La vida sin los Juegos. by BeautifulLies
La guerra ha terminado, y se ha llevado demasiadas vidas con ella. En Panem ya no queda nada, salvo la esperanza y el deseo de seguir adelante.
Los trágicos amantes del Distrito 12 se vuelven a encontrar, pero sus vidas han cambiado demasiado. ¿Dejarán de ser trágicos para ser tan solo amantes? ¿O las huellas del pasado de cada uno serán demasiado difíciles de superar? Lo que está claro es que las cosas van a cambiar.
Categories: LITERATURA, LOS JUEGOS DEL HAMBRE Characters: Ninguno
Generos: Drama, Romance
Advertencias: Spoilers
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 13 Completed: No Word count: 12067 Read: 4923 Published: 11/07/2013 Updated: 09/10/2013
La guerra ha terminado, y se ha llevado demasiadas vidas con ella. En Panem ya no queda nada, salvo la esperanza y el deseo de seguir adelante.
Los trágicos amantes del Distrito 12 se vuelven a encontrar, pero sus vidas han cambiado demasiado. ¿Dejarán de ser trágicos para ser tan solo amantes? ¿O las huellas del pasado de cada uno serán demasiado difíciles de superar? Lo que está claro es que las cosas van a cambiar.
Categories: LITERATURA, LOS JUEGOS DEL HAMBRE Characters: Ninguno
Generos: Drama, Romance
Advertencias: Spoilers
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 13 Completed: No Word count: 12067 Read: 4923 Published: 11/07/2013 Updated: 09/10/2013
RELATO SITUADAO AL FINAL DE SINSAJO.
Antes que nada, quería decir que se trata de mi primer Fic. Por lo que agradecería mucho que dejasen sus comentarios (tanto positivos como negativos) ya que me ayudarán a seguir con la historia.
Todos los personajes, al igual que la trama principal son obra de Suzanne Collins.
Historia narrada casi en su totalidad, desde el punto de vista de Peeta.
Espero que disfruten de la historia, y gracias de antemano.
RELATO SITUADAO AL FINAL DE SINSAJO.
Antes que nada, quería decir que se trata de mi primer Fic. Por lo que agradecería mucho que dejasen sus comentarios (tanto positivos como negativos) ya que me ayudarán a seguir con la historia.
Todos los personajes, al igual que la trama principal son obra de Suzanne Collins.
Historia narrada casi en su totalidad, desde el punto de vista de Peeta.
Espero que disfruten de la historia, y gracias de antemano.
Capítulo 1 by BeautifulLiesMe despierto sobresaltado y bañado en sudor en mitad de la noche. Sólo ha sido un sueño, trato de repetirme a mi mismo, una de esas horribles pesadillas, las cuales cada vez se repiten con más frecuencia. Pero esta vez no recuerdo nada de su contenido, solo me ha dejado con esa horrorosa sensación. Algo es algo.
Me recuesto y trato de poner en orden mis pensamientos, utilizando esa técnica que ella usaba; su terapia personal: me llamo Peeta Mellark, tengo 18 años y vivo en el Distrito 12. He vuelto a él tras la guerra que culminó con la caída del Capitolio, hace ya unos meses. Snow me secuestró, torturó y lavó el cerebro haciéndome creer que las personas a las que amaba eran meros asesinos, pero eso ya pasó. La gente dice que me estoy curando, aunque yo no estoy muy seguro de ello.
Ahora, y como la mayoría de los que quedamos, invierto mi tiempo en reconstruir mi distrito; cada mañana horneo pan y lo vendo en un pequeño puesto provisional, además, he adquirido las escrituras de la panadería y trabajo duro, junto con mis ayudantes, haciendola surgir de entre las cenizas. El dinero ahora me es abundante, pero, obviamente, ya no existen las subvenciones que el Capitolio otorgaba a los Vencedores, así que esta es una buena manera de ganarme la vida de ahora en adelante, pero la principal razón por la que hago esto es porque me mantiene ocupado. Por las noches llego a casa demasiado cansado como para pensar… pensar en todo lo que he perdido: a mis padres, mis hermanos, la mayoría de mis amigos… a ella. Sí, a ella, a Katniss, siento que la he perdido para siempre, y ahora me he quedado completamente solo… noto las lágrimas a punto de desbordarse de mis ojos. Fin de la terapia.
Voy al baño a lavarme la cara para despejarme un poco y me cuesta creer que lo que veo en el espejo del lavabo sea mi propio reflejo: el pelo cae ahora en unos cuantos mechones desordenados sobre la frente, una barba de un par de días que me hace aparentar veintipocos… además he ganado algo de peso, el cual trato de convertirlo en músculo, pero lo más alarmante son mis ojos; conservan su tono azul, y, aunque ahora algo vidriosos, han perdido su calidez y brillo natural, además, ahora están sombrados por dos franjas violáceas que denotan mi falta de sueño y mis pesadillas.
Bajo las escaleras y rescato del botiquín unas pastillas que me dio el Doctor Aurelius “para esas noches duras”, deduzco que lo que querría decir era algo como: “para aquellas en las que vivir resultase tan difícil que no puedas conseguir algo de paz ni durmiendo”. Bien, creo que hoy es una de “esas” noches.
Subo de nuevo a la habitación y me meto bajo las sábanas pensando en lo prescindible de mi presencia ahora aquí. Más de una vez he comentado a Haymitch y Delly la idea de mudarme a otro Distrito y dedicarme a labores humanitarias, o lo que sea, ya que este me trae demasiados malos recuerdos, pero no me lo permiten, dicen que sería contraproducente para mi salud mental. Además, no quieren separarse de mí.
Y de nuevo, sin poder evitarlo, pienso en Katniss. Sé lo deprimida que está por lo de Prim, y, durante semanas, tras el funeral que improvisamos para la pequeña, me dediqué en cuerpo y alma a la madre y a la hija, aunque sabía de sobra que no era correspondido, sobre todo por parte de esta última. Todos los días horneaba pan para ellas, pero, poco a poco me daba cuenta de que las reacciones de Katniss al verme eran más hostiles cada vez, hasta que un día explotó toda su ira contra mí, echándome de su casa y prohibiéndome la entrada para siempre, todo ello seguido de una retahíla de insultos y de cosas estrellándose contra el suelo.
Entonces fue cuando me rompí por dentro. Llegué a casa, me metí en la cama y no salí de ella durante días, hasta que Haymitch consiguió sacarme de ella a empujones.
Desde entonces, y ya ha pasado un mes, no he vuelto a saber de ella, y por supuesto no he pisado su casa. Sería demasiado doloroso un recibimiento similar a su última despedida, no podría soportarlo, así que me conformo con mirar su casa desde mi ventana, y observar el leve humo que de vez en cuando sale de su chimenea. Me consuela saber que su madre se ocupa de ella, es sorprendente que Marie no se haya derrumbado, como ocurrió con la muerte de su marido. Estoy seguro de que Katniss la necesita más que nunca.
En cuanto a mí, no se si mis sentimientos por ella han renacido o sólo han despertado los que ya estaban, lo único que se es que son más intensos que nunca, han sabido sobreponerse a mi locura, y ahora puedo afirmar claramente que la quiero con toda mi alma, estoy tan arrepentido por las veces en las que la odié…
Pero ahora es ella la que me odia a mí, el rencor y la ira que noto en su mirada me desgarra por dentro. Ahora que ella no está, y que yo tampoco porque no me deja, me siento más vacío que nunca. Estoy destrozado. Y con ese último pensamiento las pastillas hacen su efecto y me sumo en un profundo sueño sin pesadillas.
Regresar al índiceCapítulo 2 by BeautifulLiesMe despierto de nuevo, esta vez ya ha amanecido, aunque sigue siendo pronto. Abro las ventanas y el frío aire de Noviembre me envuelve ayudando a despejarme. Otro día ha comenzado. Me dirijo hacia el baño para darme una ducha caliente que relaje mis músculos agarrotados, y después me visto con una camiseta blanca de algodón y unos vaqueros, lo más cómodo posible. En menos de 15 minutos estoy listo para empezar la jornada.
Bajo a la cocina y rebusco en la despensa los ingredientes necesarios para hacer el pan y, cuando ya lo tengo todo listo, me permito el lujo de mirar desde mi ventana la casa de Katniss.
Lo que veo me deja desconcertado: de su chimenea sale una gran columna de humo negro y muy denso, como si algo estuviese ardiendo sin control. No es normal, tengo una mala corazonada y, por instinto, salgo disparado de casa y en unos cuantos segundos ya estoy en la puerta de la suya.
Grito su nombre y aporreo la puerta sin respuesta. Mi nerviosismo aumenta y no se por qué, tan solo es humo y podría no significar nada anormal… sin embargo, siento la necesidad de entrar y cerciorarme así que no me queda otra opción; coloco mi hombro izquierdo por delante de mí y doy un fuerte empujón a la puerta, que se abre con un fuerte ruido.
Bien, ya estoy dentro, y, aunque aturdido por el impacto, me doy cuenta de varias cosas, en primer lugar la casa no esta ardiendo, lo que me tranquiliza, es más, hace un frío helador dentro, no debe de haber más de doce grados, lo cual tampoco es bueno. Definitivamente estaba en lo cierto, algo raro pasa aquí.
Tuerzo hacia la izquierda, donde está el salón y la chimenea y allí la encuentro. Está empapada, como si acabase de darse un baño, con el pelo y la ropa chorreando. Vestida únicamente con una camisa blanca de lino y no deja de tiritar. Me acerco un poco más pero ella no nota mi presencia, parece como en trance, sentada en la alfombra con los brazos rodeando sus rodillas y la cabeza sobre el sofá de cuero marrón, mirando al fuego fijamente.
- Katniss…- Consigo decir con un hilo de voz.
Ya estoy frente a ella y puedo observar su cara, surcada por el dolor, y con los ojos prácticamente sin vida (aunque igual de bellos que siempre) que, además, están rojos e hinchados de llorar.
Me agacho para ponerme a su altura y su rostro muestra una chispa de esperanza que en seguida vuelve a la desazón anterior, y con un murmullo apenas audible solo dice:
- Peeta… me he quedado sola.
No sé que decir, me he quedado en estado de shock por todo esto, tan solo me quito la cazadora de ante que había sacado conmigo y se la paso por los hombros, ya que veo que no deja de tiritar, debe de estar enferma.
Ella solo vuelve sus penetrantes ojos hacia mí un segundo, pero en ellos puedo leer la palabra “gracias” escrita en mil idiomas.
Y no digo nada, porque en este momento no hay nada que decir. Tan solo la tomo en mis brazos como a una niña pequeña y la estrecho contra mi pecho, oh, Katnis.. ¿qué te ha pasado?, ella se deja abrazar. Levantarla no me cuesta nada, está delgadísima, más incluso que el día en que la dí el pan, se la ve tan pequeña y destrozada que me parte el corazón. Sé que no es buen momento para preguntar, así que guardo silencio y, con ella en brazos, tomo el camino hacia mi casa.
Regresar al índiceCapítulo 3 by BeautifulLiesAl llegar la dejo en el sofá y subo al piso de arriba a preparale un buen baño. Me esmero bastante vertiendo en la bañera aceites y sales de baño, no le vendría nada mal relajarse un poco. Cuando termino bajo a buscarla y me quedo unos segundos observándola sin que ella me vea. Se la ve más serena y tranquila, ya no está rígida sobre el sofá, como hace un rato y se ha recostado un poco. Sin darme cuenta detengo la mirada sobre su cuerpo donde el lino mojado se ha vuelto transparente en algunas zonas y puedo apreciar claramente el bonito sujetador que esconde bajo la camisa. Vuelvo a sentir ese calor, que había sentido otras veces, como cuando estuvimos en la playa de la isla y ella y ella comenzó a quitarse la ropa para darse un baño… Dios, ¿pero qué hago? ¿cómo puedo pensar en estas cosas en un momento como éste? Sacudo la cabeza para librarme de estos pensamientos y me acerco a ella con una sonrisa cordial.
- Te he preparado un baño caliente, está en la planta de arriba.
- Gracias, me vendría genial. –Dice bajando la mirada con una media sonrisa en la boca.
LE tiendo la mano y subimos escaleras arriba.
Cuando la dejo en el baño, vuelvo a bajar y descuelgo el teléfono para llamar al Doctor Aurelius. Le cuento todo lo que acaba de pasar, y el estado en que se encuentra Katniss. Él me contesta que antes de que volviera al 12, Katniss y él acordaron una terapia que mantendrían por teléfono (ya que él vive en el Capitolio), pero que esas llamadas dejaron de realizarse por parte de ella, y que cuando lo hacía él, no había línea. Por eso hacía ya varias semanas que no hablaba con ella y estaba preocupado.
Finalmente con lo que él ya sabía y lo datos que aporto yo concluye que Katniss está sumida en una profunda depresión y, probablemente también padezca shock post-traumático tras la pérdida de su hermana.
Me receta unas pastillas de nombre impronunciable para que compre en la farmacia que acaban de abrir al lado del nuevo hospital.
- Además, también estará resfriada así que tómala la temperatura y haz que visite un médico. Mantenme informado de su evolución y, por favor, intenta convencerle de que retome la terapia conmigo cuanto antes, me quedaría mucho más tranquilo.
- No se preocupe, Doctor.
- Peeta, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? Llámame solo Aurelius, no me gustan nada las formalidades. –Afirma en tono un tanto paternal.
Y yo sonrío al otro lado del teléfono. Pese al aspecto tan formal que le otorgan esa barba blanca, las gafas de media luna y las ropas tan típicas del Capitolio, el doctor es una persona bastante sencilla y afable.
- Está bien, Aurelius. –Respondo.
- Y recuerda que el mejor tratamiento que puedes usar con ella es estar ahí, chico. Sabes lo terca que es, pero tienes que ser fuerte. Ella te necesita más que nunca y solo tú puedes ayudarla.
- No me separaría de ella ni e 5 n un millón de años, créeme. –Y un segundo después me arrepiento de delatarme así, pero con él nunca ha habido secretos.
- Lo sé.
Tras una pausa me dice que tiene que colgar, ya que tiene muchos pacientes que atender, me despido de él y él de mi.
- Cuídate mucho, Peeta… y cuídala. –Y después cuelga.
Vuelvo de la farmacia y aún no ha salido del baño, así que le preparo un chocolate caliente, porque se que es su favorito, y la espero en el salón.
Cuando la veo bajar las escaleras una sonrisa burlona intenta asomarse por mi boca, pero me recompongo en seguida; no es momento para bromas.
Lleva puesto un pantalón de deporte y una camiseta de algodón míos y, el hecho de que sea varias tallas más grandes y que lo lleve arremangado de cualquier manera es lo que le hace estar tan graciosa. Ella se da cuenta de mi reacción.
- Cinna habría elegido algo más elegante para la ocasión. – Dice con una tímida sonrisa.
- Cinna se sorprendería al ver lo bien que te sienta la ropa del chico del pan. – Y vuelvo a arrepentirme de nuevo de mis palabras, que salen de mi boca sin pensar. Mierda... tengo que ponerle algún filtro a mis pensamientos si no quiero que salga espantada.
- Ven, siéntate, he preparado chocolate. –Digo cambiando de tema.
Ella obedece y, aferrándose a la taza me cuenta lo que ocurrió.
Regresar al índiceCapítulo 4 by BeautifulLiesEscucho pacientemente mientras me cuenta las horribles pesadillas que le acechan noche sí y noche también y lo poco que duerme desde el último día que la vi.
Al principio su madre se ocupaba de ella, por una vez Marie fue la fuerte de la familia, pero Katniss veía cómo ella se volvía a marchitar por dentro, que no podía soportar sobre sus hombros el peso del dolor de las dos…
- Así que un día la dije que tenía que marcharse, que sería más útil trabajando como doctora en el 4. Ella no quiso, y tuve que insistir durante días hasta que al final la convencí pero… Peeta, lo intenté, te juro que lo intenté. Pensaba que lo mejor sería afrontar esto sola como hice con lo de mi padre pero… pero no pude. –Dice quebrándosele la voz.
Y yo la abrazo agradeciendo que desde esta postura no pueda verme la cara, ya que yo también estoy llorando, por ella, por mí y por esta guerra que nos ha superado a todos. Sé perfectamente que bajo esa armadura que usa Katniss para protegerse tan solo hay una chica confundida y rota, ya sin fuerzas para seguir luchando; y yo la entiendo, y sé perfectamente por todo lo que está pasando ya que yo estoy pasando por lo mismo, pero, desgraciadamente no sé cómo ayudarla, tan solo la estrecho contra mi pecho hasta que logra recomponerse.
Me habla de sus ataques de ansiedad por las noches, y de esos momentos en que la ira hace que pierda los estribos y rompa todo lo que encuentre a su paso; esa es su forma de canalizar la ira. Se ha cargado casi toda la vajilla, muebles, el teléfono…
Sae la visitaba de vez en cuando para hasta que dejó de abrirle la puerta. Con Haymitch más de lo mismo (ahora entiendo por qué se molesta cada vez que hablo con él de ella, está enfadado porque intentó ayudarla y Katniss le rechazó). Apenas se ocupaba de la casa, apenas comía… su vida era un auténtico caos.
Hasta esta mañana. Katniss se había levantado, como de costumbre y había ido a darse una ducha, como días atrás rompió la caldera tuvo que conformarse con un frío chorro de agua que le congeló hasta los huesos. Al salir del baño la casa estaba igual de fría. Se puso lo primero que vio y bajó a recoger el correo: propaganda, carta de Marie (que apiló en el montón) y ahí estaba.
Una carta de Gale.
Siento un dolor punzante en el pecho al oír su nombre y lo que podría conllevar que Gale apareciese de nuevo en nuestras vidas.
- ¿Qué ponía? –Logro decir, a penas.
- No… no lo sé. –Contesta algo confundida.- No pude leerla ya que tendría que revivir lo que pasó ese día, el de los paracaídas. Y bueno, sé que no tiene la culpa directa, pero indirectamente sí, y no podré mirarlo de la misma manera jamás. A-además, el me conoce, sabía de sobra por lo que he estado pasando, y decidió dejarme sola. Ahí fue cuando me dí cuenta que la relación con él estaba rota, y que jamás podrá arreglarse. El Gale de antes era valiente, habría dado la cara en lugar de comunicarse por carta. Ahora no lo conozco. Siempre tuve la esperanza de que un día lo encontraría al pie de mi puerta, dispuesto a hablar las cosas… dispuesto a intentar retomar nuestra… amistad.
- Shh. –La interrumpo.- No tienes que darme más explicaciones. –Digo mientras le acaricio el pelo mojado. La verdad es que me ha dolido bastante oírla hablar de Gale, me ha demostrado lo mucho que le quiere… y que en el fondo le sigue queriendo. Aunque saber la opinión que tiene ahora de él me hace sentir esperanzado.
- Por eso lo del humo… No supe qué hacer con la carta así que la quemé, fui echando en la chimenea todo lo que había por la casa, y la cosa se descontroló un poco..
- Eso es peligroso, podría hberte pasado algo.
- Lo sé… pero no sé que me pasa Peeta. Es como si a veces actuase sin ser consciente de las cosas. Y me asusta, no quiero quedarme para siempre así. La etiqueta de “mentalmente desorientada” del 13 nunca me habría venido mejor.
- Katniss, te vas a curar. Te lo prometo. Anda, vamos a la cama, hoy han sido muchas emociones. Duerme hasta la hora de la comida, yo te aviso.
Y la subo a mi habitación, para que duerma en mi cama mientras yo voy a mi cuarto de pintura. Para mí también han sido muchas emociones y también necesito canalizarlas, a mi manera.
Regresar al índiceCapítulo 5 by BeautifulLiesY así han pasado ya varios días, bastante desconcertantes por cierto. Días en los que me he dedicado básicamente a la panadería que por cierto va más adelantada de lo que pensaba, me he hecho con una cuadrilla bastante trabajadora y calculo que en un mes más o menos podré abrirla al público. Y también estoy ocupándome de hacer del hogar de Katniss un sitio habitable, arreglando los muebles rotos y tirando aquellos que ya no tenían remedio, aunque la verdad es que pisar su casa no me trae muy buenas vibraciones, porque me siento como si estuviese allanando una parte muy privada de ella, como si estuviese escudriñando en su dolor.
Ella sigue viviendo en mi casa, no le permito ir a la suya y creo que me odia por ello. Pero no me quedaría nada tranquilo dejándola sola de nuevo, abandonándola a su suerte otra vez…
No entiende que esto lo estoy haciendo por ella y por eso, es por lo que creo que se ha vuelto a cerrar. No como la anterior vez que me echó de su vida, esta vez es distinto. El dolor es más desgarrador que antes, porque convivimos juntos, porque no puedo bajar la persiana y no ver su casa para olvidarme de el tema por un rato porque duerme en mi cama. No soporto sus miradas de indiferencia, no soporto que no me hable… por eso intento estar fuera de casa el mayor tiempo posible.
Al principio me propuse no darle demasiada importancia y achaqué ese cambio de humor que sufrió un par de días después de instalarla en casa al duro tramo que está atravesando; pero, ¿a quién quiero engañar? Ella está más fría que nunca, y las muestras de gratitud del principio pronto quedaron en el pasado.
Y yo estoy confuso, creo que lo hago todo bien ¿no? Me ocupo de ella en todo momento, de que tome la medicación, de que coma… siempre pongo la mejilla ante sus constantes ataques, y no se me ha ocurrido decirle lo egoísta que me parece su postura pero, ¿hasta cuándo va a seguir esta situación? ¿Cuándo se va a curar de lo que sea que tenga en la cabeza? ¿Cuándo se va a dar cuenta?
Intento llevarlo bien, pero cada vez me cuesta más controlarme ante sus provocaciones y temo que el muto que aún sigo llevando dentro salga en el momento más inesperado y pueda ocurrir algo, y eso no me lo perdonaría a mi mismo.
Aurelius me sigue diciendo que esté ahí, que no se lo tenga en cuenta, a Haymitch no parece que le guste que saque el tema demasiado, debe de estar molesto con ella por algo… En cualquier caso, no tengo nada con lo que enfrentarme a esta situación por lo que cada vez estoy más desesperado ante
una situación que empeora por momentos.
Estos pensamientos me asaltan cada mañana, haciendo que me pregunte si merece la pena levantarse de la cama para vivir un día igual que el anterior, pero hoy es distinto. Me desperezo rápidamente y me miro al espejo, sorprendiéndome al ver la sonrisa que hay reflejada en él. Y esque hoy es el día, el 2º jueves de Noviembre.
Me ducho rápidamente y me afeito, hay que estar presentable y bajo las escaleras atropelladamente. Le preparo el desayuno a Katniss mientras como algo yo también y subo a llevárselo a la habitación, como cada día.
- Buenos días, Katniss. Te he preparado el desayuno.
- Gracias. –Responde distraída y cortante sin separar los ojos del libro.
- ¿Cómo va tu resfriado? –Intento sacar algo de conversación. Ella tan solo se sorbe la nariz y señala con la cabeza la caja de pañuelos que hay en su mesilla, a modo de respuesta.
- Bueno… ya sabes qué día es hoy, ¿vendrás a la estación?
- Mmm… creo que no. –Dice mirando desafiantemente para centrarse en su libro un segundo después.
- Como quieras. Si llego tarde tienes comida en la nevera. Adiós. –Digo perdiendo un poco los nervios y cerrando demasiado fuerte la puerta sin esperar su respuesta.
Dios, me exaspera. Debería de acostumbrarme a estas conversaciones puesto que son así cada día, pero no puedo.
El día pasa rápidamente en la panadería, aún hay mucho que hacer y solo paso un rato por casa, para darme una ducha y comer algo hoy ha habido mucho trabajo. Cuando el reloj de la estación marca las ocho yo ya estoy ahí como un clavo, esperando a la chica de la eterna sonrisa.
Regresar al índiceCapítulo 6 by BeautifulLiesEn realidad no es una visita larga, ya que se marcha el próximo martes. En el 13 hizo bastantes amigos (cosa que no es de extrañar) y como ahora ellos viven en sus respectivos distritos se ha propuesto hacer una ronda por todo Panem visitándolos antes de establecerse aquí indefinidamente, en una casita que alquiló hace poco.
Ella sabe la situación con Katniss, en estos meses hemos hablado mucho por teléfono, manteniéndonos al día con todo, por lo que me resultó extraño cuando la semana pasada me llamó para contarme que volvía, no tenía ni idea.
El tren se marcha y por fin puedo verla, mirando al andén de espaldas a mí. Está cambiadísima pero, ¿cómo no reconocerla? Es Delly, mi Delly.
Cruzo a toda prisa el puente que comunica los dos lados del andén y, como aún no me ha visto, corro hacia ella tomándola por la cintura y haciendo que de una vuelta en el aire. Ella da un grito, asustada, pero luego se da cuenta de que soy yo y ría a carcajadas hasta que la dejo en el suelo. Después me da un abrazo de esos de lo que no quieres zafarte y, mientras nuestros ojos se empañan de lágrimas nos decimos lo mucho que nos hemos echado de menos.
Me separo de ella para verla mejor, ¡vaya! Sí que está cambiada, mucho más estilizada con un vestido color crema y unas tupidas medias negras que terminan donde empiezan unos altísimos botines de tacón, yo no entiendo nada de moda, pero esto es como poco mil veces mejor que el uniforme del 13. Aún así, puede apreciarse en sus ojos castaños todo el dolor que ha sufrido, ella también ha perdido a la mayor parte de su familia; me encanta su entereza porque, a pesar de todo ahí está, con su inconfundible sonrisa que ilumina toda la estancia.
- Pero qué guapo estás, Peeta. ¿Todo bien? –Dice.
- Estupendamente. –Miento.
Y tras la típica conversación post-reencuentro se vuelve hacia la chica que estaba a su lado, vaya, no me había dado cuenta de que nos estaba mirando.
- Tengo que presentarte a alguien, mira, esta es Blake. Nos hicimos muy amigas en el 13 y se ha venido de viaje conmigo, ¿qué te parece?
- Pues me parece genial, Delly. Encantado, Blake. –Digo dándola dos besos en sus sonrojadas mejillas, del frío, supongo.
- ¿Mucho frío, eh?
- Ehm, sí. –Me contesta algo confundida.
- Bueno, ¿qué os parece si mañana damos una vuelta por el distrito? Hoy ya es tarde…
- ¡Perfecto! –Responden al unísono.
- ¿Qué queréis hacer ahora?
- Cenar, me muero de hambre –Responde Blake con una risita.
- Genial, podemos ir al restaurante de Sae, ¿os apetece? –Veo que Delly frunce el ceño- No te preocupes, Delly, ahora solo sirve comida normal. –Digo con una carcajada y ella ríe también.
Y nos dirigimos al hotel que hay al lado de la estación, no han querido alojarse en mi casa para no causar molestias, eso dicen.
Después de dar un corto paseo llegamos al restaurante, y la noche pasa entre risas e historias que me cuentan entre las dos. Blake es una simpática chica del Distrito 3, el de los componentes electrónicos, que llegó al 13 como una refugiada más, y allí fue dónde se conocieron y se hicieron inseparables.
Charlando con ellas me doy cuenta de lo fácil que es poder tener una conversación normal con alguien, sin la presión de tener que estar preguntándote a cada momento si lo estás haciendo bien. También me voy fijando un poco más en Blake, es alta y delgada, con una larga melena negro azabache y la piel clara. Tiene unos penetrantes ojos marrones que me miran indescifrablemente en algunas ocasiones; me permito divagar sobre ella durante unos segundos, vaya, sí que es atractiva, no me había dado cuenta de ese lunar que tiene encima del labio… Delly me saca de mis pensamientos y yo, volviendo a la realidad, me siento fatal por haberme fijado en ella, aunque solo fueran unos segundos. Pero realmente he conectado bien con la chica, tenemos gustos muy parecidos, es bastante fácil llevarse bien con ella.
- ¿Peeta? –Dice agitando la mano para captar mi atención.
- Ehm, lo siento, ¿qué?
- Que qué tal con Katniss…
- Con Katniss… puedes imaginarlo, Dell. Las cosas no están bien, por ahora prefiero no hablar de ello, lo siento…
- No importa, Peeta. Te entiendo perfectamente. –Dice tranquilizándome.
Cuando Blake llega del baño, la miro avergonzado por mis pensamientos anteriores, que tan solo elogiaban su físico, nada más pero…
Pagamos la cuenta y las acompaño al hotel.
- Bueno, pues hasta mañana chicas. –Digo despidiéndome con la mano.
- ¡Adiós! –Exclama Delly entrando ya en el hotel.
- Adiós, Peeta. –Dice Blake, que aún está fuera- Mañana te veo, ¿no? –Sigue diciendo a escasos centímetros de mi cara mientras me da dos besos y un cálido abrazo.
- Cla-claro. –Logro responder confuso, ¿estaba coqueteando? Nah, imposible, ¿no?
Y emprendo mi camino a casa, aún confuso por la efusividad de esta chica –a lo mejor en su distrito siempre hablan así- pienso.
Cuando llego, Katniss está dormida en mi cama, así que me quedo mirándola… Tranquila, serena, esta es la chica de la que yo me enamoré no de la que aparece cuando abre los ojos y me mira con esa frialdad –pienso- a pesar de eso, la quiero igual que aquel primer día de colegio, cuando la vi aparecer con esas dos trencitas, creo que por eso siempre he tenido tanto cariño a Prim: me recordaba a ella cuando era niña. Noto que se revuelve entre las sábanas y temo despertarla, así que le doy un levísimo beso en la frente y salgo con cuidado de la habitación,
Al meterme en la cama pienso en Delly, mi mejor amiga, de toda la vida, como mi hermana. A la que le he contado tantas cosas, y tantos secretos. A la que la he confesado tantas veces mi amor por Katniss, la que siempre ha estado ahí para mí y yo estaré para ella. Puede que haya gente que piense que nuestra relación sea algo más de lo que parece, pero nunca ha habido entre nosotros algo diferente a una pura y sincera amistad.
También pienso en Blake, y en lo fácil que es ahora la vida para ellas dos, bueno, y para la mayoría de los habitantes de Panem, es mejor vivir resignado pero con esperanza que vivir angustiado, como antes. La tormenta ya ha pasado, ahora solo queda recoger y reconstruir, ¿por qué para mí no puede ser así?
Regresar al índiceCapítulo 7 by BeautifulLiesLa visita de las chicas pasa demasiado rápido para mi gusto, en unos pocos días han conseguido que me evada un poco de mi infierno personal cosa de la que estaré eternamente agradecido. Anime en Español
Y es por eso, por alejarme un poco de la situación, por lo que he conseguido tomar una decisión respecto al tema: daré a Katniss la opción de volver a trasladarse a su casa y, si ella acepta, con todo el dolor de mi corazón cambiaré de aires, me iré, intentaré olvidar… pero aún conservo la esperanza de que se quede conmigo.
Ha sido una decisión muy difícil de tomar, pero es algo que debo hacer, no puedo pasarme toda la vida esperando una respuesta y, en parte me siento liberado al haberla tomado. Pero, ¿para qué lo vamos a negar? También estoy hundido. Es duro ver como esas metas en las que tan obcecado estabas y desde hace tantos años, por todo lo que habías luchado… ya no va a cumplirse. Y es por eso por lo que necesitaría irme del 12, porque aunque mi felicidad sin ella nunca podría ser completa, le daría una oportunidad.
Aún no le he comunicado a nadie esto. Pero he estado divagando sobre mi futuro, iría como voluntario a cualquier distrito, ayudando en lo que sea, pero, tampoco querría abandonar el 12 definitivamente, es decir, volvería al cabo de los años que hiciesen falta para que las aguas volviesen a su cauce… porque mis raíces siguen aquí.
Este es el plan que he estado urdiendo durante estos días. Días en los que apenas he visto a Katniss, en los que he pasado todo mi tiempo con Dell y Blake, la verdad es que me siento culpable por desatender a Katniss… pero este cambio de aires ha sido necesario para tomar la decisión.
Y días, también, en que las miradas indescifrables de Blake han ido tomando un tinte más… ¿romántico? La verdad es que a mí siempre se me ha dado bien llegar a las personas, conocerlas y saber lo que quieren solo con mirarlas (excepto con cierta Chica en Llamas) y tampoco quiero pecar de vanidoso, pero esas sonrisas juguetonas, y las miradas coquetas las conozco. Y las conozco precisamente porque son las que llevo usando con Katniss desde que tengo uso de conciencia.
Haymitch me ha dicho que soy libre de hacer lo que quiera con la chica, que es hora de empezar a vivir mi vida y no por y para la de los demás, pero cada vez que pienso en ella es como si estuviera traicionando a Katniss, aunque ¿por qué? Si cada vez está mas claro que entre nosotros no volver a ocurrir nada, o sea que podría rehacer mi vida con Blake, la chica es muy atractiva, no lo voy a negar y, aunque no la quiero utilizar (porque nunca encontraría en ella lo que realmente busco), la idea de iniciar algo con ella cada vez es más atrayente, porque sería el primer paso para olvidar ala chica de la Veta. Es obvio que estoy demasiado confuso, la cabeza me va a explotar.
La tarde antes de su partida, Delly viene a visitarme, aprovechando que Katniss se ha ido al bosque y que Blake se ha ido sola a tomar fotografías del distrito.
Reímos y recordamos momentos de la infancia mientras tomamos té con galletas, y, cuando por fin me siento preparado le cuento todo el remolino de pensamientos que nubla mi mente.
- No sé que decirte… A ella no la conozco tan bien. Pero a ti sí, y quiero lo mejor para ti. Esta guerra nos ha cambiado a todos, tienes que darle tiempo no todos superamos las cosas a la vez. Además, si ella sigue siendo la de antes te buscará estés dónde estés, y sabrá recompensar toda tu espera. Si no… tendrás que ser fuerte y superarlo, siempre podrás contar conmigo.
- No te imaginas lo bien que vienen siempre tus consejos. –Digo con una triste sonrisa. Ahora estoy más decidido que nunca a seguir mi plan e incluso un poco esperanzado al darme cuenta de que ella también podría venir a buscarme.
Y después seguimos contándonos mil anécdotas y charlando como amigos que hacen siglos que no se ven. Noto cómo trata de evitar el tema de Blake, puede que piense que no es el momento o algo y es un fastidio porque me encantaría saber su opinión, de todas maneras procuro no sacarlo yo tampoco.
Por la noche duermo como un tronco y desde bien temprano, ya que a las 5:00 am. tengo que estar en la estación para despedirme de ellas.
Me ducho y me visto medio dormido y con prisas, y tras un pequeño resbalón en la escalera llego sano y salvo a la puerta de la calle. Una vez fuera, el gélido aire me despeja un poco e inicio mi carrera contrarreloj hacia la estación.
Nunca me han gustado las estaciones de tren. Y las cogí más odio aún el día que me hize mundialmente famoso por ir a una muerte asegurada. La gente, las prisas, las lágrimas, los cámaras, vacíos de sentimiento, agolpados intentando captar cada instante, cada último instante de mi vida… todo eso me repugnaba. Y hoy venían a mi memoria todos esos recuerdos. Definitivamente, los Juegos no se irán nunca de nuestras vidas.
Una vez allí las encuentro rápidamente. No hay mucha gente a esas horas en un lugar como ése. Intercambiamos sinceras palabras y nos deseamos lo mejor, después doy un largo abrazo a Delly, que noto cómo solloza en mi hombro…
- Tranquila… -susurro- no conseguirás librarte de mi tan fácilmente.
- Lo sé, y no quiero ni intentarlo. –dice ella con una carcajada.
Después sube al tren, y yo me giro para despedirme de Blake, que tiene una extraña expresión en la cara.
- Ha sido un placer, -digo- espero verte pronto.
- Me ha encantado conocerte, Peeta. Eres genial.
Y yo sonrío dándole un abrazo sincero. Realmente me cae bien esta chica, podríamos llegar a ser buenos amigos… y nada más. Creo. La verdad es que me siento un poco estúpido al haber pensado esas cosas sobre ella.
De repente algo me saca de aquellas divagaciones. En el momento en que menos lo esperaba. Entonces… pasa.
Regresar al índiceCapítulo 8 by BeautifulLiesJusto al final del abrazo, cuando íbamos a separarnos, ella gira (deliberadamente, creo) el rostro, haciendo que nuestros labios rocen y queden sellados. Blake entreabre los suyos tímidamente y yo hago lo propio, atraído por el calor de su cuerpo y por lo agradable del contacto físico con otra persona. No hay más. En ese momento no estoy pensando en nada, no puedo pensar en nada. Tan solo dejo que ella se deshaga en mis labios, disfrutando -¿por qué no reconocerlo?- del momento yo también. Un segundo después estamos apartándonos y ella sube al tren sin mirar hacia atrás.
Y yo me quedo inmóvil en el andén, viendo cómo el tren se aleja. ¿Qué acaba de pasar? Ha sido tan solo un segundo, dos como mucho, pero podría pasarme horas diseccionando cada instante de lo ocurrido. Ha sido agradable, muy agradable… Hacía siglos que no me besaba nadie, ya no tenía a nadie para hacerlo pero, dejando a un lado los reproches que mi conciencia me hará por haberme besado con otra, -tema que no estoy preparado para abordar, de momento- he sentido algo extraño con ese beso, una especie de golpe seco en el centro de mi pecho. Indoloro pero desconcertante.
Vuelvo a casa sintiéndome más extraño que culpable y al llegar soy consciente de haberme desvestido y acostado cuando ya estaba en la cama, como si eso lo hubiera echo otra persona que no fuese yo. Una vez bajo las sábanas vuelvo en mí, y antes de que mil pensamientos acechen mi mente decido que lo que sea lo que sea, puede esperar a mañana.
¿Pero qué he hecho?
Abro los ojos como platos en mitad de la noche, cuando la gran pregunta se cuela entre mis sueños. Miro el reloj de la mesilla, son las 6:50, está amaneciendo… osea que he conseguido dormir un rato.
¿qué he hecho? –me vuelvo a preguntar- No puede ser… por un segundo pensé que se había tratado de un sueño. Me siento al borde de la cama, mirando hacia la ventana con los codos sobre las rodillas. Joder, realmente deseo que se hubiese tratado de un sueño, pero no. Ahí está la realidad echando otra palada más de tierra sobre mi ya de por sí triste vida. Esto no va a acabar bien, lo presiento.
Por Dios, ¡he besado a otra chica!, a otra que no era “mi” chica, yo, que la única cosa de la que tenía certeza en el mundo era mi amor por ella, que la llevo queriendo desde que tengo uso de razón y he acabado haciendo la tontería más grande. La cosa que faltaba para terminar por completo con nuestra escasa relación.
Y lo peor de todo es que incluso llegué a pensar que eso me ayudaría olvidarla. Porque reconozco que sí, sentí placer ante ese beso, pero me niego a pensar que ese placer fuese más allá de lo meramente físico… hacia algo sentimental. Pero el hecho es el mismo. Y me odio por ello. ¿En qué momento pensé que sería buena idea? ¿Por qué no me aparté? ¿Por qué en todo este tiempo no he dejado de pensar en la atractiva Blake aún a sabiendas de que eso está mal?
Creo que tengo la respuesta, y me he dado cuenta tarde. Blake en realidad sería como un parche, y no querría utilizarla, pero yo no puedo verla de otro modo. Me gustaba estar cerca de ella, me gustaba gustarle… pero ella nunca me podría gustar de otro modo que no fuese la atracción. Es egoísta, pero cierto.
Y ahora con la cabeza en frío me doy cuenta de más cosas aún. Ahora ubico perfectamente el punto dónde recibí el golpe seco al besarla. El impacto me dio justo en el centro del corazón, en el hueco reservado desde hace años a ese par de ojos grises, que ahora me miran asustados y sin entender. Y ahí es cuando dolorosamente me doy cuenta: nunca podría funcionar con otra y nunca podré olvidarla, estoy hecho para ser de ella, irremediable e irrevocablemente. Y no hay Capitolios, ni Blakes, ni Gales, ni torturas suficientes en el mundo para poder cambiar eso.
Podría sobrevivir el resto de mi vida con sólo saber que ella está bien. Aunque me odie, y aunque siga tratándome así. Y sería una vida resignada, pero en parte feliz.
No logro sacar de mi cabeza el sentimiento de culpabilidad. La he fallado, ¿se lo diré? Por supuesto. ¿Le importará? Lo dudo, pero al menos mi conciencia estará tranquila… supongo.
Siento que me va a explotar la cabeza, así que voy a su cuarto con el sentimiento de culpabilidad patente, solo para comprobar que está bien. Y allí la encuentro, tranquila, ajena a todo lo que está ocurriendo a su alrededor, con esa expresión que tan bien me conozco, de todas las noches en las que la abrazaba mientras dormía. Cuando logro tranquilizarme vuelvo a mi habitación sintiéndome la persona más despreciable del mundo.
Regresar al índiceCapítulo 9 by BeautifulLiesLa mañana siguiente no es mejor, estoy atormentado por el remordimiento, necesito consejo de alguien y tengo mis reservas sobre el tacto que pueda tener con esto mi mentor, así que solo me queda una persona.
Mi heroína vuelve de nuevo para salvarme. Como hizo en el 13, y como hizo en incontables ocasiones. Voy a contarle todo a Delly.
Cuando tomo la decisión y me levanto de la cama miro el calendario aunque en realidad no quiero hacerlo, sé perfectamente qué día es hoy, claro que lo sé. El dolor de mi corazón se hace palpable al ver el círculo rojo que resalta la fecha y las dos exclamaciones que la puntualizan, miércoles 20 de Noviembre. Lágrimas recorren mi rostro inevitablemente cuando los recuerdos vienen a mi mente. Definitivamente no puedo afrontar este día solo, pero he de hacerlo. Intento apartar de mi cabeza esos pensamientos, que nunca se irán, pero he de ser fuerte.
Tras una ducha caliente y desayunar lo primero que veo, me cercioro de que no Katniss no esté para hablar tranquilamente con Dell. Y no, no está, se habrá ido al bosque sin avisar, como siempre.
Sé que se lo voy a contar, lo tengo claro, sea cual sea su reacción, pero hoy no podría... no podría con una mala noticia más, por eso necesito hablar, desahogarme.
Así que bajo las escaleras para coger el teléfono, pero, como si me sintiese observado, no es hasta que no llego a mi habitación cuando tecleo el número de móvil de Delly. Aún así, para cerciorarme, dejo la puerta de mi habitación entreabierta para oír a Katniss si vuelve antes a casa.
Con nerviosismo espero a que me coja el teléfono y, al tercer pitido oigo su voz. Suena triste, y sé perfectamente por lo que es.
- Hola Peeta, sé que día es hoy…
- Hola –respondo- sí, sabría que no te olvidarías.
- Por supuesto que no, ¿cómo estás?
- Regular –respondo algo seco.
- Lo sé… yo lo llevo pensando todo el día. Pero bueno, sé que no querrás hablar del tema, y no voy a ser yo la que intente recordártelo.
Y después la conversación adquiere tintes más amenos, yo trato de aplazar el hablar de Blake todo lo posible, rezando por que no esté en el vagón con ella escuchando la conversación.
- Peeta, déjate de rodeos –dice en tono maternal, interrumpiéndome cuando le estaba contando acerca del tipo de pan que iba a hornear hoy- sé el motivo de tu llamada. Blake me lo ha contado.
- Me has pillado.
- ¿Cómo te sientes?
- Confundido, aunque sería quedarse corto.
- Lo sé…
- ¿Cómo puedo afrontarlo? –pregunto nervioso.
- Ante todo piensa en ti. –Responde tras un corto silencio- Sabes que yo no voy a poder darte una visión objetiva porque soy amiga de los dos…por eso te digo que as de pensar en tu felicidad, y dejar de preocuparte tanto por los demás, eres demasiado bueno… Antes de decidir nada cuéntame cómo te sientes.
- ¿Cómo me voy a sentir, Dell? Estoy completamente desolado. He traicionado mis propios principios, no sé quien soy. La he traicionado a ella, porque sé que aunque no me ame yo no podré dejar de hacerlo, y ya me había resignado a ello pero… ¡joder! ¡Ahora todo se ha ido a la mierda por un beso! ¡Por un beso con Blake! Y lo peor de todo es que llegué a sentirme atraído por ella, y pensé que incluso podría ayudarme a olvidar a Katniss…
Me doy cuenta de lo atropelladamente que estoy hablando cuando necesito parar para respirar.
- Basta ya, no te tortures tanto por un beso… además fue ella quién lo hizo, no tú.
- Ya lo sé –digo pasándome las manos por la frente con nerviosismo- pero el que fuese ella quién me besase no cambia cómo me siento… Espera un segundo –interrumpo- creo haber oído algo… Vale, sigue, no ha sido nada, sólo el viento…
Regresar al índiceCapítulo 10 by BeautifulLiesKATNISS POV
“¿Cómo me voy a sentir, Dell? Estoy completamente desolado. He traicionado mis propios principios, no sé quien soy. La he traicionado a ella, porque sé que aunque no me ame yo no podré dejar de hacerlo, y ya me había resignado a ello pero… ¡joder! ¡Ahora todo se ha ido a la mierda por un beso! ¡Por un beso con Blake! Y lo peor de todo es que llegué a sentirme atraído por ella, y pensé que incluso podría ayudarme a olvidar a Katniss…”
[…]
“Ya lo sé, pero el que fuese ella quién me besase no cambia cómo me siento… Espera un segundo, creo haber oído algo… Vale, sigue, no ha sido nada, sólo el viento…”
Me quedo petrificada en el rellano de la segunda planta. Vuelvo a entrar en ese extraño sopor del que llevo yendo y viniendo desde hace meses. Para salir de él no me queda más remedio que repetirme la misma retahíla de siempre:
Me llamo Katniss Everdeen y vivo en el Distrito 12 con Peeta Mellark, en su casa. Mi madre no está, Prim no está, somos pocos los que quedamos tras la gran guerra que ha conseguido devastarlo todo y a todos… –paro al instante, sé que recordar eso no me ayudaría ahora, pienso mientras agito la cabeza para despejarla- Esta mañana me he levantado pronto y he ido al bosque, como de costumbre, pero he vuelto antes de lo normal debido a un hambre voraz causado por no haber desayunado. Subí las escaleras para quitarme la ropa de caza y fue entonces cuando, sin querer, escuché esa parte de la conversación.
Siempre me lleva un par de minutos recordar las cosas que he hecho en el día cada vez que me quedo atascada, pero me ayuda bastante, y por fin vuelvo en mí.
Noto un extraño calor, causado por la rabia, que se abre paso en mi interior, y temo ponerme a gritar ante mi incipiente ataque de ansiedad así que apretando los puños (y los ojos, para no romper a llorar), salgo corriendo de casa, deseando que Peeta no oiga mis pisadas, y voy a refugiarme de nuevo al bosque, mi verdadero hogar.
Una vez allí me vuelvo loca, literalmente y, sin pensar en nada, empiezo a correr, a patear las piedras y a gritar… grito hasta quedarme sin voz. Pueden haber pasado horas o tan solo minutos, pero sólo vuelvo a ser consciente de mi misma cuando veo la gran masa sanguinolenta que son ahora los nudillos de mi mano derecha, tras haberlos golpeado repetidas veces contra un pino.
Exhausta como estoy, trato de recuperar el aliento y me siento sobre una roca plana, con las manos cubriendo mi cara, ¿qué es lo que acaba de pasar? ¿por qué he reaccionado así? Demasiadas preguntas se agolpan en una cabeza que se había desacostumbrado a pensar, y que ahora actuaba autómatamente. Comía cuando tenía ganas, dormía cuando me apetecía y salía a cazar cuando me daba la gana. En lo único que ponía empeño era en no pensar, en dejar la mente en blanco y bueno, no era feliz, pero era mejor que esto, ¿no?
La coraza que me ha envuelto estos días amenaza con desintegrarse, y es por eso por lo que me había rodeado de ella, para no tener estas reacciones.
Definitivamente todo es por Peeta, es él quien me hace frágil, es sentir cosas por él. Y lo peor es que sigo sin saber lo que siento, estoy en el mismo punto en el que estaba cuando lo besé en los primeros juegos, pero aunque estoy confundida sé perfectamente lo que no debo sentir: amor.
El amor te hace vulnerable, y es por eso por lo que no debo sentirlo. Todo lo que verdaderamente he amado ya no está: Prim, mi madre, mi padre… Así que ese sentimiento ha pasado a ocupar el primer puesto de la lista de las cosas que nunca tendré, junto con una relación, un matrimonio, una familia…
Y Peeta no me lo pone fácil. Siempre estaré en deuda con él, siempre le deberé algo. Odio la extrema bondad con la que me trata (porque sé que sabe que no la merezco), odio depender de él, vivir en su casa, odio que me vea llorar, que me mire apenado, que sepa lo débil que realmente soy. Odio que me ame, y odio no poder odiarlo.
Por eso me comporto así, de esta manera tan antisocial, es un intento de hacerme la dura, de hacerle ver que puedo seguir sin él. No quiero que haga que su mundo gire en torno a mí, ya que yo no voy a poder darle lo que quiere porque no sé. Porque no estoy hecha para amar.
Todo lo que hago es para romper esa imagen tan idealizada que tiene sobre mí, para protegernos a los dos. Y sé que a veces me paso, que hago cosas realmente hirientes y que en cualquier momento puede saltar su vena lunática y acabar conmigo con un rápido juego de muñeca sobre mi cuello. Pero es un riesgo que he decidido correr.
En mi pobre defensa tan sólo puedo alegar que yo tampoco soy yo cuando lo trato así, que descargo toda la rabia que tengo contra el mundo con él. Es deplorable, sí, y me odio por ello, pero he aprendido a comportarme así. La peor parte llega cuando me arrepiento de mis acciones y no puedo pedirle disculpas.
Pero ahora lo que acaba de pasar ha hecho que despierte a la realidad, y que salga de ese macabro juego que me he inventado. Nuevas preguntas acechan mi mente, ¿por qué he reaccionado así cuando me enteré del beso? ¿no debería de darme igual? Creo que sé la respuesta, pero no soy capaz de reconocérsela a mi yo interior, por ahora voy a preocuparme sobre esta otra cuestión: ¿cómo voy a reaccionar ahora?
Sigo dándole vueltas al asunto una vez más, hasta que me doy cuenta de que no me he movido ni un centímetro desde que me he sentado, y ya debe de ser tarde. Me incorporo limpiando los restos de lágrimas y tierra de mi cara y lleno mis pulmones del fresco aire deseando que eso me de algo de fuerza. Después bajo de mi roca y agito los brazos y las piernas, agarrotados por el frío, y vuelvo a casa.
Al abrir la puerta veo que Peeta no está, habrá ido a la panadería o dónde sea… no debería importarme.
Me desvisto y me meto en la ducha, ahí dentro, con las ideas más claras creo que tomo la decisión. Al salir me envuelvo con una suave toalla, y es ahí cuando me doy cuenta de lo mucho que me duele la mano, así que busco las pomadas adecuadas para curarla y después la vendo como puedo.
Al salir del baño noto lo maravillosamente bien que huele la casa y una voz proveniente de la habitación de Peeta me dice:
- Katniss, ¿ya has llegado?
- Ahá. –respondo ausente.
- Bueno… prepárate y baja a la cocina. La comida estará en 10 minutos.
Bien Katniss, ha llegado el momento. –Me aliento-. Es hora de llevar a cabo tu decisión.
Regresar al índiceCapítulo 11 by BeautifulLiesBajo las escaleras haciendo acopio de la poca seguridad que tengo, al torcer a la derecha, donde está la cocina, respiro hondo antes de entrar. Por suerte Peeta está de espaldas, terminando de hacer la comida, y solo se da cuenta de mi presencia cuando descorro la silla.
- ¿Qué tal estás? –pregunta en un tono algo extraño mientras me siento.
- Genial –contesto apática.
Él termina de servir la comida y se sienta en frente, cuando cojo el tenedor en seguida se da cuenta.
- ¿Qué te ha pasado en la mano? –pregunta alarmado.
- Nada –Mierda, Katniss… tienes que ser más cuidadosa- No ha sido nada.
- Katniss, dímelo.
- He dicho que no –respondo bruscamente, apartando la mirada de él.
- Katniss… -empieza a decir pero yo le corto.
- ¿Y tú? ¿Tú qué tal, Peeta? –digo cruzando las manos bajo mi barbilla.
- Ehmm… ¿bien? –responde confuso.
- Ahám...
Y tras unos minutos de tortuoso silencio al final digo:
- ¿Y Blake? ¿Qué tal? –él palidece.
- Esto… bien, supongo, ¿por? –carraspea, nervioso.
- Por nada –respondo tranquila- Solo me preguntaba si volverá al 12, seguro que le ha encantado. Me ha dado la impresión de que todos han sido muy cálidos con ella… algunos hasta demasiado, ¿no? –digo con una incriminadora mirada. A él ya se le salen los ojos de las órbitas.
- Katniss, yo… yo…
- Mira, Peeta –respondo serena- No tienes por qué explicarme nada. Me alegra que por fin hayas comprendido que tú tienes tu vida y yo la mía. Por separado. –remarco estas últimas palabras mientras veo el dolor en sus ojos- te ha costado entender que lo nuestro ha estado abocado al fracaso, desde siempre. He terminado de comer. –digo limpiándome la boca con la servilleta y arrojándola sobre la mesa-.
- Espera… por favor –dice mientras me levanto de la mesa y, por su tono de voz sé que está destrozado. Suena como cuando se dio cuenta tras los primeros juegos de que todo había sido una farsa.
- No, Peeta, me voy –Me giro y me dirijo hacia la puerta, reprimiendo mis lágrimas.
- Vamos, déjame aunque sea verte esa mano.
Venga, Katniss. Este es el momento, a lo que has venido. Acaba con esto. Me siento mal por lo que voy a hacer, pero sé que es lo correcto. No volveré a dejar que nadie vuelva a hacerme sentir vulnerable.
Me giro de repente y digo en tono irónico mientras él me recoge la mano:
- ¿Sabes? Te deseo lo mejor con Blake. Espero que tu hayas disfrutado con ella lo mismo que yo con Gale cuando tú te curabas en el 13.
Ya está, le he dicho lo más hiriente que podía decirle y me odio por ello. Él se ha quedado petrificado y convulsiona levemente, es extraño, ¿qué es? ¿le está dando un ataque?
Su puño se cierne con fuerza sobre mi mano, la que hace unos segundos estaba sobre la suya, me está haciendo daño, esto no es propio del dulce Peeta. Su respiración se agita por momentos, y sus pupilas se contraen, hasta el punto de casi carecer de iris, el azul claro de siempre ha desaparecido por uno mucho más turbio. No entiendo nada.
- Katniss, no te quiero hacer daño, ¡márchate! –grita entre dientes, como si estuviese librando una batalla interna al decirlo.
Pero a mi, y a la estupidez que me caracteriza se le ocurre hacer lo más insensato posible. Los nervios, el miedo y la ansiedad del momento pueden conmigo. Mi mano consigue zafarse de su agarre, y va a acertar en su cara, cruzándosela de un tortazo, con tan mala suerte que termino arañándosela con el cierre metálico de mi muñequera. Contengo la respiración al darme cuenta de lo que he hecho.
En el siguiente segundo suceden tantas cosas que parecen horas.
Él se queda muy quieto, con la respiración frenética y las pupilas contrayéndose más y más. Luego, al llevarse la mano al foco del dolor y verla ensangrentada pierde por completo la cordura, puedo notarlo en sus ojos.
Yo, que no puedo parar de gimotear estoy paralizada por el miedo y arrinconada contra la pared. Se acabó –pienso- este es el fin. Va a matarme ahora mismo y lo peor es que luego se matará él, porque no podrá con la culpa.
Él se acerca hecho una furia hacia mí, pero cuando a está a menos de cinco centímetros de mi cara noto que recula, como si volviese a librar esa lucha contra su “yo” cuerdo.
- ¡Marchate! –Vuelve a gritarme. Pero mis piernas siguen sin responder, presas del pánico.
Entonces descarga toda su rabia contra la mesa de la cocina, volcándola de un manotazo, haciendo volar platos, vasos, mantel y todo lo que hubiese encima. Es increíble su fuerza. Obviamente esquirlas de la cerámica que acaba de romper también saltan por los aires, acertando de pleno en su cara, sus brazos… y pronto también empieza a sangrar, aunque no mucho. Son sólo pequeños cortes. Luego abandona la cocina cerrando la puerta de un portazo.
Cuando me quiero dar cuenta estoy sentada en el suelo, llorando con los brazos abrazando mis rodillas. Me siento fatal. Todo esto ha sido culpa mía, casi me mata, podría haberlo echo… ¿por qué no lo habrá echo? ¿de dónde habrá sacado ese autocontrol?
Permanezco en esa posición hasta que dejo de hiperventilar, entonces decido que lo mejor será hacer las maletas y marcharme de aquí, por lo que subo a mi habitación a empezar con ello.
Regresar al índiceCapítulo 12 by BeautifulLiesLlevo ya un par de horas bastante entretenida preparando mis cosas y procurando no pensar en lo que acaba de pasar para no derrumbarme, aunque es difícil, ya que ano dejo de cuestionarme el por qué de mis acciones, y, sobretodo, no dejo de pensar en Peeta… ¡yo, que precisamente había hecho esto para olvidarme de él! Está claro que las cosas no han salido como yo quería pero, ¿qué era lo que quería? Aún no lo sé, sigo demasiado confundida y él lo ha tenido que pagar. ¿Dónde está? ¿Estará bien? ¿Debería ir a buscarlo? No lo sé, lo único que tengo claro es que soy la peor persona del mundo, que he hecho todo esto porque me asusta el compromiso, porque me asusta sentir cosas tan extrañas por alguien…
Un ruido interrumpe mis ensimismaciones, y dejo sobre la cama la camiseta que estaba doblando al darme cuenta de que están llamando a la puerta, ¿será él? Las piernas tiemblan mientras bajo las escaleras, al volver la cara hacia la cocina puedo observar el desastre que es ahora, y unas gotitas de sangre, fruto de las heridas de Peeta, hacen que me lleve la mano a la boca al darme cuenta de la magnitud de mis actos.
Abro la puerta cuando me recompongo, y me sorprendo al encontrar detrás a un Haymitch sobrio (casi) que ha cambiado su habitual mueca socarrona por un semblante mucho más serio.
- ¿Qué?- digo ante su incriminadota mirada, cruzando los brazos a la defensiva.
Él tan solo me mira incrédulo
- Vamos a la cocina, tenemos que hablar- dice al fin y pasa dentro sin esperar respuesta.
Al ver en el estado en que se encuentra la sala dice:
- Uh, mejor vamos al salón.
- ¿A qué has venido?
- Mira, preciosa, sé que me habrás echado de menos. Llevo semanas sin hablar contigo.
- Ah, ¿sí? No me había dado ni cuenta.
- Pues sí, he estado demasiado molesto contigo como para hablarte sin soltar alguna perla de las mías.
- Has hecho bien, no creo que tuviera la paciencia necesaria para aguantártelas.
Se toma su tiempo para sentarse y acomodarse en el gran sofá mientras yo le miro de pie con los brazos cruzados.
- ¿Y bien…?
Preciosa… déjame escoger las palabras adecuadas. Sé, perfectamente que hace esto para ponerme de los nervios así que procuro no picar.
- Como quieras- digo dejándome caer en el sofá confidente de al lado.
Mi mentor saca una petaca del bolsillo de su chaqueta, la desenrosca concentrado y da un largo trago. Puedo adivinar el contenido solo con olerlo. Tras unos minutos empieza a hablar:
- Soy consciente de lo que acaba de pasar, Peeta ha venido a casa y me lo ha contado.
- ¿Y?
- Sinceramente, pensaba que eras un poco más lista.
- ¿Perdón?- definitivamente no esperaba eso.
- Y algo menos egoísta.
- No tienes ningún derecho a hablarme así… -interrumpo, furiosa.
- Claro que lo tengo. Te has ganado este trato a pulso, preciosa –responde con una risotada.
- ¿Sabes? Fuera de aquí. No necesito que vengas para decirme esto.
- Ya bueno, pues yo creo que sí, que necesitas que alguien te abra los ojos –dice esto sin moverse ni un ápice y dando otro trago a la petaca, cuando empieza a hablar, lo hace más en serio- Mira, Katniss, no sabes por lo que está pasando ese chaval.
- ¿Y sabes tú cómo lo estoy pasando yo?
- ¿Me vas a dejar de interrumpir? -dice, exasperado- Antes de nada quiero decirte que tal vez mis palabras sean algo rudas, pero veo que no mereces que pierda el tiempo buscando otras mejores…
Resoplo.
- Como iba diciendo… no sabes por lo que está pasando Peeta. Lo ha perdido todo.
- ¡Y yo!
- ¡Y todos, Katniss! ¿Te crees que eres la única que ha perdido a un ser querido? ¡Yo también perdí todo lo que quería cuando volví de la arena y no me propuse joder a los demás para sobrellevarlo como haces tú! ¡Esta guerra nos ha matado a todos, pero cuanto antes lo superemos, mejor!
De repente para, como sopesando sus palabras, yo me he quedado muda, directamente.
- Y tú, que no lo has perdido todo, encima estas echando de tu vida a las pocas personas que todavía te quedan: tu madre, Peeta… Pero él sí. A él no le queda ni un familiar al que aferrarse solo tú, y ni siquiera eso. No puede contar con la chica a la que salvó la vida. ¿Es que no te das cuenta de lo fácil que sería consolarlo?, no quiero decir que debáis mantener una relación… amorosa… solo te pido que dejes de hacerle esto.
Hace una pausa para respirar mientras mira el fuego crepitar en la chimenea. Y lo agradezco, no quiero que me mire. Sus palabras suenan más conciliadoras cuando empieza a hablar de nuevo.
La vida sin los Juegos. by BeautifulLies
La guerra ha terminado, y se ha llevado demasiadas vidas con ella. En Panem ya no queda nada, salvo la esperanza y el deseo de seguir adelante. La vida sin los
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2024-05-18
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