El Legado de las Cuatro Sexualidades by Aiko Uchiha
Cuatro princesas que muestran distintos legados que atraen como moscas a cualquier hombre que se les llamado. Ante eso, puede darle vitalidad al escudo que protege su reino, y eso que sólo tres de ellas han dado desde que tienen los trece, eso que para éstas ha sido lo más sagrado en toda su vida.
La menor de las cuatro, ante tan delicado estado de capricho, no otorga lo que si valora con si vida pero... Al conocerle su mundo cambia por completo, que incluso el incremento de poder que obtendrá es más podereso que el de sus misma hermanas.
Categories: ANIME/MANGA, ORIGINALES, NARUTO Characters: Deidara, Gaara, Itachi Uchiha, Kankurō, Kiba Inuzuka, Naruto Uzumaki, Neji Hyūga, Rock Lee, Sai, Sasori, Sasuke Uchiha, Shikaku Nara
Generos: Angustia, Fantasía, General, Romance
Advertencias: Lemon, Lenguaje Obsceno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 6 Completed: No Word count: 20378 Read: 2153 Published: 25/10/2011 Updated: 16/06/2012
Cuatro princesas que muestran distintos legados que atraen como moscas a cualquier hombre que se les llamado. Ante eso, puede darle vitalidad al escudo que protege su reino, y eso que sólo tres de ellas han dado desde que tienen los trece, eso que para éstas ha sido lo más sagrado en toda su vida.
La menor de las cuatro, ante tan delicado estado de capricho, no otorga lo que si valora con si vida pero... Al conocerle su mundo cambia por completo, que incluso el incremento de poder que obtendrá es más podereso que el de sus misma hermanas.
Categories: ANIME/MANGA, ORIGINALES, NARUTO Characters: Deidara, Gaara, Itachi Uchiha, Kankurō, Kiba Inuzuka, Naruto Uzumaki, Neji Hyūga, Rock Lee, Sai, Sasori, Sasuke Uchiha, Shikaku Nara
Generos: Angustia, Fantasía, General, Romance
Advertencias: Lemon, Lenguaje Obsceno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 6 Completed: No Word count: 20378 Read: 2153 Published: 25/10/2011 Updated: 16/06/2012 El Distinguido Destino by Aiko Uchiha
En el Reino de la Luna, se podía distinguir desde los altos cielos un gran castillo en donde habitaba en él, el legado de la familia Yoshimoto. Las Hermanas Mellizas; muchos en el pueblo creen que es un rumor, pero la verdad del asunto es que estas cuatros hermanas llevan consigo un fuerte legado, por lo que tenían que determinarse a cumplirlo sin importar lo que pase. Estas cuatros jóvenes se los consideran de la siguiente manera: primero tenemos a las mellizas mayores, dos hermanas que tenían casi la misma descripción, piel blanca como la nieve, cabello largo hasta la mitad de la espalda de un color negro platinado, lo único que tenían de diferente eran sus ojos porque una los tenía de un color verde brillante como lo era la esmeralda y la otra los tenía de un morado intenso idéntico al mismísimo amatis, sus nombres eran Miranda Carolina de Yoshimoto y Beatrix del Carmen Yoshimoto.
Después tenemos a las mellizas menores, dos inocentes chicas de una bella piel bronceada color moreno, cabello largo hasta los senos color castaño oscuro, pero al igual que las otras dos tenían ojos de diferentes colores, una los tenía de un intenso rojo rubí que mataría a cualquier hombre que las viera directamente a los ojos, mientras que la otra los tenía de un bello e brillante azul cobalto, puros como lo era el agua misma, sus respectivos nombres eran Alexandra de los Ríos Yoshimoto y Diana Elizabeth de Yoshimoto. Al morir sus padres cuando estas mellizas tenían 11 y 10 años, tuvieron que hacerse cargo de los negocios familiares, en sí, tomando el dominio de unos de los poderes más fuerte que mantiene en pie este Reino; el gran campo de fuerza que tenía rodeado los alrededores de éste, era procesados por los poderes elementales de las cuatros princesas. Miranda era callada y fría como lo es el viento por lo que fue proclamado como su elemento, su melliza Beatrix era hiperactiva y fuerte en temperamento por lo que el relámpago era su elemento clave, después esta Alexandra que es romántica y apasionada como lo es el fuego y por ultimo tenemos a Diana que es callada y tímida como lo era el agua.
Ellas tenían que ascender cada doce meses, durante tres años, para así poder lograr el poder absoluto de sus elementos, y proporcionarle al campo de fuerza más energía vital con el único propósito de proteger el Reino y a sus aldeanos de cualquier daño que se le intente hacer; estas señoritas en un día en particular, tenían que acostarse con un hombre que fuera asignado por su adivina Casandra Palacio, una mujer de muy buena figura piel blanca como la nieve, cabellos largos y brillante que le llegaban hasta la cintura de un bello color castaño rojizo, pero… Lo que hacía que los hombres enloquecieran por tan increíble adivina eran sus ojos gris azulados, que al verlos se hipnotizaban por completo con tan fría apariencia; esta dichosa mujer viene al castillo cada mes, dos días luego del ascendimieto de luna llena de estas jóvenes, para decirles quienes eran las siguientes personas que les darían su ascendimieto.
En la mitología sexual se dice que existen cuatro tipos de comportamiento que prevalecen dentro de cada una de ella, las cuales son: El Gato, El Domador, El Conejo y El Ángel. La princesa Miranda, también conocida como Mickey tiene el comportamiento del gato por lo que fue nombrada como La Gatita, “aquella quien mima hasta conseguir como recompensa su leche”; luego está la princesa Beatrix, quien tiene consigo el comportamiento del domador por lo que la llaman La Domadora, “aquella quien no se deja dominar por ningún hombre”. Por consiguiente, tenemos a la princesa Alexandra pero sus hermanas le dicen Alex, quien lleva consigo el comportamiento del conejo, siendo nombrada La Conejita, “aquella cuya piel es igual de suave a la piel de un conejo”; y finalmente esta Diana, quien lleva como comportamiento El Ángel, pero esta chica aún no entrega lo más sagrado que lleva en su interior por lo que es nombrada como El Ángel, “aquella a quien nadie se atreve a tocar su pureza”.
Desde los 13 años estas señoritas han intentado obtener su primer ascendimieto pero el único problema que tenían, es que sólo una de ellas no se atrevía a hacerlo porque lo consideraba innecesario e irrelevante, y como la luna llena ascendía a las cuatros a partir de la medianoche no podían realizar el ritual porque siempre estaban incompletas; dice el legado que las mellizas mayores tendrán nada más asignado tres guardianes cada una, en cambio las mellizas menores tendrán asignado cuatros guardianes por ser un año menor que sus hermanas.
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Todas estaban en el despacho de su padre; tres de ellas estaban sentadas, dos en un sofá para tres y la otra en uno individual, mientras que la mayor de las cuatros estaba sentada en el escritorio de su progenitor, esperando con la poca paciencia que les queda la llegada de la adivina, que siempre venía al castillo a cantarle la sentencia a ellas, de quienes serian los posibles candidatos con quienes éstas se tienen que acostar en la luna llena del siguiente mes —ya que han pasado dos días desde el ascendimieto que no recibieron a causa de los caprichos de su hermana menor—; el único problema que existía es que se le estaba haciendo tarde y estaba comenzando a impacientar a sus majestades.
—Esto es el colmo, ¿por qué siempre nos tiene que hacer lo mismo? —preguntó molesta la chica de los ojos amatis.
—Yo pensé que tenías claro el hecho de que a Casandra le gusta hacer esperar a sus clientes, por lo que no me parece extraño que siempre llegue tarde —argumentó su hermana.
—De todas maneras ella tiene que entender en la posición que estamos nosotras, y de eso no debería faltarnos el respecto al decir que va a llegar a tal hora y no le da la gana de aparecerse —reprochó esta vez una de las mejillas menores.
—Estoy de acuerdo con Alex, no tiene el derecho de faltarnos el respecto sabiendo lo ocupadas que somos one-chan —habló de forma suave la castaña.
—De todas maneras hay que esperarla, así que vayan sacando paciencia de no sé donde pero no quiero oír otra quejas más —habló con autoridad la mayor de las hermanas mientras que suspiraba del cansancio.
De repente las dos grandes puertas de manera del despacho se abrieron, dejando entrar por ella a una mujer de unos sesenta y cinco años, piel blanca semi arrugada como la pasa, de cabello gris con sus respectivas canas blanca largo hasta la mitad de la espalda en donde las tenia amarrado en una trenza, y de ojos negros como la noche que en sí era intimidantes y penetrantes. Era Prudencia la nana de las cuatro jovencita, y la única del castillo que conoce el legado de éstas, por lo que le confía a ella sus secretos; caminó con pasos firmes e determinados hasta el medio de la sala en donde les hizo una reverencia a las princesas.
—Mis ladies, les vengo a traer un comunicado del guardia —su tono de voz parecía seca por lo que se le notaba la ronquera en algunas palabras.
— ¿Qué es lo que pasa? —preguntó Alex.
—La adivina ha llegado —respondió la nana.
—Hágala pasar de inmediato —ordenó Mickey.
La mucama no dijo nada y salió casi corriendo de la habitación, mientras que las demás jóvenes lo único que hacían eran voltear los ojos dejando escapar un cansado suspiros de tan delicados labios, después fue que volvió a entrar al despacho, pero esta vez acompañada de la esbelta figura de cabellos castaños rojillos que miraba con serenidad a las cuatros princesas que se encontraban en el lugar, caminando con pasos serenos se sentó delante de la chimenea, pero le estaba dando la espalda, en donde las llamas de está cambiaron a un bello azul cielo.
—Prudencia, retírate —ordenó nuevamente la mayor.
—Con su permiso —les hizo una reverencia, y se retiró del despacho dejándolas completamente solas.
—Creo que es el momento de dar comienzo con la predicción de cada una de ustedes —su tono de voz era serena, pero se notaba la sequedad en él. Por lo que junto sus piernas, y las cruzó a un lado mientras cerraba los ojos.
Ninguna de las cuatros dijo ni una sola palabra, sólo miraban con seriedad a la adivina que parecía lista para comenzar a leerles la fortuna; de la nada se levantó la primera hermana mayor, que lucía un largo y cerrado vestido de mangas color verde manzana con algunos retoques dorados, caminando con pasos firmes se detuvo al frente de la pelirroja, para agarrar su vestido y subírselo un poco permitiéndole así poder arrodillársele al frente, con la mirada puesta en sus manos, había cerrados sus ojos mientras que ésta le pasaba la mano por la cabeza, pero sin obtener un contacto físico.
— ¿Quién se encuentra arrodillada al frente de mí? —preguntó de forma seca.
—A la primera legada de las cuatros sexualidad; la del comportamiento del gato, la gatita —habló de forma serena, manteniendo sus ojos cerrados.
— ¿Cuál es tu rito? —preguntó nuevamente.
—Aquella quien mima hasta conseguir como recompensa su leche —respondió nuevamente.
Ésta no le dijo nada y se concentró en darle vuelta a su cabeza con esa misma sola mano sin necesidad de tocarla, para después abrir repentinamente sus ojos, pero éstos eran de un bello color verde brillante como lo es la esmeralda, igualito a los de la dichosa que tenía arrodillada al frente.
—De nuevo ese chico… —comenzó a decir, con una tonalidad que divagaba en todo el lugar. Las demás hermanas no comentaban mucho, solamente se dignaban a ver, la sentencia de la mayor—, ya es la segunda vez que aparece en tu cabeza, sin necesidad de ser llamado. Llevando ya un año como capitán de la guardia real de tu familia, lo que de verdad te cautivo no fueron sus honorables esfuerzos, sino su exaltantes encantos que te tienen atrapada en su hechizo —contó con serenidad mientras cerraba nuevamente sus ojos.
La chica de los cabellos negros no dijo ni una palabra, solamente se levantó del piso para encaminarse hasta su asiento; esta vez la siguiente en pararse fue la segunda mayor. Beatrix, quien lucía un vestido largo y semi descotado en el pecho de un color morado intermedio con algunos retoques plateados; con pasos serenos, se acercó a donde estaba la adivina para arrodillarse al frente de ella con los ojos cerrados.
— ¿Quién sos vos? —preguntó con un perfecto acento español, de una dama de alta sociedad.
—Sois la segunda legada de las cuatros sexualidades, del comportamiento el domador, todos os me conocen como la domadora —se presentó de forma seca la muchacha.
— ¿Cuál es vuestro legado? —preguntó con el mismo acento.
—Aquella quien no se deja dominar por ningún hombre —respondió la princesa.
Todavía con los ojos cerrados, movía su mano una y otra vez por la cabeza de la muchacha, como si buscara ver a la persona que ésta tenía en ella, pero llegaba casi a él, por lo que en su rostro mostraba algunas facciones de fastidio, para luego abrir los ojos quienes brillaban como lo hacia la gema amatis.
—Ese chico… —murmulló en bajo, no muy convencida de la imagen que tenía en su mente—. Tiene un aspecto demasiado extraño, aunque pareciera buscarte, sus cabellos blancos se distinguen antes las personas que lo rodean, pero… Lo único que te puedo decir es que parece un tiburón, porque tiene dos colmillos que sobresalen de sus labios —contó con sequedad, mientras le disparaba una mirada intimidante, cosa que extrañaba a las demás presente, para luego volver a cerrar los ojos.
La azabache se levantó del piso, y caminó casi con pasos de enojo hasta su asiento porque se dio cuenta que buscaba intimidarla, cosa que no lograría con facilidad, porque para Beatrix del Carmen Yoshimoto nadie era superior a ella, por lo que los veía como unos simple empleados. Era el turno de las mellizas menores, así que, la primera de ella se levantó reluciendo un brillante vestido de color rojo sangre con las mangas un poco hacia debajo de sus hombros con algunos retoques dorados en su contorno, y subiendo un poco su atuendo caminó con pasos suaves hasta quedar de frente a la oji gris para arrodillársele mientras que cerraba sus brillantes ojos.
— ¿Quién sos mi niña del bosque? —preguntó esta vez en un tono suave.
—La tercera legada de la sexualidad, aquella cuyo comportamiento es el conejo, me han de llamar la conejita —respondió la oji rubí.
— ¿Cuál es ese legado que te ha sido otorgado? —preguntó con el mismo tono.
—Aquella cuya piel es igual de suave a la piel de un conejo —respondió Alex.
Repitiendo el mismo procedimientos de antes, movía su mano con mucha cautela, ya que había momento en que el comportamiento de esta chica pedía más de lo que podía llegar a ver la adivina, a los minutos abrió sus ojos que eran igual de brillantes que el rubí.
— ¿Qué es lo que veo aquí? —preguntó divertida. Las demás chicas se extrañaron de dicha sonrisa, ya que, muchas pocas veces se le notaba a la dama uno de esos cautivadores encantos—. Un chico de cabellos naranja que esta lleno de bondad, esos ojos… Rojos como la mismísima sangre puede dar más de lo que puedes llegar a pedir que… En cierto punto, desearas que te tome como si sintiera necesidad sobre ti, como si su vida dependiera de la tuya, como si tus gemidos fueran la razón de seguir existiendo en este mundo, mi querida conejita —recitó, manteniendo esa serena sonrisa que confundió a la menor de las cuatro. Después de sentenciarla, fue que volvió a cerrar sus ojos.
Alex no había comentando nada desde que se sentó al frente de ella, y con levantarse dificultosamente del piso, se encaminó nuevamente hasta su lugar, al sentarle, la última en levantarse fue la chica de los ojos cobalto, quien llevaba un bello vestido azul brillante con retoques blancos a su alrededor, con las mangas hacia abajo que dejaba al descubiertos sus hombros; tomó una parte de su vestido para caminar con pasos tímidos en dirección a donde estaba la mujer de los cabellos castaño rojizos, arrodillándose al frente de ella con los ojos cerrados.
— ¿Quién es la persona que se encuentra al frente de mí? —preguntó esta vez de forma serena.
—A la última legada de la sexualidad, la que lleva consigo el comportamiento del ángel —respondió Diana.
— ¿Cuál es el legado que se te ha concebido? —preguntó Casandra.
—Aquella quien nadie se atreve tocar su pureza —respondió nuevamente.
—Con que tú eres la descarada, que no se ha dejado tocar por ninguno de los hombres a quien le he asignado —comentó con sarcasmo. Eso molesto a Beatrix, ya que le estaba faltando el respecto a la menor, pero no decía mucho ya que ésta sabía defenderse muy bien, al momento de ser atacada.
—Así es —afirmó ésta con arrogancia, al saber el tono que usaba.
La adivina no dijo más nada, y comenzó a mover su mano para ver si finalmente esta princesa cedía ante los brazos de un hombre, por lo que abrió los ojos que eran de un color azul cobalto, quienes miraban con una sonrisa victoriosa a la castaña que estaba arrodillada al frente de ella.
—Hasta que por fin te dignas a entregarle tu pureza a un joven caballero que viene de la misma familia que el dichoso azabache —eso sorprendió por completo a Mickey—. Pero… Este joven se ve que tiene su determinaciones cuando se propone una meta, y va a venir hasta este castillo con el único propósito de conseguir el mismo honor que se ganó su hermano con esta familia, —con eso, también captó la atención de las demás princesas—, lo que el dichoso no sabe es que esta a punto de meterse en la cama con la princesa que tengo al frente de mi —contó Casandra cerrando por sexta vez los ojos.
Diana estaba sorprendida con ello ya que era la primera vez que le hablaba con tanta seguridad, es como si estuviera diciéndole que esta vez iba a acertar en las cuatros, fue abriendo lentamente los ojos mientras se levantaba del piso para encaminarse a su lugar, la mujer abrió sus ojos y les dedicó una cálida sonrisa a las cuatro jóvenes.
—Ya cumplí mi labor aquí, por lo que no me queda más que decir que su primer ascendimieto va a ser en el primer mes de la octava luna llena —comentó eso último con serenidad, para así poder finalmente retirarse del lugar.
Las chicas no dijeron ni una sola palabras desde que ésta abandonó la habitación, en la cena mucho menos se adentraban a una conversación porque de verdad que se sentían perturbadas con lo que les dijo, que inclusive más extraño se pusieron las cosas cuando la mayor recibió un aviso de que tres jóvenes vendrían el día de mañana al castillo con la intención de entrar en la guardia real —pero escondidamente acepto para ver si era los dicho candidatos que dijo la adivina—; ya en la noche cada una estaba dormida en su respectiva habitación, pero sólo una de ellas no se encontraba en su cama y era la joven de los ojos cobaltos quien estaba sentada en su peinadora cepillándose sus largos cabellos castaños. Su habitación era un lugar amplio que consistía de una cama matrimonial de sabanas azul intenso con blanco y mosquitero negro llevando encima seis almohadas bien acogedoras, baño, ventanas de cortinas color dorado en donde cada una de ellas tenía su respetivo cortinario dorado, pero sólo una de ellas estaba abierta y era de una sabana blanco seda que le llevaba al balcón.
Colocó el cepillo en la mesa y se levantó de la silla para apagar las luces e irse a la cama con el único motivo de poder conciliar el sueño; a las once de la noche estaba comenzando a soñar algo demasiado extraño porque sus mejillas estaban sonrojadas hasta más no poder, así como su cuerpo que comenzaba a sudar frio mientras que sus gruesos labios se encontraban abiertos, buscando con desesperación aire al sentir que alguien se lo estaba robando.
*En el sueño de Diana*
Se encontraba completamente desnuda en su cama mientras que una figura masculina se acostaba encima de su cuerpo con el único propósito de devorar sus labios mientras que la embestía como todo un animal disfrutando de la comodidad que le brindaba su vientre, y el choque existente que había entre las paredes vaginales de la castaña con el endurecido miembro del azabache. Ésta parecía no verle la cara porque los ojos los tenía vendado con una venda negra, pero parecía poder ver a través de ella, porque lo único que podía distinguir de su misterioso caballero era una cabellera de color negro azabache con algunos reflejos color azul marino; suspiraba con deseo al sentir los labios de este joven recorrer su cuello, luego su clavícula para así bajarlos hasta llegar a sus morenos senos.
Parecía no poder dar ni un sólo movimiento en sus manos, porque cada vez que las movías estás nos podían, y cuando vio que se encontraba atada al copete de la cama por lo visto este caballero quería ser el único quien tocara de los dos, pero no le importaba porque le estaba causando un excitante placer con lo que estaba haciendo; volvió a subir hasta su rostro para besar con deseos los labios de su joven doncella mientras que usaba una mano para tocar cada parte de su cuerpo aumentando las embestidas esta vez estaba lastimando sus muñecas, pero a Diana no le importaba sólo quería seguir sintiendo el placer que el azabache le provocaba.
Y eso que no tenía palabras que pudieran explicar, el exquisito placer, de ser amada por un hombre que admira con mucho deseo, tan formado cuerpo.
*Fin del sueño*
Se despertó de golpe al sentir que sus shorts cortos estaban mojados —y más que dormía sin ropa interior—, por lo que se pasó una mano en esa área para sentir la humedad en ella. Se sentó en la cama con la respiración agitada, movió sus orbes cobaltos de un lado a otro, buscando visualizar su cuarto, era como si no supiera en donde estaba parada “¿Quién era ese misterioso caballero de cabellos negros?” Se pregunto a sí misma tratando de asimilar lo que había soñado, no le tomo mucha importancia, y se levantó de la cama para ponerse una bata blanca de seda y con sus blancas pantuflas puestas, caminó con pasos serenos a las afuera de la habitación en dirección al lugar en el que estarían sus otras hermanas a estas horas de la mañana.
En el comedor se encontraban las otras hermanas comiendo de lo más tranquila siendo custodiadas, por un hombre de unos 23 años piel blanca, cabellos azabaches amarrados en una coleta baja y de ojos color negro azabache como lo era la misma noche, su nombre era Itachi Uchiha, capitán de la guardia nacional del Reino de la Luna, y es el encargado de la seguridad de las cuatro princesas –por ahora–, aparte de ser el chico elegido por Casandra en ascender a la princesa Mickey. Diana bajó por las escaleras con pasos suaves para encaminarse a la mesa, sentándose al lado de su melliza, tomó con rapidez la servilleta de tela color crema, para taparse las piernas ocultando así la humedecida de sus shorts cortos.
—Buenos días, Diana-sama aquí esta su desayuno —le habló una chica de unos 17 años de piel blanca, cabello rubio platinado largo hasta la cintura hecha en una trenza y de ojos color verde oliva. Su nombre es Anastacia, y pertenece a la servidumbre del castillo.
—Gracias, Anastacia, te puedes retirar —ordenó ésta en un tono suave.
—Como usted lo ordene —dijo la rubia, mientras se retiraba de la mesa.
— ¿Cómo dormiste, Diana? —preguntó la mayor de las hermanas, mientras comía un pedazo de su pan.
—Ah… Bien, gracias nee-chan —respondió en un tono nervioso.
— ¿Segura? —la cuestionó dudosa su melliza.
—Sí, one-chan estoy segura —afirmó con seguridad.
—Todavía me sorprende lo que dijo Casandra de ella —comentó con una presumida sonrisa la azabache. Haciendo de cuentas que no estaba en el lugar.
—Sí tienes la razón —afirmó—. Pero… Tenemos que esperar a que ese chico aparezca —citó Mickey.
—Lo que si me sorprendió, es que ya es la segunda vez que te asigna a Itachi ¿no crees? —dijo extrañada la ojirubí.
—Sí es verdad eso… Aunque debe tener sus razones para que allá sido elegido —respondió la mayor de las cuatros sin importar la presencia de éste.
—De todas formas no podemos esperar mucho de este ascendimieto, ya saben por quién lo digo —fanfarroneó la oji amatis, mirando disimuladamente a la menor de las cuatros.
—Beatrix por favor, deja de ser tan insolente —reprochó enojada la azabache.
— ¿Por qué la defiendes? —preguntó ésta molesta.
—Porque es nuestra hermana y no deberías ser así con ella —respondió más enojada.
—Claro, como te crees nuestra madre —habló con sarcasmo.
—A ver las dos, dejen la pelea —citó, cansada de sus pelea una de las menores.
Diana no decía ni una sola palabra, porque tenía la mente metida en ese extraño sueño; de la nada las grandes puertas del comedor se abrieron, y de ella entró con pasos firmes e apresurados la nana de las chicas que traiga consigo una cara de pocos amigos.
—Disculpe que las moleste, pero… Tenemos a tres jóvenes que piden hablar con ustedes para una audiencia —habló en un tono suave.
—Parece que ha llegado la hora —acotó en seco—. Itachi, recíbelos y llévalos al trono real que yo misma me encargaré de atenderlos —éste no dijo nada y se fue del lugar—. Ustedes tres vayan a arreglarse las espero en la sala de trono —citó ésta mientras que se levantaba y se iba del lugar.
Sus hermanas no dijeron nada y terminaron de comer lo más rápido posible para luego subir a sus habitaciones a prepararse; en la sala de trono se encontraba sentada en su trono, la azabache de los ojos esmeralda quien tenía arrodillados al frente de su presencia, tres jóvenes que no mostraban su cara, teniendo a su guardián a un lado, levantó la mirada hacia uno de los balcones en donde vio a sus tres hermanas que miraban a éstos con seriedad.
Regresar al índiceLegalizando a los Guardianes by Aiko UchihaMuchas gracias por su comentarios, sé que deje demasiado fácil la descripción de estos chicos pero ahora es que le diré lo siguiente:
ESTE CONTENIDO ES FUERTEMENTE LEMON APARTIR DE ESTE CAPÍTULO
Muchas gracias por su comentarios, sé que deje demasiado fácil la descripción de estos chicos pero ahora es que le diré lo siguiente:
ESTE CONTENIDO ES FUERTEMENTE LEMON APARTIR DE ESTE CAPÍTULO
—Vosotros presentaos ante su alteza —habló con autoridad la chica de los cabellos negros.
El primero de ellos se levantó y con unos pasos firmes se encaminó hasta el centro haciéndole una reverencia a la princesa, se mostró como un joven de diecinueve años piel blanca, cabello color blanco con algunos reflejos azul cielo y de ojos color morado, lo único que tenía diferente este muchacho eran esos dos colmillos que sobre salían de sus labios por lo que se le consideraron que eran unos dientes de tiburón.
—Me presento ante usted su alteza, como Suigetsu, un guerrero que viene del Reino de Mar con el único propósito de demostrarle a todos, mi impotente fuerza —Se presentó de forma honorable ante su superior.
De las tres hermanas, Beatrix fue la más interesada ya que sus descripciones concordaban por completo con lo que le había dicho la adivina por lo que éste podía llegar a ser su guardián.
—Que interesante —comentó en bajo mientras se cruzaba de brazos.
—Se ve seguro de sus palabras —dijo Diana.
—Ya lo veremos cuando me tenga bajo su custodia —habló con superioridad sonriendo de forma melancólica.
—Se ve determinación en tus palabras, sos un caballero interesante —Halagó la azabache—. Vos el de la derecha, presentante ante tu leal realeza —señaló al joven que estaba arrodillado a su izquierda.
Este se levanto mostrando un aspecto muy sereno de una piel morena, tenía el cabello muy puntiagudo y de un color naranja era poseedor de unos ojos color rojo como lo es la sangre pero en ellos se mostraba bondad.
—Mi nombre es Juugo su alteza y vengo a prestar mis servicio a su Reino —Hablo suave pero se escuchaba claramente en todo el salón.
— ¿De qué Reino sos? —Pregunto serenamente.
—Del Reino del Sol, princesa —Respondió el joven.
Esta vez Alex fue quien se intereso en el joven de los cabellos naranja, notándose en su rostro una dulce sonrisa ya que parecía prometedor.
—Me gusta su forma de hablar parece una suave nota —Lo halago de forma poética.
—Por lo visto es demasiado bueno —Fanfarroneo una de las mellizas mayores.
—Dices eso porque el que se presento antes se cree el mejor —Acoto molesta.
—Chicas, ya dejen de pelear —Pidió Diana.
—Os veo en vuestros ojos mucha honestidad. Y eso es honorable en un caballero en estos tiempos —Dijo Mickey con una sonrisa —Vosotros el del medio preséntate ante mi —Ordeno la mayor de las Yoshimoto.
Con una mirada fría se levanto del piso y camino con pasos fríos y secos hasta quedar a unos escasos metros del trono real, le hizo una reverencia a la princesa. Era un joven de unos 17 años piel blanca como la nieve, cabello negro azabache con reflejos azul marinos y de ojos color negro como lo es la noche, Diana quien lo miraba desde el balcón se quedo sorprendida porque esa misma descripción se le hacía familiar No puede ser… es el caballero con quien soñé anoche… pensó sorpresivamente abriendo sus ojos hasta más no poder. Fotos Porno y actrices porno
—Me presente ante usted como Sasuke Uchiha, soy aquel que busca el honor que logro mi hermano mayor con su familia —Se presento en un tono seco y frio sorprendiendo a la susodicha que tenia al frente con sus palabras.
La menor de las cuatro no decía absolutamente nada, en otras palabras se hacía sentido atrapada en los ojos negros del joven caballero que estaba parado al frente de su hermano que se estaba comenzando a preguntar si ese será el chico que le rebataría lo que la mantuvo por mucho tiempo virgen.
—Que coincidencia, es hermano de Itachi —Comento Beatrix.
— ¿Cómo lo supiste? —Pregunto Alex.
—No ves el parecido que tienen esos dos, es más que obvio que son hermanos y mas porque ambos tienen una mirada penetrante e misteriosa, cualquiera que los vea se mataría con ellos —Respondió la azabache.
—Pero este debe tener la misma edad que mi one-chan y yo —Comento Diana.
—Lo más probable como su hermano es de la misma edad que Mickey y yo, no sería eso raro que Sasuke tenga su misma edad —Hablo la segunda mayor.
—Que sorpresa, tenemos a otro Uchiha en nuestra guardia. Es un verdadero honor tenerte Sasuke —Cito Mickey —Itachi, dile a Prudencia que por favor traiga a mi hermanas —Ordeno de forma fría.
El muchacho de los cabellos marrón oscuro se fue al momento en que se le dio la orden para luego llegar al balcón en donde estaba las otras jóvenes su nana.
—Señoritas, su hermana mayor las quiere presente en el salón de trono —Dijo con esa voz seca y ronca la nana.
—Vámonos de una vez para acabar con esta estúpida audiencia —Hablo Beatrix mientras que se levantaba un poco su vestido y caminaba hasta el gran salón.
—Que imprudencia —Fanfarroneó Diana.
—Sabes que a ella no le gusta mucho este tipo de cosas —Comento la ojirubí.
Las dos mellizas menores suspiraron y se encaminaron detrás de su hermana para llegar al gran salón en donde vieron a Mickey parada al lado de los tres jóvenes que vieron a las dichosas llegar por lo que no se dieron cuenta de que Anastacia estaba en el lugar sosteniendo con una almohada tres sables brillantes.
—Chicos, le presente a mis tres hermanas. Les informo que cada uno de ustedes va a tener a cada una de ellas como su protegida por lo que la tendrán que seguir a cada lugar a donde ellas tengan que ir, eso sí tiene que respectar su espacio privado cuando estas estén en el baño —Estableció la chica como las condiciones que ellos tiene que seguir para ser guardianes de las princesas.
Ninguno de ellos menciono una sola palabra únicamente escuchaban atención a las explicaciones que les estaba indicando la ojiesmeralda.
—Otra cosa antes de empezar… tienen que tener en cuenta de que por lo menos tienen que mantener una distancia de unos 2 centímetros, que es lo mínimo que se le dan para que estas tengan movilidad al menos de que mis hermanas les ordenes que rompan esa distancia con ellas —Comento —Sin más que decir, Suigetsu acércate a mi hermana Beatrix —Ordeno la joven.
Su hermana melliza se acerco al muchacho que se le había arrodillado al frente con un sable morado intenso que brillaba bajo la luz de la vela que se encontraban prendidas en ese momento.
—Yo Beatrix del Carmen Yoshimoto, te acepto a ti Suigetsu como mi guardián. Aquel que dará su vida para proteger la mía y me cuidara e protegerá de aquellos quien os se atreváis a lastimarme ¿Lo juras? —Recito la joven mientras le pasaba la punta del sable por cada hombro.
—Os lo Juro —Acepto el peliblanco.
La azabache le sonrió y se alejo con pasos serenos de donde estaba mientras que este se levantaba.
—Alex…
La chica de los ojos rubí no dijo nada y se acerco con un sable rojo como la sangre hasta el pelianaranjado que se encontraba arrodillado al frente de ella.
—Yo Alexandra de los Ríos Yoshimoto, te acepto a ti Juugo como mi guardián. Aquel que dará su vida para proteger la mía y me cuidara e protegerá de aquellos quien os se atreváis a lastimarme ¿Lo juras? —Recito esta haciendo lo mismo que su hermana mayor.
—Os lo juro —Acepto el ojirojo.
Sonriéndole de medio lado retrocedía unos cuantos pasos para colocar la espada mientras que el muchacho se levantaba del piso.
—Finalmente, Diana…
La castaña no dijo nada y respiro hondo para tomar el sable azul marino que se encontraba rebosando en la almohada para encaminarse con pasos tímidos y serenos hasta el joven azabache que se encontraba arrodillado listo para recibir su nombramiento.
—Yo Diana Elizabeth de Yoshimoto, te acepto a ti Sasuke Uchiha como mi guardián. Aquel que dará su vida para proteger la mía y me cuidara e protegerá de aquellos quien os se atreváis a lastimarme ¿Lo Juras? —Recito la chica repitiendo el mismo procedimiento que las dos jóvenes.
—Os lo juro —Acepto el moreno.
—Con esto finalizamos la audiencia, a los nuevos reclutas bienvenidos a la guardia real de la familia Yoshimoto —Dijo con una sonrisa para después desviar la mirada a sus hermanas —Chicas necesito que me hagan el favor y lleven a los muchachos a sus respectivas habitaciones y que le expliquen con detalles cada uno de los movimientos en este castillo —Pidió la hermana mayor mientras que abandonaba el salón con el castaño a su lado.
—Como siempre nos hace las mismas —Se quejo su melliza.
— ¿Qué se pierde hasta la cena? —Pregunto Diana.
—Sí, bueno… yo me voy nos vemos —Se despidió esta para irse con Suigetsu fuera del lugar.
Alex y Diana se miraron entre si y se encogieron de brazos para después irse las dos con sus respectivo guardianes a sus habitación, por un par de horas se mantuvieron en su habitación (ya que cada uno de los guardianes tiene asignado una habitación al lado del de ellas) para poder explicarle cada uno de los movimientos matutinos del castillo y a qué hora era cada comida para después entregarle su uniforme dando la noticia de que mañana comenzarían sus labores como guardianes.
Han pasado tres semanas por lo que el ascendimieto de las chicas serian en cuatro semanas y contando. Cada una de las chicas se sentía alegre por sus guardianes ya que cada uno era completamente diferente, por decir que Alex se llevaba de maravilla con Juugo quien entendía más o menos lo movimientos matutinos que hacia la chica, por otro lado Beatrix disfrutaba por primera vez la compañía de su guardián Suigetsu ya que este en cierto punto tenía su momento de interés cosas que le parecía extraño y Diana con Sasuke buscaba la forma de mantener una conversación estable sin necesidad de que la joven se mostraba tímida (aunque eso era en muy pocos casos).
Luego del desayuno cada una tomo un rumbo diferente en el castillo, Mickey como siempre se iba para la biblioteca mientras que Beatrix se sentaba en el jardín a disfrutar de la naturaleza, Alex estaba en el salón de música tocando con mucha tranquilidad el piano en cambio Diana había decidido tomar un baño por lo que le pidió a Anastacia que le preparara el baño. La chica miraba aburridamente el techo mientras que subía una piernas al aire viendo como esta resbalaba hacia abajo varias gotas de agua mientras que el chico de los cabellos azabache se encontraba en las afueras del baño (para ser más precisos en la puerta del closet) custodiando a la princesa.
—Sasuke ¿Puedes venir? —Pregunto casi en un grito.
— ¿Necesita algo? —Pregunto de la misma manera.
—Sí, compañía; estoy aburrida y no se con quien hablar —Respondió la joven.
—Eso sería faltarle el respecto y yo tengo que cumplir con un reglamento —Dijo no muy convencido.
—No seas tonto, no lo harás… ni que estuviera desnuda —Reprocho Diana.
—Prácticamente lo esta —Replico este.
—Solo ven —Ordeno la castaña ya comenzando a perder la paciencia.
El muchacho no dijo nada y se encamino hasta el interior del baño en donde miro con un leve sonrojo a la inocente figura femenina bañarse con mucha tranquilidad en la bañera por lo que esta lo miro extrañada.
— ¿Por qué te sonrojas? —Pregunto confundida.
—Por nada, Hime-sama —Respondió el moreno.
Por un largo rato hubo un gran silencio que los incomodaba a los dos, más a la chica de los ojos zafiro que se decía más de una vez porque no intentaba hablarle pero… parecía inútil por lo que opto con poner en uso una de sus técnicas teniendo consigo el comportamiento del Ángel.
—Sasuke…
—Dígame…
— ¿Me harías un favor? —Pregunto la princesa.
—Lo que usted ordene —Respondió el joven Uchiha.
—Me pasarías el jabón —Pidió la castaña.
— ¿Dónde esta? —Pregunto Sasuke.
—Dentro de la bañera —Respondió Diana.
—Dentro… de la… bañera… —Repitió de forma pausada lo que le había dicho.
—Sí, lo que pasa es que cuando lo intento agarra con una de mis manos este se me resbala —Afirmo la joven.
—No sé si deba hacerlo —Dijo dudoso de su petición.
—Por favor, no seas así —Se lo pidió en un tono dulce.
—Esta bien —Acepto el chico mientras que se quitaba uno de sus guantes blanco (por cierto, el uniforme de los chicos era de color negro como la noche con una cinta roja sangre y varias sogas que tenia guindadas una en el hombro izquierdo y otro lo tenía amarrado en donde se encontraba la cinta con zapatos elegantes color negros brillante. Cada uno traía consigo un sable afilado) se levanto la manga para dejarla doblada dos dedos más arriba de su codo. Llego hasta la chica y se arrodillo para quedar a su nivel — ¿Dónde esta? —Pregunto el Uchiha.
—Por los alrededores de mi entrepierna —Respondió Diana de forma tranquila.
El moreno se enrojeció levemente y trago hondo para luego meter el brazo dentro de la bañera buscando bajo la tutela de su protegida el dichoso jabón que se encontraba perdido pero parecía imposible ya que no le conseguía el rastro.
— ¿Segura que esta dentro? —Pregunto este dudoso.
—Si no lo estuviera, te abría pedido el favor —Respondió Diana con sarcasmo.
Subió su mano por los alrededores de su cuerpo para pasar accidentalmente dos de sus dedos por la parte intima de la joven cosa que la exalto por completo escuchando un gemido que se había escapado de sus labios.
—Discúlpeme…
—No, Sasuke… por favor sigue —Pedía la chica en forma de gemido.
El muchacho no le dijo nada porque se encontraba sorpresivo por la orden que la chica le estaba dando que no le quedo de otra que obedecérsela por lo que tomo dos de sus dedos y la paso desde su abdomen hasta llegar a su vagina en donde los introdujo de forma fuerte provocando la completa exaltación de la chica quien cerraba los ojos al momento en que estos se comenzaron a mover escuchándose en el baño los incontrolable gemidos que salía de sus labios.
—Nunca pensé… que esto se pudiera… sentir taaaaannnn… bieeeennnn… —Comento abrumada por el placer.
Estaba excitándolo con sus palabras que sus movimientos eran más rápido por lo que Diana buscaba contenerse del placer que le estaba causando más todavía siendo la primera vez que se dejaba hacer una cosa así, al paso de los minutos el muchacho no lograba sacarle el orgasmo pero lo que si le sorprendió cada vez mas fue ver a la joven de los cabellos castaños masajearse con desesperación sus senos como si de verdad quisiera que alguien tomara posesión de su preciado cuerpo. A los escasos minutos los dos dedos del joven se habían humedecido con el fluido de la chica que le indicaba el cumplimiento de su orden al sacarle el orgasmo, cuando los saco de la bañera esta los miro de forma melancólica y divertida para tomarlos y con su lengua comenzó a lamer todo el fluido que tenían en ellos erizando por completo el cuerpo del joven Uchiha que la miraba con los ojos abiertos hasta más no poder No pensé... que podría llegar a comportarse de esa forma, y más aun… siendo una inocente jovencita… pensó asombrado sin quitarle la mirada de encima.
Cuando termino se levanto de a bañera dejando que este mirada de arriba abajo su mojado cuerpo pero como Diana no le prestaba atención tomo la toalla que estaba en su guindalera para comenzarse a secar sin importarle la presencia de este.
— ¿Pasa algo? Te veo muy sorprendido —Comento Diana de forma serena.
—Es que… no pensé que podría llegar a ver… un cuerpo tan perfecto como el suyo, hime-sama —Respondió el azabache mientras que se quitaba el otro guante y colocaba los dos en el lavamanos comenzó a doblarse la otra manga.
— ¿Qué pretendes hacer? —Pregunto esta confundida.
—Solo quiero… —Se acerco a ella para tomarla de la cintura obligándola a que soltara la toalla y colocando sus dos manos en la pared hizo que esta le diera la espalda posicionando sus dos manos en la cintura de la princesa —Terminar de inspeccionarla, hime-sama —Cito Sasuke mientras que comenzaba a subir sus manos por el abdomen.
Llegando a sus senos se los masajeo de forma circular mientras que se apegaba a ella sin importar lo mojada que se encontraba quería que ella pudiera sentir en su trasero la erección que le había causado.
—Ahhh… Sa... Sasuke…
—Lo único que le quiero escuchar son sus gemidos, así aprenderá el arte de dejarse mimar —Se lo susurra en el oído mientras que le apretaba los pezones.
—Ahhh…
— ¿Le gusta, hime-sama? —Pregunto el moreno mientras le hacía más presión.
—Ahhh…
Sasuke decido detenerse porque la erección en su pantalón era demasiado fuerte pero antes de que pudiera moverse, la chica lo había agarrado del brazos y lo había sentado en el balcón que tenia al lado del lavamanos, para así quitarle el cinturón y bajarle tanto sus pantalones como sus boxers en donde se dejo impresionar por el gran tamaño de su miembro.
— ¿Qué es lo que va a hacer? —Pregunto confundido.
—Enseñarte el verdadero arte de dejarse mimar, mi querido Sasuke —Comento de forma melancólica mientras que se humedecía los labios para meterse el pene a la boca.
El Uchiha menor arqueo la cabeza un poco para atrás mientras cerraba los ojos abrió lentamente sus labios para dejar salir de él un jadeo que le decía que el trabajo de la muchacha era demasiado perfecto y que quería más de lo que estaba haciendo.
— ¿En donde… aprendió a… manejar como experta… esa técnica, hime-sama…? —Pregunto cortante el muchacho mientras le acariciaba sus cabellos castaños.
Diana no decía nada solamente aumentaba sus lamidas por lo que estas alborotaban mas los deseo del moreno que estaba aguardando para tomar el dominio del cuerpo de la castaña que de forma placentera le estaba otorgando tan increíble placer, minutos después le consiguió sacar el orgasmo sintiendo en sí su esperma entrar en su boca, sacándose de forma lenta se lo trago como si fuera una leche ordinaria para luego pasarse la mano por uno de los lados de sus labios en donde le había quedado una línea de ella, después fue que comenzó a respirar de forma agitada.
Sasuke la tomo de los brazos y la sentó encima de él para agarrar su gran miembro y penetrarla de forma lenta sintiendo lo estrecho de su interior se dio cuenta de la verdad cuando la princesa había soltado un quejido, consecuencia de que estaba aun era virgen ¿Es… virgen? Diana-sama es virgen, por lo que soy el primero en tener el perfecto placer de complacer cada uno de sus caprichos pensó el moreno mientras que tomaba ambas piernas de estaba para levantarse, caminándose hasta su cama fue recostando su espalada en una de sus esquina mientras que el muchacho se arrodillaba disponiéndose por completo a cumplir con tan importante misión…
Regresar al índiceSensaciones que matan Parte I by Aiko UchihaALTO CONTENIDO SEXUAL
ALTO CONTENIDO SEXUAL
Con sus finos dedos tocaba cada nota de esa hermosa melodía que de pequeña su madre le había enseñado ya que desde hace un tiempo le decía que de las cuatro ella era la que tenía el talento de tocar como una profesional el piano por lo que Alexandra se había determinado a pasar sus ratos libres aprendiéndose cada nota musical de aquellos famosos compositores que se esmeraron en sus años de lutos con estas preciadas nota, la que estaba tocando en estos momento era Loss Of Me perteneciente al veterano del Reino del Sol, Sir. Antonio Palacios quien la dio a conocer en los años 1650; una nota muy hermosa diría ella pero claro para el chico de los cabellos naranja era una melodía que resonaban en sus oídos por lo que le haría pensar que estaba en el cielo “Tengo que admitirlo, toca como si fuera la melodía de un ángel” pensó fascinado mientras que cerraba los ojos para disfrutar de ella. Al momento en que terminó de tocar su inspiradora melodía, se levantó con delicadeza del banco encaminándose hasta la ventana mirando con seriedad el hermoso paisaje que se mostraba mientras que se colocaba una mano en su pecho al sentir las inquietantes excitaciones de su melliza “¿De verdad lo estas haciendo… Diana?” pensó confundida mientras que se volvió a su guardián que se encontraba cerca de la puerta.
— ¿Me harías un favor, Juugo? —preguntó en un tono suave, como si fuera una niña pequeña.
—Lo que usted quiera, princesa —respondió el chico.
— ¿Puedes pasarle seguro a la puerta? —preguntó Alex.
— ¿Pasarle seguro? —repitió dudoso lo último que había dicho.
—Sí, es que no quiero que me molesten a lo que estoy a punto de hacer —aclaró la castaña.
El joven no dijo nada y se encaminó hasta ella para pasarle el seguro, dándole la espalda a la oji rubí que se había encaminado hasta el sofá en donde se sentó con algo de dificultad desvió la mirada hacia sus manos, suspirando cansadamente “Únicamente hago esto para llamar tu atención” pensó extrañada mientras que se subía su vestido rojo brillante dejando al descubierto su parte intima (estas cuatro tenían una regla y era que no podía cargar ropa intima por lo que su pantimedias tiene sus tiras dos dedos más arriba de su vientre) pasó su mano por sus paredes vaginales para después introducirse dos dedos en su interior comenzando a gemir de forma suave llamando por completo la atención del muchacho, se había enrojecido por el acto de la princesa que desvió la mirada al piso tratando de no visualizar lo que hacía buscó otra cosa en que pensar que no fueran los deseos que estaba despertando la dichosa en él “De verdad… se esta masturbando” pensó dudoso mientras que tragaba hondo.
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Todavía seguía en las mismas situación de hace unos minutos, realizar movimientos lentos en ella para que el dolor no fuera tan fuerte aunque era una misión imposible para el azabache ya que de todas manera ésta no podía soportarlo por lo que de sus ojos zafiros estaban saliendo lágrimas que se deslizaban por sus mejillas que se encontraban sonrojadas, Sasuke la miraba secamente subiendo una mano hasta sus largos cabellos en donde los acaricio de forma lenta aumentando en si sus embestidas.
—Por favor… De… Detente… —pedía la joven apenas con un hilo de voz.
—Sólo unos minutos más y… Le prometo que a partir de ese entonces, la voy a complacer como se lo merece —Se lo susurró de forma baja mientras besaba su frente.
Había dos cosas que éste quería probar, sus altos senos pero sobre todo sus carnosos y rosados labios pero iba a esperar a que terminara de penetrarla para poder consentir con mucho deseo cada parte de su escultural y virgen cuerpo “Sólo un poco más y le prometo que voy a tratarla como se lo merece, Mi… Ángel…” pensó el moreno al momento en que sintió que la punta de su miembro había tocado la fina tela que mantenía virgen a esta joven doncella. Se salió unos cuantos metros para volver a entrar en ella con una potente embestida que le arrancó de un sólo golpe el himen causándole a Diana un inmenso dolor que demostró con un quejido que salió casi a gritos de sus labios mientras que sus manos que estaban ubicadas en la espalda del azabache lo comenzara a acerca a donde se encontraba sintiendo éste el temblor del cuerpo de la princesa así como veía que sus mejillas que se encontraban sonrojadas se mojaran por las incontrolable lágrimas que éstas derramaba; mirándola de forma fría se sentía culpable al causarle tan inmenso dolor pero era algo que tenía que pasar ella para aprender a sentir el verdadero placer, usó su pulgar derecho para limpiarle esas cristalinas lágrimas que resbalaban cada vez con más rapidez para luego pasar ese mismo dedo por sus labios quien se los rozaba de forma lenta.
—Perdóneme —besó entre cortado sus labios—. Perdóneme, por haberla… Lastimado… —habló de forma corta besando esta vez esos labios que lo estaban llamando como loco.
Se sentía adictos a ellos como si fuera una droga que no pensaba dejar por nada en el mundo, eran inexpertos sus labios pero suaves a la vez como si la misma Diana buscara tener dominios de los labios de Sasuke que parecían tener experiencia ya que se mostraban de forma profesional, mientras que correspondía su beso subió sus manos hasta los cabellos de éste para enredar sus finos dedos en ellos mientras que el chico de los ojos penetrantes se determinaba a acariciar una de sus piernas con su mano quien se la doblaba al momento en que la recorría, cuando ésta abrió su boca para dejar pasar la lengua del joven éste se determinó a robarle todo el aire que tenia dentro de ella y a su vez jugar con sus lengua mientras que el apegamiento de sus cuerpos se hacía más intenso en donde pudo sentir los altos senos de la princesa en su pecho.
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No podía creer lo que estaba pasando y mucho menos se podía creer lo que estaba haciendo, como era posible que esos suaves gemidos lo estuvieran llamando, aquellos que le pedían no sólo a gritos sino con desesperación que tomara posesión de su cuerpo, ese que desde el primer momento en que lo vio se dijo a sí mismo de que era una completa belleza natural como si pareciera un suave conejo. Se encaminó con pasos serenos que resonaban en la sala mientras que se quitaba sus guantes blancos para colocarlo en el piano, llegando a donde se encontraba se arrodilló al frente de la castaña agarró sus dos piernas para enganchárselas a cada lado de su hombro, subiéndole el vestido hasta arriba le quitó sus dedos para usar su lengua y poder succionar todo el fluido que estaba botando sus paredes vaginales a causa del orgasmo que le había llegado. La oji rubí subió la mirada hacia el techo mientras que sus mejillas se sonrojaban de forma notoria se pudo escuchar de sus finos labios más de un suave gemido que le decía a su guardián que le gustaba completamente lo que estaba haciendo y que quería mas de ello, acariciando con una mano sus cabellos anaranjados.
—Así Juugo, sigue por favor… No ahhh… Te detengas… —gemía como toda una niña chiquita que necesitaba un poco de cariño.
El muchacho de los ojos rojos lamía como todo un perro todos los alrededores de su vagina mientras que ésta lo único que podía hacer era gemir como una completa loca, subiendo y bajando su lengua más de una vez le estaba mojando todo el clítoris mientras que se retorcía de un lado a otro por la fuerte erección que le estaba apretando en su pantalón “No puedo creerlo… de verdad estoy deseando poder tener a la princesa, Alex” pensó el chico lamiendo cada vez más rápido.
—Ahhh… Así mi guardián… Chúpame todo… —gemía con exaltación sin tener sentido lo que estaba diciendo.
Cuando terminó se levantó del piso y la tomó de los brazos para aprisionarla contra la pared besando con frenesís sus labios paso una de sus manos por la espalda de con la única intención de desatar el cordón que mantenía unidos su vestido, al conseguirlo se lo bajo para dejar al descubierto sus grandes senos y sin romper contacto con sus labios subió una mano en dirección a sus morenos senos en donde aprisionó uno de ellos para masajeárselo con rapidez escuchando esos gemidos ahogarse con el beso, cuando se les agotó el aire se separó de ella para irse directamente a esos senos, antes de poder saborear sus grandes esferas con sus dos manos tomó sus piernas y la elevó en los aires para guindárselas en su cintura no solamente dejando sorprendida a la muchacha sino que se comenzó a escuchar con más intensidad esos gemidos al momento en que sintió la erección de su miembro chocar contra la vagina de Alex que se encontraba al descubierto, ahora si podía tener el dominio de sus senos, con una mano acarició el del derecho y con la otra la mordió con sus labios como todo un animal enrojeciendo cada vez más a la joven de los ojos rubí que no hacía otra cosa que gemir como una mujer deseando tener ese tamaño dentro de su vientre.
—Ahhh… Que rico, Juugo demasiado… Rico debería… Decir… —gemía excitada mientras se mordía de forma leve su labio inferior.
Éste aumento esas succiones cuando escuchó esas palabras que estaba completamente determinado a matarla del placer por haber hecho que cayera en este estado aunque tenía que admitir que le gusta, le encantaba poder tener algo tan suave y delicado como el cuerpo de la muchacha “¿Quién diría que podía llegar a ser tan bueno?” pensó la castaña mientras que recibía con el mayor placer posible su segundo orgasmo.
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La embestía como todo un animal salvaje mientras que chupaba como loco los altos y morenos senos de la oji zafiro quien se encontraba con los ojos cerrados, sus mejillas estaban rojas hasta más no poder que parecían que iban a explotar y sus labios se encontraban hinchados y rojos de tanto que se los había besado por lo que éstos estaban semi abiertos en donde se podía escuchar más de un suave gemido salir de ellos.
—Sa… Sasuke… Más, mi caballero… quiero más… —gemía Diana mientras acariciaba sus cabellos azabaches.
Tenía que admitirlo estaba enloqueciendo con cada una de sus palabras, que esas embestidas eran cada vez más fuerte, con más deseo le daba lo que pedía parecía poseído del completo placer al saber que dicha mujer a la cual estaba haciendo suya le pidiera una cosa así pero… Claro como no todo es cuento de hadas para este muchacho, las cosas le dieron un giro muy extraño cuando tocó su parte más sensible “Me podía esperar cualquier cosa de él pero… no esto, que fuera… demasiado bueno…” pensó Diana sorprendida por la actitud de éste que sus cuerpos se exaltaron por completo cuando les llego ese orgasmo que se pudieron escuchar los jadeos de ambos jóvenes así como el moreno soltaba todo su semen en su interior, pero como eso no le importaba en lo más minino solamente se determinaron en devorarse el uno con el otro.
Sasuke sale de ella y se sienta en el piso con la mirada hacia abajo buscando poder recobrar su respiración en cambio la castaña que se encontraba casi acostada en la cama, cae sentada en el piso al sentir que sus piernas no la podían sostener a causa del cansancio pero… Como apenas es que estaba comenzando con el moreno sentía necesidad de tenerlo sobre ella, necesidad de que derramara todo su semen dentro de su ser que no quería seguir perdiendo el tiempo así que gateó hasta el Uchiha quedando de frente con éste, mientras que se acercaba a su rostro tocó con su labio inferior los labios de éste.
— ¿De verdad quieres descansar? O es que eso es todo lo que me puede llegar a dar —habló desafiante la Yoshimoto menor.
La chica se le voltea para quedar de espalda y como éste era un orgulloso Uchiha no iba a permitir perder contra las tentaciones que le hiciera la oji zafiro por lo que con una mano tomó su cintura y con la otra agarró su miembro entrando de nuevo en ella pero de forma lenta ya que este lugar era inclusive más estrecho que el primero por lo que posicionó su otra mano en la cintura de ésta para después subirlas las dos por su abdomen hasta llegar a sus senos en donde los aprisionó con ellas para masajeárselo de forma circular escuchando esos gemidos de dolor que parecían decirle que fueran un salvaje sin importar el dolor que le causara “Perfectamente bella… inocente, hermosa, provocadora pero… sobre todo es una completa seductora pareciera que su cuerpo fue creado exclusivamente para mi… como si no puede haber otro que no se lo tocara que no fuera yo…” pensó fascinado el azabache mientras aumentaba sus embestidas.
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Chupó su miembro de arriba abajo para luego metérselo a la boca dándole el completo placer que éste no se imaginaba de la princesa, un ser demasiado inocente que podía llegar a ser sexualmente increíble, cuando ella terminó de sacarle su orgasmo se comenzó a preguntar si ese tamaño o mejor dicho si ese ancho puede entrar en ella —sabiendo que éste seria aquel quien la ascendería dentro de 4 semanas—. Juugo la tomó de la cintura y lentamente la fue acostando en la alfombra mientras que le subía el vestido rojo de la princesa y sin quitarle la mirada de encima tomó su gran pene para rozar con la punta de éste las paredes vaginales de la castaña quien se erizaba al momento de sentir el contacto.
—Ahhh…
— ¿Le gusta, princesa? —preguntó con una ligera sonrisa mientras que agarraba una pierna y la doblaba para ubicarla al lado correspondiente de está mientras que introducía la punta.
—Ahhh…
—Solamente me lo tiene que decir y le prometo que se lo daré —comentó con una sonrisa perversa mientras que metía otro tercio en ella.
—Lo tienes… Muy… Grande… —fue lo único que alcanzó decir mientras que varias lágrimas se resbalaban por su mejilla.
—Pero es el que más da, créame que lo va a comprobar dentro de poco —aseguró mientras que le limpiaba la mejilla y se seguía adentrando.
Ya tenía la mitad de su miembro dentro de la chica en donde decidió detenerse
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2024-10-16
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