Endor by miwako_gloss
Cleo y Claudine son dos amigas que viven en una pequeña ciudad al sur de Inglaterra. Son dos chicas normales y corrientes... Pero un día en una tienda encuentran dos preciosos anillos.
Al día siguiente en una cala algo les sucede...Empiezan a caminar y ven que la gente con la que se encuentran no tiene nada que ver con el lugar de donde vienen. Entran en una taberna con la esperanza de aclarar lo que les ha pasado, pero cierto personaje las cogerá por banda.
Ahora están metidas en un lugar que no conocen, en el medio de una guerra que ha durado miles de años.
Peligros, pérdidas, emociones y sentimientos se ponen de por medio, mientras las chicas harán lo que sea por volver a su hogar... o no...
DEJEN REVIWES PLEASE!! DENLE UNA OPORTUNIDAD!!
CONTIENE LENGUAJE OBSCENO!!
miwako_gloss: La Dama Oscura y Universidad Oscura
Categories: LITERATURA, PELICULAS, EL SEÃOR DE LOS ANILLOS Characters: Ninguno
Generos: Fantasía
Advertencias: Lenguaje Obsceno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 29 Completed: No Word count: 37369 Read: 17376 Published: 23/11/2011 Updated: 07/06/2013
Cleo y Claudine son dos amigas que viven en una pequeña ciudad al sur de Inglaterra. Son dos chicas normales y corrientes... Pero un día en una tienda encuentran dos preciosos anillos.
Al día siguiente en una cala algo les sucede...Empiezan a caminar y ven que la gente con la que se encuentran no tiene nada que ver con el lugar de donde vienen. Entran en una taberna con la esperanza de aclarar lo que les ha pasado, pero cierto personaje las cogerá por banda.
Ahora están metidas en un lugar que no conocen, en el medio de una guerra que ha durado miles de años.
Peligros, pérdidas, emociones y sentimientos se ponen de por medio, mientras las chicas harán lo que sea por volver a su hogar... o no...
DEJEN REVIWES PLEASE!! DENLE UNA OPORTUNIDAD!!
CONTIENE LENGUAJE OBSCENO!!
miwako_gloss: La Dama Oscura y Universidad Oscura
Categories: LITERATURA, PELICULAS, EL SEÃOR DE LOS ANILLOS Characters: Ninguno
Generos: Fantasía
Advertencias: Lenguaje Obsceno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 29 Completed: No Word count: 37369 Read: 17376 Published: 23/11/2011 Updated: 07/06/2013 Capítulo 1 Los Anillos by miwako_gloss
Había aparcado el coche en un aparcamiento, debajo de una de las principales plazas de la pequeña ciudad en la que estudiaba, al norte de Oxford, en Inglaterra. Salí del coche sin prisa, aún era temprano. Qué poco común... normalmente llegaba tarde a todos lados... No sabía por qué, pero siempre intentaba llegar a tiempo,aunque nunca lo conseguía... Sacudí la cabeza, cansada. Cerré el coche y guardé las llaves en el bolso, que me colgué al hombro. Salí del aparcamiento, totalmente solitario. El ruido de mis tacones resonaban por todo el bajo. La última luz del día asomaba por el portalón por el que acababa de meter el coche. Era un parking antiguo.
Nada más salir me puse los cascos y empecé a escuchar música mientras me dirigía al bar en el que había quedado con mis amigos. Empecé a andar, mientras caminaba mirando a los escaparates que adoraban las adoquinadas y viejas calles. El bar estaba al final de cuatro manzanas, era una pequeña cafetería bastante bohemia.
Entré e intenté buscar con la mirada a mis compañeros. No vi a nadie. Entré igualmente y me senté al fondo, para esperarlos. Me quité la chaqueta y dejé el bolso a mi lado, en el sofá. El camarero, muy joven y guapo, se acercó.
-Un chocolate caliente.
-Vale...-dijo sonriente-Si necesitas algo más avísame...
Asentí despreocupada. Me senté en el sofá, de color rojo. Dirigí una mirada a la cafetería y a la gente que ocupaba el local. Era pequeño, decorado con fotografías de películas, viejas y nuevas. La gente, la mayoría eran estudiantes, descansando tras las clases o simplemente preparándose para la noche que les esperaba por delante. La “Fashion Night”. Los pequeños y los medianos comercios abrían sus puertas, ofreciendo rebajas y espectáculos en las calles. Mirando embobada los carteles no me di cuenta de que alguien se me acercaba a la mesa. Era mi amiga, de mi misma estatura, pelo castaño largo y ojos oscuros, casi negros. Le encantaba llevar tacones e iba muy bien vestida, unos vaqueros ceñidos, un polo de cuello vuelto rosa, una chaqueta verde y unas botas de tacón rosa de charol. Se acercó sonriendo.
-Hola preciosa-me dijo
-Hola Clau...¿cómo estás?
-Buff... cansada...-me dijo- y con malas noticias. Martha, George y James no vienen.
-¿Cómo?¿Y eso?-pregunté
-Martha ha quedado, James está en Brighton y George... está con la novia...
Fruncí el ceño... Lo de James pasaba... pero los demás podrían venir con nosotras.
-Bueno...-dije-¿Y cómo hacemos?
-A ver... vine pensando... Dime qué te parece: compras, cena, mi casa, peli y te quedas dormir.
-Mmmmm...- dije (me estaba demorando, ya sabía la respuesta)- Me parece de vicio!!
Se sentó. Estuvimos hablando casi una hora, de cómo nos había ido la semana, música, cine, qué íbamos a comprar... Salimos de la cafetería. Fuera no hacía demasiado frío. Recorrimos las calles mirando las tiendas y disfrutando de los espectáculos.
Estábamos ya a punto de irnos, pero vi una pequeña tienda en la esquina de una calle, a tres manzanas de donde estábamos.
-¿Vamos?
-Si... vale -me dijo Clau.
Caminamos hacia ella. Cuanto más me acercaba, más ganas tenía de entrar. Era un sitio pequeño, muy poco iluminado, los productos eran todos muy rústicos, Había libros, bolsos, joyería... de todo un poco. Empecé a mirar la ropa, los vestidos que había expuestos eran muy bonitos. Me llamó la atención uno blanco y largo, y uno azul claro. Los cogí y me los probé. Claudine se cogió otro de color verde esmeralda ceñido en el pecho y abombado en las piernas. Le quedaba muy bien. Yo me probé los otros dos, eran preciosos, me cogí los dos. Al salir nos detuvimos en la joyería. Alguien se nos acercó por la espalda. Era una chica, vestida de bombachos y con una camiseta blanca. Era muy guapa, tenía el pelo muy rubio que le llegaba hasta la cintura.
-¿Necesitáis ayuda?
-Si...-dijo Clau -Queríamos llevarnos estos vestidos.
-Vale...¿algo más?
-Si... dije yo.
Había puesto mi mirada en un anillo con forma de mariposa.
-Quiero este anillo yo también.
La chica me miró. Sonrió.
-Si te llevas otro te sale a mitad de precio.
-Clau...¿Cuál te gusta?
-Oh...¿Me compras un anillo?
-Si!-le dije divertida.
-Mmmm...-empezó a mirar- ¡éste!-dijo cogiendo un anillo dorado decorado con esmeraldas con forma de hojas y con flores con diminutos zafiros de color azul claro.
Le di los anillos a la chica y fuimos tras ella hacia la caja. Los vestidos eran muy baratos.
-Os regalo los anillos.
La miramos embobada.-¿Qué?-preguntamos al unísono.
-Os los regalo-los estaba metiendo en una cajita de madera con detalles a mano.
-Muchas gracias-dijo Clau.
Yo estaba muda. Me encantaban esos anillos. No podía creer que nos los regalase así como así.
-Gracias -conseguí musitar.
Pagamos y nos fuimos de allí, me di la vuelta para mirar una última vez a la tienda. La chica nos miraba desde el escaparate. Extendió una rígida mano y nos saludó. Me gire para mirar a mi amiga, que caminaba con tantas bolsas como yo.
-¡Qué rara!¿No te ha parecido raro?
-Si... pero mira que anillos... Dijo con la cajita en la mano...¡y gratis!
Cogió la diminuta caja y la miró. Se la quité y la metí en una de las bolsas.
-¡Oye!
Le sonreí. Nos marchamos riendo. Pero aquello me seguía pareciendo demasiado raro. No le di más importancia, seguimos con lo nuestro.
Cuando decidimos que habíamos comprado lo suficiente, nos marchamos a un restaurante chino para ahorrar un poco después de tanto gasto. Comimos arroz y pollo y yo, un rollito de primavera (ya que a Claudine no le gustaba las verduras). Apenas tardamos media hora en cenar. Salimos del restaurante. Cogimos mi coche, aún aparcado en el viejo parking. Decidimos ir en el mío.
-¿Qué peli vemos?
-Mmmmm... Una comedia?-dijo Clau
-Bah... me apetece acción o ciencia ficción...
-Pues miramos en la Taquilla y escogemos una... Oye...-se interrumpió a si misma- Mañana quieres que vayamos a una cala que hay al lado de mi casa?
-¿A la playa..?¿En mayo?
-Si... si hace calor... no te apetece?
-Si... si me apetece... pero no tengo ni ropa ni bañador y tengo que avisar a mi hermano, que viene mañana... Vale... ¿Dónde es?
-Me lo dijo Royce, la encontró yendo a bucear con un amigo, dice que es superpequeña, se puede acceder en coche o en barco, dice que es de arena fina y el agua es cristalina.
-Mmmm.. Vale...
Llegamos a su casa.. eran las 12 de la noche, ni sacamos las bolsas del coche. Nos metimos en su casa... nos pusimos cómodas y empezamos a ver una película que ni acabamos de ver... pues nos quedamos dormidas a la mitad, las dos.
Aquella noche tuve un extraño sueño. Corría por un claro bosque, llevaba un vestido blanco e iba descalza. Era precioso, un lugar lleno de paz y tranquilidad... Un lugar del que no me quería marchar.
-Arriba...! Cleo...! Son las dos de la tarde! Tenemos que comer...
Claudine estaba al pie de mi cama intentando despertarme. Me revolví sin abrir los ojos:
-Mmmmm... Estaba soñando... NO NO noo.....
Y me acurruqué... Clau seguía allí, mirándome flipada. De pronto se levantó y se fue junto a mis pies, sentía que estaba allí. Noté como me quitaba la manta. Me acurruqué aún más aparentando enfadarme por lo que acababa de hacer, así que no se me ocurrió otra cosa que empezar a patalear. Se tiró encima de mi y empezamos a pelear. Acabamos tiradas en el suelo muertas de risa. Salimos riéndonos de la habitación y dándonos empujones, dirigiéndonos a su cocina para comer.
No había nadie en su casa, nos habían dejado la comida preparada. Nos pusimos dos platos rebosantes de arroz a la cubana con una par de hamburguesas cada una. Mientras comíamos hablábamos de lo que haríamos ese día. Hacía un tiempo espléndido: un sol impresionante y un calor abrasador. Decidimos que seguiríamos con el plan. Iríamos a la pequeña cala que aquel chico había descubierto.
Cuando acabamos de comer empezamos a cambiarnos. Yo cogí mi teléfono y lo encendí. De pronto empezaron a llegarme mensajes de llamadas perdidas: 5 en total, 3 de mi hermano y 2 de mi madre. Empecé por llamar a mi madre.
-¿Si?
-Hola, mamá.
-Hola.... ¿Qué tal?¿Dónde estás?
-En casa de Clau... acabamos de comer... Nos vamos a la playa...¿Hablasteis con Paul?
-Si... dijo que estaría todo el día en el campo de golf.
-Ah... pues lo llamo y le digo que nos vemos por la noche. ¿Y vosotros?¿Qué tal Italia?
-Estupenda... es preciosa...Tendríais que haber venido.
-Ya... Exámenes mamá... Ya me cuesta lo suficiente como para andar de viaje por Europa. ¿y Mason?
-Está comprando unas cosas... Dice que más os vale estudiar.. Ya le conoces...
-Si...-dije con sorna- ya le conozco
Mason era mi padrastro, cuando mi padre murió, mi madre se casó con él unos años después, pero a mi no me gustaba, era una mala persona.
-Bueno... me marcho... hablamos por la noche.
-Vale... Cuidate mucho! Y tened cuidado.
-Chao..
-Adiós.
Colgué el teléfono y llamé a mi hermano, que naturalmente no me contestó. Volví a intentarlo dos veces más, sin éxito. Al final me di por vencida. “Ya me llamará cuando quiera”. Me puse un triquini rojo. Clau llevaba un biquini de topos rojos con una gusanito verde que decoraba la parte de abajo.
Nos pusimos ropa de playa. Y fuimos en mi coche.
-¿Por dónde es?
-Hay que ir hacia en viejo castillo y luego meterse por unos caminos.
-¿Sabes por dónde es o vamos a la aventura?
-Muy graciosa... No vamos a la aventura-me dijo burlándose de mi-Sé por donde es. Venga que yo te digo como ir -me dijo.
Salimos hacia en viejo castillo. Había que meterse por unos caminos en medio del monte, atravesar unas pequeñas y estrechas aldeas hasta llegar al viejo castillo, que llevaba allí desde que se había construido la ciudad. Era un castillo precioso, estaba en buen estado y organizaban visitas guiadas. Pasamos por delante y fuimos hacia la parte que colindaba con el bosque.
Era un camino estrecho. Ni siquiera estaba asfaltado. Aminoré la velocidad, un poco preocupada por si pinchaba una rueda, ya que no era la primera vez que me pasaba y había montado un barullo impresionante.
-Como se ralle el coche te enteras de quien soy -dije amenazante a mi amiga. Ella sabía el aprecio que le tenía a mi cacharro.
-Pues no ralles el coche– me dijo Clau mirando por la ventana.
- Y ya está- dije sarcásticamente.
La miré con cara de póker. El camino por el que íbamos era muy largo, y pasábamos por el medio y medio del bosque. Era un camino muy bonito para hacer a pie, pero muy largo. Al cabo de 10 minutos llegamos a un claro.
-Vale...- me dijo- Ahora hay que ir por ese caminito de ahí y ya llegamos.
Metí el coche por el camino, al lado de la carretera sólo había bosque y un campo de flores, me extrañaba que allí no hubiese ni un alma, ni nada que me dijese que allí había alguien.
-¿Cómo ha encontrado este sitio?
-Ni idea...
-Es perfecto para tirar un cadáver... -dije añadiendo una sonrisa melévola al ambiente.
-Cleo!... Eres de lo peor...
-Jajajaa...¿Qué?¿ Es verdad o no?
-Si... ya... pero no hace falta decirlo...
Entre risas llegamos a la pequeña cala. Era un lugar precioso, escondido de la ría y del resto de aglomeración ciudadana, el agua era totalmente transparente adornada con un par de algas verdes que resaltaban aún más el color cristalino del agua. No había olas ni nadie en la orilla, la arena era mucho más clara que las playas de la zona. Aparcamos el coche justo donde empezaba la arena. Sacamos las toallas y las tendimos justo enfrente del coche. Clau se tumbó a disfrutar de sol. Yo me acerqué hasta la orilla y probé al agua. Estaba buenísima, de un temperatura excelente.
-Eh!! ¿Nos bañamos?
-¡Dentro de un ratito!
Me acerqué a ella. Estaba a puntito de dormirse. Desvié la mirada enfurruñada, mi amiga era la reina de las siestas. Me acerqué al coche y saqué las bolsas que habíamos comprado ayer y las mochilas, ya que dentro teníamos algo de ropa para cuando hiciese más frío.ME cargué todo en las manos y las llevé hacia donde estaba mi amiga tumbada. Me senté en la mía y empecé a mirar lo que había comprado. Tres vestidos: uno blanco hasta los pies, muy veraniego, otro rojo para una boda (extremadamente sexy) y uno corto de color azul; unos leggins negros, unas botas de cuero con cuña y camisetas largas.
Cuando abrí la bolsa de las camisetas una pequeña cajita cayó. La había metido ahí dentro después de salir de la tienda. Era una cajita de madera tallada a mano, con hojas y mariposas en el relieve, dentro había dos anillos. Eran muy bonitos. El mío tenía la forma de una mariposa, Con brillantes en las alas, muy rústico pero a mi me encantaba. Dentro de la cajita también estaba el anillo de mi amiga, era más normalito, pero tenía zafiros pequeños de color azul claro, rodeado de una corona de flores esmeraldas. Dejé las cosas sobre mi toalla y me tiré al lado de Clau.
-No te duermas -le dije mientras abría los ojos- Toma... tu anillo.
-Gracias -me dijo medio dormida- me encantó la tienda... Tenemos que volver, era muy rara...
-¿Si, verdad?
Me puse mi anillo en el corazón de la mano izquierda. Claudine hizo lo mismo con el suyo.
-Bueno... ¿vamos al agua?
-¿Está muy fría?-me preguntó
-No...-le contesté levantándome- está muy buena. Vamos y luego dormimos un rato... ¡Marmotilla!
Intentó golpearme con la palma de la mano. Pero me aparté y me fui corriendo hacia el agua. Vino detrás de mi. Empezamos a salpicarnos y a correr por al orilla. Estuvimos nadando, buceando, caminando por la arena y peleándonos con bolas de arena mojada.
Nos metimos en el agua otra vez, cuando decidimos que ya estábamos lo suficientemente mojadas. Cuando teníamos el agua al cuello se me ocurrió una idea.
-Te echo una carrera.
-Yo no hago carreras, ya me conoces.
Puse los ojos en blanco. Miré a mi alrededor. No había nada.
-Entonces hacemos una cosa. ¿Vamos hasta la entrada de la playa y nos metemos corriendo e el agua, a ver quien llega mas lejos?
Me miró seria.
-Ya lo sé... soy como un bebé...-dije
Le dio un ataque de risa, se atragantó con el agua. La que empezó a reírse fui yo, y también me atraganté. Salimos del agua entre tos y carcajada, nos tiramos en la arena, muertas de risa. Acabamos perdidas, otra vez.
-Ah... -le dije señalándola-¡Carrera!-me levanté.
-Vale...-dijo exasperada- ¿Y las reglas?
-Hay que correr hasta la orilla... desde aquí- dije marcando un raya en el suelo- ir lo más rápido que puedas, nos tiramos cuando no podamos correr más y buceamos, y la que llegue más lejos... GANA!
-No me creo que esté haciendo esto...
-Ya...- dije riéndome- no te lo voy a dejar olvidar.
-A la de tres-nos preparamos-Una... dos....
Salí antes que ella.
-CLEO TRAMPOSA!!!-gritaba desde atrás
-LO SÉ..!! LO SIENTO...!!
Saltamos al agua, ella venía detrás de mi. Nos metimos de cabeza y empezamos a bucear. Me paré un momento para que Clau se colocase a mi lado, y empezamos a bucear hasta que no pudimos más, ninguna quería rendirse, al final... salimos a la superficie a la vez. Cogiendo una enorme bocanada de aire.
-Gané-me dijo
-De eso nada! Gane yo...
-Si... -dijo marchándose-Pero tu saliste primero tramposa...
-Vale...jajaja.... me lo merezco...-dije nadando tras ella..
De pronto mi vista se topó con la playa..
-¿Y mi coche? -dije percatándome de que no estaba- Clau...¿Dónde está mi coche?
Salí corriendo del agua, las toallas y la ropa seguían allí, pero mi coche había desaparecido.
-¡No! ¡No! ¡No!
-Madre mía...-dijo Clau saliendo detrás de mi.
-¡¡¡Joder!!! ¡¿Qué hacemos?! ¡Me van a matar!
-¡Mis cosas estaban dentro también!
-¡Coge todo! -le grité a mi amiga desde la distancia
-¿Qué?
-¡Que recojas todo!-dije yendo por el camino -Voy a ver si los ocalizo...-añadí alejándome
Empecé a correr por el camino por el que habíamos ido en coche. Corría todo lo rápido que podía. Cuando llevaba más de 5 minutos corriendo me di cuenta de que algo no iba bien... No me sonaba el sitio por el que iba... Pero era el único camino por el que mi coche podía haber avanzado... Paré y empecé a mirar a mis alrededores... No... Aquello no me sonaba...
“Mierda” pensé. Di la vuelta y me dirigí hacia donde había dejado a mi amiga. Volví trotando hacia la cala. Al llegar, Clau estaba de pie, con las cosas recogidas y mirando hacia mí con cara de preocupación.
-¿Y? -me preguntó nada más llegar a donde estaba
-Nada... No encuentro nada... Además no me suena el camino por el que acabo de ir...
Me derrumbé. Las lágrimas me corrían por las mejillas, estaba tan agobiada que tuve que sentarme. Clau se sentó a mi lado y me abrazó.
-Lo siento...-susurró.
-Nada... No me queda nada... Lo tenía todo en el coche..
.
-Mis cosas también estaban allí...-añadió. Era cierto.
Me sequé las lágrimas y me levanté.
-Vamos -le dije a Clau-Hay que largarse...-le tendí la mano para ayudarla a levantarse.
Recogimos las cosas y las cargamos en las mochilas. Salimos en silencio de la playa y nos fuimos por el camino por el que había ido corriendo. Estuvimos andando un buen rato y a buen ritmo. Cuando llegamos al sitio en el que me había parado, me detuve y me giré para hablar con mi amiga.
-¿Ves?... Esto no me suena... No hemos pasado por aquí -le dije convencida
-A mí tampoco me suena-coincidió conmigo.
Nos miramos. Aquello empezaba a darnos mala espina. Por lo menos para mí, aunque al ver la cara de preocupación de mi amiga, supuse que para ella también.
-De todas maneras no podemos quedarnos aquí -añadí rápidamente.
Cogí a Clau de la mano y continuamos andando. Al cabo de 20 minutos más de caminar por aquel sendero, seguíamos sin saber donde estábamos. Aquel bosque parecía que no se acababa nunca. Me sentía intranquila, a estas alturas ya deberíamos haber llegado al antiguo castillo, pero allí no había nada. Noté que Clau se estaba impacientando, tenía las manos agarrotadas de tanto apretar las cintas de la mochila.
-Oye...-le dije- ¿Apuramos? Estar aquí me da mala espina...
-Creí que no lo dirías nunca -me contestó antes de que pudiese acabar la frase.
Empezamos a trotar por el camino, aquello no me gustaba nada, me sentía observada. Cuando llevábamos poco más de un kilómetro, escuché un ruido a mis espaldas. Como si nos estuviesen siguiendo.
-¡Apura!-grité ya asustada.
Empezamos a correr por el sendero, y a lo lejos vi un claro, pero a medida que nos acercábamos me di cuenta de que era el final del bosque. Apuramos el paso y, cuando estábamos saliendo del bosque, cuando apenas nos quedaban más que unos metros, una sombra se cruzó por delante de nuestros ojos. Nos paramos en seco. En el árbol que tenía a mi derecha había una flecha. Estaba hecha de madera oscura con las plumas negras y malgastadas.
Me faltaba al aliento, pero me quedé mirando embobada la flecha ¿de dónde narices había salido? Clau reanudó la marcha, seguía corriendo hacia el donde provenían los rayos de sol. Yo me quedé atrás. Mirando a mis alrededores, intentando encontrar la fuente de la flecha.
-¡Cleo! ¡Apura coño! ¡No te quedes ahí!
La voz de mi amiga me despertó de mis ensoñaciones. Miré una última vez a la flecha y salí disparada hacia donde estaba ella. Al llegar a donde estaba Clau, que me esperaba preparándose para salir cuando estuviésemos a la misma altura, seguimos avanzando hasta casi perder de vista el bosque. No miré atrás. Sólo seguimos adelante. Corríamos sin prestar atención al lugar en el que nos encontrábamos.
Levanté la vista a los pocos segundos, teníamos un desnivel enfrente. Al llegar a la bajada, me paré de golpe. Ahora estaba segura, no conocía aquel lugar. Era una explanada inmensa, toda de hierba. A nuestras espaldas estaba el bosque. Aquello era muy raro...
-¿Pero qué...?-empezó Clau.
-¿Te suena? -le pregunté.
-¿Te parece que me suena?
-Oye no me riñas que no es culpa mía...-le contesté dando un paso atrás.
No sabíamos muy bien que hacer. La explanada era preciosa, todo había que decirlo, hierba verde adornada con flores blancas, rojas y moradas la cubrían por completo. Aquello no pertenecía a Inglaterra, y si lo era, estaba muy pero que muy bien escondido. Claudine empezó a caminar, bajando por el desnivel. Yo me quedé en mi sitio, no me atreví ni a moverme. Empecé a escrutar el horizonte, intentando encontrar alguna casa, alguna pequeña aldea a la que acceder. Pero no había nadie. Ni nada ni nadie.
-¡Cleo! ¡Venga! ¡Vamos!- me dijo Clau.
Notaba que se estaba poniendo nerviosa. Empecé a bajar yo también el desnivel, pero miré una última vez el bosque por el que acabábamos de salir. No vi nada al principio, pero después, ya casi a punto de perder de vista los frondosos árboles, vi de refilón un reflejo oscuro que salía del bosque. Giré la cabeza para desviar la vista, no quería saber de qué o quien se trataba, así que seguí a Clau a través del campo adelante.
Estuvimos andando un buen rato.
-¿Qué te parece?-me dijo.
-¿Qué me parece?
-Si... ¿dónde crees que estamos?-insistió
-Pues... -empecé- No lo sé... Esto no se parece en nada a los alrededores de tu casa... A lo mejor salimos por el sitio equivocado -añadí esperanzada
-No...-me dijo seria- En ese caso habríamos llegado a ver la ciudad... -aminoró la marcha y me miró- Creo que esto no es Oxford...
-Yo también lo he pensado... -me paré, haciendo que ella se detuviese al mismo tiempo- Decidamos. ¿Qué hacemos?
-Mmmmm.... Seguimos andando un rato... -empezó- Y si no encontramos nada... volvemos a la playa.
-¿Y si volvemos a la playa ahora y esperamos? -pregunté.
-Mmmm... - no la veía muy decidida- Bueno... vale...¿Pero y lo de las flechas?
-¡Ah! si...-le dije- Pues entramos por otro lado, y tendremos que ir con mucho más cuidado, más despacio...-pero nada más decir eso, noté que era una tremenda estupidez, pero tampoco me hacía gracia seguir andando más lejos por un lugar que no conocíamos.
-No me hace gracia volver...-me dijo
-A mi tampoco... pero seguir adelante sin saber a donde vamos me parece estúpido, incluso peligroso...-dije
-Entonces seguimos... No hay más opciones, Cleo... O una cosa o la otra...
-Mmmmm... en ese caso prefiero seguir adelante -dije, si tenía que elegir entre avanzar hacia lo desconocido o dar la vuelta y ser la diana de algún pirado, prefería explorar nuevas tierras.
-Y yo...-zanjó mi amiga.
Reanudamos la marcha, esta vez con más calma; el Sol estaba en lo más alto,por lo que debía de ser cerca del mediodía; pero hacía un calor de mil demonios. Daba gracias a los dioses de que teníamos ropa de playa. Clau llevaba un mini-vestido verde, con el bikini por debajo. Yo tenía una camiseta de lino y unos shorts vaqueros. A la espalda llevábamos cada una su mochila. Las toallas las tenía ella y la ropa y demás estaban guardadas en las mía.
Íbamos andando campo a través. Estuvimos hablando un poco, no mucho, ninguna tenía ganas de empezar una conversación; lo único que queríamos, tanto la una como la otra, era salir de aquel maldito lugar lo antes posible.
-Entonces...-empecé yo- ¿Dónde...?
-Ni idea... pero esto no me gusta...-me contestó algo enfadada.
-Ya... Parece salido de un cuento...-añadí al darme cuanta de que el lugar en el que estábamos era para hacer un cuadro.
-Lo sé- me dijo- ¿Sabes? Aunque siempre he dicho que me gustaría vivir en un cuento... Ahora esa frase no me hace demasiada gracia...
Sonreí por lo bajo. Levanté la vista. Ella también sonreía, nos miramos intentando aguantar la risa pero al final acabamos riéndonos a caracajada limpia, sufriendo un ataque de risa. Pero ésta cesó pronto. Delante de nosotras había un camino de piedras.
-¡Mira!-le dije señalando
Empezamos a correr hacia el camino. Era bastante rural, no estaba asfaltado, era de piedra y tierra. Ni siquiera tenía huellas de ruedas, ni nada.
-Bueno.. algo es algo...-dijo mi amiga
-Si... pero esto es de locos...¿Por dónde? ¿Izquierda o derecha?
-Derecha... no me gusta ir a la siniestra...-y se dio la vuelta tan campante.
La miré mientras se alejaba, entrecerrando los ojos, pero sonriendo por dentro. Al final nos fuimos caminando por la derecha. Ya nos dolían los pies y estábamos muertas de hambre y sed, hacía tiempo que nos habíamos acabado el agua y yo empezaba a rezar para que encontrásemos algún charco o poza o lo que sea. La noche empezaba a asomar por el horizonte, el cielo empezaba a volverse rojizo,y el sol ya estaba por esconderse tras las colinas; la temperatura había disminuido bastante, teníamos la piel de gallina, así que sacamos de mi mochila un par de jerseycitos que habíamos metido, sólo por acaso.
Al poco rato, vimos unas luces al fondo. Una ciudad, no... era un pueblecito, poco más que una aldea.
Nada más verla, empezamos a correr para llegar lo más rápido posible. Era un pequeño pueblo, tenía murallas de piedra gris alrededor, mezclada con barro y cantos rodados. Miramos por toda la muralla, y al final encontramos una gran puerta de madera y hierro fundido. Era una pequeña aldea, no debía de tener demasiados habitantes a juzgar por el estado en el que se encontraban la puerta y las murallas; "un lugar de paso" pensé. Pero al girar la cabeza vi un letrero de madera, en el que había tallado un nombre: Bree.
Bree... de qué me sonaba ese nombre... De un personaje... Un lugar... ya lo había oído antes...
Entramos por la puerta y nos dirigimos al primer hombre que encontramos por la puerta. Iba vestido con un sucio traje de lana gruesa, unas botas marrones manchadas de barro y tenía el pelo greñoso y una barba que le llegaba casi por el pecho.
Clau y yo nos miramos... Se encogió de hombros y empezó a hablar.
-Perdone...
El hombre levantó la vista. Tenía el rostro cansado, marcado por las arrugas.
-Vaya...-dijo mirándonos de arriba abajo-¿En qué puedo ayudarlas preciosas?
-¿Tiene un teléfono?
-¿Un qué?-dijo
-Un teléfono...-dije-- para llamar. Necesitamos hacer unas llamadas. Mejores tendederos
-Verán... no sé que es un teléfono pero si necesitan hablar con alguien las cartas que marchan para La Comarca salen dentro de un rato. Si quieren desde allí pueden seguir hasta las ciudades que siguen en Arthedain.
Clau y yo nos miramos otra vez con los ojos como platos.
-¿Arthedain?
-Si señorita...
-Perdone...- pregunté- Donde dice que estamos?
-¿No son de por aquí eh?
-¿Tenemos pinta de ser de por aquí? -dijo Clau cruzando las manos sobre el pecho.
-Se encuentran en Bree, Eriador.
-Ya, claro... gracias de todas maneras...-dije apartándome un poco. Aquello era raro, demasiado raro.
Cogí a Claudine de la mano y me la llevé de allí, no tenía un idea de donde estábamos, pero aquellos nombres me sonaban.
-Cleo...
-¿Qué?
-¿Te suena esto de algo?
-Me suenan los nombres, pero no caigo... Vamos a comer algo...
Seguimoos por a aldea, a pocos metros vimos una especia de mesón/posada.
-Creo que tengo una idea de donde podríamos estar. Vamos... te invito a tomar algo...
Entramos en la posada. La noche ya estaba encima. Nada más entrar, me arrepentí, allí no había más que borrachos y hombres sucios...Se volvieron para mirarnos, alguno de ellos empezó a silbar,otros se pasaron más y nos echaron piropos. No me agradaba, Claudine lo llevaba mejor, la indiferencia que mostraba era ejemplar. Se adelantó para hablar con el recepcionista.
-Hola...
Era un hombre ya entrado en años. Con gafas.
-Hola preciosas! ¿Puedo ayudarlas?
-Si...- dijo mi amiga- Verá tenemos un problema... necesitamos llamar por teléfono, nos han robado el coche.
-Eh...-empezó el señor- ¿Qué?
Parecía que en aquel lugar después de decir teléfono la palabra siguiente era el qué.
-Nada...- me adelanté- Nos han robado la comida y el dinero y todo... y no somos de aquí, nos hemos perdido un poco... ¿Podría ayudarnos?
-Mmmm... -nos estaba repasando con la mirada,se fijó en nuestras mochilas-¿Qué lleváis ahí dentro?
-Toallas, agua y ropa... -dijimos- nos lo quitaron todo...
-Oigan señoritas... No es a primera vez que me dicen eso para comer o dormir por la cara... Esto es un negocio...
-Entonces... Por favor... Podría darnos un mapa o algo para ubicarnos.
-Si... eso si... Vengan... Las invito a un par de cervezas...
-Gracias-dije sonriendo.
Miré a Clau, que estaba seria. Cruzó las manos sobre el pecho, algo enfadada y me siguió. No sentamos en una mesa, esperamos a que nos trajese las cervezas y el mapa. Clau estaba algo molesta, se le notaba en la cara. Los hombres se acercaban a nosotras, pero nunca nos hablaron, me da que no se atrevían. Miré a mi alrededor, todas las mesas estaban ocupadas. Todas por borrachos. Grupos de gente bebiendo.
Nos trajeron el mapa y las cervezas.
-Mira... Estamos aquí... donde pone Bree... Aquí pone Hobbiton...Old Forest (creo que salimos de ahí)...Mmmm...No...-dije (no podía ser)-No es posible...mmmm....
-Mmmm?.. Mmmmmm...¿Qué?
-Que.. ya se donde estamos...
-Donde?
-En Endor
-¿Dónde?
-En La Tierra Media...
-¿Qué es eso?
-Eso... Clau... es que estamos dentro de un libro... A ver si adivinas cuál es? -dije apoyándome en el respaldo.
Los ojos de Caludine se abrieron como platos.
-No... No es posible.
Cogí la cerveza que me habían puesto. Claudine tenía el mapa en las manos. Ya habíamos caído. Me miró y dijo en voz baja... “es imposoble".
-Sí... -le dije- Creo que dentro del libro... o eso... O en un lugar muy parecido,
-Pero si es imposible!
-Ya...
-Madre de Dios... Madre de Dios!...MADRE DE DIOS!
No sabía que hacer... Nos quedamos allí mirando el mapa calladas, intentando pensar qué hacer a continuación. Pero nuestros pensamientos se truncaron, pues una mano se posó en nuestra mesa, y un hombre ya mayor, vestido de una túnica gris estaba parado delante de nosotras.
-Hola señoritas, me llamo Gandalf... Gandalf el Gris... ¿Me permiten?
Regresar al índiceCapítulo 5 Gandalf by miwako_gloss
Al escuchar el nombre Gandalf, no sé que pasó por mi mente. Simplemente levanté la vista, con los ojos abiertos como platos, mirando a aquel anciano de arriba abajo. Era bastante alto, más que nosotras, llevaba una túnica gris con un cinturón de cuero hebrado, y un bolso de tela marrón colgado del hombro y una capa gris. El la mano tenía la vara de madera grisácea, bastante antigua.
Estuve mirando para aquel anciano demasiado tiempo, y además sin decir nada, hasta que Claudine me dio una patada por debajo de la mesa. No sabía muy bien que hacer. Abrí la boca para decir algo, pero volví a quedarme muda del asombro y de la incredulidad. Aquello era surrealista. Claudine tampoco dijo nada, por lo menos al principio, ya que cuando vio que yo no decía ni mú, tomó la iniciativa.
-Por favor, siéntese.
-Gracias -dijo con una cálida sonrisa, mirando hacia las dos.
Yo abrí la boca para decir algo, no sé muy bien qué, pero me salió un sonido bastante agudo, que no llegó a ser ni una palabra.
Gandalf se quedó mirando para mi, un poco sorprendido. Clau me golpeó esta vez con más fuerza. Sacudí la cabeza y me froté la pierna, mirando con enfado a mi amiga.
-Es que no espabilas-me dijo susurrando
-¡Jaja! ¡Muy graciosa! Bueno- comencé mirando hacia el viejo- Así que usted es... ¿Gandalf?
-Así es. Un placer conocerlas por fin -dijo con un pequeña risa
-¿Por fin?-dijo Clau
-Si, hace mucho que os esperábamos
-Vale -dijo mi amiga no muy convencida
-¡Un momento! ¡A ver, recapitulemos ! Esto es Bree ¿no?
-Sí-me contestó Gandalf
-¿Estamos en Eriador?
-Si
-En la... ¿Tierra Media?-pregunté lo último con algo de recelo. Gandalf asintió.
-Ah, sí, ya -miré a Claudine- ¿Y si el agua de la cala tenía residuos radiactivos?
-¿Tú también lo crees? -me dijo completamente seria
-¿Si! ¡O nos dimos un golpe e la cabeza y estamos flipando!
-Mmmmm... Interesante -dijo Gandalf- ¿Qué son residuos radiactivos?
-Algo, que explica el porqué vemos a un personaje de ficción -dijo Clau lo más simpáticamente posible.
-¿Ficción?¿Creéis que esto es ficción?
-De donde nosotros venimos tú eres un personaje de un libro -expliqué.
-Y tanto -añadió Clau haciendo un ademán
-Bueno... -dijo juntando las manos- En cualquier caso es bueno ver que estáis sanas y salvas, aunque de todas maneras creo que deberíamos irnos ya. Es posible que los siervos de Saruman sepan donde estáis. Así que vamos -continuó mientras se levantaba- Tendremos que andar un poco, las monturas están un poco más arriba y largo camino queda hasta Rivendel -se levantó de la mesa y se encaminó hasta la puerta.
Ni Clau ni yo nos movimos, sólo nos quedamos mirando para él, que al darse cuanta de que no lo seguíamos se volvió para mirarnos. Desvié la vista hacia Claudine, que seguía mirando al anciano.
-¿Qué hacemos? -le dije por lo bajo
Me miró con cara de póker, sin saber que contestar.
-¡Clau! ¡¡Espabila hombre!! ¿Vamos o no?
-Si -dijo cautelosamente-pero por si acaso -dijo levantándose de la mesa sin acabar la frase.
Fue hacia el recepcionista con el mapa en las manos, lo señaló y le preguntó algo que no llegué a escuchar, mientras el hombre accedía y se agachaba. Sacó de debajo de la mesa, una especie de vara de madera muy gruesa, del diámetro de su puño y bastante larga. Claudine le sonrió y le dio las gracias. Vino con la vara hacia mi y me la tendió.
-Por si acaso -dijo mientras me la daba- Le pedí algo para defendernos, aunque hubiese preferido una pistola. Pero no creo que por aquí tengan algo de eso-dijo volviendo la vista y saludando al hombre con la mano
-Ya- estaba flipada con la habilidad mental de mi amiga. Gandalf estaba en la puerta mirando para nosotras con los brazos sobre el pecho y con cara de preocupación. Nos dirigimos hacia donde estaba él, y yo con la vara en mano, mientras Clau llevaba el mapa, que lo guardó en la mochila. Salimos tras Gandalf que al salir de la posada se encaminó hacia la un pequeño y oculto sendero unas casas más arriba y que ascendía tras la aldea hasta una oscura y elevada colina.
-No podemos perder tiempo. Llegarán pronto. Debemos apresurarnos -nos decía cada pocos segundos
-¿Quiénes?-pregunté
-Los siervos de Saruman, hombres salvajes, orcos...Pueden que incluso hayan enviado a los Nâzgul.
-¿Los reyes corruptos?
-Exacto ¿Sabéis quienes son?
-No mucho -pero aquello me sonaba bastante- ¿En qué año estamos exactamente?
Gandalf se dio la vuelta, y sin dejar de caminar me contestó tras dirigirme una seria mirada
-3018.
-Vale- dije bajando la vista. Gandalf siguió por el camino, siempre avanzando por delante de nosotras. Le seguíamos el ritmo bastante bien, pero nos empezábamos a resentir, sobre todo Clau, que no era muy dada a hacer ejercicio.
Claudine se acercó a mi y seguimos andando en silencio, mientras Gandalf seguía avanzando por el camino a una velocidad, que asombraba para su edad. Claudine y yo estábamos la una al lado de la otra. Caminando hacia la cima de la colina. Claudine se adelantó un poco.
-Esto, ¿Gandalf? -dijo Clau con un tonillo agudo- ¿Puedo hacerle una pregunta?
-Si, claro -dijo medio riéndose-Aunque preferiría que el trato no fuese tan formal
-Vale – y se plantó delante de él- ¿Qué demonios hacemos Cleo y yo aquí?
-No grites, pequeña. No qui...
-No me llames pequeña -dijo elevando aún más la voz.
-Os lo explicaré todo a su debido momento, pero antes tenemos que marcharnos. Ya vienen -dijo dándose la vuelta
Me giré. Detrás de nosotros se escuchaban unos gritillos agudos, aún bastante lejanos, eran unos ruidos de lo más extraño; una mezcla de graznidos de pájaro con rugidos de fieras. Gandalf nos cogió a las dos de las manos y tiró de nosotras, empujándonos delante de él.
-¡Corred! ¡Aprisa!
Llegamos a la cima en pocos segundos, yo seguía intentando mirar qué nos perseguía, por lo que no me di cuenta de lo que teníamos delante. Detrás de nosotros se escuchaban aquellos extraños e inquietantes sonidos.
Me choqué con Clau, que miraba hacia el frente, y llevándome la mano a la nariz, le di con mi cuerpo para que se moviese.
-¡Ah! ¡No! ¡Eso sí que no!
Me puse a su lado, con la boca abierta. Delante de nosotras había cuatro águilas; cuatro enormes águilas, de por lo menos tres metros de alto y un par de metros de envergadura, con las alas plegadas. Me quedé completamente quieta, presa del miedo y de la admiración que aquellas aves despertaron en mi.
-¡No! ¡No quiero tenerlas cerca!
Regresar al índiceCapítulo 6 Las Ãguilas by miwako_gloss
-QUE NO ME SUBO!!
-Vamos!! la cogí de un brazo y nos acercamos a las águilas. Eran preciosas, águilas de plumaje dorado y ojos amarillos, las alas tenían en envés de color blanco. Claudine se soltó. Gandalf se quedó detrás de nosotras.
-SUBID!! OS LLEVARÁN A RIVENDEL!
-Vamos...-le dije a Clau.
-No... -dijo cortate y apartándose-Ahí no me subo...
-Venga... no nos hacen nada.
La cogí de la mano y le empujé pero no quería ni acercarse, luchaba por soltarse.
-PARA CLEO!! NO PIENSO SUBIR!!
-¿Prefieres que te maten?! ¿Prefieres quedarte aquí sin saber cómo volver?
-¡¿QUÉ HACÉIS?!?! SUBID!-gritaba Gandalf. De pronto unos bichejos salieron de la sombra de la colina. Eran más bajos que nosotras, pero eran deformes, tenían la piel oscura, con dientes afilados, vestidos con armaduras metálicas y armados con espadas.
Sin que se diera cuenta, cogí a Clau de un brazo y me acerqué a una de las águilas.
-NO...!!!!
-YO SUBO CONTIGO!! VENGA VAMOS!!- y le empujé. El águila se encogió un poco. Creo que parecía consciente de lo que pasaba y de lo que le pasaba a Claudine. Se quedó medio tumbada entre el cuello y el lomo del ave. Me subí detrás de ella.
Justo cuando mis pies se levantaron del suelo, al águila alzó el vuelo. Agarré a Claudine de un brazo, había dejado caer su vara, y estaba agarrada al cuello del águila, con la cara pegada en las plumas. Me giré para ver a Gandalf, estaba luchando con aquellas cosas. Supuse que serían orcos. Para la edad que aparentaba, Gandalf se defendía muy bien. Golpeaba a una velocidad increíble, los golpeaba en la cabeza o en el cuello, rompiéndoselos.
Cuando empezaron a llegar más; se dio la vuelta y de un salto se subió en una de las águilas, mientras alzaba el vuelo. Los orcos empezaron a dispararnos flechas, ninguna nos alcanzó, pero un aestuvo a punto n o se como lo hice. La agarré en el aire, sorprendida de mis reflejos dejé caer la flecha, no sin antes observar que era como la que nos habían disparado en el bosque.
Así que habían sido ellos, eran ellos los que nos habían encontrado en la cala. Me di la vuelta, mientras Claudine seguía tan rígida con una piedra, agarrada a las plumas, mientras que yo la tenía agarrada con una mano, intentando darle seguridad. Desvié la vista y vi a Gandalf a nuestro lado.
-¡LLEGAREMOS A RIVENDEL AL AMANECER!!
Asentí con la cabeza, para darle a entender que le había oído. Volví la vista hacia mi amiga que se había atrevido a levantar la vista, ya no agarraba al águila con las dos manos, sólo con una, mientras con la otra me agarraba a mí. El miedo era visible en su rostro.
-¿ESTÁS BIEN?
-NO.. -dijo con las lágrimas a punto de saltar de sus ojos- NO, NO ESTOY BIEN.. ODIO LOS PÁJAROS... ODIO LAS ALTURAS...
-No pasa nada... ya verás...-intentaba tranquilizarla, pero no lo conseguí.
Durante las horas siguientes sobrevolamos en la oscuridad una distancia que no soy capaz de describir. Vi montañas enteras cubiertas de una nieve tan blanca que incluso las estrellas reflejaban su luz en ellas. Señalé a Claudine las vistas. Sabía que le encantaba encontrar paisajes nuevos, y aquello sólo lo podías ver una vez en la vida. Levantó la vista, con los ojos medio cerrados a causa del viento. Señalé a las montañas, las miró y si rostro se iluminó. Abrió la boca de puro asombro. Una sonrisa se curvó en sus labios, y mientras pasábamos al lado de las montañas, saqué las toallas y nos cubrí con ellas. Ya estaba algo más relajada, ya que no apartó la vista de las montañas.
Las siguientes horas las pasamos despiertas, ninguna se atrevía a dormir. Hablamos un poco, nada importante, sólo para olvidar que estábamos a unos 3 km del suelo. Gandalf estaba a nuestro lado, en otra águila, mirándonos de vez en cuando. El pelo largo y gris ondeaba al viento. Me sorprendía que alguien tan mayor pudiese tener un pelo así. La ironía era evidente, y yo con mi media melena ondulada y despeinada que nunca crecía.
Las horas pasaron lentamente, creía que no llegaríamos nunca. Incluso llegué a pensar que nos había mentido y que algo malo iba a pasar, pero descarté ese pensamiento de mi mente cuando el Sol empezó a asomar en una montaña iluminando las anaranjadas hojas de un bosque que, en su interior, albergaba una ciudad de color blanco, en medio de una gran cascada, justo encima de unas rocas y de un río de agua cristalina. Me quedé fascinada de ver tal paisaje. Incluso Claudine había perdido su miedo a las alturas con tal de observar aquello. La ciudad era pequeña, abundaban los patios y las casas tenían un estilo muy romántico. Empezamos a descender, la gente empezó a mirar hacia arriba. Algunos saludaron con las manos. De repente comenzamos a ascender.
-EH...!! ¿Qué hacemos?- grité
-Debemos subir a la cima... No pueden posarse en el medio de las plazas no caben allí...
Empezamos a ascender, una vez más para luego disminuir y aterrizar en un claro, un poco más arriba de la ciudad. Las águilas se posaron suavemente en la tierra, pero nada más tocar el suelo y plegar sus alas Clau se bajó de una salto de su lomo y se acercó al bosque. Me quedé mirando hacia ella. "Así que miedo a las aves..." Contuve la risa... Aquellas aves, eran enormes, pero a mi me parecían adorables. Me encantaban aquellos ojos dorados. Me bajé con cuidado del lomo de mi águila, recogí la toalla que nos mantuvo calientes por la noche y se la tiré a Clau para que la guardase.
-Anda.. Toma...
La cogió al vuelo y se alejó un poco más. Gandalf descendió del águila que montaba. Se dio la vuelta y pronunció unas palabras en un idioma desconocido para nosotras. El águila inclinó un poco la cabeza, en señal de respeto. Yo me di la vuelta y miré a la mía. Me acerqué y le toqué el pico, luego acaricié las plumas de sus cabeza.
-Gracias... -susurré.
El águila me respondió con un ligero y agudo sonido, me giré para mirar a Claudine, me volví a dar la vuelta
-Y de su parte también, aunque no lo demuestre...-dije sonriendo.
El águila apoyó su pico contra mi mano. Entonces algo pasó. Noté un ligero calambre en la mano, una especie de energía fluía por ella. No aparté la mano a pesar de todo. Me retiré y les dejé espacio.
Alzaron el vuelo. Volaban majestuosas a través del cielo, que ya empezaba a amanecer. Claudine se puso a mi lado.
-¿Le acabas de dar las gracias a un pájaro?
Le di un golpe en el hombro.
-Es más listo que tú... y además... deberías agradecérselo tú también... A ti también te trajo, soportó el peso de las dos para que no tuviese miedo...
Clau alzó la vista
-Si la vuelvo a ver...se las daré-dijo medio de coña-lo prometo
-Eso espero- le dije sonriendo- Porque no te libras de ésta... Lo acabas de prometer
-Lo que me lleva a esto...- me dijo
Y de pronto me dio una patada y un manotazo en el estómago.
-Eso por empujarme a subir al pájaro!!
-Ay... Ay... vale...- dije riendo- Vale..!! Lo siento!!
-Pues que no se repita!
Me reí con ganas. De pronto Gandalf se puso a nuestro lado, observándonos. Su cara mostró una sonrisa cálida. Le miré. Se acercó un poco más y dijo:
-Debemos irnos ya... nos esperan.
Regresar al índiceCapítulo 7 Rivendel by miwako_gloss
-¿Nos esperan?¿Quiénes?
-Nuestros anfitriones.
-Vamos a ver. Estoy empezando a mosquearme-dije-¿Podrías explicarnos qué hacemos nosotras aquí?
Gandalf se dio la vuelta, co la cara seria y los ojos abiertos.
-Pero... ¿No sabéis queé hacéis aquí?
-¡No!-dijimos Clau y yo al unísono.
-Vaya, esto...-dijo desviando la vista cada pocos segundos- esto es demasiado raro.
Se dio la vuelta sin acabar la frase y se encaminó a un pequeño sendero a la entrada del bosque murmurando por lo bajo. Empecé a andar detrás de él atónita por que me dejase con la palabra en la boca; e Clau vino detrás de mí, con cara de pocos amigos, enfadada y algo molesta. Empezamos a bajar por el diminuto sendero. Era un camino escondido entre la maleza del bosque que habíamos sobrevolado, los árboles estaban empezando a mudar las hojas, que ya estaban entonando un color naranja-marrón y se caían con la brisa del viento. Tuvimos que bajar un trecho, esquivando baches y piedras de gran tamaño hasta llegar a un puente de piedras, por el que pasaba un pequeño río bastante profundo y de agua cristalina, en el que perfectamente se podía ver nuestro reflejo.
Estábamos maravilladas con aquel paisaje; por lo menos yo lo estaba, no podía hablar por mi amiga, pero a juzgar por cómo miraba a su alrededor deduje que sí que lo estaba. Veía a lo lejos otro sendero de piedra blanca que entraba en la cuidad, unos cientos de metros más hacia abajo. Se veían las torres de los edificios que acababan en punta, todas ellas de madera o ladrillo blanco, adornadas con el color naranja de las hojas y algunos árboles que aún conservaban su color verde, plantados sobre los caminos que recorrían la ciudad. En la altura se apreciaba a las personas que caminaban tranquilas por la ciudad. Empezamos a descender por otro sendero, esta vez más arreglado, estaba hecho de piedra y arena, muy bien cuidado. Descendía en zigzag pos la ladera de la montaña y era bastante empinado. Empezamos a bajarlo detrás de Gandalf que aún seguía murmurando cosas en voz baja.
Bajábamos en silencio, observando el paisaje. Gandalf se movía deprisa, bajando sin mirar al suelo, avanzando con paso veloz. Nos costaba seguirle el ritmo, sobre todo a Claudine, que bajaba despacio. Se consideraba torpe y siempre miraba por donde pisaba. Al cabo de cinco minutos empezamos a separarnos de Gandalf.
-¡Clau! ¡Apura que lo perdemos!!
-¡Oye, yo voy a mi ritmo!¡Soy torpe!!-me decía unos metros más arriba-¡No me pidas más!
-¡Que no te resbalas mujer, venga!
Esperé a que se situase a mi lado. La agarré de la mano y tiré de ella, haciendo que bajase más rápido.
-¡Cleo!
-Tu levanta los pies..-decía mientras la tenía fuertemente asida-¡Ya verás como así no te caes!
-¡Suéltame!¡No soy tonta!¡Sé andar yo solita!
-¡Venga!¡No seas quejica!-yo estaba hablando medio en serio, medio de broma; pero ella tenía el típico tono de enfado-cabreo que hace que te plantees el volver a hablarle o si salir corriendo.
-Pues que se pire! Y que nos manden a casa!!!
-OH... -dije exasperada- Venga mujer!!
Trotamos un poco hasta colocarnos justo detrás de Gandalf. Clau se soltó de mi mano. La miré, me devolvió la mirada enfadada. Aún con la vara en la mano. Sacudí la cabeza y seguí adelante. Escuchaba los murmullos de Gandalf, y cada vez me ponían más nerviosa. Algo parecía que no marchaba bien.
Desvié la vista, ya habíamos llegado. La entrada era un arco de piedra blanca pulida, posé mi mano sobre ella y la suavidad que me transmitió no era normal. Claudine se colocó detrás de mi. Su cara reflejaba asombro. Tenía los ojos abiertos de par en par, aquello no nos lo esperábamos.
-Bienvenidas...-dijo Gandalf- a Rivendel.
Estaba de pie frente a nosotras. Estaba amaneciendo, pero la gente se arremolinaba a nuestro alrededor. Eran unas personas de una belleza indescriptible, tenían los rasgos afilados, pero dulces. El pelo les caía en cascada por los hombros y la espalda. La mayoría eran rubios, había uno o dos morenos. No había distinción de ropas entre ellos, tanto mujeres como hombres llevaban largos vestidos de colores crema, blancos o verdes claros, vi a uno con un color celeste y otro con un vestido blanco nacarado. Me fijé en otro detalle: sus orejas, tenían las orejas puntiagudas. No eran humanos, eran elfos.
-Venid chicas. Debemos hablar y ya nos esperan.
Gandalf se encaminó por las calles. Nosotras íbamos pegadas a él. Casi tuve el impulso de agarrarle la túnica, como si fuese una niña pequeña que no quería perder de vista a su madre. Claudine lo hizo, me agarró del jersey de lino que llevaba puesto, mientras miraba la belleza del lugar. Empezamos a caminar hasta que llegamos a un pequeño patio, en el que había un porque circular, casi un mirador, de madera blanca. Dentro estaban dos personas, dos elfos: una mujer y un hombre. Éste le sujetaba la mano a la chica... “Se estarían declarando?”. Al oírnos llegar se dieron la vuelta, nos miraron y se levantaron.
La chica era muy pero que muy guapa, de oscuros cabellos ondulados y unos grandes y centelleantes ojos azules. Tenía la piel blanca y pálida, con coloretes rosados en las mejillas. El hombre era algo mayor que ella, también tenía el pelo de color oscuro, pero tirando a castaño; mientras que sus ojos adoptaban un color azul y marrón. Iban ataviados, ella con un vestido blanco contrastado con su cabello, trenzado; y él con una túnica de color crema. Nos paramos a unos metros de donde estaban. Miré a Claudine y me devolvió la mirada. Debía de estar tan flipada como yo. Gandalf se acercó a ellos y pronunció unas palabras en la misma lengua que antes, que no conocíamos. Primero se dirigió a la muchacha, que le sonrió e hizo un gesto con la mano. Luego al hombre que hizo lo mismo. Lugo empezaron a hablar. Me distraje un poco mientras observaba la distribución de la ciudad. Parecía un refugio, estaba tan inmersa en el paisaje que no me di cuenta de que se acercaban a nosotras. Claudine me cogió del brazo y me volví para mirar a los elfos. La chica se acercó primero.
-Hola. Mi nombre es Arwen- dijo la guapa mujer con una amplia y gentil sonrisa.
-Hola...-musitó Claudine
Yo ni contesté. Su voz era tan delicada, que me parecía un insulto contestarle. El hombre se colocó a su lado, mirándonos. Era como si me miraran por dentro. Me coloqué detrás de Clau. Él rompió el silencio.
-Encantado de conoceros por fin. Mi nombre es Elrond, caballero de Rivendel. Bienvenidas a nuestro hogar.
Regresar al índiceCapítulo 8 Elrond by miwako_glossSe que la historia avanza despacio pero me gustaría ser lo más fiel posible al libro!! XD
Se que la historia avanza despacio pero me gustaría ser lo más fiel posible al libro!! XD
-Esto es Rivendel, ciudad-refugio de los elfos. Esta es mi hija Arwen.
-Hola...-dijo Clau con voz débil- Yo...-carraspeó-yo soy Claudine... y... y ella.. es... es Cleo...
Asentí con la cabeza. Gandalf estaba detrás de ellos. Elrond lo miró un momento.
-Me dice... que no sabéis el motivo de vuestra llegada...¿es cierto?
-Pues... sí...-dijo Clau- De hecho nos gustaría volver.
-Mmmm...-Miró hacia su mano- enséñame ese anillo.
Clau se miró la mano. Aún teníamos os anillos. La levantó y se la enseñó. El anillo le llamó la atención. Estuvo un buen rato sosteniéndole la mano. Después me miró a mi.
-¿Podrías enseñarme el tuyo?
Estaba algo asustada. Me miré la mano y se lo enseñé. Al ver mi mano, la cogió de sopetón, tirando de mi. Casi me caigo. Sus ojos estaban abiertos, empecé a tirar, me estaba apretando la mano.
-No puede ser...
-Ay...-me quejé.
-Padre...!-intervino Arwen- La lastimas!
Me soltó la mano al siguiente tirón que di. Me miró con una expresión, entre miedo y confusión. Se giró bruscamente para mirar a Gandalf, que permanecía serio. Levantó las cejas.
-TIene que ser ellas, no hay equivocación posible.
Arwen nos miró, ella también miraba mi anillo. ¿Qué era lo que tenía de especial?
-Venid conmigo!-era una orden más que una invitación- os daremos algo para comer... además creo que necesitamos hablar...
Se encaminaron los tres hacia una de las casas. Clau no se movió, así que yo tampoco. La chica, Arwen, se dio la vuelta y nos miró.
-Venid con nosotros, por favor.
La primera en moverse fui yo. Clau me siguió, pegada a mi espalda. Entramos en una casa, era de un estilo muy medieval, pero a la vez muy romántico, las decoraciones de las paredes estaban hechas de piedra, pero los detalles eran exquisitos, Alcanzaban la perfección. Se sentaron en una mesa cuadrada, excepto Gandalf, que se dirigió a nosotras.
-Lo lamento... Pero tengo que ir a visitar a un pequeño amigo que se encuentra bastante indispuesto, nos reuniremos más tarde.
Ninguna dijo nada, aún seguíamos de pie en el umbral de la puerta. Gandalf salió por una puerta trasera, que llevaba a una habitación bastante iluminada. Alcancé a ver unas pequeñas figurillas que estaba alrededor de una cama, acompañados de otra más grande, vestida de negro. Pero la puerta se cerró antes de que pudiese ver quién estaba en la cama.
Claudine se adelantó y se sentó en una de las sillas de la mesa, yo hice lo mismo. Estuvimos en silencio. Los elfos nos miraban serios. De pronto escuchamos un ruido en la puerta y una sombra negra salió de la habitación de atrás. Era un hombre de unos 30, con e pelo castaño ondulado y aspecto de cansado, tenía barba de unos días, los ojos azules y la piel seca. Tenía la ropa manchada y una herida o quemadura (no lo vi bien) en una de sus manos. La chica elfa lo miró. El hombre nos dirigió una mirada escrutadora, antes de presentarse.
-Bienvenidas... mi nombre es Aragorn.
-Hola...-dije- yo soy Cleo.
-Claudine.
-Un placer...-se dirigió al Elrond-ya está mucho mejor, la herida no le causará más problemas de momento. Muchas gracias.
Elrond asintió. Arwen se levantó y se colocó al lado de Aragorn, se marcharon de la habitación juntos. Luego, nos dirigió una mirada.
-Bueno... contadme...¿Qué ha pasado exactamente?
Clau y yo nos miramos. Hablé yo.
-La verdad... es que no estamos muy seguras...
-¿Dónde habéis conseguido esos anillos?
-En... en una tienda... la dependienta nos los regaló.
Claudine asintió.
-¿Dónde estaba esa tienda?
-En Oxford -dijo Clau.
-¿Dónde?
-En nuestro mundo...
Elrond se quedó callado.
-Por favor...-empecé- Podría explicarnos lo que hacemos aquí y cómo podemos volver, ni siquiera estamos seguras de si esto es real, si estamos alucinando o si estamos muertas porque nos pasó una hélice de un barco por encima.
-Bueno... por donde empiezo... Esto va a durar un poco así que mejor será que comai algo antes de proseguir... ya que no os parecéis nada a las personas que esperábamos...
Nos miramos otra vez...
-Esperad un momento... -salió al umbral de la puerta y llamó a alguien, le dio unas indicaciones y volvió a entrar.
-Enseguida os traerán algo de comer... Pero por qué no os presentáis?
-Bueno... yo soy Cleo y ella es Claudine. Vivimos en una ciudad al norte de una provincia cerca de la costa. Tenemos las dos 20 años, y somos lo que se dice bastante normales. Yo estudio Lenguas Antiguas y ella Literatura. Nos conocemos desde los 11... 12 años... y hemos sido amigas desde entonces...Y... eso es lo básico... ¿Y usted?
-¿Cómo?-dijo descolocado
-Si...-dijo Clau-¿Quién es usted?¿Es un elfo?
-Pues... si... aquí la mayoría de población es elfa, hay algún humano...
-¿Cómo Aragorn?
-Pues si... Gandalf me ha dicho que tenéis vagas referencias sobre este lugar...
-Las tiene ella... yo no...-dijo Clau señalándome con la cabeza. "Gracias" pensé.
La miré, entrecerré los ojos y sacudí la cabeza. Elrond me miró.
-Si... verá es que... de donde nosotros venimos... usted, Gandalf, Aragorn... son personajes de ficción... Una historia que se escribió hace... 60 o 70 años... Habla sobre los elfos, los hobbits, los magos... Sauron...-añadí en voz baja.
-¿Qué sabes de Sauron?- me interrumpió
-No mucho... era un ¿Maia?¿es la palabra? -Elrond asintió- que se corrompió y se convirtió en el señor de la Oscuridad o algo así y que engañó a las razas que habitaban este lugar porque creó un anillo que sería capaz de someter a todos ellos... Pero se enfrentaron a él... y un príncipe le arrebató el anillo... Pero en vez de destruirlo, se lo guardó... Luego éste murió y el anillo se perdió hasta que lo encontró... emmm...- intentaba recordar
-¿Gollum?-dijo Elrond
-Si!...Si... Gollum... pero a éste se lo quitó un hobbit que luego se lo dio a su sobrino y ahora éste tiene que llevarlo a Mordor para destruirlo...¿Me equivoco?
-No...-dijo Elrond sorprendido-Hasta ahora lo has resumido muy bien...¿Y?
-Y... y se creó una especie de grupo que lo acompañaría... pero... pero... no sé más... No acabé de leer los libros...-dije agachando la cabeza.
-¿QUÉ? -gritó Claudine- PUES YO TAMPOCO ME SÉ LA HISTORIA!!
-Bueno... lo siento!! ¿Vale?
Endor by miwako_gloss
Cleo y Claudine son dos amigas que viven en una pequeña ciudad al sur de Inglaterra. Son dos chicas normales y corrientes... Pero un día en una tienda encuen
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2024-09-19
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