Una apuesta peligrosa by NanA

 

 

 

Una apuesta peligrosa by NanA
Summary:

Takuya Kanbara no podía resistirse a aquel desafío: Unos amigos habían apostado a que no podría seducir a una mujer sencilla sosa tan rápidamente como conseguía a sus ha­bituales bellezas. Poco se imaginaba que aquella mu­jer «sosa», Hanna, era la temible Zoe Orimoto disfrazada, una experta en menospreciar los ogros masculinos. Pero cuando Takuya empezó a enamorar­se de la aburrida y poco elegante Hanna, Zoe se vio en un dilema... ¿cómo podía estar tan celosa de sí misma?

¿Dónde acabaría aquella apuesta?

Mi segunda adaptación a Digimon Frontier(Es un UA)Adaptada por mí de la historia original.

 

¡Dedicada total y exclusivamente a Otagirl por su completo apoyo a mi anterior fic! Esta es mi manera de agradecertelo.


Categories: ANIME/MANGA, DIGIMON Characters: Ninguno
Generos: Romance
Advertencias: Lemon
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 12 Completed:Word count: 39522 Read: 1441 Published: 07/08/2013 Updated: 16/09/2013
Summary:

Takuya Kanbara no podía resistirse a aquel desafío: Unos amigos habían apostado a que no podría seducir a una mujer sencilla sosa tan rápidamente como conseguía a sus ha­bituales bellezas. Poco se imaginaba que aquella mu­jer «sosa», Hanna, era la temible Zoe Orimoto disfrazada, una experta en menospreciar los ogros masculinos. Pero cuando Takuya empezó a enamorar­se de la aburrida y poco elegante Hanna, Zoe se vio en un dilema... ¿cómo podía estar tan celosa de sí misma?

¿Dónde acabaría aquella apuesta?

Mi segunda adaptación a Digimon Frontier(Es un UA)Adaptada por mí de la historia original.

¡Dedicada total y exclusivamente a Otagirl por su completo apoyo a mi anterior fic! Esta es mi manera de agradecertelo.


Categories: ANIME/MANGA, DIGIMON Characters: Ninguno
Generos: Romance
Advertencias: Lemon
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 12 Completed:Word count: 39522 Read: 1441 Published: 07/08/2013 Updated: 16/09/2013
Story Notes:

La historia pertenece a Isabel Sharpe, yo solo he cambiado los nombres y los aspectos de los personajes del libro pero la historia es de su invención.

Story Notes:

La historia pertenece a Isabel Sharpe, yo solo he cambiado los nombres y los aspectos de los personajes del libro pero la historia es de su invención.

Todo comenzó por buscar una salvación by NanA
Author's Notes:

Ohaiooooo minna, vuelvo a la carga después de unas pequeñas y merecidas vacaciones con más adpataciones al gusto de todos. Está vez me he decidido por el Takumi, debido a dos razones.

 

Primero: amo esa pareja en conjunto con el AguKaze >///.

 

¡Disfrutad del cap!

Author's Notes:

Buenas a tod@s

No tengo mucho tiempo porque estoy medio muerta del cansancio que traigo encima >.

 

¡Disfrutad del cap!

Zoe se quedó estupefacta y horrorizada. Era Francois. No debía dejarse llevar por el pá­nico. Miró a Takuya. Él miró al francés traidor y luego a ella otra vez con una expresión de intriga. Na­turalmente, Takuya comprendería que la apuesta había sido una farsa y se pondría furioso.

Estupendo. Cuando empezaba a creer sinceramen­te que él quería a Hanna, se esfumaba cualquier posi­bilidad de resolver las cosas con Zoe.

— Francois —Zoe intentó que la voz grave re­sultara dulce, pero le salió almibarada—. A lo mejor podrías explicarme que intentas.

— ¡Te lo explicaré! He ido a ver a Naomi. Ella recibe una llamada de Shinya. Mientras discuten, yo he visto una nota para ti con esta dirección. Naomi no resulta convincente cuando le pregunto por qué has venido. Francois sabe que algo marcha mal. Ato cabos y voila Te encuentro tonteando con mi barbilla.

Zoe se llevó las manos a la cara y casi se rompió las gafas. ¿Cómo había podido llegar a una situación tan absurda? Era una mujer disfrazada de otra mujer y medio enamorada de un hombre que es­taba medio enamorado de la mujer que ella fingía ser y que acababa de decirle que la mujer que ella era en realidad le provocaba náuseas. Si a eso se le añadía un francés medio loco que se había olvidado de que se suponía que no tenía ninguna relación con Hanna...

Zoe dejó escapar una risa que más bien parecía un grito de auxilio. Como mínimo, todo aquello era el caos. Se sentía como una intrusa en su propia historia de amor.

— ¿Por qué piensas que Hanna y yo no debemos estar juntos?

La voz de Takuya no tenía el tono furioso que ella había esperado. Lo miró entre los dedos. Estaba tan tranquilo, en calzoncillos largos, en jarras y con el magnífico torso desnudo expuesto a todo el mundo. En absoluto furioso. ¿Se habría imaginado que la apuesta estaba amañada? Ella bajó las manos y miró a Francois con una expresión de que no complicara más las cosas.

— ¿Por qué pienso que tú y...?

Francois los miró como un niño al que sus padres habían pillado en una mentira.

Zoe suspiró.

—Mira, será mejor...

—Porque —Francois levantó la mano. El tono de voz era tranquilo— no quiero que hagas daño a mi amiga Hanna. Creo que está enamorada de ti. Las mujeres como ella se enamoran para siempre y los hombres como tú utilizan a las mujeres a su antojo.

Takuya entrecerró los ojos.

— ¿Qué te hace pensar que soy así?

—Mírate —Francois lo señaló— Dejarías en ridí­culo a un dios griego.

— ¿Qué tiene eso que ver? —dijeron Zoe y Takuya al unísono.

Zoe sonrió dócilmente al ver el gesto burlón de Takuya. Se había olvidado momentáneamente de quién era. El también sonrió con unos ojos cariñosos y un poco dia­bólicos, como si estuviera divirtiéndose. A ella le habría encantado que le contara lo que le parecía tan gracioso.

 

Takuya se volvió a Francois.

— ¿Por qué crees que yo no estoy enamorado?

— ¿Tú también? —Francois abrió los ojos como platos—. Oh, la, la, menos mal que estoy aquí. Es peor de lo que me imaginaba.

Takuya frunció el ceño.

— Creía que habías dicho que querías que yo...

— ¡Francois! ¿Dónde demonios estás?

El grito llegó del piso de abajo. Zoe volvió a llevarse las manos a la cara. Era Naomi. La que faltaba para completar la pesadilla.

— Aquí, cariño —gritó Francois por la puerta—. Acabo de salvar a mi barbilla de un peligro mortal. Te pondrás muy contenta.

—Estoy todo menos contenta —Naomi apare­ció en la puerta. Estaba congestionada y sin aliento—. Lo siento, Zo... Hanna. He salido corriendo en cuanto me he dado cuenta de que él venía hacia aquí. Ha debido de conducir a la velocidad de la luz.

—Ah, oui. Las leyes de la física no pueden detener a un hombre que persigue...

—Basta ya, Francois — Naomi lo agarró de un brazo y empezó a arrastrarlo hacia la puerta—. Nos volvemos a Nueva York.

— ¿Naomi...? —una voz masculina llegó desde las escaleras.

— ¡¡Shinya!!— Bramó Naomi—. ¿Cómo demo­nios has...?

—Te he seguido. Naomi, no puedes seguir evi­tándome. Tenemos que hablar. Lo hice porque dijiste que estaban hechos el uno... —Shinya apareció en la puerta y se quedó petrificado al ver las estatuas de piedra— ¿Quién no me ha invitado a esta fiesta?

Takuya se rió. Esa vez fue Naomi quien se llevó las manos a la cara. Por una vez, Francois se quedó mudo.

— Vaya, esto sí que es extraordinario —Zoe dio un gritito medio histérico.

A toda la mezcla había que añadir un hombre ena­morado de su mejor amiga y que no tenía ni idea de que la casa donde estaba, representaba una parte míni­ma del valor neto de su novia.

—Estás preciosa como siempre, Hanna. Tú tam­bién, Takuya —Shinya miró de arriba abajo a su herma­no—. ¿Son los calzoncillos de llamas que te di en la lavandería?

— Detesto tener que estropear tanta diversión, pero me gustaría hablar a solas con Hanna —Takuya fue has­ta Zoe y la agarró del brazo.

Ella sintió el calor de su mano a través del algodón de la manga y deseó haber llevado manga corta. Segu­ramente habría sido la última vez que habría podido sentir su piel. Aunque él quisiera hablar de algo que no fuera la apuesta, ella tendría que confesar su enga­ño. Si él quería de verdad a Hanna, tenía que dejarlo delicadamente y luego desaparecer para siempre.

Shinya miró a su alrededor como si acabara de dar­se cuenta de dónde estaba.

— Este sitio es increíble. ¿Quién demonios vive aquí?

— Vamos abajo, Shinya —Naomi lo empujó hacia la puerta— Nosotros también tenemos que ha­blar.

— ¿Y yo qué...?

Naomi miró de soslayo a Francois.

—Puedes irte fuera y esperar en la piscina del perro.

Naomi lo sacó de la habitación y Shinya los si­guió sin salir de su asombro.

— ¿El perro tiene piscina?

La voz de Shinya flotó en el aire mientras Takuya ce­rraba la puerta.

—Y bien...

Takuya fue hasta el sofá para recoger la ropa y su irresistible semidesnudez empezó a desaparecer bajo los pantalones y la camisa.

Zoe sofocó un gemido de queja.

— ¿Y bien? —preguntó Zoe.

 

— ¿Quieres confesar tú primero o lo hago yo?

Él se puso el polo y por un instante pareció como uno de esos anuncios de un hombre en una máquina de un gimnasio.

Zoe apartó la vista para poder concentrarse en sus alternativas. Seguramente sería mejor que empe­zara ella. Así, podría decir la verdad libremente sin que pareciera que estaba obligada a confesar.

—Empezaré yo.

— Adelante.

—En los años setenta, Francois estaba en la cresta de la ola de los fotógrafos de moda. Desgraciadamen­te, él era el más temperamental de una industria que se caracteriza por su temperamento y lo pusieron de pati­tas en la calle.

— ¿Con esas patitas?

— ¡Ja, ja! — Zoe se rió nerviosamente y esperó que conservara ese humor hasta el final —. Ahora, la moda ha vuelto a aquellos tiempos y él tiene la oportunidad de volver. Holden Home está haciendo los anuncios de la colonia Diablo que...

—Lo sé, lo sé. Mi barbilla.

—Entonces, a Naomi se le ocurrió la idea de la apuesta.

—Y tú te ocuparías de que yo la perdiera.

Zoe asintió con la cabeza.

—Además, gracias a la campaña, yo conseguiría el dinero para montar un estudio propio aquí.

Takuya sacudió la cabeza con una sonrisa.

— Quién iba a pensar que dos mujeres tan dulces y encantadoras serían capaces de organizar una super­chería tan sucia y deleznable...

— No estás enfadado — Zoe estaba atónita.

— ¡Qué cosas dices! —se acercó a ella, sonriente e irradiando un calor más seductor de lo normal en la gélida habitación—. Estoy extasiado.

— ¿Te gusta que te mientan? —Ella lo miró y reprimió el deseo de separar los la­bios para que la besara.

— Si eso significa que sólo me evitabas para no perder la apuesta, sí —la tomó de las manos y la atra­jo hacía sí todo lo que le permitía el relleno del vien­tre— ¿Fue así?

—Fue así, ¿qué?

Ella apoyó la cabeza en el pecho de Takuya y cerró los ojos para absorber cada sensación que provocaba su proximidad.

— ¿Te distanciaste sólo para ganar la apuesta?

Takuya le levantó la barbilla con delicadeza y bajó la cara hasta que los labios casi se rozaban.

—Eso me temo —susurró ella.

—No temas, Hanna.

Takuya se acercó más para besarla. El estómago de Zoe, el verdadero, se contrajo en un puño ¿Por qué todo giraba alrededor de Hanna? Esa maldita mujer siempre se entrometía en el éxtasis de Zoe. Apartó la cabeza. Salarios y Sueldos medios 2023

—No saldrá bien, Takuya.

— ¿Qué? —Él la agarró de los hombros y la retu­vo— Nunca he conocido nada que saliera la mitad de bien que esto.

El cerebro de Zoe daba vueltas a toda veloci­dad. Tenía que convencer a Takuya de que Hanna no lo deseaba y, a la vez, descubrir si Zoe tenía alguna esperanza al margen de Hanna.

—En estos momentos soy una novedad para ti; una mujer que no se parece a las que habitan las fantasías de todos los hombres. Pero ¿qué pasará el mes que viene o el año que viene? Irás por la calle y te darás la vuelta para ver que las mujeres con cuerpos de impre­sión besan por donde pisas ¿Hasta cuándo serás feliz conmigo?

—¿Por qué iba a desear a otra si te adoro? ¿Cuán­tas veces tengo que repetírtelo? No quiero supermodelos. Ni siquiera me acuerdo de la última vez que me volví para mirar a una belleza. Espera, sí me acuerdo.

 

Zoe se sintió humillada. Bastante tenía con es­tar celosa de Hanna como para tener que oír hablar de otra.

—Fue el día de la apuesta. Ella salía del edificio de Naomi. Era una mujer impresionante. Tenía el pelo rubio y abundante y llevaba una especie de vesti­do lila. Me dejó turulato. Incluso soñé con ella. Pero desde que te conocí, no he vuelto a pensar en ella ni en nadie más. Si volviera a verla, te juro que no me fi­jaría en ella. He cambiado. Ya no es lo que quiero, aunque lo nuestro no salga adelante.

Zoe asintió con la cabeza. Tenía todos los mús­culos en tensión para no soltar todo el dolor que le producían aquellas palabras. En cuanto llegara a casa, quemaría el vestido lila y se iría al Tíbet. Él no que­ría a Zoe, quería a Hanna.

Zoe se separó, sólo pensaba en alejarse de él, irse a casa y ocuparse de que Hanna tuviera una muer­te lo más dolorosa posible. Luego, Zoe tendría el resto de su destrozada vida para penar y arrugarse.

Tomó aliento.

—Lo siento Takuya, pero estás muy por encima de mí. Eres muy sexy y me atraes mucho, pero se acabó. Lo siento. No quiero hacerte daño.

Zoe intentó esbozar una sonrisa condescen­diente para demostrarle lo poco que él le importaba. Si lo hubiera conseguido aproximadamente, habría sido la actuación del siglo.

— Estás dejándome...

Estaba tan estupefacto que ella se habría reído de buena gana, pero ya no le quedaba el más mínimo ras­tro de sentido del humor. Además, estaba tan enamo­rada que la idea de hacerle daño hacía que quisiera ser Hanna para siempre.

—Lo siento, Takuya. Tengo que irme.

El se pasó las manos por el pelo y resopló como si hubiera estado conteniendo el aliento desde que había entrado en la habitación.

—Haz una cosa por mí.

Haría cualquier cosa por él.

—Dime.

—Piénsatelo durante una semana —le acarició el pómulo hasta la comisura de los labios y le tomó la bar­billa con la mano—. Luego, sal conmigo una vez más.

Ella dudó. Su respuesta tenía que ser una negativa rotunda. Hanna tenía que desaparecer inmediata y definitivamente para evitar que su existencia siguiera haciéndoles tanto daño.

—Una sola vez.

Él se inclinó y, antes de que ella pudiera evitarlo, la besó en los labios lenta y delicadamente.

Su firmeza se derrumbó como un castillo de arena arrastrado por un vendaval.

—De acuerdo, Takuya. Una vez.

Él volvió a besarla, con ansia esa vez, y se apartó. Takuya pasaba de la sensación de triunfo a la de esperan­za, dolor y miedo. También a la de algo que era mu­cho más que cariño.

— Hanna... —era un hilo de voz ronca— Hanna, yo... yo...

Le tomó las manos y se las llevó a los labios. La miraba a los ojos con una intensidad que la enloque­cía. Iba a decirlo. No podía decirlo. Tenía que detenerle. Estaría perdida, hundida, saqueada, devastada...

—Hanna, yo...

— ¿¡¿¡¿Quééééé?!?!?

El bramido llegó del piso de abajo y fue tan poten­te que atravesó la puerta de madera del dormitorio y retumbó en todo el interior salmón y azulón.

Zoe y Takuya dieron un respingo a la vez y mira­ron hacia la puerta. Al parecer, Shinya acababa de en­terarse de quién era la dueña de la casa. Zoe respi­ró aliviada y parpadeó. Gracias a Dios, Takuya nunca diría a Hanna que la amaba; Zoe no habría sopor­tado esa ironía del destino.

 

— Será mejor que vayamos a ver qué pasa— Hanna fue hacia la puerta a toda la velocidad que le permitían sus temblorosas piernas. Agradecía poder salir de allí, pero se sentía como si le hubiera hecho picadillo el corazón. En un momento de locura transi­toria había aceptado quedar otra vez con Takuya Kanbara, pero en ese momento, completamente cuerda, se daba cuenta de que Takuya y Hanna no volverían a estar juntos porque si él le hubiera dicho a Hanna que la amaba, ella, Zoe, no habría tenido otra alternativa que mirarlo a los ojos y decirle la pura y aterradora verdad: que ella también lo amaba.

Negro. Negro noche y blanco titanio. Formas an­gulosas. Bordes dentados. Unos toques de rojo sangre.

Perfecto.

Zoe dejó el pincel y miró el cuadro. Era uno de los mejores. No le extrañaba que los genios tuvieran vidas desgraciadas. La desgracia estimulaba la creati­vidad.

Al día siguiente llamaría a Takuya y desharía su últi­ma cita. Le dejaría muy claro que Hanna no quería volver a verlo. Nunca. Sería mejor para los dos.

Zoe fue al cuarto de baño con el pincel y lo limpió en el lavabo. Lo llamaría ese mismo día, pero estaba muy ocupada. Tenía que hacer muchas cosas, como... bueno, como muchas cosas. Lo llamaría al día siguiente. Incluso, a lo mejor, al siguiente.

Llamaron al telefonillo. Era Naomi y Zoe abrió.

— Hola —Naomi entró pálida y desarreglada y fue directamente a la cocina— Galletas.

Zoe sintió toda la compasión que le permitía su desolación.

— ¿Shinya...?

—Me odia —Naomi se tumbó en el futón con el tarro de galletas— ¿Takuya...?

— Me odia —Zoe apartó un montón de libros y se tumbó junto a su amiga—. Quiere a Hanna.

— Mal asunto —Naomi se metió una galleta en la boca y suspiró.

—Sí —Zoe también suspiró— Mal asunto.

 

Las dos volvieron a suspirar y se quedaron en un silencio que sólo se interrumpía por la regularidad mecánica de la mandíbula de Naomi al masticar galletas.

Zoe tenía la vista clavada en el techo. Si Takuya hubiera mostrado el más mínimo interés; si ella hubie­ra percibido el más mínimo arrepentimiento cuando él rechazó haberse entusiasmado por la visión de Zoe con su vestido lila, ella tendría alguna esperanza. Algo a lo que aferrarse. Sin embargo, lo que había empezado como una aventura divertida, había termi­nado como una tragedia para Takuya y para ella. Sólo Hanna había salido indemne. Zoe hizo una mue­ca de asco. Era una zorra.

Se oyeron unos golpes en la puerta.

—Alio... Alio... Soy Francois. Déjame pasar— Las mujeres se miraron y suspiraron otra vez. Zoe se levantó y abrió la puerta.

— Hola, Francois, ¿cómo has entrado en el edifi­cio?

—Bonjour, he entrado con alguien que tenía llave. Ah, también está Naomi —sacó un ramo de lirios y lo dividió en dos—. Para ti —dio un ramo a Zoe y otro a Naomi— y para ti. Ahora, Francois os animará.

—Gracias, Francois. No tienes que...

—Es un placer para mí. Zoe, a ti te diré que tienes que ir donde ese Takuya y perder la apuesta inme­diatamente, antes de que encuentre a otra.

— ¿Cómo? —Zoe lo miró atónita— ¿Y tú bar­billa?

 

— ¿Qué es mi barbilla en comparación con tu feli­cidad? ¿Comparada con el amor? ¡Nada! Rodolfo ha vuelto de Milán; su barbilla no es lo mismo, pero haré ese supremo sacrificio. Yo recuperaré mi brillante ca­rrera, tú conseguirás el estudio y voilá —sonrió y adoptó una postura ridícula, como un espadachín bo­rracho—. Francois ha conseguido un final feliz.

El corazón de Zoe se concedió un instante de calidez antes de recuperar toda su gelidez. Consegui­ría todo lo que siempre había deseado. Tendría su es­tudio y una vida nueva. ¿Cómo habría podido llegar a pensar que la satisfacción plena eran cuatro paredes y una hipoteca? La satisfacción plena tenía otro aspecto. Era alta, morena e inalcanzable.

— Gracias, Francois, ojalá fuera tan fácil. Él no me quiere a mí, quiere a Hanna.

Francois la miró como si necesitara que le miraran la cabeza.

— ¿Quién es Hanna?

Zoe se volvió hacia Naomi, quien se quedó con una galleta a medio camino de la boca. ¿Estaría perdiendo él el norte?

—Hanna—dijo Naomi — Ya sabes... La ver­sión rebajada de Zoe.

—No sé nada de esa Hanna. Sólo conozco a Zoe.

— Francois, ¿quieres tumbarte? —Zoe dejó las flores en la mesa y le pasó el brazo por los hombros. Estaba realmente asustada— Puedo hacerte un poco de té.

— ¡Ja! Crees que estoy chocho, ¿verdad? Pues, no. Jack y Francois somos iguales. Sólo conocemos a Zoe. Hanna no existe. Tú me dices siempre que la be­lleza no importa, pero ahora me dices que si la belleza de Zoe desaparece, ella se convierte en otra perso­na. ¡No! Tú eres tú. Hanna es Zoe. Naomi es Naomi, sea rica o pobre. Esos Kanbaras os aman.

Asintió con la cabeza vigorosamente y se cruzó de brazos como si hubiera resuelto todos los misterios del universo que quedaban por resolver.

Las dos volvieron a suspirar y se quedaron en un silencio que sólo se interrumpía por la regularidad mecánica de la mandíbula de Naomi al masticar galletas.

Naomi se sentó y dejó el tarro de galletas. —Tiene cierta razón.

— ¡Claro que tengo razón! — Francois extendió los brazos y casi golpea a Zoe en la nariz—. Y voso­tras os quedáis tiradas en este apartamento, entre pin­turas y galletas, cuando tendríais que estar rebosantes de felicidad y en las camas de esos hombres. Tenéis lo que todo el mundo quiere: l'amour. Los demás pro­blemas son meras dificultades técnicas. Y ahora —le­vantó un dedo al techo — Tengo que irme. Ya estoy recibiendo llamadas de otros clientes. Esta tarde tengo una cita con una hermosa mujer que quiere que le haga un retrato. Quizá saque algo más...

Arqueó las cejas y se fue dejando un olor a vino y productos químicos.

Zoe y Naomi se miraron con cautela. Una chispa brilló en los ojos de Naomi. Zoe sonrió por primera vez en toda la semana. Recuperó la espe­ranza. Tenía otra baza para que Takuya viera más allá de la apariencia de Zoe, de la mujer de la que se ha­bía enamorado, de la mujer que él llamaba Hanna.

—Voy a luchar por ese hombre.

—Estoy contigo —Naomi se levantó— Por la presente, declaro formalmente el asedio de los herma­nos Kanbara.

Zoe extendió la mano y Naomi se la estre­chó con fuerza.

—Empezaremos por Shinya. Te acompañaré. Nece­sitaremos su ayuda.

— ¿Por qué? — Naomi se rió con los ojos res­plandecientes de emoción.

— Porque tengo que encontrar a su hermano.

 — ¿Tú o Hanna?

—Yo. Takuya Kanbara está a punto de volver a en­contrarse con Zoe Orimoto.

End Notes:

Espero que os haya gustado, en mis otros dos fics se han estado quejando un poco de que había algún cap que no tenía mucha acción. Si eso pasa aquí no dudeís en decírmelo para que lo arregle, lo mismo con las faltas. Arigato. Arrivederchi~

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!!

End Notes:

Espero que os haya gustado, en mis otros dos fics se han estado quejando un poco de que había algún cap que no tenía mucha acción. Si eso pasa aquí no dudeís en decírmelo para que lo arregle, lo mismo con las faltas. Arigato. Arrivederchi~

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!!

Regresar al índiceCapítulo 9 by NanA
Author's Notes:

¡Buenas noches a tod@s!

Siento mucho no haber actualizado ayer, pero es que casi ni pude tocar el pc, simplemente pude coregir los capítulos que supuestamente pondría ayer... Y todo porque por la mañana tuve que ir con mi madre a comprar y por la tarde no estuve en casa >.

Una apuesta peligrosa by NanA

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Takuya Kanbara no podía resistirse a aquel desafío: Unos amigos habían apostado a que no podría seducir a una mujer sencilla sosa tan rápidamente como con

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2024-11-05

 

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