BE NICE TO ME, PLEASE by yarii

 

 

 

BE NICE TO ME, PLEASE by yarii
Summary:

Cuando no tienes cualidades que te rediman, cuando lo único que esperas cada día es morir, cuando la gente que tocas muere y de repente te encuentras con el cielo, te encuentras con un ángel, lo único que pides es que sea bueno contigo.

Personajes principales: Kim Hyun joong & tiffany y SS501.


Categories: MUSIC Characters: Ninguno
Generos: Romance
Advertencias: Lemon
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 53 Completed:Word count: 117121 Read: 4180 Published: 03/08/2013 Updated: 05/08/2013
Summary:

Cuando no tienes cualidades que te rediman, cuando lo único que esperas cada día es morir, cuando la gente que tocas muere y de repente te encuentras con el cielo, te encuentras con un ángel, lo único que pides es que sea bueno contigo.

 

Personajes principales: Kim Hyun joong & tiffany y SS501.


Categories: MUSIC Characters: Ninguno
Generos: Romance
Advertencias: Lemon
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 53 Completed:Word count: 117121 Read: 4180 Published: 03/08/2013 Updated: 05/08/2013
Story Notes:

No es de mi autoria. Es de AMY HJ una de mis escritoras de fanfics favorita. Esta historia me encanta y decidi compartirla.

Story Notes:

No es de mi autoria. Es de AMY HJ una de mis escritoras de fanfics favorita. Esta historia me encanta y decidi compartirla.

Capítulo 1 by yarii
Author's Notes:

¿Entiendes la diferencia? Con lo roto, tal vez puedas arreglarlo. ¿Con lo arruinado? Todo lo que puedo hacer es esperar para enterrarlo.

Author's Notes:

¿Entiendes la diferencia? Con lo roto, tal vez puedas arreglarlo. ¿Con lo arruinado? Todo lo que puedo hacer es esperar para enterrarlo.

Hyun Joong reviso la ruta una vez más. Hoy era el día y nada podía salir mal. Repaso el plan.... otra vez. Por lo general nunca estaba nervioso, nunca había fallado. Ni una sola vez. Era el mejor en lo que hacía, esa era la razón por la que lo habían buscado a él para ese trabajo, y aun así… Volvió a mirar la ruta.
Tal vez era un aviso. Su “sexto sentido”, o como quisiera llamarlo la gente, lo estaba poniendo en alerta. A lo mejor y había llegado su hora de morir.
¿A quien quería engañar? ¿Sexto sentido? Sabía la razón por la que estaba así, pero era muy bueno engañándose a sí mismo.

Acerco el portátil y abrió la carpeta de imágenes. Eligió cualquier foto… una de sus favoritas. Ella estaba con dos amigas, estaba sonriendo. Amplió la imagen. Era perfecta, casi parecía un ángel. Tenía un aspecto delicado, lo que la hacía ver indefensa… No entendía porque alguien quería hacerle daño.
Miró el reloj, era hora. Apagó el ordenador mientras se ponía una chaqueta, comprobó que su arma estuviera cargada antes de guardarla y salir del departamento.

Él no estaba en el bando de los chicos malos… simplemente hacía el trabajo sucio por los chicos buenos. Alguien tenía que sacrificarse y cargar con la culpa por un mejor país ¿no? Aunque honestamente no sabía que había hecho alguien como “la paloma” para que la quisieran fuera del camino. De todas formas a él no le importaba mucho. Entre menos supiera de sus clientes y victimas más fácil se le hacía olvidarlos.

Manejó solo unos minutos, el departamento que había alquilado para retenerla estaba cerca de la universidad donde ella estudiaba. La estrategia “Si quieres esconder algo ponlo donde todos lo vean” no le había fallado nunca.
Bajó del coche y cruzó la calle, quedándose cerca de la salida.
Esperó un poco y entonces la vio salir con dos amigas. No se irían juntas. Era martes, el único día en la semana que tenia clases de piano después de la universidad, el único día que no se iría a casa con sus amigas.
“La paloma” se despidió de sus amigas sonriendo. La había apodado de esa manera. Tiffany le pareció tan inocente. Su sonrisa le había recordado una pintura que había visto hace muchos años. En el cuadro se encontraba un niño sosteniendo cuidadosamente una paloma, protegiéndola.
Eso era lo que ella inspiraba así que no dudo en llamarla de esa manera.

Ella aun estaba sonriendo cuando cruzó la calle en dirección a donde él había estacionado el auto. La interceptó un poco antes de llegar, poniendo un cuchillo en la parte baja de su espalda.
—No vayas a gritar si quieres seguir con vida.
—No me hagas daño. Te daré lo que quieras —suplicó ella, el pánico y horror se colaba en su tono.
Esa era la primera vez que Hyun Joong oía su voz. La estuvo vigilando alrededor de dos semanas, siempre viéndola gesticular palabras, imaginando como sonaban. Su voz era hermosa, melodiosa, como una canción de cuna. Dios… No quería tener que matarla.
—Tú sólo sigue caminando —la empujó hacia su coche mientras ejercía un poco de presión en su brazo.
Ella se resistió.
—¿Qué quieres? —pregunto aterrada.
—Sólo camina —ladró la orden tan cerca de su oreja que la hizo estremecer de miedo. Dejó de luchar y comenzó a caminar al coche lentamente, intentó alejarse del cuchillo y ya que había obedecido, él recompenso el gesto alejando el arma de su espalda.
Ella volvió a resistirse pero antes de que él pudiera amenazarla, algo impacto en su cara, y sólo un segundo después “la paloma” se encontraba huyendo.

Lo había golpeado en la cara… ¡Con un cuaderno! Esa era su sentencia de muerte.
La alcanzó un par de segundos después. Ella no era lo suficientemente veloz para huir.
La empujó contra un coche. La vio abrir la boca con la clara intención de gritar a todo pulmón.
—No se te ocurra hacerlo —la amenazo presionando el cuchillo de nuevo cerca de su abdomen—. Grita y tu padre estará muerto.

“La paloma” abrió los ojos sorprendida mientras miraba alrededor frenéticamente.
Debían marcharse ya mismo. Estaban llamando la atención, alrededor un par de persona dejaron de caminar para observarlos. Unos estudiantes un poco más allá también los miraban fijamente.
La cara de ella estaba tan pálida, y esa expresión horrorizada que tenía haría que, en cualquier momento, alguien se acercara.
Hyun Joong puso la mano que tenia libre detrás de la nuca de ella, y se adentró un poco en su cabello.
Acerco su cara a la de ella tratando de parecer romántico, intentando que a su alrededor los mirones pensaran que sólo se trataba de una discusión de pareja, aunque no estaba siendo para nada delicado.
Tiró del cabello de “la paloma” haciendo que levantara la cabeza para mirarlo.
Se acercó un poco más a ella tratando de intimidarla.
—No intentes huir otra vez. Nunca vuelvas hacerlo o juro que voy a… —no pudo terminar la amenaza. No cuando ella lo estaba mirando de esa forma. Ya no lo estaba mirando con miedo. Lo miraba como si pudiera ver a través de él.
Se sintió incluso más furioso que antes, y aunque lo único que quería era apartarla, gritarle algo o amenazarla, no hizo nada.
Nada, salvo seguirla mirando completamente perdido.

 

 

End Notes:

No es de mi autoria. Es de AMY HJ una de mis escritoras de fanfics favorita. Esta historia me encanta y decidi compartirla.

End Notes:

No es de mi autoria. Es de AMY HJ una de mis escritoras de fanfics favorita. Esta historia me encanta y decidi compartirla.

Regresar al índiceCapítulo 2 by yarii
Author's Notes:

Yo me pregunto, si las estrellas están encendidas para que cada cual pueda un día encontrar la suya.

Author's Notes:

Yo me pregunto, si las estrellas están encendidas para que cada cual pueda un día encontrar la suya.

Tiffany estaba muerta de miedo. No tenía ni idea de que estaba pasando, pero todos sus instintos le gritaban que escapara… Aunque era demasiado tarde para eso ¡había fallado! Él la había alcanzado antes de que ella siquiera pudiera dar dos pasos.
Estaba a punto de gritar cuando él la empujó contra el coche. No escuchó lo que le dijo, su mente parecía haberse ido de vacaciones, estaba mirando a todos lados, deseando que alguien lo suficientemente valiente se acercara, que la salvara, o en el mejor de los casos, esperaba despertarse de esa horrible pesadilla.
Él tiró de su cabello obligándola a subir la cabeza para mirarlo.
—No intentes huir otra vez. Nunca vuelvas hacerlo o juro que voy a…
No terminó la amenaza, o a lo mejor era ella quien no lo había escuchado. Cuando lo miró a los ojos tuvo la sensación de que el tiempo se había detenido.
La mirada de él anulo todo lo que había a su alrededor.
Había visto esa mirada antes. La había visto en su madre poco antes de morir.
Era la mirada de alguien que a pesar de respirar… había muerto hace mucho.
Era la mirada de alguien que no poseía alma. Aunque no duró mucho. El momento se rompió cuando un disparo rasgó el silencio.

Después de eso no supo muy bien que sucedió. Solo podía describirlo con dos palabras: Mucho caos.
La ventana del carro detrás de ella estallo en pedacitos. Hubo gritos, muchos gritos. Los que antes estaban mirando ahora corrían.
—¡Corre! —le grito su captor, eso junto con una maldición.
La empujó tratando de hacerla cumplir su orden, pero en medio de su confusión mental, Tiffany supo que ese era el momento para escapar.
Intentó correr en la dirección opuesta, y aunque él aun tenía una mano en su cuello, no la estaba mirando a ella.
Sacó un arma mientras miraba a todos lados buscando a quien había disparado.
Dio un par de pasos, alejándose de él, cuando se dio cuenta de lo que hacía.
La detuvo mirándola furioso.
—¿Qué crees que estás haciendo? —le preguntó— Escucha, tonta… —él no terminó de hablar. Fijó su mirada en algún punto detrás de ella y lo siguiente que pasó fue mucho más confuso que el inicio.
Él volvió a empujarla hacia un lado, y puso su cuerpo delante de ella justo cuando otro disparo sonó.
Un gemido. El cuerpo de él cayendo sobre ella. Ella haciendo fuerza sobre humana para no dejarlo caer. La manga de la camisa de él se llenó poco a poco de sangre. Ella gritó mientras él se incorporaba.
Lo siguiente que supo es que una mano enorme tapó su boca.


***


Si algo le parecía más doloroso a Hyun Joong que el ardor de la herida de bala en su brazo, era el chillido que “la paloma” había proferido y que estaba amenazando con hacerle sangrar los oídos.
Puso una mano en su boca tratando de callarla mientras la empujaba hacia donde había estacionado el coche.
No dejaron de dispararles así que, cuando por fin encontró su coche y abrió la puerta, “La paloma” no dudo en entrar ni por un segundo.
Hyun Joong rodeó el Capo y comenzó a manejar rogando porque no le dispararan a su coche. De verdad le gustaba, y lo había recién adquirido.
“La paloma” lo estaba mirando aturdida, no debía tener ni una mínima idea de lo que estaba ocurriendo.
Otro disparo en dirección a ellos. Los estaban siguiendo.
—¡Al coche no! —se quejó Hyun Joong pisando el acelerador, dirigiéndose a la histérica chica—: Deja de gritar. Sólo agáchate ¿quieres?
Ella se acurrucó en el asiento y él tuvo que darle gracias al cielo por eso.
Tomó una curva en la esquina siguiente pasando de un carril a otro, manejando en contravía. No era la primera vez que lo hacía, así que esperaba que la experiencia contara lo suficiente para poder escapar. Esta era la única oportunidad de perderlos de vista. La herida le estaba doliendo, estaba sangrando en cantidad y comenzaba a manchar el tapiz de su coche.
“La paloma” levantó la cabeza cuando los cláxones de los demás autos en la vía sonaron frenéticamente.
—¡No hagas eso! Vuelve allí… —quiso detenerla Hyun Joong
—¡Oh, Dios mío! —chillo ella. Era demasiado tarde. A su alrededor los coches se desviaban y frenaban en seco para darles paso—. Estás loco… ¡Oh, Dios!
El sonido de dos carros chocando nunca le había parecido más hermoso a Hyun Joong. Los había perdido de vista por fin.
Dobló en la siguiente esquina entre maldiciones, insultos y bocinazos de los conductores a los que se les atravesaba.
Un par de minutos después entro al estacionamiento del edificio donde estaba viviendo. Salió del coche sintiéndose muy mareado, pero eso se debía posiblemente a la sangre que había perdido.
Sacó a “La paloma” fuera y la arrastró hasta el ascensor, presionó el número “tres” dejando un rastro de sangre en el panel y en el piso.
Como si le molestara estar en el mismo sitio que él, ella se alejó tanto como pudo.
Las puertas se abrieron y el volvió a arrastrarla hacia afuera, por el pasillo.
Ella no puso ningún tipo de resistencia, posiblemente estaba en shock.
Él frunció el ceño. La puerta de su departamento estaba abierta. Sacó el arma mientras se acercaba cuidadosamente.
—¿Qué haces aquí? —preguntó realmente fastidiado cuando vio a su visitante. Guardó el arma y arrastró a “la paloma” dentro— ¿Cómo entraste?
—Le pague al guardia una cantidad considerable. No es que estés muy protegido que digamos ¿sabes? —comentó Jung Min con una sonrisa tan perfecta que fastidiaba.
Hyun Joong lo fulmino con la mirada, sobre todo cuando comenzó a mirar a “la paloma” de arriba abajo. Lo ignoró y paso de largo, todavía empujándola.
Hizo que ella entrara al cuarto de “huéspedes”
—¿Quién eres? Provocaste un accidente ¡Mataste a todas esas personas! —lo acusó ella, quedándose en el extremo opuesto de la habitación. Era como si la cercanía de él le molestara.
—¿Crees que eso me importa algo?
—¿Vas…? ¿Vas a… matarme?
—Sí... Pero primero voy a torturarte.


Cuando se acercó, Tiffany intentó correr en ese espacio tan reducido, pero la atajó justo igual que antes.
Volvió a empujarla contra la pared, ella comenzó a luchar, tratando de empujarlo, de asestar un golpe en cualquier lado.
No hizo nada, ni siquiera lo movió un centímetro lejos. A él no le fue difícil dominarla, era mucho más grande, y estaba completamente tranquilo, mientras que ella apenas si podía mantenerse en pie.
Él apretó su cuerpo contra el de ella, ese toque le fue insoportable.
Quiso luchar de nuevo, pero ahora estaba completamente incapacitada para moverse. Las piernas de él estaban sujetando las suyas, su pecho se sentía duro como una roca.
¡Quería gritar!... No lo hizo. Se quedó sin respiración, petrificada cuando el la tocó.
Sintió sus manos vagar por todo su cuerpo. Estaba horrorizada. Estaba temblando. Sintió que iba a vomitar.
Él metió una mano en el bolsillo trasero de su pantalón, luego se alejó así como si nada.
Ni siquiera la miró cuando dio la vuelta, dirigiéndose a la puerta.
Llevaba en las manos su Mp4 y el celular. Esos que ella misma había guardado antes de salir de casa.

Nunca había llorado. Su padre, ese hombre que a veces le daba terror le había enseñado a controlar sus emociones, a ser fuerte aunque el mundo se cayera a su alrededor. Pero hoy él no estaba con ella.
Tiffany se dejó caer en el suelo y comenzó a llorar, a gritar, a quejarse tan fuerte como podía.
No sabía dónde estaba. No sabía quién era el hombre que la había retenido y tampoco que quería.
¿Esa no era una razón suficiente para sentirse desafortunada?

 

 

Regresar al índiceCapítulo 3 by yarii
Author's Notes:

Eres la razón por la cual yo pierdo la mía.

 

Author's Notes:

Eres la razón por la cual yo pierdo la mía.

Hyun Joong salió de la habitación, se quedó un rato de pie afuera, oyéndola.
Ella estaba llorando y aunque debería estar satisfecho por ello… No lo estaba.
Esa fue su idea principal. Asustarla, aterrorizarla, y lo había conseguido. ¿Por qué entonces no se sentía bien? Se sentía… culpable. O tal vez solo se debía a que se estaba desangrando. Se suponía que él no sentía nada. Nunca.
«¿En serio?» Se dijo a si mismo. «Pues cuando tuviste su cuerpo cerca del tuyo no parecía precisamente “nada”.»
Cerró los ojos recordando la sensación. Todavía podía sentir los latidos de su corazón en los oídos.
¿Qué rayos le pasaba?
Cuando llegó a la sala de estar el dolor de cabeza volvió. Jung Min no se había ido aun.
—¿Sigues aquí? ¿Cómo entraste, Jung Min?
—Eso ya me lo habías preguntado antes, esta relación está cayendo en la monotonía ¿Quién te disparo?
—Eso mismo me pregunto yo.
—Estas frito. Seguro fue la policía, seguro en este instante están rodeando el edificio y a ti solo te quedan unos minutos de vida.
—Por qué no me haces el favor de largarte.
—No —respondió sin dudarlo—. Deberías relajarte un poco, ya sabes, te estás desangrando. ¡Trata de morir feliz!
Hyun respiró hondo ignorando su comentario.
—No iban detrás de mí. Esto —Dijo Hyun Joong mostrando la herida en su brazo—iba dirigido a la paloma.
—¿Quién iba a querer matarla?
—No lo sé.
—¿Qué sabes de ella?
—Nada, no investigo el pasado de mis victimas y lo sabes.
—Así que Hyun Joong expuso su vida por una desconocida… ¡Eso es tan altruista! —lo fastidio el chico de la sonrisa perfecta un poco más.

Hyun Joong se quitó la chaqueta y la camisa ensangrentadas, se fue al baño ignorando a Jung Min. No tener la atención del mundo era algo que hería el ego de su amigo.
Abrió el botiquín mientras se miró la herida. La bala no había salido, pero no era algo que no hubiera hecho antes, por lo general el mismo trataba sus heridas.
Antes de desinfectar la herida se inyecto una dosis de morfina.
Iba a matar sin compasión al culpable de esto.
Con una pinza extrajo la bala. No había tocado ningún hueso ¿Qué podía decir? Era un tipo con suerte. Suturar la herida no le llevo mucho tiempo, no era grave, y la experiencia que tenía en ello facilito el trabajo.
Cuando terminó se cubrió la herida con gasa. Limpio el lavamanos que había manchado de sangre. Estaba cansado. Quería dormir y olvidarse del mundo solo por un momento, pero no le fue posible. Cuando salió del baño, sintiéndose más liviano, tal vez por la morfina, se encontró a Jung Min aun en su casa, en su sala, sentado en su sofá y frente a su portátil.

—creí que estas las eliminabas para no dejar evidencia —dijo Jung Min mientras señalaba con el puntero del mouse las fotos de la paloma.
—¿Por qué estás viendo sus fotos? —preguntó Hyun relajado, bueno, tanto como pudo fingir.
—Su padre es un empresario importante… O lo era. Su empresa está atravesando una crisis.
Hyun Joong lo miró sin mostrar siquiera un poco de interés.
—¡Ash! ¡En serio, Hyun! ¿No te da curiosidad saber quien los atacó?
Hyun Joong negó con la cabeza.
—¿Por qué siempre tienes que ser así? Tal vez de esto dependa tu vida.
—Cuando te pagan la cantidad de dinero que Art me dio por este trabajo, no te preocupas por el resto. Si muero, muero feliz… muero siendo un hombre rico.
Jung Min abrió la boca para decir algo, pero volvió a cerrarla. Luego de un rato habló.
—¿Cuál fue la orden? ¿Matarla?
Hyun Joong resopló cansado.
—¿No vas a desistir nunca? Eres tan fastidioso. No, la orden no fue matarla. Art solo me pidió que la retuviera, el padre de la chica debe una cantidad de dinero y esta es la manera de “persuadirlo”. Hasta que no pague por lo menos el ochenta por ciento de la deuda ella estará aquí. Ni siquiera es un trabajo. Es un favor que Art le está haciendo a un amigo. Me ha pagado bien, y es lo que me interesa. ¿Estás feliz ahora? Gracias. Puedes irte.
—Eres un… ¡Lo sabías! Pudiste haberme dicho todo desde un principio. Pero eso no responde la pregunta de quién los ataco.
—Una advertencia para él. Alguien tratando de vengarse. Creo que todo tiene que ver con él padre de ella y sus deudas.
—Yo sigo creyendo que es la policía. Una corazonada.
—Imposible.
—Me gustaría verte tan convencido en un par de horas cuando vayas camino a la prisión.
—¿Una apuesta?
—Trescientos cincuenta mil wons a que la policía está aquí en menos de veinticuatro horas.
—Perfecto. Soy rico ahora ¿recuerdas?

Realmente le caía bien Jung Min, tal vez por eso le salvó la vida en el psado, porque a pesar de lo injusto que había sido el destino con él, el chico irradiaba un carisma que era contagioso… Solo a veces. La mayoría del tiempo, al menos para Hyun Joong, era irritante.
Jung Min se levantó del sofá y fue a la cocina. Hyun Joong aprovechó el momento para cerrar el portátil. La sola idea de que estuviera viendo las fotos de la paloma le molestaba.
—¿Es lo único que tienes aquí? —pregunto Jung Min mientras sacaba una manzana de la nevera— si la chica no murió en el ataque, morirá ahora de hambre.
—lo dices porque solo comes comida de caballos ¿verdad?
Jung Min lo miró indignado. Hyun Joong sonrió satisfecho de herir sus sentimientos. Para su sorpresa, cuando llegó de nuevo a la sala de estar, le entregó antibióticos y un vaso de agua.
—Toma esto, así no morirás —Jung Min miro el reloj—. Tengo que irme. No quiero estar aquí para cuando llegue la policía, y comienzo a oír las sirenas ya.
—¿De qué se trata? – le preguntó Hyun Joong. Sabía exactamente a lo que él iba. Se trataba de “Trabajo” por supuesto.
—Sólo tengo que dejar una advertencia. “No lo mates o tu pagaras la deuda” me escribió el jefe en mayúscula y negrita. No puedo creer que aun no haya olvidado el error que cometí hace meses.
—alió en todos los periódicos —le replico Hyun Joong—. La orden de Art fue embarcarlo en el avión y tu lo mataste... después de torturarlo.
—Sabes que se lo merecía. Si lo dejaba marchar seguiría haciendo lo mismo que hizo aquí.
—Ese es tu problema, que no puedes desligar los sentimientos del trabajo.
—¿Qué puedo decir? —dijo Jung Min encogiéndose de hombros— Sólo soy un héroe en las sombras que lucha por un mundo mejor.
—Jung Min… —quería decirle que se cuidara, pero simplemente no pudo.
—Lo sé, no te preocupes. Iré a visitarte a la prisión —Jung Min le guiñó el ojo antes de salir.

En cuanto se quedó solo el agotamiento se apodero de su cuerpo. Se tomó los antibióticos y se quedó dormido en el sofá.
Se levanto horas después y solo porque la herida comenzaba a dolerle. Se tomó unas cuantas pastillas para calmar el dolor. Miró el reloj, habían pasado casi nueve horas desde que trajo a la paloma, debía tener hambre y él también.
Entro a la cocina para preparar una sopa, cuando estuvo lista vertió una porción en un plato y se dirigió a la habitación donde estaba ella.
Estaba sentada en la cama, pero cuando él entro se puso de pie inmediatamente, apenas si la miro, puso la bandeja en la cómoda que estaba cerca de la puerta.
—No quiero eso.
Él la miró.
—No te estoy preguntando.
—No lo quiero —repitió ella mientras alzaba la cabeza tratando de parecer fuerte.
—Perfecto —Hyun Joong se llevó la bandeja a la cocina de nuevo. Se sentó en la mesa y se comió lo que había preparado para ella.
Poco después se marchó a la sala, abrió el portátil.
Había instalado una cámara en el cuarto donde ella estaba encerrada.
Abrió el dispositivo y pudo verla. Ella estaba acostada en la cama mirando al techo, parecía tan infeliz. Retrocedió un poco la cinta, simplemente tenía curiosidad de saber que había hecho mientras él había estado durmiendo.
En el vídeo ella estaba caminando por toda la habitación, buscando entre los cajones de la mesa de noche, el ropero y debajo de la cama algo que le sirviera para defenderse o escaparse, supuso él.
Retrocedió la cinta un poco más: ella se había quedado dormida. Volvió a retroceder y ahora la paloma estaba en el suelo llorando.
Devolvió la cinta un par de minutos antes de eso y ahí estaba. Su cuerpo aprisionando el de ella.
¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué la sola imagen le hacía hervir la sangre? Tal vez se había vuelto un enfermo mental.
Puso el vídeo en tiempo real. Ella no se había movido, seguía acostada. Casi sin poder evitarlo le dio zoom a la imagen enfocando su cara. La estaba mirando atentamente cuando paso la cosa más sorprendente de todas: Ella lo miro.
Miro directamente a la cámara y luego se levanto desapareciendo del vídeo. Hyun Joong le quitó el zoom. Ahora ella estaba de pie en una esquina de la habitación. Seguía mirando la cámara atentamente. La vio quitarse un zapato. ¿Qué rayos…?
—No lo hagas Vmurmuro mientras se ponía de pie e iba tan rápido como podía a la habitación. Le costó quitar el candado, cuando abrió la puerta era demasiado tarde. Algunos cables salían de una esquina del techo, ella estaba respirando agitadamente pegada a la pared, los zapatos estaban en el suelo junto a su cámara.
—¡¿Qué hiciste?! —le grito furioso— ¿Sabes cuánto dinero me ha costado eso?
Ella estaba asustada. Controlándose para no llorar.
—¿No es suficiente ya con tenerme encerrada aquí? ¡No puedo ir a ningún lado! Yo solo… ¡No quiero que me estés viendo todo el tiempo!
Hyun Joong resopló.
Estaba a punto de decirle que porque haría tal cosa, pero eso era lo que estuvo haciendo unos minutos antes, ¿no?
Se llevó las manos a la cara, estaba cansado y tenía ganas de estrangularla. Esa no era una buena combinación.
Salió de la habitación antes de hacer cualquier tontería.
Perfecto. Simplemente perfecto. Los días con la paloma en casa iban a ser muy divertidos, pensó sarcásticamente.

 

 

 

Regresar al índiceCapítulo 4 by yarii
Author's Notes:

Te odiaba por tanto desearte…

Author's Notes:

Te odiaba por tanto desearte…

Hyun Joong acarició el coche.
Esas marcas de bala lo estaban matando de depresión.
Era un Audi TTS Roadster último modelo. ¡El coche ni siquiera fue hecho en Corea! Y solo tenía un mes de haberlo adquirido.
Ni una sola vez había comido o bebido algo dentro de él, nunca había permitido que alguien se subiera a él, y hasta había sido un buen conductor para evitar posibles rayones o accidentes… y ahora aquí estaba, en el mecánico con su Audi mortalmente herido de bala.
—Lo dejaré como nuevo. Nunca antes he hecho un trabajo que no te haya gustado ¿verdad?
—No —le respondió Hyun Joong—, pero tampoco te había traído antes algo tan valioso para mí.
—Lo trataré bien, pierde cuidado —el hombre a quien Hyun Joong le había confiado cada coche que había tenido le sonrió.
Asintió. Miró su Audi y le dejo clara a su mecánico la razón por la que confiaba en él.
—Eres consciente de que si al Audi le pasa algo mientras esté aquí, vas a sentirlo ¿verdad?
El hombrecito trago con fuerza.
—Lo sé. Daré mi mejor esfuerzo.
Miró a su “bebe” por última vez y se marchó.

Cuando llegó a su departamento era cerca del medio día. Lo primero que hizo fue ir a comprobar que la paloma siguiera en su habitación.
Con todo el mal genio que ella cargaba, no le sorprendía que un día llegara y encontrara que se había escapado porque había pulverizado la cerradura con su mirada.
Cuando abrió la puerta ella lo miro furiosa, una de esas miradas que en algún universo paralelo debían ser suficientes para matar a la gente que se cruzara con ella.
volvió a cerrar la puerta reprimiendo una carcajada.
Después de darse una ducha, cocinó. La paloma había cumplido las veinticuatro horas sin comer y esperaba que esta vez si lo hiciera.
Él era un asesino, si. Pero no mataba a la gente de hambre.
El móvil comenzó a vibrar. Era Art. Su jefe.
—¿Novedades? —pregunto sin saludar.
—La chica esta en los telediarios de la KBS. La están reportando como desaparecida. Su padre no se manifiesta aun.
—¿Necesitas que le deje un mensaje?
—No. Tú encárgate de la chica. Sabes que me pone de los nervios cuando aparecen en televisión. Del padre de la chica se encargará Jung Min.
—Entendido —Hyun Joong encendió el televisor. Había una foto de la paloma en el canal que Art le había dicho, la presentadora pedía llamar a los números que también estaban en pantalla en caso de alguna información.
—Me ha dicho Jung Min que les han disparado.
—Por supuesto que te lo dijo —iba a matar al pequeño soplón.
—Estoy investigando eso también. Si tengo alguna información te llamaré. Mantente alerta, no quiero que nada salga mal y tú ya has llamado bastante la atención con el accidente que provocaste mientras huías.
—Sí —contestó de mala gana—. Estaré alerta —colgó primero, era algo que su jefe odiaba y por eso lo hacía.

Fue a la cocina por la comida de la paloma.
Cuando entró a la habitación ella se puso de pie. Siempre hacía eso, como si quisiera demostrarle que estaba lista para luchar en cualquier momento.
Cerró la puerta y puso la bandeja en la mesa de noche que había junto a la cama.
—Llévatelo —le dijo ella antes de que él saliera de la habitación. La miró cansado. Ahí iba de nuevo.
—No.
—No lo quiero. No comeré. Llévatelo.
Si lo que quería ella era cansarlo mentalmente ¡Lo estaba logrando!
—Mira, paloma, esto no es un maldito hotel y yo no soy tu sirviente. Si me vuelves a dar una orden más, te vas a arrepentir.
Salió de la habitación. Estaba poniendo el candado cuando algo se estrelló contra la puerta. La comida. Estaba seguro.
Suspiró cansado. Un día. Solo había pasado un día y comenzaba a sentir que no podía aguantarla por más tiempo.



***


Tiffany se sentó en la cama. La comida olía realmente bien, pero ahora estaba regada por todo el piso ¿Qué había hecho? Había estrellado el plato contra la puerta cuando realmente se moría de hambre. Pero es que cuando lo veía a él, la rabia se apoderaba de ella. Sentía la necesidad de demostrarle que aunque estaba allí encerrada él no tenía ningún poder sobre ella.
Ya había perdido la esperanza de despertar en su habitación, de que esto fuera un horrible sueño y despertara en algún momento. Ahora, rogaba porque todo se tratare de una equivocación.
Aunque claro, esto no era ni la mitad de malo de como lo era en las películas. No le habían vendado los ojos, ni amordazado o amarrado a una silla en medio de un cuarto oscuro. De hecho, la habitación estaba limpia. En la cómoda habían toallas y sabanas, también tenía su propio cuarto de baño, que aunque no tenia puerta seguía siendo un baño.
¿Qué estaba haciendo ella allí? ¿Quién era el y que quería? ¿Trabajaría para alguien? Él y su comportamiento era lo más raro que hubiese visto nunca.
No parecía querer hacerle daño, aparte del incidente del primer día; cuando le saco el móvil y su reproductor de música del bolsillo, no la había vuelto a tocar, es más, apenas si la miraba, ni siquiera cuando estropeó la cámara hizo algo y si que había estado furioso. La había mirado como si en algún momento fuera a estrangularla… Pero no lo hizo.

Se acostó de nuevo. Estaba deprimida, y era una mala cosa que siempre que lo estuviera lo único que podía hacer era dormir. Era lo único a lo que se había dedicado en la eternidad que sentía que había pasado allí encerrada.

Se despertó cuando él encendió la luz de la habitación. Había oscurecido, así que posiblemente había dormido por más de seis horas.
No se movió, abrió los ojos ligeramente para verlo.
Él camino hasta la mesa de noche para dejar una nueva bandeja con comida allí. Se sintió indignada cuando su estomago rugió. ¡Dios! Qué bien olía.
Él volvió a salir, pero antes de que ella tuviera tiempo para emocionarse porque dejó la puerta abierta, volvió a entrar. Traía una cubeta, un trapero y un paño.
¿Qué estaba haciendo?
Fingió seguir dormida mientras lo observaba. Él se agacho en el piso y comenzó a recoger con el paño la comida que ella había lanzado al piso.
La puerta seguía abierta y eso hacía que su corazón latiera apresuradamente ante la idea de escapar. Aunque claro, él no le había dado la espalda ni una sola vez, y ya había demostrado no tener ni un pelo de tonto, probablemente hasta sabía que ella estaba despierta.
Abrió los ojos para mirarlo fijamente.
¿Quién era él? ¿Porque alguien como él era capaz de hacer algo como eso?
Porque ¡Dios!… era precioso.
Si una sola vez antes de esto ella lo hubiese visto caminando por la calle, no habría podido olvidarlo jamás.
Posiblemente se habría quedado atontada, hubiese comentado con sus amigas lo hermoso que era, le habrían puesto algún sobrenombre. La “escultura andante” le iba bien, y tal vez una de sus amigas, Jessica, quien era la más arriesgada del grupo, le diría algo al estilo de “Tu belleza no se puede comparar con bla, bla, bla…” ellas se reirían y probablemente el sonreiría apenado. Entonces ella podría volver a su casa pensando en él y seguir con su vida.

Debió haber sido así. Prefería eso a conocer el monstruo que era realmente.
Porque lo era ¿verdad?.
Miró la gasa alrededor de su brazo. Esa bala hubiese terminado en su cabeza si él no se interpone.
La había salvado, aunque probablemente la razón por la que lo hizo no era que se estaba sacrificando por ella. Él era tan oscuro que su mirada vacía le daba pánico. Era la mirada de alguien que no tenía nada que perder, tal vez por eso le había salvado la vida, porque que él ya no tenía nada por lo que vivir.

"La escultura andante" la miró en ese momento. Un frío recorrió su espalda. Se sintió indefensa, como si le pudiera leer la mente.
Pasó el trapero por el piso y se marchó.
Tiffany lanzó un puño al aire imaginándose que era él.
Se levantó y no tuvo que pensar dos veces antes de comerse lo que él había dejado ¡Dios! Cuanta hambre tenía.
Cuando terminó de comer, volvió a acostarse. Si seguía así, pronto olvidaría como caminar.
No habían pasado ni siquiera veinte minutos cuando él volvió a entrar a la habitación. Miró la bandeja en la mesa de noche, estaba completamente limpia, camino hasta el baño y le echó un vistazo comprobando que no había tirado la comida al excusado, supuso ella.
Él se quedó un rato recostado en el marco de la puerta del baño, mirándola.
Tiffany puso todas sus fuerzas en mirar fijamente el piso, ignorándolo.
—No lo votaste —afirmo él— tomare eso como una tregua.
Él lanzo algo en la cama, pero ella no miro aunque la curiosidad la estaba matando.
Cuando salió de la habitación ella buscó lo que él había dejado. Era su reproductor de música.
Tiffany lo encendió.
¿Una tregua? ¡Claro que no! Ella iba a fastidiarlo todo el tiempo que estuviera allí encerrada.
Se puso los auriculares y cuando escuchó su canción favorita cerró los ojos… O tal vez debería simplemente agradecerle. SEO y posicionamiento SEO

 

 

 

Regresar al índiceCapítulo 5 by yarii
Author's Notes:

La miro y se parte algo dentro de mí, algo que pensé hacía tiempo que había perdido. Mi alma.

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La miro y se parte algo dentro de mí, algo que pensé hacía tiempo que había perdido. Mi alma.

La ducha de Tiffany no duro ni siquiera tres minutos.
En primer lugar, porque en el baño no había nada como jabón, champú o acondicionador para el cabello. Y en segundo lugar… bueno, al maldito baño le faltaba la puerta y el hecho de que su captor entrara en cualquier momento la ponía con los nervios de punta.
Estaba de mal humor y volver a ponerse la misma ropa de hace dos días no la hacía sentir mejor.
Se encontraba sentada en un rincón de la cama cuando él entró con el desayuno. Para proclamar a boca llena que no era su sirviente, cumplía con los horarios de la comida mejor que un mayordomo.
Él dejó la bandeja en la cama.
—¿No vas a decirme nunca qué hago aquí?
—Buen día para ti también —respondió con tono aburrido.
—Se descargó —le dijo lanzando el reproductor de música, este rebotó en la cama.
—Y tú crees que eso me importa un poco.
—Me estoy muriendo del aburrimiento.
—Bueno, no viniste precisamente a pasar vacaciones. Ponlo así: es mejor que te estés muriendo del aburrimiento a que estés muriendo torturada.
Lo fulmino con la mirada. Era cruel. Y lo hacía deliberadamente, él quería asustarla. Pero claro que ella no se iba a dejar. A ver quién de los dos tiraba la toalla de primero.
—No estoy en peligro —afirmó ella—, sea lo que sea que estés buscando, no lo quieres de mi. Tengo razón ¿verdad?
—¿Dónde traes el interruptor de apagado?
—¿Qué?
—Lo que oíste. No me gusta que me hagan preguntas, me den órdenes o me hablen. Me pone nervioso, y cuando estoy nervioso hago cosas que a veces no quiero, así que por tu bien, cierra la boca.
No dejó de mirarlo. Claro que no. Hoy no se dejaría intimidar.
—Entonces carga el reproductor o trae un televisor.
Él frunció el ceño.
—¿Recuerdas lo que te dije de darme ordenes? Me estás haciendo llegar a mi límite.
Se quedaron mirando fijamente ¡Arg! Él había ganado. Tiffany agachó la cabeza… Pero solo el juego de miradas, antes de que saliera de la habitación ella alzo la voz:
—¡El reproductor!
La miro furioso pero tomó el Mp4 de la cama murmurando algo que ella no entendió. Al salir azotó la puerta tan fuerte que la hizo saltar del susto.
Respiró profundo. Se sintió satisfecha. Lo había sacado de sus casillas, lo que significaba que había ganado.
Odiaba sus amenazas. Realmente las odiaba, pero hasta ahora no había cumplido ninguna, lo que la hacía estar confiada. Bueno, no tanto, pero si él hubiera querido matarla, lo habría hecho desde el primer día.
Cuando terminóde desayunar se quedó mirando el techo.
Se sentía tan sola y el día avanzaba demasiado lento para su gusto.
Deseó que trajera su reproductor pronto. Comenzó a planear lo que le diría para hacerlo enojar… ¡vaya, vaya! El encierro la había vuelto loca.


* * *


¿Y ahora porque él no le había llevado el almuerzo? ¿Estaría en la casa? No oía nada.
Volvió a mirar su reloj, a menos de que se hubiese descompuesto, él estaba tardando en llevarle el almuerzo. ¿Sería ese su “castigo” por hacerlo enojar?
Se bajó de la cama para sentarse en el piso. Se sentía tan sola en esa habitación, necesitaba hablar con alguien… aunque ese alguien fuera su captor. ¿No era eso lamentable?
Cuando el entró una eternidad después, le pareció, estaba tan sumida en sus pensamientos que no le dijo nada de lo que había planeado.
Dejó la comida en la cama y se marchó.
Tiffany ni siquiera miro la bandeja. Estaba teniendo un episodio de depresión.
Él volvió a entrar casi de inmediato.
—¿No vas a comer? —preguntó mientras dejaba tres bolsas en la cama.
—¿Y mi reproductor de música?
—No hay reproductor hasta que no comas.
Lo miró, honestamente estaba aguantando una sonrisa. La estaba tratando como a una hija.
«¡No lo hagas, Tiffany! ¡No simpatices con él! Ha hecho la peor cosa que se le puede hacer a alguien: ¡Te ha privado de tu libertad!» Peleó consigo misma.
Se debía al encierro. Se debía al eterno encierro y a que él era lo único que ella veía durante todo el día.

Cuando se marchó ella se levantó para ver el contenido de las bolsas que había dejado.
Vacío la primera bolsa en la cama. Oh, Dios. Había un jabón, un cepillo de dientes, uno para el cabello, un champú y varias cosas de aseo.
En la segunda bolsa había ropa. Dos polos, una falda y un pantalón para hacer yoga. Se llevó la ropa a la nariz. Era nueva. Era fantástico.
En la tercera bolsa había… sintió que se ponía tan roja como un tomate. Lo que había era ropa interior. Y no pudo evitar imaginárselo a él escogiendo esas para ella.
—¡Ash! ¡Deja de hacer eso! —se reprendió a si misma.
Se mordió el labio. Moría por darse una ducha, una de verdad, pero hacerlo a pleno día la ponía nerviosa. Decidió que comería primero.
Cuando terminó esperó una hora más o menos, pero como él no volvió a entrar decidió bañarse.
Se llevó al pequeño cuarto de baño lo que le había comprado. Se quedó de pie en la ducha un rato ¿Por qué no había puerta en el baño? Obviamente ese lugar había sido usado antes. Esa, supuso ella, era la manera de hacerle entender a los que estaban allí que no tendrían privacidad en ningún momento.
Contó hasta tres y se obligó a si misma a quitarse la ropa mientras rezaba que la puerta de la habitación no se abriera.
En el momento en que se enjabono olvido sus preocupaciones, y para cuando se lavo el cabello se sentía en el paraíso. Se cepilló los dientes y volvió a enjabonarse disfrutando de ese pequeño ritual. Se sentía tan bien, que en cualquier momento comenzaría a cantar.
La ducha duro al menos treinta minutos. Cerró la llave sintiéndose como nueva. Estiró la mano para alcanzar la toalla cuando la puerta de la habitación se abrió de par en par.
—Toma tu maldito… -—él tenía el reproductor de música en la mano.
El grito de Tiffany fue tan agudo que él hizo una mueca de dolor pero no se marcho. Tuvo el descaro de mirarla de arriba abajo.
—¡Largo! —chilló ella cubriéndose con la toalla torpemente.
Él levanto las manos en señal de rendición y se marchó.
Se quedó de piedra. Lo único que podía oír eran los latidos de su corazón en sus propios oídos.
¿Qué había pasado?
Cuando se dio cuenta de que no estaba soñando volvió a gritar.



Hyun Joong cerró la puerta pero fue incapaz de moverse. Bueno, al menos hasta que oyó el grito de ella dentro de la habitación.
Se marcho a la sala de estar. Se sentó en el sofá pero se puso de pie inmediatamente. Se fue a la cocina y se bebió un vaso de agua de golpe.
Volvió a la sala y encendió el televisor…
¡El solo quería entregarle el reproductor de música!
Ella debía sentirse avergonzada por lo que paso y él… bueno, no sentía ni pizca de remordimiento.
Era… Hermosa. Si había sido imposible dejar de pensar en ella antes, ahora estaba en un aprieto… ¡y estaba excitado!
Su celular vibro en el bolsillo del pantalón.
—¿Qué? —era su jefe.
—Necesito que hagas un trabajo ¿puedes venir ahora?
—Seguro —nunca había estado tan agradecido y dispuesto a hacer lo que Art le pidiera como en ese momento. Necesitaba dejar de pensar.
—¿Cómo está la chica? —pregunto su jefe.
“Como Dios manda” fue la respuesta que cruzó rápidamente por su cabeza.
—No para de quejarse nunca ¿De qué se trata? —pregunto antes de volver al tema de Tiffany.
—Tengo un novato.
Hyun Joong asintió.
Perfecto. Justo lo que necesitaba. Le gustaban las inducciones a los nuevos “reclutas”. Por ser novatos podía hacerles lo que quería sin esperar queja alguna.
Eso era justo lo que necesitaba para sacarse a la paloma de la cabeza.



***


Cuando el reloj dio las nueve y media de la noche sintió que su cabeza iba a estallar.
Pasaron al menos seis horas desde que salió de la casa de Art con el novato.
Desgraciadamente entrenamiento no tuvo nada de lo que imaginó. Ni golpes, ni insultos, ni pequeñas torturas. Nada.
—A este lo quiero para otra cosa —había dicho el Jefe, así que Hyun Joong y Hyung Jun –el novato– tenían más de seis horas de estar vigilando a un hombre de mediana edad detrás de los arbustos.
No tenía idea de cuáles eran los planes de Art, comenzaba a creer que esto se trataba de una broma, pero el nuevo estaba tan atento, tratando de no perder detalle de lo que veía que apenas si había cruzado un par de palabras con él… Lo que lo dejaba como al principio.
Su mente reproducía la imagen en su cabeza una y otra vez de Tiffany en la ducha. Era… Perfecta.
Volvió a maldecir en silencio. El problema no era que el la deseara tan intensamente, el problema era que si ella antes lo odiaba por haberle quitado su libertad, a partir de ese momento estaba seguro de que lo único que quería era que él se muriera… de una forma lenta y cruel, si era posible.


Cuando por fin llegó a su departamento eran las doce de la noche.
Quería seguirde largo a su habitación, pero pasó parte de la tarde y toda la noche fuera, lo que significaba que Tiffany no había cenado nada.
No estaba seguro de la razón que lo movía a cuidar de ella, tal vez le gustaba más de lo que debía, o era la manera en la que había muerto su madre la que le hacía respetar al género femenino.
Preparó un emparedado y una taza de chocolate. Cuando quitó el candado deseó que ella estuviera dormida.
No quería verla, no cuando tenía que fingir que lo que había pasado antes no le importaba en lo más mínimo.
Cuando entró a la habitación ella se puso de pie. Estaba absolutamente despierta y por lo que veía, también lo estaba esperando.
Se había cambiado, se había puesto uno de los polos que él había comprado y el pantalón de yoga. Se pregunto ociosamente si acaso también se había puesto la ropa interior que había elegido… vale, ese tipo de pensamientos no ayudaban a su libido, pero era inevitable.
Dejó la taza y el plato en la cómoda que estaba cerca a la puerta. Iba a concederle eso. Esa noche no iba a imponerle estar cerca de él.
Bueno, él no lo hizo. Pero ella sí. Cruzó la habitación y estaba completamente furiosa.
—Escucha —comenzó Hyun Joong, tenía pensado improvisar una disculpa, pero ella no lo dejo terminar.
—¡Bastardo! —le asestó un golpe en el pecho.
La miró sorprendido. Era la primera vez que alguien en desventaja le gritaba y golpeaba. Después de eso una lluvia de golpes e insultos cayeron sobre él.
Atajó las manos de ella, deteniéndola.
—¡Pervertido! —le grito Tiffany.
Él frunció el ceño.
—No es para tanto. No eres la gran cosa, he visto mejores… —gruño cuando ella le piso el pie. Aprovechó el momento para zafar una mano y golpearlo de nuevo.
—¡BASTA! —esta vez sintió como había llegado al límite— He tenido que soportarte mas allá de mis fuerzas… No puedo más.
Estaba seguro de que le estaba haciendo daño. Las manos de ella parecían demasiado pequeñas entre las suyas.
Ella estaba respirando agitada. Sus ojos brillaban de furia, pero cuando los vio llenarse de lágrimas supo que estaba a punto de quebrarse.
—¿Y ahora qué? ¿Vas a golpearme? ¡¿Vas a golpearme?! —le gritó mientras las lagrimas se le escapaban.
Hyun Joong no supo porque hizo lo que hizo. A lo mejor era porque parecía la mejor opción, o porque había estado pensando todo el día en ella, o porque la deseaba desde la primera vez que la vio con una fuerza que lo estaba consumiendo por dentro.
No supo porque lo hizo, pero cuando ella le gritó su cerebro simplemente se desconectó y el la besó.

 

 

 

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Author's Notes:

Estaba muerto hasta que me encontraste, aunque respiraba. Estaba ciego, aunque podía ver. Y entonces llegaste tú… y estaba despierto.

 

Author's Notes:

Estaba muerto hasta que me encontraste, aunque respiraba. Estaba ciego, aunque podía ver. Y entonces llegaste tú… y estaba despierto.

¡Dios!... El tipo besaba bien, al menos tenía que concederle eso. Era rudo pero no violento. Él le soltó las manos que hasta el momento había tenido agarradas con tanta fuerza que estuvo segura le dejaría marcas.
Una de sus manos se enredó en su cabello haciéndola alzar la cabeza, y la otra la puso alrededor de su cintura, le dio un pequeño jalón pegándola a su cuerpo.
Tiffany dejó las manos a los lados de su cuerpo, apretó los puños con fuerza.
No podía moverse. Aunque ella no le estaba devolviendo el beso tampoco podía alejarse. No mientras él la estuviera besando de esa forma, como si su vida dependiera de ello.
Él la empujó para dejarla contra la pared. Ella seguía sin poner una mínima resistencia a todo aquello. La estaba besando con una urgencia que rayaba en la desesperación, la estaba devorando y esa expresión estaba tan cerca de ser literal.
Para el momento en que él toco sus labios con la lengua pidiendo su permiso, Tiffany ya había olvidado las razones por las que no debía hacerlo.
Accedió. Abrió la boca para que él hiciera lo que se antojara ¡Y mira por donde! No dudo ni un segundo en meter la lengua dentro de su boca, jugando con ella de una forma que… ¡Debía ser ilegal!
Cuando sintió una de sus manos vagar debajo de su suéter supo que tenía que parar.
Tenía que parar porque claramente su cuerpo quería quedarse con él así de cerca. Porque sentía que el aire se le estaba acabando. Porque con el aire se estaba acabando también su sentido común. Porque por donde él la tocaba quemaba. Porque había comenzado a devolverle el beso y porque ¡Demonios! Comenzaba a sentir tanto calor que estaba a punto de sufrir una combustión.
Puso las manos en su pecho, trató de ignorar lo bien que se sentía tocarlo, pero antes de empujarlo él se alejó por voluntad propia.
Terminó el beso con una facilidad que ella no habría logrado.
Mientras lo reparaba se dio cuenta que era la única que se estaba ahogando por la falta de aire, él estaba tan sereno que la hizo sentir tonta.
Bueno, al menos hasta que la miró ¡Y de qué manera! Sintió que la cara se le ponía más roja, si era eso posible acaso.
Ella no se movió, pero él tampoco se marcho, se quedaron así, en silencio durante un rato.
Ella hablo primero. Dijo la cosa más obvia de todas.
—Me besaste —¡DingDingDing! Se merecía el premio a la estupidez.
—De alguna forma te tenias que callar.
—No… No lo vuelvas hacer —le pidió sin recuperar el aliento aun.
—Hace un momento no parecía que te disgustara.
—Por eso. Es por esa razón que no puedes volver a hacerlo.
Él se encogió de hombros y sonrió. ¡Woa! Era la primera vez que ella lo veía sonriendo… y era hermoso.
Así, sin decir nada más, se marcho de la habitación.
Abrió la boca sorprendida. Que tipo más… raro.
Se deslizó hasta el piso. Oh Dios… ¿Qué había hecho? se tocó los labios… Cierto, RheeSyng-man fue presidente de 1919 a 1925, YiSang-ryong fue presidente de 1925 a 1926…
Se quedo dormida mientras repasaba la historia de su nación. Era eso o torturarse recordando algo que nunca debió ocurrir. Bueno, al menos no lo hacía mientras estaba consciente. Se levantó varias veces en la noche cuando el recuerdo del beso irrumpía en sus sueños.
Se levantó por enésima vez, estaba a punto de gritar por pura frustración. Simplemente no podía sacarse la sensación de las manos de él, de sus labios, de… ¡Arg! Ahora si de verdad había perdido el juicio.
Miro el reloj. Era las 3:30 a.m. decidió darse un baño a esa hora. Si algo había aprendido de lo sucedido es que jamás se volvería a meter al baño a plena luz del día. Cuando terminó volvió a dormirse. Estaba tan cansada mentalmente que esta vez cuando los recuerdos aparecieron, no lucho contra ellos.
Le había gustado… y mucho.



Cuando se despertó eran las 7:00 a.m. un poco temprano, pero para su sorpresa el desayuno ya estaba en la mesa de noche ¿Ahora qué? ¿Se pensaba esconder de ella?
Desayunó un poco desilusionada y también ansiosa... quería verlo. Pero podía engañarse así misma acerca de los motivos.
El tiempo pasó más lento de lo normal. Estaba segura que moriría del aburrimiento cuando él entro a la habitación. Ella se sentó en la cama casi de inmediato. Fue más por reflejo que otra cosa.
Él se paro delante de ella y le entregó un celular, haciendo que lo mirara sorprendida.
—Llama a tu padre —le dijo
—¿Qué?
Él puso cara de exasperación, se dio cuenta en ese momento cuanto odiaba realmente que le hiciera repetir algo que había dicho y que ella había entendido perfectamente.
—Ya me oíste. Llama a tu padre. A estas alturas debe estar lo suficientemente preocupado por ti para acceder a cualquier cosa.
Ella tomó el teléfono, marcó el número de su padre. Supuso que había llegado el momento de saber la razón por la que estaba allí.
Estaba temblando. Escuchó el timbre varias veces.
—¿Hola?
Oh, Dios. Era su padre. Tiffany no supo que decir, las ganas de llorar anularon su razón.
—¿Hola? —repitió él.
—… ¿Papa? —dijo con voz apenas audible.
El silencio que siguió fue descorazonador. Ella volvió hablar.
—Papa soy yo.
—¿Dónde estás? —escucho la voz ahogada de su padre— ¿Dónde estás, Tiffany?
—No lo sé… No sé donde estoy, tengo miedo. Quiero…
No pudo seguir hablando. Su captor le quito el teléfono para llevárselo a la oreja. Ella se puso de pie para exigirle que se lo regresara.
—tienes setenta y dos horas para regresar el cincuenta por ciento de lo que robaste. Ella… no la está pasando muy bien y entre más tardes en pagar, mayor será su sufrimiento —era obvio que las intenciones de “La escultura andante” eran las de intimidar a su padre.
—¡No le hagas nada!... yo… conseguiré el dinero pero necesito más tiempo, dos días es muy poco…
—No estás en capacidades de poner condiciones. Tienes un coche que vale tres veces más que tú casa…
Tiffany lo miro sorprendida. ¿Cómo sabía el eso? y además ¿Qué estaba diciendo? ¿Qué su padre había robado qué?
—Aun así es mucho dinero.
—¿Debería se compasivo contigo cuando tú no lo fuiste con los socios que confiaron en ti y dejaste en la calle? —mientras él hablaba la miraba a ella. Tiffany recordó el beso ¡Rayos! ¿Por qué tenía que pensar en eso justo ahora? Era por la manera en que él la estaba mirando mientras hablaba con su padre. Justo como la noche anterior, su mirada la estaba quemando…
Él levanto una mano y la puso en su mejilla. Tiffany aguanto la respiración y la expulsó con un suspiro cuando con el pulgar le acaricio los labios.
—Por favor… —suplico su padre— no le hagas daño. Ella… ella es todo lo que me queda.
—Consigue el dinero o definitivamente no te quedará nada. Creo que sabes que no deberás llamar a la policía ¿verdad? Tú… has cometido un delito ¿No estoy siendo piadoso contigo? Devuelve el dinero y no iras a la cárcel… y por supuesto ella no acabara muerta.
—¡No! No la toques… lo devolveré. Lo devolveré todo. Solo necesito tiempo.
—tienes dos días. Hazlo por ella. No merece estar aquí y lo sabes. Tú eres el único culpable. Demuestra cuanto te importa tu hija —él colgó. Pero no se movió. Siguió deslizando el pulgar por sus labios.
—Mi padre… él no es un ladrón.
La siguió mirando. Tiffany pensó que en cualquier momento la besaría… pero entonces se alejó.
—El dinero convierte a las personas en monstruos.
—¿Lo dices por ti? —lo reto.
—Voy al centro comercial ¿Quieres que traiga algo?
—¿Qué?
La fulminó con la mirada. Odiaba repetir las cosas… y aun así lo haría.
—Dijiste que te aburrías. Tal vez pueda traerte algo para que te distraigas. Un cubo de rubik quizá.
—¿Quieres ayudarme o volverme loca? ¿Podrías traer un block, lápiz y un borrador?
—¿escribirás tus memorias? —pregunto sarcástico.
—Ideare un plan de escape.
—Entonces traeré el rubik, será menos frustrante que tu plan de fuga —él salió de la habitación dando por terminada la conversación.
Dios… entonces su padre era el culpable de todo. Claro que ella había notado la cantidad descomunal de dinero que su padre había gastado en lujos ese año. No solo él. Ella también. Solicito transferencia a la mejor universidad de Seúl, había cambiado de coche dos veces, y todos esos pequeños caprichos que había tenido su padre se los cumplió sin protestar. Ella había creído que la razón era que le estaba yendo bien en la empresa… No que había robado a sus socios hasta dejarlos en la calle.
Y estaba segura que la historia no terminaba allí. Tenía un mal presentimiento acerca de todo el asunto.

 

 

Regresar al índiceCapítulo 7 by yarii
Author's Notes:

Bienvenido al maravilloso mundo de los celos. Por el precio de su entrada, obtiene un maldito dolor de cabeza, un deseo casi irresistible de cometer un homicidio. Y un complejo de inferioridad. ¡Yupi!

Author's Notes:

Bienvenido al maravilloso mundo de los celos. Por el precio de su entrada, obtiene un maldito dolor de cabeza, un deseo casi irresistible de cometer un homicidio. Y un complejo de inferioridad. ¡Yupi!

Hyun Joong salió de la papelería después de quince minutos.
Iría por su coche después de comprar la comida. Ir en taxi de un lado al otro lo hacía sentir pobre, y él había reunido dinero suficiente esos últimos años como para considerarse uno.
Volvió a sentir un escalofrió en la nuca. Alguien lo estaba observando, estaba seguro de eso. Se acercó a una de las vitrinas del centro comercial fingiendo mirar la ropa exhibida, vio reflejado en el vidrio a un joven… el mismo que había entrado a la papelería mientras él compraba las cosas que Tiffany le había pedido. Tenía gafas oscuras, así que no lograba reconocerlo, el muchacho solo estaba allí de pie al otro lado mirándolo fijamente.
Cuando se dio la vuelta el joven se escondió. Sacó el móvil y marco el número de la única persona que consideraba su hermano.
—No estoy ahora —le oyó decir—. Esto es una grabación. Inténtalo mas tarde.
Claro, que confiara ciegamente en él no quitaba que a veces quisiera matarlo.
—Necesito un favor, Jung Min, en serio.
—Hyun estoy ocupado. Muy ocupado. Estoy haciendo algo importante, del tipo de cosas que no puedes hacer solo ¿entiendes lo que trato de decirte?
—Sí, lo sé, estas acompañado. Pero esto es importante.
—No lo creo ¿Necesitas que te de los detalles?
Hyun Joong puso mala cara. Podía imaginárselo y estaba seguro que no le gustaría saber lo que hacía Jung Min en ese momento.
—Ve a mi departamento. Necesito que cuides de la chica. Tengo… algo que hacer.
—¿Por qué debería?—preguntó Jung Min. Se lo imaginó haciendo pucheros como niño rebelde.
—Porque confió en ti. Porque no tengo a quien más pedirle esto. Porque alguien me está siguiendo y lo más importante de todo: porque me debes una cantidad de dinero que no te has molestado en pagarme.
—¿Te debo dinero?
—Creí que dijiste que si había algo mas valioso que tu carisma, era tu palabra.
Jung Min resopló.
—Estoy en tu departamento en quince minutos.
—Sabía que podía contar contigo.
—¿Eso paga la apuesta?
—Sólo el cincuenta por ciento —colgó antes de que el otro pudiera agregar algo o relinchar, que era lo que generalmente hacía.
Dio vueltas por el centro comercial alrededor de media hora más, solo estaba fastidiando a quien quiera que lo estuviera siguiendo y se estaba divirtiendo con la idea.
Después de un rato decidió dejar de jugar. La idea de Jung Min en su departamento con Tiffany le molestaba.
Salió al parqueadero volvió un poco la cabeza para ver que efectivamente lo habían seguido hasta allí. Dejó la bolsa de la compra encima del capo de un coche, la quito de inmediato mientras silbaba apreciando lo que tenía delante. Era un Ford MustangShelby GT 500 de 1967 ¡Todo un clásico!
Antes de que pudiera si quiera parpadear, alguien lo derribo desde atrás. El descuido le había costado.
—¿Dónde está ella? —le preguntó el muchacho mientras pegaba la cara de Hyun Joong contra el coche.
El intento hablar pero le fue imposible. Murmuró algo.
—¿Qué? —el chico le dio la vuelta mientras ponía un cuchillo en su cuello.
—Jódete —le contestó. Se quejó cuando recibió una patada en el estomago.
—Respuesta equivocada ¿Dónde. Esta. Ella?
—¿Quién? —pregunto, aunque ya sabía a quien se refería.
—Te vi llevarla ¡Estuve allí!
En ese momento recordó su rostro. Él era quien los había atacado.
—¿Dónde está ella?—volvió a preguntar el chico, esta vez presionando mas el cuchillo contra su garganta.
—¡Eh! —alguien gritó desde el otro lado. Hyun Joong no se movió; si lo hacia, aunque sólo fuera un centímetro, corría el riesgo de ganarse un tajo en la garganta de un lado al otro.
El chico volvió la cabeza para ver de quien se trataba. Miró a Hyun Joong de nuevo.
—Voy a encontrarla. No me importa donde la estés escondiendo. Voy a encontrarla y voy a acabar con ella. Voy a matarla.
Iba a responderle pero antes de irse el muchacho hundió el cuchillo en su abdomen y lo empujó al piso para luego salir corriendo.
Alguien se acercó a él, la persona que había interrumpido el momento.
—¿Estás bien? —le pregunto mientras lo ayudaba a ponerse en pie. Era Hyung Jun, el novato de Art.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto confundido. Hyung Jun dio un par de pasos atrás un poco nervioso— Te hice una pregunta.
—Te salve la vida ¿no puedes simplemente agradecerlo?
—¿Cómo sabias que estaba aquí? —como el chico se puso nervioso supo la respuesta— Me estabas siguiendo ¿Por qué?
—Déjame llevarte al hospital primero y luego te contestaré lo que quieras saber.
—No necesito un medico. Quiero saber que haces aquí.
—El jefe me ordenó seguirte…
Se quedó en silencio tratando de procesar la información.
—¿Tienes coche?
—Ah… sí, sí. Tengo uno, está por allá.
—L

 

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Cuando no tienes cualidades que te rediman, cuando lo único que esperas cada día es morir, cuando la gente que tocas muere y de repente te encuentras con el

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2024-10-14

 

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