Retomamos la actividad de los fanfics, Izbet https://www.wattpad.com/user/Izbet46 nos manda la novena parte de su nuevo fanfic en español de Bola de Dragón titulado "Ángel Ciego 9.1 El monasterio"
Resumen:
Ahora que Izbet puede ver, Kaio Shin le lleva fotografías de su pasado que le manda Yun.
Su hijo, de pequeño quiere ir a la cabaña, pero como por una situación no lo llevan, escapa, pero al llegar al lugar fue atacado por lobos.
— ¿Cuándo tomaron esta foto?
— Fue para el primer cumpleaños de Yun — respondió el namek.
— Que grande se ve ¿Y está foto de dónde es?
— Es el monasterio donde entrenaste, luego que murió tu padre.
— ¿Éste es? — señaló a un hombre alto, muy serio, que estaba en primer plano.
— El maestro Theravada.
— ¿Y él? — apuntó a un tipo bajo, que estaba como tratando de ocultarse atrás de los demás.
— Es Tathagata.
RECUERDO
En el Templo Sagrado.
— No podremos pasar esta noche de navidad en la cabaña — le dijo Izbet a su pequeño hijo.
— Pero mamá, me lo prometiste, quiero ir ahora.
— Lo siento, recién la semana que viene sabré cuándo podremos ir.
— No te preocupes, nos quedaremos una semana cuando vayamos — medió el namek.
— No quiero — el pequeño corrió a esconderse enojado.
— Quisiera llevarlo — se lamentó la mujer ciega — pero es peligroso, hay... — le llegaron varios mensajes a su Tablet, que tenía un programa que traducía los mensajes en palabras habladas, así no era necesario leerlos, debía bajar urgente a la empresa.
— No te preocupes, se tranquilizará, debe aprender a que no todo lo que quiere se le puede dar, así se convertirá en un malcriado — razonó el guerrero.
—Tienes razón, para mí todavía es mi bebé, no hace ni un año que nació — suspiró triste — vuelvo a la noche.
A Piccolo le costó encontrar a Yun, ya que cuando se enojaba ocultaba su ki, estaba quieto en la cama de una de las habitaciones, el padre decidió dejarlo descansar, salió silencioso para no despertarlo, pero apenas se cerró la puerta el niño se escabulló y voló a la cabaña. Cuando llegó se dio cuenta que no había nada de comer, como todavía era temprano decidió ir al pueblo a pie, en el camino unas sombras lo siguieron, sólo se dio cuenta cuando un lobo le mordió la pierna, se soltó, cojeando buscó un lugar para protegerse la espalda, allí le atacaron los demás animales, al principio logró mantenerlos a raya, cuando creyó que se irían, un par de ellos saltaron del montículo a su espalda, le mordieron la cabeza y un brazo, por suerte un hombre apareció gritando y disparando con una escopeta, logró ahuyentarlos, tomó con cuidado al pequeño, miró a todos lados, al no ver a ningún adulto se dirigió a una cueva en una montaña cercana, estaba demasiado lejos del pueblo por eso decidió curarlo el mismo.
Ya al anochecer Izbet volvió al Templo Sagrado.
— ¿Cómo está Yun? — le preguntó a Piccolo.
— No ha salido de la habitación, estaba muy molesto.
— Ya es tarde, debe comer algo.
Al ir a la pieza se dieron cuenta que no estaba.
— No está en el templo — dijo nerviosa la madre.
— Debe haberse ocultado, lo encontraremos — medió Dende que con ayuda de Mr. Popó y los padres rastrearon todo el lugar.
En ese momento Izbet estuvo segura que había ido donde se le había prohibido.
— Se fue a la cabaña — dijo nerviosa — debemos ir a buscarlo rápido, puede encontrarse con los lobos — estaba muy angustiada.
— ¿Qué lobos?
— Con todo lo que pasó, no te conté que por eso no podemos ir, apareció una manada salvaje, mientras los capturan para trasladarlos es mejor no acercarse. Estoy segura que fue para allá. Vamos.
Llegaron ya de noche, encontraron los rastros de los animales que siguieron al niño, cerca de unos montículos había signos de pelea y manchas de sangre, ambos lo llamaron a viva voz, pero nada, ya cuando Izbet empezaba a desesperarse, a los lejos escucharon el silbido de una persona, que para llamar su atención también agitaba los brazos, volaron hacía allá, en la entrada había una fogata, en el fondo estaba Yun, tapado con una manta, dormido, con la cabeza, una pierna y un brazo vendados.
— Mi niño — dijo dolida luego de tocarlo y sentirle las heridas.
— Tranquilízate, es fuerte, estará bien — trató de calmarla el desconocido.
Ella salió volando lo más rápido que pudo con su hijo en brazos en dirección al Templo, Piccolo le dio las gracias al hombre y la siguió, cuando llegó Dende curó al pequeño, lo llevaron a un dormitorio a descansar, al amanecer recién el pequeño despertó.
— ¿Mamá? — estaba desconcertado.
— Mi niño ¿Por qué nos diste este susto? — le recriminó suave la mujer.
— Lo siento, quería ir a la cabaña de los abuelos, fui al pueblo a comprar comida, y esos animales me atacaron, no recuerdo más.
— Un hombre te ayudó — dijo serio el padre.
— Ni siquiera le di las gracias — recordó la madre — te parece Piccolo que vamos más tarde a agradecerle.
— Luego de eso veremos el castigo que tendrá Yun por desobedecernos — el hombre miró severo al niño.
Un rato después bajaron los tres, al llegar a la cueva encontraron al hombre guardando sus pocas cosas para irse.
— Venimos a darle las gracias por haber salvado a nuestro hijo — se inclinó la mujer ciega en señal de agradecimiento.
— De nada, no sabía que era tuyo cuando lo ayude, chata — respondió el extraño.
— Sólo una persona me ha dicho así en mi vida — estaba pálida — el destino no puede jugarme una broma así.
— ¿Qué pasa? — se preocupó el namek al verla así.
— Mamá ¿Te sientes bien?
— Sí mi niño, puedes ir con tu padre un momento afuera, quisiera conversar algo con el señor. Por favor, Piccolo, llévalo — le dijo en voz baja — podrás oírlo todo, pero no quiero que Yun escuche — no muy convencido el guerrero salió con su hijo — ¿Ahora vives de ermitaño Tathagata? Mejor, así ya no puedes mentir para que las personas sean echadas del monasterio — sus ojos se pusieron oscuros de furia.
— En ese tiempo era joven, el orgullo me dominaba — el hombre se arrodillo y puso su frente en el suelo — cuando te fuiste, el anciano maestro no creyó nada, siguió preguntándome, al final tuve que contar la verdad ante la comunidad. Desde entonces la culpa no me ha dejado, hace unas semanas me llamó, tuvo una visión, si quería que mi alma estuviera en paz, debía venir a este lugar. Solucion de crucigramas
— Anoche cuando oscurecía escuche ruidos de lobos y de un niño, es muy valiente, eran muchos y lo atacaban por todos lados, lamentablemente llegue cuando ya lo habían mordido, lo traje y cure sus heridas, pensé que el salvarlo era la forma de pagar mi deuda con la vida, nunca pensé que eras su madre — se puso de pie el hombre.
— ¿El maestro sigue vivo? — no puede ser pensó, debería tener más de cien veinte.
— Sí, cumplió hace poco 125 años.
— Piccolo — lo llamó en voz alta, éste entró inmediatamente con el niño a su lado — quiero ir a visitar a mi maestro, nos vemos en el Templo Sagrado.
— Iremos todos — dijo tajante.
Se dirigieron volando al monasterio.
Piccolo llevó al monje bajo su brazo, como si fuera un saco, luego de un rato llegaron al lugar, al tocar el suelo el namek lo soltó y éste cayó pesadamente al piso. El maestro Theravada los recibió junto con los demás monjes superiores.
— Hola Pequeña Guerrera, veo que Tathagata te encontró.
— Maestro, permítame presentarle a mi familia — todos se inclinaron, como saludo y señal de respeto — no pensaba volver, pero supe que mi maestro estaba vivo, quisiera se me pudiera permitir visitarlo, por favor.
— Ha estado muy enfermo, le alegrará verte. Tendrán que ir a su habitación, ya no puede levantarse. Tathagata, por favor, llévalos.
— Gracias — dijo la mujer, de nuevo se inclinaron, luego los monjes se retiraron a sus labores.
Entraron en una pequeña habitación al fondo de un pasillo, en una cama en el piso había un hombre, se notaba que era muy viejo, al sentir que entraron abrió los ojos.
— Pequeña Guerrera, por fin puedo volver a verte — habló con un tono tierno y emocionado.
— Maestro — trató de mantenerse serena, eran muchos los recuerdos que la invadían al ver al anciano — quisiera presentarle a mi familia — habló hacia su hijo — Yun, él fue mi primer maestro.
— Soy Yun Supay, es un honor conocerlo — se acercó y se inclinó.
— El gusto es mío. Tuve una visión en que estabas corriendo por un bosque — le dijo el hombre
— Quería pasar navidad en la cabaña, pero como no quisieron llevarme, fui sólo — respondió avergonzado.
— Eres igual que tu madre jajaja cof cof — al reír le dio un acceso de tos — ¿Quieres ir a conocer el monasterio? Hay novicios con quienes puedes jugar mientras hablo con tus padres. Tathagata te acompañará.
— ¿Puedo mamá? — se entusiasmó, el estar entre adultos lo aburría.
— Sí, mi amor.
El guerrero verde miró al hombre que salió acompañando al pequeño, advirtiéndole con la vista cuídalo por tu bien.
— Maestro — se arrodilló cerca de él cuando ya estaban los tres solos — quisiera presentarle a Piccolo, el padre de Yun.
— Un gusto.
— Igualmente — el guerrero namek inclinó su cabeza, reconoció en él a un hombre santo.
— ¿Qué pasó contigo, pequeña guerrera? — le tomó la mano, le pareció un sueño poder volver a estar con ella — te busque por semanas.
— No quería que me mandarán a un orfanato, pensé que me enviarían allá por eso hui y... — contó todo lo que vivió — ahora tengo esta bella familia.
— Me alegro por ti, que lograste tener una buena vida después de todo — luego de guardar un rato silencio siguió — recuerda mi niña, que las experiencias que vives te definen, lo bueno y lo malo que experimentaste te hizo la persona que eres ahora. Si hubieras seguido con nosotros, tal vez no estarías donde estas, ni hubieras conocido a tu pareja, ni tuvieras a ese hijo. No quiero restarle responsabilidad a Tathagata en lo que hizo, pero fuiste tú quien decidió irse, no confiaste en nosotros. Piénsalo, el perdón no sólo será bueno para él, sino para ti también, no debes cargar con esa rabia. Sé que nunca podrás olvidar lo que viviste, pero al menos quisiera que logres recordar con la cabeza sin que te duela el corazón.
— Lo pensaré maestro, es hora de retirarnos, no quisiera cansarlo — lo sentía tan débil, era como una llamita que en cualquiera momento se iba a apagar.
— No te preocupes, ya está llegando mi hora para pasar a la otra vida, sólo me inquietaba no saber de ti, fuiste una cálida luz en el ocaso de mi vida, te acuerdas cuando te enseñe a meditar y te hacías la dormida jajaja, o intentaba enseñarte matemática, historia o filosofía, me salías con esas respuestas tan raras cuando analizábamos alguna situación.
— Nunca olvidé lo bueno que viví en este lugar con usted — le tomó la mano al hombre mayor y acarició su mejilla con ella — pediré permiso para venir a verlo seguido.
Ya concedida la autorización por el Superior Theravada, volvieron al Templo.
— Que piensas de lo que te dijo tu maestro — le preguntó Piccolo mientras volaban.
— Meditaré todo, es difícil lo que me pidió — su mirada se puso seria.
— No es necesario que te recuerde que Son mató a mi padre, ahora somos amigos.
— Lo sé, pero no creo que pueda ser amiga de Tathagata, nunca.
— Pero al menos no lo consideres como un enemigo.
Durante casi un mes pudo ir a visitar casi diariamente a su maestro, hasta que éste murió tranquilamente mientras ella estaba presente, en consideración al cariño que el hombre santo le tenía, Izbet y su familia fueron invitados a su funeral, quemaron su cuerpo y dejaron que sus cenizas se esparcieran por el lugar, aprovechando la oportunidad, y ante toda la comunidad ella perdonó de corazón a Tathagata.
Cuando iban de vuelva al Templo Sagrado.
— Piccolo — la expresión de la mujer era muy seria — promete que si muero primero, me quemarán y esparcirán mis cenizas por la Tierra.
— No pienses en eso, según lo que sabemos tal vez tengas unos 100 años más de vida.
— Tal vez, sé que los demonios envejecimos lentamente, pero igual llegará el momento que deba morir, no como tú — no lo dijo con ironía ni molesta con su pareja, ya que él heredó la eterna juventud de su padre, tenía siglos y siglos más de vida que ella, toda una eternidad, lo más lógico era que ella muriera antes que él — al menos por ahora mantengo mi juventud, por eso no se nota la diferencia de edad que tenemos... promételo, por favor, es importante para mí — le rogó con la voz.
— Te lo prometo — dijo al final el guerrero.
FIN DEL RECUERDO
— Gracias por haber cumplido mi deseo, fue muy lindo mi funeral — le dio un beso en la mejilla y lo abrazo.
FIN
Ángel Ciego 9.1 El monasterio
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2024-11-21
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