ADOLECER by Luuy

 

 

 

ADOLECER by Luuy
Summary:

Adolecer, es una novela centrada en la historia de vida de siete personajes, todos ellos con una sola cosa en común: ser adolescentes. La adolescencia es aquella etapa en que todo nos parece gris, parece que todos nos atacan y el mundo se viene sobre nosotros. Es aquel momento en que comenzamos a conocernos y enfrentarnos a duros cambios que nos volveran hombres y mujeres fuertes.

Conoceremos a Nicole, una joven violenta y antisocial, carcomida por el odio hacia su madre. Mauricio, su hermano y antítesis, un joven despreocupado y arrogante. Felipe, un joven soñador, dispuesto a ser alguien en el mundo. Victoria, una chica de los suburbios, bailarina de burdel. Tomás, un chico de clase alta, aburrido de vivir en una caja de cristal. Ángeles, una chica de buen status social, destinada a ser lo que sus padres desean que sea y por último, Patricio, un joven volcado a las drogas y excesos.  

 


Categories: ORIGINALES Characters: Ninguno
Generos: Drama, General, Romance
Advertencias: Incesto, Lenguaje Obsceno, Muerte de un personaje
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 23 Completed: No Word count: 28540 Read: 4496 Published: 20/01/2011 Updated: 19/05/2011
Summary:

Adolecer, es una novela centrada en la historia de vida de siete personajes, todos ellos con una sola cosa en común: ser adolescentes. La adolescencia es aquella etapa en que todo nos parece gris, parece que todos nos atacan y el mundo se viene sobre nosotros. Es aquel momento en que comenzamos a conocernos y enfrentarnos a duros cambios que nos volveran hombres y mujeres fuertes.

Conoceremos a Nicole, una joven violenta y antisocial, carcomida por el odio hacia su madre. Mauricio, su hermano y antítesis, un joven despreocupado y arrogante. Felipe, un joven soñador, dispuesto a ser alguien en el mundo. Victoria, una chica de los suburbios, bailarina de burdel. Tomás, un chico de clase alta, aburrido de vivir en una caja de cristal. Ángeles, una chica de buen status social, destinada a ser lo que sus padres desean que sea y por último, Patricio, un joven volcado a las drogas y excesos.  


Categories: ORIGINALES Characters: Ninguno
Generos: Drama, General, Romance
Advertencias: Incesto, Lenguaje Obsceno, Muerte de un personaje
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 23 Completed: No Word count: 28540 Read: 4496 Published: 20/01/2011 Updated: 19/05/2011
Story Notes:

Por mi parte, como autora de esta historia, quiero agradecer, desde ya, a todos aquellos que la lean; esperando que la disfruten tanto como yo escribiéndola.

ADOLECER, es una historia muy importante para mí, ya que, creo yo, abarca temas reales, que podés vivirlos vos, los puedo vivir yo y, es en cierto sentido, el reflejo de cierta parte de la sociedad (obviamente, dramatizado).

 

Agradezco también a todas aquellas personas, que inspiraron a mis personajes, amigos, conocidos, que le dieron vida a muchos de ellos.

GRACIAS.

 

Story Notes:

Por mi parte, como autora de esta historia, quiero agradecer, desde ya, a todos aquellos que la lean; esperando que la disfruten tanto como yo escribiéndola.

ADOLECER, es una historia muy importante para mí, ya que, creo yo, abarca temas reales, que podés vivirlos vos, los puedo vivir yo y, es en cierto sentido, el reflejo de cierta parte de la sociedad (obviamente, dramatizado).

Agradezco también a todas aquellas personas, que inspiraron a mis personajes, amigos, conocidos, que le dieron vida a muchos de ellos.

GRACIAS.

 

PARTE UNO: Nicole (capitulo uno) by Luuy
Author's Notes:

El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene,

 

 pero no de épocas felices.

 

 

 

Friedrich Nietzsche

Author's Notes:

El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene,

 

 pero no de épocas felices.

 

 

 

Friedrich Nietzsche

La doctora Herrera aguardaba paciente detrás del escritorio de su no muy amplio consultorio. Constaba, además de su mesa de trabajo, de una biblioteca tan grande como el ancho de la habitación, llena de libros donde se destacaban Sigmund Freud, Carl Gustav Jung, Winnicott Donald, entre otros; dos sillones enfrentados y una lámpara de pie que irradiaba una tenue y cálida luz. Su consultorio se hallaba en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, en el octavo piso de un edificio. Se componía de dos habitaciones y un baño. La más pequeña era utilizada de recepción, amueblada con unos sillones de cuero negro y un revistero. Las paredes de todo el apartamento eran de un blanco intenso, decoradas con algunas réplicas de célebres pinturas.

Observó la hora, cuarenta y cinco minutos de retraso. Pensó que era tiempo suficiente para telefonear e indagar si su paciente se presentaría o podría aprovechar aquel tiempo restante para almorzar. Tomó el teléfono y antes de lograr marcar el número en su totalidad, llamaron a la puerta. Le hizo saber que podía ingresar.

Atravesando la puerta que delimitaba el consultorio con la recepción, se encontró a una joven de corta edad. La muchacha dio dos pasos y se quedó allí, de brazos cruzados, descansando a mitad de la habitación. Herrera la miró de pies a cabeza: llevaba un uniforme de colegio de forma algo desprolija; la camisa arrugada, la cortaba desajustada y una pollera a tablas más corta del largo habitual. Los zapatos habían sido remplazados por unos borcegos de cuero negro que le llegaban  hasta por debajo de sus rodillas y sus piernas eran cubiertas por unas medias negras.  Era una joven de mediana estatura, flaca pero no esmirriada. Su cabello posiblemente era de un color castaño claro, pensó, pero eran simples deducciones, ya que el color que presentaba era un rojo intenso que podría cegar a cualquiera. Sus ojos eran de un llamativo azul intenso, enmarcados por un fuerte delineado negro. Se percató también del piercing que colgaba de la nariz de su paciente como un toro de exposición y de los muchos otros que adornaban una de sus orejas.

 

 

-Veo que has decidido venir-Dijo Herrera mientras le hacía señas de que se sentara en uno de los sillones y ella se alzaba y se sentaba en el sillón de enfrente.

La chica se desplomó sobre el sillón de una forma algo grosera, se cruzó de piernas y brazos y se quedó mirándola de forma inescrutable. Se la notaba algo impaciente, como si aquello fuera un trámite aburrido que le urgía acabar.

Nicole Abel, tenía diecisiete años de edad recientemente cumplidos.  Aparentemente, la doctora Herrera era la quinta terapeuta que atendía a Nicole.

Posó la mirada sobre ella. Nicole no emitió ni un leve suspiro, seguía mirándola como si aquello le importara muy poco.

 -Nicole ¿Cierto?-Sonrió ella amablemente-Soy la doctora Herrera, puedes llamarme Laura. Silenció, pero al ver que la muchacha no pensaba otorgarle respuesta alguna, prosiguió-Me alegra que hayas decidido venir ¿Hay algún tema en particular que te gustaría que empecemos a tratar?

No obtuvo respuesta.

-Bien-Dijo e hizo una pausa-¿Por qué no me cuentas que es lo que te gusta?

Volvió a reinar el silencio por unos minutos. Laura esperó, paciente. La paciencia era algo que manejaba a la perfección. Nicole la miraba, su miraba era penetrante y la doctora se percató de que esta la analizaba un tanto desconfiada.

Por fin habló y su voz fue despectiva y casi un estallido de desprecio.

-¿Por qué no le cuento mejor lo que no me gusta, doctora? Le aseguro que así es más sencillo.

Laura sonrió, tranquila. Podía notar cierta ira reprimida en ella y estaba convencida, de que con un poco más de dedicación, aquella ira contenida afloraría.

 -¿Qué no te gusta? Dime

Nicole se distendió un poco y se irguió hacia delante.

-El calor. El concepto del tiempo, años, días, semanas. Las situaciones premeditadas, los horarios prefijados. Cualquier ente burocrático. El destino, creer que cualquier cosa pasa porque tuvo que pasar; eso es una jodida estupidez. Los regalos, las frases de aliento…-Se detuvo. La miró. Luego dijo-Podría seguir ¿Sabes? Pero acabarías por comenzar a bostezar.

La doctora Herrera profirió una leve risita.

-Créeme, es un buen comienzo; mejor de lo que esperaba Nicole. Dime, ya que te agrada más platicar de todo lo que detestas a lo que no ¿Qué es aquello que más odias?

Los ojos de la chica se abrieron un poco y notó cierto brillo en ellos. Sus palabras retumbaron con convicción y sin dejo de culpa.

-Mi madre.

 

 

 

 

 

Regresar al índicePARTE UNO: Nicole (capítulo dos) by Luuy

Giró sobre su cuerpo  de cara a su mesa de noche. Abrió sus ojos entornándolos a causa de la  luz que comenzaba a abrirse paso a través de las rendijas de su persiana. Estiró su brazo y tomó el despertador, anunciaba las seis menos cuarto de la madrugada. Se sentó en su cama mientras resoplaba, se frotó los ojos y se desperezó.

 

 Se colocó su uniforme y sus preciados borcegos. El colegio se las había empeñado en citar con cierta regularidad a su madre durante largos años y en redactar inútiles cartas a su padre a causa no sólo de su comportamiento, sino también de su imagen. Nada habían conseguido pese a las llamadas de atención, las múltiples sanciones y castigos; poco a poco fueron desistiendo.

Descendió las escaleras luego de mojarse la cara y enmarcar sus ojos con su grueso delineador negro. Fue hacia la cocina, abrió la heladera y tomó el cartón de leche del cual bebió sin molestarse en tomar un vaso.

 -Nicole Abel- Marcó una voz a sus espaldas-Características: Descuidada, poco femenina, mal hablada, un pésimo sentido del humor, pero, sin lugar a dudas, un precioso trasero ¿Piensas acortar más esa pollera? Te sentaría fenomenal.

Nicole distinguió por encima de su hombro, a su hermano, sentado ya en la mesa de la cocina y luciendo el mismo uniforme de instituto. No lo había visto, ni oído bajar. Sólo se llevaban año y medio. Se parecían bastante poco. Era alto, le llevaba dos cabezas de estatura, flaco y de ancha espalda. Su cabello era de un tono marrón chocolate y sus ojos de un color verde almendrado. Era algo más prolijo que ella y mucho más agraciado, lo cual, lo volvía más simpático y atractivo a ojos ajenos. Nicole reconocía que tenía una muy linda sonrisa, de relucientes dientes blancos que hacía suspirar a todas las tontas de sus compañeras, pero jamás haría ese hecho de conocimiento público. De hecho, a diferencia del resto de las personas que lo encontraban encantador, consideraba a su hermano como un despiadado y vanidoso hijo de puta. Sin embargo, si tuviera que elegir a alguien de su círculo familiar, probablemente, él era quien mejor podría llegar a caerle.

 -¿Por qué no me dejas en paz y te atragantas con esa manzana?-Le espetó cerrando la heladera y señalando la manzana que su hermano sostenía en la mano.

Mauricio sonrió-Es increíble lo despreciable que puedes ser ¿Te dije alguna vez lo mucho que me gusta tu frialdad?

-No te gustará tanto cuando te rompa la nariz-Le dijo, sentándose a su lado con el cartón de leche- ¿Dónde está Cristina?- Cristina era su madre, pero ella raramente la llamaba mamá.

-No volvió hasta muy entrada la noche, lo sé porque yo tampoco lo hice-Le guiñó un ojo.

-Puedo apostarlo.

-Creo que estaba algo entonadita, tardó en subir las escaleras y generó más ruido del necesario, creo también que se tropezó unas cuantas veces. Debe de estar durmiendo y no creo que despierte hasta muy entrada la tarde, así que fíjate que almorzarás, porque dudo que lleguemos y encontremos una hermosa y linda mesa de aperitivos esperándonos.

Nicole suspiró y se levantó, saliendo de la cocina.

-Ay, preciosa-Escuchó a Mauricio mientras se alejaba-Déjalo ya.

Nicole se dirigió con paso firme escaleras arriba. Sintió los pasos de Mauricio, que la seguían.

Al llegar al segundo piso, llamó golpeando con fuerza a la primera puerta que se hallaba cerrada.

 

-¡Cristina!-Gritó-¡Cristina! ¡Más te vale levantarte de esa maldita cama!-Volvió a golpear- ¡Cristina!

 Escucho ruidos y esperó unos segundos impaciente. Se escuchó como alguien se aproximaba desde adentro y giraba la llave que impedía que esta sea abierta. Una mujer se asomó de forma torpe. Era un poco más alta que Nicole y rondaba los treinta años. Estaba ojerosa, su cabello rubio enmarañado y su maquillaje corrido.

-Nicole ¿Qué formas son esas de despertarme? ¿Qué hora es?-Balbuceó

-Siete y cuarto de la mañana-Recitó Mauricio apoyado sobre la baranda de la escalera a unos metros.

Cristina le dirigió la mirada, para luego posarla sobre su hija. Su aliento apestaba y destilaba alcohol por cada uno de sus poros.

-Hora de que te levantes de esa cama, te cambies y vengas a nuestro colegio-Sentenció

-Dios santo, Nicole ¿Otra vez? ¿Ahora qué?-Dijo su madre rezongando y sujetándose del umbral de la puerta para no caerse-Dile a tu director que lamento ausentarme, pero me encuentro enferma-Se giró sobre sus talones para regresar a la cama tras cerrar la puerta, pero su hija lo impidió interponiendo su pié.

-Estar ebria no es una enfermedad, Cristina-Le espetó- No se trata de mi, se trata de Pía y su obra de inglés ¿Recuerdas?

-¿Qué sucede?-Preguntó una voz musical por detrás de ellas. Pía se asomaba desde su dormitorio aún en pijama. Cristina volvió a asomarse y la miró, como hicieron sus hermanos, sin decir una palabra. Pía era la más pequeña de los tres; era esbelta, tenía el cabello rubio, corto, de perfectos risos y los ojos almendrados como los de Mauricio.

-Mi vida, ven aquí-La llamó su madre, tratando de extenderle los brazos sin perder el equilibrio. Pía corrió hacia ella y se quedó esperando mientras su madre posaba una mano sobre su cabeza y la acariciaba-Mami no podrá ir hoy cielo, así que deberás irte al colegio con tus hermanos.

-¿Por qué mamá? ¡Lo prometiste!-Chilló.

-Lo sé, cielo, lo sé. Pero mami no se siente bien hoy ¿Si? ¿Puedes entenderlo?-La niña asintió con la cabeza.

-Si Pía. Entiende que tu mamá es una irresponsable que vive de juerga toda la noche y se ha olvidado por completo de tu puta obra.

Las facciones de Cristina se endurecieron, quitó la mano de la cabeza de Pía a quien acariciaba y apuntó amenazadoramente a su hija mayor-Te prohíbo que hables así ¿Queda claro? ¡Te prohíbo que digas esas estupideces delante de tu hermana!-Gritó

-¿Ah, sí? ¿Qué harás? ¿Me pegarás? Dale-Se arrimó tanto a su madre que casi se chocaban las cabezas-¿Qué diferencia le hará? Si convive a diario con tus malditas borracheras y tu falta de interés. ¿Qué diferencia le hará que le diga que su mamá es una alcohólica y que le importa un carajo su obra escolar?

Su madre la tomó fuertemente del brazo y sus ojos se salían de órbitas cuando le habló mientras apretaba su brazo aún más.

-Tú puedes arruinarte la vida si lo deseas, pero deja de arruinármela a mí y a tus hermanos ¿Queda claro?-Le dijo y al ver que no respondía le retorció el brazo-¿Quedó claro?

 

 

 

 

Regresar al índicePARTE UNO: Nicole (capítulo tres) by Luuy

Laura Herrera volvió a situarse frente a Nicole en su segundo día de terapia. Su primera sesión no había sido del todo fructífera; se había percatado de que la muchacha era algo cerrada y costaba sonsacarle las cosas y las pocas cosas que decía las despojaba con un dejo de sorna en su voz. El dato más trascendental de sus dos horas previas, había sido el odio hacia su madre, aunque no sabía el por qué. Trató, de la manera más sutil y por todos los medios de averiguar algo, pero no tuvo suerte. Sabía que Nicole residía con su madre y sus tres hermanos en la capital de Buenos Aires y que estos tres acudían a un colegio privado que era abonado por su padre mensualmente. Sus padres estaban divorciados desde hacía años y su padre era alguien meramente ausente en sus vidas que sólo se ocupaba de administrarles el dinero suficiente para que concluyeran sus estudios. Esa era toda su relación.

 

Apreció que la joven no sólo era una persona cerrada con ella por su profesión y por tratar de involucrarse en su vida, sino que lo era a rasgos generales. Tenía pocos amigos, si es que los tenía y no mantenía ninguna relación amorosa, hasta hablaba con cierto desprecio cuando de hombres se trataba; Laura comenzaba a sospechar de sus inclinaciones sexuales.

 

-Buenas tardes, Nicole-La saludó.

-¿Qué le intriga hoy, doctora?-Le respondió a modo de saludo, asumiendo una postura defensiva -¿Si tengo tatuajes, si me drogo, si mi papá me violaba? ¿Qué está esperando que hablemos hoy?

 

Laura sonrió amablemente y dijo con voz calma-Realmente no esperaba que hablemos de nada particularmente, pero ya que me lo preguntas, cuéntame sobre ese look tan personal tuyo.

 

Nicole se encogió de hombros y frunció el ceño-No sé qué quiere le cuente.

 

- Quizás buscas ser diferente del resto, quizás quieres copiar cierta imagen que te agrada…

-Me importa un bledo lo que la gente piense de mí y mi aspecto-Soltó duramente-Es algo personal.

 

-Ya veo… ¿Cómo te decidiste a hacerte todo aquello? Me refiero a la tintura y los piercings…

-¿Quiere saber la verdad de por qué decidí teñirme el cabello y hacerme los piercings y todo eso?-Se sentó como un indio sobre el sillón y comenzó a mover sus manos atolondradamente mientras hablaba- Quería ser diferente, si, pero no del resto, simplemente de una persona en particular.

 

Laura prefirió callar y esperar a ver si las palabras emergían solas de su paciente.

Al cabo de unos minutos de meditación, Nicole se decidió ¿Qué le importaba a ella si esa tonta mujer sabía o no? ¿En qué podía perjudicarla?

 

-Los ilusos que trata de recrear el aspecto de alguien más, son completos idiotas. Lo mío fue una necesidad ¿Comprende lo que le digo? De nosotros tres, me refiero a mis hermanos; físicamente soy quien más parecido acarreo con respecto a mi madre y si tenía en mis manos, la posibilidad de verme lo suficientemente diferente a ella como para que se distinga, iba a tomarla.

 

-¿Por qué no me hablas de la relación con tu madre?

Nicole negó con la cabeza al cabo de uno segundos en donde se mantuvo estancada y enredada en sus propios pensamientos.

 

-No tiene sentido.

 

 

 

 

Regresar al índicePARTE UNO: Nicole (Capitulo cuatro) by Luuy
Author's Notes:

El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene,

 

 

 pero no de épocas felices.

 

 

 

Friedrich Nietzsche

 

 

Author's Notes:

El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene,

 

 pero no de épocas felices.

 

 

 

Friedrich Nietzsche

 

 

Era cierto que Nicole Abel, poseía más enemigos que amigos o gente a la que simplemente le era indiferente. A su vez, le importaba tanto como el cumplir las estructuradas normas de su colegio. Mucha gente la tomaba como un bicho raro, una persona desapacible que era capaz de morderte si tratabas de mantener un cierto dialogo. Sus profesores no lograban acercársele y hacía mucho tiempo que habían desistido, al igual que los directivos de todo el colegio. Sus compañeros, algunos le tenían pavor, otros la tomaban para la burla por su peculiar forma de proceder y muchos otros la ignoraban como ella hacía con ellos.

Su única persona allegada y hasta podría decirse amiga, era María, una chica algo varonil y con aspecto de matona. Compartían ciertas maneras de ver las cosas, era una persona que no se dejaba amedrentar y no se entrometía en donde no la llamaban y eso abarcaba a Nicole; jamás le preguntaba si algo le ocurría si la veía actuar más raro de lo habitual y para Nicole aquello era perfecto, la amiga ideal, porque no había nada que detestara más que los fisgones. Estar con María era en cierta medida, un escape de muchas cosas; se distendía y hablaban de banalidades que nada tenían que ver con ellas.

Aquel día, se habían decidido a saltar sus respectivas clases para pasar aquella hora encerradas en un cubículo del baño de mujeres a fumar. Platicaban de lo ridículo que se les hacía la existencia de la religión sea la cultura que sea y lo mucho que la iglesia se aprovechaba de la ingenuidad de los hombres, cuando sintieron ruidos y callaron. Se abrió la puerta del baño repentinamente. Sentían risitas ahogadas y algún que otro golpe contra la puerta del cubículo de al lado. Se regalaron una mirada curiosa la una a la otra y agudizaron los oídos tratando de distinguir las risas o alguna voz para saber quién había ingresado, pero fue en vano. Nicole le dirigió una pícara sonrisa a su amiga y jugaron piedra, papel o tijera para ver quien se asomaba a curiosear. María perdió, así que sigilosamente se paró sobre el inodoro y observó por encima de la puerta. En tiempo record bajó precipitadamente con los ojos abiertos de sorpresa y le susurró, de forma poco audible-Tu hermano.

Nicole se quedó petrificada unos instantes, con el ceño fruncido un tanto confundida, para luego decidirse, alzarse y asomar la cabeza. María la frenó, la bajó de un tirón y dijo-No sé si querrás ver eso.

 

Nicole hizo un gesto con la mano dando a entender que no le importaba y volvió a enderezarse.

Una chica que reconoció como Soledad Aguirre de su mismo curso, a quien definiría como “mucha delantera y poco cerebro” se encontraba situada sobre uno de los lavabos de piernas abiertas y por delante de ella se hallaba su repugnante hermano, besándole el cuello y tirándole del cabello mientras que la otra mano, la mantenía ocupada por debajo de su pollera. Se agachó. Sabía que su hermano era un hombre sin escrúpulos y ya sospechaba que Aguirre era una come hombres, pero verlo en vivo y en directo no tenía comparación, le generaba ahorcadas. Caviló unos instantes, no iba a quedarse allí todo el tiempo, escuchando sus gemidos de placer, ni su traqueteo constante, ni los golpes en el cubículo de al lado. María trató de imposibilitárselo pero ella concluyó abriendo la puerta.

Soledad empujó a Mauricio unos centímetros y quedó boquiabierta. Mauricio giró la cabeza para lograr ver, a su hermana y a María por detrás. En su semblante no se produjo más cambio que una leve sonrisa al ver la cara de Nicole.

-Veo que no somos los únicos que buscamos un poco de diversión-Dijo divertido-Aunque no sabía que te gustaban las chicas-Le echó una fugaz mirada a María.

-Te partiré el cráneo contra el lavatorio si vuelvo a escucharte insinuar que soy lesbiana-Se defendió María.

Mauricio rió y Soledad se bajó del lavabo algo irritable.

-¿Tu hermana siempre husmea así?-Le recriminó

Él arqueó las cejas y respondió-No lo sé, pero suena excitante.

 

-Como si a mí me divirtiera escucharlos gemir como un par de gatos en celo-Se violentó Nicole, para luego pegarle un empujón a su hermano y desaparecer por donde había entrado

 

-Tu hermano es algo que me exacerba ¿Cómo es que lo soportas?-Le decía María mientras caminaban por los pasillos, pero ella no acotó nada, estaba demasiado furiosa y no conseguía conocer el por qué. Tal vez porque era su hermano y pese a considerarlo un imbécil, seguía siendo irremediablemente su hermano o tal vez porque detestaba a la descerebrada con la que se estaba toqueteando y creía que su hermano, por más idiota que le pareciera, era capaz de encamarse a mujeres con un poco más de neuronas, aunque sabía a la perfección que ese no era un punto de interés para Mauricio. Al mismo tiempo, detestaba la febril actividad sexual de su hermano. Lo detestaba porque ella aún no había tenido oportunidad y nadie jamás se la aproximaba. No era algo que realmente pensara a menudo, ciertamente, nunca había sentido demasiado interés por involucrarse con nadie, ya que eso abarcaba muchas otras cosas que en definitiva no quería abarcar.

 

-¿Qué hacen fuera de clase?-Las interrumpió una voz. Nicole salió de su ensimismamiento para ver que su preceptor las había interceptado a mitad de camino. Era un ex alumno de su colegio, unos cuatro años mayor que ellas. Piel tostada y brillantes ojos verdes, de semblante serio y autoritario. Nicole no mantenía trato con ningún directivo ni personal del colegio, pero su preceptor tenía algo que le ponía los pelos de punta; la fascinaba. El nunca se hacía problema por el aspecto de Nicole, realmente, era algo que le llevaba sin cuidado y si bien, su trato era inexistente, ella creía que podrían llevarse bien, y siempre que ella acababa en el despacho de preceptores por alguna amonestación o castigo, él le otorgaba una sonrisa cómplice y juguetona a pesar de sus reprimendas.

 

Nicole puso en blanco sus ojos -Andábamos aburridas.

-Tendré que amonestarlas-Dijo y luego le sonrió.

Nicole le devolvió la sonrisa, como si aquello fuera un trámite común.

 

Aquel día, regresó ya entrada la noche a su casa y con una nueva amonestación para que su madre firmara. Posiblemente, contando la cantidad de amonestaciones que acarreaba por año, deberían de haberla echado hace mucho tiempo de ese asqueroso colegio, como había sucedido en muchos otros; pero estaba convencida, de que si bien su padre, a quien no veía desde que rondaba los siete años de edad, se hallaba a kilómetros de distancia y no recibía de él siquiera un llamado por su cumpleaños, se aseguraba de que eso no sucediera con algún que otro soborno intermediario. Era su única explicación lógica.

 -¡Cristina!-La llamó de mala gana cuando traspasó la puerta frontal de la casa. Nadie respondió. Aquello no era del todo extraño, su madre se pasaba más tiempo fuera que dentro de casa, pero volvió a llamar. Nada.

Subió las escaleras y llamó a su dormitorio. Para su sorpresa, la puerta estaba abierta, lo que sí era extraño en su madre.

Empujó la puerta un poco y se topó con su madre desnuda, a unos pasos de ella, cubriéndose con una sábana y fumando un cigarrillo. Nicole la observó cautelosa y luego el interior de la habitación, pero no divisó a nadie.

-Hola, corazón-Dijo su madre alegre otorgándole una amplia sonrisa.

Ella dio un paso atrás.

-Has estado tomando-Sacudió la cabeza lentamente-¿Qué está pasando aquí?

-Nada, corazoncito-Rió Cristina-Mami se divertía un rato, nada más-Dio unos pasos torpes dirigidos hasta donde estaba y trató de abrazarla.

-¿Quién mierda está en casa?-Le dijo impetuosamente, apartándose de ella.

Sin que su madre pudiera hilar una frase, la respuesta apareció delante de sus ojos. La puerta del baño que se encontraba en aquel pasillo, contiguo a la habitación de Cristina, se abrió y de allí salió un joven de tez bronceada y ojos verdes, quien vestía simplemente con unos calzones ajustados que marcaban todas sus partes.

 

Completamente aterrada, ella y su preceptor se dirigieron la mirada.

Al cabo de un momento, con voz temblorosa, él agregó:

-Me dijiste que no regresaría a casa hasta entrada la noche.

-¡Bah!- Masculló su madre acompañándolo de un movimiento que claramente demostraba que aquello le interesaba muy poco. Rió y dio unos pasos dentro de su habitación, haciéndole señas con un dedo y otorgándole miradas seductoras para que ingresara. Pero él no supo cómo proceder.

Nicole se echó a andar apresurada por el pasillo. Lo primero que deseaba era alejarse de allí y, subió otro tramo de escaleras que conducían a una única puerta en la que descansaba un letrero de “NO MOLESTAR”. Llamó y aguardó. Volvió a llamar. No lograba borrar la mueca de consternación de su rostro.

Mauricio apareció tras ella. Sonaba música de fondo, se preguntó si se encontraba solo, pero este la dejó pasar.

-¿Sabías esto?-Le recriminó frenética, se sentía como una bomba que acababa de detonar.

 

Su hermano se tiró sobre su cama. Llevaba unos jeans y el torso desnudo. Prendió un porro y respondió-Algo.

-¿Te parece normal?

-No me interesa en absoluto-Recostó su cabeza en la almohada-Relajate, linda.

-¿Qué me relaje?-Gritó-¡Cristina se acuesta con mi preceptor!

Mauricio arqueó una ceja-¿”Tu” preceptor?-Satirizó.

Nicole se tensó-No me refería a eso. Es absurdo ¿Pía está en casa?

Él asintió. Ella bufó sulfurada, mientras refregaba sus ojos. Se mantuvo un instante, rígida en su lugar, sin decir ni hacer nada, turbándose con cada uno de sus pensamientos. Abrió los ojos y se dirigió a su hermano.

-Necesito uno-Le indicó con un movimiento de cabeza que se refería al porro que este tenía.

Mauricio abrió el cajón de su mesa de luz y se lo aventó.

Ella lo encendió con el encendedor que tenía en el bolsillo. Se volteó, dándole la espalda. La enfurecía. Se sentía tan estúpida ¿Cómo había llegado a pensar que su preceptor podía sentir cierta atracción por ella? ¿Qué tonterías se había generado en su cabeza? Podría haber tolerado cualquier cosa pero ¿Cristina?

Terminó de fumar, silenciosa y consumida por el odio. Dejó los restos en el cenicero que tenía delante, el cual se apoyaba en el escritorio. Siguió de espaldas; de pronto, sintió como dos manos se apoyaban suavemente en su cintura. La cabeza de su hermano se apoyó sobre su hombro.

-¿Estás llorando?-Inquirió.

-No digas estupideces.

-Sé que te gusta ese tarado del preceptor. Recetas de cocteles

Nicole abrió sus ojos como platos, pero nada dijo.

-No te merece-Le dijo, sonriendo -No sabe lo que se pierde.

-Por dios, Mauricio, detesto las frases reconfortantes.

El besó su mejilla muy despacio.

-Lo sé-dijo travieso. Le dio la vuelta con cautela para poder mirarle el rostro. Posó una mano debajo de su mentón y mantuvo la otra en su cintura-Vi tu cara en el baño hoy ¿Qué pensabas?

-Que eres despreciable.

-Mmh…Me lo imagine-La miró detenidamente-Es lo más perverso del mundo-Dijo de pronto y se mordió el labio-Y muchas veces trato de no pensarlo ¿Sabés?  Pero va más allá de mi fuerza de voluntad-La tomó por la musculosa negra de tirantes que traía puesta y la tiró contra sí. La besó en el cuello.

Nicole lo apartó asustada.

-Te volviste loco.

-Seremos hermanos, pero soy hombre. No puedo evitarlo -Su mano descendió aún más, hasta los botones de su short de jean-Te lo dije, está fuera de mi control- Nicole le tomó la mano rápidamente.

-Ni lo pienses.

-¿Qué se te ocurre hacer al respecto?-Le susurró tan próximo a ella que sus labios se rozaban.

-No está bien.

-Nada en esta casa está jodidamente bien-Sentenció. La aferró del rostro y le dio un profundo beso.

 

Regresar al índicePARTE UNO: Nicole (Capitulo cinco) by Luuy

Hacía varias semanas que Nicole acudía a terapia y hasta ese entonces, sus progresos no eran del todo reconfortantes. A Nicole le apetecía más, platicar animadamente sobre temas que poco le concernían, pero que, sin embargo iban otorgándole cierto perfil a Laura Herrera. No obstante, cuando la doctora Herrera trataba de adentrarse más profundamente en sus temas personales, la muchacha se atacaba, hablaba con cierto humor negro o le otorgaba el más tajante silencio.

 

Aquel día la vio ingresar y abatirse en el sillón. La notó aún más intolerante que lo normal, sus ojos difundían un odio tan profundo y tan evidente que estremecieron a su terapeuta.

 

-¿Cómo estás hoy, Nicole?-Dibujó una amable sonrisa en su rostro y se sentó en el habitual sillón. La chica hizo un ademán con la cabeza a modo de saludo. Herrera se tomó unos segundos que aprovechó para limpiar el vidrio de sus anteojos-Te noto molesta por algo-Agregó-¿Te gustaría hablar de ello?

Ella se encogió de hombros como solía hacer-No tiene importancia-Le lanzó y siguió jugueteando con el aro que llevaba en su lengua.

 

-Bueno-Dijo Laura-Sabes que conmigo puedes platicar de lo que te apetezca cuando tengas ganas ¿De acuerdo?-Nicole revoleó sus ojos. La doctora la observó con detenimiento y pronto, se percató de un detalle que días atrás no había visto en su paciente. Muchas veces, Nicole acudía a su entrevista después de clases, pero al ser retenida en el colegio luego del horario regular, habían tenido que cambiar el horario de sus encuentros. Al ser así, Nicole se aparecía con menos ropa o con ropa que dejaba un poco más al descubierto su blanquecina piel y había advertido algunos de los muchos tatuajes que esta llevaba consigo.

 

 

-Te has hecho otro dibujito-Le dijo alegremente, apuntando al tatuaje que Nicole lucía sobre su pecho izquierdo. Dos círculos entrelazados-Nunca hablamos de ellos ¿Quieres contarme el por qué de cada uno?

Nicole volvió a encogerse de hombros. La doctora Herrera esperó. Se dio cuenta, mientras hablaba, que muchos de ellos no tenían significado alguno, como la flor en su pierna o la estrella en su muñeca, pero Nicole pronto añadió, marcando el 16 que lucía en su cuello-¿Ha oído hablar de la ciencia de los números, verdad doctora?

-Cuéntame-Le dijo alegre.

 

Nicole declamó-“Sin embargo, en una o dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende; por sueño, en visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen  sobre el lecho, entonces revela al oído de los hombres y les señala su concejo”  

-Creí que no eras creyente-Interrumpió.

-No, no lo soy. Simplemente me parece una ciencia interesante y sería absurdo desligarlo de la religión cuando de manera absurda todo está ligado a ello. Pitágoras es el padre de la numerología, que mantiene cierta relación con la llamada cábala, la numerología se basa en el nombre y el cosmos y es sujeta por una ley matemática de vibraciones y ciclos; sin embargo, a rasgos generales, se creé, que cuando se sueña con números.se le informa al discípulo acerca de su desarrollo espiritual y aspectos en su vida personal. El número se presenta como un número compuesto en los sueños del hombre, que, sumando sus partes, nos otorga otro. El dieciséis; símbolo de la torre fulminada. El castigo y la caída terrible, el presagio del mal-Silenció.

 

Laura se quedó perpleja y dijo al cabo de unos momentos-Ha sido un dato sumamente interesante-La animó-¿Qué me dices de tu nuevo tatuaje?

 

Las facciones de Nicole se endurecieron, su rostro se tornó sombrío, para luego agregar de forma desdeñosa-Es un tatuaje compartido.

Laura alzó las cejas, sorprendida -¿Con quién lo compartes?

 

-Con mi hermano

 

Regresar al índicePARTE UNO: Nicole (Capítulo seis y siete) by Luuy
Author's Notes:

Disculpen, he tenido que hilar dos capitulos para poder publicarlos, ya que uno de ellos es demasiado corto.

Muchas gracias.

 

Author's Notes:

Disculpen, he tenido que hilar dos capitulos para poder publicarlos, ya que uno de ellos es demasiado corto.

Muchas gracias.

 

 

VI

Estaba despierta pero con sus ojos cerrados, apoyada sobre uno de sus costados. Su hermano dormía pesadamente a su lado, abrazándola con uno de sus brazos. Estiró la mano hacia la mesa de luz, tomó el paquete de cigarrillos y encendió uno. Miró su alrededor. Hacía dos semanas que dormía regularmente allí.

Recordó el incidente de aquella noche. Su hermano la besó y por mucho que tratara, no comprendía por qué no se había rehusado a que este fuera descendiendo sus manos, despojándola de sus ropas, acabando enroscados sobre su cama. Sabía que éticamente a ojos de la sociedad estaba mal, era su hermano; pero lo que se consideraba moralmente correcto o no, había sido impuesto por unos pocos y aceptado por muchos otros y, otras tantas cosas con las que convivía a diario, ella misma las consideraba moralmente erróneas y, nada podía hacer al respecto y al resto le importaba un bledo

¿Entonces por qué ella tenía que andar preocupándose?

Ese día, acabaron desnudos, tendidos en la cama de Mauricio. Él cruzó sus brazos por detrás de su cabeza para descansarse. Soltó un extenso suspiro, relajado y le dijo:

-Hacía mucho tiempo que no acababa tan rápido-La miró. Nicole posaba su mirada en el techo de la habitación. Se sentía sucia y asqueada consigo misma. Se irguió, tomó su short y musculosa y se vistió. Poco le importó dejar sus prendas íntimas desparramadas en el suelo.

-¿Te vas?

Ella solo se giró, con un atisbo de espanto en sus ojos para luego salir.

Entró en el baño, del cual hace unas pocas horas, había visto salir a su preceptor. Giró la llave y se metió bajo el agua helada hecha un ovillo. Su hermano la había desflorado, su propio hermano. Su misma sangre.

 

VII

Faltaban exactamente treinta minutos para que se efectuara el próximo encuentro con su paciente.

Sentada detrás del escritorio, con la vista fija sobre los sillones y pitando de su cigarrillo de a períodos, se preguntó si aquello surtiría efecto. Semana tras semana, una y otra vez, se las rebuscaba para poder establecer alguna clase de comunicación; pero era como, si la muchacha en el tiempo justo, percibiera sus intentos y entonces, se resguardara en su silencio.

Su reloj marcó las cinco de la tarde. Nicole abrió la puerta y se presentó. Laura se percató de que por primera vez, había venido acompañada. Alguien estaría a la espera en la habitación contigua.

Vestía un jean gastado que presentaba algunos agujeros que parecían intencionados, una remera negra y entallada de un solo hombro y sus inconfundibles borcegos. Su pelo rojo largo y llamativo  lucía revoltoso y su maquillaje sobrecargado como de costumbre.

La joven se paralizó luego de ingresar, observó el panorama desconfiada y con el ceño fruncido; le dirigió un rápido vistazo a su terapeuta para luego sentarse en el sillón.

 

-Buenas tardes, Nicole-Sonrió felizmente, Laura.

Nicole mantenía su ceño fruncido, frunció también sus labios y se cruzó de piernas y brazos.

-¿Qué es todo esto?-Su tono voz era ofensivo. La doctora Herrera siguió en su postura apacible, se cruzó de piernas también, tomó la caja de Malboro Light que estaba depositada sobre su regazo, extrajo un cigarrillo y lo encendió. Extendió la caja en dirección a su paciente.

Ella miró el paquete con detenimiento unos segundos, al cabo de otros, tomó el paquete, agarró uno, lo prendió y le dio una profunda pitada.

-¿Qué es todo esto?-Volvió a repetir.

Laura le respondió-Soy fumadora. Se lo dañino que es, pero también sé lo mucho que lo necesito en ciertas ocasiones. Supuse que tu sentías lo mismo y esta sería una de esas ocasiones en donde te sentaría genial tener uno a mano-Nicole continuaba con su ceño fruncido y sus ojos entornados, pitando de su cigarro-Me gustaría que nos distendiéramos en nuestros encuentros, que podamos platicar apaciblemente y que confíes en mí, Nicole-La miró-Puedes conversar conmigo sin miedo alguno, como si fuéramos amigas ¿Estarías de acuerdo en intentarlo?

La chica le devolvió la mirada, aún recelada-No le prometo nada-Determinó

La doctora la dedicó una mueca de felicidad-Eso está mejor de lo que esperaba. Dime ¿Qué tal tu día en el colegio?

Nicole se encogió de hombros-No he ido.

-¿Por qué has faltado?

-Me suspendieron, como suelen hacer.

-Comprendo-Acomodó sus anteojos-Veo que hoy te has dado el lujo de venir acompañada-El silencio se apoderó del cuarto. No iba a manifestarle nada al respecto-¿Con quién has venido?

-Mi hermano.

Herrera calló por unos momentos. En estas últimas citas, había podido notar que Nicole mantenía un lazo muy estrecho con su hermano, o aquello parecía. No conseguía que conversaran de su familia a menudo; estaba al tanto del odio que albergaba acerca de su madre, que su padre estaba lejos, que tenía una hermana pequeña y sabía sobre la existencia de su hermano mayor, pero nada más.

-Tu y tu hermano se llevan muy bien -Asentó.

-No.

Ella parpadeó-¿No se llevan bien?

-No nos llevamos y punto.

-¿Por qué está aquí contigo, entonces?-Inquirió. La chica volvió a encogerse de hombros y miró para otro lado.

Herrera se preguntó si era posible que se estuviera perdiendo algún detalle importante.

Se movió, acomodándose en su lugar-Bien. Me gustaría, Nicole, que me cuentes un poco sobre la relación que mantienes con tu padre.

Nicole volvió la vista al frente-No la tengo.

-¿Ustedes no se hablan?-

Negó con la cabeza mientras resoplaba

-¿Cuándo fue la última vez que viste a tu padre?

-Cuando tenía siete años.

-¿No has sabido nada de él?

-Vive en el interior, en Córdoba. Está casado, tiene una familia e hijos. No me pregunte cuántos hijos porque no le sé y tampoco es de mi interés. Cristina y el no se hablan o eso intentan, si pueden evitar el contacto, mejor para ellos.

Herrera se alivió al ver por primera vez, que las palabras asomaban fluidamente de la boca de su paciente.

-¿Cristina? ¿Aludes a tu madre?

-Si

-¿Te gustaría contarme un poco acerca de la relación que llevaban tus padres?-Aguardó con cautela.

 

Nicole se mordió el labio y sus ojos estuvieron clavados en el suelo por un tiempo; bufó y revolvió un poco su cabello, nerviosa. Contempló a su terapeuta-Mis padres se conocieron de adolescentes-Dijo al fin-Tenían un grupo de amigos en común. Comenzaron a salir y al cabo de un tiempo, Cristina quedó embarazada. Mis abuelos enloquecieron con la noticia, pero acabaron aceptándolo. Nació Mauricio y el período de tiempo no fue muy largo  hasta que se casaron y mi abuelo les regaló un departamento que tenía en la provincia y que usaba para su alquiler. Cristina se vio obligada a dejar el instituto y ocuparse de su hijo y, lo mismo mi padre. Él empezó a trabajar, haciendo changuitas y esas cosas; era pendejo, era imposible conseguir un trabajo demasiado prometedor. Ella no tuvo ni la oportunidad de trabajar, no corrió demasiada agua bajo el puente, que se embarazó por segunda vez-Silenció otra vez. Se hizo con su mochila, la revolvió y extrajo sus cigarrillos, encendió uno y prosiguió-Nací yo, naturalmente. Durante muchos años, desde mi nacimiento, pasamos más tiempo en compañía de nuestros abuelos que con nuestros padres. Esperábamos a papá muchas noches para cenar y muchas veces no se presentaba o siquiera venía a dormir. Lo mismo Cristina, desaparecía noches enteras en donde no hacíamos más que rogar que apareciera a darnos un beso de buenas noches. Sus desapariciones eran frecuentes; eran pendejos. Nuestros abuelos vivían acarreando la preocupación y acarreando la crianza de sus nietos, así que ante las circunstancias, obligaron a Cristina y a mi padre a mudarse a su casa en la Capital. Crecí, prácticamente, bajo la tutela de mis abuelos. A su vez, la relación entre Cristina y mi papá, era insostenible, hasta tal punto que no trataban de disimularlo delante de nosotros. Gritos, llantos, insultos…

 Mis abuelos no se entrometían, Cristina nos descuidaba y mi padre la golpeaba; entre ellos existían extrañamente, una febril pasión y al mismo tiempo, un rechazo y un odio angustiante. Unos años después, irónicamente, nació Pía y, pasados dos años, mi padre la abandonó, para irse lo más lejos que le permitieron sus putos ahorros, retomar sus estudios y seguir con su vida. Mis abuelos siguieron criándonos como hijos propios hasta que cumplí once años y murieron, con una diferencia de meses. Quedamos bajo la responsabilidad de nuestra madre.

Nicole calló. Herrera analizó las palabras de las que se había despojado su paciente hasta entonces.

-¿Qué sucedió entonces?

Ella volvió a resoplar y encogerse de hombros-Lo mismo de siempre. Pasábamos las noches a solas, sabiendo que Cristina no volvería o volvería tarde. A veces la oíamos muy entrada la noche o ya de madrugada, riendo como una maniática, tirando accidentalmente cosas a su paso: o a veces regresaba, tarde o temprano, a cualquier hora, acompañada. Nunca era el mismo, siempre diferentes.

 

-¿Qué edad tiene tu madre hoy, Nicole?

-Treinta y tres.

-¿Ella trabaja?

Nicole alzó sus cejas y profirió una risa al cabo de un rato. Era la primera vez que la escuchaba reír-Regularmente. Si no la despiden o si no lo abandona. Subsistimos con lo que nuestros abuelos le dejaron y con el alquiler del departamento donde antes vivíamos. Mi padre no le pasa un centavo, sólo se ocupa de pagarnos el colegio; no le interesa en lo más mínimo, pero si le interesan las apariencias; qué diría la gente si sabe que sus hijos son un par de pobres imbéciles que no asisten al colegio-Miro con cauto a su terapeuta-Desde que cumplí doce, que me han echado de tres colegios y haga lo que haga, sigo en ese estúpido instituto, estoy segura de que se encarga prudentemente de que eso no suceda.

 

 

 

-¿Tú como te sientes respecto a todo esto?

-¿Respecto a qué?

-A tu vida.

Nicole negó con la cabeza más violentamente que de costumbre, apretó la mano que descansaba sobre sus piernas y volvió a mirarla-Detesto mi vida.

-¿Cómo se sienten tus hermanos respecto a esto?

-¿Mis hermanos?-Caviló unos instantes. Luego, sonrió con sorna-Mi hermano es un desinteresado. Parece convivir apaciblemente con las borracheras y visitas periódicas de Cristina. Desaparece de casa bastante, vive haciendo lo que le plazca…es un egoísta como mi madre y un oportunista como mi padre. Mi hermana…-Torció la boca, algo horrorizada-Es pequeña, no comprende nada y en muchas situaciones queda ajena. Es una pobre ingenua que reclama por su madre sin sacar provecho alguno.

-Situémonos…-Reflexionó Laura-Tu hermano se hace a un costado, tu hermana no lleva noción de la gravedad de las cosas… ¿Y tú?

-Sobrevivo.

Regresar al índicePARTE UNO: Nicole (capitulo ocho) by Luuy

Era sábado, ya bien entrada la tarde. Aún dormía. Le dolía la cabeza y le zumbaban los oídos.

Le pareció escuchar una serie de ruidos al otro lado en el segundo piso; aquello la despertó, pero no logró moverla de su sitio; estaba cómoda allí.

Un golpe, luego otro y cada vez se hacían más constantes. Mauricio se retorció a su lado.

 -¿Qué?-Gruñó en un tono lo bastante alto como para que lo oyeran.

Volvieron a golpear.

-¿Qué?- Reafirmó sus palabras en un tono más audible, dirigiéndose a la puerta.

-¿Sabes dónde está tu hermana?

-No-Alegó, mientras que con una mano, acariciaba la entrepierna de Nicole. Ella podía constar que estaba sonriendo. Su hermano era un sádico, no le cabían dudas al respecto. No llevaba un parte de las relaciones sexuales de Mauricio, pero lo había visto aquel día en el baño de mujeres de su instituto con aquella chica; podía establecer una comparación. Al estar con ella, su hermano se violentaba, era como si de él se apoderara una fiera. Definitivamente, sus conocimientos en aquella área eran escasos; pero recapitulando los eventos acontecidos, acostarse con su hermano no estaba del todo mal. La conocía, no necesitaba andarse con rodeos o explicaciones, no necesitaba hablar. Él comprendía a la perfección lo que le gustaba y lo que no; sabía callar, sabía que decir y cuándo. En ciertos aspectos, era perfecto. Se distendía; aquella habitación, con su letrero de “NO MOLESTAR”, en el tercer piso, era una especie de refugio, un escape hormonal ante todos sus problemas. Empero, en otros aspectos, el tema le intranquilizaba y muchas noches no lograba conciliar el sueño. La actitud de Mauricio la enloquecía. Él salía, alguna que otra noche y no podía evitar pensar con quién andaría o que haría o que tendría aquella y ella no. No era racional, era su hermano y era consiente de que no debería entrometerse ni importarle, pero, se entrometía y le importaba. Muchas veces pensaba, hasta dónde llegaría esta insana aventura de la que tanto disfrutaban, esta enfermiza compañía que iba más allá del afecto o la fraternidad.

 

 

-No sé dónde ha ido a parar-Farfulló su madre, algo fastidiada, pero ambos consiguieron oírle-Llama a tu hermana al celular. Los necesito en la sala, tienes cuarenta minutos-Se escuchó como descendía la escalera.

Nicole se viró, para mirarle sospechosa; Mauricio cruzó su brazo por encima de ella y asió su celular y se lo colocó a la altura de su oreja, simulando platicar.

-Hola, preciosa ¿Dónde estás? Necesito un mañanero-Se situó sobre ella lentamente y depositó el celular donde estaba-Mamá puede esperar-Le dijo y le mordió la oreja.

Pasada una hora, descendieron las escaleras. Seguían en pijamas. Cristina observó a Nicole, entre confundida y recelosa. Cualquier padre que se comportara como tal, asumiría que entre sus hijos había surgido un extraño vínculo o por lo menos lo dudaría; pero no Cristina.

-¿Dónde estabas?-Le reprochó. Fue un asombro hallarla lo suficientemente lúcida. Estaba cubierta con una bata y con una taza de café en una de sus manos. No llevaba mucho tiempo despierta, conjeturó su hija  percatándose de las aureolas que se dibujaban bajo sus ojos y, posiblemente, aquella fuera su tercera o cuarta taza de café.

-No te incumbe-Respondió Nicole, desplomándose en el sillón junto a su hermano. Su madre siguió de pie unos minutos, para acabar sentándose en el sillón individual situado delante de ellos.

Nicole se percató pronto de la ausencia de su hermana, así que inquirió sobre su paradero.

-La mandé a casa de una amiga-Dijo.

Se tensó en su lugar, aquel hecho era de lo menos habitual en Cristina. Si había algo que poco le interesaba a su madre era el paradero de sus hijos, pero ese día parecía totalmente pendiente, buscándola para entablar una conversación con ella y Mauricio y haciendo al margen a su hermana menor. Algo andaba mal.

Sonidos procedieron de la cocina, ambos hermanos giraron la cabeza en su dirección.

-¿Quién está en casa?-Su tono era violento, era conciente, pero la ira intentaba emanar de ella lentamente.

Su madre no hizo comentarios al respecto.

-¿Debo preguntártelo de nuevo?

Cristina siguió haciendo caso omiso a la pregunta, bebió un sorbo de su café, para luego clavarles la mirada. Posó sus ojos en Mauricio, para luego posarlos en Nicole.

-¿Qué sucede?-Habló Mauricio, apacible, al ver que ella silenciaba o no encontraba las palabras adecuadas.

Bebió otro sorbo de café, con mucha lentitud. Indudablemente, no encontraba la manera de empezar la conversación y, no presumía nada extraño para Nicole; estaba al tanto de que las pláticas con cierta linealidad racional no eran su fuerte. Al fin y al cabo, Cristina resopló vencida. Dijo:

-Hemos decidido, que Gabriel vendrá a vivir a esta casa.

Nicole abrió sus ojos como platos y su mandíbula cayó unos centímetros. Cayó en la cuenta de quien era el causante de los ruidos provenientes del cuarto contiguo. Su preceptor se establecía con cierta regularidad en su casa, pese a no cruzarlo, él se pasaba algunos días de la semana y todo el fin de semana encerrado en el cuarto de su madre. Una sola noche, en alguna ocasión, bajó a beber un trago de leche, vistiendo una bombacha y una camiseta negra que usaba para dormir y tuvo la incómoda mala suerte de topárselo en la cocina.

 

-Cuándo te refieres a hemos decidido-Escuchó por encima de sus enroscados pensamientos, la voz de su hermano y trató de que acaparara toda su atención-Imagino que te refieres a el y tu.

Su madre volvió a otorgarles un profundo silencio. Mauricio lo asumió como una afirmación y agregó:

-¿Qué esperas de nosotros?-Observó a su madre, que pensaba seguir sin abrir la boca y rápidamente se percató de sus intenciones-Ah-Profirió instantáneamente, mientras dibujaba una mueca llena de sarcasmo con sus labios-Esperas que nosotros le cubramos la espalda.

Nicole se sintió horrorizada y abrió sus ojos aún más. Su hermano continuó al instante que se levantaba-Perfecto ¿Eso era todo? Me retiro a mi habitación.

Sin darle tiempo a dar otro paso, Nicole se interpuso en el camino de Mauricio y lo miró llena de odio.

-¿Me tomas el pelo? ¿A dónde crees que vas? ¿Eso es todo lo que tienes que decir al respecto?-Su rabia y odio comenzaban a manar desde lo más interno de su cuerpo, sintió como si se extendiera una descarga eléctrica por cada una de sus extremidades.

-¿Qué pretendes que haga, corazón?-Le dijo serenamente, acariciando su mejilla sin  reparar en la presencia de su madre-No hay nada que hacer, no comiences un berrinche.

Ella corrió la mano de su hermano, furiosa; pasó por su lado, para aproximarse a Cristina.

-¿Así que esperas que yo y Mauricio te juguemos de aliados y ocultemos tu mugrosa relación para que nadie pueda perjudicar su trabajo de mierda en mi colegio?

Su madre se alzó del sillón y la miró detenidamente. Le habló con voz calma que hizo que Nicole se sintiera aún más encolerizada-Sólo trato de que comprendan y acepten que tengo derecho a rehacer mi vida ¿O acaso no lo tengo? ¿Acaso tu padre no lo ha hecho?

-Mi padre vive a kilómetros de aquí y me importa una mierda lo que haga con su vida-Le dijo histérica-Desgraciadamente, vivo bajo tu mismo techo y desgraciadamente, también me conciernen todas las estupideces que realizas a diario. ¿Qué le dirás a Pía? Sabes perfectamente que esto puede afectarla ¡Es nuestro preceptor!-Le gritó-¡Podría ser mi hermano mayor si tu hubieras sido un poco más promiscua! Si no lo haces tú, lo haré yo. Lo echaré a patadas de esta casa.

Una palma dio de lleno contra su pómulo izquierdo. Se tocó, lo sentía arder. Cristina la había golpeado por primera vez.

 -No haces más que causarme problemas-Le dijo, sombríamente, mientras bajaba el brazo-No hay nada que discutir. Vivirá aquí.

Mauricio se interpuesto velozmente entre ellas. No veía su rostro, pero percibió su gélida voz amenazante. Se le puso la piel de gallina.

-Haz lo que quieras, mamá-Le dijo-Haz lo que quieras como sueles hacer. Vuelves a tocarla y juro que te mataré.

Acto seguido, tomó a Nicole por el brazo y la arrastró escaleras arriba

Regresar al índicePARTE UNO: Nicole (capitulo nueve y diez) by Luuy
Author's Notes:

He tenido que hilar dos capitulos otra vez, por lo corto de uno de ellos.

Disculpen y muchas gracias por leerme!

Author's Notes:

He tenido que hilar dos capitulos otra vez, por lo corto de uno de ellos.

 

Disculpen y muchas gracias por leerme!

IX

Laura Herrera, arrugó su frente.  No comprendía que sucedía, pero aquello no estaba bien, no era ético. Le molestaba

 

Aguardaba por Nicole, sentada ya en el sillón. Oyó desde su consultorio que alguien ingresaba al departamento y caminaba unos pasos, vio como giraban el pomo de la puerta e ingresaban. Arqueó las cejas, en lugar de su paciente, una persona a quien reconoció como su hermano, entró y le extendió la mano. Le pareció una broma de mal gusto. Su cita era con Nicole, era ella su paciente y no era absolutamente nada ético tratar con su pariente. Ella siquiera se había molestado en llamarla y cancelarle la cita si era ese el caso o, por lo menos, si tuviese un retraso, podría haber telefoneado también. No hallaba razón lógica por la cual, su hermano estuviera en su consultorio. Trató de mostrarse lo más profesional posible y le sonrió, le extendió la mano y lo invitó a sentarse.

 

-No quiero sonar descortés-Le dijo-Pero no suelo tratar a gente que se conoce entre sí, mucho menos si yo conozco su relación y mucho menos aún si son parientes. Lo siento.

 

Mauricio le dedicó una sonrisa.

-No vengo a atenderme con usted, no se preocupe.

 

“Hemos decidido” Pensó Laura. Había ciertos rasgos que le habían pasado desapercibidos de la vida de Nicole, cosas que aún no habían llegado a abordar. Realmente, le preocupaba que abandonara terapia. Miró con detenimiento a Mauricio y le expresó su preocupación.

-Sinceramente, creo que estábamos llegando a buen puerto y, verdaderamente, en mi opinión, no considero que sea realmente bueno que deje de venir.

El siguió con su preponderante sonrisa-Ella está de acuerdo. Lamento que tenga que enterarse sobre la hora; conoce a mi hermana, ella posiblemente hubiera desaparecido sin dar señales; yo creí que era correcto avisarle.

 

-Te agradezco mucho-Dijo Laura, pero aunque hiciera un gran esfuerzo, seguía sin comprender a qué se debía todo aquello-Si es un problema de dinero-Continuó-Yo…

 

Mauricio la interrumpió.

-Nada de eso, ese no es el problema-Se irguió y se encaminó a la salida-Disculpe la pérdida de tiempo-Agregó, para luego perderse de vista.

La doctora Herrera se quedó en su sitio. Encendió un cigarro. Era imposible que no se alarmara, le alarmaba que su paciente dejara de visitarla; Nicole necesitaba de la terapia; aunque era cierto, no podía hacer ya nada al respecto.

 

 X

Nicole Abel raramente bebía. Consumía algunas sustancias ilegales de vez en cuando; marihuana, ácido, cocaína, PCP, heroína y sobrellevaba su irremediable adicción al tabaco. No se creía dependiente de nada, salvo del cigarrillo.

Esa última semana, el incremento de sus consumos había sido excesivo.

Los pisos y paredes del dormitorio que ocupaba Mauricio retumbaban sin cesar, causado por el repiqueteo de los parlantes de su equipo musical. La música era bulliciosa  y casi intolerable. Nicole y su hermano, se hallaban recostados sobre el frío suelo, semidesnudos y sudorosos, riendo a carcajadas sin ningún sentido.

Alguien, pegaba con  fuerza contra la puerta y hablaba gritando, pero el volumen de la música no les permitía darse por aludidos.

El CD dejó de correr y los porrazos aún no había acabado.

-¡Mauricio!-Bramó una voz grave e irascible -¡Apaga esa mierda! ¡Abre la jodida puerta!

Ninguno de los dos osó levantarse de su sitio, seguían riendo. Mauricio gritó:

-¿Qué pasa, imbécil? ¿Te jode que le haya echado cerrojo?

 

Se hizo una pausa, supuso que meditaba sobre lo que su hermano acababa de formular. Nunca antes, durante dieciocho años, Mauricio había tenido la necesidad de encerrarse, aquello, sólo había comenzado una semana y media atrás, cuando su madre decidió traer a Gabriel bajo su mismo techo. Le desconcertaba aquel cambio de actitud; se había mantenido sosegado en su despreocupación durante tendidos años, pero aquello había sobrepasado, sopesaba, el límite de lo permisible.

-Mauricio-Se le dirigió con voz calma-Me gustaría que hablemos, ábreme la puerta.

Los hermanos se dirigieron la mirada, Nicole le negó con la cabeza y ambos se echaron a reír.

-Abre la puerta te he dicho.

Nicole estaba con sus ojos cerrados, bien apretados; su cabeza le daba vueltas. Mauricio se alzó con mucha lentitud y dificultad, su hermana le dijo algo de forma tan poco audible que tuvo que leerle los labios: “No vayas”.

-Me tiene ya cansado con tanto golpe en mi puta puerta, veré que quiere-Dijo. Se aproximó andando en zigzag y giró la llave. Sacó medio cuerpo fuera para impedirle el paso o una visión panorámica. Ella se sentó en el suelo mientras se sostenía la cabeza, los mareos no acababan.

-¿Qué te trae a mi humilde morada?-Lo saludó burlonamente.

Gabriel le echó una ojeada primero antes de hablar. Llevaba un pantalón negro y corto, aquello era su única ropa. Lucía su torso desnudo y su piel se notaba brillante a causa del sudor. Estaba empapado en sudor y sus ojos, completamente inyectados.

-¿Qué estás haciendo?

Mauricio se volteó, miró dentro de su cuarto, le sonrió a Nicole y volvió a posar la mirada en Gabriel.

-Con todo respeto, de lo que suceda en mis humildes tres metros cuadrados, quedas exento-Arrastraba las palabras.

Gabriel elevó una ceja-¿No me compete, has dicho? ¿Por qué no le preguntas a tu madre si me compete o no?-Le adjudicó a su rostro una mueca de superioridad-Quiero creer que recuerdas nuestra pequeña charla del otro día-Dijo.

Posó un dedo sobre su labio y aparentó reflexionar.

-Ah, si, ahora que lo mencionas, lo recuerdo, claro ¿Cómo olvidarme de nuestra agradable charla?-Le dedicó una amplia sonrisa-Igualmente, que lo recuerde, no significa que me interese ¿Cierto?

Gabriel emitió una corta risotada-¡Qué pendejo más soberbio! Debería empezar a interesarte un poco más, a menos que quieras terminar verdaderamente mal.

Mauricio lo contempló inmutablemente unos segundos, con una severa expresión en su rostro.

-¿Tengo que tomarlo como una amenaza?

Fue Gabriel quien ahora, le dedicaba una sonrisa tan extensa como le permitía el ancho de su cara.

-Es lo que es. No eres idiota, Mauricio, se racional. Acepta lo que se te presenta y ap

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2024-11-12

 

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