia el otro lado de su escritorio inmenso y lleno de papeles y se sentó en su silla. Hizo una seña a Severus para que tomara el asiento vacío al lado de la muchacha pero él prefirió permanecer parado. Mientras más rápido supiera qué iba a ser de él mejor sería porque dejaría de estar desorientado y confundido.
-Dígame, señorita Grager- comenzó a decir al director al ver que el otro joven no aceptaba su invitación de sentarse- ¿Ha deducido lo que ha ocurrido en el aula de Pociones?
La chica no tardó en responder.
-Creo que el hechizo mal dicho de Neville que terminó impactando en el profesor Snape ocasionó una bifurcación en la línea del espacio/tiempo trayendo a una versión del pasado del profesor.
Severus se quedó asombrado ante aquella precisa deducción que él mismo tardó en resolver pero intentó no demostrarlo en su rostro. Pero al parecer no lo consiguió muy bien porque después de éste discursito el director le lanzó una mirada de soslayo y sonrió levemente. ¡Aquel viejo nunca iba a cambiar!
-Está en lo correcto, señorita Granger- indicó el anciano- Creo que no es necesario decirle que este asunto debe permanecer en absoluto secreto.
-Claro, señor… eh… ¿No puedo decirle a mis…?
-No- la interrumpió con calma el director-Ni siquiera puede confiarle este asunto a sus amigos. Sería mejor mantener el secreto.- hizo una pausa- Ahora bien, Severus, haz el favor de tomar este giratiempo.
El anciano le entregó el aparatito que él nunca antes había visto.
-Tienes que colocártelo- le dijo la joven.
Él le lanzó una mirada indicándole que se callara. No le gustaba parecer un inútil delante de nadie pero esa chica parecía empeñada en hacerlo. Se lo colocó y luego… no supo que hacer.
-Tienes que girar…-comenzó a decir ella de nuevo pero en ese momento las puertas del despacho se abrieron dejando entrar a un Severus Snape molesto.
Sin decir una palabra se acercó a su “yo” adolescente, tomó el giratiempo, lo hizo girar las vueltas necesarias y luego se apartó rápidamente. Pero nada sucedió. Su “yo” adolescente seguía allí mirando a todos con una expresión neutra en su rostro.
-Eso nos deja con una opción- dijo Albus luego de un minuto de tenso silencio-El joven Severus tendrá que hacerse pasar por otro de los alumnos hasta que encontremos la manera de devolverlo a su tiempo. Señorita Granger, ¿Sería tan amable de ayudarlo a adaptarse al ambiente?
Hemione no podía creer lo que le estaban pidiendo. Miró al director y luego posó su mirada en el hombre que amaba, en el adulto, que permaneció impasible. Sus ojos volaron hacia el otro Severus, el joven, y vieron la misma expresión pero ésta más recubierta de una sombra de temer en sus ojos.
-Lo haré, señor- respondió.
Albus sonrió.
-¡Muy bien! Severus Snape, usted comenzará las clases mañana junto con los alumnos de Slytherin. La señorita Granger lo acompañará a buscar a alguno de los prefectos de su casa para pedirles sus horarios. Si necesita algo, solicíteselo a ella antes que a cualquier otro, aunque si prefiere puede dirigirse a mí o al profesor- indicó el anciano señalando a Snape- Para no levantar sospechas deberá elegir un nuevo nombre con el que permanecerá aquí y lo aconsejable, por las notables semejanzas, es que permanezca con el apellido y diga que es el sobrino del profesor Snape.
El Severus joven asintió en silencio.
-Muy bien, pueden retirarse- les indicó a los dos adolescentes- Profesor Snape, ¿Podría quedarse? Hay cuestiones que aún necesito aclarar con usted.
Mientras Hermione salía seguida por el Severus joven, el profesor Snape los siguió con la mirada. Luego podría excusarse diciendo que se contemplaba a sí mismo, a su otro “yo”, cuando en realidad sus ojos solamente se fijaban en la razón de su existir, Hermione Granger.
Regresar al índiceCapítulo 3 by NatalysY acá está el tercero...
Y acá está el tercero...
Hermione caminaba al lado de Severus sin mirarlo. Se sentía totalmente nerviosa y avergonzada por su comportamiento anterior con él. ¿Por qué rayos lo había abrazado? Había sido un impulso del momento al verlo y, tal vez, la única oportunidad que había tenido de abrazar al hombre que amaba, aunque fuera un poco más joven. Lanzó una mirada de soslayo hacia él y lo vio con la cabeza en alto, caminando con pasos seguros sin hacer caso a los otros jóvenes que se cruzaban y quedaba mirándolo y murmurando.
-Eh… ¿Ya… ya pensaste en el nombre que usarás?- le preguntó ella intentando romper el hielo.
-Sí- respondió escuetamente él sin mirarla y sin dar mayor respuesta que esa.
-¿Y me lo podrías decir?
-No veo la razón para hacerlo.
Hermione frunció el ceño. Definitivamente era el mismo, pensó. Pero la gran diferencia con el otro Severus Snape era que a éste podría desafiar sin temor a ser castigada o a que le reste puntos a su casa.
-Pues tendrás que hacerlo si quieres que te presente a algún prefecto- le contestó ella intentando ser amable.
-De hecho- dijo él deteniéndose y ella lo imitó- No tienes que hacer tal cosa. Sé muy bien donde queda la sala común de Slytherin y no tardaré en encontrar a alguien que me ayude. Así que ya puedes retirarte y dejarme tranquilo.
Él comenzó a andar nuevamente y ella lo siguió. No iba a dejarse mandar por un jovencito, por más que ese jovencito sea el mismo Severus Snape que ella amaba.
-El director dijo que…- comenzó a decir pero él la interrumpió.
-Dijo que la buscase si la necesito- completó mirándola desafiante y con una seriedad tal que ella dio un paso atrás algo atemorizada-Pero no te necesito. Puedo yo solo…
-¡Eres igual de testarudo!- exclamó Hermione- Al parecer él siempre fue así.
Severus la miró interrogante. ¿Por qué tenía la leve sensación de que esa muchachita conocía demasiado bien a su “yo” del futuro?
-Prefiero ser un testarudo antes que una molesta sabelotodo- se burló Severus mirándola con desprecio.- “Creo que el hechizo mal dicho de Neville que terminó impactando en el profesor Snape ocasionó una bifurcación en la línea del espacio/tiempo”-la imitó de una terrible manera él.
Hermione, en vez de sentirse ofendida, tuvo que hacer un gran esfuerzo por contener la risa. Se llevó la mano a la boca mientras mordía el interior de sus mejillas. Severus frunció el ceño sin comprender qué era lo que le causaba tanta gracias. Tal vez, como había supuesto cuando lo abrazó sin ningún motivo después de que le dijo su nombre, ella estaba loca.
Sin decir nada, dio media vuelta y siguió su camino.
-¡Hey! ¡Espera!- lo llamó ella pero no le hizo caso.- ¡Sev…!
Él se volteó tan rápidamente que ella no tuvo tiempo de comprender lo que sucedía así que chocó y perdió el equilibrio cayendo hacia atrás. Severus rodó los ojos. Esa chica no podía ser más torpe. Le tendió una mano para ayudarla a que se levantara. Ella lo miró asombrada y como si estuviera haciendo algo completamente extraño. Severus comenzó a quitar la mano pero Hermione se apresuró y la aferró mientras se levantaba.
-¡Hey, Granger!- la llamó Malfoy que en ese momento se aproximaba hacia ellos- ¿Quién es tu nuevo novio?- preguntó señalando a Severus.
Hermione se dio cuenta que todavía lo tenía de la mano y lo soltó rápidamente.
-No es mi novio- le respondió molesta por tal insinuación.
Ella sólo amaba a un hombre y ese era el Severus Snape de ese tiempo.
Malfoy se le acercó y miró de pies a cabeza al joven.
-¿Slytherin?- inquirió al ver la insignia en el uniforme con el cual había aparecido- ¿Quién eres?
Severus no tardó en reconocer a aquel chico. Rubio, altivo, arrogante, definitivamente un Malfoy.
-Malfoy- dijo Hermione.- él es Emerick Snape.
- Sebastian Snape- dijo Severus a la vez.
Draco los miró a ambos confuso y sospechando que esos dos le ocultaban algo.
-¿Sebastian o Emerick Snape…? ¡¿Snape?!- inquirió cuando se dio cuenta del apellido.
-Sebastian Emerick Snape- se apresuró a responder Hermione- Es el sobrino del profesor Snape. Ha ingresado en estas fechas al colegio por cuestiones personales… Y aprovechando que estás aquí y que eres prefecto de tu casa, tendrás que buscarle sus horarios y mostrarle el sitio en donde se quedará.
-¿Crees que soy tu sirviente, Granger?- le preguntó Malfoy- ¿O de ese ahí?- señaló a Severus.
-Malfoy, es tu responsabilidad hacerlo como prefecto- le recordó Hermione- Ahora, te dejo con él.
Y sin más dio media vuelta y se marchó dejando a los dos jóvenes solos. No se podía decir que la relación que tenía con Draco Malfoy era de amistad pero al menos ya no la insultaba tanto como antes y podían permanecer en la misma habitación junto a Harry y a Ron sin intentar sacarse los ojos.
En otra parte del castillo, más bien en el despacho del director, el Severus Snape adulto y de aquel tiempo, caminaba de un lado al otro esquivando algunos objetos para no chocarlos sin siquiera mirar.
-Tienes que conseguir mandarlo de nuevo a su tiempo- le dijo a Albus.
Éste agachó levemente la cabeza y miró por encima de sus gafas de media luna a Snape.
-Te he asegurado que lo haré, Severus- le respondió- Sólo te pido paciencia. Tengo que intentar averiguar la manera segura de hacerlo.
-¡Acaso no se da cuenta que mientras más tiempo pase aquí…!
-Sí, lo sé- lo interrumpió- Pero antes de dejarlo partir podemos borrarle la memoria. Tal sólo estos días para que cuando regrese al tiempo correspondiente no intente cambiar de ningún modo su futuro, o sea tu presente.
Severus se llevó una mano a la cabeza y masajeó su frente intentando pensar con calma y apartar esa jaqueca que comenzaba a darle.
-Sí, creo que esa es la mejor opción- dijo finalmente después de un largo silencio.- Pero, repito, mientras más rápido se vaya mejor para él.
Albus asintió formalmente.
-Ahora puedes retirarte, Severus- le indicó.
Sin perder tiempo, Snape dio media vuelta y salió de allí con largas zancadas. Tendría que encontrar a su otro “yo” y advertirle que mantuviera su boca cerrada. Aunque, si era como lo recordaba, él nunca había sido de hablar mucho con nadie sobre nada. De todos modos, no quería que vaya regando los detalles de su vida pasada por ahí con todo el colegio.
¿En dónde estaría? Con Granger, seguramente, de camino a la sala común de Slytherin. Hacía allí se encaminó decidido. Pero antes de llegar vio que Hermione caminaba sola en la dirección contraria, o sea directamente hacia él, con el ceño fruncido. No estaba seguro de querer saber qué era lo que ocasionaba ese gesto aunque algo le decía que tenía que ver con su otro “yo”.
Venía tan distraída que ni siquiera se dio cuenta de que él se detuvo frente y terminó chocando. Severus se apresuró a tomarla por la cintura para evitar que cayera, acercándola a su cuerpo. Hermione alzó la vista y se topó con sus ojos. Durante unos segundos, que a ellos les parecieron eternos, se quedaron observando fijamente. Él sin soltarla, ella sin apartarse. Pero cuando Severus se dio cuenta de lo que estaba sucediendo la soltó rápidamente y se apartó dando tres pasos hacia atrás. radios en vivo y radios live en español
-Eh… ¡¿Por qué no mira por donde va?!- le gritó para disimular la placentera sensación que tuvo al sentirla en sus brazos.
-Lo siento, profesor Snape- respondió ella rápidamente ruborizada.
-¡Lo siente! ¡Lo siente! Con sus disculpas no hago nada… Ahora, dígame dónde quedó…- se detuvo al darse cuenta que un grupito de alumnos justo doblaba y entraba al pasillo.
-¿Sebastian Emerick Snape?- inquirió Hermione.
Severus la miró horrorizado. ¿Ese era el nombre que su otro “yo” se había elegido? ¡Por Merlín! Sí que tenía mal gusto en esa época.
-Su sobrino quedó con Malfoy- siguió diciendo ella- Iban a la sala común.
-¡¿Y lo dejó solo con Malfoy?!- inquirió molesto.-¿Por qué rayos hizo eso?
-¡¿Y qué quería que hiciera?! ¡Yo no puedo entrar a la casa de Slytherin!- se defendió Hermione.
-Esa no es manera de responderle a un profesor- le dijo Severus con frialdad interpretando su rol a la perfección- Diez puntos menos y otra semana más de castigo.
Sin decirle nada más comenzó a marcharse sin darse cuenta que Hermione sonreía detrás de él. ¡Qué importaba tener que estar una semana más encerrada por unas cuantas horas en una habitación con el hombre que amaba!
-Ah y…- se volteó Snape y Hermione se apresuró a borrar la sonrisa- Empieza esta noche. La veo en mi despacho después de la cena.
Hermione asintió y él volvió a marcharse.
-Esperaré ansiosa a que llegue el momento, profesor- musitó Hermione antes de decidirse a buscar a sus amigos.
Regresar al índiceCapítulo 4 by NatalysHola!!! aquí les tragio un nuevo capítulo!!! Y seguramente publique el 5 que ya también lo tengo escrito...
Gracias a todos los que leyeron y comentaron. Besitos.
Hola!!! aquí les tragio un nuevo capítulo!!! Y seguramente publique el 5 que ya también lo tengo escrito...
Gracias a todos los que leyeron y comentaron. Besitos.
Severus Snape no hablaba salvo que fuera verdaderamente necesario. Y en ese momento lo creía verdaderamente necesario.
-¡¿Quieres ya callarte?!- casi gritó en plena sala común de Slytherin a la muchacha que tenía delante de él- Eres insoportablemente fastidiosa y no haces más que hablar pero sin decir nada. Si aprendieras a mantener tu bocota cerrada estoy seguro que harías un favor a la comunidad mágica.
La chica, que según recordaba se llamaba Pansy, lo miró con odio.
-Eres igual de idiota que tu tío- le gruñó antes de marcharse de allí.
Severus rodó los ojos y se recostó por el respaldar del sillón. La sala común de su casa había cambiado bastante. Los colores de Slytherin seguían allí pero todos los muebles eran más nuevos. Y cómodos, se dijo pensando en el sillón en el cual estaba sentado. Miró a su alrededor comprobando que poco a poco la sala se iría llenado a medida de que se acercara la noche y él no deseaba estar rodeado de idiotas impertinentes que desearan conocerlo para “ser su amigo”. El no necesitaba a nadie.
-No tienes que hacerle caso a Pansy- dijo Draco apareciendo delante de él-Es una pesada.
-Lo sé- respondió Severus con seriedad- Y no le hago caso.
Draco, que tenía una botella de cerveza de mantequilla en su mano, se la ofreció. Severus miró dudoso antes de tomarla y beber un largo trago. Se la devolvió y se paró dispuesto a marcharse.
-¿A dónde vas?- le preguntó Draco.
-Lejos de todos- respondió él sin darle importancia a éste hecho.
Salió de la sala común y comenzó a caminar por los pasillos. El chisme de que el sobrino de Severus Snape acababa de ingresar al colegio no tardó en regarse por todo el colegio y hubo algún que otro valiente que intentó acercársele así como Pansy pero él, con una de sus frías miradas, los espantaba. Salió del interior del colegio y caminó por los jardines hasta llegar al lado del lago. Allí se sentó bajo uno de los arboles recostándose por el tronco. Durante unos instantes mantuvo los ojos cerrados intentando no alterarse por el hecho de estar en un tiempo diferente y por intentar comprender lo que se había enterado por Malfoy y algún que otro alumno. Su Lily, su amor, había muerto, él se convertiría en Mortífago, Voldemort sería derrotado, actuaría como espía… y saldría casi indemne de todo eso. ¿Pero qué sentido tenía saber todo aquello? Ninguno.
Sintió un nudo en su garganta que le impedía respirar con normalidad y que sus ojos comenzaban a arder intentando contener las lágrimas. Él no quería que todo eso ocurriese. ¿Por qué mierda la maldita vida le jugaría tan malas pasadas? ¿A caso no existía la redención para él? Primero un hijo de puta como padre, luego un amor imposible y su inevitable pérdida, una vida solitaria como Mortífago… sin amigos… Y lo peor de todo era sentir esa terrible impotencia porque se conocía a sí mismo, o sea a su “yo” de ese presente, y sabía que no lo dejaría partir sin antes borrarles todos los recuerdos para que no se pudiera modificar nada… Así que desde ya estaba condenado a vivir esa miserable vida.
Abrió los ojos y una única lágrima de compasión por sí mismo rodó por su mejilla. Lagrima que apartó rápidamente cuando vio a esa muchacha, la tal Granger, contemplándolo con asombro. Apretó los labios y se paró dispuesto a marcharse. No necesitaba que nadie se compadeciera de él, tenía su orgullo, y menos esa sabelotodo. Ya tenía demasiado con haberse permitido a sí mismo derramar esa lágrima y mostrar su debilidad como para que alguien más venga a refregarle por la cara lo imbécil que era e iba a seguir siendo. Pero antes de poder marcharse ella corrió hacia él, interponiéndose en su camino, y rodeó su cuerpo con sus brazos. Severus se quedó estático ante este abrazo. ¿A caso esta chica tenía algún trastorno que la hacía abrazar a las personas? Intentó liberarse pero cuando sintió sus labios sobre su mejilla depositando un dulce beso no pudo evitar ruborizarse como un niñato.
Hermione se apartó y le sonrió.
-¿Por qué hiciste eso?- le preguntó él aún ruborizado pero con un tono de furia.
-Pensé que te hacía falta un abrazo y un beso- contestó ella.
-Estás loca-indicó él ante de ponerse en marcha e irse.
Hermione lo contempló marcharse en silencio. Algo en su interior le decía que fuera con él porque, a pesar de no comprender por lo que debía estar pasando, sabía que era difícil de sobrellevar. Y más a esa edad, justo un año antes de convertirse en Mortífago. ¿Pero qué podría hacer ella para ayudarlo? Sabía lo orgulloso que podría llegar a ser su amado, el Severus del presente, y no tenía dudas de que el de diecisiete años era igual.
Suspiró resignada. Sería mejor que se fuera encaminando hacia el gran comedor para la cena porque después tendría que ir a cumplir su castigo y no deseaba llegar tarde.
Durante la cena, Harry no dejó de mirar al Severus joven. Éste, que estaba sentado en un lugar apartado con la cabeza gacha y jugando con el plato de comida, ni siquiera se daba por aludido. Además, eran tantas las miradas que constantemente lo perseguían que ya no hacía caso a ninguna.
-Harry, es de mala educación mirar tan fijamente a las personas- lo reprendió Hermione.
Su amigo apartó la vista del solitario muchacho y le sonrió a modo de disculpa.
-Es que es tan parecido al profesor Snape. Cuando era joven, quiero decir.-dijo el muchacho volviendo a mirar a Severus.- Es idéntico, en realidad.
-¿Y tfu cofmo lof fbafes?- preguntó Ron con la boca llena de comida.
-¡Traga antes de hablar, Ron!- exclamó Ginny que estaba sentada al lado de Harry y enfrente de su hermano- Es asqueroso.
Ron tragó y luego dio un largo trago a su bebida.
-¿Y tu cómo lo sabes?- le preguntó a Harry.
-¿Ya te olvidaste que Harry vio sus recuerdos, Ron?- le preguntó Hermione y luego se volvió hacia su otro amigo- Son parientes, Harry, se supone que deben tener aspectos similares. Mírate a ti, sino… Todos dicen que eres idéntico a tu padre.
-Pero con los ojos de mi madre- recordó Harry- Sin embargo, míralo a él. Es… una copia exacta del que vi en sus recuerdos.
Hermione lanzó una mirada de desesperación a la mesa de los profesores donde se encontraba Snape pero éste hablaba entre susurros con Dumbledore y ninguno de los dos la miraba. Se volvió hacia su amigo y le sonrió.
-Son sólo muy parecidos, Harry. No hay nada raro ahí- mintió.
Harry no insistió y volvió a comer con tranquilidad el resto de la cena, pero aún así Hermione lo veía, de vez en cuando, alzar la vista hacia donde se encontraba Severus joven y fruncir el ceño. Sería difícil mantener este secreto siendo Harry tan perspicaz.
Terminada la cena se levantó y se despidió de sus amigos.
-¿A dónde vas?- le preguntó Ron curioso.
-Tengo castigo con Snape- le recordó e intentó poner cara de aflicción cosa que no logró del todo bien ya que se sentía feliz por poder estar un rato a solas con él.
-Ese viejo murciélago- murmuró Ron- No entiendo porqué tuviste que decirle esas cosas hoy…No digo que no fueron graciosas y posiblemente ciertas; pero, sin duda, asombraste a todos.
-Bueno, Ron- indicó Hermione con media sonrisa- digamos que estoy algo cansada de dejar pasar las oportunidades.
Tanto Ron y Harry la miraron extrañados por este comentario. Ginny, en cabio, alzó ambas cejas y la contempló con media sonrisa en los labios, como queriendo insinuarle que ella sabia muy bien lo que se traía entre manos. Hermione apartó la vista y se volvió a despedir antes de marcharse. Antes de salir del Gran comedor miró de nuevo a la mesa de profesores pero él ya se había ido. Sería mejor que se marchara antes de que su profesor se enojase y le quitase puntos por llegar tarde.
Tan apresurada estaba corriendo por los pasillos que ni siquiera se dio cuenta que alguien la seguía hasta que la tomó del brazo y con brusquedad la hizo voltear para chocar contra él.
-Tenemos que hablar de algo, Granger- le dijo con seria frialdad Severus joven.
Hermione no pudo hacer más que asentir a pesar de que sabía que tenía que ir a cumplir un castigo. Severus la empujó hacia la pared y él apoyó ambas manos al lado de su cabeza, inclinándose hacia ella con gesto amenazante, invadiendo su espacio personal en un intento de intimidarla. Y lo estaba logrando a la perfección. Hermione se sentía con un pobre animalito acorralado a punto de ser llevado al matadero.
-Escúchame, bien, sangre sucia- musitó bajo el muchacho y ante la expresión de Hermione añadió-¡Oh, sí! No creas que no me enteré que no eres más que una hija de muggles.
Hermione lo miró con odio. Ahora el miedo que había sentido hacía sólo segundos atrás había desaparecido por completo.
-Mira quién lo dice- le espetó ella- ¿A caso tu padre no era igual de muggle que los míos? No quieras venir a mancillarme por no ser sangre pura porque tú tampoco lo eres.
Lo vio empalidecer unos cuantos tonos del natural.
-Te equivocaste de persona a la cual insultar-siguió señalando ella al ver que él no decía nada-Soy una de las pocas personas que sabe de tu pasado y lo comprende. Así que no me vengas con esas bobadas de sangre sucia o sangre pura. Ya no estás en tu tiempo así que mas te vale que te vayas acostumbrando. Aquí no eres nada más que un muchachito molesto y egocéntrico que se quiere parecer a un Rey pero que no es más que un simple mestizo. Eres como todo. Aprende eso de una vez y te ahorrarás problemas conmigo y mis amigos.
Sin decir más le pegó un manotazo por el brazo para apartarlo y ella se encaminó molesta aún hacia las mazmorras. Tocó la puerta del despacho de su profesor pero antes de que alguien pudiera responder sintió que de nuevo la tomaban por el brazo empujándola hacia atrás.
-Escúchame bien, Granger- insistió Severus- Dile a alguien lo que has visto esta tarde y considérate perdida.
Justo en ese momento la puerta se abrió y el profesor Snape pudo ver como su otro “yo” sosteniendo el brazo de Hermione con fuerzas. Ambos se miraban con profundo odio, cosa que no le extrañó porque recordaba que cuando tenía esa edad era un maldito de primera (lo seguía siendo, en realidad, pero con los niveles del egocentrismo un poco más bajos).
-¿Qué es esto?- preguntó mirándolos a los dos- Usted, señorita Granger, se suponía que tendría que estar aquí hacía cinco minutos y usted… señor… Sebastian Emerick Snape- dijo el nombre con una mueca despectiva- Vaya a su sala común.
Su otro “yo” ni siquiera lo miró, sino que mantuvo sus ojos con firmeza en los de ella como esperando a que dijera algo. Y ella lo hizo; no como esperaba gruñendo las palabras o diciéndolas con total desprecio, sino con un tono de notable tristeza o, más bien, compasión.
-Sé que es importante para ti. No se lo diré a nadie- prometió.
Severus joven la soltó y se marchó dando grandes zancadas. Hermione se volteó hacia él y lo miró a los ojos.
-Siento mucho llegar tarde- le respondió- Pero como se habrá dado cuenta, tuve un pequeño… altercado con Sebastian.
-¿Y se puede saber qué clase de altercado?- preguntó mientras se daba vuelta y la dejaba ingresar.
Hermione cruzó, casi rosándolo, e ingresó al interior del despacho.
-No puedo contárselo, se lo prometí.
-Me lo prometió a mí mismo, señorita Granger- dijo con tono autoritario intentado conseguir aquella información-así que dígame de qué se trata.
Hermione negó con la cabeza.
-No puedo hacerlo, profesor.
-Dígame lo que prefiere- dijo él cruzando los brazos sobre su pecho- Me lo dice, entro en su mente o le doy Veritaserum.
Ella mi miró enojada pero de todos modos respondió.
-Lo vi llorar.
Regresar al índiceCapítulo 5 by NatalysComo dije, aquí está el 5.
Aviso: si a alguno de ustedes se le dificulta reconocer cuando se trata de uno o del otro severus por el modo en que escribo sólo díganmelo e intentaré ser mas claras en los siguientes capítulos.
Sin nada más, les mando muchos besitos.
Como dije, aquí está el 5.
Aviso: si a alguno de ustedes se le dificulta reconocer cuando se trata de uno o del otro severus por el modo en que escribo sólo díganmelo e intentaré ser mas claras en los siguientes capítulos.
Sin nada más, les mando muchos besitos.
El profesor Snape quedó observándola fijamente con la boca levemente abierta y una expresión de puro asombro en sus rostro. Sí, ella ya había supuesto que la respuesta que tenía no sería la que hubiera estado esperando pero él había insistido en conocerla. Si en verdad lo conocía como creía, no había duda que aparentaría indiferencia, intentando no mostrarse débil ante esto. Y, precisamente, así sucedió. Lo vio apretar los labios y apartar los ojos rápidamente. Sintió la urgente necesidad de acercársele y abrazarlo a él también, pero no lo haría porque sabía que él no lo permitiría sería capaz incluso de lanzarle una maldición si ella hacía tal cosa, por lo que colocó sus manos detrás de su espalda y entrelazó sus manos conteniéndose.
-No le diré a nadie- repitió con cierta timidez- Se lo prometí.
Severus le dio la espalda y se encaminó hacia su escritorio asintiendo levemente con la cabeza.
-Será mejor que comience, Granger.- lo escuchó decir ella- No quiero esperar toda la noche.
-Pero, señor…
-¡¿Qué?!- preguntó volteándose con una mirada llena de desprecio.
Hermione retrocedió algo asustada. Habían sido muchas las veces que él la había insultado pero jamás había visto aquel brillo terrorífico. Una parte de ella le decía que no era más que el miedo el que lo hacía actuar de esa manera pero no iba a presionarlo de ningún modo porque, después de todo, él seguía siendo su profesor.
-Usted no me dijo lo que tengo que hacer- le contestó tímidamente.
Severus cerró los ojos lentamente y suspiró. Las fracciones de su rostro parecieron relajarse un poco. Volvió a abrirlos y se encontró con la mirada tímida de su alumna.
-Debe…- titubeó porque en realidad no había pensado en nada.
Hermione posó sus ojos alrededor del despacho y vio que en una de las esquinas había unos cuantos calderos sucios.
-¿Tengo que limpiar eso?- preguntó.
Severus siguió la mirada y rápidamente habló.
-Sí, exactamente. Límpielos sin magia yo estaré corrigiendo unos trabajos.
Sin más se fue hacia su escritorio y comenzó a hacer lo que había dicho. Hermione lo miró algo preocupada. Ni siquiera le había pedido que le entregase su varita.
-Señor…- lo llamó de nuevo.
-¿Ahora qué quiere, Granger? ¿Acaso no puede hacer algo tan simple como limpiar unos cuantos calderos? Es una vergüenza…
-Yo sólo quería preguntarle con qué limpio porque no tengo nada- explicó.
Severus se sintió el imbécil más grande del planeta. ¿Qué rayos le sucedía? ¿Por qué actuaba de esa manera tan idiota sin darse cuenta de esas mínimas cosas? Sin decir nada, se levantó y fue hasta una de las puertas que tenía más allá y buscó lo que necesitaba. Se lo entregó a Hermione y volvió a su sitio sin siquiera mirarla.
Estuvo alrededor de dos horas limpiando en silencio sintiendo nada más que la pluma de Snape sobre el pergamino. Cada tanto lanzaba una mirada hacia él y lo veía inclinado, leyendo y cada vez que lo molestaba algo escrito resoplaba suavemente como si no pudiera creer que los alumnos fueran tan ignorantes como para escribir aquello. Esto robó unas cuantas sonrisas a Hermione que por supuesto él no vio. Cuando terminó se levantó y se acercó a él.
-¿Profesor?
-¿Qué quiere, Granger?- preguntó sin alzar la vista.
-He terminado.
-Puede irse.
Hermione se mordió suavemente el labio inferior. Al notar que ella todavía que estaba Severus levantó la vista y la contempló.
-¿Se puede saber porqué aún no se ha marchado?- le preguntó.
-Es que… Eh… ¿Tengo que venir mañana?
-No- respondió rápidamente- Su castigo ha terminado.
Hermione lo miró confusa.
-Pero…
-¡¿A caso no entendió?!- preguntó casi gritando él- ¡Váyase!
La vio salir casi corriendo de allí. Él lanzó un profundo suspiro y se tapó el rostro con las palmas de las manos mientras contenía sus ganas de gritar de frustración. ¡Por las barbas de Merlín! Tenía que recordar que jamás volvería a castigarla. Porque tenerla tan cerca de él y a la vez tan lejos era una de las peores torturas que había tenido que soportar. En las clases por lo menos sabía que había otra docena de alumnos pero allí, su despacho pareció mucho más pequeño de lo que en realidad era y el aire parecía se caliente… O tal vez él sólo tenía esa sensación porque cada vez que sabía que ella no lo notaría la miraba desvergonzadamente y se deleitaba con la vista… ¡Ya no se reconocía, no sabía que había pasado con el hombre frío y serio porque en su lugar se encontraba un viejo decrépito con las hormonas alteradas por una jovencita! ¡Tenía que recordar que ella era su alumna y él su profesor, que si llegaba a tocarla indebidamente se vería en un montón de problemas!
A la mañana siguiente, ambos intentaron no pensar en el otro pero cuando llegó la hora del desayuno sus miradas se buscaron hasta toparse por unos pocos segundos. La primera en apartar los ojos fue Hermione porque Harry le estaba hablando y no deseaba levantar ninguna clase de sospechas. Pero ninguno de los dos se dio cuenta de que unos ojos negros y otros grises platinados los observaban.
Para Hermione ese día fue mucho más difícil de concentrarse que los anteriores. En primer lugar porque no podía dejar de preocuparse por el Severus joven, a quine había visto apartado del resto de los alumnos, incluso los de su propia casa; y en segundo lugar por el extraño comportamiento de la noche anterior del Severus al que ella amaba. El castigo inicial era mucho mayor que el de una sola noche, ¿Por qué lo había acortado? ¿Acaso tenía que volver a comportarse indebidamente para que la castigara? Si era así… se arriesgaría nuevamente. ¿Qué podría hacer esta vez? Tendría que ser algo mucho mayor que hablar cuando el pedía silencio e insultar a los de Slytherin.
-¡Hermione! ¡Ey, Hermione! ¡HERMIONE!
-¿Qué pasa, Harry? No tienes que gritarme así, estoy a tu lado- le dijo ella.
Pero entonces vio que el caldero que tenia delante de si comenzaba a lanzar un intenso humo rojo, algo que no tendría que estar sucediendo. Intentó utilizar su varita y hacer desaparecer todo aquello pero contrariamente el humo pareció aumentar su intensidad y empezó a desprender un aroma a huevos podridos. Se escucharon quejidos, gritos, varios alumnos tosieron y salieron corriendo para no ahogarse hasta que finalmente el grito de Snape invadió el aula.
-¡¿QUÉ HA HECHO, GRANGER?!
Harry intentó tomarla de la mano para sacarla de allí ya que prácticamente no quedaba nadie pero ella se soltó aprovechando la oportunidad para ir hacia donde estaba su amado profesor. Sí, sabía que aquello era una acción idiotamente peligrosa pero no le importó.
-Fue un accidente- le dijo viendo su silueta entre medio del humo rojo- Lo sien…
Pero no pudo terminar de hablar porque le estaba costando cada vez más respirar y tuvo que toser a medida de que sus pulmones no accedían al preciado oxígeno. La silueta de su profesor se perdió entre aquella nube roja. Se movió ciegamente entre ella, tanteando las mesas y los calderos, buscando la salida mientras intentaba respirar lo menos posible. Pero el aire le hacia falta así que varias veces aspiró y sólo consiguió ahogarse más y terminar en un terrible ataque de toz.
Se tropezó con algo del suelo que hizo que cayera golpeado su cabeza. No quedó inconsciente pero su sentido de orientación fue peor ya que todo a su alrededor daba vueltas. Intentó gatear buscando la salida pero le costaba muchísimo ya que no podía respirar. A lo lejos se escuchó un grito de alguien que no reconoció y luego todo fue silencio.
De pronto, una mano se aferró con fuerza a su brazo empujándola hacia arriba. Ella no dudó ni un segundo en aferrarse a ella con desesperación y luego, cuando su rescatista la alzó en brazos, rodear su cuello apretándose contra él. No entendió cómo hicieron para salir de allí, no pudo hacer más que aferrarse a él mientras un sentimiento de seguridad la invadía. Era irracional aquello: sintiéndose segura con aquella persona a pesar de estar en peligro. Pero en ese momento no pensaba con coherencia.
Finalmente salieron del aula al pasillo. Hermione pudo escuchar el murmullo de los estudiantes, sus pasos, algunos gritos pidiendo que llamasen al director y a la enfermera, pero no quiso abrir los ojos ni soltarse de aquella persona que la había salvado. Y no lo hizo hasta que sintió que la apoyaban en el suelo con delicadeza y una mano acariciaba su rostro con cuidado.
Fue allí cuando abrió lentamente los ojos, pestañeando varias veces ya que veía todo medio borroso. Y lo primero que vio fueron aquellos fríos y profundos ojos negros que tanto amaba. Pensó que se trataba de su profesor, qué había su héroe como sucede con aquellas damiselas que corren peligro en las novelas románticas; pero luego pudo enfocar la vista mejor, viendo más allá de los ojos y comprendió que no se trataba de su profesor Snape, sino de Severus Snape, el adolescente, que la contemplaba con ¿Preocupación?
-¿Estás bien?- escuchó que le preguntaba.
Hermione asintió sin decir nada ni apartar la vista de él. Severus comenzaba a sentirse incómodo ante tan persistente y penetrante mirada así que bajó los ojos hacia el suelo mientras intentaba que ella se soltase de aquel agarre que los tenía unidos. Pero la joven no parecía querer hacerlo.
-¿Puedes soltarme?- preguntó exasperado él.
Ella no le dio respuesta. Solamente acercó sus rostros y depositó un pequeño beso en los labios de él, que quedó estático, frente a la atónita mirada de todos los presentes. Incluido dicho profesor que no podía dar crédito a lo que sus ojos habían visto.
Regresar al índiceCapítulo 6 by NatalysHola! acá les traigo un nuevo capítulo. Espero que les guste.
Besitos a todos.
Hola! acá les traigo un nuevo capítulo. Espero que les guste.
Besitos a todos.
-Hermione, ¿Me puedes decir por qué rayos besaste a Snape?- preguntó Harry con tono molesto.
Al lado de éste se encontraba Ron, quien tampoco salía del asombro por lo que había hecho su amiga.
Estaban en la enfermería. La habían llevado allí después del incidente en la clase de Pociones a pesar de que ella había insistido en que se encontraba perfectamente.
Sin responderle nada a Harry miró a su costado, a la camilla vacía, y lanzó un suspiro mientras recordaba la textura de los labios de Severus. No podía responderle eso a su amigo porque ni ella sabía la respuesta. Lo había hecho… porque quería, había sido un impulso, un acto de agradecimiento por haberle salvado la vida hecho sin pensar. O, tal vez, porque había visto esos ojos negros que tanto amaba y había deseado con desesperación que se tratara de su profesor. Pero cuando sus labios se habían tocado apenas y había sentido esa corriente eléctrica recorriendo todo su cuerpo había sido completamente consciente de que se trataba del joven Severus Snape.
-Hermy- dijo en un suspiro Harry.
-Estoy cansada, chicos. ¿Pueden dejarme sola?- les preguntó cerrando los ojos.
Ellos intercambiaron una mirada antes de salir de allí en silencio dejándola sola perdida en sus pensamientos.
En otra parte del castillo, más bien en el despacho del profesor Snape, éste corría de un lado al otro como si fuera un león enjaulado completamente furioso, deseando poder acabar con su otro “yo” por haber sido el condenado afortunado de haber recibido aquel beso. El beso que él se creía dueño. ¿Pero con qué derecho? Después de todo solo era un profesor forzado a vivir sintiendo aquel amor imposible hacia aquella chiquilla que sin hacer nada lo volvía loco de deseo y amor. ¿A caso se podía agonizar de los celos hacia sí mismo? Nunca antes lo había creído posible hasta el momento en que vio que ella lo besaba… y no a él, el del presente, sino a su “yo” del pasado.
Inconscientemente se llevó una de sus manos a sus labios y los tocó con las puntas de los dedos. Lo que daría por ser él quien recibía aquel beso, él mismo y no su otro “yo” del pasado cuya memoria seria borrada dentro de poco. Pero sabía que eso no podía ser jamás.
Se acercó hacia su escritorio donde tenía una pila de pergaminos, trabajos de sus alumnos, y entonces vio el de ella, con esa prolija letra que parecía una burla a la cruel realidad que le tocaba vivir. Molesto, enojado con sí mismo por sentir aquello, con ella por haberlo besado, con su otro “yo” por haberlo permitido, tiró todos aquellos pergaminos al suelo con un fiero rugido que habría asustado a cualquiera, pero que en realidad no era nada más que un agónico gemido de dolor.
-Maldita sea- musitó mientras cerraba los ojos con fuerza e intentaba contener el ardor de estos.
Escuchó que alguien suspiraba detrás de él. Giró repentinamente sintiéndose asustado por haber sido descubierto y se encontró con la profunda mirada azul de Albus Dumbledore que lo observaba por sobre sus anteojos de media luna.
-Señor, yo… No lo escuché entrar- dijo intentando contener sus sentimientos mientras pensaba una excusa para su comportamiento.
-Severus, muchacho- dijo el anciano con calma mientras se le acercaba y apoyaba su mano sobre el hombro- Dime qué es lo que te sucede.
Él negó con la cabeza con los ojos cerrados conteniendo un suspiro y se separó del agarre para, con un movimiento de su varita, juntar todo lo que había tirado al suelo. No podía decir nada ni tampoco quería hacerlo pero nunca nadie había podido engañar Albus Dumbledore y tampoco se creía tan extraordinario como para poder hacerlo. Así que, ¿Qué sentido tenía todo aquel secretismo? Si de todos modos detestaba su trabajo qué le podría importar a él perderlo en ese momento cuando el director lo despidiese.
Sentándose en la silla que estaba detrás de su escritorio se decidió a confesar el pecado que era amar con locura a una joven casi veinte años menor que él.
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-Sebastian.
Severus gruñó molesto cuando escuchó que el molesto Malfoy entraba al cuarto que compartían con otros alumnos pero en el que, en ese momento, no había nadie más que ellos. ¿A caso no se daban cuenta de que quería estar solo que tenía que andar lanzando maldiciones a todo el que se le cruzase enfrente para hacerles entender?
-¿Qué quieres Malfoy?- le preguntó aunque sonó más bien como un gruñido.
-¿Qué tal besa Granger?
Severus se levantó de repente de la cama y lo miró con los ojos abiertos, cosa extraña ya que él no era de los que expresaban demasiado con el rostro.
-Eso jamás debió de haber sucedido- dijo entre dientes mientras se daba la vuelta dándole la espalda.
Escuchó que el rubio bufaba.
-¿Qué importa eso?-dijo Malfoy- No vas a negar que está buenísima y el único en tenerla fue Víktor Krum. Así que te puedes considerar afortunado al haber recibido un beso de ella.
No supo porqué pero de repente sintió terribles deseos de saber quién era ese tal Krum y porqué razón él había sido el único en tenerla. Pero no preguntó nada. Se reservó todas sus preguntas y mantuvo su rostro falto de toda expresión.
-Me importa muy poco- dijo antes de salir de allí.
No sabía muy bien a donde iba. Solamente quería alejarse de todo y de todos, quería olvidarse que alguna vez había sido besado por Granger ya que eso no le hacía más que atraerle dificultades. Primero se ganó una odiosa mirada de parte de su “yo” adulto que amenazaba con matarlo, luego otra del tal Potter (indudablemente hijo del fastidioso James Potter y su amada Lily); después, cada alumno que se cruzaba con él comenzaba a murmurar por lo sucedido y cada vez que se trataba alguno de género masculino quería saber, como el idiota de Malfoy, cómo había sido.
¿A caso todos se habían vuelto locos y no se daban cuenta que él no era más que otra víctima de la situación? Él no la había besado, solamente había hecho el estúpido acto de salvarla. ¿Y por qué rayos lo había hecho? No tenía idea alguna. Solamente, sintió una terrible desesperación invadiéndolo cuando se dio cuenta que ella no había salido como el resto de los alumnos del aula y, sin siquiera pensarlo, había entrado a buscarla.
Estúpido, estúpido, estúpido.
Él ya decía que aquella joven estaba loca repartiendo abrazos por doquier como si a alguien le interesara recibirlos. ¡Y ahora lo que menos había imaginado había ocurrido! ¡Lo había besado! ¿Por qué razón? No encontraba otra respuesta más que la simple y llana idea de que ella estaba más desequilibrada de lo que aparentaba.
Sin darse cuenta se encontró en las puertas de la enfermería. Durante unos segundos no hizo más que quedarse viéndolas sin moverse de allí hasta que, de pronto, éstas se abrieron dejando paso a dos jóvenes. Apenas ver ese cabello revuelo oscuro no le costó advertir de q
Los dos Severus y Hermione Granger by Natalys
Alzó la vista hacia la pared que tenía enfrente y fue ahí cuando lo vio. Un muchacho delgado, de cabello oscuro llegándole hasta la altura de los hombros,
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2024-11-02
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