Luz de oscuridad by Arakyshy99
Las cartas de Clow, la magia del Pilar y las plumas de Sakura se encuentran en peligro. Poderosa magia maligna por medio de la luz que amenaza a muchos mundos. Obligando a los tres grupos a unirse y a un antiguo mal a regresar del olvido para tratar de ayudarlos. (Crossver de SSC, MKR y TRC)
Categories: CARD CAPTOR SAKURA, RAYEARTH, TSUBASA CHRONICLE Characters: Ninguno
Generos: Accion/Aventura
Advertencias: Muerte de un personaje
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 31 Completed: No Word count: 198471 Read: 5507 Published: 25/08/2012 Updated: 26/10/2013
Las cartas de Clow, la magia del Pilar y las plumas de Sakura se encuentran en peligro. Poderosa magia maligna por medio de la luz que amenaza a muchos mundos. Obligando a los tres grupos a unirse y a un antiguo mal a regresar del olvido para tratar de ayudarlos. (Crossver de SSC, MKR y TRC)
Categories: CARD CAPTOR SAKURA, RAYEARTH, TSUBASA CHRONICLE Characters: Ninguno
Generos: Accion/Aventura
Advertencias: Muerte de un personaje
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 31 Completed: No Word count: 198471 Read: 5507 Published: 25/08/2012 Updated: 26/10/2013
Sakura Card Captor, guerreras magicas y Tsubasa Chronicles le pertenecen a CLAMP. Este fic es solo por esparcimiento
Sakura Card Captor, guerreras magicas y Tsubasa Chronicles le pertenecen a CLAMP. Este fic es solo por esparcimiento
Introducción: by Arakyshy99
INTRODUCCIÓN
Con el característico ruido de sus patines contra la calle la chica se apresuraba cada vez más para llegar a tiempo a clases. Todos los días se prometía poner más temprano el despertador y todos los días lo olvidada. Seguro algo tenía que pasar para que se decidiera a hacerlo.
– Hola Sakura – le saludó una chica a la entrada de la escuela.
– Holaaaaaaaaaaa – alcanzó a responderle Sakura mientras pasaba de largo en su intento por frenar – Hola Tomoyo.
– ¿Con prisa como siempre?
– ¡Quiero un auto! Así no tendría que correr todas las mañanas para llegar.
– Pero aun no tienes edad.
– No me importa. Touya tiene uno y yo también lo quiero.
– Pero es de su trabajo.
– Y todos los fines lo usa para ir a pasear por ahí mientras yo me quedo en casa haciendo nada. Y me dice: “no importa, de todos modos los monstruos no pasean” o como; “Me puede multar la policía por trasportar especies extrañas.” Me da tanto coraje.
Ya frente a las taquillas Sakura se quitaba los patines para cambiarlos por los zapatos de interior.
– Ya conoces a Touya, es su forma de decir que te quiere.
– Pues prefiero que no me quiera tanto.
– Bueno, ¿cómo van las cosas con Kero?
– Mal, aun no puedo hacer que vuelva. Sigue viviendo con Eriol desde lo de la pelea.
– Parece que nunca dejara de ser un niño.
– Pero es que es algo muy tonto… ah, buenos días Rika. Y no era como para que se metiera en una caja de cartón y se enviara por correo hasta Inglaterra.
– Aunque nada tonto, se llevó comida y una celular por si algo pasaba.
– ¡Tengo 16 años! Debería estar preocupada por lo que me voy a poner la próxima vez que salga y no por mi tonto león de peluche que se fue a vivir con su anterior dueño al otro lado de la tierra. Buenos días Yamazaki.
– Tal vez deberías pedirle una disculpa.
– ¿Pedirle una disculpa yo? Pero la culpa fue de él. Por él comenzó todo esto, no voy a pedir perdón yo cuando no fue mi culpa. Himeno, buenos días.
Frente a ellas pasó otra joven de su edad de cabello negro y bastante largo que solo respondió al saludo con una inclinación de cabeza. Se veía muy seria mientras cargaba el estuche de un violín en una mano.
– Bueno, chicos. – Dijo el profesor al entrar – Siéntense para comenzar con la clase. Y recuerden que si se portan bien, iremos al observatorio que les prometí. Pero siempre y cuando no me colmen la paciencia antes.
– ¡¡SIIII!!
– Sakura – comentó Tomoyo en voz baja – ¿Qué tal si saliendo de clases vamos a tomar algo para seguir platicando? Mamá aun no llega y tengo tiempo.
– Vamos entonces.
El profesor comenzó su clase de manera normal mientras Sakura no podía quitarse una especia de sensación extraña. Uno de esos presentimientos que le decían que algo iba a pasar. Algo muy extraño y nuevo.
¿Serian Shaoran que venía Japón? ¿O algo más? Seguramente sería algo bueno.
– Sakura, ¿te encuentras bien? – le preguntó la chica del violín.
– Sí, Himeno. ¿Por qué?
– Por que tu alma no está.
– ¿Qué dices?
– Tu alma no está, se fue.
– No te entiendo.
– La ventana.
Y al mirar por la ventana la ciudad entera estaba en llamas. Todo ardía mientras el cielo rojo; sin sol ni luna, parecía iluminado por el brillo del fuego. La destrucción era inmensa mientras un ser lo miraba todo desde un lugar elevado. Un ser extraño que no alcanzaba a ver bien. ¿Qué estaba pasando?
.
.
.
– Bueno, creo que hasta aquí llegamos. No te preocupes, todo estará bien.
Aquel joven de cabello largo se acercó a la orilla del barranco para mirar hacia abajo. Era una caída tan grande era imposible sobrevivir después de ella.
Llevaba tiras de cuero que le cruzaban el pecho y estaban llenas de joyas brillantes de diferentes colores. Hizo el ademán de quitárselas pero se arrepintió, de nada servía.
– Bueno ya llegamos hasta aquí – le dijo a su caballo
– ¡Ayuda! – Se escuchó de manera un tanto débil distrayéndola muchacho y su acompañante.
– Hay alguien en el agua y va hacia la cascada. Freíd, vamos rápido.
De un salto montó al caballo y lo dirigió hacia el rió en donde ya podía verse a una persona luchar por mantenerse a flote. Pero ante la cercanía de la cascada tenía que actuar rápido para salvarla. Ató un extremo de su cuerda a la silla del caballo y la otra a su propia muñeca, después saltó al agua y comenzó a nadar para encontrarse con esa persona. Alcanzó a abrazarla mientras la misma corriente trataba de arrastrarlo.
– ¡Jálanos, maldita bestia! Jálanos.
Ya en la orilla la tomo entre brazos para alejarla del agua.
– Shaoran-kun… -alcanzó a decir ella antes de perder el sentido.
.
.
.
– No puedo creer que conseguiste boletos gratis para la premier.
– Lo que se puede hacer cuando tienes amigos que saben qué hacer.
– Estoy escuchándote, pelirroja. – Mencionó un tercero tras de ellas sorprendiéndolas.
– Alquiam, buenos días – le saludó Lucy, efusiva como siempre.
– Buenos días.
– ¿A dónde vas? – le preguntó Marina.
– ¿Creen que les iba a conseguir boletos sin quedarme con uno propio? También me interesa ver esa película – el acento extranjero del muchacho sonaba un poco extraño.
– ¿Cómo los conseguiste? – preguntó Lucy.
– El hermano de uno de los compañeros de trabajo, trabaja en el cine y me consiguió boletos. Es lo bueno de tener contactos en todos lados. Por cierto, ¿Dónde está Anaís?
– Nos vamos a encontrar en el cine. Hay que darse prisa para no hacerla esperar.
Fuera de la plaza, Anaís se encontraba sentada, y su rostro se iluminó al verlos.
– ¿Por qué tardan tanto?, ya está por empezar.
– Lo siento, lo siento – se disculpó el extranjero – Veníamos hablando de varias cosas.
– Como lo de las noticias – le completó Lucy –. Después del incendio del barco petrolero y el ángel que llegó a salvarlos. ¿Creen que sea verdad?
– Claro que no – respondió Marina. – Es solo un cuento inventado por la empresa para que la gente quite su atención del derrame que se hizo. Ahora nade puede estar en las playas de Tokio por que hay petróleo por todos lados.
– ¿Tú qué opinas Alquiam? – le preguntó la chica de lentes mientras se formaban para entregar los boletos.
– En mi país existe una leyenda que habla sobre un ángel negro. Uno de los venidos a la tierra antes del diluvio por que se enamoró de una humana. Cuando el diluvio, intentó regresar al cielo pero no pudo y tampoco se le condenó al infierno por que sus razones no eran egoístas. Lo condenaron a estar eternamente con los humanos. Y este ángel caído, ayuda a los hombres con la esperanza de que algún día lo dejen entrar de nuevo al paraíso. Tal vez ese ángel me siguió desde mi país… Aquí tiene, cuatro personas por favor – le dijo al encargado de la puerta.
– Vamos a comprar palomitas – le dijo la pelirroja.
– Esta bien, chicas, aparten los lugares.
Lucy esperó hasta que estuvieron un poco aparte de las demás para decir.
– Alquiam, con lo que platicamos…
– Ya lo hice pequeña.
– ¿Y qué pasó?
– Pues… ¿Cómo se dice en tu idioma…? Rukensanen… Me rechazó.
– ¿En serio?
– Marina es una chica especial, tal vez espera a alguien especial.
– ¿Y cómo te sientes?
– Estaré bien. Solo tengo que calmarme….
Una explosión en el exterior le impidió continuar y los gritos que le siguieron les obligaron a salir. ¿Qué estaba pasando? Con esto de los ataque terroristas en otras partes del mundo tal vez un loco decidió hacer una travesura en ese mismo lugar.
Un enorme cráter en la plaza exterior y destrucción alrededor les dejó ver que era algo serio.
– ¿Qué pasa? – preguntó Anaís alcanzándolos.
– Piedras del cielo – respondió el muchacho y una nueva explosión arrancó un árbol de su lugar el cual obstruyó el paso de la carretera – Esa niña está en peligro.
Aquel muchacho salió corriendo hacia una niña que veía aterrada todo lo que ocurría. Un auto se acercaba por la calle y giró el volante muy rápido para evitar el árbol caído, cambiando su rumbo hacia ella. Alquiam corrió desde antes que todo esto ocurriera y alcanzó a sacarla sin correr mucho riesgo. Como si hubiera visto lo que iba a pasar.
– ¡Cúbranse! – les gritó, pero el ruido de una nueva explosión les impidió escucharlo.
– Son meteoritos o algo así – dijo Anaís mientras entraban al cine buscando protección.
– Pero Alquiam sigue afuera – recordó Lucy queriendo salir impedida por sus amigas.
– Él ya está cubierto. Si sales corres mucho riesgo.
– Pero…
La siguiente explosión no se escuchó a nivel de suelo, lo que llamó la atención de casi todos. Que al voltear afuera se encontraron con un ángel de alas y armadura grises que bajaba del cielo y se paraba a la mitad de la plaza. Tenía algo hipnotizante en su ser, su armadura negra y horrenda que parecía la de un demonio malvado. Su largo cabello negro amarrado en una coleta floja y esa máscara blanca con rasgos pintados. ¿Qué estaba haciendo ahí?
De su cinto sacó una espada y se elevó en el aire para destruir aquellas rocas. Después de todo, era de verdad.
.
.
.
Continuara...
Regresar al índiceCapítulo 1 : Las cosas que pasan (Parte 1) by Arakyshy99
Capitulo 1 Las cosas que pasan
//Sakura Kinomoto//
– ¡Señorita Kinomoto! ¿Me quiere decir que hace teniendo pesadillas en mi clase?
– Profesor, yo… lo siento.
– Vaya afuera y no regrese hasta que este despierta. ¿Entendido?
– Sí, profesor.
Ya afuera, parada junto a la puerta del salón, la chica aprovechaba el momento para pensar. Conocía ese tipo de sueños, sueños en los que ocurrían cosas extrañas y mágicas, en los que se daba cuenta de lo que ocurriría en el futuro. Y este sueño le había dado tanto miedo que no quería saber de que hablaba.
Por que muchas veces, cosas terribles comenzaron con una sueño así, con esa habilidad que nunca deseó para poder ver el futuro a través de sus sueños.
Tal vez pasaría algo horrendo dentro de poco. Tal vez si se lo decía a Eriol él sabría que hacer o descifrar lo que pasaría. De repente sentía miedo, miedo de que esa visión fuera verdad. Era Tomoeda en llamas mientras alguien miraba esa destrucción. Pero no sabía quién era, no lo vio bien durante su sueño. Tal vez después recordaría los detalles, mientras tanto no podía dejar de sentirse inquieta.
Una mañana muy larga mientras seguía dando vueltas a este asunto sin poder arreglarlo.
Al terminar las clases su amiga se le acercó para decirle.
– ¿Te encuentras bien? Todo el día has estado muy intranquila.
– Es por el sueño de la mañana. Es como aquellos tiempos en los que sabía que algo malo comenzaría cuando soñaba algo raro. Y también tengo el presentimiento de que algo raro, pero “no-malo” va a pasar. Es extraño.
– En ese caso tendré la oportunidad de grabar nuevamente a Sakura en acción con uno de mis diseños – le dijo la chica sacando una cámara de la bolsa que cargaba.
– ¿Todavía cargas la cámara?
– No es por eso, es que hoy tenemos práctica con el coro y lo queremos grabar. Hace ya mucho tiempo que nos olvidamos de la magia.
– Sí – dijo Sakura mirando al cielo – A veces parece que todas esas aventuras mágicas hubieran sido solo sueños.
– Apropósito de los sueños – dijo Yamazaki de repente – ¿Sabían que en América los sueños eran una parte muy importante de las decisiones de los gobernantes? Inclusive, durante cinco días al año, todos en el pueblo debían reunirse en la plaza principal y dormir durante la mitad del día para contarles sus sueños a los sacerdotes. Si alguno llegaba a soñar lo mismo que el rey, se volvía de inmediato el nuevo gobernante y todos le adoraban.
– Yamazaki.
– ¿Qué? Es en serio – trataba de defenderse el chico mientras una compañera ya se lo llevaba.
Sakura y Tomoyo se miraron durante algunos instantes, como si fuera lo más normal del mundo que aquella pasara, y después dijeron.
– Vamos.
– Tomoyo, con lo que dijiste en la mañana de ir a tomar algo.
– Disculpa Sakura, tengo práctica de canto. ¿Qué tal si me acompañas un poco y después vamos a pasear?
– Está bien, hace mucho que no te veo cantar con el coro.
En el salón de los ensayos podía escucharse la música de un violín desde el pasillo, lo que preocupo a la chica pensando que habían comenzado sin ella. Pero un susto innecesario al ver que todos estaban sentados observando a una chica tocar. Era Himeno, su compañera de clase, que ahora usaba su violín junto a la maestra del club.
– Muy bien, Midori, aun tienes problemas con la tercera parte pero con un poco mas de práctica se arreglara. Será una gran carta a nuestro favor que la presentación estelar del coro. Daidouji cantando un solo a violín.
– Hola – saludó Tomoyo. A lo que la chica del violín respondió con su acostumbrada frialdad. A Sakura le resultaba difícil pensar que alguien tan fría pudiera tocar tan bien.
La práctica de Tomoyo comenzó mientras su profesora le guiaba en la pronunciación y Himeno solo la observaba. Parecía tratar de grabarse su voz para cuando actuaran juntas. No hacía mucho que esa chica llegó a la escuela, presentada solo como Midori Himeno sin mucha historia. Venia de otra escuela cercana y ahora vivía más cerca de esta. Al principio atrajo la atención de varios de los muchachos de la clase, Yamazaki incluido para los celos de Rika. Pero su angustiosa frialdad que nunca la dejaba los fue alejando lentamente hasta dejarla sola. Y aunque en varias ocasiones Sakura intentó acercarse a ella para ser amigas, esa frialdad cortes de la chica era una barrera muy difícil de pasar. Sobre todo cuando el elogiarle su música no fue suficiente para crear una charla.
Que persona tan difícil. Pero eso no le detendría en su intento por hacerla su amiga. Aunque ya comenzaban a agotarse las ideas al respecto. No importaba, ya algo se le ocurriría. Algo muy bueno.
Terminada la practica Midori se despidió muy a su estilo y salió del lugar. Ni siquiera espero a que la profesora les despidiera, ni los demás se levantaran. Parecía ser una chica bastante solitaria.
Después de eso, Sakura y su amiga salieron de la escuela rumbo al área comercial en donde pasear un poco.
– Mira, Sakura. Este peluche se parece bastante a Kero.
– No es cierto… no, tienes razón. Sí se parece.
– Voy a sacarle una foto con mi celular. Seguro que será algo divertido.
– ¡Niñas! – se escuchó que decían detrás de ellas.
– Hola Touya – le respondió Sakura con una mueca de ligero fastidio – ¿Qué eres hoy?
– Un cocinero feliz – respondió el muchacho haciendo bailar ligeramente su botarga – Pase y prueben los panqueques del tío Bob. Seguro que les encantan. Estamos de promoción por inauguración.
– Hola niñas, que gusto verlas – les saludó una joven con uniforme de mesera.
– Hola Mitzuki.
– ¿Quién es tu amiga, Sakura?
– Ah, ¿no las he presentado? Disculpa. Mitzuki, ella es Tomoyo, es mi mejor amiga. Tomoyo, ella es Mitzuki, la novia de mi hermano.
– Mucho gusto.
– Un placer. ¿Qué les parece si pasan a tomar algo? Touya les invita.
– ¡Claro que no!
– No se preocupen, él paga todo – le ignoró la joven mientras las empujaba gentilmente al interior.
– ¡Ya dije que no!
– Y pregúntenle al mesero por el helado sorpresa. Es delicioso.
Ambas jovencitas sonrieron ante la actuación del muchacho de un enojado cocinero feliz. Ya en el interior tomaron algo para seguir platicando.
– Te llevas muy bien con ella.
– Sí – le respondió Sakura – es alguien muy agradable, siempre con una sonrisa y un humor un poco tonto. No recuerdo mucho de mamá, pero papá me ha dicho que se le parece mucho. Tal vez por eso le gusta tanto a Touya.
– Y a ti. No es normal que las hermanas digan cosas así de maravillosas de las novias de sus hermanos. Normalmente no le creerías digna de tu querido hermano.
– Yo no soy Touya para hacer eso.
– Claro que sí.
Ambas sonrieron un poco y después la plática cambió de curso.
– ¿Vas a llamarle a Hirawizawa?
– Sí, tal vez venga y traiga a Kero para que podamos hablar.
– ¿Por qué no simplemente le pides una disculpa?
– Ya dije que no.
– Bueno, bueno. Si le dices lo que sientes.
– Esperare a hablar con Eriol antes de nada. Oye, Mitzuki tenía razón, el helado es delicioso.
A la mitad de la charla, el celular de Tomoyo comenzó a sonar interrumpiéndolas. Después de intercambiar unas cuantas palabras al aparato le dijo a su amiga.
– Parece que mamá llegó más pronto de lo que creíamos. Y quiere que nos veamos. Siento dejarte sola.
– No te preocupes. No la vez muy seguido así que hay que aprovechar cuando se encuentren.
– Nos vemos luego Sakura.
– Hasta luego.
Y ya sin su amiga, Sakura pudo dedicarse a tratar de descifrar su sueño, a encontrarle algún significado lógico. Pero no lo lograba. Normalmente consultaría con Kero o Eriol, pero ambos estaban muy lejos, juntos y el peluche con algo de rencor.
Le llamaría por teléfono en cuanto tuviera oportunidad, mientras tanto no valía la pena romperse la cabeza con algo como eso.
Salió del lugar saludando a su hermano y al llegar a casa se la encontró tan vacía como siempre con un recado de papá que anunciaba que llegaría tarde. Tras de su promoción a decano de la facultad y su posible nombramiento en el sindicato de maestros se encontraba cada vez más ocupado. Pero Sakura sabía que era por que estaba logrando un sueño. Tenía que apoyarlo.
Caminó lentamente por la casa sintiendo una especie de melancolía. Es día tuvo algunas cosas en especial. Esa sensación que le hacía sentir que tal vez Shaoran llegaría a Japón. El sueño tan extraño y el que Tomoyo le dijera que ella quería mucho a Mitzuki.
Cuando se dio cuenta ya estaba en la biblioteca de su padre, llena de libros nuevos y muchos antiguos y bien cuidados. Toda su antigua aventura como cazadora de cartas empezó alguna vez ahí. Todo se vio durante un segundo y de repente su vida no volvió a ser la misma.
Una especie de curiosidad la movió a tomar una de los libros y abrirlo esperando que algo pasara, pero lógicamente nada ocurrió. Así que comenzó a leer el libro lentamente.
Hablaba del ángel de la muerte de los antiguos judíos. Samael como se le concia en otras lenguas y del influjo que tenía en ciertos ritos antiguos. Y al final había una nota escrita por su padre.
“Pobre ángel, obligado a hacer la tarea más difícil de todas con una fama que no se merece”
Y de repente sonó el teléfono.
.
.
.
//Princesa Sakura//
– No la encuentro ¡Korugane-san, ¿puedes ver algo?!
– Nada desde acá. ¿Qué tal tu Fye-san?
– ¡No, pero no pude estar ya muy lejos!
– ¡¿Por qué lo dices?! – a pesar de sentarse un momento para tomar aire, Shaoran se veía desesperado.
– Por que ya caminamos bastante. ¿Qué tan lejos puede ir ella sola?
– ¡Shaoran-kun! – Se escuchó el grito de Mokona – ¡Por acá!
– ¿Qué pasa, bollo peludo? – le preguntó el soldado.
– La capa, la capa de Sakura-chan. Está en el agua.
– Ella cayó.
– Si tan solo Mokona no la hubiera perdido de vista – decía el conejo blanco – Sakura-chan estaría bien ahora.
– Shaoran-kun – trato de detenerle Fye pero el muchacho ya corría por la orilla del rió buscando algún rastro de la chica. Y no se detendría hasta encontrarla – Que enorme problema.
– ¿Por qué te vez tan tranquilo? La chica podría estar en problemas.
– No lo creo, Kuro-rin.
– ¿Por qué?
– ¿No recuerdas? Sakura-chan es la chica bendecida por Dios. Nada malo puede pasarle. Y creo que por más que nos desesperemos, ella encontrara esa pluma antes que nosotros.
– Te vez demasiado confiado,
A lo que el mago solo respondió con una sonrisa tan de él.
.
.
.
– ¿Ya se encuentra mejor? – le preguntó el muchacho mientras le entregaba una taza de madera llena de té. – En cuánto su ropa se seque podrá vestirse
– Gracias – respondió la jovencita y después bebió su té. Su cabello corto casi se secaba y está envuelta en una manta que el muchacho le dio antes. Ahora ambos estaban sentados junto a una fogata cerca del mismo río.
– Disculpe mi pregunta, pero ¿usted no es de aquí? ¿Verdad? Por sus ropas veo que es extranjera.
– Sí.
– ¿Qué hace por aquí?
– Estoy buscando algo con Shaoran-kun.
– ¿Cuál es su nombre señorita?
– Sakura… Shaoran-kun me dice, princesa Sakura.
– ¿Es usted una princesa?
A lo que la niña contestó con un movimiento efusivo de cabeza.
– ¿Dónde está este Shaoran? – volvió a peguntare él.
– No lo sé. No me acuerdo. Voy a tener que ir a buscarlo.
– Si usted me permite, yo soy un caballero y me gustaría ofrecerme a acompañarla. En este momento no tengo una ama por lo que soy libre de ayudarle y ofrecerme a cuidarla – la mirada de la chica le dijo que esta no estaba entendiéndole nada – ¿La puedo acompañar?
Y ella sonrió de una manera tan cálida y especial que turbó al muchacho. Que le hizo sentir algo extraño. Aquella dulce señorita de su misma edad que de repente aparecía de la nada. Era tan extraño.
Algún rato después viajaban por el camino en dirección al pueblo más cercano. Ella sobre el caballo del que el muchacho jalaba la rienda. A un paso lento y ligero para no molestarla. Ella más bien parecía divertida de ir tan alto sobre aquel animal.
– No se preocupe si sus amigos la buscan. Deje un mensaje tallado en uno de los árboles de adónde vamos. Seguro en el pueblo podemos encontrar información o será más fácil que la busquen. También encontraremos donde comer y dormir. Ya mañana comenzaremos a buscar a su amigo.
– También a Moko-chan y Fye-san y Korugane-san.
– Está bien, los buscaremos a todos
– ¿Cómo te llamas?
– Liceo, Liceo de Vantarys. Caballero de la orden de… olvide eso ultimo. No soy ya caballero.
– ¿Y cómo se llama él? – señalando ahora al caballo.
– Es Freíd, no se preocupe, es muy manso. Yo mismo lo desbrave y lo entrene. Esta usted segura.
Sakura pareció pensar un poco.
– Freíd… Esto es un Freíd.
– No, esto es un caballo, pero este caballo se llama Freíd.
– Caballo… Freíd. Lo entiendo.
– Que bien, debe usted venir de un lugar muy lejano para no conocerlo. O tal vez como es una princesa no la dejan salir mucho. Por favor recuerde presentarme ante sus amigos para evitar problemas. ¿Quiere una manzana? – le dijo él y sin dejar de caminar se la lanzo ligeramente. A lo que ella trató de atraparla. Perdiendo el equilibrio en el intento. – ¡AHHH! ¡Señorita!
– Los caballos son muy altos.
– Lo siento ¿se encuentra bien?
– Sí – y nuevamente aquella sonrisa tan cálida. Muchas personas deberían estarla buscando. Seguro tenía muchos soldados a su servicio y fuertes protectores capaces de defenderla de cualquier cosa que en ese preciso instante estarían como locos dejándose la piel en el intento de encontrarla. Si tan solo él pudiera… no, esa era una tontería. Le ayudaría como última misión y después regresaría a lo que estaba haciendo antes de encontrarla.
No mucho rato después se encontraba un pueblo en donde la actividad aun fluía a pesar de que no faltaba mucho para el atardecer. Y todo ese movimiento llamaba la atención de Sakura por demás.
– Conejos – decía ella señalando.
– Así es. Blancos conejos de estas praderas cercanas.
– Pájaros.
– No existen cantos más bellos que los de nuestras aves.
– Comida.
– No se preocupe, en cuanto lleguemos adónde vamos tendremos una buena comida. Es un amigo mío y estoy seguro de que nos recibirá bien. Dentro de poco podrá descansar como se lo merece.
– Peces.
– Todos de adorno, ninguno se come.
– La pluma…
– ¿Disculpe?
Una de las jóvenes que atendía un puesto, mostraba como orgulloso adorno en su cabello, una brillante pluma blanca con dibujos extraños.
– La pluma… tengo que ir…
– ¿Es eso lo que usted y Shaoran están buscando?
– Sí – de repente se le veía preocupación en la mirada. Quería esa pluma de verdad.
– Yo se la conseguiré. Por favor quédese aquí y espéreme… Freíd, cuídala.
Se acercó hasta la vendedora con una sonrisa mostrando las tiras de joyas brillantes que le cubrían el pecho. Al principio le sonrió tratando de ser cortes y después eso se convirtió en una mesa de negocio. Al final el muchacho regresó con la pluma después de soltar unas cuantas monedas.
– Vaya chica, creí que sería menos material. Pero aquí esta su pluma, señorita Sakura.
– Gracias – ella la recibió y se la acercó al pecho en donde desapareció de repente fundiéndose con su propio cuerpo.
– Vaya que cuando decía que era de usted lo decía en serio.
.
.
.
– ¡Esperen! – gritó de repente Mokona obligando a todos a frenarse en seco.
– ¿Qué pasa, Mokona?
– Ya no está, la pluma ya no está. Como si desapareciera.
– ¿Alguien la escondió? – le preguntó el muchacho cargándola.
– Es como si se esfumara. O como cuando las tiene Sakura-chan. Tal vez ella ya la encontró.
– Puede ser eso, señal de que Sakura-hime se encuentra bien.
– O de que alguien se dio cuenta de que vamos por ella y la escondió – sentado sobre las piernas cruzadas el soldado parecía pensar.
– Prefiero creer que es la primera. Vamos.
– Pero ahora ya no tenemos un rastro que seguir – el mago se le sumó a su compañero para pensar.
– No importa, solo tenemos que seguir en esa dirección hasta encontrar un pueblo. No puede estar tan lejos. Ya ahí, preguntamos por ella. Seguro alguien sabrá decirnos sobre una extranjera de ropas extrañas.
– Ojala Shaoran-san. Ojala.
.
.
.
– Liceo de Vantarys solicita una audiencia ante el marqués de Laplacy.
– Pues dile que entre – respondió un hombre saliendo de entre los enormes pilares con los brazos abiertos – Alguien así de bueno, siempre es bienvenido en mi casa.
– Antel, conde de Laplacy, siempre es un gran gusto verte – respondió el muchacho y después de saludar le ayudó a Sakura a bajar del caballo.
– Valla tan hermosa señorita. ¿Me dirás que te la robaste de los oráculos del norte para que se dedique solo a adivinar tu futuro?
– No, conde. Le presento a la princesa Sakura. Se encuentra perdida de su sequito y quiero ayudarla. Pero necesito un lugar en donde pasar la noche.
– ¿Qué clase de caballero es aquel que no se apresta a donde una dama se encuentra en problemas? Alteza, princesa Sakura. Sea bienvenida a la humilde villa de Laplacy y yo como su conde le brindo mi hospitalidad.
Un tanto asustada la chica no contestó cubriéndose detrás del joven.
– Ja, ja, ja. Joven, bella y reservada. ¿Qué más puede pedirse en una dama real? Entren en mis aposentos y siéntase cómodos. Mandare hacer una gran comida para ustedes. Después de tan largo viaje deben estar cansados. Kamil, que la servidumbre de mi hija se encargue de atender y arreglar a la señorita para la cena. Que no olviden que se trata de una princesa.
– Sí, mi señor.
La joven se asustó un poco cuando las sirvientas trataron de llevársela, pero Liceo la tranquilizó con una mirada.
– Estará bien, no se preocupe. Le van a llevar a tomar un baño y cambiarse. La veré en unos minutos, ¿está bien?
La chica asintió levemente y se dejó conducir de manera dócil mientras el joven alcanzaba a su anfitrión.
– Tanta algarabía en mi llegada es rara, conde.
Tomando una copa que le entregó un sirviente el hombre dijo.
– Tu cabeza tiene preció, un precio muy alto. Como no es legal puedo hacerme el inocente protegiéndote en mis terrenos, pero no será suficiente. Mejor será que tomes el barco que te lleve más lejos y jamás regreses por estas tierras. Te mataran en cuanto te encuentren y quien lleve mas pedazos de ti ante la casa real recibirá la recompensa.
– Mi cabeza siempre ha sido muy cara. Pero no me preocupa morir. Lo que si me preocupa es no cumplir mis promesas. Por eso vine contigo, quiero que si algo me pasa antes de que la princesa Sakura encuentre a su compañía, te encargues de ayudarla por mí.
– Tu misión es mi promesa y tu promesa es mi misión… Lamento mucho lo de tu padre. Cine de Calidad gratis
– Padre estaba enfermo pero aun así continuó en pie hasta el último día de su vida. Lo que pasó después es lo que me hace hervir la sangre, me dan ganas de matar a toda la casa real y destruir la maldita isla.
– Tienes tanto coraje que le pierdes el miedo a la muerte. Y eso te vuelve muy peligroso para quien se quiera poner frente a ti.
– No le tengo miedo a la muerte, conde. Ya no puede temerle al deshonor, nunca le temí al sufrimiento. Estoy listo para hacerle frente a quien venga por mi cabeza. Tengo conmigo mis armas y soy el hijo de un protector real. Llevó el combate en las venas y la matanza entre los ojos. No hay nada que me haga tener miedo. Si quieren matarme que vengan, estoy listo.
– ¿Y morirás?
– No tengo otra opción, conde. Fuera de esos muros yo no tengo vida alguna. Nací noble de linaje y ahora quieren que me esconda como un perro entre la porquería. Si al menos puedo obtener una muerte digna, tendré que darme por bien servido.
– Te aprecio como a un hijo, muchacho. Y tu habilidad con los caballos es algo que no volveré a ver en mi vida. No quiero que te maten.
– Yo no quiero vivir.
El hombre vació al suelo lo que quedaba en su copa.
– Tanto coraje en alguien tan joven como tu es un verdadero desperdicio. Vas a desaprovechar demasiada vida. Pero eres un hombre, un caballero que toma sus propias decisiones y no puedo detenerte… ¡Y lárgate a los aposento de las visitas! ¡No voy a recibir a nadie así de sucio y desarreglado en mi mesa!
.
.
.
//Lucy Shidou//
– ¿Te encuentras bien? – fueron las primeras palabras de muchacho en cuanto Lucy despertó. Con su marcado acento extranjero.
– ¿Qué pasó?
– Un pedazo del techo te golpeó y te desmayaste. Apenas pudimos te trajimos al hospital. Tus amigas están afuera esperando a tus padres. Creo que debería avisarles que ya despertaste.
– Sí, tienes razón… Alquiam… Lo del ángel.
– Yo tampoco lo creía, pero era de verdad. Era un ángel de armadura como el de mis leyendas. Cuando él llegó ya no cayeron al suelo las piedras. Pero un pedazo tiro el techó del cine. Pocos heridos pero la más grave eras tú. Aunque hay varios muy grave de antes de que él llegara. Pero no debes preocuparte. Estarás bien y tu familia llega en poco. Iré por tus amigas.
Al salir del lugar a la chica le pareció que su amigo tenía el mismo perfil que aquel ángel que apareció en el cine. La misma figura delgada y el porte orgulloso. No era tan ingenua como para desechar esa posibilidad, pero no tenía nada con que probarla.
– ¡Lucy! – la más emocionada era Anaís que se acercó rápido a su amiga para abrazarla – ¿Estás bien?
– Creo que no tengo nada. No te preocupes.
– Te dijimos que te cubrieras. Alquiam siempre estuvo bien pero te arriesgaste mucho por ayudarlo.
La pelirroja solo sonrió por el comentario. Sus actos en aquel momento fueron bastante arriesgados. Pero no pasó a mayores, afortunadamente. Ahora aquel muchacho observaba desde el fondo de la habitación mientras sus amigas no dejaban de platicarle cosas. Había algo de extraño en aquella mirada del muchacho, como si estuviera triste o apenado por algo. Tal vez se sentía mal por lo que le pasó a la chica.
La madre de la chica no tardó en llegar hasta el lugar en donde le llenó nuevamente de preguntas y revisiones exhaustivas. Desde el principio los hermanos de Lucy, celosos por su hermana, se mostraron recelosos de éste extranjero. Por lo que la situación en aquel momento no cambió para nada.
De inmediato la dejaron ir, tanto por qué no era serio, como por que el lugar estaba lleno de heridos más graves que ella. Hasta aquel momento las cifras oficiales eran de veinte muertos en lo que se decía, “una mortal lluvia de estrellas”.
Cuando ya se iban, Alquiam se le acercó y le dijo, con las manos en los bolsillos y esa misma actitud de apenado.
– Bueno, yo tengo que ir al trabajo. Ve a casa y descansa, katcelien… por favor… Nos veremos después.
– Adiós.
Trabajaba en un restaurante no muy lejos de la escuela, a la que ambos iban, de ahí se conocían. Era mesero y todas las tardes se encontraba ahí para ganarse algo de dinero con que mantenerse. Nunca platicaba de si mismo, y si alguna vez le dijo de que país venia, Lucy ya no lo recordaba. No le conocía ninguna familia ni nadie cercano, aunque últimamente habló sobre una persona con la que estaba viviendo. Tal vez un pariente en la ciudad.
Era una persona bastante alegre, aunque solo con ciertas personas, con el resto del planeta se convertía en una persona reservada que se guardaba los pensamientos. Hacía a veces cosas raras, como lo que cocinaba o los ejercicios que le gustaba hacer por las mañanas. También su extraño fanatismo hacia las matemáticas y el hablar japonés e inglés. Aparte de esa lengua de la que de vez en cuando se le escapaban algunas palabras.
Pero… había algo en él que le despertaba una especie de nostalgia. Algo así como conocerlo mucho tiempo antes y ahora tratar de recordarlo. Seguro solo tonterías pero no podía dejar de sentir eso. Tan solo estaba ahí.
Por la noche, ya cuando el muchacho se despedía de sus compañeros en el trabajo y se colgaba la chaqueta al hombro, se sorprendió al ver a la pelirroja esperándolo cerca del callejón de la salida de empleados.
– Katcelien… ¿Qué haces aquí a estas horas?
– Pues… creo que teníamos algo de qué hablar antes de que el universo decidiera jugarnos una pequeña broma.
– Tienes la cabeza vendada y te pidieron que reposaras. No deberías estar aquí. Te acompañare hasta tu casa y recibiré los regaños de tus hermanos. ¿OK?
– No tienes que hacer eso.
– Pero voy a hacerlo, así que caminemos…
Se mantuvieron en silencio durante algunos instantes sin hablar, como si esperaran hasta que el muchacho dijo.
– ¿De qué querías hablarme?
– Lo de Marina. Es que sentí que no estarías tan bien como decías y seguro necesitas hablar con alguien
– Pequeña, ¿Crees que me preocupo por mis sentimientos cuando hoy mi amiga pudo morir? No, en mi mente no estaba Marina, si no Lucy. No quería que a Lucy le pasara nada.
– Haces que me apene.
– Y de todos modos – poniéndose los brazos detrás de la nuca el muchacho siguió hablando, y de repente su acento se hacía más marcado – Ya me estaba haciendo a la idea de que me rechazaría.
– ¿Por qué?
– Por que si ella me aceptara yo sería muy feliz. Y eso no es justo, alguien como yo no puede ser feliz.
– No digas eso, todos tenemos derecho a ser felices.
– No alguien como yo. Aquellos que se parecen a mi nunca somos felices, al final morimos o lloramos deseando morir. Por que somos los malos de los cuentos, aquellos a quienes el cazador o el príncipe tienen que vencer para probar que son buenos. Aquellos a quienes lo niños no juegan cuando hacen cuentos inventados. Ya me acostumbre a que me duela, no es tan malo.
– ¡No hables así! – Gritó ella con fuerza haciendo que su compañero se detuviera extrañado – Tú no eres así, tú eres una buena persona. No puedes sentirte como dices.
La risa ligera de Alquiam desconcertó a la chica que perdió su pose valiente.
– Lucy Shidou, si conocieras mi pasado estarías de acuerdo conmigo de que no soy alguien que valga la pena apreciar. Te darías cuenta de que de verdad soy un monstruo dormido que desearías lejos de ti.
– ¿Qué puede ser tan malo?
– No quiero decirte, por que esta es la primera vez que alguien dice algo bueno de mi desde su corazón. Y no quiero que eso cambie. Prefiero alejarme de ti algún día recordando cómo me ves ahora.
– Cuéntame…
– ¿Estás segurra?
– Sí.
Tomando aire profundamente, el muchacho tardó en decir.
– Hace mucho tiempo en mi país, hubo una guerra. Una horrible guerra…
– ¡LUCY! – gritaron de repente tras de ellos – ¡Koretne sai!
Era un joven que sostenía una espada, de ropas extrañas y una cicatriz en forma de cruz en la mejilla, cabello verde y sus ojos castaños parecían irradiar preocupación.
– Paris… ¿Qué pasa?
– ¡Uterenakara, se me fan!
Pero al ver que sus palabras no tenían ningún efecto optó por el camino más rápido y atacó con su espada al acompañante de la pelirroja. Este lo esquivó apurado y le dijo casi gruñendo.
– Utsurene, iktuane.
Y comenzaron a hablar en aquel extraño idioma. Lucy no entendía pero por los gestos parecía que Paris trataba de reclamarle algo a Alquiam mientras este reprochaba lo que le decían. ¿Por qué no entendía lo que Paris decía? ¿Y cómo Alquiam le entendía y no se sorprendía de él?
Alquiam colocó los puños bajo la barbilla en posición de boxeo mientras el extranjero se lanzó nuevamente hacia él… pero se desvaneció en el aire como si jamás hubiera estado ahí. Durante algunos instantes el chico permaneció sin moverse y adoptando una pose normal dijo.
– ¿Qué demonios a ocurrido?
.
.
.
//Sakura Kinomoto//
Demasiado ruido en la línea, como cuando se llamaba de un celular con mala recepción. Al principio fue lo único que escuchó durante algún rato hasta que pudo oír una voz. Una voz conocida.
– “…kura, no…. Favor…”
– ¿Kero? ¿Kero, eres tú?
– “Sakura… no le creas. Cuando él lle… no le creas na….”
– Kero, no te escuchó.
– “Por fa… ¡NO VENGAS SAKURA!” – y la línea se cortó.
– Kero, contesta por favor. Contesta Kero, ¿estás bien? ¿Kero?
Durante un instante Sakura se quedó sin saber que hacer mirando el teléfono como si sintiera que algo raro fuese a salir de él. Dudó un poco antes de colgar y marcar el número de Eriol. Al diablo con la marca distancia.
Pero lo único que obtuvo fue un mensaje en inglés… y por lo que pudo entender, aquel número no existía. Y aquello la derrumbó. Se suponía que Kero estaba bien por que estaba con Eriol, se suponía que estando ahí nada podría pasarle y ahora esta llamada. ¿Qué podía hacer? ¿Por qué no había nadie que le dijera que podía hacer?
– Tomoyo, ¿eres tú? – dijo desesperada al teléfono en su siguiente llamada.
– “¿Sakura? ¿Estás bien?” – le contestó su amiga.
– Creo que algo le pasó a Kero pero no estoy segura, estoy muy preocupada.
– “¿Por qué dices? ¿Estás bien?”
– No lo sé. Me llamó por teléfono y lo escuche muy mal pero se cortó la llamada.
– “¿Ya le llamaste a Eriol?”
– Me dice que el número no existe.
– “Voy para allá, cálmate y no hagas nada tonto”.
– No quiero estar aquí, me siento atrapada. Necesito salir y hablar contigo.
– “Entonces en la cafetería que está cerca de tu casa. Salgo lo más rápido que pueda.
– Por favor, Tomoyo.
Durante algunos instantes más Sakura se quedó en el lugar tratando de ordenar sus ideas. De que las cosas tuvieran una ligera explicación lógica. Pero no encontraba nada parecido. Algo muy malo estaba ocurriendo y no tenía formas de controlarlo. Algunos minutos después salió a donde se habían citado en donde encontró que su amiga ya la esperaba, pero no estaba sola. La acompañaba una chica, Midori, su compañera de clase de la mañana.
– Hola, Tomoyo – saludó a su amiga ignorando a la otra chica.
– Sakura… Himeno, por favor, déjanos hablar un poco.
– Con permiso, señorita Daidouji.
– ¿Qué pasa con Midori?
– Te platico después, por lo pronto me está acompañando. Lo importante es que me cuentes que pasó.
– Es que… estaba en casa haciendo nada y de repente sonó el teléfono. Al inicio no se escuchaba nada, pero luego escuche que Kero trataba de hablarme. La señal no era buena y no le entendí mucho, pero lo oí muy desesperado. Como si quisiera advertirme algo. Después trate de hablarle a Eriol pero me dicen que el numero no existe o algo así.
– ¿Qué te dijo Kero?
– Me dijo que tuviera cuidado y que no le creyera a alguien… casi no entendí nada. Es muy extraño. No lo entendí pero se trataba de algo urgente y grave. No sé qué hacer.
Tomoyo pareció pensar en las palabras de su amiga, pero era muy difícil tratar de encontrar una solución rápida. Sobre todo por que, lo que sea que haya ocurrido ocurrió a miles de kilómetros de distancia como para ir inmediatamente.
Como desearía que el ruido dejara de sonar durante al menos un instante para que la dejaran pensar, deseaba encontrar una solución pero no había ninguna… ninguna.
Los gritos no se hicieron esperar cuando un grupo de hombres entró de repente al local causando un alboroto generalizado por las armas que llevaban. Armas grandes y de gran poder que no portaría cualquier persona. Y lo que más asustó a la chica era que se dirigían directo hacia ella sin que Sakura se diera cuenta por lo que estaba pensando.
El que parecía ser el principal le colocó una mano en el hombro a Tomoyo y le dijo.
– Venga con nosotros por favor, no queremos hacer esto más grande. Dejaremos a su amiga.
– Tomoyo, ¿Quiénes son? – preguntó Sakura sin entender.
– Silenció – le dijo uno de ellos mostrándole su arma.
– No le hagan nada – intercedió rápido Tomoyo. – Voy con ustedes.
Parecía algo bien organizado, suficientes hombres para cubrir todo el local por el interior y la entrada para que nadie saliera ni interrumpiera. Varios autos esperándolos y buenos movimientos. Sin importar quienes fueran sabían lo que estaban haciendo.
La subieron a la primer camioneta que no tardó en arrancar seguida por las demás. Pero a la mitad de la calle. Mirándoles de manera retadora, estaba Himeno sujetando el estuche de su violín con la mano derecha.
Lo abrió ligeramente sacando un arma de él y disparándole a la cara al conductor.
Y de repente todo se volvió demasiado confuso para Tomoyo.
Comenzaron a escucharse disparos en todas direcciones, alguien la presionaba contra el suelo para que no se moviera mientras el escándalo continuaba. Pero de repente la jalaban y la obligaban a caminar en cierta dirección. En donde la dejaron durante algunos instantes.
– ¿Está bien? ¿Se encuentra bien? – Le preguntó Himeno mientras se cubrían de las balas, sacó un raro radio y dijo – Señora, pasó lo que temía, mande ayuda inmediata. ¿Está bien, señorita Daidouji?
– Sí – le respondió ella bastante confundida.
– Quédese aquí – le dijo recargando su arma y saliendo de donde se cubrían. Apenas se asomó una bala le dio en el hombro tirándola al suelo y una más en el torso durante la caída. Lo cual no pareció más que enfurecerla y aumentar su propio fuego.
Sakura lo miraba todo desde el café y tardó un poco en reaccionar para ir a donde estaba Tomoyo.
– ¿Estás bien? – le preguntó ya junto a ella.
– Sí.
– Vámonos, antes de que te pasé algo.
– Himeno está ahí no podemos dejarla.
.
.
.
Regresar al índiceCapítulo 1: Las cosas que pasan (Parte 2) by Arakyshy99
Capitulo 1 (parte 2): Las cosas que pasan
– Inútiles, no pueden deshacerse de una niña que solo tiene un arma. En cuanto esto termine les aseguro que serán castigados severamente. – dijo aquella persona que parecía dirigir todo, después, dirigiéndose a la gente que tenía al lado le dijo a una joven – ve y encárgate.
– Sí mi señor.
Aquella chica salió de un edificio cercano al tiroteo preparando sus guantes que mostraban brillantes joyas. Rápido se dirigió a donde el escándalo estaba y no tardó en identificar a quien les daba problemas a los hombres armados. Unos cuantos movimientos de sus manos bastaron para que se formara un dibujo de luz bajo ella, un dibujo que parecía el de dos alas blancas dentro de un círculo.
Himeno sintió como si de repente le apresaran manos y piernas jalándolas en diferentes direcciones. Como si el titiritero que la movía se hubiera cansado y ahora la levantaba en el aire. Hilos invisibles la sujetaban impidiéndole moverse.
– ¡Mátenla! – dijo aquella hechicera que la apresaba mientras su poder hacía ondear su cabello rubio.
Himeno solo pensaba en soltarse y solo tenía una oportunidad, y usarla era demasiado arriesgado, pero…
Una explosión en el centro del lugar les distrajo a todos mientras alguien cortaba los hilos que sujetaban a la chica. Un joven con una espada que portaba extrañas ropas chinas.
– No sé por que la atacan, pero si yo estoy aquí no mataran a nadie.
– Shaoran – fue el único comentario de Sakura ante el chino que se unía a la pelea, en todo ese tiempo había cambiado, pero podía reconocerlo y darse cuenta de que ahora era un muchacho apuesto con un porte de valiente que lo hacía lucir maduro.
– Debería agradecerte – dijo Himeno levantándose – pero no estoy interesada en tipos que gustan de hacerse el héroe.
– Odio a esos tipos, ¿y tú?
– Ahora los odio, así que vamos a matarlos, déjame a la maga.
La batalla inició nuevamente mientras las cosas se ponían interesantes, con su arma y las municiones que cargaba dentro del estuche del violín, la chica le cubría la espalda al joven hechicero que hacía lo propio con su magia. Rápidamente se acoplaron al ritmo del otro para deshacerse de los enemigos, y cuando encontró un hueco en todo ese movimiento, la chica se aventuró hasta la hechicera alejada del conflicto.
– Vengo a devolverte el favor – alcanzó a decir Himeno antes de que el suelo bajo ella estallara y ella saltase para salvar la vida – Bonito truco pero no es suficiente.
– No puedes enfrentarte a la fuerza de la armada de la serpiente negra.
– Ángeles o demonios, ambos cayeron cuando pelearon contra mí, no vengas ahora a decirme tonterías de ese tamaño. ¡Muérete!
Varios hechizos lanzó aquella joven para detener a su enemiga, la cual les esquivó con facilidad mientras se acercaba.
– No puedes hacer nada – finalizó Midori y le golpeó fuerte en la cara para obligarla a caer.
Mientras tanto, Lee terminaba de encargarse de los demás tipos armados. No eran grande oponentes contra alguien que podía usar fácilmente magia de elementos. Y tenía tanta experiencia de batalla como él.
– Mátame – dijo la hechicera recuperándose del golpe.
– No todavía, alguien tiene que decirme: por qué atacan a mi joven ama. Después de eso voy a hacerte lo que quiera.
Sakura salió de donde se escondían para dirigirse al chico extranjero.
– Shaoran – dijo levemente mientras se acercaban. Hacia demasiado tiempo que no lo veía y ahora lo tenía frente a ella. ¿Qué podría decirle? No importaba, tan solo que estaba cerca y que podía hablar.
Pero este no la esperó, sin siquiera darse cuenta de su presencia corrió a donde las otras chicas hablaban. Embistió a Himeno para apartarla del lugar como si la atacara y después se colocó sobre ella cubriéndola. Todo esto instantes antes de que un rayo cayera en el lugar como si de una tormenta se tratara. Al principio la chica del cabello moreno peleó un poco y después se dio cuenta de lo que ocurrió. Miró al chico y le dijo.
– ¿Cómo supiste?
– Lo sentí, es magia muy poderosa, no van a dejarme las cosas tan fáciles.
– Ya lo creo.
Se levantaron lentamente, la joven se sujetaba el hombro derecho mientras él presentaba una ligera cortada en una mejilla. Fuera de eso parecían estar bien. Hasta que Sakura y Tomoyo llegaron corriendo a verlos.
– ¡Shaoran!
– Sakura, no creí que estuvieras aquí. Aunque es Tomoyo, debí esperarlo.
– ¿Esperar qué?
– Están en peligro, en grave peligro. Me enviaron desde Hong Kong para protegerlas. Aunque ya veo que tengo buena ayuda. ¿Cuál es tu nombre?
– Midori Himeno, es un placer – dijo ella sonriéndole al extranjero y a Sakura le pareció tan extraño. Nuca sonreía y ahora lo hacía tan fácil ante Shaoran.
– Shaoran Lee, jefe del consejo de hechiceros de oriente.
– Soy la protectora de la señorita Daidouji. Me contrató su madre para cuidarla. No creí que tendría un primer día tan interesante.
– Es un verdadero placer, señorita.
– No debiste arriesgarte tanto – Dijo Tomoyo a su guardiana.
– Por algo me pagan.
– Esperen – dijo Sakura tratando de entrar en la charla – ¿Por qué parece que de repente soy la última en enterarme de todo?
– Bueno Sakura – intercedió su amiga – Lo que pasa es que mamá creyó que era necesario que alguien me cuidara, por eso contrató a Midori desde hace algún tiempo. Cuando entró a la escuela con nosotros. Pero las cosas se pusieron tan extrañas que ahora ya me lo dijo y vive en mi casa.
– La policía – dijo Midori de repente – Tenemos que irnos antes de que nos digan algo.
– Síganme – habló el chino – Tengo un auto aquí cerca para que nos saque de aquí. Y Himeno necesita ayuda.
– No hay problema yo estoy bien.
– Solo vengan, rápido.
.
.
.
//Princesa Sakura//
Ambos hombres, cambiados y arreglados para la cena, hablaban en la antesala antes de pasar al comedor. De cosas triviales como las actividades del pueblo y lo último ocurrido con la nobleza de otros lugares.
– ¡Liceo! – se escuchó encima de la escalera mientras una jovencita bajaba corriendo las escaleras para lanzársele a los brazos al muchacho visitante mientras otro joven un poco mayor miraba la escena bajando también.
– Señorita, también me da mucho gusto verla. Y si me dejara, me inclinaría ante usted como siempre.
– Ya te dije que no quiero que hagas eso.
– Liceo – dijo el joven que bajaba – espero que esta vez sí podamos cazar un par de cosas para competir.
– Ya le dije, joven Asturi, que no cazó nada más pequeño que mi caballo.
– ¿Y qué tal un caballo?
– No creo que sea un reto.
– Está bien tal vez solo salgamos a pasear un poco. Kansy, ¿quieres soltar a Liceo?
– No, cuando él ya no sea guardia real lo voy a tomar como mi esposo y vamos a vivir en la isla de los reyes.
– Tú sabes que eso no va a pasar, Liceo es el mejor guerrero y la princesa lo va a escoger como su guardián, tal vez sea ella quien lo tome por esposo.
– Pues no la voy a dejar.
– Pues… – trató de intervenir el aludido – En realidad ya no soy guardia del castillo y no vivo más en la isla.
– ¿Qué? – La niña parecía la mas sorprendida – ¿Qué pasó?
– La princesa y yo tuvimos algunos problemas y mejor dejé el lugar. Ahora tengo un pequeño proyecto.
– La princesa Sakura – anunció una de las sirvientas dejando ver a la joven en la parte superior de las escaleras. Vestía con las ropas de la hija de la casa y joyas que le hacían ver noble. Como se les ordenó le bañaron y arreglaron para la cena, como la princesa que era.
Ella sonrió un poco apenada y después bajó las escaleras lentamente.
– Princesa Sakura – dijo Liceo inclinándose ante ella – le presento ante los hijos del duque de Laplacy, la joven señorita Kansy futura heredera del ducado de Laplacy y su hermano mayor el joven Asturi.
Ambos jóvenes se inclinaron ante ella que respondió el saludo de igual manera.
– Ya que estamos todo aquí – dijo el conde – pasemos a la mesa para la cena. Ahí podremos hablar y presentarnos.
La cena se sirvió ante las pláticas y comentarios en general de los muchachos más jóvenes mientras Sakura trataba de seguirlos. No entendía la mayoría de las cosas aunque su atención se desviaba a cada momento con las comidas que servían frente a ellos.
– Adelante princesa – le dijo el conde – sírvase y disfrute de nuestra hospitalidad. Mañana enviare a los mensajeros a distribuir la noticia de que se encuentra aquí. Cuando sus gentes se enteren seguro vendrán a buscarla. Le aseguro que todo nuestro esfuerzo estará para ayudarla a volver con los suyos.
– Gracias – dijo ella antes de comenzar a comer.
– ¿Entonces ya no eres de la casa real, Liceo?
– Ya no, joven Asturi. Abandone el lugar tras la muerte de padre,
– No creí que pudieras tener un pleito de ese tamaño con la princesa. Cualquiera diría que al final terminarían casándose.
– Uno nunca sabe cuando las cosas van a cambiar. Tan solo fue una discusión y mejor me fui del lugar. Magnus tomara el lugar de protector real y todos en la casa de reyes estarán bien. Mientras tanto yo ya encontré una nueva princesa a quien seguir.
– No pierdes el tiempo, ¿verdad? – dijo ahora Kansy.
– Soy un caballero entrenado. Tengo que hacer lo que tengo que hacer.
– ¿Si la princesa te buscara te reconciliarías? – le preguntó el joven de la casa.
– Creo que ya no, estaba pensando, al venir para acá, en tomar un barco rumbo a las islas de Bankaria.
– ¿Para qué ir allá? – preguntó la joven Kansy levantándose.
– Por que nadie sabe lo que hay más allá y la verdad me gustaría averiguarlo. Tal vez me volvería famoso. De todas formas no importa.
– ¿Por qué no te quedas aquí y te casas conmigo? Ya eres mayor y eres noble, puedes vivir aquí fácilmente y eres bueno con los caballos. No tienes que olvidarte de la vida.
– Señorita… hay veces en las que un hombre toma una decisión que no tiene ningún fundamento pero que tiene que seguir. Por que en esa decisión acaba de encontrar una nueva razón para vivir por más absurda que sea. Cuando termine de ayudar a la princesa voy a tomar ese barco… y si acaso sobrevivo… regresare y aceptare casarme con usted y vivir aquí. Se lo prometo de verdad. Pero nadie evitara que vaya para allá y descubra lo que hay detrás de donde se oculta el sol.
– ¡No es justo!
– Discúlpeme señorita… ya lo sé y sé también que es algo muy estúpido… pero es algo que tengo que hacer. Por padre, madre y todos mis seres queridos. Es algo que tengo que hacer.
– ¿Qué pasado con tu servidumbre? – Nuevamente el muchacho tratando de que la conversación tomara otro rumbo.
– Los convertí en personas libres de irse a donde quieran, seguro la mayoría encontró lugar en las demás casas de la isla. Estarán bien. Y yo lo estoy también, ahora soy el guardia personal de una princesa extranjera que perdió a sus acompañantes, y hasta entonces puedo considerarme afortunado. Seguro tendré muchas aventuras emocionantes en cuanto deje a la princesa Sakura con los suyos y estoy muy impaciente de lo que va a ocurrir. Mientras tanto quiero disfrutar de una cena muy alegre con unas personas muy especiales a las que quiero, así que brindemos por la felicidad.
Sakura pareció un poco extrañada por este comentario pero las sonrisas de los demás le animaron a hacerlo también. Se veían contentos. En cuanto la comida terminó pasaron a una de las terrazas del castillo en donde el clima era muy agradable. Asturi se acercó a su invitado y le dijo.
– Joven Liceo, solicito tener un duelo con usted.
– Está bien, Asturi, que el mejor gane un pequeño encuentro amistoso.
El muchacho de la casa tomó una de las joyas que adornaban sus ropas, la cual comenzó a brillar y cambió de forma hasta convertirse en una espada. Liceo hizo lo mismo con la piedra de su hombro y se colocaron en posiciones para batirse a duelo.
Sakura se asustó un poco cuando comenzó la hostilidad, pero Kansy se acercó apara calmarla.
– No te preocupes, solo están jugando, nadie va a salir lastimado.
Y ella trato de calmarse viéndolos pelear.
Liceo era muy bueno, lo suficiente para relajarse un poco frente a su enemigo, pero este aprovechó este descuido para quitarle su arma, la cual cayó al suelo lejos de él, ya como una joya de color azul. Viéndose desarmado, tomó dos joyas más de su cinturón y se creó unos guantes con ellas. Guantes metálicos que le permitían desviar el curso de la espada enemiga si no la recibía de lleno.
Sin batallar mucho llegó hasta su oponente y le amenazó con las uñas afiladas de sus guantes. Dando por terminada la batalla por aquella noche.
– Liceo, siempre has sido el mejor de los dos.
– Pero no hay nada que me divierta más que un bonito caballo listo para desbravar.
– Basta de juegos por ahora – dijo el conde – Es hora de descansar y mañana temprano tendremos actividades.
.
.
.
Era la mitad de la noche, hacia ya bastante rato que no había ningún ruido en aquella gran residencia, pero aun así Sakura se despertó de repente como si le llamaran. Sin calzarse se levantó y camino por los pasillos de la casa siguiendo aquello que la llamaba, hasta llegar a una de las ventanas con vista al mar, a un lugar con una vista preciosa de la luna. Donde alguien estaba sentado sobre la orilla de la ventana, mirando al exterior.
Sakura se acercó lentamente sin hacer ruido y al estar a su lado le dijo.
– No llores.
Él trató de sonreírle antes de decir.
– Yo de verdad la quería, de verdad. Y ella no me creyó, prefirió creerles a ellos, a esos tipos que llegaron de la nada y tan solo comenzaron a escupir veneno en los oídos de la familia real. Yo la amaba y ahora ella me quiere muerto… no es justo… simplemente no es justo.
El muchacho se cubrió los ojos para llorar y la chica pareció confundida durante algunos instantes, hasta que se acercó y sentándose junto a él, lo abrazó ligeramente. Tal vez solo necesitaba sentirse acompañado. Sentir que no estaba solo.
– No llores – volvió a decirle mientras lo abrazaba – no estás solo.
Tardó un poco en calmarse antes de que Liceo pudiera decir.
– Gracias… siento que tuviera que verme así. Se supone que yo tengo que ser fuerte y tengo que cuidarla. Y en vez de eso está usted cuidándome mientras lloró solo a la luz de la luna… Gracias.
Y nuevamente aquella sonrisa tan cálida que tenía de vez en cuando.
– Quisiera darle algo, señorita. Si no la ofendo. Fui a un viaje muy difícil a recoger esto, pero mi ya no me sirve, espero que le guste a usted.
Liceo puso en las manos de su acompañante una piedra roja, como de río, la cual, al entrar a las manos de Sakura, comenzó a brillar levemente mientras despedía algo así como chispas de luz. Las cuales se formaron en el aire hasta tomar la figura de una rosa que brotaba de aquella piedra. Una rosa formada por chispas de fuego.
– Es una rosa de corazón puro. Solo puede tomar su forma ante personas que tienen un corazón realmente puro. Estaba seguro de que le serviría a usted. Seguramente es un ángel de los montes de Kilermy que esconde sus alas para pasearse entre las personas… Ya veo que no me entiende. Por favor, vaya a dormir es muy tarde. Yo me quedare un poco mas aquí… me doy cuenta de lo que piensa, pero no se preocupe. Ya llore lo suficiente, ya me siento mejor hablar con usted me hace bien. Solo estaré algunos minutos más, por favor, valla a dormir y descanse.
– Tú rosa.
– Es un regalo para usted, por favor, consérvela.
Después de sonreír Sakura regresó a su habitación dejándolo solo sentado en la ventana. Liceo vio al exterior, a la luna que lo observaba y dijo.
– Déjame en paz.
.
.
.
//Lucy Shidou//
– Miren, anoche apareció otra vez el ángel, pero esta vez le tomaron fotos.
– Déjame ver – dijo Lucy tomando el periódico. Las tres jóvenes se encontraban frente a la escuela de esta. Por la cantidad de gente parecía terminaban apenas la clases.
– No tiene alas.
En la foto se apreciaba a un muchacho joven, con una armadura negra y cabello casi tan
Luz de oscuridad by Arakyshy99
Las cartas de Clow, la magia del Pilar y las plumas de Sakura se encuentran en peligro. Poderosa magia maligna por medio de la luz que amenaza a muchos mundos.
fanfic
es
https://fanfic.es/static/images/fanfic-luz-de-oscuridad-by-arakyshy99-545-0.jpg
2024-08-06
Si crees que alguno de los contenidos (texto, imagenes o multimedia) en esta página infringe tus derechos relativos a propiedad intelectual, marcas registradas o cualquier otro de tus derechos, por favor ponte en contacto con nosotros en el mail [email protected] y retiraremos este contenido inmediatamente