Guild Wars: THE LAST AFFLICTION by Blackbuffman

 

 

 

Guild Wars: THE LAST AFFLICTION by Blackbuffman
Summary:

En el continente de Cantha, está el imerio del Dragón, liderado por el amable y sabio emperador Kisu. Sus dos facciones vasallas de sur, los luxon y los Kurzick, son enemigos ancestrales,mas dos jóvenes muchachos de ambas facciones tendrán que colaborar para vovler a salvar Cantha de una masacre que hace 17 años amenazó con acabar con todo el continente.


Categories: VIDEOJUEGOS Characters: Ninguno
Generos: Accion/Aventura
Advertencias: Muerte de un personaje
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 9 Completed: No Word count: 7295 Read: 598 Published: 10/08/2011 Updated: 12/11/2011
Summary:

En el continente de Cantha, está el imerio del Dragón, liderado por el amable y sabio emperador Kisu. Sus dos facciones vasallas de sur, los luxon y los Kurzick, son enemigos ancestrales,mas dos jóvenes muchachos de ambas facciones tendrán que colaborar para vovler a salvar Cantha de una masacre que hace 17 años amenazó con acabar con todo el continente.

 


Categories: VIDEOJUEGOS Characters: Ninguno
Generos: Accion/Aventura
Advertencias: Muerte de un personaje
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 9 Completed: No Word count: 7295 Read: 598 Published: 10/08/2011 Updated: 12/11/2011 Prólogo: Preparativos de Guerra by Blackbuffman

 

El muchacho estaba agazapado tras los árboles petrificados, esperando la señal de su comandante para ir con los demás guerreros Luxon a invadir Aspenwood, el fuerte de sus acérrimos enemigos, los Kurzick, habitantes del Bosque de Echovald, el inmenso bosque de piedra de Cantha. Venido del lejano y ancho mar de jade, región de los Luxon, al muchacho se le antojaba fría y angustiosa aquella enorme marabunta de árboles rocosos, a los cuales les daban forma los Kurzick, creando así construcciones enormes como el Fuerte de Aspenwood, el cual estaban a punto de atacar. Se oía el ajetreo de las grandes tortugas de guerra Luxon, con sus enormes cañones a la espalda, mientras que los comandantes esperaban a que terminara de caer la noche para asaltar el fuerte. El odio entre ambas facciones, Luxon y Kurzick, se remonta tanto tiempo atrás que muchos ya no recuerdan por qué siguen luchando, mas continúan una guerra que nunca parece acabar.

 

-Ya es de noche, preparaos-ordenó el comandante Oren, el muchacho terminó de afilar sus dagas, mientras sus compañeros preparaban sus respectivos báculos, espadas y arcos. El aire frío de invierno, traído por el dios de la muerte Grenth,a l acecho de las futuras almas de los que iban a caer en batalla, silbaba en los oídos de los Luxons. Las tortugas-cañón, aunque extrañamente nerviosas, se situaron en su puesto. Todo estaba listo para el asalto.

 

 

 

-¿Quieres tranquilizarte de una vez?- exclamó la sensei Quin.-¡Eso que dices son paparruchas!-.

-¡Pero sensei, los espíritus me han dicho que hoy va a ocurrir algo en Aspenwood, lo noto en el aire!, además, usted me ha enseñado a escuchar a los incorpóreos.- saltó Olaz.

-Te he enseñado a escucharlos, no a repetir cada paparrucha que digan, te recuerdo

además que sigues siendo un alumno poco brillante.-

Eso le dolió a Olaz como si le hubieran clavado un puñal. Se alegró cuando de pequeño le dijeron que iba a estudiar el antiguo arte del Ritualismo, el arte de invocar a los espíritus, con la sensei Quin, la famosa profesora Ritualista del Monasterio de Cantha situado en la isla Shing Jea al oeste del continente, sin embargo, nunca destacó, a pesar de sus esfuerzos, ni siquiera podía invocar a un espíritude ataque, el más fácil de convocar de todos, y nunca conseguía miradas aprobadoras de su sensei.

-¡Pero sensei Quin, le prometo que esta vez estoy seguro de lo que le digo!-

-Ya vale, Olaz, continuaremos tus estudios mañana por la mañana y no te preocupes por tu padre, estará bien.- y diciendo esto, la sensei Quin recogió las armas sobre las que trataban de aplicar un conjuro que mejoraba las capacidades en batalla,y se marchó por la puerta. Olaz estaba más enfadado que nunca. Estaba totalmente seguro de que aquella noche iba a ocurrir algo gordo en Aspenwood, y su padre, Radik, estaba allí protegiendo al arquitecto Gunther, para que se pudiera terminar el arma que llevaban preparando contra los Luxons tanto tiempo, y desde la Academia Brauer no podía hacer nada…

 

-¿Ya estáis listos?- preguntó el comandante Oren. Leinad asintió tembloroso.-¡Tranquilo chaval!- gritó alguien mientras le daba una palmada en la espalda. Se giró, y se sorprendió al ver a Min, el nigromante veterano Luxon curtido en mil batallas.-Es tu primera vez, ¿verdad?.-preguntó mientras terminaba un conjuro de invocación de muertos vivientes. Leinad asintió nuevamente algo más tranquilo mientras miraba al recién creado no-muerto situarse en posición para defender a su maestro.-Bueno, pues ya te acostumbrarás a la batalla, quédate cerca de mí y deja que mi experiencia y magia te guíen.- aconsejó Min.

(Sí,claro) pensó Leinad (como que seguir a un maestro de la nigromancia que invoca muertos tranquiliza mucho).

-¡Han bajado la guardia!- exclamó el vigía Luxon. -¡Perfecto!-,dijo el comandante Oren, -¡Dad la orden de ataque, y preparaos, esta noche va a ser nuestra!-

Y así, entre gritos de guerra entre los Luxon y avisos entre los Kurcik, comenzó el asedio del Fuerte de Aspenwood con el objetivo de acabar con el arma que guardaba, pero, absolutamente ninguno de los Luxon sabía lo que iba a ocurrir aquella noche.

 

Regresar al índiceCapítulo 1 by Blackbuffman

 

Capítulo 1

El regreso de la plaga

 

-¡Moveos, moveos!- gritaba el comandante Oren momentos después de iniciar el asalto. Las tropas de guerreros Luxon cargaban contra los guardias Kurzick que, sorprendidos, corrían a dar la voz de alarma a sus superiores. Leinad esteba entre las primeras filas experimentando por primera vez en su vida una batalla semejante. No se parecía en nada a la academia de su clan donde aprendió a luchar, la sangre de sus adversarios salpicaba sus dagas, las cuales movía a tal velocidad provocando cortes y heridas, que sus adversarios Kurzick pronto aprendieron a mantenerse alejados de ellas. No tenía miedo de resultar dañado, pues los monjes Luxon estaban en la retaguardia, lanzando hechizos sanadores y protectores, mientras que los hipnotizadores, maestros en el control de la energía vital y mental de los oponentes, les debilitaban, y los arqueros, con sus flechas de fuego, acosaban a los Kurzick, que, aún sorprendidos por el ataque, salían del fuerte a defender su tierra. Poco a poco, los Luxon fueron ganando terreno hasta llegar a las enormes puertas de ámbar del Fuerte de Aspenwood.

 

-¡Leinad!- gritó el comandante Oren tras derribar a un hipnotizador Kurzick de un martillazo.- ¡Diga comandante!-. – ¡Dile al general Moraz que ordene  el asedio con las tortugas!-. Raudo como asesino que era, Leinad cruzó el campo de batalla como una centella, mientras oía a sus espaldas el griterío y los entrechocares de espadas, y al comandante Oren ordenando el asedio a su propio escuadrón de tortugas de batalla. De repente, oyó el aire silbar y notando un agudo dolor en el tobillo, cayó en carrera, rodando por aquel suelo pétreo. Miró hacia el lugar de la molestia, y vio una flecha envenenada ensartada en su pie, y al alzar la cabeza, otra saeta dirigiéndose a su cara, pero aquel proyectil se detuvo a escasos centímetros de su rostro, y cayó al suelo. Aún sorprendido, escuchó: –La próxima vez, échate un encantamiento protector de esos que os enseñan a los asesinos, porque puede que no esté.- dijo una voz familiar a sus espaldas. Se giró y vio a un joven monje Luxon de su clan que en esos momentos estaba curando la herida de Leinad y acabando con el veneno que éste tenía en la sangre.-Gracias,-dijo Leinad sacudiéndose el polvo y conjurando un encantamiento protector.- ¿podrías darle un mensaje a tu general de parte de Oren?-. –Claro, ¿de qué se trata?-preguntó el joven monje.-Dile que comience el asedio con las tortugas.- El monje abrió la boca para contestar, pero de repente un grito horripilante cruzó el aire, paralizando a Kurzick y Luxon por igual, las tortugas se descontrolaron, y empezaron a huir en dirección sur. Entonces, por las colinas del norte, aparecieron. Seres que desde hacía 15 años no se habían visto en Cantha, poderosos, malvados, predecesores de una ruina sin parangón, los que en su día exterminaron las fuerzas imperiales del Ministerio de la Pureza de Cantha, los Apestados.

 Hace más de 300 años, en Cantha gobernaba el emperador Angsiyan.Su guardaspaldas, Shiro Tagachi, movido por falsas predicciones de una vidente que en realidad era un demonio que trataba de corromper su alma, asesinó al emperador, y gracias a los campeones Archemorus (Luxon) y Viktor (Kurzick) y a la asesina Vizu, fue ejecutado, sin embargo, el grito que profirió, impregnado de magia demoníaca, petrificó el Bosque de Echovald y convirtió en Jade toda el agua del mar interior de Cantha, dándole así el nombre del Mar de Jade. Este hecho se conoce como el Viento de Jade. 300 años más tarde, Shiro, ya muerto, se convirtió en Enviado, un ser etéreo encargado de guiar las almas de los muertos al Inframundo, mas sin embargo, se apropió de las almas y construyó poderosos sirvientes a partir de ellas, y, por su maldad, se extendió una plaga que convertía a todo ser vivo en criaturas horripilantes, todo ello, para poder asaltar el Palacio Real y derramar Sangre real para poder volver a su ser mortal. No logró acabar con el actual emperador, mas consiguió acabar con su hermanastro, el Maestro Togo, anterior dirigente del Monasterio de Cantha. Sin embargo, su buen amigo Mhenlo y sus estudiantes, entre los que se encontraba Min, consiguieron la ayuda de Kurzick y Luxon, que se unieron para ayudarles,derrotaron a Shiro y lo enviaron al Reino del Tormento, lugar reservado para los peores demonios y los dioses oscuros.Los Apestados seguían en Cantha, así que se creó el Ministerio de la Pureza para acabar con todos los Apestados. Sin embargo, ese día, Luxon y Kurzick observaron cómo se les acercaba al campo de batalla aquel enorme ejército de Apestados, los cuales ya se creían exterminados, y con una lluvia de meteoros invocada por los magos Apestados, empezó la masacre.

 

 

 

Regresar al índiceCapítulo 2 by Blackbuffman

 

Capítulo 2

Malas Noticias.

 

Olaz se despertó, si es que a eso se le puede llamar despertar, a la mañana siguiente. Había soñado con Aspenwood, de nuevo, pero esta vez fue la peor de todas. Sudoroso y temblando, se puso la ropa de ritualista, una prenda que tapaba los ojos de tal manera que se impidiera la visión física y se desarrollara la capacidad de ver en el plano espiritual, y salió de su habitación. De camino al aula de la sensei Quin, “vio” mucha gente, demasiada, en realidad, hablando angustiosamente entre ellos y con cara de preocupación. No le dio demasiada importancia.-Será cosa de esta ala de la academia, tendrán exámenes o algo- se dijo, pero se inquietó cuando comprobó que en toda la academia la gente estaba nerviosa. Al llegar al aula, intentó entrar, mas estaba cerrada.

 

Supuso que la sensei estaría en la plaza principal, con los aprendices avanzados de Ritualismo, así que fue a buscarla. Al pasar por la puerta del despacho del director de la Academia Brauer, oyó voces y, por el tono que ponían, ocurría algo serio. Pocas veces había oído Olaz al amable director gritar con tanto enfado, asi que se paró escuchar: ¿¿Me está pidiendo que le entregue alumnos para una misión suicida??-gritó el director. –No es una misión suicida, sino de reconocimiento- dijo una voz profunda y gutural en tono severo. Olaz se alarmó. Sólo una criatura tenía aquel tipo de voz, los Juggernauts. Los Juggernauts eran Kurzick sabios que se entregaban al bosque, mediante un ritual que se realizaba en Piedra Arbórea, centro espiritual de los Kurzick, convirtiéndose en seres vegetales antropomorfos de dos metros y medio de altura, con una fuerza terrible. Eran lo que las tortugas gigantes de los Luxon son para los Kurzick.

-Perdón, sabio, no quería ofenderle, pero… ¿De reconocimiento? Por lo que acaba de contarme, ese tipo de masacre no ha sido nunca vista antes, no sabemos qué criaturas la han causado, y nuestros alumnos no están preparados para enfrentarse a algo que acabó con todo el batallón Luxon y con el Fuerte de Aspenwood, ¿No cree?-. Se exasperó el director. .-Lo tenemos en cuenta, aunque creemos que las criaturas de las que estamos hablando son dragones de musgo, o guardianes del bosque… últimamente ha habido muchas migraciones, aunque eso no explicaría el ensañamiento con los cuerpos… los dragones de musgo, aunque agresivos, son herbívoros, por lo general, y los guardianes aún conservan algo de inteligencia.-reflexionó el Juggernaut.-Aun así, por la preparación no se preocupe, estamos reclutando para el Ritual-.Hubo un momento de silencio.-¿¡Que quieren convertir a mis estudiantes en Juggernauts!? ¿Cómo puede sugerirlo? Cuando establecimos las reglas de los Juggernauts quedó claro que....- Olaz se alejó de la puerta, incrédulo, ¡había tenido razón, los espíritus no le engañaron!, pero no se alegró, si de verdad había ocurrido, entonces a su padre debía de haberle pasado algo terrible.

 

 

Corriendo, salió de aquel pasillo, con lágrimas en los ojos, empujando a la gente, sin importarle lo que le dijeran, hasta que, cegado mental y físicamente como estaba, chocó con algo y cayó al suelo. Mientras se intentaba reincorporar para ir hacia su habitación, notó cómo algo tiraba de su túnica hacia arriban una fuerza increíble y lo levantaba. Aterrado, se quitó con una mano la prenda que le tapaba los ojos y se encontró con que un fornido y alto guerrero Kurzick le estaba sujetando mientras le observaba con curiosidad. –Hombre, si es el inútil de Olaz, ¿de qué lloras esta vez? ¿Has vuelto a fracasar en un conjuro?-. Reconoció enseguida al chaval que tenía delante. Se llamaba Sauro, y era un destacado guerrero de la Academia Brauer. Había ganado varios torneos contra adversarios excepcionales y los profesores lo respetaban y apreciaban. Sin embargo, para los demás alumnos, excepto para su grupito de matones, era el más chulo, prepotente y creído de la Academia. Cada día cuando tenía un rato libre se burlaba de la primera persona que tuviera la desgracia de cruzarse en su camino. A Olaz lo martirizaba, pues era fácil reírse de su incapacidad para el Ritualismo. -¿O acaso has vuelto a decepcionar a la sensei Quin?-. Preguntó con sorna. Su grupito empezó a reírse mientras la gente iba llegando en círculo para ver lo que pasaba. -Cállate, Sauro- le gritó Olaz. Las risas cesaron, y Sauro tiró al suelo a Olaz a varios metros delante de él mientras le decía: -Vaya, al polluelo se le han erizado las plumas… ¿Acaso quieres que te dé una paliza, enano?-.Se oyeron exclamaciones en el círculo de gente que les rodeaba, la tensión era enorme. Olaz titubeó. –Eso es un sí, levanta de ahí y te dejo dar el primer golpe, que das pena- se rió Sauro.

 

En ese momento, a Olaz se le cayó el mundo encima, según todos sabían, no podía luchar apenas al no poder controlar a los espíritus. Todos lo miraron con expectación y preocupación a la espera de que Sauro se cansara de esperar a que Olaz hiciera algo y le machacara. Entonces, recordando a su padre, se armó de valor, se puso la prenda de la cabeza, alzó el báculo, y dejó que los espíritus le guiaran.

 

Regresar al índiceCapítulo 3 by Blackbuffman

 

Capítulo 3

Desolación.

 

Oscuridad. Era lo único que podía ver Leinad en ese momento. Aún confuso y cansado por los recientes acontecimientos, le costaba pensar y le dolía todo el cuerpo. Cuando quiso moverse, se dio cuenta de que no podía. Preocupado, intentó girar la cabeza y al hacerlo, vio una pequeña rendija entre la oscuridad por la que un haz de luz pasaba. Cegado por unos instantes, consiguió adaptar la vista a la luz y echó un vistazo. Se encontraba cubierto de rocas, aunque no conseguía recordar cómo acabó allí.

 

-Hola, ¿hay alguien?-.Gritó. No obtuvo respuesta. Abatido, intentó quitarse de encima las piedras, pero la única parte de su cuerpo que podía mover era la cabeza. Entonces recordó una lección que le enseñaron de pequeño. Una técnica solamente conocida por los asesinos, con la cual podían moverse entre las sombras, y atacar a sus víctimas sin ser vistos, o, en este caso, transportarse a otro lugar usando la oscuridad. Nunca se le dio bien, pero no había tiempo para nimiedades, si no salía de allí acabaría aplastado bajo el peso de los enormes pedruscos, así que se concentró. Todo empezó a girar y un humo negro le envolvió. Entonces ejecutó la técnica del corazón de la Sombra, y de repente se encontró tumbado en el pétreo suelo a plena luz del día. Tras comprobar que no se había roto nada, se levantó y miró alrededor. Entonces el terror se impuso en su cara, y recordó…

 

-¡Rápido, rápido! ¡Mantened vuestras posiciones!-. Era inútil, las tropas de Apestados masacraban a los Luxon, que, aunque pillados por sorpresa, fueron a refugiarse al interior del Fuerte de Aspenwood mientras los Kurzick les cubrían la retirada. Aunque fueran enemigos ancestrales, la mayoría aún conservaban en sus mentes el terror que 17 años atrás provocaron los Apestados, y su pacto de unión con los Luxon para derrotar a los infectados. Leinad estaba nervioso y aterrado tras las grandes puertas de ámbar del Fuerte, en primera línea con los demás luchadores cuerpo a cuerpo, esperando a que los Apestados las derribaran para entrar en combate, junto a varios Luxon y Kurzick más. -¡Oye tú!- le gritó un Kurzick desconocido. -¿Eres rápido, no? Pues corre a la parte trasera del fuerte y avisa al Arquitecto Gunther de que se acercan los enemigos, ¡date prisa!-.Leinad asintió, no había tiempo para vacilar, así que corrió a buscarles, sin embargo, una explosión proveniente de la parte del Fuerte a la que se dirigía provocó una onda expansiva que le echó hacia atrás. Para cuando se reincorporó y corrió a ver qué había ocurrido, era demasiado tarde, Los apestados entraban a cientos por el agujero creado por la enorme explosión, y el arquitecto Gunther y sus dos guardias, entre ellos el guardia Radik, yacían muertos en el suelo. Aterrado, vio a los cientos de apestados correr hacia él, y, esquivando conjuros y flechas, trató como pudo de salvar su vida, mientras salían más y más infectados del agujero, sin embargo, un hechizo desviado chocó contra una pared de roca del fuerte, y la desmenuzó, convirtiéndola en mil fragmentos que cayeron y atraparon a Leinad en su huida, sepultándolo en roca. Entonces cayó inconsciente.

 

Tras recordar todo esto, Leinad se encontraba de rodillas y con las manos en la cabeza, agarrando fuertemente su rubio pelo y en la cara, una mueca de angustia, mientras observaba el panorama desolador que tenía frente a él. El Fuerte había caído. Donde antes se encontraba una enorme construcción, ahora había una gran llanura de piedra sembrada de cadáveres y rocas gigantes, y era sólo el inicio, si no se hacía algo pronto, toda Cantha caería ante ellos.

 

Regresar al índiceCapítulo 4 by Blackbuffman

 

 

Capítulo 4

Un extraño compañero.

 

No había tiempo para lamentaciones, pensó Leinad, había que avisar a los demás Luxon del resurgir del peor enemigo que Cantha jamás vio. Juntando todas las fuerzas que le quedaban, se incorporó y echó a andar por el petrificado Bosque en dirección este al Mar de Jade. Saltando las raíces y esquivando las ramas, en su camino oyó quejidos lastimeros cerca de donde se encontraba. Se puso en guardia y buscó en los alrededores el provenir de ese sonido, el cual encontró detrás de un arbusto.

 

Era un Moa Negro, una raza de pájaros parecidos a los avestruces de tamaño superior al de un humano, y uno de los tipos de animales preferidos por los arqueros domadores para domesticar y usar en combate. Leinad se preparó para defenderse. Había oído que los Moas Negros del Bosque de Echovald eran muy peligrosos, y en el estado en el que se encontraba, era posible que tuviera problemas en vérselas con semejante criatura. El Moa, percatándose de su presencia, lo miró fijamente, con sus ojos verdes rasgados, y bajando la cabeza, continuó lamiéndose la pata, indiferente al muchacho que en aquellos momentos bajaba la guardia y lo miraba con curiosidad.

 

Tras observarlo detenidamente, se dio cuenta de que era un Moa domesticado, pues tenía los característicos collares negros con pinchos que se les suelen poner a los Moas negros para mejorar su capacidad en batalla y parecer más amenazadores, y de que estaba lastimado. Se acercó al Moa con cuidado, y mientras el Moa miraba cómo se le acercaba, le inspeccionó la herida, la cual Leinad reconoció enseguida. Era una quemadura infligida por el conjuro Bengala, un conjuro que lanzaba un proyectil de fuego al enemigo. Buscó alrededor suya para ver qué criatura le había lanzado el hechizo, y a varios metros de él, vio un mago Apestado muerto, lleno de cortes y picotazos, signos de una lucha encarnizada con el Moa. Mirándole con renovado respeto, se dispuso a curarle la pata, con la esperanza de ganarse así su confianza.

 

Siempre había tenido mano con los animales. En su clan, el Clan de la Tortuga, ayudaba desde muy pequeño a entrenar a las crías de galápago. Sacó de su zurrón un pequeño ungüento curativo y lo aplicó en la herida, después, cortó una tira de su camisa y le envolvió la pata. Con ese improvisado vendaje, el Moa se levantó. Tras curiosear un poco su herida ya tratada, miró fijamente a Leinad con sus profundos ojos e inclinó la cabeza. Leinad sonrió -Vaya, qué bien educado estás, un momento… ¿Qué llevas ahí?-. Leinad se inclinó y descubrió que el Moa llevaba un mensaje atado a los collares del largo cuello. Al ir a cogerlo, al Moa se le erizaron  las plumas, y Leinad se detuvo a mitad de camino de coger la carta, alarmado. Tras unos momentos de tensión entre ambos, el Moa se relajó y dejó que Leinad leyera la carta que llevaba.

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Estimado emperador:

 

Sin duda se acordará de mí ya que le salvé la vida en el incidente de hace 17 años en el Palacio de Raisu, y también se acordará de las criaturas a las que hicimos frente mis amigos Min y Oset.

 

Aunque tomó medidas contra los infectados, temo darle malas noticias, acabo de divisar a un ejército enorme de apestados dirigirse al sur desde el norte del bosque de Echovald, en dirección al Fuerte de Aspenwood. Los Apestados han vuelto.

 

A pesar de la gran distancia que hay entre nosotros, Le envío a mi Moa Negro: “Pollo” con la esperanza de que lea el mensaje y tome las medidas necesarias.

 

Sinceramente: Bestax

 

Aún sorprendido por el contenido de la carta, se sentó en el suelo mientras acariciaba el plumaje del Moa para reflexionar sobre lo que había leído. Un tal Bestax, que parecía ser un domador, y cuya mascota era aquel Moa que según la carta se llamaba Pollo (extraño nombre para un Moa) enviaba a través de éste una carta al Emperador Kisu explicándole el resurgir de los Apestados.

 

Sin embargo, el Moa estaba incluso más al sur que su maestro, lo cual era de extrañar pues la región de Kaineng estaba al Norte, donde se suponía que vivía el emperador, pero tras observar al Moa, vio que mostraba muchos signos de batalla., lo que indicaba que los Apestados le habían atacado y obligado a retirarse al sur. Leinad leyó de nuevo la carta, y tomó una decisión. Se reuniría con el maestro del Moa, y le ayudaría a llevar el mensaje al Emperador.

 

Solamente de esa forma podrían salvar Cantha del desastre que se avecinaba una vez más. -Llévame donde se encuentra tu maestro- ordenó al pájaro. Éste, con un brillo de inteligencia en la mirada, asintió, y echó a correr en dirección Norte, ya casi totalmente recuperado de la herida gracias al vendaje, con Leinad pisándole los talones. Y así es como, humano y Moa, comenzaron su viaje, con el fin de evitar una masacre mayor, y con la tragedia del Fuerte de Aspenwood aún grabada en la mente del joven muchacho.

 

Regresar al índiceCapítulo 5 by Blackbuffman

 

(ver capítulo 3)

 

Olaz se concentró en lo que le habían enseñado. Estaba decidido a derrotar a Sauro, aunque fuera casi imposible dada su escasa magia y pésimo control del plano espiritual. Con un esfuerzo mental enorme, y decidido en cuerpo y alma a derrotar a su adversario, pronunció las palabras del conjuro de invocación, mientras la magia manaba de su boca, y la gente de alrededor contenía la respiración.

 

Entonces completó el ritual, y al lado de Olaz, surgió un ser etéreo de metro y medio, semitransparente y azulado, con cadenas en sus brazos, que lo ataban al plano terrenal. ¡Un espíritu de ataque! Olaz se alegró, al fin había conseguido invocar a un incorpóreo. – ¡Ahora, ataca a Sauro!- El espíritu, como  movido por un resorte, empezó a lanzar proyectiles mágicos al guerrero, que aún estaba alucinado por haber visto al inútil de Olaz terminar con éxito un ritual.

 

 Rápidamente, alzó el escudo y bloqueó los ataques del espíritu, mientras cargaba hacia él, y, de una estocada de su filo forjado para luchar contra la magia, rompió la fuerza que lo sujetaba al plano terrenal, y el incorpóreo desapareció.

–Eh, inútil, felicidades por tu primer conjuro con éxito, pero un espíritu de ataque básico tan débil no me detendrá-. Dijo Sauro, y acto seguido, cargó hacia Olaz espada en alto. El público contuvo el aliento y Olaz palideció mientras se le acercaba el enorme guerrero…(ESCÚCHAME MUCHAHO).Dijo una susurrante a la vez que potente voz en su mente. (SI QUIERES SALIR DE ESTA, DEJA EL MIEDO ATRÁS Y HAZ QUE TUS MÚSCULOS SE RELAJEN PARA QUE TU MAGIA FLUYA, YO TE AYUDARÉ) .

 

 

A Olaz, la Voz, antigua y poderosa, le producía escalofríos y le daba la sensación de ser una mota de polvo en un gran universo. Sin embargo, le dio fuerzas, y dejó que su mente relajara su cuerpo tal y como se le había indicado . Entonces alzó la cabeza y los brazos y conjuró un ritual dejándose llevar por la Voz, la cual pronunciaba las palabras del hechizo que manaban de la boca del muchacho, y hacía que una magia extraña y antiquísima llenara el cuerpo del joven. Un enorme resplandor azulado y amarillo empezó a brillar alrededor de Olaz, cegando a su adversario y obligándole a detenerse.

 

Entonces, otro espíritu  se formó al lado de Olaz, terminando con el resplandor, y permitiendo a la gente volver a ver el campo de batalla, llevándose la sorpresa de su vida. Aquel espíritu no se parecía a nada que ninguno de los presentes hubiera visto jamás. De más de dos metros de altura, emanaba un aura de poder terrible y no tenía ningún tipo de cadena mágica. Tenía el aspecto de un guerrero, con casco y armadura  casi corpóreos de un aspecto temible.

 

 Empuñando una gran hacha, el espíritu miraba al frente, esperando órdenes, pero Olaz estaba demasiado sorprendido para acordarse del duelo, e igual pasaba con todos los demás que estaban en aquel lugar presenciándolo. Todos tenían la mandíbula desencajada mientras observaban al enorme espíritu que, con aspecto amenazador, estaba erguido al lado del pequeño muchacho que momentos antes, había creado su primer débil incorpóreo. Sauro retrocedió lentamente, mirando a Olaz con incredulidad y nuevo respeto.

 

-¡QUIETOS!-ordenó una altiva voz conocida por todos los presentes, que se giraron alarmados hacia las escaleras del ala de la academia en la que se encontraban. La sensei Quin estaba en lo alto, tensa.-¡Volved ahora mismo a vuestras aulas!, ¡TODOS!. - La gente empezó a correr  hacia sus respectivas clases, temerosa de las represalias que pudiera conllevar no hacerle caso, mientras que Sauro, yendo hacia el gimnasio de los guerreros, se cruzó con Olaz y le dijo fugazmente: -Ya saldaremos cuentas tú y yo, te lo prometo.- Cuando Olaz se disponía a marcharse, la sensei bajó por las escaleras, le puso la mano en el hombro y le dijo: -Tú no, tú vienes conmigo-. Y echó a andar. Olaz se apresuró a seguirla por los oscuros pasillos de la Academia Brauer, a la espera de una gran reprimenda, mientras pensaba en el espíritu que había creado, y le mandaba un pensamiento a su padre por última vez.

 

Regresar al índiceCapítulo 6 by Blackbuffman

Capítulo 6

El canal entre dioses y humanos.

 

 

La sensei Quin y su alumno salieron de la academia y  cruzando el pétreo bosque, llegaron a un  gran claro, en el cual solían hacer prácticas los guerreros, prueba de ello eran los árboles con cortes de espadas y golpes de martillo que rodeaban el ancho espacio. Tras ahuyentar a un par de polluelos de Moa Negro que se encontraban por allí, la sensei se giró y dijo:.-Te he visto invocar a ese espíritu-. Olaz tragó saliva y esperó.

 

 –Es sorprendente que hayas conseguido invocar a  semejante criatura, estoy seguro de que no sabes ni de qué tipo era, ¿cierto? El muchacho asintió. ,- ¿Tienes idea de por qué me encomendaron tu instrucción? Olaz negó con la cabeza. – Al nacer, los Redentores Kurzick detectaron en ti un poder espiritual enorme- dijo la sensei bajando la cabeza.- Un poder entregado por los Dioses humanos a un Ritualista de cada generación. Cuando muere un portador de ese poder, otro nace inmediatamente después de su muerte, heredándolo

 

.-Olaz contuvo la respiración.-Sin embargo, ese poder sólo se manifiesta cuando una terrible catástrofe se avecina, el anterior portador fue Togo..- -¿Togo?¿ El anterior director del Monasterio de Shing Jea que ayudó a derrotar a Shiro?- le interrumpió,-Sí, el mismo- contestó la sensei- y siempre mantuvo en estricto secreto su poder, que discretamente usó para ayudar a detener a Shiro cuando éste se alzó de nuevo-

 

.La maestra paseó por el claro, deteniéndose un momento para acariciar una hoja de piedra de un árbol de roca cercano con la mirada perdida, mientras Olaz intentaba asimilar lo que acababa de oír.-El espíritu que invocaste antes era ni más ni menos que una representación de Balthazar, dios de la guerra y el fuego, que, viéndote en apuros, decidió ayudarte, despertando en ti el llamado Poder de los Avatares.-

 

La sensei continuó hablando con la cabeza gacha.- El portador de este poder es capaz de invocar representaciones espirituales de Entes de todo tipo, desde dioses a fuerzas de la naturaleza, con una potencia y habilidades muy superiores a los espíritus normales, así que, para evitar que utilizaras tu poder inconscientemente, te sellamos tus habilidades de ritualista nada más descubrirlo, es por eso por lo que hasta ahora te ha costado tanto usar magia espiritual, sin embargo, Balthazar rompió ese sello en el mismo momento en que contactó contigo. Que finalmente tus poderes se hayan manifestado sólo puede indicar una cosa.- La sensei se acercó a Olaz, y, poniéndole la mano en el hombro para darle apoyo, le miró fijamente a los ojos- Significa… que una catástrofe está cerca, y tú has sido designado por los Dioses para salvarnos de ella.- Olaz contestó, casi gritando-¡Pero sensei! ¿Qué podría hacer? ¿Por qué tengo que ser yo? ¡Ni siquiera me ha enseñado conjuros avanzados! Cualquier otro podría hacer mejor papel, no sé ni…-.

-¡Calla!-gritó Quin. Olaz, tenso, sollozaba de miedo ante lo que había oído que se esperaba de él. –Sé que necesitas aprender cómo controlar tus poderes, es por ello que irás al Palacio de Raisu, y allí, te adiestrará el mismísimo emperador Kisu. Él fue quien, cuando Togo descubrió su poder, le ayudó a perfeccionarlo, además, si la catástrofe que se avecina ya ha empezado, allí conseguiremos más información.

 

-Dicho esto, la sensei se encaminó hacia la Academia, mientras Olaz asimilaba aún todo lo que se le había dicho, con la cara desencajada por los acontecimientos. –¡Partiremos pasado-mañana, prepárate! .- Le gritó desde lejos.

 

Una vez se hubo ido, Olaz se quedó solo en el claro, impactado aún. De la noche a la mañana su vida había dado un giro radical, a Olaz le gustaban la tranquilidad y la rutina, siempre había sido alguien muy calmado, y tanta información de semejante tipo en tan pocas horas era muy difícil de digerir para él. Temblando, volvió andando despacio a la Academia, mientras caminaba por sus pasillos, detectaba a la gente lanzándole miradas indiscretas y susurrando a sus espaldas. Entró en su habitación y empezó a preparar el equipaje, para seguir un destino que él no había elegido.Regresar al índiceCapítulo 7 by Blackbuffman

Capítulo 7

 

Bestax el domador.

 

La hierba seca crujía bajo sus pies mientras se dirigían velozmente hacia donde vivía el maestro del Moa. Habían pasado un par de días recorriendo el Bosque de Echovald, y Leinad se dejaba guiar por el gran pájaro negro con el fin de que le llevara al autor de la misteriosa carta que portaba el Moa.

 

Bordearon la pequeña montaña por la que pasaba la línea divisoria entre Kurzick y Luxon por el lado Kurzick .Cada vez había menos árboles en el camino, lo que indicaba que se acercaban al final del pétreo vergel. Mientras corría, Leinad divisó a lo lejos un pueblo. Dedujo que se trataba del Soto de Tanglewood, población limítrofe con el Imperio del Dragón, aunque le parecía extraño no ver hogueras encendidas, y aunque estaban lejos, a Leinad le dio mala espina el aspecto que presentaba el pueblo, aunque no se preocupó demasiado, pues era Luxon y no conocía las construcciones Kurzick, a excepción de aquellas de mayor importancia, para que cuando le enviasen al combate supiera cómo destruirlas claro está, (Aunque ahora) pensó (no me sirve de nada, supongo).

 

Pasaron de largo el pueblo y la zona boscosa y continuaron ascendiendo por una poca empinada colina que resultó ser una pequeña meseta desde la que aún se podía divisar Tanglewood muy a lo lejos. El lugar era soleado y verde. En el centro del altiplano se encontraba una casa de madera con pinta regia, de altos y estrechos ventanales, con dos plantas, y, a su lado, un enorme edificio de madera de más de 3 pisos de altura, circular y ancho. Al acercarse el joven y el animal, Leinad vio que a la entrada de la casa había un pequeño porche con un par de sillas de madera, y en una de ellas se encontraba un hombre sentado con un gato en su regazo durmiendo ambos plácidamente. Cuando estaba ya cerca de la casa, notó que tropezaba con algo, y un sonido de varios cascabeles repicando llenó el aire. Consiguió evitar la caída, y de repente, varias estacas de madera surgieron del suelo en donde habría caído de no ser por sus reflejos, e intrigado, se giró y vio un cordel muy fino a un palmo del suelo, casi invisible de no ser por la luz del sol que despedía reflejos al impactar en la cuerda.(Una trampa) pensó. De repente oyó el silbar del viento, y gracias nuevamente a sus reflejos de asesino, esquivó la flecha que apuntaba  a su cabeza, clavándose ésta en la tierra profundamente  con un sonido seco,y miró de dónde provenía.

 

Para su sorpresa, se encontró con el hombre que antes dormía apuntándole con un arco que había sacado de la nada, en pie y con la cuerda del arma tensa con una flecha colocada, y el gato que antes estaba acurrucado con él, en posición de guardia a los pies del domador.-¿Quién eres tú y qué haces en mi casa?- gritó a la vez que Leinad se reincorporaba.(Me conviene elegir bien mis palabras) pensó mientras tenía en mente el último disparo y la fuerza con la que el proyectil se había clavado en la tierra

–Discúlpeme, señor. Mi nombre es Leinad, pertenezco a los Luxon del Mar de Jade, y vengo aquí acompañado de su mascota - comentó señalando al Moa Negro. El hombre bajó el arco.

 

-¿Pollo?- Murmuró desconcertado. Se colgó el arma a la espalda y algo más relajado le soltó:-¿Qué haces aquí?-.-Señor, me temo que tengo que hablar con usted sobre cierto incidente en Aspenwood, y sobre el sobre que su ave mascota llevaba-. Le dijo Leinad mientras enseñaba la carta que había cogido del Moa-

 

El hombre asintió y más tranquilo, se agachó para acariciar y calmar al gato.-Me llamo Bestax- reveló- aunque si tienes algo de materia gris en esa cabeza, ya lo habrás deducido por la carta…Más te vale tener un buen motivo por el que tenerla, chaval…- Musitó mientras se reincorporaba y les hacía una seña al Moa y al gato. Inmediatamente después, ambos marcharon al gran edificio circular al lado de la casa. Leinad supuso que sería algún tipo de indicación del domador que habría enseñado a sus mascotas, aunque seguía sin saber qué era aquel edificio. –Entra muchacho- le dijo a Leinad mientras él mismo entraba en la cabaña de madera

 

Leinad se apresuró. No parecía que aquel hombre  fuera de los que les gusta esperar, y de acuerdo con la situación era comprensible, así que entró en la casa. A primera vista parecía simple, mas tras mirar un poco alrededor, se le antojó acogedora. Siguió a Bestax a una sala medianamente amplia y bien iluminada, con sillas y una mesa de madera. Se sentaron, y Leinad procedió a contarle lo ocurrido, desde el asalto a Aspenwood, hasta ese momento…

 

Cuando acabó, Bestax cerró los ojos y se recostó más en la silla. Afuera ahora llovía y el cielo estaba cubierto de grises nubes, aunque sin llegar a oscurecerse. Leinad aguardó a que el domador hablara, a pesar de que su naturaleza nerviosa le decía que había que actuar cuanto antes. Finalmente, el domador abrió los ojos y se sentó  echado hacia delante, apoyando codos en las rodillas, juntando las manos y sosteniendo la cabeza en ellas. –Si lo que me has contado es cierto, los Apestados ya han llegado más allá del Fuerte de Aspenwood, y se dirigen al Sur. Dado que su ejército es enorme, ya se habrá dado la voz de alarma. Sin embargo, sin las fuerzas imperiales del ministerio de la Pureza, no creo que los Kurzick puedan acabar con todos ellos. Incluso si los Luxon cumplieran con el pacto de hace 17 años, y se unieran a los Kurzick para luchar contra los infectados, no serían suficientes…- Leinad preguntó:- ¿Pero por qué se dirigen al Sur, destruyendo todo lo que hay a su paso?-.

 

.-¿Recuerdas cómo fueron creados los Apestados? -. El joven asintió, recordó cuando a los 10 u 11 años, Rhea, la sabia anciana Luxon que lo cuidó al morir sus padres, le contaba cuentos e historias que a él le encantaba oír. Siempre había sido muy curioso, y prestó atención cuando Rhea le contó que Shiro usó las almas de los muertos para crear sus construcciones y que propagó la Plaga que creó a los Apestados. Bestax continuó con voz seria: –Shiro los engendró con el único objetivo de que le obedecieran. Los Apestados son criaturas que, sin dueño, son totalmente caóticos. Una vez- dijo mientras un brillo de nostalgia le invadía los ojos- ayudé al ministerio de la Pureza a acabar con los infectados restantes tras la muerte de Shiro, y observé que tenían un carácter destructivo, sin orden ni en apariencia voluntad alguna salvo quizás la de tratar de ir en grupo.

 

 

Se podría entender que se formara algún gran grupo de Apestados, y que fueran destruyéndolo todo, pero que tras 17 años de no saber nada de ellos, haya tantos  juntos y que tengan un objetivo tan concreto como es seguir hacia el sur tan decididamente, sólo puede significar una cosa: alguien los está controlando. Y sea quien sea, si recurre a los Apestados, quiere decir que planea usar el terror que provocaron 17 años atrás para algún maléfico plan que incluye la destrucción de toda Cantha con algún fin demoníaco.

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Capítulo 8

Partir

 

A Olaz le despertaron sonidos de explosiones provenientes de la ventana que daba a uno de los patios interiores de la Academia. Aún con los ojos cerrados, pudo distinguir los sonidos como efectos de conjuros explosivos de los magos elementalistas de fuego Kurzick principiantes.

 

Sabía que pronto tendría que levantarse, pero aún no tenía ganas de afrontar el día que le esperaba. De inmediato recordó todo lo acaecido el día anterior. Cuando creó su primer espíritu, cuando creó al Avatar del Dios Balthazar, y cuando la sensei Quin le explicó en qué consistían sus poderes. El día siguiente a la noticia, otra noticia sacudió a las gentes de la Academia, la destrucción del Fuerte de Aspenwood.

 

Suspiró, de la noche a la mañana, su mundo había cambiado. Hace tan sólo unas horas era un chico normal sin poderes apenas, a quien pocos conocían y que sólo quería mejorar en sus estudios, y ahora, era un ritualista con un poder inmenso que se manifestaba sólo cuando ocurría una catástrofe, la cual tendría que evitar. (Ojalá nunca me hubiera peleado con Sauro) Pensó el chaval. (De ese modo, nada de esto hubiera pasado, y ahora estaría preparándose para su clase, en vez de para un viaje al mismísimo Imperio del Dragón de Cantha, y entrenar sus habilidades con el mismísimo emperador Kisu)

 

Sonó la puerta y una voz grave preguntó: -Olaz, la sensei Quin ha dicho que vayas a la Gran puerta de la Academia con todas tus cosas, al parecer vais a partir en cuanto llegues.

 

Resignado, se colgó al hombro el bolso de cuero donde llevaba sus cosas, y echó un último vistazo a su habitación de piedra. Era común en los Kurzick tallar los grandes árboles pétreos para crear viviendas y edificios. Con la cabeza gacha, salió. Según se dirigía al lugar asignado para su partida, percibió murmullos y cabezas vueltas discretamente hacia él, con miradas inquisitivas desde todas direcciones.

 

Salió por la puerta principal de la academia, un enorme portón que daba a un ancho camino, que atravesaba una verja alta de hierro que impedía el paso a la Academia a monstruos y forasteros. A un lado del camino, se encontraba un carruaje de madera tirado por dos morsas del musgo, una especie de mamíferos-reptiles cuadrúpedos, con apariencia de una rata armadillo gigante. Cerca se encontraba  la sensei Quin hablando con el director Brauer. Apenas conocía al hombre que dirigía la academia, pero siempre le había parecido alguien amable. A pesar de ser ya mayor, mostraba mucha energía cuando se trataba de tratar con los alumnos.

 

 Cuando la sensei Quin se percató de que Olaz se acercaba, se despidió del director y entró en el carruaje. El muchacho se dispuso a hacer lo mismo- Espera, joven- dijo la voz autoritaria a la vez que amable de Brauer, que se acercó a Olaz y le puso una mano en el hombro:- No nos conocemos demasiado,pero has de saber que es un honor que aquél con el Poder de los Avatares haya estudiado aquí, y espero sinceramente que aquello a lo que estás destinado te sea tan leve como sea posible, tienes un destino muy agitado, pero aprenderás bastante de todo lo que te ocurrirá. Tienes un corazón fuerte.-Mientras hablaba, sacó algo de su bolsillo- Esto- dijo a la vez que le mostraba un colgante. –Es el collar Brauer.- Olaz lo miró con atención. A primera vista, parecía muy normal, formado unas cuantas cuentas de piedra, y un trozo de ámbar pequeño tallado en forma de lágrima. Sin embargo, pronto percibió la fuerza que manaba de él.- Está hecho de forma que potencie el poder espiritual de quien lo lleva. He oído que aún no controlas muy bien tus poderes,- dijo a la vez que esbozaba una sonrisa, y Olaz enrojeció- y aunque tras el entrenamiento con Kisu serás más que capaz de controlarlos, de  momento puedes usar el collar para canalizar mejor la energía.- dijo a la vez que se lo ponía- Olaz, admirado por el regalo, respondió- Muchas gracias, director- y con el ánimo totalmente cambiado, subió al carruaje, donde lo esperaba la sensei sentada, y como era de esperar, pues iban a cruzar el peligroso bosque de Echovald, dos guardias con la armadura puesta , yelmo incluido, y el arma lista para ser utilizada. Uno de ellos estaba algo distraído. Sin decir una palabra, el carruaje se puso en marcha. Olaz miró una última vez atrás, y no le sorprendió ver a la gente asomada a la ventana viéndole marchar. Se había corrido rápidamente la voz en la academia de que Olaz había obtenido los poderes de los Avatares. Ahora dejaba atrás lo que había sido su vida hasta entonces, la rutina, para embarcarse en un viaje del que dependía Cantha, y del que quizás no conseguiría regresar.

 

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Guild Wars: THE LAST AFFLICTION by Blackbuffman

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En el continente de Cantha, está el imerio del Dragón, liderado por el amable y sabio emperador Kisu. Sus dos facciones vasallas de sur, los luxon y los Kurz

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2024-11-03

 

Guild Wars: THE LAST AFFLICTION by Blackbuffman
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