Esta es mi primera historia de todas sobre Como Entrenar A Tu Dragon.
Categories: PELICULAS Characters: Ninguno
Generos: Fantasía
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 5 Completed: Sí Word count: 17720 Read: 3718 Published: 09/09/2011 Updated: 09/09/2011
Esta es mi primera historia de todas sobre Como Entrenar A Tu Dragon.
Categories: PELICULAS Characters: Ninguno
Generos: Fantasía
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 5 Completed: Sí Word count: 17720 Read: 3718 Published: 09/09/2011 Updated: 09/09/2011
Siento las faltas de ortografia, es que tenia once años T_T
Siento las faltas de ortografia, es que tenia once años T_T
Capítulo 1: Todo comienza... aqui by XavierI111. Todo empieza
Uroboros viva en aquella cueva cuatrocientos años. No podia salir, porque tenia miedo de su nueva apariencia, pues un monstruo le convertio en lo que es ahora. Su apariencia no era tan mala: una serpiente de color rojo y verde con cuatro patas. Pero, aun asi, tiempo atras era un Lindworm.
Su nombre verdadero no era Uroboros, sino Dreki.
Hoy era un momento decisivo para el: hoy iba a salir para mostrar al mundo su apariencia. Tenia miedo, pero tenia que hacerlo.
Se asomo la cabeza por la entrada de la cueva, y los rayos del sol bañaron sus ojos. Le dolio mucho, pues vivia en la oscuridad demasiado tiempo.
Pero al fin salio, y lo primero que tenia que hacer es encontrar a una civilizacion. Si llegara a un pueblo, seguramente encontraria informacion sobre ese monstruo que le hechizo.
Y empezo a caminar por la isla hasta encontrar el pueblo.
Al llegar al pueblo, entendio que iba a quedarse aqui unos dias, asi que tenia que encontar un lugar donde dormir.
Entonces lo primero que habia que hacer era encontrar al jefe.
Uroboros empezo a preguntar a la gente. Su primera pregunta la dirigio a una chica rubia de catorce años de edad con ojos azules y una trenza. Llevaba una camisa gris a rayas y pantalon azul con falda marron.
-Erm... Hola. Me preguntaba si podias ayudarme -
- A ver si puedo -
- Necesito encontar algun lugar donde dormir. Llevo cuatrocientos años viviendo en una cuenva, pero al fin he salido y necesito buscar informacion sobre el enemigo que me convirtio en un Uroboros. –
- Pues lo primero que tienes que hacer es encontar al jefe. El sabra ayudarte –
- Pero le pregunte a todo el mundo y nadie le ha visto –
- En serio, le estoy buscando yo tambien. Se habra ido a algun lugar –
- ¿Volvera? –
- Como no. Pero, mientas tanto, puedes quedarte en mi casa. No te va a costar nada, en serio, con los monstruos soy muy generosa. –
- Muchas gracias. Soy Uroboros –
- Astrid –
- ¿"Belleza Divina"? –
- No pega, ¿verdad? –
- Iba a decir que pega mucho –
- ¡Gracias! Me caes bien. Te va a costar hacerte amigos aqui. No soportamos los cumplidos, ni a los cobardes. Mas te vale mantenerte al margen –
- Eso hare –
- Bien. Pues te voy a enseñar mi casa. Ah, por cierto, aqui tenemos dragones y... –
- ¿Dragones? ¿Has dicho... dragones? –
- Es lo que he dicho –
- No lo entiendes. Los dragones son los parietes mas proximos a los Lindworms –
- Pero, ¿tu no eras un Uroboros? –
- No. En realidad soy un Lindworm, pero un monstruo me ha convertido en un Uroboros y... –
- Espera. ¿Uroboros? ¿El que simboliza el esfuerzo eterno, la lucha eterna, o el esfuerzo inutil, ya que el ciclo vuelve a comenzar a pesar de las acciones para impedirlo? –
- Mas o menos –
- Guau. No pensaba que existes. –
- Soy griego –
- Ah, vale. Por eso nunca he oido hablar de ti. Por cierto, tengo un dragon en casa –
- Bien. ¿Puedo conocer a tu dragon? –
- ¡Claro! Venga, es por aqui –
Astrid le enseño el camino a casa, y despues le invito a entrar.
Al entrar, Uroboros se encontro un un dragon azul y puas amarillas.
- Te presento a Lanzallamas -
- Menuda altura –
- Ya, no es bajo –
Lanzallamas miro a Uroboros, extrañado por su extraño aspecto.
- Lanzallamas, ese es Uroboros. Va a vivir con nosotros un par de dias. Es griego -
Lanzallamas movio la cabeza en gesto de afirmacion, y con la cara de "Ahora entiendo por que nunca he oido hablar de el".
- Uroboros, ¿como es ese monstruo que te hechizo? -
- En realidad, el que me hechizo no me mostro su verdadero aspecto. Era la sombra de una serpiente –
- Uroboros, conozco a alguen que puede ayudarte. Ven –
Astrid salio de su casa y Uroboros la siguio.
- ¿Adonde vamos? -
- Patapez es un amigo mio, y conoce todas las leyendas del mundo antiguo, Grecia incluida. El nos podra ayudar –
- Muchas gracias, Astrid. Estoy en deuda contigo –
- Oye, es guay ir por ahi y ayudar, sobre todo si ayudas a un Uroboros, y que ademas es griego –
- Gracias –
Al llegar al comedor, Astrid encontro a Patapez leyendo un libro.
- ¿"Grecia en el Mundo Antiguo"? ¡Patapez, es perfecto! ¿De que se trata? -
- De la filosofia, arte, leyendas y mitologia de Grecia en el año mil diez –
- ¿Dice algo sobre algun monstruo mitologico con forma de serpiente? –
- No, de eso no dice nada. ¿Por que? –
Astrid se conto a Patapez toda la historia sobre como conocio a Uroboros, y que realmente es un Lindworm. De como vivia en una cueva cuatrocientos años, y que ahora necesita encontrar a un monstruo mitologico que le hechizo
- Ademas, es griego -
- Astrid, en el libro se menciona a Socrates, un filosofo que fue maestro de Platon, y Platon, que fue maestro de Aristoteles. Esos tres filosofos eran representantes fundamentales de la filosofia griega. Tal vez si los encontramos, nos podrian echar una mano –
- ¿Platon? ¿El que descubrio el concepto de "Amor Platonico"? –
- El mismo –
- ¿A que estamos esperando? ¡Vamos a encontrarle? –
- Astrid, no sabemos donde esta Grecia y... –
- Ni que estuviera en el fin del mundo. ¡Voy a por los demas ahora mismo! Patapez: preparate para un viaje a las tierras lejanas –
- ¿Nos vamos a Grecia? Pero no sabemos donde esta –
- La encontraremos. –
- Si tu lo dices. Ire a contarselo a los demas –
- Se que, en el fondo, estas emocionado –
- Tal vez, un poco –
Patapez vio, a lo lejos, a Hipo y a los demas, y el y Astrid corrieron hacia ellos. Astrid les conto toda la historia, y el viaje a Grecia les parecio muy bien.
- ¿A Grecia, en serio? ¡Sera emocionante! - Patan Mocoso saltaba de alegria
- Si, pero no sera un viaje de placer. Tenemos que ayudar a Uroboros, ¿recordais? –
- Patapez, no importa. Me gustaria visitar mi pais una vez mas –
- Chicos, saldremos manana al amanecer. Dormid bien y ¡no os hagais iluciones porque pasara de verdad! –
- Caray, Hipo, estas muy emocionado –
- Es que Grecia e Roma son dos paises mas importantes. Si conocieras su valor, tu tambien te habrias emocionado, Astrid –
- ¡Estoy emocionada porque voy a conocer a Platon! –
Todos se marcharon a sus casas haciendose iluciones sobre su viaje a uno de los paises mas importantes del mundo antiguo
2. El amor duele
-Y entonces me dije:
Nuestros héroes ya estaban de camino hacia Grecia, pues encontraron un mapa por el camino que les indicaba donde estaba
-Patan, ¿no crees que estas exagerando un poco? – Pregunto Patapez con un poco de burla
- ¿Y eso por que? Si no ha querido seguir saliendo conmigo, será por que no me merece
- Lo que tu digas…
- ¿Qué? ¿Envidia, Hipo?
- ¿Por qué? ¿Solo por que tu chica no encontró una excusa para romper contigo?
- Exacto. Ellas temen decirme la verdad a la cara, mientras que a ti, te lo sueltan TODO
- Al menos a las tias les gusto – Se enfado Hipo
- Mira quien ha empezado a hablar – Se entrometio Astrid – Ni siquiera eres capaz de ligar bien
- Bueno, al menos yo APARTO a las tias cuando me miran y dicen: "¡Estas loco!... Me gusta…"
- ¡Oye! Al menos YO he dejado de hacerlo. Y no hago este estúpido snowboard – Se entrometio, esta vez, Brusca
- ¡Eso! Y no fabricamos colgantes en forma de corazón - Comento Chusco
- Bueno, al menos a mi no me atacan unos bacterias mutantes
- ¿Sabeis que? No participo en esto – Critico Patapez, aunque dentro le dolia mucho. No había sido culpa suya de que derramo este liquido mutante y que haya mutado a las criaturas mas pequeñas del mundo
Todos se quedaron en silencio un momento. Sabian que Patapez no aguantaría mucho tiempo sin participar en una discusión.
-¿…Que…? – Pregunto Patapez con aire de inocente
- Venga Patapez. Somos amigos intimos. Puedes decir lo que sea. Total, ya estamos acostumbrados a los insultos – Patan fue el primero en romper este muerto silencio
- Muy bien, pues escuchad: Hipo, cada vez que haces snowboard, se te mete la nieve en los calzoncillos y los encuentro colgando sobre la percha de mi casa
- ¡Si ni siquiera llevo calzoncillos!
- Astrid, deja de llevar este colgante tan cursi que te regalo Hipo en forma de corazón. Ponte mejor el de la calavera
- ¡Seras…!
- Chusco, Brusca, madurad un poco. La vida no es un juego. No podeis seguir de temerarios
- ¿Qué? – Preguntaron los dos a la vez
- Patan, pues…
- ¿A que soy tan perfecto que no tienes NADA que decirme?
- Al revés, tienes TANTOS defectos que no se ni por DONDE empezar
Todos se rieron a carcajadas, menos Patan, claro.
El único que no participaba era Uroboros, que era demasiado pacifico como para criticar a quien sea. Ademas, no podía criticar a sus nuevos amigos, ni quería que se peleasen entre si. Asi que intervino en la pelea
-¡Chicos! ¡Por favor! Sois amigos, no podeis pelearos por una tontería
- ¿Quién habla de las peleas, Uroboros? – Pregunto Astrid extrañada – Es un juego
- ¿Un… juego?
- Veras, cuando nos aburrimos, normalmente hablamos de peleas, repasando todo lo que ha pasado a lo largo del dia, o discutimos
- Es una manera muy buena de entrenar tu ingenio – Intervino Patapez. Para el, la ciencia lo era todo – Cada vez se te ocurren palabras muy ingeniosas, y tu cerebro va recordándolos. ¿Os explico el proceso?
- ¡NO! – Gritaron todos a la vez. Cuando Patapez empezaba, ya no acababa hasta que explicaba TODAS las funciones de CADA neurona.
Y mira que tenemos mas de diez mil neuronas y mas de tres millones de funciones de cada una
Seguian discutiendo, hasta que Hipo vio a lo lejos una especia de casa. Estaba compuesta por columnas blancas. Hipo destinguio que estaban hechas con arcilla, pero no de cualquier arcilla. Al acercarse un poco mas, podio destinguir la arcilla de Elgin, y al acercarse mas todavía, el Partenon.
-Guau. Es impresionante…
- Es un Partenon. Es un templo dedicado a la diosa griega de la guerra, la sabiduría, las estrategias y las habilidades: Atenea
- Astrid, tu templo es impresionante
- Callate, Patan
Hipo contemplo la cara enfadada de Astrid y la cara burlona de Patan, y no pudo aguantar una sonrisa. Uroboros, que estaba alrededor de su cuello, también sonrio.
Cuando decendieron al pie del monumento, decidieron permanecer juntos, y no separarse, porque todos querían conocer a Platon. Dejaron a los dragones cerca del monumento y echaron a andar
Despues de horas andando y andando, los siete se aburrieron mucho, ya que no encontraban ninguna pista sobre donde encontrar a Platon.
-¡Eh! ¿Jugamos al "Codigo de Hammurabi"? – Sugirio Chusco
- ¿Cómo se juega a eso? – Le pregunto Uroboros, que era nuevo en esto
- Haces una pregunta a alguen, te dan una respuesta y después haces otra pregunta relacionada con esta respuesta. Y asi sucesivamente. Empiezas por lo fácil y acabas por lo mas dificil – Le explico Patapez
- No creo entenderlo
- Por ejemplo, te hago una pregunta: ¿Cómo te llamas?
- Uroboros
- ¿Y por que te llamas asi?
- Porque mi madre me puso ese nombre
- ¿Y por que te lo puso?
- Porque le gustaba
- ¿Y por que le gustaba?
- Porque decía que tenia fuerza
- ¿Y que significa fuerza?
Patapez y Uroboros seguían asi todo el trayecto
-¿Y por que al lanzar una bomba atómica desde todas las cuidades del mundo podría acabar con nuestro planeta y distorsionar el tiempo y el espacio?
- Tengo una pregunta mejor – Se entrometio Hipo - ¿Por que tengo la sensación de que el viejo con barba que veo delante de mi es Platon?
- Porque lo es… - Le contesto Astrid
Y realment era asi: el hombre con túnica que vieron delante de ellos era realmente Platon.
-¿Qué hacemos ahora? – Pregunto Brusca sin esperar ninguna respuesta
- Alguno de nosotros tiene que acercarse a el y preguntarle – Dijo Hipo sin pensar lo que había dicho
- ¿El que, Hipo? Ni siquiera sabes para que hemos venido –
- Para saber quien es mi enemigo – Uroboros fue el único que contesto ingeniosamente – Ya ire yo a hablar con el
Uroboros se acerco a Platon. Este le vio, y lo observo de arriba abajo
-¿Quién eres? – Le pregunto Plaron
- S-soy Uroboros. Soy un ser mitológico de Grecia
- Um, nunca he oído hablar de ti
- Esta claro, señor – Sono una voz detrás de ellos. Era la voz de Patapez – Usted es un filosofo, solo cree en los conceptos de la vida que se puede ver o tocar. La mitología no es lo suyo
- Interesante. ¿De donde me conoces, muchacho?
- Usted es muy famoso, al menos en la isla donde vivimos
- ¿Vivis? ¿Acaso viene alguen mas contigo?
Patapez dio la vuelta, e hizo un gesto a sus compañeros para que se acercaran
-Amigos, este es Platon, uno de los filósofos griegos mas famosos. Platon, estos son Hipo, Astrid, Chusco, Brusca y Patan Mocoso
- Senor Platon, nos gustaría pedirle un favor – Le pidió Hipo
- ¿Qué es?
- Vera, Uroboros en realidad es un Dreki, pero una criatura lo convirtió en lo que es ahora. Creemos que usted, Socrates y Aristoteles pueden ayudarnos a descubrir quien es
Platon pensó un momento, suspiro y miro a Hipo de arriba abajo
Era su costumbre, eso de mirar a la gente de arriba a abajo
-Seguidme – Dijo Platon y les hizo un gesto para que lo siguieran
Despues de caminar unos pasos, se entraron en una ciudad bastante habitada
-Guau. Atenas es preciosa – Se emocionaba Patapez
- Ya lo creo que si – Chusco estaba totalmente de acuerdo
- Erm, Platon, ¿Por qué hay tan pocas mujeres? – Se extraño Astrid
- Nada, digas lo que digas, tu SIEMPRE llegas al mismo tema: mujeres – Se burlo Patan
- Estan todas en sus casas – Contesto Platon como si esto fuera normal
- ¿Por qué? Con el dia tan bueno que hace – A Hipo también le parecio extraño – En la Isla Mema no hay mujeres que se queden en casa ni bajo la tormenta
- Vereis, las mujeres de Grecia no son libres como los vikingos
- ¿Qué quieres decir?
- Que la sociedad de las mujeres es muy… especial. Tienen sus propias leyes y casi siempre son controlados por sus maridos o padres
- Pues si que es… raro – Comento Astrid
- Pues, para nosotros, los raros aquí sois vosotros – Una voz bastante conocida para Patapez sono detrás
- ¡Aristoteles! – Grito Patapez, emocionado
- Aristo.. ¿Qué? –
- Aristoteles, uno de los mayores filosofos del mundo antiguo
- Del actual, o sea – Bromeo Astrid
Patapez le lanzo una mirada asesina. NADIE podía burlarse de sus ídolos (sobre todo si estaban ahí presentes, oye, que tienen sentimientos)
-Asi que, necesitais mi ayuda, ¿no? Bien, podre ayudaros, en cuanto encuentre a Socrates
- Socra ¿Qué?
- Venga, no son tan difíciles sus nombres – Patapez ya estaba cansado de sus bromitas
Astrid sonrio
-¿Qué? ¿Me acompanareis a nuestro laboratorio? Seguramente Socrates este allí. Ayer le regale un nuevo telescopio, y ahora se pasa el dia viendo las nubes
- Espera, ¿nubes? ¿No se supone que por el telescopio se debería ver el espacio? – Pregunto Patapez, con su ciencia
- Si, pero el primer telescopio fue inventado por Galileo en mil seiscientos diez y ya podía ver las estrellas. Pero estamos en el mil diez, o sea que el telescopio actual solo se alcanza ver las nubes
- Que confuso…
- Tranquilo, Socrates te lo explicara mejor. ¡Seguidme!
Aristoteles se puso en marcha, y al lado de el, Platon.
Caminaron a través de ENORMES bloque (que por cierto eran sus casas) y a través de preciosos jardines. Astrid no pudo evitar fijarse en el comportamiento de las mujeres que encontraba ahí. Para ella, ver aquello era una tortura. ¿Por qué las mujeres no podían hacer lo que les apetecia? Mira que estar en casa con el dia tan bueno que hace, bajo el control de tu padre, o peor, de tu MARIDO.
Astrid prometio no casarse jamas (al menos en Grecia)
Ella tampoco pudo evitar fijarse en su ropa. ¿Tunicas? Donde vas, si ni siquiera llego a llevar una falda
-Que tortura… - Murmuraba ella durante todo el camino – Que tortura tio…
Al final, Hipo se dio cuenta de que decía algo entre dientes, asi que le pico la curiosidad
-¿Qué estas diciendo? No se te oye
- ¡Ya se que no se me oye! – Grito ella – Mira
Senalo a una chica de aproximadamente doce anos con, seguramente, su marido y sus hijos
-¿Acaso es normal? Pobre, tiene doce anos y ya tiene dos hijos
Platon, que escucho esta frase, se intrometio en su conversación para contestarle a Astrid a su pregunta
-¿Acaso en la Isla Mema no os casais a la edad joven? – Pregunto el, extrañado
- ¡Por supuesto que no! Si no, ya tendría por lo menos sies hijos – Se burlo ella
- ¿Cuántos anos tienes?
- Trece
- Entonces, no tendrías seis, sino mas: tienes que multiplicar el numero de embarazos por los nueve meses, que es cuanto dura el embarazo y dividirlo por el numero de días cuando tienes menstruación
Astrid, que comprendio que el tema no era para ella, le hizo una señal para que se callara. Hipo, en cambio, estaba muy interesado en saber cuantos hijos tendría a los catorce anos de su vida, asi que se puso mas cerca de Platon, y este le continuo explicando el proceso.
Aristoteles estaba en las nubes, seguramente pensando en el misterioso enemigo de Uroboros. ¿Quién podría ser? Al fin y al cabo, lo único que sabían era que tenia la forma de serpiente, lo que les quitaría un 0,01% de sus dudas, o sea, nada
Patan, en cambio, seguía jugando con Uroboros a "Codigo de Hammurabi". Chusco y Brusca observaban el paisaje.
Astrid decidio hacer lo mismo, pero no tuvo tiempo: ya llegaron a la casa de Socrates.
Cuando entrar, vieron a un tipo barbudo inclinado sobre su telescopio. Al oírles entrar, se giro y con una gran sonrisa poco común en los tipos como ese, saludo
-Ah, Aristoteles, mi querido discípulo. Cuanto tiempo sin verte. Queria darte las gracias por este magnifico telescopio. ¿Quiénes son tus amigos?
- Soy Hipo, esta es Astrid, Chusco, Brusca, Patan Mocoso y Patapez. Nos gustaría pedirle un favor
- ¿En que puedo ayudaros?
- Vera – Hipo le empezó a contar toda la historia
Al acabar la historia, Socrates no hizo ningún comentario, pero si un gesto que Hipo pudo comprender como
Socrates condujo a Hipo en una habitación llena de dibujos de corazones y cerebros humanos. Socrates, al ver la cara extrañada de Hipo, empezó a explicarle de que se trataban esos dibujos exactamente
-Ese es el cuarto de Platon. El cree que las personas pueden amar con el alma, no con el cerebro. Aristoteles y yo intentábamos convencerle de que este tipo de amor no existe, pero nada, esta muy dispuesto en demostrar que ese amor existe
Cuando Socrates termino, a Hipo le pasaron por la cabeza unos recuerdos muy raros: como aquella vez que Astrid descubrió su amistad con Desdentado, como cuando la llevo de paseo, y después descubrieron la Muerte Roja. Como Astrid prometio guardar el silencio hasta el dia siguiente. Como cuando le dijo cuando a Hipo tocaba luchar contra el Pesadilla Monstruoso. Cuando su padre abandono la isla para ir a buscar el nido de los dragones, ella parecía lo único que le ponía color la vida de Hipo en este mismo momento. Como cuando por poco la inspiro la Muerte Roja, pero el la ha salvado, y cuando el se despertó en su casa, desde ahí comenzó todo.
Hipo dejo caer una lagrima, ya que, repasando su vida, lo tenia todo: un mejor amigo, Desdentado, un padre, Estoico , y una novia, Astrid. Pero de repente, su vida dio un giro y ahora lo único que le queda es ella, ahora, su mejor amiga
Hipo empezó a llorar en silencio. Socrates se arrepentio de haberle contado lo del amor del alma, asi que, para no estropear nada mas, se dirigio a la puerta
-Llamame si necesitas algo – Dicho esto, salio de la habitación
Hipo se acerco a uno dibujo que colgaba en la pared. Representaba el alma en forma de corazón. Hipo, con tristeza y furia, lo arranco de la pared, y lo observo.
Una lagrima cayo sobre el dibujo, y borro una parte del mensaje que ponía:
>
Ahora ya solamente se podía leer lo de . El resto del mensaje se ha borrado
Hipo, con un gran peso en el corazón, acerco el dibujo al pecho, al mismo momento que pronunciaba estas palabras:
-Gracias, Odin, por haberme quitado todo menos a ella. No fui consciente de que ella es lo único que me importa en la vida. Gracias
Cuando acabo la frase, oyo el abrir de la puerta, y se giro.
Ahí, tan furiosa como el Furia Nocturna, estaba ella, la "Mejor amiga de Hipo cuando no se enfada"
-¿Se puede saber donde estabas? ¿Y por qué estas llorando? ¿Y por que me miras tan fijamente?
- Estoy bien… No es nada…
Astrid suspiro, se acerco al el , le seco las lagrimas y le dio un beso en la mejilla, lo que le hizo a Hipo llorar aun mas, pero ella no dijo nada. Solamente le abrazo tan fuerte y dulce como podía.
Volvamos a la sala principal, donde Uroboros se estaba comiéndose el coco pensado en como les resultaría mas fácil encontrar al enemigo. Los demás estaban en silencio
-Aristoteles – Socrates fue el primero en interrumpir el silencio – Tu llevas toda tu vida estudiando la mitogia de Roma, ¿verdad?
- ¿Qué estas pensando? – A Aristoteles le asustaban las ideas tan disparatadas que tenia Socrates
- Veras, tal vez el enemigo de Uroboros fuera un ser mitológico de Roma, y no Grecia.
- Pero, ¿Por qué?
- Porque la única serpiente que tenemos los griegos es Uroboros, y no es ningún mago, ni mucho menos malvado
- ¿Dices que tenemos que ir ahora a ROMA? – Le pregunto Chusco, que lo estaba escuchando todo
- ¿Algun problema?
Los compis se miraron los unos a los otros. Era verdad: no tenían nigun problema en viajar a otro país. Ademas, podría ser divertido
-No hay ningún problema – Contestaron los cuatro a la vez
- Bien. ¿Teneis algún medio de transporte?
- Si, tenemos a los dragones. Los hemos dejado cerca del Partenon
- ¿Sabriais volver solos? – Aristoteles se preocupaba mucho, pues se llevaba bastante bien con ellos
- Claro, ¿Qué crees? ¿Qué somos como aquellas tias con seis hijos que llevan túnicas? Se que para ti es raro que dos chicas fueran asi como asi a Grecia, pero creeme, nos encanta – Contesto Brusca. Con la "Otra chica" se referia a Astrid
En el mismo momento salio Hipo, con el dibujo en sus manos. A Patan le pico la curiosidad, naturalmente, asi que se acerco a el y le arranco el dibujo
-¿Qué es esto?
- ¿Nos lo podemos llevar, Platon? – Le pregunto Hipo al filosofo del amor, ignorando a Patan
- Claro, puedes quedártelo. Te ayudara en tu aventura por Roma
- ¿Roma? ¿Acaso nos vamos a Roma? – Pregunto Astrid disimulando su alegría
- ¿A que mola? Gladiadores, sangre, muerte, todo un clásico
- ¿Cuándo os vais? – Le pregunto Platon a Hipo
- ¡Ahora mismo! – Grito Patan, y los cuatro salieron corriendo hacia el Partenon
Solo se quedaron Hipo y Astrid
-Platon – Le dijo Hipo - ¿Realmente crees que el amor Platonico es igual que la amistad?
Los ojos de Platon se llenaron de lagrimas
-Le has puesto mi nombre a…
-Este tipo de amor, Platon. Has descubrierto otro tipo de amor
- …Gracias, gracias por todo, Hipo. Tienes que irte, ¿verdad?
Hipo afirmo
-Es una lastima que os vais, la verdad – Dijo Aristoteles – Seria guay si os quedarais. Os podría ensenar mi colección de mariposas. ¿Te gustan las mariposas, Astrid?
- Prefiero los escarabajos
Socrates se rio
-Veo que aun no has aprendido la lección, querido Aristoteles. Son vikingos, tienes que acostumbrarte
- Si ya, bueno, teneis que iros
- Creo que le habéis herido – Dijo Socrates con una gran sonrisa
- No, no me habéis herido – Se enfurecio Aritstoteles – Solo que…
- ¿Acababas de encontrar tu alma gemela? – Le pregunto Astrid sonriendo
Aristoteles afirmo
Hipo y Astrid les dieron las gracias por todo, y se pusieron en marcha
En el panternon, Patan y los demás les estaban esperando.
-¿Por qué habéis tardado tanto? – Se enfurecio Patan
- Se nos hizo muy largo el camino – Astrid no encontró mejor excusa
Mientras Astrid y Patan seguían descutiendo, Hipo se dio la vuelta para contemplar por ultima vez la vista de Atenas de noche
-Se me hace muy raro marcharme. Es como si estuviéramos aquí toda nuestra vida
- A mi también. Acababamos de conocer a los tres filósofos mas grandes del mundo – Le contesto Patapez, aunque Hipo no esperaba ninguna respuesta
- Pero ellos no saben lo que valen
- Aun – Patapez sonrio
Cuando todos ya se montaron en sus dragones, Hipo echo un ultimo vistazo a esa preciosa ciudad.
le dijo Hipo al cielo, antes de que Desdentado despegara sus negras alas
Pues ese ya va mejor, con lo de la ortografia, me refiero
Pues ese ya va mejor, con lo de la ortografia, me refiero
Regresar al índiceCapítulo 3: Roma by XavierI113. Celos y Batallas
A través de blancas y espesas nubes llegaron a Roma nuestros héroes. Ya no les impresionaba tanto, porque se parecía mucho a Grecia.
Mientras sobrevolaban la ciudad, pasó algo inesperado: alguien disparo una flecha que atravesó la cola de Desdentado. Es una suerte que, Lanzallamas, el dragón de Astrid, le sujeto a tiempo. Pero Fuego Fugaz, el dragón de Patán, no pudo soportar tal "educación", así que rápidamente descendió a tierra firme.
Patán Mocoso no estaba menos enfadado que Fuego Fugaz, claro.
-¿Se puede saber que por el martillo de Thor estáis haciendo? – grito el a unos tipos muy raros con arcos y armaduras de oro.
- ¿! Lleváis faldas?! – grito Patán al ver el acabado de sus armaduras, que se parecía mucho a unas faldas - ¡Si hasta la novia de nuestro líder se viste mejor!
Los dos tipos ignoraban sus burlas. Parecía que le estaban escuchando a propósito, como si con eso conseguirían lo que querían
-Yo flipo con los romanos. ¡Si hasta las chicas de la Isla Mema llevan pantalones! – Patán no paraba de reírse, pero su risa desapareció tan pronto como uno de esos tipos le dirigió la palabra
- Somos los soldados del imperador Cesar Augusto. ¿Tú eres Patán Mocoso Jorgenson?
- ¿Sabéis hablar? – se burló el ignorando la pregunta del soldado
Los dos soldados se miraron
-No hay duda de que eres tú – el soldado miro al cielo – Diles a tus amigos que se bajen
Patán, hipnotizado por su forma de hablar, les indico sus amigos de que no había peligro y de que podían descender.
Al descender, el soldado que permanecía en silencio hasta el momento señalo al chico delgado con ojos y camisa verdes
-Tú eres Hipo Abadejo Horrendo III, no hay duda
- Si… Soy yo… - Hipo dudaba de que si era necesario decirles su verdadero nombre
- Entonces esta es Astrid Hofferson, Chusco y Brusca Thorston, Patán Mocoso Jorgenson y Patapez
Ingerman, ¿me equivoco?
- No…
- Entonces, entro los seis sois los Entrenadores de Dragones, ¿es correcto?
- A-aja… - La voz de Hipo sonaba cada vez menos
- Acompañadme
Hipo miro a Astrid, que susurraba a Lanzallamas algo de esconder a los dragones.
Mientras seguían al soldado, había un silencio que mataba a Hipo por preguntar algo a Astrid.
-¿Adónde crees que nos llevan?
- Al País de las Maravillas. ¿A dónde iba a ser sino?
- En serio. ¿No te da un poco de miedo?
- No, solamente me estoy poniendo en guardia, por si acaso
Hipo miro a Uroboros, que se había estado comportándose de una manera muy extraña: casi no hablaba con nadie, y tenía los ojos clavados en Hipo todo el rato.
-¿Te preocupa algo, Uroboros? – Pregunto Hipo para que Uroboros dejara de mirarlo.
Este, al darse cuenta de que le han pillado, disimulo.
-¿No crees que está un poco raro últimamente? – Si había algo que Astrid seguía teniendo después de conocer a Desdentado, era su manía de desconfiar de todo el mundo, menos de los vikingos, claro esta
- ¿Por qué te preocupa?
- Bueno, últimamente está muy raro. Creo que le pasa algo
- Tranquila, seguro que está bien
Astrid decidió fiarse de su mejor amigo, así que dejo ese tema en paz.
El camino se les hizo corto, aunque no lo notaron hasta que el soldado entro en una especie de palacio real. El soldado les hizo un gesto para que lo siguieran.
Así lo hicieron.
Pasaron a través de majestuosas salas repletas de jarrones y cosas preciosas
-¿Qué querrá el imperador de nosotros? – Pensó Astrid en voz alta
-Tiene una misión para vosotros – Contesto el soldado al oírla
- Una… ¿Misión?
- Él os explicara los detalles
Astrid decidió esperar a que el tiempo les de alguna pista.
Llegaron a una sala decorada con mosaicos dorados y pilares altísimos, al final de la cual alguien se encontraba sentado en un trono.
No había dudas: era la sala del emperador Cesar Augusto.
El soldado se acercó al trono
-Señor, os he traído a los Entrenadores de Dragones
El imperador, hasta entonces inmóvil, movió la cabeza para observar si eran realmente lo que eran nuestros héroes
-Muy bien. Puedes retirarte
Cuando el soldado se retiró, solamente se quedaron los Entrenadores de Dragones y el emperador.
El emperador se puso de pie, y se acercó a los muchachos, que dieron un paso atrás.
-Soy Cesar Augusto, hijo adoptivo de Julio Cesar
Nuestros héroes dudaron si tenían que decir algo. Augusto, viendo que se habían quedado callados, decidió que era mejor empezar contando los detalles de su historia
-Yo soy el hijo adoptivo de Julio Cesar. Mi enemigo, Marco Antonio, es un General de Alto Mando y la mano derecha de mi padre. Cuando mi padre murió, era yo el que tuvo que heredar el trono. Cuando todo estaba ya previsto, me entere de que la esposa de mi padre le dejo dinero a Marco Antonio para que el ocupara el lugar de mi padre. Después de muchas disputas y batallas, llegamos a un acuerdo de que yo, Cesar Augusto y el, Marco Antonio, fuéramos los dos emperadores de Roma.
- ¿Y qué quiere de nosotros? – Se atrevió a preguntar Hipo
- Veréis: me estoy preparando para conquistar Egipto. El problema es, que la amante de Marco Antonio es la reina de Egipto.
- ¿! Cleopatra?!
- ¡Exacto!
Hubo un momento de silencio. Pero Augusto continúo su historia
-Veréis: estoy más que SEGURO de que el ejército de Marco Antonio se pondrá del lado de Cleopatra, y su ejército no es moco de pavo, que digamos.
- ¿Pero qué quiere usted que hagamos?
- Que seas mis leales soldados
Todos, como acción de reflejo, miraron a Hipo. Uroboros incluido
-¿Y bien? – Pregunto Augusto, seguro de que su respuesta será "si"
- Hay uno cosa que no entiendo – Comento Patapez - ¿Por qué exactamente nosotros? Solo somos unos críos. No valemos para nada
Augusto, al oír eso, se echó a reír a carcajada tendida, lo que les ofendió mucho a los Entrenadores de Dragones.
-No me hagas reír – Dijo el después de un rato de risas ruidosas – VOSOTROS habéis acabado con la Muerte Roja.
- Guau. Veo que nuestras acciones TAN heroicas han llegado hasta Roma – Dijo Patán, que adoraba la fama
- Por supuesto. Aunque no tanto vosotros como HIPO ha acabado con la Muerte Roja. Y yo estaré en deuda con el
Todos se quedaron en silencio un momento. Un escalofrió paso por sus cuerpos.
, pensó Astrid al mismo tiempo que le lanzaba una mirada asesina. A Patapez, finalmente, se le ocurrió una idea
-Perdone, señor Augusto pero, ¿Qué ganamos nosotros?
- Pues… - Augusto pensó un momento – Evitar una muerte segura
Cuando nuestros héroes se dieron la vuelta, detrás de ellos había millones de soldados empeñados en presentarles sus espadas.
Hipo, al ver la terrorífica escena, se acercó a Augusto
-Mire, lo haremos. Pero, por favor, no les hagáis daño
-Ah, veo que te preocupas por tus amigos – El hizo un gesto al ejército para que apartaran las armas – Está bien. No les hare daño. Por cierto, ¿traes a Desdentado para la guerra?
- Si, están en la zona donde nos encontramos con sus soldados.
- ¡Esplendido! – Dijo él y dio dos palmadas. Un sirvienta entro en la sala y se acercó al emperador – Ensénales su habitación.
Hipo les hizo un gesto a sus amigos para que siguieran a la sirvienta.
Llegaron a una especie de pasillo. En cada lado de la pared había una habitación.
Cuando la sirvienta se retiró, todos eligieron sus habitaciones: Astrid tenía como compañero a Patán y Patapez a los gemelos.
Solo se quedaba una habitación, así que Hipo y Uroboros decidieron ocuparla.
Hipo entro primero. Cuando entro Uroboros, cerró la puerta con llave que colgaba en la cerradura.
Hipo se puso a mirar si había algunos utensilios de guerra, mientras que Uroboros se tumbó en una de las camas.
Después de un rato, Uroboros empezó la conversación con Hipo, que se había olvidado de el completamente.
-¿No te da miedo?
- ¿A qué? – Pregunto Hipo, aun hurgándose en la ropa del armario
- A morir
Hipo dejo de hacer lo que estaba haciendo y miro a Uroboros, que se había dado cuenta de que Hipo empezaba a sospechar de el
-Solo era una pregunta. Yo no sé si los humanos tenéis el instinto de supervivencia.
Hipo no dijo nada, y realmente empezaba a sospechar de Uroboros.
-¿Estas bien? Te veo nervioso – En la cara de Uroboros apareció una siniestra sonrisa
- ¿Por qué últimamente te comportabas tan raro?
- ¿Raro? No sé de qué me estás hablando – Uroboros aparto la vista
Hipo pensó que habría sido mejor tener como compañera de habitación a Astrid, pero ella seguramente se enfadó con él. En vez de pensar en eso, siguió hurgándose en la ropa.
De pronto, Hipo sintió que le faltaba aire, y que le apretaba la cintura. El, perdiendo la visión, miro a la cama donde estaba Uroboros, pero ya no estaba.
-Uroboros… llama a Astrid… Me siento algo…
- ¿Mareado? – Una voz que venía de su cintura sonó
Hipo bajo la vista. La causa por la que se asfixiaba era por que Uroboros estaba alrededor de su cintura, apretando cada vez mas
-Uroboros… que significa esto… - Hipo pego su espalda a la pared, y se sentó en el suelo
- He pensado que, como vas a morir de todas formas en la batalla, pues es mejor morir ahora
- Esto no es una respuesta – Hipo sintió que Uroboros dejo de apretar tanto, e Hipo empezaba a sentirse menos mareado
- Toda la historia de que soy Dreki, es un engaño. Lo hice para destruir la Luna Lúgubre, y para que este mundo se convirtiera en lo que siempre era… Hace trecientos anos
- ¿Luna Lúgubre? ¿Qué es esto?
Uroboros, sorprendido de que un vikingo no sabe de qué vive, dejo de apretar tanto la cintura de Hipo.
- Si miras una noche al cielo, veras que la luna es visible solo por una parte
- Mi padre dice que le llama "luna creciente". Dice que es una de sus "fases" – Contesto Hipo, olvidándose de que Uroboros estaba a punto de asfixiarlo
- ¿Qué más sabes? – Pregunto Uroboros fríamente
- Pues… - Hipo dudo si tenía que decirle esto a Uroboros, pero preferiría morir sabiendo la verdad sobre su mundo. Desde siempre Hipo había oído historias muy raras sobre el origen del mundo y cuando se lo preguntaba a su padre, este siempre "no tenía tiempo para hablar". También para su cumpleaños, su padre nunca decía frase como "ya eres todo un hombre", o "ya tienes doce años".
Todas las respuestas estaban ante él. El solamente tenía que contar el detalle que, para él, no parecía tener mucha importancia
- Esa misma noche – Comenzó el despacio – Yo y Desdentado miramos al cielo, y vimos la luna creciente. Entonces… - Hipo supo que el mismo había contestado a su pregunta, pero, aun así, andaba con dudas.
- Tu mismo te has respondido a tu pregunta – Dijo Uroboros – Te diré que esta "luna creciente" es la fuente de vida y de la juventud. Tu padre jamás te decía frases como "ya eres un todo hombre" o "madura un poco", o "ya no eres un crio"… O "debes pensar en tu futuro", ¿verdad?
Hipo movió la cabeza despacio en gesto de afirmación
-No me extraña – Pensó Uroboros en voz alta – Los críos de la Isla Mema no tenéis futuro. Siempre os quedareis con trece años. Así que ya te puedes guardar ese anillo de boda en el cajón, muchacho, porque tu jamás, jamás… - Los ojos de Uroboros se clavaron en Hipo – Podrás usarlo...
Hipo no podía creerlo: ¡ese objeto que tú ves de vez en cuando en el cielo estrellado entre dos nebulosas no era nada más y nada menos lo que te daba vida!
Uroboros pensó que era mejor contarle todo desde el principio
-Paso hace trescientos años… Los vikingos miraron al cielo estrellado y vieron esa preciosidad, ahí, sola, entre dos nebulosas, una grande y otra pequeña. Los vikingos denominaron a la pequeña "El escudo", y a la grande, "El Dragón". Por algún extraño motivo, a los vikingos les gustó mucho esta luna, y la empezaron a admirar como a uno más de los dioses más importantes para ellos, junto a Odín y Thor. Pero esta alegría les duro poco: esta misma tarde, los dragones empezaron a atacar a la isla, llevándose la comida y provocando gritos de dolor y miedo. Tus antepasados denominaron a esa luna "Luna Lúgubre".
Pero esta luna no era tan lúgubre, pues era la que les protegía de caída de meteoritos, o de cualquier amenaza del espacio exterior.
Los vikingos dejaron de contar sus anos, perdiendo las cuentas. Esa chica de ahí podría estar al pie de irse al más allá, si no fuera por la Luna Lúgubre.
Esta luna os hace la vida perfecta, y cuando os quejáis de "odio mi vida", la odiarías más si no fuera por ese brillante objeto entre dos nebulosas. Reza por la Luna Lúgubre, porque cuando haya una aurora boreal, tú estarás ahí para verla. Tu… y tus amigos – En la cara de Uroboros apareció una gran sonrisa
-Resumiendo – Prosiguió el – La Luna Lúgubre hace que mantengas tus trece años, y te protege de los peligros del espacio exterior. No solamente tú, también tu padre, Desdentado, y un montón de dragones y vikingos que ya deberían estar muertos viven grandes aventuras gracias a "ya sabes qué". Menos la patriarca, claro. Menos mal que la Luna Lúgubre pudo salvarla a tiempo
La cara de Hipo no dejaba lugar a dudas: estaba asombrado
-Gracias por contarme la verdad…
Uroboros sonrió
-No hay de que… ¿Has guardado ya tu anillo? Porque… no creo que quieras casarte ahora que tienes toda la vida por delante
Hipo sonrió, y abrazo a Uroboros. Pero este no se había olvidado con que empezó todo
-Claro que, tendrás que evitar morir
-¿Pero no dijiste que la Luna Lúgubre nos mantenía joven? – Pero esta pregunta desapareció en su mente tan pronto como Uroboros empezó estrangularlo por la cintura.
Hipo pensó que estaba al pie de irse al más allá, pero esta sensación desapareció tan pronto como noto que Uroboros dejaba de apretar, hasta quitar sus anillos completamente.
-Soy yo el que tiene que ir al más allá… Oh, Luna Lúgubre… - Después de estas frases tan raras, Uroboros cayó al suelo. Hipo pensó que estaba aturdido, pero no: Uroboros estaba muerto.
Cuando Hipo levanto la vista, vio a alguien dándole la mano. Hipo se levantó agarrándose de la mano del desconocido, que ya no era tan desconocido
-¡Astrid! – Hipo no daba crédito a su sus ojos
- ¿No estas harto de que te salve la vida una y otra vez? – Dicho eso, le dio un fuerte puñetazo
- Te dije de que Uroboros se comportaba de una manera muy extraña, pero tú, como siempre, no quisiste escucharme.
- Lo siento mucho. No tenía ni idea de que… Oye, ¿tus sabias lo de la Luna Lúgubre?
Astrid se calló un momento, como si dudaba si tenía que decirle la verdad
-Bueno… Más o menos…
- O sea, que lo sabias – Contesto Hipo algo enfurecido - ¿Por qué no me habías dicho nada?
- Es que… Últimamente estabas tan empeñado en ser mayor que pensé que era mejor no estropearte el ánimo
- Menuda excusa – Dijo Hipo, ya furioso – Uroboros dijo que la Luna Lúgubre nos protegía de los peligros del espacio exterior y…
- Ni siquiera existe el espacio exterior… - Astrid llevo la mano derecha a la boca, como signo de equivocación
- ¿Qué? ¿Cómo que no existe el espacio exterior? ¿Y los meteoritos?
- Pues, que yo sepa, esas rocas flotantes capaces de acabar con el planeta en el que vivimos ni siquiera existen
- Entonces… ¿Lo nuestro ni siquiera es un PLANETA?
Astrid movió la cabeza lentamente
-¿Y dónde vivimos si se puede saberse?
- En un mundo reservado para los vikingos, romanos, griegos, egipcios, mesopotámicos y un montón de pueblos nómadas que ni siquiera conocemos.
- ¿Y cómo sé que es verdad?
- Puedes comprobarlo
- ¿Cómo?
- Vuela hacia el cielo todo lo que puedas. Tu jamás llegaras al especio exterior.
- Sera que está muy lejos
- Hipo, hubo un montón de experimentos que demostraron que el universo es todo lo que hay ahora. Hasta los mesopotámicos inventaron un cohete propulsado por el fuego de los Naders Mortíferos que les hemos prestado, que tienen la llama más caliente del mundo, pero nada.
- ¿Y si… vamos hacia el norte?
-Volveremos por el sur. Y si vamos por el oeste, volveremos por el este, y asi sucesivamente. Y deja de mantener la INUTIL esperanza, ¿quieres? Dentro de una semana tendremos que enfrentarnos a los egipcios, y no me gustaría porque tu padre trae cereales que ellos cultivan, y están deliciosos. Y no me gustaría nada pagarles así
- Tal vez…
- ¿Tal vez qué?
- No podemos enfrentarnos a ellos. Pensare en algo
- Vale, pero que sepas que… Da igual, buenas noches. Aunque, por si se te ocurre hacer alguna locura, quiero que sepas que en Mesopotamia no cultivan cereales.
- ¡Mesopotamia! ¡Eso es! Astrid, eres un genio. Podemos escapar a Mesopotamia, y mas al norte, esta la Isla Mema
- Ya, me quedo con la cama izquierda
- ¿Vas a dormir aquí?
- ¡Patán ronca como un oso! – Esta fue la última frase de Astrid, antes de que se dirigiese a la cama y cayera en un profundo sueno.
La luna llena brillaba tras la ventana abierta. Mientras Astrid contaba las ovejitas, Hipo no podía pegar ojo. Por alguna extraña razón, Astrid pareció notarlo, y se despertó. Cuando Hipo la oyó moverse por la cama, ya no se sentía tan solo.
-Astrid, ¿estas durmiendo?
- Que va. Estoy bailando claque y cantando la serenata, ¿es que no lo ves?
Hipo no pudo evitar soltar una risita
-Oye, Astrid – Dijo el finalmente – Cuando volvamos, ¿crees que sería una buena idea pedir a Camicazi que salga conmigo?
Hipo no esperaba esto, pero oyó un gruñido que provenía de la cama de Astrid
-Sigues enamorado de ella, ¿verdad?
-¡Si! – Dijo Hipo sin pensarlo dos veces – Aunque… No me decido… No creo que ella quiera salir conmigo
-¡Seguro! – Dijo Astrid sarcásticamente - ¿Y quién quiere?
Hipo no esperaba una reacción así de Astrid, quien siempre ignoraba a cualquier chica que se acercase a él.
-¿Acaso te protegió ella de aquel Pesadilla Monstruoso? ¿Te inspiro ella a rescatar a Desdentado usando a los dragones como método de transporte? ¿Cuántas veces se interponía ella entre Perruno el Descerebrado y tu cuando te ponía en ridículo? ¿Acaso le cuentas todos tus secretos? ¿Acaso le ensenas tu diario secreto? Yo no soy una especialista en psicología, pero creo que te mereces a alguien mejor.
Ahora todo estaba claro: ¡Astrid tenía celos! ¿Pero por qué? A ella nunca le importaban esas cosas. Es más: una vez pidió a Brusca que saliera con Hipo una temporada para que unos matones dejaran de llamarla "La chica de Hipo".
Mientras que Hipo pensaba en todo aquello, se había olvidado completamente de Astrid.
Después de un rato de muerto silencio, Astrid bajo a Hipo de la luna. Literalmente.
-¿Hipo? Olvida todo lo que he dicho
- No… no puedo… ¿Por qué te importa tanto que este enamorado de ella?
-¿Por qué te importa tanto que me importa tanto que estés enamorado de ella?
Astrid conseguio confundirle por un momento, pero Hipo volvió a la realidad con bastante rapidez
-Acaso… - Hipo dudo si decirlo o no - ¿Acaso estas celosa?
Por un momento, hubo un silencio de muerte. Un escalofrió recorrió su cuerpo
-¿Por qué? – Pregunto ella sarcásticamente. Al fin y al cabo, no era tan perfecta – Antes de salir contigo, preferiría que un Terror Terrible me arrancara el brazo derecho. No vales para nada. Eres un INUTIL
Hipo sintió que el corazón le iba a salir del pecho. Por alguna extraña razón, esta frase le dolió mucho, pero, seguramente, más le dolió a Astrid decir esto. Ella no estaba enfadada con él, pero de algún modo tenía que demostrarle que tenía celos, y eligió el peor camino para decir esto.
Durante un rato, ninguno de los dos dijo nada. Mientras Hipo pensaba que mejor era dejar ese deseo de salir con Camicazi (que no tenía ninguna posibilidad, por cierto), Astrid lloraba en silencio, pero no porque Hipo estuviera enamorado de Camicazi, sino porque ella sabía que ha herido a su mejor amigo.
Desde que murió su madre (por si no lo sabéis, la ha matado la Muerte Roja, y ahora Astrid vive solamente con Lanzallamas –Es imposible confundirlo con otro Nader Mortífero porque tiene la llama más caliente de todos los Naders, y no tiene punto ciego), el único en el que ella confía es en Lanzallamas, pero quien es un dragón en comparación con un amigo con el que vivió tantas aventuras. Astrid confiaba en Hipo como si fuera su hermano. Si en otros tiempos le consideraba un inútil que no valía para nada, ahora lo veía como un poderoso vikingo, a pesar de que muchas veces le salvaba la vida.
Mientras lloraba en silencio, todos esos recuerdos vinieron a su mente.
-Lo siento… Lo siento mucho… No quería decir eso… Perdóname, Hipo… - Estas palabras le salieron tan pronto como esos recuerdos tanto tristes como divertidos aparecieron en su cabeza.
-No – La voz de Hipo quebrantaba cada vez más – Ha sido culpa mía. No pensé que te importaba tanto
-No, no me importa. Es más: si decides salir con ella, yo siempre estaré ahí para apoyarte
Hipo soltó un suspiro de alivio, seguramente porque su amiga no se había enfadado con el
-Me he dejado llevar – Contesto ella - ¿Ya te has preparado para la guerra?
-No, aun no
-Mañana podemos ir al centro de la ciudad, a ver si podemos comprar algunas armas
-Bien. Me acompañaras, ¿verdad?
-No lo dudes.
Después de esto, los dos cayeron en un profundo sueno.
Por algún motivo, Hipo soñó que un dragón gigante gris estuviera a punto de tragar a Astrid y a su dragón, seguramente Lanzallamas. Más de una vez se despertaba para demostrar a si mismo que no era nada más y nada menos que una pesadilla.
También había sonado que él, y todos sus amigos tuvieran dieciséis.
Entonces, Hipo empezó a preguntarse a sí mismo: ¿Qué haría el si de repente esto pasase? ¿Seguiría yendo de aventuras con sus amigos? Y Camicazi, ¿seguiría enamorado de ella? Y Astrid, ¿Qué pasaría con ella? ¿Acabaría Hipo por pedirle matrimonio? Al fin y al cabo, hace tiempo estuvo enamorado de ella, pero últimamente solamente quiere que sean amigos. ¿Y qué pasaría con Patán? ¿Encontraría él una novia? ¿Y si se casara con alguien? ¿Seguirían ellos siendo amigos? Y Desdentado, ¿acabaría el siendo su mejor amigo otra vez? Y ahora, Lanzallamas. Él se quedaría solo, otra vez. Desde que lo sacaron de la jaula del entrenamiento, él fue el primero en conocer a Desdentado, y se hicieron amigos rápidamente.
Pero la pregunta es: ¿seguiría la vida de Hipo siendo tal y como la conoce ahora a sus dieciséis años? Seguramente no. Tal vez habrá propuesto el matrimonio a alguien. Tal vez ya tuviera hijos, y sus hijos tal vez estuviesen ya aprendiendo a manejar a un dragón. Seguramente Desdentado ya no sería tan joven. Seguramente sus amigos también se habrían casado ya. La única duda es Astrid. ¿Qué haría ella? No se habría casado, claro está. ¿Y si Hipo le pediría casarse con él? ¿Ella aceptaría? Y si no, ¿Qué pasaría entonces?
Todas esas preguntas rodaban sobre su cabeza, hasta que vino la respuesta para todas esas preguntas:
Pensaba Hipo, que se despertó después de un rato de esos pensamientos .
Cuando ya el sol se levantaba, Hipo comprendió que ya no podía pegar ojo, se levantó, y se dirigió a la cama de Astrid. Su amiga, en cambio, dormía como un tronco. Hipo la dejo con sus ovejitas, y se dirigió a la habitación de Patán. Este también dormía como un tronco. Pregunto Hipo a el mismo.
No tuvo más remedio que ir al centro de Roma el solo. Se vestido y puso rumbo al centro de la ciudad. Aunque, antes de salir del palacio, un rugido muy característico de un dragón con la llama más caliente del mundo y sin el punto ciego le sorprendió por detrás
-¡Lanzallamas! – Grito el después de ver al Nader de Astrid. Lanzallamas corrió hacia él, y por poco le derrumba, aunque no tenía intención de hacerlo. Antes de poder abrazarle, oyó otro rugido que le alegro más todavía.
-¡Desdentado! – Grito Hipo. Su corazón por poco sale del pecho de la alegría.
Hipo corrió hacia su mascota, y lo abrazo con todas sus fuerzas. Desdentado por poco se ahogó, por la fuerza que ejecutaba Hipo al abrazarle.
En ese momento, Astrid se despertó, y salió a ver qué pasaba. Su alegría no era menor que la de Hipo, claro está, cuando vio a Lanzallamas.
En fin, los cuatro estaban contentos de ver unos a otros.
Después de gritos de alegría y abrazos, Hipo y Astrid volvieron en sí, y decidieron explicar a los dragones que Augusto les obligo a participar en la guerra, pero que cuando estén cerca de Egipto, podían escapar a Mesopotamia (Astrid también menciono que sus tomates eran horribles). Como siempre, los dragones decidieron ayudarles.
-Por cierto, Hipo, ¿a dónde te dirigías? – Pregunto Astrid al cabo de un rato
-Al centro de la ciudad. Necesitamos armas, ¿recuerdas?
-Ah, ya, armas… Ay, en estos momentos me gustaría tener a mi hacha aquí – Se lamentaba Astrid
Pensó Hipo.
-Sea como fuese – Continuo Astrid – Tenemos a nuestros dragones aquí, y ahora tengo plena esperanza de que todo saldrá bien
-Si, ahora somos invencibles – Dijo Hipo, sonriendo
-Siempre lo éramos – Contesto Astrid, al mismo tiempo que le despeinaba con la mano, como suele hacer.
A los dragones se les escapo una risita, y Astrid lanzo una mirada asesina a Lanzallamas, que dejo de reírse en cuanto supo lo que le esperaba si continuase.
Sin más dilación, los cuatro salieron a la calle. Aunque no montaron en sus dragones, porque habría sido más fácil perderse. Desde el palacio hasta el centro no les llevo mucho. Caminaron a través de preciosos jardines de rosas. Hipo querría arrancar una, para dársela a Astrid (que seguía criticando los tomates de Mesopotamia), pero Lanzallamas lo detuvo, poniendo la cara de "Si se lo regalas, reza para que no acabe contigo".
-Ya sé que odia las flores, Lanzallamas – Dijo Hipo, mirándole a Lanzallamas de un modo despreocupado, lo que le inquieto aún más – Pero no creo que pase algo grave por regalarle una flor por una vez en su vida.
Pero Lanzallamas no andaba con chiquitas: agarro la flor, la tiro al suelo, y le lanzo una llama de tal temperatura que quedaron solo cenizas. Hipo miro a Lanzallamas, que realizaba una especie de baile de alegría.
Astrid se dio cuenta de esto, y quiso vengarse de Lanzallamas: arranco una rosa, y se la regalo a Hipo. Lanzallamas dejo de bailar por un momento, se paró, pensó, y siguió con el baile.
-Se habrá asustado – Dijo Astrid, al ver que Lanzallamas se alejaba, aun bailando ese ridículo baile.
Hipo se limitó a sonreír.
Después de esto, Lanzallamas no le dirigió ni siquiera una mirada a Astrid, pero luego le dio un empujoncito por detrás.
-Vale, disculpas aceptadas – Dijo ella, al mismo tiempo que le acariciaba las espinas.
Cuando llegaron al centro, se asomaron al ver a más de mil tiendas de armas.
-¿Cuántas veces a la semana pelean? – Pregunto Hipo
-Más que nosotros, eso seguro – Contesto Astrid, mientras le pulía las púas a Lanzallamas.
-¿Con cuál empezamos? – Pregunto Hipo, dirigiéndole la mirada a Astrid
-Pues… Podríamos empezar con aquella – Astrid señalo a una tienda llamada "La Sangre Fría"
Pero antes de que pudieran dar el primer paso hacia la tienda, paso algo inesperado:
Un chico que corría en dirección opuesta se tropezó con Astrid, que se había pues hecha una furia
-¡Mira por dónde vas, imbécil! – Ahora Hipo comprendía porque Lanzallamas le tenía tanto miedo. No era miedo: era PANICO.
-¡Los soldados! ¡Corred! – Antes de que Astrid pudiera protestar, el chico se alejó de ellos, corriendo a toda prisa
-Maniático… - Dijo ella en voz baja, mientras le "despedía" con la mirada
-Espera… ¿Soldados? ¿Y qué tiene de malo?... – Pregunto Hipo, pero su pregunta desapareció cuando vio a más de cincuenta personas corriendo en la dirección por donde fue aquel chico.
-Astrid, creo que debemos hacer lo mismo… - Dijo Hipo, mientras investigaba porque esa gente corría aterrorizada
-Lo dudo. Creo que vienen a por nosotros – Dijo ella, señalando a un soldado montado en un caballo gris, que les miraba fijamente.
El soldado finalmente decidió acercarse al galope. Los cascos hacían un sonido realmente siniestro, pero ni Hipo ni Astrid se movieron. Es más: clavaron sus ojos en el soldado, mientras que Desdentado y Lanzallamas daban sus primeros pasos hacia atrás
-Eh… ¿Hipo? ¿Por qué no volvemos? – Pregunto Astrid, aun con los ojos clavados en el soldado, que se acercaba cada vez más y más.
Pero Hipo no respondió. Ni siquiera la miro. Es como si los cascos del caballo le habían hipnotizado.
Cuando el soldado se había acercado a ellos, Astrid trago saliva, mientras que Hipo ya se volvió en sí.
-¿Son ustedes Hipo Abadejo Horrendo III y Astrid Hofferson? – Pregunto el soldado, como un zombi
-A-aja… - Contestaron los dos a la vez
-Me manda de parte del emperador. Preparaos para la batalla. Iréis en dos horas
-¿! QUE!?
Este es mi capitulo preferido, con Cesar Augusto y todo
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Regresar al índiceCapítulo 4: Egipto by XavierI114. Preparaos
-Lo que habéis oído. Su majestad os espera en el puerto. Tu camarada esta ya con nosotros, Hipo. Si le hagáis esperar al emperador, tendréis problemas
El soldado se alejó al galope, dejando a Hipo y a Astrid con las pupilas dilatadas del asombro
-Tu sí que tendrás problemas como te encuentre por ahí – dijo Astrid, frotándose los ojos para que sus pupilas regresaran a su estado normal
-¡Rápido! ¡Aún tenemos que coger a los dragones! ¡No contamos con mucho tiempo! – Hipo se montó a Desdentado con tanta rapidez que a Astrid se le dilataron las pupilas otra vez, pero ella tampoco perdió tiempo, y monto a Lanzallamas.
Por suerte, no hubo "tráfico aéreo", y llegaron bastante rápido al lugar donde Lanzallamas había escondido a los dragones. Dentro de un rato, ya estaban atravesando las espesas nubes, rumbo al puerto donde, seguramente, alguien iba a salir herido.
Cuando llegaron, vieron a los barcos preparados para la guerra, a los soldados, con la cara más agresiva del mundo, y a los vikingos, más gallinas que gallinas, aunque en sus caras apareció una sonrisa cuando vieron a sus dragones y a su líder.
-"O peleáis o morís", es lo que me dijo Augusto
-¿Ese es tu saludo, Hipo? En ese caso, ya podemos darlo todo por perdido – dijo Chusco, que perdió toda la esperanza
-No os rindáis tan fácilmente, chicos. Solo son egipcios. Lo único que saben es construir pirámides de barro – dijo Patapez, intentando levantar el ánimo – Además, sus tomates son asquerosos
Astrid, a quien, por algún motivo, le importaba mucho el tema, se inquieto
-Eh, esos son los tomates de Mesopotamia, a donde nos escaparemos, por cierto.
-¿PERDONA? – grito Brusca, llamando la intención de casi la mitad de los soldados
-Silencio. Ya os lo explicare luego. Veréis… - Hipo no tuvo tiempo de explicar nada, porque un soldado se acercó a ellos, y los extermino con sus negros ojos. Era el que les dijo que tenían que partir inmediatamente, así que no era de extrañar que Astrid le lanzo una mirada asesina, y el soldado tuvo que admitir que esa vikinga era dura de pelar.
-No me extraña que llevas pantalones con falda – pensó el en voz alta
-¡REPITE ESO, MENTECATO! – Astrid era conocida por perder los nervios rápidamente, lo que de vez en cuando resultaba muy gracioso, o doloroso, como en ese caso, porque el soldado saco su espada, y si no fuera por una lanza que atravesó su pecho misteriosamente, el de Astrid seria aún más plano de lo que es ahora.
Literalmente.
La alegría de nuestros héroes duro poco, ya que, a lo lejos, sonaban gritos de batalla
-¡Tarde! ¡Nos atacan!
Los barcos, que estaban más parados que Terco cuando dormía, se pusieron en marcha, y los soldados se montaron en ellos, que no eran tan tontos, por cierto, porque dos de ellos no se separaban de Hipo ni de sus amigos en ningún momento. Cuando los vikingos se montaron en sus dragones, uno de los soldados saco su espada, y no era muy buena señal. Los vikingos no tuvieron más remedio que montar en el último barco que había.
Al llegar al campo de batalla, la escena no fue nada agradable. Imagínate: por un lado, romanos, por otro, egipcios. Todos con la cara de matar a cuantos más, mejor. Eso era cuando Hipo dirigió por última vez la mirada a Astrid (según él, porque esto era solo el principio), no encontrando en ella nada raro: siempre con la misma cara enfadada, los puños cerrados y ojos bien abiertos. Si, supongo que la gente nunca cambia.
Astrid, notando que la preocupación de Hipo, y su mirada de "esto es el fin", quisieron calmarlo… A su manera
-Eh, ¿cuál es el problema? Si morirás, morirás como un héroe. Tu padre velara por ti, y yo no pegare ojo pensando en ti todas las noches de mi interminable vida, ¿y qué? – esa siempre era su estrategia: llegar a un momento crítico para después, dar el golpe definitivo – Pero, ¿sabes qué? Esto no pasara – dicho esto, se inclinó para darle un beso en la mejilla, pero se tropezó y empujo a Patán, que estaba cerca de ella y quien, por supuestísimo, no dejo escapar esta oportunidad
-¿Qué? ¿Ya no das besitos en los labios, "chica dura"?
-¿Qué? ¿Desde hace ya mucho que no te daba puñetazos, no?
-Creo que los dos estamos de acuerdo con mi frase
-Y yo con la mía – su frase iba acompañada no solo "metafóricamente", también "literalmente" porque, aunque Hipo no quitaba ojo del horizonte, oyó el golpe de un puño dándole a un casco. La voz del emperador sonó, sacando a Hipo de sus pensamientos.
-¡AL ATAQUE!
Esta batalla podía ser la más grande de sus vidas, y ellos sabían que no podrían derrotar a ninguno de los egipcios con manos vacías. Por suerte, el agudo olfato de Astrid por las armas encontró unas espadas, suficientes para los seis.
Mientras que el barco se dirigía hacia los egipcios, Hipo echo otro vistazo a Astrid, quien ya estaba cansada de sus miraditas.
-Oye – dijo ella finalmente – Esto no es el fin. Tendrás tiempo de mirarme
-No te estoy mirando – dijo el apartando la mirada, y sonrojándose un poco
-Caray, te estas poniendo más rojo que los tomates de Mesopotamia
-A diferencia de ellos, no soy "asqueroso", ¿a qué no?
-Tomates… - dijo ella enfureciendo la cara
Hipo no pudo evitar reír, lo que pareció que le gustó mucho a Astrid.
-Oye, ¿puedo preguntarte una cosita? Pero en serio, sin bromas
-Vale, venga, pero va a ser dificilillo…
-¿Por qué siempre intenta hacerme reír? – Al decir esto, vio que Astrid miro por otro lado – Hablo en serio
-¿Qué?
-Por favor, creo que los dos sabemos que me has oído
-Puede…
-¿Puede…?
-Empezare diciendo que me gusta tu sonrisa… y acabare diciendo que… tengo mis momentos
-Tus… ¿momentos?
-Digamos que, de vez en cuando, al verte, tengo escarabajos en el estomago
-Mariposas
-Da igual, son bichos
Aunque pareció raro, el único que sonrojo era él. Astrid, en cambio, empezó a inquietarse. Miro a Lanzallamas, quien movió la cabeza, y Desdentado hizo lo mismo. Hipo, sin comprender sus señales, dejo que el destino le guiara, y Odín decidió que Astrid le diera un beso bien fuerte. Eso sí, en la mejilla, es que las reglas de Astrid son muy estrictas. Quien no las sigue acaba como Patán Mocoso. Vaya vida que lleva, el palurdo.
Pero dejemos las historias de amor a un lado, y volvamos con algo que te interese de verdad, querido lector (algo por lo que estás leyendo ese maravilloso cuento).
Solamente faltaban segundos antes de que los barcos de los egipcios y romanos chocaran entre sí, es decir, para la batalla más grande de la historia de los Entrenadores de Dragones. No se sabe por qué motivo, pero la batalla les asustaba mucho. Tal será porque no se distinguía nada, y podrías matar a
Uno de los tuyos, o porque uno de los tuyos podría matarte. El caso era que, sin más retraso, el primer barco se chocó contra el de uno de los egipcios, y sin más dilatación, llego la hora…
5. La huida a Egipto
Durante unos momentos, ni los Entrenadores ni los dragones se separaban unos de otros.
HTTYD Tres Mitos by XavierI11
Esta es mi primera historia de todas sobre Como Entrenar A Tu Dragon. HTTYD Tres Mitos by XavierI11Summary: HTTYD Tres Mitos by XavierI11Summary:
fanfic
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2020-02-23

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