La chica de los ojos amarillos. by NilaWalker
Tras pasar dos años desde la Guerra Luffy y sus amigos devisan a una nueva posible nakama. La cual tiene un secreto que no quiere confesarle a nadie y un deseo que comparte con Zoro. ¿Qué ocurrirá a partir de ahora?
Categories: ANIME/MANGA, ONE PIECE Characters: Ninguno
Generos: Accion/Aventura, Romance
Advertencias: Lemon
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 15 Completed: Sí Word count: 21943 Read: 2787 Published: 07/08/2011 Updated: 06/06/2012
Tras pasar dos años desde la Guerra Luffy y sus amigos devisan a una nueva posible nakama. La cual tiene un secreto que no quiere confesarle a nadie y un deseo que comparte con Zoro. ¿Qué ocurrirá a partir de ahora?
Categories: ANIME/MANGA, ONE PIECE Characters: Ninguno
Generos: Accion/Aventura, Romance
Advertencias: Lemon
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 15 Completed: Sí Word count: 21943 Read: 2787 Published: 07/08/2011 Updated: 06/06/2012 Capítulo 1. Encontrada by NilaWalker
Navegaba metida en un barco pequeño y no sabía como había llegado hasta allí. Mi padre siempre me hacía lo mismo. Me dejaba inconsciente y me dejaba en algún lugar de Grand Line para que volviera a casa. Pero esta vez se había pasado porque no me había dejado ni comida ni nada. Escruté el horizonte con mis ojos de color amarillo. A lo lejos vi un barco que para estar lejos se le veía bastante grandes. Me levanté y empecé a agitar los brazos mientras gritaba- ¡¡EEEOOO!!- gritaba con todos mis pulmones. A mi no me daba miedo que me intentaran hacer daño ya que mi manejo con la espada era para envidiar. Por supuesto llevaba mi espada atada a un cinto que rodeaba mis caderas. La funda de la espada era de color del marfil y la empuñadura de oro y rubíes. Esa espada había sido un regalo de mi padre.
El barco tardó un poco en llegar hasta a mi. Vi que su bandera había una calavera con un sombrero de paja. -Los Muwiguara- pensé. ¿Quien no los conocía? Todo el mundo sabía que Luffy había conseguido dejar con el culo afuera a los marines, y seguramente su tripulación sería igual que él de duros. Siempre había querido conocerlo sobre todo al espadachín Zoro Ronoa. Yo estaba segurísima de que no me sobrepasaba. Una escalera de cuerda fue lanzada para que yo pudiera subir. Me tomé mi tiempo en llegar hasta arriba del todo. Salté con agilidad dentro y todos me miraron.- Hola!- contesté animadamente.
-¿Eres?.- dijo Nami un poco desconfiada aunque no pensara que yo era mala por la cara que tenía
-Soy..- iba a decir mi nombre verdadero pero me mordí el labio y decidí inventarme uno.- Suzume. Gracias por rescatarme, la verdad es que me habría muerto de hambre.- Mi barriga le delató a todo el mundo que yo estaba muerta de hambre.
Sanji me miró y se le abrió la boca al ver mirar mi cuerpo entero. Me sentí un poco molesta- Oh! Mi querida flor de alelí.- dijo Sanji.- ¿Quieres qué te prepare mis platos especiales?- Yo asentí porque tenía mucha hambre. ¡A saber las horas que llevaba inconsciente!
Nami miró a Sanji antes de hablarme.- Ese es Sanji, aquel nuestro capitán Luffy.- Señaló al chico con sombrero de paja.- Este de ahí, el de la nariz larga y pelo rizado largo es Ussop.- Ussop me sonrió e intenté no reírme de su nariz.- Este que es un esqueleto es Brook.- Abrí muchos los ojos por la sorpresa de ver a un esqueleto con pelo afro.- El renito es Chopper y el del pelo azul Frankly.- Me surgió el instinto maternal con Chopper, me encantaban los animales y al ver a Chopper me quedé flipada. Frankly me daba un poco de grima con esos calzoncillos.- Ella es Robin y yo Nami.- Salude a mi compinche de pelo negro y también a Nami, la cual ya me caía mejor.
-Ejem!.- Carraspeó el chico de pelo verde y lo miré- Soy Zoro.- me lo dijo secamente y se marchó del circulo que habíamos formado, no sin antes dirigirme una mirada asesina.
Iba a preguntar que pasaba con ese cuando decidí que era mejor que no lo hiciera. Nami pegó un grito de jubilo cuando se fijó en la empuñadura de mi espada.
-¡¡¿Eso es oro y rubíes?!!.- su voz sonaba como si estuviese a punto de llegar al éxtasis.
-eh... sí.- me encogí de hombros.- Fue un regalo de mi padre. -Nami seguía mirando la espada con mucho deseo. Me la quité del cinto y se la enseñé para que lo viera de cerca.
-Debió de costearle una fortuna.- Dijo Robin contemplando la empuñadura.- Para que es un oro muy antiguo y por la forma en que esta trabajado junto a los rubíes yo diría que por lo menos tiene varios siglos de antigüedad.
-Bueno, supongo.- dije sin darle importancia.
El sol estaba en lo más alto del cielo y ya no solo mi estómago rugía sino también el de todos los demás. Caminamos hasta la cocina donde esperamos impacientemente a que Sanji hiciera la comida.
-¿Cómo es que te montaste en un barco sin provisiones? ¿Pensabas que no te ibas a ir mucho tiempo?- Me preguntó Frankly incrédulo.
-Bueno, el caso es que yo no me fui de manera voluntaria. Mi padre tiene la fea manía de dejarme inconsciente y dejarme en algún lugar para que después regrese a casa.- Me encogí de hombros y observé la cara de asombro de todos, incluso Sanji había dejado de cocinar.
-¿Tú..tú padre te hace eso?- Me preguntaron todos al unisono.
-Bueno sí... es una de sus formas de entrenarme. Él dice: “De que te sirve manejar una espada si después no eres ni capaz de sobrevivir sola”.- La imagen de mi padre estaba en mi cabeza.
-Me alegro de no tener un padre así.- comentó Nami.
-¿Y eres cada vez más fuerte?.- Me preguntó Zoro el cual solo me miraba con el único ojo que tenía abierto. El otro estaba cerrado a causa de una gran cicatriz que le travesaba el ojos a lo ancho.
-¡Sí!.- dije muy animada.- Cada vez que vuelvo a casa mi padre se enfrenta a mi y cada vez estoy más cerca de ganarle. La ultima vez conseguí que se cansara.- sonreí muy feliz y orgullosa de ello. Mi padre era demasiado buen espadachín como para que le ganase una novata (aunque llevara con la espada desde los 6 años) como yo.
-Quiero un duelo.- dijo Zoro.- Quiero saber como eres de fuerte y así ver como sería de fuerte tu padre.
-¿Ahora?- pregunté dudosa.
-No, mañana por la mañana. Cuando salga el sol ¿de acuerdo?
Asentí.- ¿y qué pasa si gano?- pregunté con picardía.
-No sé. Lo que quieras.- sus palabras eran simples – Si gano yo se marchas de aquí lo antes posible.
Escuché la voz de Sanji carraspearse y miré hacía él. Tenía cara de pocos amigos y parecía que estaba a punto de tirarle una salten incandescente a la cabeza de Zoro. Me volví a girar hacia Zoro el cual parecía que yo no le caía muy bien. Contemplé como se levantaba y se iba de la cocina.- ¿No va a comer?- pregunté al acordarme que aún no habíamos comido.
-Si sabe que va a tener un duelo nunca come el día antes. No preguntes por qué- Me dijo Robin encogiéndose de hombros.
Me quedé mirando la puerta donde se había ido y preguntándome como alguien podía ser tan extraño. De repente un olor muy agradable estaba debajo de mi nariz. Miré y vi la mano de Sanji que en ese momento me dejaba un plato con una pinta deliciosa. Los ojos se me abrieron mucho y notaba como la boca se me hacía agua.
-Gracias!.- dije lo más alegre que pude. Cogí un cubierto y empecé a comer. Me sabía a gloria. Todos hablaban animadamente pero yo solo estaba concentrada en mi comida. Me tragaba la comida como si llevase semanas sin comer y no levanté la cabeza de mi plato hasta que la comida desapareció por completo.
Mis brazos se estiraron hasta arriba para oír crujir mi espalda.- ¡Sanji estaba todo delicioso!
-¿De verdad mi preciosa princesa?- Le miré con una ceja levantada.
-Sanji...- El aludido me sonrió.- No quiero ir en una misma frase referente hacia mi las palabras “Mi” ni “PRINCESA” ¿Lo has oído?- Sanji asintió sin decirme nada.
-Suzume, querida.- dijo Nami.- ¿Quieres que te llevemos hasta la isla donde esté tu padre?
Negué rápidamente con la cabeza.- Si me ve llegar con vosotros me mata y después os mata a vosotros. Prefiero que en la próxima isla me dejéis allí. Conseguiré un barco y algo de comida y seguiré mi camino.
-¿con qué dinero?- Me preguntó Robin
-Oh! Nunca utilizo dinero para conseguir lo que quiero. No hay nada con enseñar una espada a un pobre ventero.- sonreí maliciosamente.
Me miraron todos, excepto Luffy de manera rara. ¿Acaso no eran ellos piratas?- Bueno, yo voy a salir a que me de el aire.- Me levanté y empecé andar hacia afuera. Cerré la puerta de la cocina y escuché unos murmullos detrás mía.
Llegué a la cubierta y un aire fresco hizo que mis largos pelos negros y rizados se enredaran un poco más de lo que estaban. Intenté hacer que no se volasen pero era una misión imposible. Entonces noté como alguien me ponía una gorro para que el pelo no se moviera tanto. Miré a la persona y estaba Luffy sonriéndome . Le miré expectante.
-Suzume.. ¿Quieres quedarte con nosotros? Así podrías hacerte más fuerte y cuando regresaras con tu padre le podrías ganas sin problemas.
-No.- dije cortantemente sin mirarle. Si por casualidad me veía la marina con ellos se iba armar una gordo. Y seguramente mandarían llamar a mi padre.
-¡¡¿Por qué?!! ¡Si estamos todos de acuerdo!
Alcé una ceja, así que era eso lo que estaban pensando. Le mire tiernamente.- Lo siento Luffy, no puedo. Quizás cuando termine el entrenamiento con mi padre, algún día...- Las dos ultimas palabras sonaron un poco soñadoras. No sabía si algún día dejaría de entrenar. Aquello de no poder hacer lo que me diera la gana se estaba volviendo bastante molesto.
Luffy se dio la vuelta y se fue. Observé la espalda del capitán. Luffy era guapo pero demasiado infantil para mi gusto. Además me di cuenta perfectamente que no le interesaban las mujeres y que solo había una mujer en el mundo que podía gustarle aquel hombre y de hecho le gustaba: Boa. Solo me la crucé una vez y aquella mujer imponía bastante. Dejé mis pensamientos sobre Boa atrás y me senté a esperar q ue pasase el día. A veces se me acercaba uno de los Mugiwara hablar conmigo o venía Sanji a darme algo de beber. ¿Aquel hombre no se cansaba de hacer la pelota a las mujeres?
La noche cayó sobre el mar y todos parecían más tranquilos. A diferencia de este mediodía ya no tenía hambre. Estaba inquieta por algo pero no sabía por que. Mi instinto nunca me había fallado. ¿Sería por la pelea de mañana? No, eso no era. ¿Entonces qué....?
Sin darme cuenta me quedé dormida en la cubierta. La noche empezaba a ser más fresca y entre sueños daba algún que otro tembliquee. Noté como alguien me ponía algo por encima y abrí los ojos lentamente. Vi la cara de Zoro a dos palmos de distancia.
-¿Qué miras?.- le dije sin mala intención y con un tono de voz suave.
-Nada, que estas ocupando mi puesto de vigilancia.- me habló muy secamente.
-Pues tranquilo que ya me voy.- Me puse de pie y lo miré.- Qué te sea breve la noche y preparate para mañana por la mañana.
Me di media vuelta y me dirigí a un camarote provisional que me habían preparado. Era en el cuarto de Robin y era en un colchón en el suelo pero seguro que me sentía como si estuviese en la gloria. Llegué al cuarto y me tumbé en la cama. No tardé en nada en recuperar el sueño que me había invadido en la cubierta.
Regresar al índiceCapítulo 2. Pillada. by NilaWalkerFaltaría una hora para que el sol saliera cuando me desperté. La habitación de Robin todavía estaba oscura. Me levanté y me asomé por la ventanilla del camarote. El cielo se estaba volviendo de un morado oscuro. Decidí salir antes del camarote. Me puse la ropa que tenía puesta ayer. En realidad era la única que tenía: Unos pantalones muy cortos vaqueros, una camiseta de tirantas de color blanca y unas sandalias marrones. Salí a la nocturna cubierta a que me diera el aire y empecé a preparar mi espada para el amanecer. La desenvainé y empecé a limpiarla con mucho cuidado de no cortarme o de estropearla. Recordaba el día en que mi padre me había dado la espada por primera vez... Tenía yo solo 9 años y acababa de pelear con él. Me había ganado e incluso me había hecho daño. En mi brazo derecho me había hecho una herida con su afilada espada. Yo entrenaba con una muy vieja que él tenía. No sé si fue por el daño que me hizo y se sentía culpable o porque de verdad pensaba que me merecía tener mi propia espada. Así que ese mismo día, tras curarme yo sola las heridas él me dio la espada. Me hizo jurarle que jamás la rompería.... y así fue hasta entonces. Aquella espada no había sufrido ningún rasguño
Un carraspeo a mi espalda me devolvió a la realidad. Me giré y vi a Zoro y no solo a él, estaban todos. Y todos se morían de ganas por vernos luchar. Miré al cielo ya estaba amaneciendo. Me puse en pie y me recogí el pelo en una coleta alta. Me giré hacia Zoro y lo apunté con mi espada.
-Estoy lista.- sonreí
-Adelante.- dijo él muy serio.
Ambos nos pusimos uno enfrente del otro. Preparándonos para atacar. Zoro se agachó un poco, iba con sus tres espadas y parecía que en cualquier momento iba a saltar sobre mi. Yo adelanté un pie y flexioné también un poco las rodillas. Como un resorte saltamos los dos a la vez haciendo que nuestras espadas chocaron con un fuerte ruido metálico. Retrocedimos y nos miramos. Esta lucha parecía que iba a ser interesante. Esperé a que fuera él el que se acercara a mi y cuando lo tenía casi encima hice una sinta muy elegante hacia su derecha y le di con la empuñadura de la espalda en la nuca. Escuché un quejido de dolor. No me dio tiempo a reaccionar cuando él se dio la vuelta y me agarró de la muñeca. Poniéndome una de las espadas cerca del cuello. Pero yo no me iba a rendir ahí. Conseguí soltarme con un movimiento de muñeca y me eché para atrás. Era rápido y tenía mucho talento para esto. Esta vez decidí atacar yo primero. Con un ágil movimiento de brazo le ataqué directamente. Nuestra espadas chocaron y Zoro retrocedió unos pasos. Me miró enfadado, yo estaba eufórica. Nadie, excepto mi padre, había conseguido parar tantos golpes míos seguidos. Seguimos peleando a una velocidad tremenda. Esquivaba, atacaba, esquivaba y volvía atacar. Así nos pasamos bastante tiempo hasta que el cansancio empezó hacer mella en nosotros. Entonces apreté mi ritmo. Me puse por detrás de Zoro y le puse mi espada en su cuello. Rozando el filo de la hoja con la nuez del espadachín. Lo siguiente que hice no supe si lo hice porque ya estaba cabreada por culpa d ella pelea o por la excitación pero acerqué más la hoja a su garganta haciendo que un pequeño hilo de sangre cayera.
-¡¿Pero de que vas?!.- Me gritó Zoro.
-He ganado.- dije simplemente y bajé la espada.
Zoro se llevó una mano al cuello y se limpio la sangre. Chopper al ver la pequeña herida fue corriendo para ver que no era grave. Chopper suspiró aliviado y parecía que la tensión de una cuerda se había aflojado. Todos parecieron más tranquilos aún cuando Zoro se levantó y ando hasta mi. Pero yo no estaba tranquila, sino nerviosa.
-Eres buena.- se limitó a decirme el espadachín
-Tú también...- dije tímidamente.
El espadachín se retiró a uno de los lados de barco. Cogió una enorme pesa y se puso hacer ejercicio. Todos estaban a mi alrededor diciéndome lo bien que lo había hecho.
-¡Quedate con nosotros!.- Me insistía Luffy una y otra vez.
-No, Luffy. Ya te he dicho que no puedo. Cunado lleguemos a la próxima isla os dejaré ir tranquilos.
-Pero...
-No insistas.- Le dije muy seria. Luffy agachó la cabeza y se fue triste hacia la cabeza del león que había en el barco.
La mañana transcurrió sin ningún accidente pero la sensación de que algo pasaría seguía ahí y no se quería ir. Solo habría pasado una o dos horas desde que almorzamos cuando Zoro se sentó al lado mía en el césped del barco.
-¿Qué quieres?.- le dije sin mirarlo.
-Me suenas...
-¿Te sueno?.- dije como si aquello fuera una auténtica sorpresa.
-Sí... me suenas a alguien pero no sé a quien. Tienes una forma de pelar que me suena mucho a alguien y...- me miró a los ojos. El corazón me dio un vuelco y miré para otro lado. Interiormente rezaba para que no recordara a nadie- Tus ojos...arh!.- dijo dándose una mano en la frente.- No consigo recordar.
Reí.- Quizás sea porque realmente no te recuerde a nadie ¿no?
-Será eso... no, no lo creo. Me recuerdas a alguien pero no sé a quien.
Suspiré y dejé de mirarlo. Empecé a observar a mi alrededor. Lo veía todo nuboso. ¿Estaría bien? Zoro me vio que estaba con los ojos entrecerrados. Él también miró y puso una cara muy seria
-Niebla...- dijo y se le levantó rápidamente.- ¡¡Nami!! ¡Tenemos niebla!
La pelirroja salió corriendo de los camarotes y observó el cielo. Parecía no entender nada.
-¿Qué pasa Nami?.- grité a la vez que corría hacia ella.
-¡Esto no debía de estar pasando! ¡El tiempo no daba señal de niebla!- La miré asustada. ¿Que tendríamos que hacer ahora?- ¡Plegar las velas lo suficiente como para no coger más velocidad!- gritó Nami.
Todo el barco se puso en movimiento. Las velas se recogieron un poco y todos esperaron expectantes a ver que ocurría. Entonces Ussop gritó. Miramos a donde señalaba y se veía una silueta. Era un barquito pequeño y tenía unas velas con un color verdoso. Lo reconocí. Me di media vuelta y me metí en los camarotes, pero pegué la oreja para escuchar que pasaba.
-¡El cetrero Fantasmal!- Gritaron a la vez Ussop y Chopper.
Alguien subía al barco y cuando el cetrero habló me entró un escalofrío por todo el cuerpo.
-No vengo a pelear. Quiero preguntaron si habéis visto a alguien.
Silencio.
-Es una chica y se llama Micaela, Micaela Mihawk.
Más silencio.
-Parece que no...
-¿Cómo es?- La voz de Zoro sonó de repente en medio del silencio que se estaba formando.
-Pelo largo, negro y rizado. Ojos comos los míos y de una piel blanca. ¿La has visto Zoro?
No escuché nada. Ni siquiera escuché los pasos que se acercaban a la puerta. Alguien la abrió y caí de bruces al suelo. Una mano me aferró muy fuerte el brazo, tanto que me estaba haciendo daño. Miré a la persona y vi a Zoro. Estaba muy serio y enfadado. ¿Pero por qué? Me llevó hasta Mihawk.
-¿Esta es?- dijo Zoro friamente.
-Sí. ¿Qué haces con ellos Micaela?
-Padre.. yo...- todos me miraron sorprendida excepto Zoro, que no se dignaba a mirarme.- Me encontraron y...
-Te estaban ayudando ¿no?.- Dacrule Mihawk miró a Luffy.- Muy noble de tu parte Mugiwara pero ella no necesita que la ayudéis. - Me miró con esos ojos amarillos que tanto me recordaban a los de un halcón.- Ya sabes las normas, Micaela. Vamonos.
-Padre..
-¡Vayámonos!.- Sonaba muy furioso y temí por lo que tendría que aguantar después.
-¡No!- Chillé.- ¡No quiero!. Voy a llegar por mi misma. Solo les he pedido que me llevasen a la siguiente isla.
Luffy se acercó a mi.- ¿Por qué? ¿Por qué no nos dijiste quien eras?
-¿Me habrías preguntado lo mismo que me preguntaste si supieras quien era?
Luffy se quedó callado y lo miré con ternura. Le puse una mano en el hombro y me acerqué a él para darle un beso en la mejilla. Noté como mi padre se ponía tenso. Me giré y volví a mirar a mi padre. Estaba de espaldas a mi y miraba a Zoro a los ojos. Vi como Zoro se acercaba y escuchaba algo que él le estaba diciendo. En los dos años que Zoro estuvo en casa mi padre no me dejó que me acercara ni que me viera. Solo hablaba con Perona la cual era casi una amiga.
-Me voy. Te doy una semana Micaela. Ni un día más.- Me quedé atónita. ¿Qué le habría dicho a Zoro?- Adiós Mugiwaras.
Mi padre se fue en su barquito dejándonos sola a todos. Me sentí repentinamente cansada a si que me di la vuelta sin decir nada y me fui al camarote que compartía con Robin. Echándome en el colchón y el sueño me venció.
Regresar al índiceCapítulo 3. Escapada nocturna by NilaWalkerSorry por tardar. Pero ayer apenas pisé mi casa xD
Sorry por tardar. Pero ayer apenas pisé mi casa xD
Me desperté en mitad de la noche, envuelta en una capa de sudor frío. Había tenido una pesadilla. No recordaba los detalles exactamente pero si recordaba el rostro ensombrecido y lleno de sangre de Zoro y mi padre detrás. Me levanté y salí de la habitación sin despertar a Robin. No tarde en llegar a la cubierta. El aire frío me despejó y me hizo sentirme mejor. Vi una figura en la cabeza del León. Me acerqué hasta que vi que era Zoro. Me paré en seco y quise darme la vuelta. Lo acababa de ver lleno de sangre en mi sueño, no tenía ganas de verlo ahora.
-Quédate.- escuché que me decía.
Dudé un poco pero al final me acerqué a él. Me quedé al lado de la cabeza del león.-¿Tu turno?- pregunté por preguntar algo.
-Sí.- me respondió lo más seco que pudo.
-Zoro...
-¿Qué?- sus palabras eran frías. ¿Qué leche le pasaba? Lo miré enfadada.
-¿Qué te dijo mi padre? No, mejor me respondes primero a: ¿Qué te pasa conmigo?- Mi voz tenía un tono de molestia.
-¡Me pasa que no nos dijiste quien eras! Además ¿Crees que soy tonto? Tienes la misma forma de pelear que tu padre. Y tus ojos... ¡No me iban a sonar! ¡Me he pasado dos años enteros viéndolos!
Me quedé callada un rato antes de hablar.- ¿Desde cuándo lo sabías?
-Desde que peleamos pero intenté hacerme el despistado a ver si me decías tú algo.
-¿Qué hubiese pasado si lo hubieras sabido desde el principio? Seguramente me habríais echado del barco o yo que sé.
-Te hubiera retado antes.
-¡Genial!- dije sarcásticamente.
Zoro me miró un rato, yo no le miraba. Noté una mano en mi hombro y entonces fue cuando lo miré. Estaba a tres palmos de mí, se había bajado de la cabeza del león, y en sus ojos había un brillo extraño.
-Micaela…- susurró.- ¿Por qué no te presentaste ante mi cuando estaba en tu casa?
-Mi padre no me dejó.- Se me llenaron los ojos de lágrimas.- Mi padre nunca me deja hacer nada...- dije con tono de agobio.
-Ahora no está aquí. ¿Qué quieres hacer?
Me giré hacia él y lo abracé- Esto es lo que quiero…- Zoro me rodeó con sus brazos y nos quedamos así un rato hasta que decidí que ya era suficiente. Levanté mi rostro para mirarlo. Me sentía muy agradecida. Solo un hombre me había abrazado antes de Zoro, y no había sido mi padre.
Zoro se separó un poco de mí, parecía nervioso. Se giró para mirar hacia el mar. Se llevó una mano a la frente y se la chocó.
-¿Qué pasa?- le pregunté con una gran curiosidad. Acercándome más a él.
-Micaela…- parecía que cada palabra le dolía.- ¿Por qué me has abrazado?
No le entendía.- Porque es lo que quería hacer en ese momento. Necesitaba un abrazo.
-¿y ahora que quieres hacer?- se volvió a girar hacia mi y me acercó a él.
Estábamos totalmente pegados. Le miré a los ojos. ¿Qué quería hacer yo? Me paré a pensarlo. Se me venían muchas cosas a la cabeza: no volver más junto a mi padre, vivir mis propias aventuras, ser una Mugiwara, estar junto a Zoro... Pero nada de ellos podía ser, no al menos sin derrotar ante a mi padre. Él no me dejaría hasta que no consiga hacerme más fuerte que él. Contemplé a Zoro. “Solo una noche” Pensé. Me puse de puntillas y lo besé. Nuestros labios se unieron en un profundo beso que, poco a poco, dejó paso a uno más apasionado. Zoro me rodeaba entre sus fuerte brazos. Me sentía querida y protegida. Deseé que este momento no acabara nunca. Lo apreté más fuerte contra mí. Zoro me agarró de la cintura y me empujó hacia arriba. Yo pegué un pequeño salto y enganché mis piernas a su cintura. Seguimos besándonos pero solo eso: besos. Ninguno de los dos queríamos dar el primer paso. No sé cuanto tiempo estuvimos así pero decidí dejarlo estar. Me bajé de él y me separé. Nos miramos. Salían chispas de entre nosotros. Me sonrió tiernamente. Yo desvié la mirada.
-Zoro...
-Shhh!.- se había vuelto acercar a mi y me puso un dedo en los labios para que no hablara. Después retiró el dedo.- ¿Te quedarás?
Lo miré a los ojos y me saltaron lágrimas. Negué con la cabeza. Lo abracé por ultima vez.- Zoro, lo de esta noche solo entre tú y yo. Y cuando lleguemos a la nueva isla me quedaré allí.
Contemplé la cara de dolor de Zoro. Me di la vuelta y corrí hacia la habitación. Me paré antes de abrir la puerta. La luz estaba encendida. Me sequé las lágrimas que aún estaban cayendo por mis ojos. La abrí y entré. Robin y Nami estaban charlando y me interrogaron con la mirada. Me senté en el colchón, donde estaba Nami.
-¿Qué haces aquí, Nami?- pregunté con la voz ronca debido al hecho de haber llorado.
-No podía dormí. ¿Y tú dónde habías ido?
-He tenido una pesadilla y necesitaba que me diera el aire.
-¿Has llorado?- preguntó Robin.
-No.- mentí.
Sin previo aviso Nami me abrazó. Yo le correspondí el abrazo.
-No te irás ¿Verdad?.- preguntó Nami en susurros.
-Lo siento chicas pero no puedo quedarme. Yo debo terminar mi entrenamiento antes de poder seguir mi propio destino. Quizás cuando termine os alcance ¿vale?- las dos asintieron-¿Por qué no podías dormir Nami?- pregunté para cambiar de tema. No quería llorar otra vez.
-Tengo a un rubio metido en la cabeza.- suspiró.
-¿Empieza por S?- Nami asintió. Contuve la risa.- Vaya... me dejas sorprendida. Suerte en tu empresa.
Nami se puso roja. Señaló a Robin.- ¡Pues ella necesita suerte con Z!
Me quedé de piedra. A Robin le gustaba Zoro. Tragué saliva y solté una carcajada para disimular.-Joder chicas. Tenéis los corazones a mil por hora.- ambas rieron.- Nami ¿queda mucho para la siguiente isla?- Ahora tenía más ganas de marcharme que nunca.
-Mañana habremos llegado. Pero a más de uno le va a dar coraje que te vayas.- Sonrió divertida.
-¿Brook? Me ha preguntado más de una vez por mi ropa interior. Creo que se quedará sin verla.- reímos todas.
-No.- dijo Nami con mala cara.
-¿Quién?- pregunté sorprendida.
-Luffy. Pero no como amor. Sino como amiga.
-Ya me extrañaba. Luffy no es capaz de enamorarse. O eso creo.- volvieron a reír.
Se escuchó unos golpes en la puerta y la cabeza de Zoro se asomó.- ¿Y ese escandolo?
Desvié la mirada hacia Robin, la cual lo miraba con ojos ardientes y tiernos a la vez. Suspiré sin que nadie se diera cuenta.
-Solo hablábamos.- dijo Robin poniéndose de pie e hiendo hacia la puerta.- Anda, vete a hacer tu guardia.- Le cerró la puerta y volvió a sentarse en la cama.
Nami la miró con una mirada cómplice y tras decidí que esa noche la pasaba con nosotras. Se tumbó y nos quedamos las tres dormidas. Mis últimos pensamientos fueron hacia Zoro. Me sentía muy dolida.
Regresar al índiceCapítulo 4. Tiempo by NilaWalkerEspero que os guste^^ He estado demasiado ocupada ^^'
Espero que os guste^^ He estado demasiado ocupada ^^'
Escuchaba mucho barrullo en la cubierta del barco. Me levanté y me accedente un poco y salí hacia afuera. Había mucha más gente que de costumbre y al mirar hacia afuera el mar vi que estábamos parados en una isla. Me acerqué a la masa de gente. Conseguí abrirme paso entre las personas que no conocía. Me quedé parada cuando vi a Luffy estrechando la mano del mismísimo Shanks. Me quedé con la boca abierta. ¿Había dado la casualidad que habíamos llegado a la isla donde Shanks tenía su sede? Intenté parecer tranquila cuando Shanks se fijó en mí. Para mi sorpresa abrió los brazos y me abrazó. Quedándose toda la tripulación de los Mugiwara con la boca abierta. Yo no lo abracé. Lo aparté de mí y lo miré con cara de pocos amigos.
-¿Así es como me vas a recibir Micaela?
-No hay otro modo ¿no?
-¿De verdad que no te alegras?- Negué con la cabeza-¡Eres más tiesa que tu padre!- Toda la tripulación del pelirrojo le rió la gracia. Le miré más cabreada aún.
-¡Y tú sigues igual de idiota que siempre!- Más cabreada que nunca me di media vuelta y me iba a la habitación de las chicas. Blog sobre Formación Universitaria
-¿A dónde vas?- La voz de Zoro me pilló de sorpresa. Me giré para mirarlo.
-Recojo mis cosas. Mientras que Shanks está distraído le voy a robar un barco y comida y esas cosas.
Zoro me dio la vuelta. Deseaba que me digiera que me quedara pero en vez de eso me besó. Yo le correspondí el beso. ¿Esto quería decir que me quería cerca? Terminó el beso y lo miré un poco ilusionada.
-Los distraeré.- se dio la vuelta y se marchó.
¡Qué tonta fui! ¿Cómo iba a sentir ese cabeza hueca algo por mí? Solo era un entretenimiento. Seguramente solo sentía tracción física. No todos los días conocía a una joven que le conseguía ganar. Era normal que sintiera algún tipo de interés en mí. Ahora me sentía más fastidiada que nunca. Entré y cogí mi espada. Salí del barco sin que nadie se diera cuenta y anduve por la orilla hasta encontrar los barcos de Shanks. Entré en el barco más grande y empecé a buscar las cosas necesarias para poder sobrevivir. Entré en un cuarto bastante grande pero no tenía ventanas. Había muchos sacos y barriles. Aquí debía de estar la comida. Cogí un gran saco que estaba vacío y decidí llenarlo de todo lo que pudiera. Cuando tenía el saco casi lleno del todo escuché que alguien carraspeaba. Me di la vuelta y vi a Shanks mirándome con una cara muy seria.
-¿Robando?
-No, tomando prestado.- sonreí inocentemente y seguí llenando la bolsa de cosas.
-Estate quieta.- me cogió la bolsa y me la quitó de las manos.- No te presto nada. Si quieres algo tendrás que ganártelo.
Suspiré.-¿Qué quieres?
-A ti.
-A mí ya me tuviste y me perdiste.
-Mira fue un error lo que cometí el año pasado pero no volverá a pasar te lo prometo ¿vale?
-Oh! ¿Me lo prometes? ¡Shanks! Te fuiste sin mí. Sabes que odio estar con mi padre y me dejaste con él. Me hiciste muchas promesas sobre un futuro libre y contigo y ni siquiera te despediste cuando te fuiste.- estaba cabreada. Se me estaban poniendo las orejas rojas.
-Debías de estar con tu padre un poco más. Ahora quiero que te quedes conmigo. Seguiré tu entrenamiento y seré tuyo. Para siempre.
-¿Y si no quiero seguir con mi entrenamiento?-
-Pues nada. Solo te quedaras conmigo, a mi lado.
Sus palabras me sonaban muy tentadoras. ¿Qué podía perder? Mi padre volvería a por mí eso estaba segura. Me había dado una semana. Pero tardaría más en encontrarme si me quedaba ahí. –Vale.
Shanks me cogió de la cintura y me besó. Volví a sentir dentro de mí lo que había sentido por Shanks. Ese sentimiento seguía ahí. No se había ido para nada. Los 27 años de diferencia que nos llevábamos no era ningún problema para ambos. Seguía besándolo cuando llegó uno de la tripulación. Llamó al marco de la puerta para hacerse notar.
-Los Mugiwara se van.
-Ya vamos.- dijo Shank y me arrastró de la mano hasta la playa.
Vimos a todos los Mugiwara a punto de subirse al barco. Shanks me seguía llevando de la mano y yo no pensaba soltársela. Zoro se fijó en nuestras manos pero no dijo nada. Nos despedimos de los Mugiwara y vi como el barco se alejaba por el horizonte. Cada vez más y más pequeño hasta que se hizo un simple punto para después desaparecer. Nos quedamos todos callados hasta que Shanks levantó ambas manos y grito “FIESTA”. Toda la tripulación festejó la palabra con gritos y aplausos. Shanks me pasó el brazo por encima de los hombros y me llevó hasta donde estaba su campamento.
-Dos Años Después-
Había pasado ya dos años desde que despedí a los Mugiwara. Dos años que llevaba con Shanks y dos años de relación con un hombre que era 27 años mayor que yo. Esa diferencia se notaba michas veces. Shanks era un hombre al fin y al cabo y yo todavía me estaba haciendo una mujer. Nos peleábamos mucho por cosas insignificantes pero aun así nos queríamos y siempre estábamos juntos. Durante esos dos años recibí dos visitas de mi padre. La primera fue poco después del plazo y Shanks lo convenció para que yo me quedara y fuera entrenada por él y la segunda vez fue un año y medio después, mi padre quería ver si mi entrenamiento iba bien. Me retó y para mi sorpresa lo gané con bastante facilidad. Entonces mi padre me dio su espada y no me prometió que no me volvería a molestar pero a cambio tenía que ir un día al año. El día de mi cumpleaños. Yo acepté.
Quedaba poco para mi cumpleaños por lo que me preparé para zarpar para llegar a lo que había sido mi hogar. Cuando tuve todo reunido le pedí a Shanks uno de sus barcos pequeño y comida.
-Claro…
-¿Qué te pasa Shanks?- lo miré preocupada.
-No quiero que te vayas…
-¿Por qué?
-Porque no volverás- su voz era triste.
-¡Claro que sí volveré! ¿Por qué piensas eso?
-No sé, simplemente lo sé. Sé que cuando te montes en ese barco y te vayas puede que no te vuelva a ver. Y si te veo es porque yo he ido a buscarte.- mientras hablaba señalaba al barco.
-Volveré.- Era una promesa y no iba a decepcionarle. Lo amaba.
Parecía que Shanks estaba un poco más satisfecho por mis palabras y aceptó finalmente con una sonrisa. Lo preparamos todos y zarpé. No pude evitar llorar. Vi como la isla y Shanks se alejaban. Cuando ya no pude verlo me di la vuelta y cogí el timón para dirigir mi rumbo.
-Tres días después-
La noche estaba a punto de caer sobre el mar. Me estaba preparando para pasar la noche. Ir yo sola era demasiado agotador. Dormía y comía en la cubierta vigilando a todas las horas el horizonte. Me asomé a echar un vistazo antes de ir a prepararme la cena cuando vi un barco. Lo conocía bien. Era el barco de los Mugiwara. ¿Por qué me puse tan feliz? Me sentía como si acabara de ver a mis mejores amigos. Pero no lo eran. Solo había pasado unos días. ¿Sería por la insistencia de Luffy para que me quedara? ¿Por aquellos besos que me di con Zoro? ¿Por lo bien que me caían todos los demás? No lo sabía. Puse rumbo al barco.
Regresar al índiceCapítulo 5. Un nuevo hola by NilaWalkerHe vuelto tras mucho tiempo y voy a seguir aquí durante otro bastante. Terminaré esta historia y ya veré si empiezo otra.
He vuelto tras mucho tiempo y voy a seguir aquí durante otro bastante. Terminaré esta historia y ya veré si empiezo otra.
Una larga escalera de cuerda cayó hasta mi. La agarré fuerte y empecé a ascender hasta su barco. Salté la balaustrada de madera y miré a los nueve tripulantes del barco, Todos lucían igual que hace dos años. Un cosquilleo me surgió de la barriga y fue hasta mi pecho transformándose en una fuerte presión que hizo que mi respiración se hiciera más lenta y pesada. Robin estaba agarrada del brazo de Zoro y me sonreía con complicidad, mientras Zoro no se atrevía a mirarme. Pensé que hubiera sido mejor no haberme acercado al barco.
-¡¡¡Bienvenida!!.- gritó Luffy.
Entonces todos empezaron a reaccionar: Nami me abrazó al igual que Robin. Ussop, Chopper y Brook se cogieron por los hombros y empezaron a vitorear mi nombre, Sanji me dio un beso en la mano y Frankly me estrechó la otra. El único que no hizo nada fue Zoro.
-¡¡Sanji!! ¡¡Esta noche banquete!!- gritaba Luffy emocionado.
Me enseñaron cual debía de ser mi habitación por esa noche. Me duché y me puse cómoda. Tenía mucha hambre y la boca se me hacía agua al recordar los platos tan ricos que preparaba Sanji. Me miré al espejo antes de salir. Mi rostro se veía cansado y ojeroso. Suspiré y sonreí a mi reflejo. Salí de la habitación y ande hasta la cubierta. Sanji había desaparecido de ella- y me imaginé que estaría en la cocina- Todos los demás estaban en sus lugares de siempre. Por ese barco nunca pasaban los años.
Me senté al lado de Nami, para ver que hacía. Estaba concentrada dibujando un mapa. Pero dejó el dibujo cuando se dio cuenta de que estaba sentada al lado suya. Guardó el mapa en una carpeta de cuero.
-¿Qué ha sido de ti?- preguntó Nami con mucha curiosidad.- Recuerdo que te dejamos en aquella isla con... Con quien tu sabes.
-¿Por qué no dices su nombre?
-Verás, no sé porque pero Zoro se cabrea mucho.
-¿Se cabrea?- pregunté incrédula.
-Sí y no sabemos porque. Él no dice nada, aunque Zoro no habla de él. La verdad es que no sé que vio Robin en él. Porque es bruto, tonto y no habla.
Reí.- Bueno, ella sabrá. ¿Y no se lo ha contado a Robin?- Nami negó con la cabeza.- Es extraño... Bueno, ¿cómo empezó la relación de Robin-Zoro?- Estaba más que comprobado que era masoca
-Fue poco después de que te fueras. Creo que fueron dos días después. Zoro llamó a Robin y la condujo dentro del cuarto y bueno... no escuchamos cosas bonitas que digamos. Y salieron cogidos de la mano. La verdad fue extraño porque Zoro no dio a entender, con sus gestos, que le gustaba Robin.
Me encogí de hombros y miré a mi alrededor, en busca de Zoro. Allí estaba, sin camiseta y con unas pesas que le doblaban de tamaño. Las movía sin ninguna dificultad como si aquellas pesadas pesas solo fueran un saco de plumas. Me preguntaba cuanto había mejorado cuando Zoro se dio cuenta de que lo miraba. No le aparté la vista, y tras unos segundos de unas miradas intensas, las cuales querían decirse muchas cosas, Zoro miró para otro lado.
La noche calló rápidamente sobre el mar azul, que se volvió de un color negro. El viento era suave y el mar estaba calmado. En el cielo se veía mil estrellas. La voz Sanji sonó desde la cocina indicando que la comida ya estaba lista. Entré en la cocina de madera, la larga mesa estaba llena de suculenta comida. Todos ocupamos nuestro sitio y empezamos a comer en silencio pero poco a poco fue surgiendo conversaciones esporádicas.
-Micaela, ¿A dónde te diriges?- me preguntó Nami
-Bueno, voy a ver a mi padre.- por mi menté pasó la ultima vez que me vio en ese barco.
-¿No odiabas a tu padre?
-Bueno... odiar es una palabra muy fuerte pero le hice una promesa
-¿Cuál?
-En mi cumpleaños debía ir a verlo y eso es dentro de unos días.
-¿Dónde está la isla?- Preguntó Luffy
-Isla Kuraigana- La voz de Zoro sonó de improviso y en sus ojos había un toque de malicia.- Quizás debíamos de acompañarla ¿no?
-¡¡Suena genial!!.- Gritó Luffy.- ¡Decidido te acompañamos!
Nami me miró y me susurro un “perdón”. Creo que entendía que no me hacia mucha gracia ir con ellos. Pero ante la decisiones de Luffy nadie podía decir nada. Levanté levemente la mano e hice señal de que no me importaba aunque en realidad sí. Mi padre se enfadaría bastante.
Todos comimos muy animadamente. Y me lo estaba pasando genial. Deseé que Shank estuviera allí también. Casi al final de la cena Luffy me habló.
-¿Qué tal está Shank?
-Esta genial- dije con una sonrisa enorme.
-¿Y tu padre no puso pega?- Me preguntó Robin sorprendida.
-¡Claro que sí! Pero Shank tiene un poder de convicción enorme. Además me empezó a entrenar él. ¿Y sabéis qué?- dejé una pequeña pausa para darle dramatismo.- Gané a mi padre cuando vino a verme un año después. Por lo visto Shank me enseñó técnicas que él no había visto, y que Shank no había utilizado con él.- dije orgullosa.
Zoro casi se atragantó con la comida.- ¿Qué has ganado a tu padre?
Lo miré y recordé que mi padre había dicho el deseo de Zoro.- Sí, ahora me tendrás que vencer a mi si quieres ser el espadachín más fuerte del mundo.
Zoro me echó una mirada asesina. Esa idea no le había gustado pero debía aguantarse.
Era noche cerrada cuando me desperté y salí a la cubierta. Y allí me encontré a Zoro, en el lugar donde nos habíamos besado por primera vez. No sabía si acercarme pero tenía que preguntarle cosas. A si que andé hasta él. Decidida.
-Buenas noches
-Hola.- dijo secamente y sin mirarme.
-¿Puedo preguntarte algo?
-Depende... dispara y ya veo si te respondo.- seguía sin mirarme.
-Cuando me besaste ¿Te gustaba Robin o te costaste con ella porque tenías un calenton?- Si había sido lo segundo le iba a matar y si era lo primero me sentiría muy dolida.
-Un poco de las dos cosas, aunque la verdad, lo de salir con ella fue porque ella se emocionó demasiado.
Mi mano salió disparada hasta su cuello.- Eres tonto, ¿verdad? ¿Qué pasa si le hubieras dicho que no? Le habrías destrozado.
-¿ y a ti que te importa?- se frotó el cuello con una mano.
-Ella es mi amiga y ante todo quiero su felicidad.
-¿Felicidad? Dime, si te hubieras enterado antes de que le gustaba, ¿me habrías besado?
-Te recuerdo que te besé antes de irme, ahí ya lo sabía.
-Error te besé yo. Y si lo consentiste sabiéndolo, significa que eres mala persona.
Moví el brazo rápidamente para darle una colleja pero él me agarró de la muñeca parando mi maniobra.- Si te duele te aguantas.- Me soltó la muñeca.
Miré a Zoro un largo rato y después miré el horizonte. El cielo era un manto de estrellas y la luna estaba enorme y brillante.
-Me dolió un poco que te fueras, ¿te quedarás ahora?
-¿Por qué no me lo impediste? ¿Por qué no me pediste que me quedara? Ya es tarde Zoro. Le prometí a Shank que volvería a su lado y pienso cumplirla.
-¿De verdad estas con ese vejestorio? ¿Cuantos años te lleva?
-Unos cuantos...bastantes la verdad. Pero eso no importa, nos amamos y punto.- nos quedamos callados unos momentos.- Zoro ¿Qué te dijo mi padre?
-Ya te lo contaré en su momento. Ahora vete quiero estar solo.
Lo miré con cara de pocos amigos pero decidí no insistir. Sabía cuando debía darme por vencida. Me di la vuelta y ande hasta la puerta que daba a los camarotes. Me giré y miré su espalda por ultima vez. “Estúpido” pensé tristemente. Abrí la puerta y detrás me encontré a Nami muy seria. Me agarró del brazo con delicadeza y me llevó hasta el acuario.-Tenemos que hablar.
-Dime.
-He escuchado sin querer lo que has hablado con Zoro.
-No se lo digas a Robin, que lo menos quiero es causarle dolor. De todas maneras no seguiré con vosotros. Le dije a Shank que volvería con él.
Nami asintió.- ¿Puedes saber si Zoro la quiere ahora?
-Lo intentaré. Pero nunca he llegado a entender a Zoro, tampoco es que hubiera tenido tiempo.
Nami asintió y ambas fuimos a los camarotes nos despedimos y yo entré en el que sería el mio. Me tumbé en la cama y me puse a pensar en Shank, en como era él y como era yo. En la diferencia de edad y en muchas cosas. Cerré los ojos y me quedé dormida. Tuve el mismo sueño que había teido la ultima vez que había estado en el barco: Zoro lleno de sangre.
Regresar al índiceCapítulo 6. Nuevos compañeros by NilaWalker
Me desperté entre sudores fríos y jadeaba. Zoro luchando contra mi padre... ¿por qué? No lo entendía. Zoro ya no tenía que luchar contra él. Ahora la más fuerte era yo. Debía luchar contra mi y vencerme. Me levanté de la cama y me fui a las duchas. Todo estaba muy silencioso dentro del barco. Me imaginé que estarían todos afuera haciendo sus cosas. Cogí algo de ropa antes de irme a la ducha. Dejé que el agua fría bañara mi cuerpo para poder despejarme un poco. Me sequé y me puse unos pantalones cortos vaqueros, una camiseta de tirantas roja y unas sandalias marrones. Salí a la cubierta y, efectivamente, estaban todos allí. Pero no estaban solos. Alrededor del barco había muchos barcos de piratas. Algunas bandera me sonaban e incluso había una de un shibukai, Trafalgar Law. Cada capitán de cada barco se encontraba en la cubierta de Thousand Sunny. Me acerqué a Luffy lentamente. El cual estaba hablando muy animadamente con Law y otro pirata pelirrojo, el cual ignoraba su nombre.
-¿Qué pasa Luffy?
-¡Hola Micaela! ¡¿Sabes, todos estos piratas van al mismo sitio que nosotros?!
-¿Qué?- Miré a Law- ¿Por qué?
-Nos ha convocado Mihawk, dice que es para algo muy importante. No nos ha dicho el motivo.
-No será capaz....- “¿Por qué iba a ir tanta gente a mi cumpleaños? ¿Qué tenía planeado mi padre?”- Es extraño.
-¿Tú eres su hija no?- preguntó el pelirrojo. En sus ojos había mucho interés.- Se dice que eres incluso más fuerte que tú padre.
-Y a veces parece que más sensata también.- dije con amargura.- Mi padre seguirá siendo más fuerte que yo. Los años dan mucha experiencia.
-Pero le ganaste- la voz de Zoro me había pillado de sorpresa. Vi por el rabillo del ojos como se alejaba
-¿A si qué es cierto? Hahaha- rió el pelirrojo.
-¿Por qué te hace tanta gracia?- preguntó Luffy con interés.
-Mihaw vencido por una chiquilla de apenas unos vente años. Desde luego se esta haciendo viejo.
Desenvainé mi espada tan rápidamente que cuando el pelirrojo se quiso dar cuenta ya tenía la punta de la espada rozándole el cuello.- Cuida tu lenguaje, mi padre sigue siendo capaz de cortarte en mil pedazos. Estúpido, no me subestimes a mi. Si he conseguido ganarle sin haki y sin una akumi será por algo.- Bajé la espada pero no me moví del sitio. Desafiante. Le miraba con ojos gélidos aquel tipo. No me caía bien y no iba a dejar que se metieran conmigo ni con mi padre.
El chico pelirrojo iba hablar pero Law le puso una mano en el hombre.- Solo bromeaba, ¿verdad Eustass Kidd?
El pelirrojo hizo un movimiento brusco de hombros para librarse de la mano de Law.- Si ya claro, una broma.- me dedicó una de las sonrisas más falsas y feas que había visto jamás.
Sanji se adelantó hasta ponerla al lado mía, miró a Luffy y alzó la voz para que le escucharan todos.- ¿Qué tal si preparamos un banquete para este medio día? Vais a probar la mejor comida de todos los mares.
-¡¡Sí!!- gritaron a la vez Luffy, Chopper y Usopp.
-También habrá música alegre hohoho.- Dijo Brook con gran alegría.
Miré a los Muwigara. Ellos nunca cambiarían, me di media vuelta y me alejé. Me encaminé hasta el acuario, cuando crucé la puerta me encontré con Zoro y sus enorme pesas. Me quedé plantada en la puerta observando sus músculos, los cuales brillaban por el sudor. Me entró un cosquilleo dentro de mi y me puse un poco nerviosa. Carraspeé. Zoro me miró de reojo.
-Pasa, me imagino que a ti tampoco te hace gracia la visita de hoy.- dijo Zoro sin parar de mover las pesas.
-Me alegro de no ser la única.- Cerré la puerta y me senté delante de Zoro en en el enorme sofá que rodeaba casi toda la sala. Lo miré de arriba abajo y volví a notar ese cosquilleo. Cruce las piernas inquieta.
-¿Te pasa algo? Te veo nerviosa.
-¿Yo? Que va...
-¿Te incomoda esos piratas?
Suspiré aliviada de que no se diera cuenta de lo que me ponía nerviosa era él- Sí, el Kidd ese no me cae bien. Se ha metido con mi padre y conmigo. Además de que me ha mirado de una manera extraña.
-¿Cómo?- en ese momento Zoro soltó las pesas y me miro de forma interna. Lo que me provocó cosquilleo intenso en las barriga.
-No sé, de una manera muy fija- Aparté la mirada y la clave en los peces de la pecera.
-¿Así?- la voz de Zoro me sorprendió.
Su voz había sonado demasiado cerca. Giré mi rostro y tenía su rostro a escasos centímetros de mi. Mi respiración se aceleró bastante.
-No...- dije en un susurro casi inaudible
Sin saber porque cerré los ojos y le besé. Mis manos buscaron rápidamente su cuello y lo apreté contra a mi. Lo que produjo que se cayese encima mía. Ambos acabamos tumbados en el sofá. Zoro dejó caer un poco su peso en mi, pero no me molestaba. Me gustaba sentirlo cerca. Nos seguimos besando, cada vez más apasionadamente. Notaba como mi cuerpo iba subiendo de temperatura y empecé a notar algo mojado en mi entrepierna. Pero no solo notaba eso. Noté como algo duro chocaba contra ella. Solté un pequeño gemido al darme cuenta de que era. Eso pereció que le gustaba porque pasó de besarme en los labios a bajar hasta mi cuello. Mis manos recorrieron su fuerte espalda para dejarle un arañazo. Las fuertes manos de Zoro me cogieron por la cintura. Él se sentó y yo acabe encima de él. Desde ahí notaba mejor su miembro aprisionado contra sus pantalones negro. Queriendo salir. Empecé a rozarme con él lentamente. Al principio Zoro intentaba mantener el mismo ritmo de besos y carias pero llegó un momento que no aguantó más. Me quitó la camiseta bruscamente y el sujetados salió disparado por los aires también. Y empezó a besarme y a mordisquearme los pezones. Yo gemí y le agarré de corto pelo como pude. Nuestros labios volvieron a encontrarse. Nuestras lengua danzaron seductoramente entre ella. Le desabroché el pantalón y se lo bajé. Podía ver el busco debajo de los calzoncillos. Y no era un bulto pequeño. Me puse de pie y me terminé de quitar toda la ropa, quedándome desnuda antes él. Vi en sus ojos la lujuria y el deseo. Me sentí la mujer más sexy del mundo cuando me vi reflejada en sus ojos verdes. Le quité los calzoncillos y me senté encima. Me dejé penetrar por él. En ese momento me sentí completa. No había sentido nada parecido con Shank. Empezamos un movimiento conjunto de caderas. Besé a Zoro en los labios y nos dejamos llevar por la pasión que sentíamos el uno por el otro y que estaba encerrada desde hace mucho tiempo. Movía las caderas frenéticamente y después más lento. Parecía que eso le desesperaba pero le gustaba. Cuando se cansó del juego me echó contra el sofá y me empezó a penetrar el a su ritmo. Entonces me dejé llevar por lo que sentía y empecé a gemir en voz alta. Me olvidé completamente de la gente que estaba arriba, desde luego no nos oirían. No sabría decir cuanto tiempo llevábamos así. Cuando escuché la voz jadeante de Zoro en mi oído
-¿Lista para el final?
-Haz que nunca lo olvide.- le dediqué una sonrisa picarona.
Zoro aumentó el ritmo y su penetración se hizo también más profundo. Entonces nos llegó a los dos. Yo gemí lo más alto que me salio a la vez que notaba como me llenaba por dentro. Al momento sentí como los músculos de Zoro se aflojaban y los míos también. La sacó y se quedó echado encima mía, con la cabeza en los pechos. Le empecé a acariciar la cabeza dulcemente. Estaba totalmente relajada y a gusto.
-Deseaba esto desde la primera vez que te besé- dijo Zoro con una voz muy calmada y relajada.
-Yo también.- le di un beso en la cabeza.- Zoro...
-Shhh... no estropees el momento con tus preocupaciones.
-¿Cómo sabías?
-Te conozco un poco Micaela y siempre tienes la cabeza llena de preocupaciones.
-Pero ¿y Robin...?- dije con tristeza.
-No le pasará nada si no se lo decimos ¿no?
-Eso esta mal...
-¿Y Shank?- había levantado la cabeza y me miraba a los ojos.
-Shank...-murmuré- Esta demasiado lejos para enterarse de algo. Y si se lo digo sé que me perdonará.
-No amo a Robin
No sabía por qué pero no me pilló de sorpresa.- Nunca debiste empezar a salir con ella.
-No quiero broncas ahora mismo... Creo que voy a cortar con ella.
-No, ahora no. Es muy sospechoso que cortes con ella cuando yo he aparecido y que hubieras empezado a salir con ella cuando yo me fui. Robin no es tonta.
-¿Entonces?
-Espera a que lleguemos a casa de mi padre. Y cuando os valláis se lo dices.
-Pero no quiero irme de tu lado
-Tendrás que hacerlo. Mi lugar está con Shank.
-Mentira. Tu lugar está donde tú quieras que esté.
-No me hagas decidir ahora, Zoro. Aun queda mucho viaje.
Zoro se levantó de encima mía y me ayudó a levantarme. -Ve a ducharte y lavate bien.- Zoro parecía mosqueado.
Me vestí y me fui. Al salir por la puerta me sentí sucia y mal conmigo. No por el hecho de haber engañado a Shank y a Robin sino por el hecho de como me había echado. Sin una palabra cariñosa ni nada. Me duché de nuevo pero me quedé con la misma ropa y salí en busca de todos.
El barco ya olía a comida. Habían puesto unas mesas y silla en la cubierta para que pudiéramos estar todos. Luffy fue corriendo hacia mi y me arrastró hasta la mesa para que me sentara a su lado. No paraba de hablarme pero yo solo recordaba a Zoro diciéndome que me fuera. Cuando quise darme cuenta la comida ya estaba delante de nosotros. No tenía ni hambre. Zoro llegó a la comida y se sentó al lado de Robin, la cual le beso en los labios. Se me humedecieron los ojos y a aparté el plato de comida.
-Lo siento Luffy, no me encuentro muy bien. Me voy a echar.
Law me miró de reojo cuando pasé a su lado. Entré en mi camerino y me eché en la cama, mirando el techo. No pasaron ni 10 minutos cuando sonó la puerta de mi cuarto.
-Adelante
-Hola- era Law.- Iba a venir Chopper a ver que te pasaba pero le dije que iría yo
-No necesito un médico. Veté.
-Oh venga, no te voy a follar como Zoro.
-¿Qué?- me senté en la cama y lo miré con mala cara.- Zoro y yo no hemos hecho nada.
-Entonces Zoro gime como una mujer... Estuve en la puerta del acuario y os escuché. Lo que tienes es problema de amores ¿verdad? Para eso no hay remedio. Bueno sí otro hombre.
-Contigo ni loca. Y no quiero ninguno otro.
-No me estaba insinuando. Sé que tu corazón pertenece a Shank y que tu cuerpo a Zoro.- me quedé mirándolo llevaba razón, estaba dividida.
-¿Y qué quieres?
-Seré tu coartada. Le diré que tienes el estómago pesado y que ya te he dado yo unas pastillas. A si Chopper no te interrogará.
-¿Por qué haces esto?
-Oh! Tú padre me pidió que llegaras viva hasta tu casa. Y claro, no creo que dures mucho en este barco si se han enterado de que te has acostado con Zoro.
-Si ocurriera eso cogería mi barco y me iría.
-Ahora mismo no es seguro que vayas sola, por muy fuerte que seas. Más de un pirata que viene por aquí y algún que otro almirante de la marina quieren tu cabeza y lo que no es tu cabeza.
Trafalgar salió de mi camarote y me dejó sola. No entendía nada. Me volví a tumbar y me quedé dormida. Volví a Soñar con Zoro lleno de Sangre al igual que mi padre. Pero esta vez había más gente aunque todos con la cara oculta entre sombras.
Regresar al índiceCapítulo 7. Pelea by NilaWalkerMe desperté y miré por la ventana, estaba anocheciendo. No me notaba cansada pero si tenía mucha hambre. Me maldije por no haber por no haber comido este medio día. Seguro que ya no quedaba nada. Me levanté de la cama y salí de mi camarote, camino hacia la cocina. Después de comer tenía pensado entrenar un poco. Llevaba bastante tiempo sin hacerlo y no quería oxidarme. Caminé por el pasillo del barco hasta llegar a la cocina. Allí estaba Sanji limpiando los platos. Me miró con mala cara y me hizo una seña con el dedo para que me acercara. Le hice caso y me senté en uno de los taburetes que había delante del fregadero.
-¿Por qué no comiste?
-Me encontraba mal, aunque ahora estoy bien. ¿Queda algo?- puse cara de niña buena.
-Aich... - suspiró Sanji.- No queda nada pero te preparo algo, ¿qué quieres?
-Ah! No te molestes, ya me hago un bocadillo o lo que sea. - Me levanté del asiento y me acerqué a la nevera. Cogí un poco de salchichón y, luego pan, me preparé un bocadillo y salí a la cubierta a comérmelo mientras veía el anochecer.
Todos seguían allí riendo y Brook estaba tocando su violín sin parar de moverse de un lado a otro. Luffy y Chopper bailaban animadamente y los demás cantaban. Zoro se encontraba asomado, mirando el anochecer. Las chicas seguían el ritmo de los cantantes con las palmas. Parecían que todos se lo estaban pasando bien. Entre bocado y bocado caminé hasta ponerme al lado de Zoro. Debía ser masoca o algo parecido porque me había hecho daño pero seguía queriendo estar a su lado. Noté los ojos de Law clavados en mi. Me di media vuelta y lo vi, entre toda la multitud callado y serio. Levanté una mano y lo saludé. Él me guiñó el ojo.
-¿Saludas a Law?- me preguntó Zoro un poco incrédulo.
-Sí ¿por qué no?
-No sé.. me parece extraño.
-Lo que a mi me parece extraño es que te siga hablando.
-¿Por qué? ¿No te gustó?- me dedicó una sonrisa que me mató
-No es eso, idiota. Sino como me echaste.- intenté no levantar la voz.- Pareció que solo me querías usar como desahogo.
La chica de los ojos amarillos. by NilaWalker
Tras pasar dos años desde la Guerra Luffy y sus amigos devisan a una nueva posible nakama. La cual tiene un secreto que no quiere confesarle a nadie y un dese
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2024-10-17
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