Retomamos la actividad de los fanfics, Izbet https://www.wattpad.com/user/Izbet46 nos manda la décima parte de su nuevo fanfic en español de Bola de Dragón titulado "Ángel Ciego 9.7 ¿Yun tiene una hermana?"
Resumen:
Ahora que Izbet puede ver, Kaio Shin le lleva fotografías de su pasado que le manda Yun.
Yun ve a una joven igual a su abuela y con piel verde ¿Será su hermana?
— Que linda jovencita ¿Es Amanda, verdad?
— Sí.
— Mi niña hermosa — miró con tristeza la fotografía.
RECUERDO
Yun ya llevaba un tiempo en la escuela, solo se juntaba con él su amiga Bet, todos los demás lo miraban raro por su color de piel y su altura, incluso Marcos prefería mantenerse apartado de su hermana y el hijo de su madrina. Últimamente uno de los del equipo de fútbol americano lo molestaba donde lo encontraba.
— Acá viene el "Príncipe" de nuestra escuela — hizo una grotesca reverencia, era casi tan alto como Yun, y con ganas de buscar pelea con todos para demostrar que era el más fuerte.
— Déjalo en paz Héctor — lo defendió Bet, luego se dirigió al joven de piel verde — no le hagas caso, sigamos.
— Se esconde en las faldas de las mujeres, está acostumbrado, total sólo tiene mamá.
— Yo te enseñaré — se devolvió dispuesto a golpear al moreno para que lo dejará en paz.
— No hagas nada, por favor — la joven le puso las manos en el pecho para detenerlo — recuerda que no debes llamar la atención — le dijo en el oído.
— Es que cada día me cuesta más aguantar a estos idiotas.
— ¿Sabes al menos quien puede ser tu padre? Pregúntale a tu hermanita, la vi pidiendo dinero fuera del Mall.
— Él no tiene hermanos — hasta Bet quería golpearlo.
— Anda y verás si miento. Su padre anda dejando *guachos por todo el mundo, sólo eres otro del que tuvo que hacerse cargo su mamita — terminó su discurso el matón y se fue.
* Guacho: forma despectiva de decir que alguien no tiene padre.
Su amiga tuvo que llevárselo antes que fuera tras el otro para darle su merecido, Yun ya había olvidado este incidente, hasta que esa tarde acompañó a la hija de Jenny al Centro Comercial, allí vio a una jovencita, pelo rubio claro, ojos violeta, de piel verde, algo más claro que él, pero verde al fin y al cabo. Bet lo llamó, al voltear de nuevo ya la perdió de vista. Apenas volvió a su casa buscó las fotografías de su abuela, su cabello también era rubio, y sus ojos violetas.
"¿Mis padres tuvieron una hija... mi hermana? ¿Por qué no está con nosotros?"
Sabía que cuando destruyeron el Planeta Namek estuvieron todos sus habitantes en la Tierra por un tiempo, pero fue hace muchos más años de los que tenía la joven, tal vez sea descendiente de alguno de ellos... Dende... no... ni pensarlo... decidió por el momento mantener el secreto, fue durante varios días al Mall, hasta que por fin una tarde la vio de nuevo pidiendo limosna, su ropa estaba muy desgastada, remendada, tenía un letrero que ni siquiera leyó, solo quería saber quien era y porque se parecía a su abuelita.
— Hola — le dijo nervioso.
— Hola — lo saludó apática, pero al verlo bien se sorprendió — ¿También estas enfermo?
— ¿Cómo? — porque creería que él estaba enfermo se preguntó.
— Del hígado, por tu color, se parece al mío.
— No, éste es mi color natural.
— Que raro, nunca vi alguien que tuviera ese tono.
Un tipo que estaba por el lugar se acercó a ellos al verlos hablar.
— ¿Amanda, quién es éste? — era un tipo elegantemente vestido, con pelo largo ondulado oscuro.
— Alejandro — ella se sobresaltó al verlo a su lado — sólo me preguntaba... — trato de excusarse ante el hombre.
— No viniste aquí a hacer vida social, no has conseguido mucho dinero, deberás quedarte hasta la madrugada, sino nunca podrás operarte.
— Lo siento, lo haré mejor.
— Acá tienes — Yun sacó de su billetera 50 dólares y lo hecho en el género que tenía la jovencita para que le dejaran lo que le daban — deja que descanse un rato, no ves que está cansada de estar de pie.
— Te espero en casa a la hora de siempre — miró a ambos maliciosamente y se fue.
— Gracias — Amanda miró avergonzada al piso.
— ¿Quién es ese tipo? — al joven le cayó mal su manera de mirar.
— Es mi... primo, vivo con él, estamos juntando para mi operación.
— ¿Quieres comer algo? — quería llevarla a sentarse, de verdad la vio muy delicada, cansada.
— Gracias, no tengo hambre... en casa hay dos niños más... otros... primos lejanos míos, ellos también piden dinero para ayudarme ¿Puedo llevarles algo de comer?
— Por supuesto — Yun le compró varias hamburguesas, luego se sentaron a conversar.
— Mi mamá murió, yo no tenía más familia... mi primo me aceptó en su casa, y desde entonces estoy juntando el dinero para mi trasplante.
— Siento lo de tu madre, mi padre tiene este color, a decir verdad pensé que podrías ser mi hermana — al ver la mirada de desconfianza de ella — jajaja mira — le mostró la fotografía de su abuela.
— En realidad se parece mucho a mí... — hablaron varias horas — no me di cuenta de la hora, es muy tarde. Gracias por todo, debo volver a casa.
— Te llevó, tengo auto.
— Prefiero que no, mi primo puede molestarse.
Los días siguientes Yun siguió buscándola en el Mall, por tres días no pudo encontrarla, pero al cuarto tuvo suerte.
— Hola — lo saludo Amanda avergonzada.
— Hola ¿Cómo has estado? — le sonrió.
— Bien, algo cansada nada más.
— ¿Vamos a comer algo? Puedes llevar también para tus primos.
— Es que llevo muy poco dinero reunido, y no quiero que me des de nuevo.
— No te preocupes, para mí no es problema — y le dio de nuevo 50 dólares.
— Me da vergüenza que creas que sólo quiero dinero de ti — se quejó la jovencita.
— Tranquila, sé que no es así, vamos.
Yun empezó a faltar a la escuela para juntarse con Amanda a conversar, en una de esas ocasiones la llevó a una tienda para comprarle ropa a ella, y a sus primos, ya que la que tenía estaba muy gastada. Pero al entrar en la primera la vendedora hizo salir a la joven.
— Sale mugrosa, no puedes pedir limosna dentro del local — al ver al joven tan bien vestido — dígame en que puedo ayudarle — éste sólo le lanzo una mirada molesta y se fueron.
— Siempre me tratan así, no te preocupe, gracias por la intensión.
— Te prometí comprarte ropa y cumpliré, promesa hecha, promesa cumplida — se acordó del dicho de su madre.
— ¿Por qué tanta insistencia? — ella lo miró con los ojos entrecerrados — ¿No serás un pervertido que quiere que le modele todo lo que me compres? Cuidado, sé defenderme muy bien — hizo poses con los brazos que hicieron reír al jovencito.
— No se trata de eso.
— ¿Por qué eres tan generoso conmigo entonces? — se sentaron a conversar en una banca.
— Me siento a gusto hablando contigo, no estoy cómodo entre los otros jóvenes, me relegan y molestan por mi altura y color de mi piel, sólo tengo una amiga... — se sonrojó — es muy buena conmigo, pero nunca la han molestado ni tratado como a mí, no sabe cómo me siento.
— Entiendo, antes cuando iba a la escuela me pasaba igual — recordó todas las bromas, e insultos que le decían sus ex compañeros — te acepto la ropa, pero donde me dejarán entrar vestida así.
— Ven, sígueme — la llevó a la tienda donde su madre compraba su ropa.
— Hola ¿Cómo estás? ¿Y tú mama? Hace tiempo que no viene — lo saludo la dueña del local.
— Ha estado ocupada.
— Espera un poco — Madeleine fue donde Amanda, que se puso tensa — Señorita dígame en que puedo ayudarla.
— Eehhh... — no pensó que la recibiría así.
— Viene conmigo — aclaró el joven — necesita ropa para ella y para niño de unos 6 años.
— Vayan al fondo, es la sección niños — luego de mirarlos un momento — ¿Es tu prima Yun?
— No, es una amiga.
— Se parecen mucho — al final salieron con varias bolsas llenas — saludos a tu mamá.
— Se los daré Madeleine, gracias.
Se sentaron a descansar y ordenar las cosas.
— ¿Y cómo es tu amiga? La que me dijiste que te trata bien.
— Ojos azules como un cielo sin nubes, y pelo negro como noche sin luna... — él no pudo evitar suspirar.
— ¿Ya le dijiste que la amas? — preguntó ella como si no tuviera importancia.
— Que dices — Yun estaba sonrojado al máximo — ella sólo es mi amiga... nos vemos todos los días en la escuela... nunca se fijaría en mí... incluso fue mi niñera hasta no hace mucho... Bet me ve como a un niño todavía — suspiró resignado.
— Pensé que era una compañera tuya ¿Es tu profesora? Tú tienes como 16 años, si ella te cuidaba de niño debe tener como 30.
— No — rió nervioso por lo que le diría — ella es mi compañera, me veo de 16 años, pero tengo 5 en realidad.
— ¿Eres un duende? — preguntó, aunque no preocupada.
— No... los de la raza de mi padre crecen rápido, y tienen este color de piel... ¿Te asusta?
— No, para nada. A todo esto ¿De dónde sacas tanto dinero? ¿Eres un mafioso o algo así? — rió de su broma.
— Oye, primero un pervertido, luego un duende, ahora un mafioso, que concepto tienes de mí — dijo tapándose la cara, en un gesto dramático, siguiendo el chiste — ¿Conoces el Conglomerado Heaven?
— Obvio.
— Mi mamá es la dueña.
— Ahhh... genial... — siguieron hablando, hasta que ella vio la hora — uuuyyy, ya es tarde, debo irme, chao.
— ¿Mañana vendrás de nuevo? ¿No te dio miedo lo que te conté de mí?
— ¿Por qué? Has sido el único que me ha tratado bien y sin querer nada a cambio. Sí, mañana vendré.
— Nos vemos entonces — se despidieron con un beso en la mejilla.
Lo que ninguno de los jóvenes de piel verde se dieron cuenta es que alguien los veía con odio en los ojos desde lejos, ese individuo inmediatamente llamó a Izbet.
Amanda llegó a casa con la ropa y comida, al ver todo eso Alejandro la interrogó.
— Veo que el tipo sigue interesado en ti... — sonrió malicioso — ¿Qué le has dado a cambio de todo esto?
— Sólo mi amistad, tiene un gran corazón.
— ¿Y de dónde saca tanto dinero?
— Me contó que su mamá es la dueña del Conglomerado Heaven.
— Ya veo — empezó a pensar cómo conseguir lo suficiente para darse la vida de lujos que quería y que esos mendigos no le permitían, ganaban tan poco en la calle se dijo fastidiado.
Esa noche en casa de Izbet.
— Necesitamos conversar hijo.
— ¿Qué pasa? — preguntó preocupado por el tono tan serio de su madre.
— Me avisaron que hace días no vas a la escuela por juntarte con alguien en el Mall ¿Es verdad?
— Sí, es que... — le contó todo.
— Que pena que tenga que pedir dinero en las calles para operarse.
— Eso mismo pienso — estaba nervioso porque no sabía como hacerle la petición a su madre — de verdad se parece mucho a la abuela — tomó valor — no sé cómo pedirte esto, pero puedes...
— ¿Pagar su operación? — conocía bien a su hijo, y su gran corazón.
— Sí.
— Consigue la dirección y el nombre de su primo, haré que alguien vaya a hablar con él.
— Gracias, mañana iré a verla y te traigo los datos.
— Pero después de la escuela.
— Bueno mamá.
Al otro día, en la tarde, en la empresa, Izbet estaba conversando con Piccolo sobre esto.
— ¿Qué te preocupa? — preguntó el namek.
— Que se estén aprovechando de él, puede ser que la joven no está enferma, tal vez sólo se maquilla para conseguir dinero. Supe de casos parecidos cuando era niña, algunos que parecía que no tienen piernas, o les falta un brazo, eran solo trucos, incluso "arriendan" bebés y los drogan para que puedan estar todo el día quietos mientras los adultos piden, hay muchas formas de engañar. No quise decirle nada, está tan contento con la amistad de la joven, lleva muy poco conviviendo con los humanos, ni siquiera se le paso por la mente algo así.
— ¿Qué piensas hacer?
— Una vez con la dirección, haré mis averiguaciones — tenía miedo que si era como sospechaba, que reaccion tendría el joven — ¿Me acompañas a casa? Debo ver algo con Ann y nos vamos.
Luego de clases, Yun fue a buscar a la joven al Mall.
— Hola — estaba contento por la noticia que tenía que darle — hable con mi mamá y... ¿Estás bien?
— Me siento muy cansada ¿Puedes acompañarme a casa, por favor?
— Claro — la notó nerviosa.
Al llegar, como estaba preocupado solo de la joven, no vio al tipo que lo durmió con cloroformo.
— Le diste mucho — dijo uno de los secuaces de Alejandro, tan malencarado como su jefe.
— Con su tamaño, no pasará nada, dormirá hasta mañana al menos — dijo el "primo" de Amanda.
— Recuerda que me prometiste que dejarías que los niños se vayan conmigo — el plan de la jovencita era poner a salvo a los niños y luego llamar a la policía para que rescatarán a su amigo.
— Ni tú ni los mocosos me interesan más.
— Dame el dinero que has juntado para mi operación, y nos vamos enseguida.
— Qué idiota — se rió en su cara — ¿Yo juntando dinero para ti? jajaja eres más estúpida de lo que creía — la tomó del brazo y la encerró en un cuarto con los pequeños.
— ¿Qué pasa? — preguntó el más alto de los dos niños, de nombre David, el otro se llamaba Rubén, aunque no eran hermanos ambos niños, morenos, se parecen entre sí.
— Nada malo, tranquilos.
"No debí confiar en Alejandro, de verdad debo ser una idiota como me dice siempre para haber pensado que guardaba algo de lo que yo le traía para mí como me prometió. Ahora Yun también está en peligro... tengo que abrir la puerta, debo salir a ayudarlo, por favor Dios, sálvalo y a los niños, no me importa morir, he sufrido tanto que eso sería un descanso, no valgo nada, por algo todos me miran como si fuera poco menos que un perro".
— Ayúdenme con las ventanas, niños, vean si pueden abrirlas.
"Estos niños son como mi familia; y mi amigo querido... hace tanto que nadie me trata como él, como una persona y no como un pedazo de basura que hay que apartar con el pie, debo encontrar la forma de salir".
— ¡¡¡¡AMANDA!!!! — gritaron los pequeños al verla caer desmayada.
Mientras en otra parte del lugar.
— Ahora a comunicarnos con su mamita — le dijo Alejandro a su ayudante — estoy seguro que dará lo que sea por tener a su hijo de vuelta, por si acaso voy a ponerle más cloroformo.
— Cuidado, lo puedes matar — se preocupó el otro, si lo asesinaban antes de tiempo no les darían nada.
— ¿Y qué? Igual ella pagará para recuperar el cuerpo.
Izbet recibió un mensaje del iPhone de Yun, que Piccolo le leyó, los secuestradores no querían que avisará a la policía, pedían 1.000 millones de dolares para dejarlo libre. Todavía estaba conversando con Ann, a ella le estaba contando lo de Amanda para que le ayude con las averiguaciones cuando tuviera los datos.
— Escuchaste Piccolo — se concentró un poco — vamos, siento el ki de Yun.
— Voy con ustedes — se ofreció la encargada de relaciones públicas.
— No — le respondió el namek.
— Cuando lo rescaten me haré cargo con Izbet de todo, puedo ser de utilidad — insistió la mujer de los ojos verdes.
— Es peligroso — él quería hacerla desistir, y poder ir a buscar a su hijo.
— Aunque no sé artes marciales, voy con ustedes ¿Qué me puede pasar? — razonó Ann, al ver que el hombre de la piel verde se acercó para tomarla en brazos — Izbet, puedes llevarme tú — a pesar de todo, todavía no se sentía cómoda cerca del namek.
Llegaron al lugar donde sintieron al joven, rápidamente Piccolo dejó inconscientes a los ayudantes de Alejandro en el exterior de la casa. Mientras en el interior Yun empezó a despertar, para asegurarse que no escapará lo tenían atado a un pilar de cemento con una soga gruesa.
— Eres muy fuerte, con la cantidad de cloroformo que te di, pensé que dormirías dos días al menos — dijo Alejandro.
— ¿Dónde estoy? ¿Qué pasa? — estaba mareado y confundido.
— Le pedí a tu mamita mucho dinero para dejarte libre.
— ¿Y Amanda? — por fin su mente estaba más clara.
— ¿Por qué te preocupas por ella? No te das cuenta que te trajo a mi trampa.
— Eso es mentira, no debe saber nada, ella es una buena persona.
— Tan buena — dijo en tono irónico — que quiere un cuarto de lo que pedí por ti. Para ella sólo eres dinero, y tú sintiéndote el galán.
Mientras esto ocurría, Ann encontró el cuarto donde estaban los niños encerrados.
— Ayúdenos, nuestra amiga está mal — gritó Rubén, como Ann no pudo romper el seguro para entrar, Piccolo la apartó suavemente y arrancó la puerta.
— Tú debes ser el Caballero Verde que ayudó a Amanda en estas semanas — dijo alegre David al verlo.
— ¿Caballero Verde? — preguntó confundido el namek.
— Sí, quien compró la comida y la ropa para nosotros — respondió el otro niño.
— ¿Qué le pasa a su amiga? — la periodista se agachó para ver cómo estaba la jovencita.
— Cayó desmayada recién, hace tiempo que dice que le duele la cabeza y no tiene fuerza para casi nada, pero Alejandro la obligaba a ir a pedir para su operación, hoy tuvo que hacer un trabajo especial en la tarde, sino... nos dejaría de nuevo sin comida... y nos volvería a golpear — ambos niños tenían moretones en el cuerpo.
— Por favor, ayuden a Yun... deben salvar a mi amigo — dijo por unos segundo que estuvo consciente, luego la jovencita de nuevo se desmayó.
— Ann, llama a la policía, y a una ambulancia, por favor — pidió Izbet — iré a traer a mi hijo. Piccolo, cuídalos, si es necesario te llamaré, pero no debe verte nadie más.
Cuando llegó donde el jovencito, esté acababa de romper las sogas, y tenía al secuestrador tomado del cuello.
— Mientes, ella no es así, es una buena persona — lloró de rabia.
— Hijo — nunca lo había sentido así, su ki se estaba oscureciendo.
— Este tipo dice que Amanda está en esto... no lo creo... no puede ser — las lágrimas seguían cayendo por su rostro.
— Mi amor, la encontramos inconsciente, encerrada con dos niños, Ann llamó pidiendo ayuda, ella te trajo porque... está bestia... amenazó con volver a golpear a los pequeños, y dejarlos sin comer. Esta escoria trae niños sin familia, y los hace pedir dinero para él.
— Eres un desgraciado — su ki se volvió totalmente negro — una basura que no merece vivir.
— No lo hagas... eres mejor que él — ella no quería que tuviera en su conciencia esa muerte, su hijo no lo soportaría, pasado el momento de ira el remordimiento lo destruiría — no eres un asesino... recuerda lo que te enseñaron en el Templo — se acercó y le tomó el hombro.
Por un rato el joven de piel verte tuvo al otro sujeto de la garganta, luego lo llevó a la columna y lo deja atado, sin decir nada se fue a buscar a su amiga.
— Gracias amorcito — dijo el tipo irónico, tosiendo, todavía sentía los dedos del joven en su garganta.
— Mi hijo no va a ensuciarse las manos con una basura como tú. La Justicia se encargará.
Piccolo se fue cuando llegaron las autoridades, mientras Izbet y Yun llevaron a la jovencita al Hospital, Ann se hizo cargo de los pequeños.
Luego de unas semanas la muchacha fue dada de alta.
— Gracias por todo, no sé cómo agradecerles que hayan cuidado a Rubén y David, no son de mi familia, pero los quiero mucho — dijo de corazón la de ojos violeta.
— No ha sido nada, se quedan con una amiga mía. No te preocupes por ellos, ahora debes ganar peso y cuidarte para cuando se dé la posibilidad del trasplante estés en las mejores condiciones — entendió porque pasó todo y no la culpó de nada.
— Me da vergüenza lo buena que es conmigo, luego de lo que le hice a su hijo.
— Ya lo conversamos, tuviste tus razones, no soy quien para juzgarte. Yun, llévala a la casa, tengo algo que hacer, nos vemos.
Esa tarde Izbet entró en el horario de visita a la cárcel donde fue trasladado Alejandro, él deberá estar allí 50 años, fue lo que le dieron por todo lo que le hizo a los niños, a la joven y el secuestro.
— Que sorpresa preciosa, no pensé que vendrías a verme — le cortó el paso Alejandro.
Todos los reclusos lo miraron como si fuera un loco, en ese momento al bandido lo tapó la sombra de alguien, al darse vuelta vio un hombre de 1.97 mts. y al menos 120 kilos.
— ¿Cómo estas, hermana? — le dijo el gigante a la mujer ciega.
— Bien hermano — se tomaron de los codos con las manos, a modo de saludo.
— Gracias por todo lo que has hecho por mi familia, hermana.
— Hubiera querido hacer más por tu esposa, Công.
— Ella murió en paz, le diste los mejores cuidados y sabía que nuestros hijos estarían bien, no sé cómo pagarte por todo.
— Justamente sobre eso quiero conversar contigo, te contare algo, luego te pediré un gran favor.
— Dalo por hecho hermanita.
Ambos se fueron a conversar a un lugar apartado del patio, apenas se acercaron a unas bancas, los otros presos se apartaron, asustados.
— Ten cuidado, a la Srta. Izbet se la respeta, una vez uno la silbó, a la semana tenía las piernas rotas — apuntó al tipo alto — fue Công.
— No sabía que ella tenía un hermano en prisión.
— Se dicen así pero no lo son, al parecer se conocen de niños, de algún grupo, siempre se saludan de esa extraña manera. Debes haber escuchado del caso de Lý, estuvo en luchas ilegales, como no le pagaron, atacó a los tipos que organizaron todo y se le fue la mano, los mató, su esposa había sido atropellada, y necesitaba una operación urgente o quedaría paralitica, tenía dos niños pequeños, cuando llegó acá, inmediatamente la Srta. Izbet vino a verlo, le puso los mejores abogados, le dieron cadena perpetua, y no pena de muerte, ella se hizo cargo de la esposa, y pago el internado de sus hijos.
Cuando terminaron de conversar, Công e Izbet se acercaron caminando a Alejandro.
— Lamento que mis abogados no hayan logrado que te dejarán ir a ver a Susan a su graduación.
— ¿Qué haría yo en medio de todos esos adinerados? Fue mejor que hayas ido tú hermana. Da por hecho lo que me pediste.
— Hay cosas peores que la muerte, y mi hermano te las enseñará. Te arrepentirás que haya detenido a mi hijo — le dijo al secuestrador — chao hermano.
— Anda sin cuidado hermana. Me haré cargo de todo.
— Recuerda, no debe morir.
— Tienes mi palabra — el gigante se dirigió a todos — QUIEN DEJE QUE ESTE PEDAZO DE BASURA SE MATE, SE LAS VERA CONMIGO. Hola cariño — le dijo tierno a Alejandro — serás mi "compañera" de celda... jajajajajaja — su risa malévola hizo poner pálido al bandido.
Ella se fue en su auto, pero a medio camino, donde no había nadie, se detuvo para que entrará Piccolo.
— ¿Por qué me seguiste? — le preguntó Izbet algo molesta.
— Noté que estabas extraña.
— Solo tú puedes saber cuándo algo me pasa, es como si leyeras mi mente. Supongo que escuchaste todo lo que hablamos en la cárcel.
— Sí, y recuerdo que dijiste que dejarías que la justicia se hiciera cargo de ese tipo.
— No mentí — puso su expresión más inocente — Công Lý en la lengua de su pueblo significa Justicia.
— Entonces el que Alejandro haya sido trasladado a este lugar para cumplir su condena no fue casualidad — analizó el namek.
— Puede ser — la mujer sonrió de lado.
Pasaron los meses, y el estado de salud de Amanda empeoró, necesitaba el trasplante, pero no encontraban un donante compatible. Una mañana Yun la llevó a la cascada, pasaron un día precioso allí. Al llegar a casa tuvo que llevarla en brazos a su pieza para que descansará, apenas podía caminar.
— Gracias por el maravilloso día — le agradeció la joven con un beso en la mejilla.
— De nada.
— A tu lado me siento muy bien. Igual que tú, no tuve hermanos, era hija única, cuando me recogió Alejandro, aunque sabes cómo nos trataba, sentí que por fin era parte de una familia, ese es mi mayor deseo.
Detrás de la puerta Izbet escuchó todo.
Al otro día en su empresa mandó a buscar al abogado, luego llamó a Ann para conversar la situación de los niños que hasta ese momento ella y su esposo habían cuidado.
— He hablado con la gente de servicio de menores, me ayudarán a buscarles un buen hogar a los pequeños, en lo posible juntos, pero sino deberán ir a familias distintas, es lo más que puedo hacer por ellos — le explicó la mujer ciega.
— Hemos conversado con Artur — sus ojos brillaron alegres — necesitamos que nos ayudes para adoptar a ambos.
— Sé que se han encariñado con ellos en este tiempo, pero ten en cuenta que todavía están tratando de tener un hijo propio ¿Si llega qué pasará con los niños?
— Tendrán un hermano menor que sé amarán y cuidarán como lo hacen entre ellos.
— Entiendo, pero yo seré la madrina de los dos.
— Aceptado — sonrió feliz pensando cómo se pondrán sus niños al saber que ella y su esposo serían sus nuevos padres.
Amanda desmejoró mucho, los médicos indicaron que si no se operaba pronto no habría nada que hacer.
— ¿Y si reúno las esferas del Dragón? — pensó Yun en voz alta, desesperado.
— No sirve para enfermedades.
— Es que no puedo ver como cada día se apaga más.
— Lo sé amor, pero no ha aparecido todavía un donante compatible. Disculpa, el otro día escuche una conversación entre ustedes, espero que esto les alegre el momento, a ambos — le pasó unos papeles.
— Gracias — dijo emocionado luego de leerlos.
— Ella es una persona muy especial, en este tiempo le he tomado mucho cariño, anda a mostrárselos.
En la habitación de la joven.
— Hola Yun — encontró que algo le escondía, otra salida pensó.
— Hola hermanita.
— Gracias por decirme así, aunque no sea verdad.
— Ahora si lo es, mira — le mostró los papeles de adopción, ahora era oficialmente Amanda Supay, madre Izbet, hermano Yun.
— Después de todo lo que viví — dijo llorando — nunca pensé que podría llegar a ser tan feliz, por fin soy parte de una familia.
— Te lo mereces, verás que todo saldrá bien.
Ann ocupaba todo su tiempo en hacer llamados en la prensa, aparecía en televisión hablando del caso, y pidiendo que la gente se pusiera la mano en el corazón y ayudarán a esta joven que había sufrido tanto. Por fin se consiguió un órgano compatible y fue trasplantada, luego de un tiempo volvió a casa de Izbet, Bulma aprovechó e hizo una fiesta para celebrar su mejoría y presentarla al resto de amigos.
— Por fin te puedo conocer — saludó la dueña de casa.
— Mucho gusto, Srta. Bulma.
— Dime solo Bulma, pasa — le presentó a todos.
Al rato.
— Bet, quiero presentarte a mi hermanita.
— Hola — la rubia saludó con su mejor sonrisa a la morena, sabía que era la mujer que amaba su hermano y quería llevarse bien con ella.
— Hola — contestó la otra bastante fría.
— Hijo ¿Puedes venir un momento? — lo llamó Izbet.
— Enseguida vuelvo, aprovechen de conversar para conocerse — se alejó contento, pensando que ambas se harían amigas.
— ¿Fuiste la niñera de Yun? — Amanda trató de buscar un tema.
— Sí, lo conozco desde que nació.
— Es un buen joven.
— Fue fácil para ti engatusarlo — la de ojos azules no pudo controlarse más.
— ¿Cómo? — no creía lo que escuchó.
— Con tu pose de mujercita en apuros, lograste que te ayudará, ahora incluso mi madrina te adoptó.
— No se lo pedí, lo hizo porque es una buena persona.
— Eres una arribista, encontraré la manera de mostrarle como eres en verdad a mi madrina, y sobre todo a Yun, él tiene el alma pura, creció alejado del mundo, no sabe a qué extremos llegan algunas para conseguir lo que desean.
— No lo engañe, lo quiero mucho a él y a mamá...
— Recién la vienes conociendo y ya le dices así, eres una sinvergüenza.
— ¿Qué te pasa? Nunca me habías visto y me tratas de esta manera.
— Te conozco muy bien, seguí a Yun cuando dejo de ir a la escuela y descubrí que te iba a ver, te compraba comida y ropa, y tú aceptabas, no tienes dignidad. YO le conté a mi madrina lo que pasaba para que le prohibiera juntarse contigo, pero fuiste más hábil de lo que pensaba — si las miradas matarán la joven trasplantada hubiera caído muerta en ese momento.
— ¿Por qué me tienes tanto odio?
— Porque te aprovechaste de Yun... y de mi madrina.
— ¿Sólo por eso? — ya iba entendiendo que pasaba en realidad.
— ¿Qué más podría ser?
— Celos.
— ¿Celosa yo? ¿Y de una tipa como tú? Yo tengo clase, no soy una mendiga... además él es sólo mi amigo.
— A pesar de ser una mendiga como dices, tengo la cultura suficiente para saber que no debo hacer un escándalo en una fiesta, por eso no te doy lo que te mereces.
En ese momento volvieron Yun e Izbet.
— Hola mis amores ¿Cómo están? — dijo la mujer ciega.
— Disculpe madrina, debo decirle algo a mi mamá — se fue muy rápido.
— ¿Cómo te cayó mi ahijada? Es una jovencita adorable o no.
— Sí, muy adorable — respondió la rubia.
Esa noche luego de la fiesta, Yun llevó a su hermana al Templo Sagrado a conocer a Dende y Mr. Popó, los acompañaron Izbet y Piccolo.
— Hola — saludó sonriente Dende a los recién llegados.
— Hola, quiero presentarte a mi hermana Amanda.
— Un gusto, he escuchado mucho de ti.
— Yo igual.
Pasaron unos días allí para luego volver a sus vidas normales.
La jovencita fue inscrita en la misma escuela que Yun y Bet, a pesar que ambas no se soportaban, cuando estaba presente Yun o Izbet, se trataban con amabilidad. Seis meses después, Amanda se desmayó, su organismo rechazó el nuevo hígado, ya no había nada más que hacer, debía estar con oxígeno permanente, se acercaba el final muy rápido. Izbet le pidió a Piccolo que reuniera las esferas del dragón.
— Sal de hay Shen Long y cumple mi deseo — ordenó la medio demonio.
— ¿Cuál es tu primer deseo? — preguntó el dragón.
— Mi único deseo es...
Desde ese momento Amanda ya no necesitó ninguna máquina para respirar, Yun estaba muy feliz y fue a agradecerle a su madre.
— Supe que reunieron las esferas del dragón por Amanda... pero me habías dicho que no podía salvarla porque era una enfermedad.
— Exactamente, no sirve para enfermedades — respondió con tristeza su madre.
— Pero ahora Amanda...
— El deseo que pedí fue que no tuviera dolores, ni que le costará respirar hasta que... llegue el momento. Es lo único que puedo hacer por ella ahora.
— Te lo agradezco, mamá — dijo Amanda que salió de atrás de la puerta.
— ¡¡Amanda!! — él no pensó que estuviera allí.
— ¿Cuánto tiempo me queda mamá?
— Como una semana.
— Pasaré ese tiempo con Rubén y David, y ustedes... alcanzaré a despedirme de todos.
Ya pasado nueve días, luego de jugar un poco con los niños ella se sintió muy cansada.
— Yun ¿Podrías llevarme a volar?
— Claro — la acomodó en sus brazos y fueron a campo abierto mientras anochecía.
— Me acuerdo cuando conocí a Dende y Mr. Popo — puso la cabeza en el pecho de su hermano — fue nuestra primera salida en familia, sé que tu padre también me aprecia, a pesar que siempre está muy serio, han sido unos meses muy especiales para mí.
— Amanda...
Ella miró la luna que estaba apareciendo en el horizonte.
— Me acuerdo que me dijiste que Bet tiene el cabello tan negro como noche sin luna... debes decirle lo que sientes por ella... la vida es tan corta...
— ¿Y si no me ama?
— Al menos lo intentaste, y quien te dice que no te ama... — no quería decirle que estaba segura que la jovencita también lo amaba, era algo que él debía hacer cuando sintiera que era el momento — si no te arriesgas como sabrás...
— No te preocupes por ahora de eso.
— Quiero dormir... tengo sueño — en ese momento murió.
— Hermanita... — sus lágrimas mojaron el pelo de la fallecida, mientras las estrellas salían en el firmamento.
Había pasado un día, se estaba preparando todo para el velatorio.
— Hijo, debes estar tranquilo, ella pasó sus últimos meses muy feliz.
— ¿Por qué mamá? Ella era buena, en cambio ladrones, asesinos, gente como Alejandro... porque ellos si pueden vivir y ella no.
— El abuelo que me crió me decía que cuando Dios necesitaba ángeles, se llevaba a las mejores personas. También escuche que cuando la persona paga lo malo que ha hecho en vida, muere.
— O sea que tú, papá y yo tenemos culpas que pagar, por eso no hemos muerto. Nada de esto es justo — se fue volando.
Apareció Piccolo, había escuchado todo desde la otra habitación.
— Por favor, puedes hablar con él, la verdad no sé qué decirle para que se calme, hay mucho dolor en su alma.
— Dejemos que se tranquilice un poco, lo mejor ahora es que éste solo. Luego iré a buscarlo — aseguró el namek.
Para ayudar a Izbet, llegaron Jenny y Bet, está última muy triste, ya que pensaba que Yun estaba enamorado de Amanda y por eso sufrió tanto con su muerte.
— Madrina ¿Dónde está Yun?
— Se fue lejos, su padre va a ir a hablar con él más tarde.
Luego de unas horas.
— Nos vemos, voy a buscarlo — avisó el hombre de piel verde.
— Sr. Piccolo, cuando termine su conversación con él, podría decirle que me busque.
— Bueno.
Lo encontró en la cascada.
— Hola — saludó el padre.
— Hola — el joven guardó silencio un momento — fuiste Kami Sama por muchos años, o al menos una parte de ti, dime ¿Por qué pasa esto? Los malvados viven tranquilos y las buenas personas mueren.
— No puedo darte la explicación que esperas escuchar, llega el momento en que cada persona debe morir.
— O sea no importa que hagas el bien o el mal, igual llegado tu momento te mueres.
— No es tan así, tú vienes a esta vida por algo, a hacer una obra buena o mala, importante o no, cuando la realizas mueres.
— Ella era una buena persona ¿Por qué vivió tan poco?
— Hay humanos que viven menos que ella, incluso algunos no alcanzan a nacer, lo único seguro cuando hay vida, es que morirás tarde o temprano, incluso los dioses de los dioses van a morir, tal vez en 10.000 años, o 1.000 millones de años, pero ocurrirá, es la ley natural de la vida — miró al suelo — si vivieras para siempre no podrías encariñarte con nadie, porque se iría al otro mundo y tú seguirías para siempre, solo y te amargarías con el recuerdo de lo que tuviste y nunca volverá — se perdió un momento en sus pensamientos, él heredó la eterna juventud de su padre, volvió a mirar a su hijo — tú y tu madre también les llegará su momento antes que yo, pero sabemos que es como debe ser, envejecerán y morirán, aunque me duela en el alma pensar en no verla más ni a ti, debo dejar que la vida siga su curso.
— ¿Qué sentido tuvo que ella pasará por todo ese dolor?
— Amanda trajo alegría a quienes la rodearon, logro ayudar a David y Rubén, ellos ahora tienen un hogar y unos buenos padres. Su muerte ayudará a muchos, quienes se salvarán por tener un trasplante a tiempo, movió el corazón de mucha gente con su historia. Nunca dejó de preocuparse por los demás, y a pesar que sabía que su final estaba próximo no sé amargo. A diferencia de tu madre y yo, nunca habías vivido la muerte de alguien cercano, esa es la ley de la vida, y así la aceptamos — miró al cielo — Además DEBES aprender que no porque eres una buena persona, todos los demás lo serán contigo, tienes que aprender a cuidarte — puso su mano en el hombro del joven — descarga tu pena y rabia, luego te sentirás mejor. Están terminando los preparativos del funeral, Bet me pidió que te dijera que la busques — se fue.
Varias horas después Yun volvió a la ciudad, tenía los ojos rojos, pero no había podido derramar ni una lágrima, se encontró con su amiga que estaba en el jardín de la casa de Izbet, por el velorio ella y su madre se quedarían allí.
— Hola — le dijo el joven sin emoción en la voz.
— Hola ¿Cómo estás?
— Cansado.
— Es que no has dormido desde que ella murió.
— No tienes idea como me siento.
— La amabas ¿Verdad? — dijo Bet con tono amargado.
— Sí — se abrazó a la morena — fue la hermana que nunca tuve, tú tienes a Marcos, Trunks ahora tiene a Bra, y antes aunque no eran de su sangre a Gohan o a Goten, siempre quise un hermano o hermana ya que crecí rodeado de adultos. Desde que la conocí sentí que alguien me entendía, que vivía situaciones parecidas a las mías, sentí que era MI hermana, quería ayudarla, protegerla, verla en su graduación, que se enamorará, entregarla a su esposo en el altar, verla convertirse en madre... ¿Por qué tuvo que morir? — gritó — ¡¡¡Por qué!!! — por fin logró llorar.
Bet también sollozaba, en parte por culpa, por haber tratado de esa manera a la joven por celos de esa relación tan especial que tenían, que al final no era del tipo de amor que ella creía, y también de pena por verlo así. Ya más tranquilo ambos fueron juntos al velorio, luego a los funerales. Yun estaba amargado y deprimido, pero con el tiempo volvió a ser el joven alegre de antes.
Nueve meses después de la muerte de la jovencita, una gran noticia animó a todos, Ann tuvo una linda niña, que tenía el pelo rojo de su padre y los ojos verdes de su madre, a quien sus padres, hermanos mayores, y todo aquel que la conocía la quería por su dulzura y buen carácter, el nombre que eligieron para ella fue Amanda.
FIN DEL RECUERDO
— Fue la primera gran tristeza de Yun — recordó Piccolo.
— Hubiera querido que no viviera eso, pero los dolores ayudan a madurar, sirvió para que entendiera mejor la vida.
— ¿Viste a Amanda en el paraíso?
— No la encontré, y Enma Daio no quiso decirme nada... pero a Kaio Shin no le pudo negar el archivo... por no tener odio en su corazón fue devuelta a la Tierra, al seno de una familia que la ama, cuida y protege como siempre debió ser — sonrió misteriosa — a decir verdad ambos la conocimos cuando reencarnó, pero no pudimos reconocerla, ahora es colorina con ojos verdes...
— ¿La hija de Ann? — preguntó sorprendido el namek.
— Sí, la hija de Ann — respondió feliz la mujer.
FIN
Ángel Ciego 9.7 ¿Yun tiene una hermana?
Retomamos la actividad de los fanfics, Izbet https://www.wattpad.com/user/Izbet46 nos manda la décima parte de su nuevo fanfic en español de Bola de Dragó
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2024-11-21
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