{* Cuando las palabras sobran*} by Ali_de_Alyssa
'¿Mi deseo? Ponerme encima de una báscula y ver que todo va bien.
Deseando despertar de esta pesadilla.' Universitaria, estudiando en el hospital
desde hace seis meses de recuperación y todo por culpa de él. Después de la
tormenta siempre sale el sol, para ella, ese es el problema, volver a confiar
en alguien desde cero, a alguien que la quiera tal y como es. Sasuke, la hará
sentir no solo así de nuevo, si no que le enseñará a amar como nunca
-------------------------------------------------------------------------------
Bueno me gustaria dejar claro que esta historia no es mia
es solo una adaptacion de la historia de una
amiga mia escritora llamda Noa Ames la cual
me ha dejado hacer esta adaptacion
aqui os dejo el link de su blog :
(https://lapromesaselallevaelviento.blogspot.com.es/)
bueno espero que mi adaptacion os guste y que no
seaís muy duros ya que es la primera que hago.
Chao gentecilla de este lugar llamado mundo
Ali_de_Alyssa ^.~
Categories: NARUTO Characters: Sakura Haruno, Sasori, Sasuke Uchiha
Generos: Romance
Advertencias: Lenguaje Obsceno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 18 Completed: No Word count: 24728 Read: 7200 Published: 02/05/2013 Updated: 04/08/2013
'¿Mi deseo? Ponerme encima de una báscula y ver que todo va bien.
Deseando despertar de esta pesadilla.' Universitaria, estudiando en el hospital
desde hace seis meses de recuperación y todo por culpa de él. Después de la
tormenta siempre sale el sol, para ella, ese es el problema, volver a confiar
en alguien desde cero, a alguien que la quiera tal y como es. Sasuke, la hará
sentir no solo así de nuevo, si no que le enseñará a amar como nunca
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Bueno me gustaria dejar claro que esta historia no es mia
es solo una adaptacion de la historia de una
amiga mia escritora llamda Noa Ames la cual
me ha dejado hacer esta adaptacion
aqui os dejo el link de su blog :
(https://lapromesaselallevaelviento.blogspot.com.es/)
bueno espero que mi adaptacion os guste y que no
seaís muy duros ya que es la primera que hago.
Chao gentecilla de este lugar llamado mundo
Ali_de_Alyssa ^.~
Categories: NARUTO Characters: Sakura Haruno, Sasori, Sasuke Uchiha
Generos: Romance
Advertencias: Lenguaje Obsceno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 18 Completed: No Word count: 24728 Read: 7200 Published: 02/05/2013 Updated: 04/08/2013 Capítulo 1 by Ali_de_Alyssa
bueno este es el primer capitulo de esta historia
me gustaria recordar que esta historia no es mia
es una adaptacion de la novela de una amiga
mia asi que disfrutad y comentar para ve que tal
voy con esto bueno eso nos leemos ^^
bueno este es el primer capitulo de esta historia
me gustaria recordar que esta historia no es mia
es una adaptacion de la novela de una amiga
mia asi que disfrutad y comentar para ve que tal
voy con esto bueno eso nos leemos ^^
-Desde pequeña, desde niña, siempre había querido ser delgada pero, al igual que cualquier niña, las cosas se te olvidan rápido, te ofrecen un helado y sin pensar lo aceptas con ansias, aunque no tengas hambre, te lo llevas a la boca igual. Fui una niña con muñecas, con Barbie’s. Nunca he visto una muñeca gorda, exceptuando a la Barbie embarazada.
‘Cuando empecé en la universidad, todo me iba muy bien. Era buena estudiante y la verdad no tenía problema con los chicos a lo que se refiere a ligar. Todo lo contrario. Pero un día llego un chico nuevo al campus, Sasori, me enamoré al instante. Empecé a sentarme cerca de él en las clases. Me gustaba en secreto. Un día, en una conversación con un amigo, oí que le gustaban las chicas delgadas. Empecé a comer menos, lo poco que comía, era por obligación de las cocineras del comedor escolar. Pero esa única comida del día para mi, se convertía en el primer vomito del día. Después de dos semanas, cuando ya se notaban los cambios, Sasori, me pidió salir. ‘Eres muy guapa’ me dijo ‘Pero tienes que adelgazar más’ Estaba enamorada, le hice caso. Hice caso a ese cabrón.
Un día, dado mi estado después de dos semanas más, me desmaye en clase de algebra, cosa que odie muchísimo porque me encanta. Me di un fuerte golpe en la cabeza contra la mesa, por lo que me llevaron al hospital. Allí, en aquel día de diciembre, me detectaron desnutrición, bulimia y anorexia.
Le había jodido pero bien las navidades a mi madre.
-Solo haces más que llamar la atención, ¡no sabes hacer nada más! –me dijo gritando.
Me tape las manos con los oídos, asustada. Mis manos estaban tan delgadas que el sonido de los gritos de mi madre, las traspasaba con facilidad llegando a mi cerebro y luego a mi corazón como cuchillas. Como aquellas cuchillas que había usado la última vez que había comido demasiado. Me hacía un auto castigo: ¿Comía mucho? Me cortaba en las piernas.
Estaba sentada en la cama del hospital. Con las rodillas huesudas clavándose en mis costillas.
Una mujer alta, de cabellos dorados perfectamente peinados en dos coletas, irrumpió en la habitación, asomándose por el umbral de la puerta.
-¿Puede hacer el favor de parar de gritar a mi paciente?
Me asomé entre las rodillas, sacando las manos de las orejas.
Mi madre salió de la habitación.
-Se acabó –susurro.
Mi madre no vino los días siguientes. A día de hoy aun no ha venido. Respiro aliviada, aunque a veces tengo miedo a que vuelva.
Tsunade me miró de arriba abajo. Sonrió, supongo que para darme confianza. Me la dio.
-¿Esa era tu madre? –pregunto sentándose al borde de la cama.
Asentí con timidez.
-Bueno no te preocupes, dudo que vuelva –eso me hizo sonreír.- ¿Qué te parece si te pesamos? –me preguntó con una sonrisa. Me señaló una báscula.- ¿Vamos?
Me dirigí a la báscula, en compañía de ella. Trague saliva y me subí.
Esos segundos se me hicieron eternos, hasta que un número se reflejó en la pantalla.
-Treinta y dos quilos…’
-Bueno, y aquí estoy- dije cuando concluyo la historia de mi experiencia.
A medida que han pasado las sesiones en grupo, una vez por semana, me he sentido más cómoda con el resto de las chicas, mucho más… sociable, aunque aun me cierro en muchas cosas.
Todas las chicas me aplauden, incluida Tsunade, a la que considero ahora como una madre. La sesión ha acabo. Salgo en compañía de Ino, mi compañera de habitación. Es una chica adorable, es como yo, pero mayor, nos consideramos clones desde el primer día que nos presentaron como compañeras de cuarto. Tiene unos ojos azul cielo preciosos, y una melena rubia. Es un poco más alta que yo.
-¿Y Sasori?
-¿Qué?–pregunto haciéndome la despistada.
-¿Qué ha sido de él?
Entramos en nuestro cuarto, nos sentamos cada una en su cama. Esa habitación de pareces blancas se ha convertido en mi refugio estos meses. Las paredes blancas han sido tapadas por pósters de nuestros grupos favoritos, de los que hemos coincidido en más de la mitad. Una tarde de sol, salimos a la terraza y teñimos nuestras sábanas de colores chillones y llamativos, una obra de las dos. Ahora, no tiene ni punto de comparación a como era antes. Y eso me encanta.
-O venga, ya lo sabes desde siempre. Fuiste a la primera que se lo conté, y tampoco hay mucho que contar. Me vine al hospital y a los dos días de estar ingresada me mando un sms diciendo que me dejaba. No he sabido nada más de él…
Bajó de su cama y se sentó en la mía. Esos ojos celestes me miraron con tristeza. Sé que ella lo ha pasado peor que yo. Ella lleva más tiempo aquí, en poco, nueve meses. Ella no tiene ni bulimia, desnutrición o anorexia, todo lo contrario, era obesa. Nos habíamos puesto juntas para contagiarnos cosas la una a la otra. Siempre ha sido demasiado testaruda, yo he roto esa coraza, cosa que agradecen muchos médicos y médicas.
-Eres mi ángel –me dijo una vez Ino –tú has hecho que cambie para mejor, que empezara a perder peso, es algo que se me hacía un mundo cuando lo intentaba yo sola.
-Eres mi heroína –le contesté- yo antes vomitaba, y todo por amor, por un tío que no se merecía ni que derramara una sola lágrima por él. ¿Quería a una chica delgada? No. Quería a una chica enferma. Y lo consiguió, por su culpa he estado mal, he sido quien no soy. Pero gracias a él, he conocido a mi hermana, a Tsunade, que es como la madre que siempre quise y sobre todo… ahora tengo una familia.
Las lágrimas me brotaban como si fuera un río desbordado. Mi móvil, empezó a vibrar en la mesilla de noche. Ino me secó las lágrimas con el puño de la camisa del pijama y me lo dio. Número desconocido.
-¿Si?
-¿Sakura?–preguntó una voz masculina.
-Si… ¿quién es? –pregunte aun con voz ronca por la lloradera.
-Soy Sasori.
Espero que el primer cap os haya gustado
si puedo pondre el siguiente capitulo
mañana o pasado comentar a ver que os ha
parecio y tambien acepto consejos bueno chao ^^
Espero que el primer cap os haya gustado
si puedo pondre el siguiente capitulo
mañana o pasado comentar a ver que os ha
parecio y tambien acepto consejos bueno chao ^^
Regresar al índiceCapítulo 2 by Ali_de_Alyssa
Bueno pues como dije aqui esta el segundo capitulo
espero que os guste y ke comenteis si os
gusta bueno no entretengo mas aki esta :
Bueno pues como dije aqui esta el segundo capitulo
espero que os guste y ke comenteis si os
gusta bueno no entretengo mas aki esta :
Unas ganas tremendas de cortarme empezaron a crecer dentro de mí y, esta vez, no para hacerme un auto castigo, si no, para directamente desangrarme y caerme muerta en la cama de hospital. Me lo pensé dos veces. Cortarte en un hospital, no era muy inteligente, por eso mismo no lo había hecho a partir del primer día de ingreso. Nunca había tenido ansias de morirme, hasta ahora.
-¿Sakura? ¿Sigues ahí?
Ino, con gestos, me preguntó quién era. Hice un ademán con la mano para quitarle importancia y pedirle que saliera de la habitación. Me dio un beso en la frente y salió con una sonrisa.
-Sí, estoy. ¿Qué quieres?–pregunté. Mi tono era seco y distante.
-Te echo de menos… quiero verte.
Esa fue la gota que colmó el vaso. La parte de mi, enamorada de Sasori, ya no existía. Seguía ahí, dentro de mí, pero se había roto con el tiempo y esa simple llamada, la primera desde mi ingreso por parte de cualquier persona, fue lo que hizo que el poco amor que aun sentía por él se esfumara como el humo del tabaco después de expulsarlo hacía el aire limpió del exterior.
-Yo no quiero verte Sasori…-dije con un hilo de voz. Esa situación me afectaba, por su culpa estaba así, aunque había mejorado mucho…
-¿Por qué no quieres verme? .preguntó.
-Tú has hecho que esté así. Me dejaste, llevo seis meses ingresada en este hospital, sintiéndome a salvo de todo, aislada de la realidad, alejada de ti, cosa que agradezco bastante, ¿y ahora me vienes con estas? No, eso sí que no. No quiero más llamadas tuyas, no quiero nada tuyo, me cansé de esperarte al mes de estar ingresada. Pensé que cambiarias de opinión, que un día irrumpirías por la puerta de mi habitación de hospital y me dijeras las cosas bonitas que nunca me dijiste e imaginé que dirías…
Las lágrimas habían pasado la barrera de mis fuerzas, aunque mi voz seguía siendo totalmente firme. Todo lo que estaba diciendo era verdad y cada palabra que decía, se me clavaban en mi mismísimo pecho, haciendo que un dolor terrible me invadiera.
-Sakura… yo te quiero.
La voz de Sasori no procedía del teléfono, si no, de aun más cerca.
Miré hacía la puerta de mi cuarto. Un chico de ojos color café claro y pelo rojizo me observada al mismo tiempo que colgaba el teléfono.
Los ojos de Sasori se llenaron de lágrimas. ¿Y ahora esto? ¿En serio? En ese momento no reaccioné, no pude. Mis músculos se habían quedado agarrotados en la cama donde dormía cada noche. Se fue acercando poco a poco, mientras ambos nos limpiábamos las lágrimas que habían caído de nuestros ojos, desapareciendo en el suelo y en la cama del hospital.
Se sentó a mi lado.
-¿Qué haces aquí? –conseguí decir con un hilo de voz.
-Quería verte- respondió.
-Querías verme después de seis meses… -dije muy seca.
-Quería haberlo hecho antes, pero me sentía muy mal conmigo mismo, yo te he hecho esto. Yo no quería a una enferma, ni mucho menos hacerte daño. Por mi culpa estás ingresada.
-Sí, eso es cierto –respondí.
Su mano rozó mi mejilla aun algo húmeda, llevo a la barbilla y levantó mi tez para poder mirarme a los ojos.
-Estás preciosa.
-No quiero ser egocéntrica pero… siempre he sido normalita, siempre he tenido ese toque de ‘belleza’ supongo, la tenía antes y no hace falta que me halagues ahora con tus cumplidos. Ya es tarde. Si te hace sentir mejor, te perdono.
-¿En serio me perdonas?
-¿Es eso lo que quieres? –pregunté.
-Si pero…
-Pues ya esta –lo interrumpí-ya tienes lo que querías.
-Yo no quería que pasara esto.
-Deberías haberlo pensado antes. Antes de pasar seis putos meses –mi tristeza, poco a poco se iba convirtiendo en ira y la ira, en odio.
-Mi madre trabaja aquí…Cuando te ingresaron, le hablé de ti y ella pidió a su jefe que le encomendaran tu caso, ya que yo te conocía y sabía porque estabas así. Le pedí que no te dijera nada de que era su hijo…
-¿Quién es tu madre?
-Tsunade…
Bueno espero ke os haya
gustado y como recuerdo siempre
esta historia no es mia es de mi amiga escritora
Noa Ames bueno comentad por favor
y Nos Leemos ¡¡ ^^
Pd: ya se que lo de que Tsunade es la madre
de sasori es algo raro pero las personalidades me
concordaban mejor con estos dos asi ke nada ya dejo de
entretener chao ^^
Bueno espero ke os haya
gustado y como recuerdo siempre
esta historia no es mia es de mi amiga escritora
Noa Ames bueno comentad por favor
y Nos Leemos ¡¡ ^^
Pd: ya se que lo de que Tsunade es la madre
de sasori es algo raro pero las personalidades me
concordaban mejor con estos dos asi ke nada ya dejo de
entretener chao ^^
Regresar al índiceCapítulo 3 by Ali_de_Alyssa
Hace seis meses, los primeros días de ingreso…
Llevaba una semana en el hospital. No era mucho para las veteranas anoréxicas pero, para mí, era una eternidad: cama nueva, habitación nueva, vida nueva. Parece que hace más de una semana, a esta misma hora, estuviera rondando por mi universidad intentando escaquearme de alguna clase sin importancia para irme al baño y vomitar la poca comida que tenía en el cuerpo.
Ahora estaba vestida siempre en pijama, una camiseta de tirantes blanca y un pantalón desteñido rosa formaban parte de ese conjunto de todos los días. Estaba sentada en la cama, me aburría como me había pasado estos últimos días. Los libros que me había empezado a leer, parecía que me los había comido más que leerlos. El tiempo que pasaba sola era insoportable. El silencio era lo que más oía durante prácticamente todo el día, exceptuando los sonidos de ambulancias, pasos veloces de un lado para otro u ruedas de camillas entrando y saliendo de habitaciones o quirófanos.
Mi curiosidad por salir de la habitación se despertó de un día para otro, quería explorar el hospital. No lo había hecho todavía desde que había llegado. Cuando estaba en casa me encantaba la soledad, ahora mismo, después de una semana encerrada, nunca pensé que llegara a detestar tanto estar sola o llegar a aborrecer el silencio como lo aborrecía ahora.
Me levanté de la cama, me puse las zapatillas y caminé despacio hasta el umbral de la puerta. Me asomé al pasillo, miré de un lado a otro con algo de miedo, y comencé a caminar por el amplio pasillo de paredes blancas.
Cada dos pasos, había una habitación curiosamente parecida a la mía. A pesar de ser invierno, las ventanas dejaban pasar los rayos de sol que rozaban la poca piel que separaba los huesos del interior de mi cuerpo.
Seguí caminando por los diferentes pasillos, viendo puertas que llevaban a quirófanos, habitaciones…Pero una habitación me tentó. ‘Solo personal autorizado’. Ponía en la puerta de cristal. La puerta era más grande que las demás, más ancha. El cartel de ‘Solo personal autorizado’ estaba a mi altura, me agache, para contemplar el interior.
Había un pasillo de baldosas amarillo limón, me recordó al camino de uno de mis libros favoritos cuando era niña, ‘El mago de Oz’. Las paredes estaban decoradas con dibujos de niños, con su firma incluida. Me decidí a entrar. Anduve despacio por el enorme pasillo, procurando no hacer ruido, caminando lo más cerca de la pared. Al final del pasillo había una sala, grande, muy grande. La habitación parecía dividida en dos, por un lado, había una zona llena de juguetes de niños pequeños: cochecitos, muñecas de trapo y demás. Y por otro, un ordenador, un reproductor de música y demás cosas electrónicas. Parecía que estaba dividida en dos: infancia y adolescencia.
La verdad, no me fije lo más mínimo en los objetos que había en aquel peculiar lugar. Solo me fije en el enorme piano de cola que había en el centro de aquella enorme guardería. Caminé despacio hacía el maravilloso instrumento de cuerda percutida. Deslicé la mano por encima de las numerosas teclas sin emitir sonido alguno. Cuanto echaba de menos el deslizar de mis dedos sobre las teclas blancas y negras del piano de mi casa. Aquel que me había comprado mi madre para que recibiera clases de piano.
Me senté en el pequeño banco de color negro con acolchada y blanda textura de terciopelo.
Mis manos rozaron una vez más el tacto de las teclas antes de empezar a tocar. Cerré los ojos y comencé a tocar una canción cualquiera. Mis manos se movían con agilidad de una tecla a otra haciendo que de vez en cuando un leve cosquilleo que empezaba en la espalda y terminaba en la nuca, me invadiera, haciendo que un escalofrío fuera testigo del hermoso sentimiento que yo, una adolescente hospitalizada, sentía cuando tocaba ese maravilloso instrumento. Era algo indescriptible para mí. Me expresaba con la música que se formaba poco a poco en mi cabeza y me sentía mejor sacando mis emociones componiendo mis propios borradores o, incluso alguna que otra obra que nunca me atrevería a enseñar al resto de la gente que me rodeaba. Gente mediocre y atareada que no valoraría mi trabajo. Siempre he sido muy mala afrontando las críticas constructivas que me hacía la gente. Adoraba cuando la gente me alababa y felicitaba por mi trabajo y esfuerzo de forma positiva, pero me derrumbaba cuando lo hacían de forma negativa.
Por eso, entre otras cosas, guardaba mi música entre el piano y yo. Mis manos, era una de las partes del cuerpo que más ejercitaba y fue por ello por lo que mis dedos fueron una de las primeras partes de mi cuerpo que empecé a notar débiles. Dejé de tocar de un día para otro, me agotaba el desplazarme de un extremo del teclado al otro.
Después de dos semanas hospitalizada, había mejorado bastante, me sentía más fuerte exteriormente y eso lo estaba notando en ese momento. Cuando mis manos se veían más fuertes y ágiles a la hora de tocar.
Adoraba esa canción que había compuesto hacía tan poco, la tenía preparada en mi cabeza, pero nunca la había interpretado todavía. No tenía apuntes de la partitura, ni siquiera borrador. Simplemente, tocaba. Las notas fluían como si me la hubiera memorizado de un extremo a otro.
Y entonces, se acabó. Dejando la última nota en el silencio. Esa canción era maravillosa. Expresaba lo que había sentido aquellos últimos meses: soledad, angustia y sobre todo, tristeza.
Unos aplausos procedentes de la puerta por la que había entrado me sobresaltaron.
-Tocas de maravilla –dijo Tsunade con una sonrisa.
Agaché la cabeza y me sonroje. Se fue acercando a mí poco a poco y cuando estuvo a mi vera, se sentó a mi lado.
-¿La has escrito tú?–preguntó.
Asentí.
-Es muy buena, ¿cómo se titula?
-Lágrimas. La compuse para un chico, y lo que me hizo sentir cuando estuve con él.
-Yo tengo un hijo ¿sabes? Y es de tu edad, hace poco que le ha hecho daño a una chica y, la verdad, se arrepiente mucho, lo escucho llorar todas las noches.
-Dudo que el chico al que me refiero esté pensando en mí siquiera…
Me tocó la mano.
-Quien sabe.
A partir de ese día empecé a ir a aquella sala cuando me sentía sola o nostálgica, me hacía sentir mejor el golpeteo de los matices sobre las cuerdas.
Ahora…
Me había quedado blanca. Hace seis meses, en los primeros de ingreso, Tsunade me había empezado a hablar cada día de su hijo y, sin darme cuenta, contado lo mal que lo había estado pasando. Tsunade era la madre de Sasori. Me sentía como una estúpida en ese momento, ingenua e indefensa. Era difícil de asimilar, y mucho más cuando sentía que Tsunade era como una madre para mí.
Sasori seguía sentado a mi lado. Mirándome con esos ojos castaños de los que una vez me enamoré.
Sonreí. ¿Qué otra cosa podía hacer?
-Te perdono, en serio.
Sasori me abrazó. Cuando este terminó, se fue apartando poco a poco, quedándose enfrente de mí, a pocos centímetros de mi cara. Nuestras narices casi se rozaban, sentíamos la respiración del otro muy cerca. Tragué saliva, me había quedado de piedra. Sasori, bajó la vista y observó mis labios por un segundo, luego volvió a posar su intensa mirada en mis ojos color verde esmerada.
Estaba nerviosa, ¿quería besarle? Él estaba claro que sí a mí pero… yo no estaba segura. Sus ojos se cerraron y se fue acercando poco a poco a mí. Aunque no había muerto, al menos que yo supiera, vi pasar mi vida por delante de mis ojos. Y algo me contuvo.
-Que te haya perdonado, no quiere decir que quiera volver contigo…
Sasori se apartó despacio.
-Lo entiendo –susurro.
-Saku… -Tsunade irrumpió en la habitación, asomándose por el umbral de la puerta. – ¿Interrumpo?
-No –contesté. – ¿Pasa algo?
-Tengo tus últimos análisis, ¿los quieres ver?
-No… siempre es lo mismo.
-Esta vez… hay algo nuevo –contestó.
-¿Qué es?
-Sasori… -dijo Tsunade para que se fuera.
-Claro mamá.
Esa palabra… se me clavaba, podrían habérmelo dicho antes.
Sasori se fue, y nos dejó solas.
-¿Por qué no me lo dijiste? –susurre.
-No quería que tus progresos fueran en vano y… mucho menos que dejaras de confiar en mí.
-No lo haría mamá. Eres una de las pocas personas que tengo.
Mamá me abrazó.
-Cuéntame el cambio de los análisis.
-Estás recuperada Sakura…
he aki el tercer capitulo espero ke os guste ^^
he aki el tercer capitulo espero ke os guste ^^
Regresar al índiceCapítulo 4 by Ali_de_Alyssa
Cuando llevas seis meses en un hospital, el mundo fuera de él te parece nuevo, distinto, diferente. Incluso te llega a asustar que haya otra vida a parte de la que vives dentro de ese edificio. Te acostumbras a las paredes blancas y creas y cambias lo que tengas que cambiar para sentirte lo más cómoda posible. Crearte un hogar en un sitio nuevo no es fácil para algunos. Yo no había tenido un hogar o, al menos, un hogar como es debido. En el hospital, me había creado mi propia vida. No esperaba que mi vida empezara en un hospital, me refiero, nunca creí que, donde me sentiría como ‘en casa’ fuera en un hospital. Un lugar de paredes blancas, aparentemente frío y silencioso. No es fácil acostumbrarse a que te hagan un análisis todos los días y, en mi caso, que también te pesen. A veces había excepciones, y me pesaban una vez cada semana o así. Al ser anoréxica te tienen más controlada y, si tienes una médica que se convierte en tu madre pues, obviamente ayuda y no te importa tanto pasar la mayor parte del día con ella. Me había acostumbrado a estar con ella todo el tiempo, durante esos seis meses. No me podía creer que eso fuera a cambiar de un día para otro. Que, de pasar a verla todos los días, no volviera a verla en… sabe dios cuanto tiempo. Su trabajo era muy importante, trabajaba las veinticuatro horas del día. Era mi heroína, madre soltera de un adolescente de diecisiete años. En una de esas noches de chicas, en las que se quedaba conmigo pasada la hora de su jornada, me contó que había sido madre adolescente. Que había tenido a Sasori con la misma edad que tenía yo ahora. Me recordó a los casos de la serie de Embarazada a los dieciséis de MTV: en algunos casos, el padre del niño se quedaba y hacía su labor como padre, incluso a veces sin estar saliendo con la madre de este. El otro caso era que desaparecía de la vida de ambos. Ese fue el caso de Tsunade y Sasori.
-El padre de Sasori, Yamato, no era lo suficiente maduro ni responsable como para criar a un recién nacido –me contó una noche.- Lo que aun me duele es que, durante los nueve meses de embarazo, me prometió que siempre estaría ahí para los dos. No lo hizo. Nació y dos días después desapareció. Yo podía vivir sin él, lo superaría con el tiempo, como cualquier adolescente normal. Pero, cuando tienes un hijo, todo cambia, solo quieres que tenga un padre en su vida, que le enseñe a jugar a la pelota.
‘Eso pensaba hace dieciocho años. Ahora, me alegra que Yamato no formara parte de la vida de mi hijo. Además, ahora tengo un nuevo marido, Jiraiya, que me ha ayudado mucho en la educación de Sasori. Lo conocí cuando mi pequeño aun era un enanito saltarín. Tenía tres años cuando empezamos a salir oficialmente. Al principio, no sabía si aceptaría que tenía un hijo, pensé que haría como Yamato: salir huyendo en cuanto lo viera. Pero no lo hizo, algo que agradecí mucho. Y todo el cariño que nos da, es increíble.'
Me dio un beso en la frente, y se fue.
No quería ser otra persona que saliera de la vida de Tsunade. Sería demasiado difícil para mí. No quería ser como Yamato, un capítulo más de su vida.
-No quiero irme... -susurre.
Tsunade estaba sacando mi ropa del pequeño armario de madera que había enfrente de mi cama o, pronto mi antigua cama. Ino estaba sentada en su cama. Todavía tenía los ojos rojos, la había escuchado llorar durante la noche, poco después de que mi madre le diera la noticia. Me iba.
Tsunade me miró muy sería.
-¿Crees que quiero que te vayas? -preguntó.- Estoy encantada de que estés bien, de que te hayas recuperado tan rápido de una enfermedad 'doble'. La anorexia y la bulimia son dos enfermedades muy difíciles de superar, pero tú, lo has hecho en un tiempo récord. Has duplicado el peso objetivo. Siempre me prometí que sería buena con mis pacientes pero...
-Pero nunca pensaste que llegarías a querer a alguna de tus pacientes como una hija- terminó Ino.
-Ni tú a una compañera de habitación como una hermana-replicó Tsunade.
-Ambas... -empecé- os habéis convertido en la familia, dentro de lo que cabe normal, que nunca he tenido. Nunca he tenido una madre que me quisiera o, al menos, que me lo demostrara. Jamás me dio un beso de buenas noches o me puso la ropa la noche antes de ir a clase. Ahora entiendo las pintas que tenía en primaria...
Esto las hizo reír. Una de las muchas risas que habíamos compartido a lo largo de estos meses. Esas que me llenaban, esas que me hacían sentir niña de nuevo.
-Nunca... -retomé -he tenido una hermana o una amiga a la que considerar hermana. ¿Tenía amigas? Sí, claro. ¿Las quería? Sí, mucho. Pero nunca voy a encontrar a una hermana que se parezca tanto a mí. Que tenga las mismas ideas alocadas que yo. Que me peine cada noche después de ducharme, ese pelo rebelde que tengo.
'Echaré de menos el hospital. A todos los componentes de él: las demás chicas de rehabilitación, los enfermeros y enfermeras que me pincharon tantas veces en ambos brazos... Añoraré mi sala de piano, donde tantas veces he ido y esperaba ir. Ojala la hubiera encontrado antes... Extrañaré las tardes en las que Ino y yo, nos quedábamos sentadas en las salas de espera a, como su buen nombre indica, esperar a algún tío bueno enfermo.'
Tsunade cogió mi maleta, llena de toda mi ropa, mis sabanas teñidas a lo hippie y mi burrito de peluche con el que duermo todas las noches. Sí, soy una universitaria de 17 años que duerme con un peluche ¿vale?
Ino decidió acompañarme también a la salida. Dios, como añoraría a esa chica.
Ya no iba vestida en pijama. Llevaba puestos unos vaqueros cortos y una camiseta básica de asas. Era un conjunto que me había comprado Tsunade. La mitad de la ropa de hace seis meses no me entraba, cosa que me encantaba.
Hoy, dejaba de ser una paciente más de la planta 3 de anoréxicas. Empezaba una nueva vida. Una nueva casa, un nuevo piso que había alquilado la noche anterior. En poco tiempo empezaría a buscar trabajo para poder pagar mi nuevo hogar. La universidad, no la había dejado, pero había empezado a estudiar por internet. No quería volver al campus, donde, suponía, que estaría el chico que me enamoró por primera vez, pero que también, las consecuencias de mi enamoramiento habían sido... extrañas, digamos lo así.
Una puerta enfrente de mí, me decía que había llegado la hora de salir. Sus puertas corredizas se abrieron y una brisa de verano me invadió haciendo que mi pelo se alborotara un poco. Como echaba de menos esa sensación. Un coche negro, me esperaba aparcado delante del hospital. Que dia se celebra hoy
Tsunade metió la maleta en el maletero mientras me despedía, una vez más, de Ino.
-Pórtate bien, come de todo un poco y ni se te ocurra dejar de comer por volver aquí ¿vale? Te estaré vigilando pequeña... -me dijo con lágrimas en los ojos.
-No lo haré...- las lágrimas eran contagiosas. Se me nubló la vista con las lágrimas de cocodrilo que brotaban de mis ojos. Nos abrazamos.
-Te quiero pequeña.
-Te quiero enana.
Tsunade se acercó a nosotras cuando concluimos. Era la hora de su despedida. Lucia decidió meterse ya en el hospital para no alargar más las cosas.
-Mi niña grande... -empezó.- Solo quiero que sepas que siempre serás como una hija para mí. Que las despedidas no son lo mío...
La abracé, haciendo que parara con su discurso de madre adoptiva. Me sentía pequeña a su lado. Mi altura solo me permitía abrazarla por la cintura. Alcé la vista, mirándola a los ojos.
-Te quiero mamá.
-Te quiero hija.
He aki el cuarto cap de esta
historia al igual ke siempre
os invito al blog de mi amiga Noa ames
espero ke os haya gustado chao nos leemos ^^
He aki el cuarto cap de esta
historia al igual ke siempre
os invito al blog de mi amiga Noa ames
espero ke os haya gustado chao nos leemos ^^
Regresar al índiceCapítulo 5 by Ali_de_Alyssa¿Sabes cuándo vas a dormir a casa de una amiga y tienes la sensación de estar en tu cama? Pues a mí me pasaba igual. Cuando me desperté en el sofá de mi nuevo piso, tenía la sensación de sentir las suaves sabanas de mi cama de hospital rozando mis piernas desnudas, aun con marcas de cortes. En cambio, la cama había sido sustituida por el sofá y las sabanas de colores, por una sábana blanca y sosa. Dormí en el sofá los primeros días. Mi nueva cama estaba llena de cajas de embalar con todas las cosas que tenía en casa de mi madre. Ni siquiera tuve que encontrarme con ella. Ninguna de las dos estábamos por la labor.
Cuando salí del hospital, mi madre me mando un mensaje con la dirección de mi nuevo piso. No le contesté. Cuando fui a echarle un vistazo, el portero me recibió y me dio las llaves de mi nueva casa. Tercera planta, piso 3ºB. Mi número favorito. Cogí el ascensor, no tenía muchas ganas de subir un centenar de escaleras por una casa que seguro que no me gustaría nada.
Cuando entré, nada de lo que había visto me sorprendió, dando por hecho que mi madre había elegido mi ‘nuevo hogar’. Las paredes estaban pintadas de colores suaves: blanco, gris, etc. Era una casa luminosa, sencilla: un baño, dos habitaciones, cocina y salón comedor.
Durante varias semanas me desperté así, con esa sensación de añoranza. No quería empezar todavía las clases, enfrentarme a Sasori… los sentimientos contradictorios, las dudas…Demasiada tensión para mí. Dos días después de instalarme definitivamente y sentirme a gusto dentro de lo normal, llame a mi consejera diciéndole que ya había salido del hospital pero que prefería seguir estudiando como había hecho hasta ahora: por Internet.
-Me parece bien, Sakura. Tómate tu tiempo y cuando estés lista decides lo que quieres hacer. Tus notas no han bajado lo más mínimo respecto a ‘tu problema’- odio cuando dicen ‘tu problema’. Ahí es cuando todo se vuelve algo incómodo. No quieren ofenderte pero, sin darse cuenta, lo hacen. –Y… -empezó, comenzando a dudar respecto a que decir – ¿Cómo estás?
Esa situación me ponía enferma. Estoy genial: cuando realmente me sentía feliz, en mi nuevo hogar, va y me tengo que ir. Separarme de la gente que había conocido y cogido cariño. Enterarme de cosas que me rompieron el corazón en los últimos días de ingreso…
-Estoy bien –terminé por decir. Ni a la mitad de la gente, le importa realmente como estas, ¿para qué complicarte la vida diciendo lo que realmente te pasa? Además, esa tía solo me aconseja en los estudios, así que, ¿para que contarle mis penas cuando, en cuanto tenga el descanso irá a contarle el nuevo cotilleo a sus compañeras de comida? Para eso paso. Ya no tengo a nadie que se interese por mí… -Tengo que colgar, hablamos.
Ni siquiera espere a que se despidiera, no valía la pena.
Estos días no había tocado la calle, y la verdad, me apetecía salir a conocer el barrio, me estaba quedando sin provisiones. Qué raro se me hacía en mí pensar que antes me daba igual si tenía comida o no. Ahora, después de prometerle a Tsunade que comería, tenía que cumplir mi palabra, nunca rompía mis promesas, bueno, menos una…
Cogí una chaqueta de encaje, mi móvil, la cartera y las llaves de casa. Me calcé unas deportivas negras y salí a la calle. Esta vez bajé por las escaleras, me sentía contenta esta mañana, quería encontrar algo que hacer, y estudiar… no me apetecía mucho en ese momento. Me despedí del portero con una sonrisa y me dirigí a buscar aventura. El portero, de unos cincuenta años como mucho, me miró sorprendido, pero me devolvió la sonrisa. Seguro que se preguntaba que había hecho estos últimos días. Me sorprende que la gente sea tan curiosa, yo lo soy, pero no respecto a los temas personales o privados de mis vecinos. De momento, no conocía a nadie del piso, la verdad tampoco me importaba.
Hacía bastante calor, no había sido buena idea coger la chaqueta. Menos mal que iba bastante fresca con mis pantalones rojos cortos y una camiseta blanca. Me até una coleta cuando empecé a notar los rayos del sol pegados a mi espalda.
Las calles estaban empedradas y los balcones estaban llenos de macetas llenas de flores. Los árboles, colocados a ambos lados de las aceras, ya estaban llenos de frutos, sobre todo manzanas. Alguna que otra persona se había asomado al balcón para contemplar ese maravilloso día de sol.
Estaba maravillada con tan semejantes calles, eran preciosas, pueblerinas, sencillas. Los niños jugaban en la calle con todo tipo de juguetes: canicas, bicicletas, la rayuela… Me recordaba un poco a mi infancia.
Seguí caminando en busca de lugares que me quedaran cerca de casa: comercios, etc. Y me sorprendí, al encontrar un mercado muy cerca de allí. Había de todo: frutas, verduras, animales, ropa… Ese lugar tan pueblerino me encantaba. Parecía que mi madre no se había equivocado tanto con su elección.
Como no me apetecía mucho seguir mi paseo cargada con bolsas de comida, decidí dar una vuelta por las calles y después volver.
Fui caminando tranquilamente por una calle pero, cuando iba a cruzar la esquina alguien hizo que me cayera al suelo, raspándome la rodilla contra el suelo.
-¡Au! Ains que dolor- me quejé.
-Ains dios, ¿estás bien?
Levanté la vista, y unos ojos azabaches se cruzaron con los míos. Un chico, alto, musculoso, me tendía la mano con una cara de preocupación.
-Sí, tranquilo, estoy bien –dije al mismo tiempo que cogía esa mano fuerte pero a la vez suave.
-Pero, ¿qué dices? Estas sangrando –me dijo el joven observando como mi rodilla, al descubierto por los shorts cortos, sangraba.-Anda, entremos aquí.
Me dejé llevar por ese hombre tan apuesto hasta el interior de una cafetería. No alcancé a ver el nombre la verdad. El chico, parecía mayor que yo. ¿Qué edad tendrá? ¿23? 27 como mucho.
El muchacho me llevo de la mano hasta el interior de aquel peculiar café.
Era un lugar sencillo pero elegante, muy acogedor. En las mesas había poca gente, pero todas leían en compañía de una bebida o, incluso algo de picar. Era un sitio bastante luminoso.
Al fondo del local, había unas escaleras que daban al piso de arriba. No se podía ver ni una sola pared pues, todas estaban escondidas tras centenares de estanterías repletas de libros.
Me entusiasmaba leer, cuando era niña y volvía del colegio mi madre no estaba en casa entonces, me iba a la biblioteca, que quedaba cerca y me pasaba la tarde leyendo. Ver que en aquel lugar había tan variedad de libros donde escoger, me fascinó. El dueño realmente había tenido una buena idea, la verdad.
Cada estantería, era de un color: roja, azul, amarilla… Llegué a contar ocho estanterías llenas de libros de todos los tamaños, de todos los colores y de todas las formas posibles. No pude evitar sonreír.
Pero algo me despertó de mis pensamientos. El joven, con el que había chocado, me miraba con sorpresa, pero al mismo tiempo con una sonrisa radiante, preciosa, blanca y sincera que hizo que me estremeciera.
-¿Te gustan los libros? –me preguntó al mismo tiempo que se ponía detrás de la barra, cogió un paño limpio de un cajón y empezó a humedecerlo en el fregadero.
-Sí, mucho la verdad- contesté mientras me sentaba en un taburete –por
cierto, soy Sakura. –No me parecía adecuando no haberme presentado hasta ahora.
-Encantado, soy Sasuke –me respondió rodeando la barra y arrodillándose para ponerme el paño sobre la rodilla ensangrentada. – ¿Te hago daño? –me preguntó mirándome a los ojos.
Me quedé embobada, pero reaccioné antes de que se produjera un silencio incómodo.
-No, para nada. No tendrías porque haberte molestado.
-Oh venga. He arrasado contigo cuando iba corriendo. Lo menos que podía hacer era ayudarte. ¿Te apetece tomarte algo conmigo para reconciliarnos? –me sugirió con esa sonrisa a la que ya me había acostumbrado.
Si ese chico estaba ligando conmigo, la verdad, no lo hacía nada mal. ¡Céntrate Sakura! Solo está siendo amable.
-No traigo dinero suficiente encima… -dije sonrojándome y agachando la vista.
-No te preocupes, soy cliente VIP en este sitio.
-¿Por eso entras y sales cuando quieres de la barra? –le pregunté alzando una ceja.
-Vale vale, me has pillado. Soy el dueño –me contestó al mismo tiempo que se levantaba y colocaba el paño sobre la barra.
-¿¡En serio!? – Pregunté sorprendida –pues permíteme felicitarte, es un sitio precioso, y la idea de las estanterías repletas de libros me encanta.
Sasuke sonrió y empezó a cargar la cafetera.
-¿Qué te pongo?
-Una Coca Cola.
-Bien, y yo cargando la cafetera para nada –dijo con tono sarcástico.
-Es que no me gusta el café. Pero prepárate tú uno.
-Es que yo tampoco tomo café –dijo sonriendo. Le devolví la sonrisa.
No me había dado ni cuenta pero, al entrar, Sasuke había dejado una funda de una cámara sobre la mesa, era de las buenas.
-¿Es tuya? –pregunté mientras este se enredaba en la barra.
Miró hacía donde le indicaba.
-Sí, es mía, ¿te gusta la fotografía?
-Mucho. Pero, ¿trabajas como fotógrafo o lo haces por afición?
-La verdad, cuando iba en el instituto era por afición, hacía las fotos para el periódico de la escuela y demás, pero nunca pasaba de ahí –sacó dos Coca Colas de la nevera, dos vasos de tubo, pajitas y patatillas. Colocó todo en una bandeja- Pero poco a poco, empecé a hacer más fotos por las calles y demás. Aunque llevo unos días un tanto espeso, no encuentro inspiración. Y a eso estoy, en busca de una señal, una musa, algo, que me haga despertar mi inspiración o, simple curiosidad.
-bueno, cuanto menos la busques, antes llega.
- Que gran verdad –me respondió alegremente por mi ocurrencia.
-Por cierto, las estanterías, ¿por qué están de distinto color? –pregunté con curiosidad.
-Te ha gustado la idea de los libros eh? Pues cada estantería es de un tipo de historias diferentes: roja amor, rosa amistad, etc. Así es más fácil saber lo que quieres y también saber qué clase de persona se esconde detrás del libro que está leyendo –me dijo guiñándome un ojo.
-Mmm quiero ver una cosa –me levanté y me dirigí a observar las distintas estanterías. Estaba buscando un libro en concreto. Sasuke, mientras, fue a colocar nuestro pedido en una mesa en el centro del local.
En poco tiempo, encontré mi libro. El que esperaba que estuviera.
Me acerqué de nuevo a la mesa donde me esperaba ese chico tan peculiar. Se levantó y me desarrimó la silla como todo un caballero.
-Gracias –dije sonrojándome. – ¿Te apetece hacer una prueba?
-Mmm ¿qué clase de prueba? –preguntó intrigado.
-Un reto.
-Venga.
El libro que había cogido se titulaba Una voz. Sus solapas era de color gris y las letras del título y el autor estaban en color negro, con una letra de ‘Note This’ número 13. Lo coloqué delante de mi cara, abriéndolo por una página cualquiera, dejando al descubierto mis ojos color esmeralda. -Sorpréndeme –le reté.
Bueno… aunque está claro que ya me ha sorprendido con esos ojazos.
Sasuke me miraba perplejo. Realmente se notaba que le sorprendía mi personalidad. Le había llamado la atención en cuanto chocó conmigo en la puerta de su local.
Después de mucho pensar de qué tipo podría ser ese libro, el joven, empezó a observar ese libro de tapas grises, con esas letras en negro. Sasuke, abrió la boca para, por fin, dar su veredicto. Pero volvió a cerrarla. Observando la portada.
-Una pregunta –dijo.
-Dime –contesté sonriendo.
-¿Cómo te apellidas?
-Haruno.
Se quedó perplejo. Y no pude evitar reír.
-¡¿Lo has escrito tú?!
Bueno espero ke os haya gustado el capi
y como siempre recuerdo ke esta historia
no es mia (Ya se ke soy pesada con esto pero
es ke no kiero ke la gente piense ke esta
historia es mia cuando es el fruto de
la mente de mi amiga Noa Ames y no kiero
ke me feliciten diciendo ke es muy buena mi idea
cuando no es mia lo unico ke la adaptacion es mia
pero nada mas ) bueno tambn keria agradecer a
ANA_CHAN por su comentario me alegro de ke te guste
bueno se despide : Ali_de_Alyssa
Chao gentecilla ^^
Bueno espero ke os haya gustado el capi
y como siempre recuerdo ke esta historia
no es mia (Ya se ke soy pesada con esto pero
es ke no kiero ke la gente piense ke esta
historia es mia cuando es el fruto de
la mente de mi amiga Noa Ames y no kiero
ke me feliciten diciendo ke es muy buena mi idea
cuando no es mia lo unico ke la adaptacion es mia
pero nada mas ) bueno tambn keria agradecer a
ANA_CHAN por su comentario me alegro de ke te guste
bueno se despide : Ali_de_Alyssa
Chao gentecilla ^^
Regresar al índiceCapítulo 6 by Ali_de_Alyssa
A veces, intentamos controlar cada minuto de nuestra vida, pero no todo se puede controlar: una simple casualidad, algo, una cosa, puede hacer que dé un giro de 180 grados a tu rutina, a tu agenda perfectamente ordenada y planificada.
Mi vida, tal y como la conocía, no había sido la misma desde mis problemas alimenticios, mis cortes, mis ganas de adelgazar cada día más hasta… terminar queriendo morir si no adelgazaba. Un chico, una simple persona, a la que quería muchísimo, se convirtió en mi barrera, solo estaba él para mí. Ni mis amigos que había perdido por conservar a Sasori cerca de mí, o los profesores que desobedecía para hacer pellas con él, se interponían en mi vida, en mi deseo por estar con él. Y entonces… todo cambia y, cuando te sientes bien de nuevo, te tienes que volver a ir.
Mi vida ha sido un Rankin de pérdidas, cambios y confusión desde el día que fui fecundada por mi supuesta madre (una tía que ni siquiera me quería tener) y mi padre (un hombre maravilloso que falleció cuando yo era pequeña…).
-Entonces, ¿es cierto que lo has escrito tú? –me preguntó Sasuke mientras me ayudaba a hacer la compra por el mercado.
-Si… -le dije sonrojándome.
-Y, ¿de qué trata?–preguntó con curiosidad.
-De mi vida. Es algo parecido a mis memorias para que se te haga más fácil entenderlo.
-Y, en esas memorias tuyas, hablas de cómo te has hecho esos cortes en las piernas.
Me paré en seco y me quedé mirándolo. Esa pregunta me descolocó. Me asustó incluso. Intentaba llevar una vida prácticamente normal. Pero estaba claro que nada podría ser normal después de estar en el hospital. Nunca había hablado con ningún chico que no supiera mi problema después del hospital.
-Hey, tranquila, no te preocupes –me sonrió para aportarme seguridad –Te has puesto blanca… Lo siento. Te acabo de conocer y en vez de preguntarte si prefieres dulce o salado, como cualquier persona normal te pregunto eso…
-Dulce –le interrumpí. Estaba roja como un tomate. Sé que había sido un poco brusca al decírselo así pero, cualquier cosa era buena para cambiar de tema.
-Es bueno saberlo–dijo sonriéndome- Pues permíteme que te haga más preguntas respecto a tus gustos, si no te importa y no tiene que ver demasiado con tu pasado…
-Me parece bien–le contesté con una sonrisa. –Pero supongo que tendrás más cosas que hacer…
-Que va, esta tarde soy todo tuyo.
Ains… es mío. Sakura tranquilízate. Me puse colorada de nuevo y eso hizo que Sasuke se echara a reír.
Seguimos caminando mientras Sasuke me iba haciendo preguntas como color favorito y demás.
-Mmm arriba o abajo en… ya sabes…
Puse los ojos como platos, estaba colorado. Me eché a reír.
-Eso se queda entre las cuatro paredes del cuarto –le dije guiñándole un ojo y adelantándole un poco el paso. En poco tiempo me alcanzó y, entre risas y alguna que otra pregunta inesperada se fue pasando el día.
Nos paramos un par de veces a comprar algo para mi nevera vacía: un par de lechugas, tomates, huevos… Lo básico para alguien que antes no comía o vomitaba… Sasuke llevaba la mayoría de las bolsas, cosa que mis piernas agotadas y mi poca fuerza agradecían. Llevaba las bolsas como si estuvieran llenas de plumas.
El día había llegado a su fin. El sol se estaba poniendo cubriendo todo con un color anaranjado brillante al final del horizonte y un tono cada vez más oscuro a cada segundo que este se iba escondiendo más y más hasta el día siguiente.
Este día, que principalmente no esperaba que fuera nada del otro mundo, se terminó convirtiendo en una experiencia nueva.
-Sasuke… -empecé a decir mientras caminábamos –Te va a sonar algo estúpido por mi parte pero… no sé donde estamos. No te lo he dicho pero me acabo de mudar hace poco y hoy ha sido la primera vez que he salido de mi nuevo piso.
Sasuke empezó a reír.
-No te preocupes, yo si sé donde estamos. Y creo que me hago una idea de dónde vives –me dijo con una sonrisa.
Me dejé llevar por ese chico. La verdad, no sé exactamente porque lo seguía. ¿Y si me llevaba a un callejón oscuro y me violaba? La verdad, no me sorprendería el mísero hecho de que otra persona más me hiciera daño. He tenido tantas decepciones a lo largo de mi vida. La última vez que había confiado en un chico mira como había quedado…
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la mano de Sasuke que se movía delante de mis ojos para que espabilara.
-Saku… ¿estás bien? –me preguntó Sasuke. Su mirada estaba llena de preocupación.
-Si si, estoy bien. No te preocupes.
-Ya hemos llegado. ¿Es este? –dijo Sasuke alzando una ceja y mirándome con aires de sabidilla.
Me quedé asombrada al ver los alrededores de mi piso, la puerta por la que había salido esta mañana y donde me sonrió el portero.
-¿Cómo…? –Empecé a decir. Pero Sasuke ya estaba en la otra acera, dirigiéndose hacia la puerta principal que daba a las escaleras y conducían hacía las viviendas con sus respectivos habitantes. Cuando llegué hasta la puerta, él me esperaba en el ascensor, aguantando la puerta, con las bolsas en el suelo y una sonrisa radiante en el rostro.
-¿Subes? –me preguntó. Asentí con la cabeza poniéndome, como siempre, colorada mientras me dirigía al ascensor. Me apoyé en la pared de este, colocando las dos bolsas ligeras que llevaba en el suelo de metal del ascensor. Sasuke dejó de pulsar el botón que mantenía la puerta abierta, me miró por un instante y pulso el número tres. Mi sorpresa era cada vez más mayor y lo miré extrañada. Ese chico de ojos azabaches me miraba con una sonrisa pícara.
-¿Puedo…? –empecé a decir, pero ese sabidilla me interrumpió.
-Preguntarme como he sabido cual era tu piso –preguntó retóricamente. –Todavía no, cuando estemos arriba.
-Ains… -suspiré no por muy por la labor.
Sasuke rió ante tal gesto de impaciencia por mi parte.
En pocos segundos, llegamos a la planta de mi piso. Sasuke y yo nos agachamos al mismo tiempo, haciendo que casi nos chocáramos con nuestras cabezas.
-Uff por los pelos –dijo este.
No le respondí, aun estaba un poco molesta por el hecho de que no me contará como sabía donde vivía. Cogí las pocas bolsas que había llevado todo el camino y me fui hacía la puerta del 3º B. Sentí una risita de Sasuke y su mirada pegada al cogote. Dejé una bolsa en el suelo, metí la mano en uno de los bolsillos delanteros, saque las llaves de mi piso y las encajé en la ranura.
-Pones una carita de niña pequeña cuando te enfadas… -me susurro Sasuke muy cerca de mi oído. Ese gesto hizo que un escalofrío me inundara. No sé qué poder tenía este chico en mí pero… esto no se parecía nada a lo que me había hecho sentir Sasori. Este chico me gustaba o, al menos, me empezaba a gustar pero… las cosas son muy complicadas y no le iba a dar la satisfacción de que viera que era débil.
Cogí las bolsas y me dirigí a la cocina seguida por Sasuke que cerró la puerta tras de sí con el pie. Ambos colocamos las bolsas encima de la mesa que aun, ni siquiera había estrenado.
Sasuke, fue sacando las cajas, envases y demás de las bolsas y me las fue pasando para que las fuera colocando en la nevera o en sus estantes correspondientes.
-¿Te has enfadado?–me preguntó Sasuke cuando concluimos nuestra tarea.
Le miré, sus ojos se habían teñido de un color rojizo, casi escarlata, que me hizo estremecer. Parecía preocupado. Eso me gustó. No tenía todo el poder entre nosotros.
Le sonreí como respuesta y le hice un ademán con la cabeza para que me acompañara al salón. Nos sentamos en el sofá. Yo con las piernas sobre este. Estaba en mi casa, era normal que me pusiera cómoda. Sasukese sentó en el sitio libre que quedaba, pasando un brazo sobre el cabecero.
-¿Cómo sabías donde vivía? –solté con impaciencia.
-Exactamente no sabía donde vivías pero, hace un mes, aproximadamente, yo vivía en este mismo piso.
Le miré con una ceja alzada con cara de: Eso es imposible. Entendió perfectamente mi expresión.
-Lo sé, lo sé. Parece imposible pero es cierto. Últimamente, como te he dicho, no me ha ido muy bien en mi trabajo de fotógrafo. Y esto ya es desde hace un mes. No pude pagar el alquiler de este piso y… bueno…
-¿Te echaron? –pregunté asombrada.
-Si…desgraciadamente sí. Me encantaba este piso. Además el poco dinero que tenía lo había gastado todo en mi inversión: el café. Por eso, entre otras cosas me echaron.
‘Poco después de irme, ya pusieron el cartel de ‘Se alquila’ y, durante estas semanas, me he estado pasando por este barrio para ver si alguien lo había alquilado ya. Aun tenía la esperanza de volver a alquilarlo. Volviendo al tema de cómo sabía donde vivías… fue cuestión de suerte. Podía ser posible o no que fuera tu piso.’
-¿Y si no llegara a ser mi piso en el que tú has vivido?
-Pues… te hubiera llevado a objetos perdidos.
Me eché a reír. He de admitirlo, hacía tiempo que no me reía tanto. Un hospital no era muy habitual reírse.
-Y… ¿Sigues teniendo la esperanza de conseguir este piso? –le dije después de reírme un buen rato.
-Está claro que no lo conseguiré, ahora es tuyo, ¿no?
-¿Y si te vienes a vivir conmigo?
bueno espero ke os haya gustado
este cap y ke comenteis a er ke os ha parecido
bueno eso nos leemos
se despide : Ali_de_Alyssa
Chao gentecilla de este luagr llamado mundo ^^
bueno espero ke os haya gustado
este cap y ke comenteis a er ke os ha parecido
bueno eso nos leemos
se despide : Ali_de_Alyssa
Chao gentecilla de este luagr llamado mundo ^^
Regresar al índiceCapítulo 7 by Ali_de_Alyssa
¿Por qué había dicho eso? A ver, obviamente mi economía tampoco iba muy bien, no tenía trabajo y el poco dinero que tenía en mi cuenta bancaria no era mucho. Una universitaria de primer año, sin trabajo, que el poco dinero que tenía se lo gastaba en los materiales para la universidad, precisamente bastante caros. Y ahora, había que sumarle el alquiler del piso: seiscientos euros el mes. No podía permitírmelo, y el pago era la semana que viene.
- ¿Estas segura de querer convivir con un joven fotógrafo de veintitrés años, prácticamente en la ruina? –me preguntó Sasuke.
-Mi situación tampoco es muy buena, ¿sabes? –le expliqué mi situación, sin decir mucho de mi pasado y me centré en mi estado económico. –Pero entenderé si no quieres convivir con una universitaria de diecinueve años –sonreí.
-Por mí no habría problema… ¡Nada me gustaría más! –dijo levantando los brazos eufórico. El gesto hizo que me echara a reír.
-Y… -empezó- ¿qué te parecería trabajar en mi café?
-¿En serio? –pregunté asombrada.
-Solo tengo un camarero y, la verdad, se ocupa de todo cuando yo no estoy.
-La verdad me viene muy bien, ganaría un poco dinero y si no me pudieras pagar los primeros meses, lo entendería. Además, hasta que termine de escribir la segunda parte de mi novela no podré publicar y ganar algo de dinero con las ventas.
-¡¿Vas a hacer segunda parte?! –preguntó sorprendido. Reí ante tal sorpresa de este.
-Sí. Me la han encargado hace poco. –contesté con una sonrisa en la cara.
Sasuke sacó el ejemplar de Una voz de un bolsillo de la funda de la cámara que había colocado en la mesa que hacía dentro en el salón. Me sorprendí al ver mi libro una vez más entre sus manos, intenté que no se notara tanto mi agobio. Sasuke me miró después de contemplar la portada.
-No quieres que lo lea, ¿verdad? –me peguntó con esos ojos azabaches posados en mi. Negué con la cabeza.
-¿Por qué? Me encantaría saber cómo eras antes de conocerte.
-No te gustaría saber cómo era, Sasuke – le contesté con tristeza.
-¿Cómo estás tan segura, Sakura? –me preguntó.
-Me juzgarías y te irías como mucha gente que ha pasado por mi vida.
-¿Quién te dice que soy como los demás? – Preguntó - He visto las marcas de tus cortes y no he salido corriendo.
En eso tenía razón. Mucha gente los había visto en la universidad antes del ingreso, gente que se hacía llamar amigos o, simplemente compañeras de clase, que se sentaban a mi lado o así.
Miré a Sasuke y, no sé porque pero, sentí que podía confiar en él. Una sensación parecida la había sentido con Sasori, pero a ese, no le contaba nada, ni como adelgazaba, ni a donde iba entre clases… Si se lo contaba a Sasuke, ¿si confiaba en él, que pasaría? Tantas preguntas y solo una respuesta: destino. Todo dependía de él.
-Puedes leerlo –dije por fin. –Espero no equivocarme contigo.
-Soy de fiar, Saku.
-Muchas personas me han dicho eso antes. Siento ser así… pero te he demostrado hoy, en un solo día, lo fácil que se me hace comunicarme contigo.
-Gracias –susurro.
-Temo que después de leerlo, tengas miedo de mí…- susurre.
Su mano levantó mi cara y sus ojos color azabache se fundieron con los míos color esmeralda. Sentí un escalofrío.
-Tú tampoco sabes cómo soy, Sakura. Dame la oportunidad de enseñarte la parte buena de las cosas y, no solo de mí, sino del resto del mundo. Y que poco a poco, aunque sea difícil y lleve tiempo, siempre estoy dispuesto a intentarlo.
No me podía creer lo que me acababa de decir. Me emocioné y un par de lágrimas recorrieron mis mejillas. Sasuke me abrazó recostándonos sobre el sofá, yo apoyada en su pecho. Me acariciaba ligeramente el pelo. Ese gesto, poco a poco, me fue relajando. Oía la respiración tranquila de Sasuke en mi oreja y el latido de su corazón de vez en cuando, algo acelerado. Las lágrimas desaparecieron y fueron sustituidas por un sueño profundo.
Cuando quise darme cuenta, estaba despierta, en el sofá, con una manta sobre mi cuerpo. Estaba agarrotada, me estiré un poco y me destapé. ¿Qué había pasado? Todo había parecido un sueño. La cámara de Sasuke estaba fuera de la funda y al lado de ella, una carta que ponía mi nombre con una excelente caligrafía: Sakura.
Buenos días princesa, lo siento, te llamo así porque me recuerdas a la Bella Durmiente cuando duermes, estás tan tranquila. Espero que no te importe que te miré mientras duermes, sonríes así que supongo que no. Cuando te despiertes, supongo que ya será por la mañana y tendré un par de sorpresas para ti. Espero que no te parezcan demasiado…
He dormido en mi antigua cama, como la echaba de menos. Ya te explicaré algún día porque este piso es distinto a los demás en los que he estado y porque no he querido estar en otro.
Gracias por todo.
No me lo puedo creer. Este chico me sorprende cada cinco minutos. Esa carta hace que tenga una sonrisa de estúpida monumental. Igual es verdad que es bueno y todo. Pero no puedo parar a pensar mucho porque un olor a chocolate procedente de la cocina, me inunda
Espero ke os haya gusstado y
gracias a ANA-CHAN y a EstefiUsui
por comentar bueno
me despido : Ali_de_Alyssa
Chao gentecilla de este lugar llamado mundo ^^
Espero ke os haya gusstado y
gracias a ANA-CHAN y a EstefiUsui
por comentar bueno
me despido : Ali_de_Alyssa
Chao gentecilla de este lugar llamado mundo ^^
Regresar al índiceCapítulo 8 by Ali_de_Alyssa
Cuando llegué a la cocina, Sasuke estaba allí, con su pelo color azabache con reflejos azules despeinados sobre sus ojos. Vestido con la misma ropa del día anterior pero, la camiseta, ya no formaba parte de su conjunto. Ahora su camiseta azul marino estaba sobre una de las sillas de la mesa y la piel blanca y musculosa de la espalda de Sasuke ocupaba mi radio de visión por completo. Me mordí el labio hasta que se giro. Me miró algo sorprendido pero sonriente.
Me acerqué a él para ver que estaba haciendo delante de la vitro cerámica. Pero cuando me dispuse a contemplar su tarea, lo supe. Un olor a chocolate inundo mis cinco sentidos. Se me hizo la boca agua. Me encantaba el chocolate, pero hacía años que no lo tomaba. Sasuke me miraba con una mirada tímida. Le sonreí.
-¿De dónde lo has sacado? –le pregunté. –No recuerdo haber comprado el chocolate ayer en el mercado.
-Baje antes de que te despertaras.
-Que madrugón has dado entonces –le dije sonriéndole.
-Yo no lo llamaría madrugón porque no he dormido.
-¿No has dormido?–le pregunté sorprendida. Después de haber andado
{* Cuando las palabras sobran*} by Ali_de_Alyssa
'¿Mi deseo? Ponerme encima de una báscula y ver que todo va bien.Deseando despertar de esta pesadilla.' Universitaria, estudiando en el hospitaldesde hace se
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2024-11-24
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