En busca del amor definitivo. by Danit67

 

 

 

En busca del amor definitivo. by Danit67
Summary:

Tres jóvenes están dispuestos a luchar por el amor de tres chicas. ¿Pero lo conseguirán, sabiendo que por algún motivo, ellas no confían nada en los chicos, e incluso puede que los odien con toda su alma? Roxas/Naminé, Sora/Kairi, Hayner/Olette, con un poco de Riku/Xion y Terra/Aqua.


Categories: VIDEOJUEGOS Characters: Ninguno
Generos: Romance
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 17 Completed: No Word count: 14366 Read: 2044 Published: 27/08/2011 Updated: 25/11/2011
Summary:

Tres jóvenes están dispuestos a luchar por el amor de tres chicas. ¿Pero lo conseguirán, sabiendo que por algún motivo, ellas no confían nada en los chicos, e incluso puede que los odien con toda su alma? Roxas/Naminé, Sora/Kairi, Hayner/Olette, con un poco de Riku/Xion y Terra/Aqua.

 


Categories: VIDEOJUEGOS Characters: Ninguno
Generos: Romance
Advertencias: Ninguno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 17 Completed: No Word count: 14366 Read: 2044 Published: 27/08/2011 Updated: 25/11/2011
Story Notes:

-Los personajes de Kingdom Hearts no me pertenecen a mí, sino a Square Enix y Disney.

-Cualquier parecido con cualquier otro fanfic es pura coincidencia.

-Este fanfic está dedicado a todos los fans de las dos parejas no oficiales (pero que lo dan a entender por diversas circunstancias) de Kingdom Hearts: Sora/Kairi y Roxas/Naminé (con otras parejas aparte). Se aceptan críticas constructivas, no más.

 

Story Notes:

-Los personajes de Kingdom Hearts no me pertenecen a mí, sino a Square Enix y Disney.

-Cualquier parecido con cualquier otro fanfic es pura coincidencia.

-Este fanfic está dedicado a todos los fans de las dos parejas no oficiales (pero que lo dan a entender por diversas circunstancias) de Kingdom Hearts: Sora/Kairi y Roxas/Naminé (con otras parejas aparte). Se aceptan críticas constructivas, no más.

 

Prólogo by Danit67

Eran tres chicos. Tres chicos normales, que iban al instituto, como todos. Tres chicos de quince años.

Cada uno tenía su personalidad, su forma de ser, pero cada uno era el mejor amigo que los demás podían tener. Casi como hermanos.

El primero se llamaba Sora. Para su edad, era muy activo e impulsivo, pero también alegre, despreocupado y confiado de sí mismo, aunque también un poco vago. Tenía ojos azul cielo, pelo castaño y de punta, y vestía con un traje de colores oscuros, la mayoría en color negro, aunque con alguna línea amarilla en brazos y piernas, además de en las zapatillas. Se adornaba el cuello con un bonito colgante acabado en una corona.

Estaba perdidamente enamorado de una chica de su edad, llamada Kairi. Cuando veía su pelo pelirrojo oscuro y ligeramente largo, sus ojos azules como el mar, su corto vestido rosado y sus zapatos, sentía que se desmoronaba. Nunca se le había acercado para hablar. Era incapaz de ello. Aunque la había estado observando, y se había dado cuenta de algo: antes se la veía alegre e inocente, pero desde hacía un año, se había vuelto muy fría… con los chicos. No entendía por qué, tenía mala reputación entre ellos y ya solo la veía hablar con sus amigas, sobre todo con Naminé y Olette, aunque ellas también estaban un poco raras. Pero él solo tenía ojos para ella.

 

 

El segundo era Roxas. Curiosamente, se parecía mucho a Sora, tanto física como mentalmente. Al igual que él, era bastante tranquilo y honesto, además de un poco dudoso e indeciso, aunque otras veces era más serio. Sus ojos tenían el mismo y exacto color azul, y llevaba su pelo también de punta, aunque más alborotado, además de ser más claro, casi rubio. Su traje habitual sí que era diferente, una chaqueta blanca, cremallera, camisa, pantalones, zapatos y pulseras negras, blancas y grises…

No podía dejar de pensar en ella. En aquella chica rubia, con el pelo sosteniéndose ligeramente sobre su hombro, sus ojos azules como el cielo más soleado y su vestido blanco de tirantes adornado con dos sandalias azules, le entraban ganas de salir corriendo. Durante mucho tiempo, su nombre, Naminé, lo atormentaba. Pero ya se había quitado toda la timidez y estaba dispuesto a conquistarla. Siempre la veía sentada en alguna parte, la mayoría de las veces sola, haciendo dibujos que no enseñaba a nadie, ni siquiera a sus amigas. Pero a diferencia de sus amigos, él si se le había acercado, pero por ello estaba triste: cuando se le acercó, ella le dirigió una mirada tan depresiva hacia él, que se fue corriendo. Muchos decían que era una bruja, pero a él no le importaba.

 

Y el tercero pero no menos importante, era Hayner. Estaba muy unido a sus amigos, sobre todo a Roxas. Pero siempre iba a su aire y su carácter, a veces, era conflictivo. Solía llevar chaqueta gris, camisa negra, pantalones de verde oscuro con dibujos claros y zapatos a juego. Llevaba el pelo de un marrón muy claro, con un peinado un poquito  alborotado.

Olette le gustaba mucho. Su pelo marrón muy oscuro, más oscuro que el de Sora, y sus ojos de un verde intenso, le resultaban muy bellos. Cuando la miraba, su actitud de “Buen rollo, colega” se desvanecía. Pero desde hacía más o menos un año, la había visto muy deprimida. Muchos chicos decían que, por una ruptura que fue por culpa de ella, la había pagado con el resto de chicos y los veía como escoria. Pero Hayner no se lo creía.

 

Vivían en sitios diferentes. Sora, en las islas del destino, al igual que Kairi y Naminé, que vivían juntas. Roxas y Hayner, además de Olette, en Villa Crepúsculo, un pueblo precioso. A excepción de Cloud y Aerith, que convivían juntos en Vergel Radiante, el resto de compañeros se repartían entre los dos lugares.

Tenían muchos amigos, unos de su edad, otros algo mayores, pero todos habían conseguido a la chica de sus sueños. Por ello estaban aún más frustrados:

Riku, ya de dieciséis años, estuvo siempre muy solo en ese sentido, pero encontró a Xion, que aún siendo un año menor que él, era perfecta: tierna, simpática, algo tímida… Terra, de dieciocho, conquistó a Aqua hacía ya un tiempo, una chica preciosa, algo seria, pero amable y muy responsable. Tidus, de quince, se quedó con Selphie, una chica muy alegre y divertida. Un gran amigo de Roxas, Axel, bastante mayor que él, consiguió a Larxene, y logró cambiarla a pesar de que era muy borde, retorcida y brutal. Otro mayor llamado Cloud, a pesar de ser muy serio, conquistó a Aerith, la persona más dulce que jamás había existido. 

 

Sora, Roxas y Hayner eran las excepciones. A ellos, la palabra excepción les sonaba a “corazón roto”. Sus amigos siempre les decían lo mismo:

“Un chico, a no ser que no lo merezca, siempre tiene un amor definitivo en su vida.” “Si la relación sale mal, es porque esa persona no es el amor de su vida.” “Si lo encuentras, no le dejes escapar”. 

Lo que si sabían era que las tres chicas, a pesar de no conocerles casi, los odiaban con todas sus fuerzas por alguna misteriosa razón. Pero ellas eran la parte que los completaría.

Y también eran conscientes de que, si no conseguían sus corazones antes de que acabara el curso, quedarían atrapados para siempre en las afiladas garras de la soledad y la tristeza, y probablemente, ellas también.

Regresar al índiceCapítulo 1: Flash Backs by Danit67

 

Las cosas no iban bien para ninguno de los tres. De hecho, empezaban a agraviarse. En el pasado fin de semana, Sora y Hayner consiguieron “establecer contacto” por primera vez, con ellas.

Dos días antes, en el parque… 

Sora intentaba hablar muchas veces con Kairi, pero era tan incapaz que, a veces, se enfadaba mucho consigo mismo, y le daba una rabia tal que le entraban ganas de golpearse en la cara hasta hacerse sangre. Nunca llegó tan lejos, claro. 

Después de mucha preparación durante el tiempo que se podía permitir, Sora consiguió acercarse a Kairi, a la que encontró sola, sentada en un banco, en el parque de las islas.

Pensó que todo cambiaría cuando por fin, tras mucho esfuerzo y pensamiento, se sintió con valor para hablar con ella. Pero no contó con la inesperada reacción de la chica.

-Esto… ¿Qué tal? Me llamo… –intentó decir el muchacho.

Pero la chica ni le miró.

-Déjame en paz. –murmuró.

-Eh… ¿Te ocurre algo?

-¡¿A ti que te importa, imbécil?! ¡Largo!

-Pero yo… solo quería hablar…

-¡Lárgate! ¡Déjame sola!

-¿Por qué estás así? Déjame ayudarte…

Todo ocurrió muy deprisa. Kairi se levantó, le agarró por el brazo y le dio una potente bofetada en la cabeza. El muchacho ojiazul cayó al suelo.

-¡Está bien, ya me voy! –exclamó Sora mientras se incorporaba tan rápido como podía y salía corriendo tan rápido como sus piernas le permitían. 

Cuando se detuvo a varios kilómetros de allí, meditó sobre la situación.

-“¿Por qué estará así?” “Cada vez lo entiendo menos…” “Pero la verdadera pregunta es… ¿será culpa mía?” “No…” “No puedo rendirme todavía…” “¡Tengo que averiguar que le pasa, aunque me arriesgue a que vuelva a hacerme daño!” “Tendré que reunir al grupo…” “Después de todo, ellos también necesitarán ayuda.” –pensó.

 

Poco después, llegó a casa y se encerró en su habitación.

RNRNRN

Ese mismo día, en casa de Sora…

Roxas era el que peor se encontraba, puesto que su amor era la chica más cerrada de todo el colegio. Al menos ya había “estado” con ella, aunque a veces deseaba con todas sus fuerzas no haberlo hecho. Afortunadamente, lo que sentía no afectaba a su vida social, sus estudios y el resto de cosas. Pero se estaba muriendo por dentro. Lo que le atormentaba era la aún desconocida razón de su fría mirada. No podía dejar de pensar en como le miró: como a algo sucio y mezquino. La duda de si había hecho algo mal le estrangulaba, y el joven rubio, a veces, incluso tenía pesadillas.

-¡Aaaaaaaaaaah!

Roxas acababa de despertarse de otra pesadilla. Jadeó, cansado y con un sudor frío recorriéndole la espalda. Esa noche, Hayner y él se quedaron a dormir en casa de Sora. Lo hacían desde hace bastante tiempo, a veces incluso con más amigos.

El joven soñó que la encontraba besando a Sora. Lleno de tristeza, invocaba su llave espada y se suicidaba.

Sora no tardó en darse cuenta de su estado. Hayner estaba dormido como un tronco, y ni se movió un poco.

-Roxas, ¿qué pasa? –le preguntó Sora.

-Eh… esto… nada. –respondió Roxas.

-Has vuelto a soñar con ella, ¿verdad?

-¡Que cosas dices…! Si.

-Roxas, deberías…

-No me vengas con “Roxas, deberías olvidarla”. ¡Ella es la chica para mí!

-No me gusta verte así, Roxy…

-Te he dicho muchas veces que no me llames así. Ella… Yo… ¡A quién quiero engañar…! 

Una lágrima cayó rápidamente de sus ojos, impulsando a su amigo a levantarse y darle unas palmaditas de ánimo.

-Eso no va a pasar, ¿de acuerdo? –le susurró, poniendo sus manos en los hombros de su amigo.

-¿Qué voy a hacer, Sora? Solo faltan tres meses para que acaben las clases… ¡Y casi no me conoce! –exclamó Roxas finalmente, secándose las lágrimas. 

-En realidad, el problema es que no quiere hablar contigo, por alguna razón… pero no seas egoísta. ¿Qué pasa con Hayner y conmigo?

-No es culpa mía que Kairi te odie.

-No me odia. Me golpeó la cabeza cuando intenté hablarle, pero no me odia. Además, ¿a ti no te pasa lo mismo con “quién tú sabes”?

-Cállate… Bien, ya hablaremos por la mañana.

-Buenas noches… –murmuró Sora antes de volver a la cama.

RNRNRN

El día anterior, en la calle del mercado…

Al día siguiente, poco después de salir de casa de Sora y volver a Villa Crepúsculo, Hayner decidió que ya era hora de actuar. Lo había pensado todo perfectamente. No debía parecer presumido, o arrogante, o simplemente, superior, si quería causarle buena impresión.

Buscó a Olette por todo el pueblo, hasta que la encontró en un banco, absorta en sus pensamientos, en la calle del mercado.

-¡Hola! ¿Qué te cuentas? –le dijo, muy animado.

-Nada… Solo pensaba.  –le respondió ella.

-¿Puedo sentarme?

Olette pareció dudar.

-No voy a hacerte nada. –se adelantó Hayner.

El joven se extrañó mucho al ver como la chica que le gustaba se alejaba de él.

 

-Vete… Ahora no quiero hablar. Espero que no te importe. –murmuró la joven.  

-Se que no te sientes bien conmigo, pero me gustaría que tú y yo habláramos. –dijo Hayner mientras se acercaba hacia ella. No contó con que ella se alejara, desconfiada.

-¿Qué vas a hacerme? No te acerques más.

-¿Cómo? Perdona, no entiendo…

-Se lo que vas a hacerme. Vas a pegarme, ¿verdad?

-Oye, yo… ¿¡Qué!?

-Te he pillado. Ya puedes largarte.

-¿Pegarte? ¿Qué tonterías estás diciendo? ¡No voy a hacerte nada! –repitió Hayner, gritando un poco más de la cuenta, mientras dirigía una mano hacia Olette.

-¡Apártate de mí! ¡No te hagas el inocente! –gritó la chica antes de arañarle la mano.

Era difícil de creer, pero le arañó con fuerza. Hasta le produjo cierto miedo.

-¿Por qué has hecho eso? ¡Me has hecho daño! –exclamó Hayner.

-Más me habrías hecho tú a mí. Vete. –le refunfuñó Olette, mirando hacia abajo. 

Hayner luchó por contenerse. La miró unos segundos, solo para ser ignorado. Abatido, se alejó de allí. El motivo de la reacción de Olette se le escapaba completamente.

RNRNRN

Esa era su situación. Al acabar el fin de semana, después de sus horribles y primeros encuentros, los chicos tenían toda una semana de puente por delante, tiempo que ellos consideraban perfecto para pensar en como conseguir el amor y aprecio de aquellos tres ángeles aparentemente atormentados, a los que simplemente querían ayudar.

Regresar al índiceCapítulo 2: Algo interesante by Danit67

Era el primer día de puente, cuando los tres muchachos pasaban la tarde en el lugar de siempre, donde se veían desde hace años.

-¡Ja! ¡He vuelto ha ganar! –gritó Roxas después de acertar con unos dardos.

-¡No vale, tío! –replicó Hayner. –¡Están trucados!

-Si, ya, lo que tú digas. Bueno, voy a comprar los helados…

-¿No quieres otra? Ah, claro, que tienes miedo a perder…

-¡Está bien! ¡Ahora verás! –grito Roxas, desafiante.

-¿Queréis callaros los dos? ¡Ya voy yo a por los dichosos helados! –exclamó Sora, levantándose de un viejo sofá.

-¡Ha empezado él! –gritaron los dos.

-Me da igual. Espero que no os matéis mientras estoy fuera. –susurró en tono burlón, antes de salir.

Y se fue, dejando a los dos con sus líos.

SKSKSK

Poco después de comprar los helados en la plazoleta del tranvía, Sora notó una presencia.

-¡Riku! –exclamó.

-¡Hola! ¿Qué te cuentas? –le respondió él, sonriendo.

-Bueno, compraba unos helados…

-¡Vaya! Yo también.

-¿Para quién? Espera… Xion, ¿verdad?

Su amigo se puso un poco rojo.

-Lo suponía. –respondió Sora tras un instante. –Por cierto, solo por curiosidad… ¿Qué tal os va?

-¡Perfectamente! –respondió Riku. -¿A qué viene eso?

-Mmmm…

-¿Es por Kairi?

-Si tan solo supiera por qué está así conmigo…

-Sora, creo que deberías saber algo…

-¿Sí?

-Yo creo que Kairi, Naminé y Olette no os odian. Me parece que es… general, o algo por el estilo. Lo sé porque ayer mismo intenté charlar con Kairi y… prefiero no hablar de ello. Antes éramos amigos, pero…

 

-¿En serio? ¿Pero qué?

-Ocurrió poco antes de que conociera a Xion. No se por qué, dejó de hablarme… Y cada vez que intentaba acercarme a ella o a las demás… Me echaban a patadas…

-No sé por qué lo intento. Espero que algún día Xion y tú lleguéis más lejos de lo que ya habéis conseguido… y de lo que yo jamás habré avanzado. Al menos, espero que a Roxas y a Hayner les vaya mejor…

La mirada de Riku pasó de duda a seriedad.

-No digas eso. –murmuró.

-¿Qué? –le preguntó Sora, extrañado.

-Si de verdad la quieres, debes creer que puedes. No puedes guiarte por lo que pase, sino por ti mismo. Confía en ti mismo. Yo sé que puedes. Sé que solo necesitáis un empujón. ¿Y sabes otra cosa? También sé que, si hay alguien ahí que realmente puede conquistar su corazón, ese eres tú.

-Si tuviéramos una oportunidad… Solo una…

-No te preocupes más. Estoy completamente seguro de que surgirá algo. ¡Vamos, Sora! ¡Sabes que puedes! ¡Eres el único que puede! Solo tienes que recordar esto: no te odia. Lo que tienes que hacer… No solo tú, también los demás… es demostrarle que no eres lo que, por alguna razón, ella piensa que eres.

-Sí… ¡Tienes razón! ¡No dejaré que un odio irracional me separe de ella! ¡Después de todo, tres meses es mucho tiempo!

-Así se habla. Buena suerte. Sora, Xion me está esperando…

-¡Ah, sí, lo había olvidado! Soy tan despistado a veces… –murmuró el muchacho, algo inquieto.

Riku echó a correr con los helados, mientras se despedía con la mano, dirigiéndose hacia la plaza de la estación.

Por primera vez en mucho tiempo, Sora tuvo esperanzas. Las palabras de Riku le hicieron sentirse capaz de todo, inmortal. Pero él no era el único que participaba en esa lucha. ¿Sus amigos se sentirían igual?

SKSKSK

El joven corrió como un rayo al lugar de siempre, olvidando por completo para que había salido. Allí se encontró a sus compañeros jugando a las cartas.

-¡Chicos! ¡No nos odian! –gritó nada más entrar.

-¿Qué? ¿Quién? –preguntó Hayner.

-Vaya, ahora que estaba ganando… –masculló Roxas antes de mirar a Sora. –Eh, ¿dónde están los helados?

-¡Olvidad los helados! –gritó Sora. –He hablado con Riku. Ellas odian a todos los chicos. No es culpa nuestra.

-Bien… ¿Y se supone que eso es mejor? –preguntó Roxas, sin impresionarse. –Además, no podemos acercarnos a ellas a más de un metro sin que nos hagan alguna cosa. Nos sigue afectando de todas formas. ¿No crees que el amor te está cegando? ¿No crees que estás exagerando? Y lo más importante… ¿No crees que deberíamos abandonar?

Sora casi se durmió de aburrimiento. No iba dejar que un comentario así le hundiera.  

-Decid lo que queráis. Pero luego no me vengáis con “Sora, he tenido otra pesadilla”. Y eso lo digo por ti, Roxas.

-¡Está bien, está bien! Seguiremos intentándolo… –refunfuñó Hayner.

 

Regresar al índiceCapítulo 3: Malas noticias by Danit67

 

-¡No me lo puedo creer! –exclamó Roxas.

Había sido un puente desastroso. Hayner y Sora lo intentaron de todas las maneras, posibles e imposibles. Pero no consiguieron ni acercarse. A veces lo conseguían, solo para recibir una bofetada, o algo peor. Roxas no se atrevió para su desgracia.

 

Ese día, Hayner le contó a Roxas una terrible noticia: Kairi y Naminé se habían mudado casi a las afueras de la isla principal. De por sí que Roxas no acostumbraba a salir, y ahora le costaba ir al otro extremo del lugar. Y por si eso fuera poco, aprobó por los pelos el examen sobre el struggle, algo que nunca le había pasado.

Lo peor fue que, Capitán Garfio, el profesor, les comunicó que las clases terminarían un mes antes debido a algunos problemas con los cimientos del edificio.

El penúltimo mes empezaba en dos días. Las chicas seguían alejándose cada vez más. El tiempo se agotaba. Sora había vuelto a perder la esperanza. Hayner todavía conservaba algo… En cuanto a Roxas, no podía sentirse peor. Intentaba ocultar toda su tristeza, pero sabía que algún día estallaría.

Los tres volvieron a quedar en el lugar de siempre. Pero no hicieron nada de lo que solían hacer. Se apoyaron entre las paredes, sintiéndose los seres más desgraciados del mundo.

Estuvieron así incontables horas, hasta que de pronto, Roxas alzó la cabeza. Sus amigos no tardaron en darse cuenta de que tenía una idea.

-Solo una persona puede salvarnos ya. –dijo.

-¿Quién? –preguntó Sora, débilmente.

-Pence. –respondió el rubio.

RNRNRN

Pence era otro buen amigo. Un chico de su misma edad, algo gordito, pero muy listo. Le llamaron, diciendo que necesitaban su ayuda urgentemente, y que quedaban en la callejuela.

Como esperaban, lo encontraron allí, cerca de la entrada al lugar de siempre, tomando un helado de sal marina. Incluso él tenía novia. Solo la habían visto en fotos y a veces a lo lejos, pero ninguno de los tres la conocía demasiado.

-¡Pence! –gritó Roxas mientras los tres chicos corrían hacia él.

Pence parecía absorto en una inmensidad de pensamientos.

-¿Ocurre algo, colega? –le preguntó Hayner.

-¿Qué? Ah, no, nada…

Parecía preocuparle algo, pero no tenían tiempo de ayudarle. Cuando todo terminase, le ayudarían. Se lo prometieron a sí mismos.

-¡Bueno, disparad! –ordenó, recuperando el ánimo.

Sora suspiró, y finalmente se decidió a hablar.

-Tenemos un problema. Uno realmente gordo.

-Eso ya lo sé.

-Iré al grano. ¿Conoces a Kairi, Olette y Naminé?

-¿Esas chicas que odian a todo el mundo? Es difícil no conocerlas.

-Sí…

-Déjame adivinarlo. ¿Queréis… conquistarlas?

-“Lo sabe todo…” “¿Por qué siempre lo sabe todo?” –pensó Roxas, muy extrañado.

-Sí. –respondió Hayner, poniéndose un poco rojo.

Pence meditó unos segundos.

-Lo tenéis difícil… –respondió finalmente.

-¡Anda, di algo que no sepamos! –exclamó Roxas, irónico.

-¿Y qué puedo hacer yo? –preguntó Pence.

-Sé que parece imposible, pero… ¿podrías intentar averiguar por qué están así? Nos harías un gran favor… –le susurró Sora al oído.

Pence no respondió.

-¡Por favor, Pence! –gritó Roxas.

-¡Te lo suplico, tío! –gritó Hayner, de rodillas.

Pence pensó unos minutos, y por fin se decidió.

-Está bien, veré que puedo hacer… Pero no creo que sirva de mucho. Creo que lo que necesitáis es suerte.

-Tú solo hazlo, ¿de acuerdo? –replicó Sora.

 

Pasó la tarde, y los chicos esperaron impacientes durante horas. Esperaban que su amigo pudiera conseguir la información antes de que empezara el penúltimo mes, aunque eso era una locura.

SKSKSK

Sorprendentemente, recibieron en sus casas un e-mail esa misma tarde. Eran de Pence.

Sora no podía creer que hubiera tardado tan poco tiempo en conseguirlo. Prefirió no preguntarse como había hecho su amigo para ello. Lo ojeó sin pensárselo dos veces.

“Sora, he conseguido enterarme de todo”. “No te lo vas a creer”. “Parece que Kairi estuvo saliendo hace un año con un tal Zexion”. “Sin ofender, ella debía ser ignorante en aquellos tiempos, porque ese Zexion le llevaba al menos cuatro años…” “Solo fue buena pareja los primeros dos días”. “Después se volvió arrogante, entre otras cosas, y una vez hasta llegó a azotarla con un libro suyo que tiene”. “Incluso acabó con alguna herida cuando rompió con él…” “Seguramente Kairi no quiso volver a saber nada de los chicos, y por eso está así…” “Espero que lo consigas, al igual que yo y el resto…”

RNRNRN

Roxas, el más impaciente, leyó el suyo.

“Hola, Roxas”. “No te hago esperar más”. “Siento decirte esto, pero lo tienes crudo”. “Por lo que parece, Naminé salió con Vanitas hace tiempo”. “Todo lo que sé de él es que es un chico de nuestra edad, muy parecido a Sora, casualmente, y un auténtico imbécil”. “Seguramente fue su físico lo que atrajo a Naminé a salir con él”. “Qué ingenua, ¿no?”. “Lo que pasó fue que Vanitas la plantó tres veces”. “Pero Naminé estaba tan enamorada de él que lo pasó por alto sin rechistar”. “Eso además de sus sucias costumbres…” “Pero todo terminó cuando Naminé lo encontró, en su propia casa, en su cama, con tres chicas… ¡haciendo el sexo!” “¡En serio!” “¡Sexo puro, con quince años!” “¿A ti no te da asco?” “No me extraña que te mirara de esa forma que me dijiste”. “Buena suerte, amigo”.  

HOHOHO

Y el último en leerlo, fue Hayner.

“¿Qué te cuentas Hayner?” “Me he enterado de todo”. “Olette salió con un tipo alto, al menos tres años mayor que ella”. “Se llama Demyx”. “Dicen que es un completo vago”. “Los pocos que no le echan la culpa a Olette dicen que Demyx la abandonó por otra chica a las dos semanas”. “Por no hablar de que ella fue más una esclava que una novia…” “Espero que esto te sirva de algo”.

SKSKSK

Así fue. Durante el resto del día, los chicos solo hicieron dos cosas: maldecir los nombres de aquellos mal nacidos que les causaron ese sentimiento de odio tan fuerte a aquellos tres preciosos ángeles… y enviar un mensaje de agradecimiento a Pence. Casualmente, escribieron todos lo mismo: “Muchas gracias”. “Te debo una”. “En serio”.

Regresar al índiceCapítulo 4: Los sentimientos de Roxas by Danit67

Llegó el día siguiente.

Cualquiera que pasara cerca, podría ver que había un chico en la colina del atardecer. Un chico rubio con el pelo alborotado, que contemplaba el atardecer, sentado en el suelo, cerca de una maqueta de la estación central.

Cualquiera que se acercara más, podría ver en sus ojos, azules como el mar más oscuro, que algo no iba bien. Era una tristeza extraña. A simple vista, parecía algo pequeño, pero eso no era más que una pequeñísima parte. Era difícil entender por qué ocultaba su tristeza aun estando solo. Puede que ni el mismo lo entendiera.

 

Lo primero que se hubiera preguntado cualquiera es… ¿por qué estaba así?

Era sencillamente por Naminé. Cuanto más pensaba en ello, más cosas relacionadas se preguntaba. Y cuantas más dudas tenía, más deprimido estaba.

Desde hacía un buen rato, había estado solo allí, paseando errante por el lugar, esperando el atardecer. Pero entonces, sin poder evitarlo, le llegaron muchos pensamientos a la cabeza. Pensamientos extraños.

-¿Y sí… en realidad está enamorada de otro? ¿Y sí es uno de mis amigos? No… Pero estoy seguro de que ella no es así. Sé que esa expresión de odio es completamente falsa. Como una máscara… ¿En qué estoy pensando? ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? Seguro que ama a cualquier otra persona… ¡Ya sé! Riku… ¡o Sora! ¡Seguro que a él! Pero que estoy diciendo… Él no tiene la culpa. Se trata de mí. Mis amigos ya lo han hecho todo por mí… La suerte no está de mi lado… Tal vez debería poner fin a esto…

Volvío a recordar la triste mirada de Naminé. Luego miró de nuevo el atardecer, mientras se acercaba hechizado hasta la valla que limitaba aquella espaciosa zona de la vía del tren. Era tan bonito… Y era lo único que le hacía olvidarse de todo mientras cruzaba sin esfuerzo la valla, ponía el pié en el suelo que lo continuaba, a punto de caer hacia una muerte segura en la vía del tren… mientras unas lágrimas brotaban de sus ojos lentamente…

Ahora que se acordaba, nunca había llorado realmente. Probablemente moriría sin saber lo que se sentía, aunque lo que si sabía era que no podía ser peor que el vacío que tenía en ese momento.

Todo lo que sintió después fue que caía y caía, eso antes de un fuerte golpe. Después, todo se volvió negro.

Sintió algo más durante la caída. Sintió que volaba a varios metros sobre el mar de las Islas del Destino, y en la playa, había un grupo de personas esperándole… llamándolo. Antes de volver a caer pudo distinguir a Sora, Axel, Riku, Hayner, Pence… Todos estaban allí. Sus voces consiguieron que, por un instante, olvidara por qué estaba triste.

-Roxas… Roxas…

RNRNRN

-¡Roxas! ¡Roxas! –gritó una voz familiar.

De momento, el joven rubio no distinguió nada. Pero luego empezó a distinguir un rostro familiar, de ojos verdes y pelo rojo, puntiagudo.

-¿Axel…? –murmuró.

En efecto, era él. Y cuando recuperó completamente la consciencia, se dio cuenta de que estaban en la torre de la estación. Ese era otro de sus sitios favoritos.

-¿Estás bien, Roxas? –dijo una voz femenina al otro lado.

-¡Xion! –exclamó el rubio.

Por un momento, se alegró de verlos, y aquello le hizo recordar las muchas tardes que pasaban juntos en esa torre. Eso le hizo estar aún más triste. Lo malo de todo es que sus amigos le miraron muy enfadados y… aquello le hizo sentirse peor. Su tristeza se iba a desbordar de un momento a otro. Sus labios temblaban.

-Roxas, ¿cómo has podido intentar suicidarte? –exclamó Axel.

-¡Nos has dado un buen susto! –gritó Xion.

-¡Si no fuera porque pasamos por allí…! ¿Cómo has podido si quiera pensarlo?

 

-¿No has pensado en tus amigos? ¿Es que crees que no nos importaría?

-Chicos, yo… –murmuró Roxas.

-¡Vamos, Roxas, recapacita! ¿Lo captas? ¡Últimamente no hay quien te entienda!

-¿En qué estabas pensando?

-¡Dinos que te pasa!

-Lo siento… –intentó decir el rubio.

-¡Tienes que darnos explicaciones señorito! –gritó Axel.

-¡Es verdad! Seguro que es por…

-¡¡¡BASTA!!! ¡¡¡DEJAD DE GRITAR!!! ¡¡¡VOSOTROS NO SOIS MIS PADRES!!! –aulló Roxas, perdiendo el control.

El silencio se formó. Sus dos compañeros le miraron con seriedad.

-No queríamos gritarte… –murmuró Xion, hablando por los dos. –Solo queremos saber… Espera… ¿Es por esa chica triste que dibuja?

-¡Ella no es…! –exclamó Roxas, antes de callarse por la mirada de su amiga.

-Roxas, suicidarte no arreglará nada. –le dijo Axel.

-¡Lo sé, pero…!

-Nada de peros. Escúchame. Creo que sé lo que pasa. Te aterra tanto tu problema que estás empezando a tener pensamientos sin sentido, y eso solo te pone peor. Estoy seguro de que solo necesitas un poco de suerte…

-¡Ja! Muy gracioso.

-Lo digo en serio. Y no puedes creer que sea imposible si existe y es posible. ¿Lo captas?

Roxas meditó por un momento. “¿Tendrá razón?” Entonces miró a Xion, la lista del grupo.

-Parece razonable… –dijo ella.

El rubio volvió a pensar, a la vez que sus amigos esperaban su decisión.

-Está bien… Lo intentaré. Pero no teníais que… –dijo débilmente.

-Si que teníamos. –replicó Axel. –Recuerda esto, Roxas. Nunca te dejaremos. Nunca. ¿Para qué están los amigos? Blog sobre ropa y moda Shein, Primark y Amazon

El joven rubio le miró, conteniendo las lágrimas. Al girarse para ver a Xion, descubrió una sonrisa deslumbrante suya, que ya lo decía todo. Pudo entender por qué Riku la quería tanto. En ese momento, ella sacó tres helados.

-¿Un heladito? –preguntó.

Y los tres contemplaron la puesta de sol desde la torre, mientras tomaban helado de sal marina, como en los viejos tiempos.

RNRNRN

Poco después de marcharse, cuando ya se alejaban de la plaza de la estación, se separaron. El joven rubio miró como sus amigos se alejaban.

-¡Eh, chicos! –gritó.

Los dos le devolvieron una sonrisa al girarse. Roxas solo podía decir una cosa.

-Gracias.

Regresar al índiceCapítulo 5: La esperanza llega by Danit67

Y llegó el día siguiente.

Acababan de empezar las clases, cuando Roxas se sentó en el pupitre.

Era un aula normal, rectangular, paredes blancas con dos grandes ventanas a la izquierda, la puerta de entrada a la derecha, la mesa del profesor a la izquierda de la pizarra, con una segunda pizarra al fondo, donde estaban las listas de exámenes. Cerca de cuarenta pupitres de madera llenaban la sala.

-Eh, ¿has estudiado para el examen? –le preguntó Wakka, sentado detrás.

Lo había olvidado por completo, de tanto pensar en la chica rubia.

-No… ¡No…! ¡Hoy no! ¡No hoy, por favor! –gritó.

El rubio corrió como un poseso hasta las fechas de exámenes, antes de que el profesor Garfio llegara. En efecto, ese día, tenían un examen sobre la historia de Villa Crepúsculo. Confió en que fuera a una hora lejana, pero la mala suerte se cebó con el pobre rubio.

 

Era a primera hora.

Roxas se llevó las manos a la cabeza. No pudo meditarlo más, porque Garfio llegó.

Curiosamente, no traía los exámenes.

-Chicos, hoy traigo una noticia muy especial. –dijo, sonriendo pícaramente.

En la clase reinó el silencio.

-No vais a tener que ha¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!

El profesor saltó sobre su propia mesa, aterrado, gritando casi como una niña.

-¡SMEE! ¡SMEE, CÓJELO! ¡NO DEJES QUE ME COMA! ¡SÁCALO DE AQUÍ! ¡DILE QUE SE VAYA, POR FAVOR!

Su torpe ayudante, el señor Smee, llegó a la clase tan rápido como pudo a coger a la cría de cocodrilo que se había escapado del laboratorio, a la que Garfio encontró por sorpresa en un cajón. Nadie sabía por qué, al profesor le daban pánico los cocodrilos. No se calmó hasta que Smee se llevó al lagarto.

Finalmente bajó de la mesa, mientras se quitaba la vergüenza.

-¡Ejem! Como iba diciendo, no vais a tener que volver a hacer exámenes en estos dos meses…

-¡Bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen! –gritaron los alumnos.

-…porque vais a hacer lo que posiblemente sea el trabajo más importante de vuestra edad.

-¡Oh, no! –gritaron los chicos.

-Silencio. Todos los profesores hemos descubierto que vuestra convivencia está bien… con el resto de compañeros del mismo sexo.

Los alumnos presentes comprobaron que las chicas se habían puesto todas en un lado, los chicos en otro. Salvo las felices parejas, evidentemente, aunque esa era la clase con menos parejas de todo el colegio.

-Por eso hemos decidido lo siguiente: vais a convivir cada dos personas, chico y chica, en unas cabañas que hemos tomado prestadas, durante los próximos y últimos dos meses, empezando mañana. Las parejas se decidirán a suertes con estas papeletas que iréis cogiendo. Este ejercicio lo hará también la otra clase, y puede tocarles incluso con alguien de esta, al igual que a vosotros con ellos. Por cierto, deberéis hacerlo todo juntos. No podréis salir de allí, más allá del jardín. No podréis hacer todas las tareas uno solo. Cada cabaña tiene solo dos habitaciones. Una de ellas es el baño, que os advierto, es muy pequeño. Cualquiera que no obedezca suspenderá. Ahora empezad a coger papeletas y luego dejadlas aquí juntas.

Nadie supo que decir.

Poco después, el profesor dijo los nombres.

-¡Wakka y… Xion! ¡Trueno y… Selphie!

Cada dúo debía ir a sus casas para prepararse, pues no podrían abandonar las cabañas hasta el último día.

La clase empezaba a vaciarse. A Sora se le aflojaron las piernas. Roxas cruzaba los dedos, rezando. Ambos esperaban  que la suerte, por una vez, les sonriera.

-¡Sora y… Kairi!

El joven tuvo que ponerse el estuche en la boca para contener su emoción. Pero cuando vio la mirada de odio de Kairi, bajó la cabeza.

-Fue un placer conocerte. –le susurró Roxas al oído.

-¡Naminé y…!

Los nervios de Roxas iban a estallar.

-¡Roxas! –dijo Garfio.

El rubio se quedó boquiabierto, pero con la boca cerrada. Miró a Naminé, pero ella no levantó la cabeza. Puede que no hubiera atendido, o sencillamente lo había ignorado.

HOHOHO

Salieron de las clases, las dos chicas por un lado, Sora y Roxas por otro. Caminaron juntos mientras hablaban de lo que iban a hacer durante esos dos meses. Eso hasta que encontraron a Hayner en la entrada.

 

-¡Ahhhh! –exclamó Hayner. –¡Me ha tocado con ella, tíos! ¿Os lo podéis creer? ¿Y vosotros, qué?

-También. –respondió Sora. –Es imposible de creer, pero sí.

-¡Vaya! Pero espera… ¿por qué no estáis emocionados?

Sora tuvo que volver a enseñarle el pequeño chichón de la bofetada de Kairi. Pese al tiempo que había pasado desde aquello, todavía se notaba como si hubiera sido el día anterior.

-Ah, claro… Los golpes… –respondió Hayner tras un escalofrío.  

-La suerte ha venido. No podemos desaprovecharla por eso. –murmuró Roxas.

Pero entonces vieron que su compañero rubio no compartía nada la emoción con ellos. Los labios le temblaban, a la vez que sus compañeros le devolvían una mirada confusa.

-¿Estás bien, colega? –le preguntó Hayner tras una pausa.  

-Si… –respondió Roxas.

-Seguro.

-¡Os digo la verdad! ¡Soy muy feliz! –gritó Roxas.

Sus compañeros miraron a otro lado. Cuando Roxas se giró, distinguió a un chico tocándole el trasero a Naminé, que se fue conteniendo las lágrimas de allí.

En unos segundos Roxas entendió que era Vanitas, pues la descripción que le dio Pence era exacta. Estaba allí, acosando a Naminé con una mirada de ojos dorados, medio seductora, medio intimidante, moviendo su traje rojizo y negro, muy oscuro, con zapatos completamente a juego.

Cuando el chico le devolvió una sonrisa maligna desde allí a la vez que le guiñaba un ojo, Roxas perdió los estribos, tanto que Sora y Hayner tuvieron que sujetarle.

-¡Cálmate! –gritó Sora.

-¡Roxas! ¿Qué te ocurre? –exclamo Hayner. Pero Roxas se soltó fácilmente de ellos y corrió en otra dirección.

-¡Dejadme solo! –gritó mientras se alejaba.

Los dos chicos le observaron mientras se iba, un poco apenados.

-¿Crees que lo conseguirá? –le preguntó Hayner a Sora.

-Solo puedo decirte una cosa. –respondió él.

-¿Cuál?

-Van a ser dos meses muy, muy, muy largos… 

Regresar al índiceCapítulo 6: Los últimos preparativos by Danit67

La tarde calló lentamente en las islas del destino.

Roxas hacía su maleta como un loco, pensando en que había ocurrido, más o menos, lo que dijo Axel. Pero no podía dejar de pensar en aquel chico, Vanitas. Veía algo muy peligroso en aquella mirada seductora.

SKSKSK

Al terminar su propio equipaje, Sora quedó con Hayner y Pence en la playa de la isla principal. Tenían que contarle la fantástica noticia.

-¡Tíos, sois unos suertudos de cuidado! –exclamó Pence cuando se enteró.

-¡Y que lo digas! –respondió Hayner.

-¿Y Roxas? ¿Cómo se lo ha tomado?

-No demasiado bien… Se fue derechito a casa.

-¿Por?

-¿Recuerdas a aquel chico, Vanitas? –preguntó Sora. –Roxas lo vio “tocando” a Naminé y… Últimamente está muy raro. 

-Tranquilos. –respondió Pence. –Seguro que solo necesita estar un rato a solas. De todas formas, quiera o no quiera, tendrá que estar con ella, así que…

-¡Vuelve aquí, bastardo! –gritó una voz familiar.

Los chicos vieron a Terra, furioso, persiguiendo con su llave espada a otro chico más joven. Al principio solo distinguieron una mota roja y negra. Luego una mota similar con cinturón. Un instante después, Vanitas pasó junto a ellos, mientras se burlaba de Terra, al tiempo que huía.

 

-¡Chicos! ¡No dejéis que escape! –gritó Terra.

Pero ya era tarde. Riendo maliciosamente, el muchacho parecido a Sora dobló una esquina a la izquierda y se escabulló entre las casas. Terra se detuvo para retomar el aliento. Estaba exhausto.

-Oh… cuando… lo atrape… –murmuró entre jadeos.

-¿Va todo bien? –le preguntó Sora, arqueando una ceja.

-¿Bien? ¡Ese idiota está acosando a mi novia!

-¿Cómo?

-¡Le toca el culo, le huele el pelo y además ha intentado besarla cinco veces! ¡Lleva así dos semanas! No le bastó con Riku, ahora tiene que…  

-¿Riku? ¿Qué le ocurre? –preguntó Pence.

-¿No lo sabéis? Riku le dio en la cara cuando le vio besando a Xion. Estuvo a punto de romper con ella…

-Vaya… Riku no me contó nada. –murmuró Sora, algo sorprendido.

-Piensa un poco, Sora. –le dijo Pence. –¿Por qué iba a decirte algo así?

-Seguro que no quería que te preocuparas, colega. –le consoló Hayner.

-Si, supongo… Espero que esté bien. –murmuró Sora. -¿Tú qué crees, Terra? ¿Terra?

Terra se había detenido unos metros más lejos para consolar a Aqua, que le abrazaba mientras intentaba contener unas lágrimas.

Solo pudieron oír algunas frases entrecortadas.

-….verdad, lo siento mucho…. –murmuró Aqua.

-….no es culpa tuya… …olvidarlo, ¿de acuerdo? …lo entiendo, no te preocupes más…. –murmuró Terra.

-….lo olvide, Terra?... …hecho daño…. 

-….de llorar… …me importa… …te quiero…

Los muchachos se miraron unos a otros. Seguramente Terra lo tenía todo controlado, pero se sentían incómodos. Sentían que no debían oír eso.

-Mejor los dejamos solos… –murmuró Hayner mientras se alejaban en silencio. 

-¿Creéis que estará bien? –preguntó Pence.

-Ya es mayorcito. Sabe cuidarse. –respondió Sora. –Ahora tengo que irme. Debo comprar algo.

-Tú mismo. –respondió Pence, mientras marchaba con Hayner.

RNRNRN

Sora avanzó hasta una tienda de objetos, para comprar una cosa. No era para Kairi. Era para Roxas.

Salió poco después, llevando con él un pequeño objeto brillante. Estaba demostrado que los productos de aquella tienda siempre tenían éxito.

-Por probar, no se pierde nada. –pensó el muchacho. –Se lo daré mañana.

-¿Darle qué a quién? –preguntó una voz detrás de él.

-¡Roxas! –gritó Sora mientras escondía disimuladamente el objeto tras de sí.

-¿Qué pasa? ¿Te sorprende verme?

-Eh… ¡no, que va!

-¿Qué escondes ahí…?

-¡Nada, nada! ¡Absolutamente nada!

-Mmm… Bueno, da igual. Cambiando de tema, ¿has hecho ya tu equipaje?

-Eh… Sí. Roxas, ¿estás mejor?

-Sí, no te preocupes…

-No pienses más en ese Vanitas. No es más que un sexista asqueroso.

-¡No pienso en él! ¡De todas formas, tú solo mira! ¡Se las come a todas con los ojos! ¡Naminé está completamente colada!

-¿Quién te ha dicho eso?

-¡Nadie! ¡Solo digo lo evidente!

-¡Cállate de una vez! ¡¿Qué te hace pensar que eso es evidente?!

-¿Y qué te hace pensar a ti que no quiere volver con él?

-¡¿Estás loco?! ¡La destrozó de la peor forma posible! No la conozco tanto, ¡pero estoy seguro de que no es tan estúpida!

 

-Mira, tengo que irme…

-De acuerdo. Pero lo digo en serio, Roxas. Olvida a Vanitas, y céntrate en Naminé. Si no, nunca lo conseguirás.

Roxas hizo un gesto de despedida y se fue.

Sora le observó mientras se perdía entre las casas.

-“Espero que esté bien…” –pensó. –“Casi me descubre…”

Regresar al índiceCapítulo 7: El gran día by Danit67

Y llegó el esperado día. Todos traían sus preparativos para los dos meses.

La mayor parte de los alumnos habían entrado ya en las cabañas. Realmente se habían tomado muy en serio lo de que no pudieran salir solos. Todo el terreno estaba vigilado con videocámaras, las cuales se desactivaban automáticamente cuando un sistema de seguridad cerraba las puertas de las cabañas a media noche. Las puertas que conducían a la zona de cabañas estarían cerradas durante los dos meses, para evitar escaqueos o que entraran personas ajenas.

Riku y Terra se habían tomado la molestia de ir a aconsejarles.

-Recuérdalo, Sora. Ten paciencia. No la presiones. –le explicó Riku a Sora.

-¡Eso si consigo acercarme a ella, listillo! –respondió él.

-Y un consejo.

-¿Mm?  

-Cuando beses a una chica, intenta separarte muy lentamente. Si le gustas de verdad, no querrá que pares, y se te acercará. ¿Lo has entendido?

-Chicos, siento haberme marchado así ayer. –dijo Terra, rascándose la cabeza. –Tenía que…

-Lo sabemos. Descuida. –replicó Hayner.

-Eh, Roxas… –Sora le tocó el hombro al joven rubio.

-¿Mm?

-Toma esto.

En su mano, Sora sostenía el objeto que compró el anterior día, y que no quiso enseñarle.

-¿Qué es? –preguntó Roxas con curiosidad.

-Lo compré ayer para ti. Es un elixir del olvido.

-¿Un qué?

-No puedes sufrir por algo si no sabes que existe. Si fracasas y no puedes soportarlo, úsalo mientras piensas en lo que quieras olvidar y… lo olvidarás para siempre.

Roxas lo cogió sin responder.

Las chicas ya habían entrado. Estaban prácticamente solos.

-Tenemos que irnos ya. –respondió Riku con algo de prisas.

-Y nosotros. –respondió Hayner.

-¡Espera Riku! –gritó Sora.

Riku se detuvo.

-Siento lo de Xion. –respondió el joven. –Me lo contó Terra. No habéis roto, ¿verdad?

Riku se le acercó y le puso la mano en el hombro de forma paternal.

-Tranquilo. –respondió. –Seguimos siendo tan felices como siempre. Xion no lo hizo a propósito. Lo sé. Confío en ella.

Tras despedirse, cada uno fue por su dirección. Riku y Terra se marcharon de la zona, antes de quedar encerrados.

SKSKSK

Sora entró en su cabaña. Estaba impaciente por ver a Kairi. Aunque tenía cierto miedo de su recibimiento.

La habitación era rectangular. Dos camas en los dos extremos, y otra puerta al frente de la entrada, que llevaba a un jardín de mediano tamaño, con algunas plantas. A la derecha, junto a la cama derecha, sobresalía una pared con una tercera puerta, la cual conducía al baño, tan pequeño como el profesor Garfio dijo. Solo había dos ventanas. Una sobre la cama izquierda, y otra al final del baño. El baño, aunque estrecho, contaba con una pequeña bañera, lavabo, retrete y armario con botiquín de primeros auxilios. También había un orinal de emergencia, por si el retrete se estropeaba. Otro armario se sostenía sobre la puerta que conducía al jardín. Con una pequeña nevera cerca.

 

Y allí estaba Kairi, colocando lo que parecía ser una línea negra de esparadrapo exactamente en el centro de la habitación.

-¡Hola! Soy tu compañero de cabaña. –dijo Sora, intentando iniciar conversación.

La joven terminó de colocar la línea, y se incorporó.

-Esto… ¿Qué estás haciendo? –preguntó Sora, pero Kairi le cortó enseñándole un papel a la cara.

-Ya que voy a tener que convivir contigo, vas a tener que seguir estas reglas exactamente como dice la lista.

-Mmm… ¿Y esa línea?

-Es mi lado de la habitación. –respondió Kairi, pegando la lista en la puerta del armario.

-No recuerdo que nos dijeran que debíamos dividir la habitación. 

-No lo dijeron.

-¿Entonces por qué…?

-Por favor, no sigas preguntando…

-Pero…

-¡He dicho que te calles!

Pero Sora no quiso detenerse.

-¡No! –gritó, ante la mirada furiosa de Kairi.

Ella no le golpeó. Se fue a su cama, ignorándole.

El joven refunfuñó, pero no pudo hacer otra cosa que mirar la supuesta lista de reglas.

La lista decía solamente tres cosas:

1-No acercarse al lado contrario de la habitación.

2-No hablar con la otra persona.

3-No compartir nada con la otra persona.

El muchacho se quedó sin habla.

-“Genial…” –pensó.

Regresar al índiceCapítulo 8: Contacto by Danit67

Y así, todos empezaron a trabajar.

Sora trató de hablar con Kairi desde su lado de la habitación, pero ahora ella, en lugar de golpearle, le ignoraba. No se atrevió a cruzar la línea.

-Kairi, ¿y sí salimos al jardín, y jugamos un poco? –le preguntó el muchacho a la pelirroja desde su lado de la habitación. Ella seguía sentada en su cama, leyendo.  

-…..

-Vamos, hace calor aquí dentro…

-…..

Sora levantó un pié. Ya no le daba miedo la línea que puso la joven.

-Kairi, estoy dirigiéndome hacia ti, cuidadosamente, muy cuidadosamente… Estoy a punto de pisar tu lado de la…

-¡Ni te atrevas! –gritó Kairi, levantándose bruscamente.

Sora no escuchó.

-Estoy a punto de pisar la línea…

-¡No! ¡No puedes!

-Mi zapato está rozando el suelo…

-¡He dicho que no!

-Estoy pisando el suelo…

-¡¡Basta!!

Kairi se abalanzó sobre él y le tiró del pelo. Después intentó empujarle, solo para que ambos cayeran al suelo.

Sora cogió a la joven con firmeza por detrás, a pesar de que la pelirroja se retorció como un animal enfurecido.

-¡Cálmate! –gritó él. –¿Pero qué te pasa?

-¡Suéltame! ¡Suéltame! –gritó Kairi, a punto de llorar.

Sora no dijo palabra. Siguió sujetándola hasta que dejó de moverse. Y entonces la abrazó.

La joven fue incapaz de contener la impresión. El chico la soltó. Contempló la mirada desconfiada de la chica.

-Volveré a “mi lado”. No tienes que seguir gritando. –murmuró Sora en un suspiro.

Kairi no sabía si desconfiar o no.

SKSKSK

Unas horas después de entrar, Roxas se atrevió a hablar con Naminé, a la que vio en la misma postura y expresión de tristeza de siempre.

 

-¿Me recuerdas? –preguntó Roxas.

-…..

-Lo tomaré como un sí. Me llamo Roxas, supongo que ya lo sabrás.

-…..

-¿Estás bien?

-Sí…

-Es decir, no.

-¿A ti que te importa?

-Nada, supongo… O mucho.

-¿Acaso estás jugando conmigo?

-Puede.

-¿Cómo que “puede”?

-Esa es mi respuesta. Como he dicho, me llamo…

-No has respondido a mi pregunta.

-Si lo he hecho. Ahora, me gustaría que tú y yo nos conociéramos un poco mejor…

-Sigues sin responder.

-¡A lo mejor si no fueras tan cabezota te respondería!

-¡Y a lo mejor no tendrías que responderme si tú no te metieras en mi vida!

-¡No me estoy metiendo en tu vida! ¡Y a lo mejor si tú no tuvieras los ojos tan…!

Roxas se cerró la boca, pero ya era demasiado tarde.

-¿Eh…? ¿Tan qué? –murmuró Naminé.

-Mmm… nada. –respondió Roxas.

Y el joven se marchó, dejándola con la duda. Ella volvió a estar tan triste como antes.

Curiosamente, se sentía aún más triste cuando hablaba con aquel chico.

RNRNRN

Unas horas transcurrieron. Y Hayner se sentó junto a Olette, a la que vio en su cama, leyendo un libro.

-Sé que ya nos conocemos, pero me llamo Hayner. –se presentó, sonriendo.

-Hola, Hayner. Ya hemos hecho presentaciones. Ahora vete de aquí.

-Me temo que vas a tener que darme una muy buena razón para ello.

-¿Y eso por qué?

-Porque… Bueno… Porque te veo apenada por algo, soy muy cabezota, y quiero saber qué es.

-Tú no lo entenderías.

-¿Qué te hace pensar eso?

-Nada. Simplemente lo sé.

-Está bien. Me iré. Esta vez no me apetece ser cabezota.

-¿Y qué te apetece?

Hayner estaba inspirado. No se le ocurrió otra cosa que hacerse el interesante y usar lo que leyó por casualidad de un libro.

-Estar callado y no decirte que me apetece. –le respondió.

Olette le miró con cara de “¿Qué diablos…?” El chico entró en pánico y salió apresuradamente al jardín. 

Hayner miró hacia las demás cabañas después de cerrar la puerta.

-“¿Pero seré estúpido?” –pensó. –“¿Qué clase de respuesta es esa?” “¡No pienso volver a tocar un libro en mi vida!”

Regresar al índiceCapítulo 9: Consuelo by Danit67

Pasaron algunos días, y Sora continuaba pasando el tiempo con Kairi.

Pero ella seguía tan desconsolada como siempre. El joven intentó impresionarla, consolarla y alegrarla de todas las maneras posibles, en vano.

Una tarde, tras comer, Sora pensó, sentado en la cama de su lado. Kairi salió después de comer, y llevaba ya unos minutos fuera.

-Es inútil… –pensaba. –Ojala alguien me disparara en la cara ahora mismo…

¡Ay!

Un grito se escuchó, procedente del jardín.

-¿Kairi? ¡Kairi! ¡Ya voy! –gritó Sora.

Salió rápidamente al jardín, para ver a Kairi sentada en el césped, entre las plantas, conteniendo unas lágrimas de dolor.

-¿Qué ocurre? ¿Estás bien? –le preguntó el muchacho.

-Eh… No, no es nada… Solo estaba aquí, sentada. –murmuró Kairi, que parecía ocultarse algo en un tobillo.

 

-¿Qué escondes ahí…?

-¡Nada! ¡No escondo nada!

-¡Déjame verlo!

Sora la obligó a retirar una mano, revelando un esguince.

-Kairi… Esa herida… ¿Ibas a ocultármela? –le preguntó Sora, algo entristecido.

-…..

Unas lágrimas brotaron de los ojos de la joven. Sora la cogió en brazos, a pesar de su breve resistencia. Con cuidado, la entró en la cabaña y la dejó sobre su cama.

-Déjame en mi cama… –ordenó la pelirroja, incómoda sobre la cama del joven.

-No puedo entrar en tu lado, ¿recuerdas? –respondió Sora.

-Tú no lo entiendes… Quiero estar en mi cama.

-¿Y eso por qué?

-Bueno… yo…

-Kairi, puedes quedarte aquí, si quieres.

-¡No! ¡Ésta es tu cama! ¡Tengo que dormir en la mía! ¡Así son las reglas! ¡Así son mis reglas!

-¡Está bien, está bien! Pero deja ya de gritar.

Primero, Sora sacó un vendaje del baño, y se lo ató con cuidado en la herida.

-No está roto. –respondió Sora. –Solo es un rasguño pequeño… pero no camines en lo que queda de día, ¿de acuerdo?

-…..

-¿Estás bien?

-Podría haberme curado yo sola. Solo tenía que arrastrarme hasta el baño y…

-Lo que tú digas.

-¡Lo digo en serio! ¡No te necesito!  

-Por supuesto.

Sora no pudo contener una carcajada.  

-¡Machista! –gritó Kairi. Intentó agarrarle, pero Sora retrocedió a su lado de la habitación a tiempo.

La joven gruñó, pero no hizo otra cosa que quedarse inmóvil. Continuaba desconfiando de él.  

Poco después, cuando ella se calmó, Sora regresó a por ella y la dejó sobre su auténtica cama.

-De nada. –murmuró Sora.

Pero Kairi seguía molesta. El chico sintió unas terribles ganas de gritar, pero logró contenerse.

SKSKSK

Hayner estuvo un buen rato observando a escondidas a Olette, que seguía en su cama, mirando una foto.

-Por favor, vuelve pronto… –susurró la joven, con cierta nostalgia.

Por fin, Olette guardó la foto y entró en el baño. Hayner salió de su escondite y sacó la imagen del cajón.

En la foto, se veía a la chica, sonriendo en los brazos de una mujer, muy parecida a ella. Como una versión adulta de ella.

-“¿Quién será esta…? –pensó el chico.

RNRNRN

Llegó la noche. Roxas salió del baño, para acostarse, y de pronto, se quedó horrorizado.

Axel y Naminé estaban desnudos, besándose en su cama.

-¡¡Ahhhhh!! –aulló Roxas.

Había tenido otra pesadilla.  

Regresar al índiceCapítulo 10: El tiempo pasa by Danit67

Pasaron varias semanas. Más o menos iguales para algunos, diferentes para otros.

Cada chica era distinta, y por ello, cada chico tuvo progresos diferentes.

Sora no tuvo resultados… orales. Consiguió entablar conversaciones con Kairi, pero ella funcionaba como un interruptor. Podía estar ablandándose, y al minuto, se acabó lo que se daba.

Una noche, Sora descubrió el diario de su compañera, y tras ojearlo con cuidado y a fondo, aunque leer diarios no era su estilo, descubrió ciertas cosas muy interesantes.

Por algún motivo estaba obsesionada desde niña con una especie de fruto llamado “paopu” que tenía una leyenda de conexión entre quienes lo compartían para comer.

-“Pero eso no explica por qué aún es tan gruñona”. –pensó Sora tras darse cuenta.

 

Unos minutos de lectura después, lo entendió. Kairi, a causa de Zexion, no solo estaba dolida, sino que no se sentía especial. Pensaba que tal vez, y solo tal vez, Zexion la trató así porque ella no era especial. En ese momento, tuvo una idea. Empezó a escribir algo en un papel.

Fue algo profundo, y le llevó al menos quince minutos escribirlo.

Cuando terminó, cuidadosamente lo envolvió y escribió “Para Kairi”.

Y eso no era lo único que había planeado.

SKSKSK

Roxas consiguió algunos resultados más. Más o menos, comenzó a llevarse bien con Naminé, aunque le costó que dejara de gruñirle, y seguía sin entender por qué estaba tan cerrada a él.

Pero finalmente logró ganarse su confianza, después de mucha paciencia y charlas con ella.

Sin embargo, seguía creyendo que no lo conseguiría. Seguía pensando en el elixir de Sora.

Y por alguna razón que le inquietaba, sentía que alguien lo espiaba, o lo vigilaba. Sobre todo por las noches.

Un día, durante la comida, Naminé le dijo algo que le dejó muy preocupado, y a la vez extrañado.

-¿Sabes, Roxas? –le dijo la joven rubia. –Tú… me haces sentir… bueno…

Roxas podría haber respondido muchas cosas. Cosas que podrían haberle llevado hasta una forma de expresar sus sentimientos.

Pero no fue capaz. Porque algo que se movió en la ventana, algo negro y puntiagudo, se escabulló, atrayendo su atención.  

-¿Ah, sí…? No me había fijado… –respondió Roxas, después de volver la vista a Naminé.

Poco después se golpeó la cabeza contra la pared del baño, por la rabia, por no tener valor para decir algo más.

-¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! –gritaba entre golpes.

RNRNRN

Hayner si podía darse aires. La notaba preocupada por algo, pero ella lo evitaba. De todas formas, ella ya empezaba a confiar algo en él, y el chico sabía que estaba a punto de entablar una buena amistad con Olette, y que de ahí a una relación seria solo había un paso, que solo podía cruzarse con dos sencillas palabras: “Te” y “Quiero”.

Aunque seguía sin saber quién era aquella mujer. Pero estaba claro que Olette la quería mucho.

De todas formas, aún les quedaba por hacer.

Pasó todo un mes, y tras otra semana, los tres planearon el golpe definitivo.

Regresar al índiceCapítulo 11: Confianza by Danit67

Hayner estaba listo.

Tras pensar las palabras exactas en el baño, se preparó para salir tras tragar saliva.

-Olette, estaba pensando… No. –se decía. –¡Hola Olette! ¿Qué te parece sí…? No. –Olette, me gustaría decirte que… ¡No! ¡Buf, que fastidio!

Salió de un portazo por accidente. Pero en cuanto vio los ojos verdes de la chica, que volvía a estar sentada sobre su cama, empezó a sudar.

-¡O-Olette, t-tengo q-que d-decirte a-algo! –tartamudeó.

-Mmm…

Sus ojos estaban llorosos.

-¡Olette! ¿Por qué lloras?

-No es nada…

-Te pasa algo. Como compañero de convivencia y todo ese rollo, tengo que ayudarte.

-Te digo que no es nada…

-He dicho que tengo que ayudarte.

-No tienes que…

-¡Déjalo ya!

-¿Qué…?

-¡De ocultármelo todo! ¡No soy un monstruo! ¡Solo quiero ayudarte! ¡Estoy preocupado! –gritó Hayner, ya sin poder contenerse. Decidido, se sentó a su lado.

-…..

-Por favor, confía en mí. –dijo él. Entonces se oyó. Él nunca había dicho por favor en toda su vida.

Por fin, la joven se dio por abatida, y accedió.

-Verás… Echo de menos a alguien. –explicó.

-¿Quién es? ¿Yo la conozco?

-Nada de eso. Es alguien muy especial, ya sabes…

-¿Es una gran amiga, o algo así?

-No… Mi madre…

-…..

-Hace tiempo que se fue… a un viaje de negocios… y no la veo mucho.

-¿Y… es muy importante para ti?

-¡Claro! Solo ella sabía consolarme, y ayudarme cuando tenía problemas. Y darme las buenas noches cuando tenía pesadillas… Bueno, eso cuando era una niña.

-Seguro que eras una niña preciosa.

-¿Qué?

-Solo digo… –Hayner se acercó a ella lentamente. –Que a lo mejor necesitas a alguien que la sustituya… solo cuando no esté, claro.

-Hayner… ¿que quieres decir?

Hayner casi tenía sus labios rozando los de Olette. Podía sentir su aliento.  

-Quiero decir… –susurró Hayner. –Que a lo mejor necesitas a alguien que te… haga sentir querida…

-No sé que decir…

Hayner la cortó, besándola levemente, y se detuvo para mirarla.

-Ya no es necesario que te diga lo que quiero decirte… ¿no? –susurró Hayner.

Olette no respondió. Le miró a los ojos, y bajó la cabeza, descubriendo un arañazo bastante familiar en el brazo del chico.

-¿Ese arañazo? Tranquila. No sentí realmente nada. No podía dejar de mirar… esos ojos verdes tuyos. –murmuró Hayner. –Y oye… Estoy seguro de que tu madre volverá. Solo tienes que seguir esperando…

Ella pensó sin apartar la mirada, y tres segundos después, le abrazó y profundizó el beso.

El joven se entregó a ella completamente. Fue un beso dulce, con algún leve roce entre sus lenguas.  

Hayner sintió un cosquilleo mientras la besaba. Se preguntó si tal vez sería emoción, o excitación, o felicidad. Pero sencillamente dejó de pensar y se tumbó sobre ella, probando sus labios.

Entre algún que otro suspiro, Olette entreabrió los ojos, viendo como Hayner le besaba el cuello y acariciaba su pelo oscuro. Sentía algo, pero ignoraba el que.

-Hayner… –susurró la chica.

-¿Mm…?

-Gracias... ¿Esto significa que…? –preguntó Olette.

-Eso depende… ¿Tú quieres que lo signifique?

Olette sonrió. Hayner le devolvió la sonrisa, al tiempo que volvía a besarla.

Regresar al índiceCapítulo 12: Desobediencia y descontrol by Danit67

Llegó la noche.

Había esperado horas hasta que Kairi se había dormido. Nada iba a detenerle ahora. Sabía que podía ser pillado por las cámaras, o no volver antes de medianoche, quedar fuera y tener que dormir bajo las estrellas.

Sora se cubrió la cara todo lo que pudo para no ser identificado y, tras vestirse con una gran cazadora negra, salió en silencio de la cabaña. La luna brillaba en el cielo nocturno.

Le costó mucho avanzar entre las cámaras de la zona. Tenía que ser rápido, y a cada paso que daba bajo

En busca del amor definitivo. by Danit67

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Tres jóvenes están dispuestos a luchar por el amor de tres chicas. ¿Pero lo conseguirán, sabiendo que por algún motivo, ellas no confían nada en los chic

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2024-09-14

 

En busca del amor definitivo. by Danit67
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