El juego del amor by sofi_nagr

Aome, una chica de convicciones muy frías sobre el amor, que no encuentra en los hombres más que una 'diversión pasajera', se verá frente a frente con la posibilidad de que esto cambie para siempre, nada más y nada menos que con una persona igual de cerrada a amar que ella. A tarvés de un juego de seducción, disputas de orgullo, enojos, peleas, idas y venidas, el amor llegará a sus vidas... ¿para quedarse? El juego del amor by sofi_nagrSummary: El juego del amor by sofi_nagrSummary:

 

 

 

El juego del amor by sofi_nagr

Summary:

Aome, una chica de convicciones muy frías sobre el amor, que no encuentra en los hombres más que una "diversión pasajera", se verá frente a frente con la posibilidad de que esto cambie para siempre, nada más y nada menos que con una persona igual de cerrada a amar que ella. A tarvés de un juego de seducción, disputas de orgullo, enojos, peleas, idas y venidas, el amor llegará a sus vidas... ¿para quedarse?


Categories: ANIME/MANGA, INUYASHA Characters: Inuyasha, Kagome, Koga, Miroku, Sango, Sesshoumaru
Generos: Romance
Advertencias: Lemon, Lenguaje Obsceno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 9 Completed: No Word count: 22989 Read: 4126 Published: 25/07/2013 Updated: 02/09/2013
Summary:

Aome, una chica de convicciones muy frías sobre el amor, que no encuentra en los hombres más que una "diversión pasajera", se verá frente a frente con la posibilidad de que esto cambie para siempre, nada más y nada menos que con una persona igual de cerrada a amar que ella. A tarvés de un juego de seducción, disputas de orgullo, enojos, peleas, idas y venidas, el amor llegará a sus vidas... ¿para quedarse?


Categories: ANIME/MANGA, INUYASHA Characters: Inuyasha, Kagome, Koga, Miroku, Sango, Sesshoumaru
Generos: Romance
Advertencias: Lemon, Lenguaje Obsceno
Challenges:
Series: Ninguno
Chapters: 9 Completed: No Word count: 22989 Read: 4126 Published: 25/07/2013 Updated: 02/09/2013 Capitulo 1 - Reencuentro by sofi_nagr
Author's Notes:

Aquí comienza el fic. Más que nada es un capitulo de introducción, para ir de a poco entrando en la tematica de la historia :) 

Author's Notes:

Aquí comienza el fic. Más que nada es un capitulo de introducción, para ir de a poco entrando en la tematica de la historia :) 

“Señores pasajeros, por favor aseguren sus cinturones, pertenencias, apaguen aparatos electrónicos y prepárense para el aterrizaje. Muchas gracias”, dijo una voz metálica proveniente de los parlantes situados sobre cada asiento del avión. Seguí las indicaciones propuestas por el piloto, con mi mejor cara de semi-dormida digna de un viaje de interminables horas.

Al cabo de unos cuantos minutos mis pies pisaron tierra y me encontraba parada en el paranoico universo de personas yendo y viniendo sin parar, llamado aeropuerto.

Me estiré un poco, sujete mi valija, suspiré y sonreí. Comencé a caminar entre la multitud de personas, a paso decidido, típico en mí.

Mi nombre es Aome Higurashi. Tengo 19 años recién cumplidos, aunque según dicen aparento menos. Siempre destaqué por mis rasgos aniñados, aunque mi madurez y rapidez mental siempre hizo gran contraste con mi apariencia inocente.

Me encontraba recién arribada a la increíble ciudad de Tokio, mi ciudad natal. Nací y crecí aquí, pero al terminar la primaria, una propuesta de trabajo muy jugosa le surgió a mi papá en el gran continente de Europa, más específicamente en Inglaterra. No podía desaprovechar esa oferta, puesto que sin dar muchas vueltas, él y mi madre decidieron que nos mudaríamos a Inglaterra. La idea no era muy de mi agrado, no quería dejar mi colegio, mis amigos, mi lugar…Pero ¿Qué podía hacer? Era menor de edad y lo que mis padres decidieran, era lo que yo debía hacer.

Con mucha nostalgia me fui de mi ciudad, pero a la vez con cierto entusiasmo por la nueva vida que nos esperaba en Inglaterra. Si no había remedio, iba a verle el lado positivo a la situación y sacarle el mayor provecho posible.

El puesto de trabajo de mi papá en uno de los principales comercios financieros de la región, nos permitió subir a un gran nivel nuestra calidad de vida. Ingrese en una secundaria de esas que solo creí que existían en películas. Disfrutaba del ambiente tranquilo y relajado que inspiraba el lugar tan lleno de historia. Con el tiempo me acostumbre al cambio, hice amigos, me adapte a las costumbres, e hice de esa nueva vida mi presente.

Terminé la secundaria. Debía empezar la universidad y si bien disfrutaba mi nuevo hogar, para esta nueva etapa independiente en mi vida, quise volver a mis orígenes.

Así, después de discutirlo con mis padres, me volví a Tokio, para ingresar en una de las mejores universidades de Ciencias Contables y Administración del mundo. Y bueno, aquí estoy, respirando nuevamente el aire acelerado de mi querido Tokio.  

No pasaba por alto las miradas de ciertos hombres que se clavaban en mí. Sin ser presumida, es algo a lo que estoy acostumbrada. Antes me incomodaba, ahora pasa por divertirme. Llegue a comprobar que los hombres son todos unos babosos, que pretenden usarte nada más. Y es que sí. He tenido una terrible experiencia de esas. Por eso aprendí que antes de que te usen, tenes que usarlos primero. Desde mi mala experiencia no volví a enamorarme, ni está en mis planes. Tengo una vida por delante, no tengo porque buscar a el hombre excepción “uno en un millón” en este momento.

Llegué a la recepción del aeropuerto y con mi vista traté de buscar a la persona que me estaría esperando. Mi concentración fue rota por un grito cargado de alegría. “¡Aome!”, escuché a lo lejos. Al darme vuelta, ahí la vi. A mi mejor amiga, mi hermana del alma. La persona que más me dolió dejar cuando me mudé, a quien más extrañé, pero con quien nunca perdí el contacto en todos estos años. A quien al contarle mi idea de volver a Tokio a estudiar se me largó a llorar de alegría en el otro lado del teléfono. A quien me OBLIGÓ a quedarme en su casa, y que bajo ninguna circunstancia fuese a pasar a un departamento o pensión. A Sango Hikotsu.

Sango: ¡¡Amiga!! –gritó con emoción y se me abalanzó en un gran abrazo

Aome: ¡Tanto tiempo Sango! –correspondiendo a su abrazo- ¡Te extrañé tanto!

Sango: ¡Yo también, mucho! –dijo con su voz a punto de quebrarse. Y sí, mi amiga era muy sensible

Aome: ¡No te me pongas a llorar por favor! –reí

Sango: Ya me conoces, no me pidas imposibles –rió conmigo

No existía persona que me conociera más en este mundo que Sango. Me crié con ella. Los días enteros la pasábamos juntas, desde el colegio hasta las largas tardes de juego, noches de pijamadas y más. Era una emoción y alegría inmensa volver a ver a mi amiga del alma, que al igual que yo, dejo hace mucho de ser una nena.

Aome: Te diría que estas igual… ¡pero te estaría mintiendo! –le dije mientras la seguía hasta su auto

 Sango: ¿Y vos? –dijo cómica- De la nenita angelical que eras queda solo el recuerdo. Bah… Aunque tus rasgos típicos todavía los conservas

Aome: Sí, me lo dicen bastante –reí

Sango: Ahora, primero que nada. Explicame una cosa que no entiendo –dijo abriendo el baúl del auto para que yo metiera mi valija

Aome: ¿Qué cosa?

Sango: ¿Por qué esperaste hasta mitad de año para venir? –dijo intrigada

Aome: Ah, eso –reí-. Es que esta idea se me ocurrió no mucho antes de empezar la universidad allá, o de que mis padres creyeran que la empezaría. Me costó un poquito convencerlos, y para cuando lo hice las clases ya habían arrancado, así que esperé hasta mitad de año para rendir las equivalencias de la mitad de clases ya dadas y poder arrancar en la segunda mitad del año. Lo calculé todo amiga, me extraña que dudes de mí –fingí soberbia

Sango: No cambias más –dijo divertida-. ¿Entonces vas a rendir una equivalencia? ¡Esa parte no me la habías contado!

Aome: Claro, cuando tuve el sí de mis padres averigüé para ingresar y me dieron la opción de rendir la equivalencia de la mitad del año o esperar al año siguiente, pero como yo quería cursar con vos no quería retrasarme un año, y como el estudio nunca me costó, pedí el plan de estudios y me preparé para la equivalencia.

Sango: En serio que calculaste todo –reímos ya dentro del auto camino a su casa-. ¿Y cuando rendís la equivalencia?

Aome: Vos estas de vacaciones ahora ¿no? –Sango asintió-. Bueno, según me informaron de la universidad, hacen mesas de exámenes especiales para los alumnos que deben materias de años anteriores antes de empezar las clases normalmente, ¿verdad?

Sango: Así es, son dos semanas de vacaciones a mitad de año, el primer día de la tercer semana son las mesas especiales y después todos volvemos a cursar normalmente –respondió aún sin saber a donde quería llegar

Aome: Bueno, en esas mesas de exámenes para alumnos que deben materias, yo rendiría mi equivalencia –contestó

Sango: Pero Aome, ¡eso es mañana! –dijo atónita

Aome: Ajá –asentí sonriendo- Quedate tranquila, me preparé muy bien, me siento segura

Aclarada la duda de mi amiga, cambiamos de tema mientras seguíamos rumbo a su casa. ¡Teníamos tanto de que hablar! Pero ya habría tiempo, después de todo, ahora viviría con ella en su casa, o mejor dicho departamento, y nos sobraría el tiempo para recuperar estos años de lejanía.

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Las horas habían pasado. Ya estaba casi instalada por completo en el departamento de Sango. Un departamento ubicado en el centro, a pocas cuadras de la universidad a la que ella iba y a la que pronto iría yo también. Un lugar decorado con el excelente gusto de mi amiga, muy espacioso y acogedor para vivir. Sango estaba feliz con que me quedara con ella, decía estar ya aburrida de vivir sola, aunque fue una decisión que tomo como parte de empezar una vida de universitaria, lo cual requería independencia.

Con la emoción de mi llegada, no tuvo tiempo de hacer de cenar, típico de mi amiga ser despistada, así que pedimos algo de comida china. Mientras cenábamos Sango sacó el tema del examen de mañana. Estaba más nerviosa ella que yo.

Sango: ¿Segura no queres que te acompañe?

Aome: No amiga, gracias. –dije sonriendo-. Vos aprovecha a disfrutar el último día que tenes para dormir hasta tarde, yo me arreglo. Ya sé cómo llegar hasta allá así que no tenes de que preocuparte. Eso sí, espérame con un rico almuerzo de celebración

Sango: Hecho –dijo riendo-. Vos aprovecha y fíjate si no vas viendo algo que te guste allá en la universidad…

Aome: ¿Algo o alguien? –reímos-. Puede ser, la verdad no es algo que me quite el sueño

Sango: Que raro tan poco romántica –dijo sarcástica

Aome: Ya me conoces –reí-. El amor no es para mí. Hoy por hoy prefiero solo divertirme

Sango: Me parece bien amiga –acordó conmigo-. La verdad yo tampoco encontré a alguien que me movilice todavía, aunque a diferencia de vos, yo si espero encontrarlo –dijo suspirando

Aome: ¿Ahora es cuando te pones a cantar y llegan los animalitos del bosque? –reímos al unísono

Así éramos nosotras. Muy parecidas en algunas cosas. Muy diferentes en otras. Ella era romántica por naturaleza, sensible y apasionada. Yo no era una persona fría y sin sentimientos, pero no me creía capaz de enamorarme… otra vez. La verdad era que me asustaba volver a salir herida, por eso me cerraba al amor, y me escondía en la diversión libre de compromisos, ya que me sentía segura puesto lo había hecho un terreno en donde me sé manejar muy bien. Sango estaba al tanto de todo mi asunto con el amor, ya que el contacto con ella nunca lo perdí, y la distancia no impidió que estuviésemos al día de la vida de la otra. Por eso me entendía y me respetaba, aunque no descarta que vuelva a enamorarme cuando menos lo espere.

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Ya estaba recostada en la cama de la que sería mi habitación. La habitación de huéspedes que Sango había preparado cálidamente para mí. Mi mente estaba concentrada en un libro de texto, repasando algunos temas para el examen de mañana. Admito que Sango me contagió un poco los nervios. Traté de relajarme, tanto…que mi mente comenzaba a irse.
¿Qué me esperaba mañana?... Y con ese último pensamiento me fui desprendiendo de mis sentidos para quedarme profundamente dormida.

 

Regresar al índiceCapítulo 2 - Primera impresión by sofi_nagr
Author's Notes:

Ojala les guste!

Author's Notes:

Ojala les guste!

Despertador. ¿Quién no odia el insoportable sonido que te obliga a levantarte? Lamentablemente no me quedaba otra. Apagué la estresante alarma, corrí los libros sobre los que me había dormido y me levanté de la cama estirándome a más no poder.

Me dirigí hasta el baño. Mi amiga Sango ya me había explicado y dado las indicaciones de todo el departamento, hasta me dio un juego de llaves. “Esta es tu casa”, me dijo haciéndome sentir de lo más cómoda.

Me di una ducha despabilante, me cambié y pase por la cocina a tomarme un café. Junte unas pocas cosas en mi bolso y me encaminé hacia la universidad, por primera vez en mi vida con tiempo de sobra y no llegando tarde.

Me impacté un poco al verme parada frente a tan enorme edificio. Quizás parecía más enorme al estar casi vacío, ya que por lo que pude ver, eran pocos los alumnos presentes que debían materias, lo que me hizo pensar que en general el nivel de todos era muy bueno.

Decidida entré y me dirigí hacia donde estaba una mujer en la secretaría de entrada. Le expliqué que venía a rendir una equivalencia y le mostré el permiso de examen que me mandaron por mail. Lo selló y muy simpática me indicó el aula en que me evaluarían. Por lo menos ya tenía una buena primera impresión del ambiente del lugar.

Un poquito desorientada logré llegar al aula 201. Suspiré algo nerviosa y toqué la puerta. Acto seguido, un hombre con la típica pinta de señor mayor me abrió. Le mostré el permiso de examen sellado y me hizo pasar.

Había un par de alumnos ya sentados con sus exámenes. Unos cuatro varones y dos mujeres rindiendo la materia que se evaluaba en ese salón que por lo que me dijo la secretaría era Historia de la Economía II. Me senté en uno de los pupitres libres y esperé a que el señor, o mejor dicho profesor, me diera mi examen. De su maletín sacó un manojo de cuatro hojas. Se acercó a mí y me dijo simpático: “Hace mucho no tomaba una equivalencia, me costó un poquito prepararte el examen”. Depositó el examen frente a mí, me deseó suerte y se sentó en su escritorio a esperar que todos terminásemos.

La cordialidad del profesor que me evaluaba hizo que me relajara bastante. Tomé mi lápiz y empecé. Al cabo de unas dos horas ya había terminado. Fue uno de los exámenes más extensos que hice…Y sí, después de todo, me evaluaban lo dado en toda una mitad de año de más de una materia. Por suerte había estudiado lo suficiente y no me fue para nada mal, aunque eso claro, se vería en mi calificación.

Dejé el examen sobre el escritorio del profesor quien me dijo que aprovechara a recorrer un poco la universidad ya que él se tardaría. Lógico. Un examen tan largo tarda casi tanto en corregirse como en hacerse. Agradecí, tomé mis cosas y abandoné el aula.

Ya era media mañana y me agarró un poco de hambre, por lo que decidí buscar la cafetería del lugar. Pregunté a unos chicos que estaban caminando por los pasillos y muy amables no solo me indicaron donde sino que hasta se ofrecieron a acompañarme. Tenían mucha pinta de babosos, pero bueno, estaban siendo amigables ¿no?

Ya en la cafetería pedí un sándwich que pretendía comer afuera ya que tenía ganas de de conocer el campus que tan grande se veía desde la ventana del aula. Uno de los chicos hasta se ofreció a pagarme. Los hombres son tan poco disimulados cuando quieren. Pero no me iba a aprovechar. Pagué yo, les agradecí al par por su amabilidad y me dirigí hacia afuera, sintiendo la mirada de los chicos clavada en mí. Me reí por dentro. Hombres…

Sentada en el borde de una fuente en medio del campus, observaba muy a gusto el paisaje, disfrutaba el clima fresco pero agradable y veía a los pocos alumnos ir y venir. Me imaginaba como sería este lugar cuando retomaran las clases normalmente, de seguro con tanta gente de acá para allá no se disfrutaría de esta tranquilidad.

En ese momento, un chico pasó por enfrente mío, muy concentrado en su celular mientras con su otra mano guardaba unas cosas en su bolsillo. Tan distraído estaba que no se dio cuenta que se le cayeron las llaves y siguió caminando.

Instantáneamente me levanté, tomé las llaves y fui tras el tratando de alcanzarlo.

Aome: ¡¡Hey!! ¡Se te cayeron las llaves! –dije mostrándolas mientras me acercaba a él, que en ante mi llamado se dio vuelta

Ahí lo vi de frente. Un chico alto, de pelo negro con profundos ojos dorados. Vestía un jean oscuro y una remera que macaba su trabajado torso y sus brazos. Un chico de los más lindos que había visto.

Al verme se sonrió. Tomó las llaves de mi mano y dijo...

-Que lindas casualidades tiene a veces la vida. ¿Qué mejor manera de empezar la mañana que con una linda chica que te persigue corriendo? –sonrió confiado

Tardé un poco en analizar lo que había dicho. Traté de buscarle un sentido educado pero no lo encontraba. De ninguna manera. Su comentario fue en soberbio por donde lo mirases. Todo lo que tenía de lindo, lo tenía de idiota, claramente.

-¿Perdón? –dije seria-. Si te “perseguí corriendo” –haciendo comillas con mis manos- fue para alcanzarte las llaves. Y de nada por hacerlo –dije seca y le pasé por al lado para irme del lugar

No hay nada que me moleste más que esta clase de hombres. Arrogantes, soberbios, maleducados. No había necesidad de hacerse el galancito de esa manera. Un simple gracias era más que suficiente. De seguro era esa clase de chicos que tiene el ego tan alto, porque todas las chicas están como sanguijuelas babosas atrás de él. Me corrijo. Sí hay algo que me molesta más que esta clase de hombres, y son las mujeres que alimentan el orgullo de estos idiotas.

Traté de pasar por alto ese desagradable encuentro con el desagradecido y me dirigí al aula donde me habían evaluado. Ya había pasado un tiempo considerable y quizás el profesor ya tenía mi nota. Y así era. Con una sonrisa satisfactoria por mi excelente rendimiento me fui, no sin antes dar las gracias al profesor, que según me dijo sería uno de los que me daría clases al empezar a cursar.

 Al llegar al departamento, muy contenta conmigo misma, me encontré con un almuerzo digno de un restaurant cinco estrellas. Sin exagerar.

Aome: Ah bueno –sonriendo sorprendida- ¡te pasaste!

Sango: Más vale que haya valido la pena –dijo riendo-. Contame, ¿cómo te fue? –indagó un poco nerviosa

Aome: Quedate tranquila, lo valió –dije mostrando el nuevo pase de estudiante que me habían dado como ya alumna oficial de la universidad

Gritó de la emoción, y yo me uní a su festejo. Me abrazó fuertemente, feliz de que nuevamente fuésemos a estudiar juntas como en primaria. Continuamos con el festejo ya sentadas a la mesa gozando de ese excelente almuerzo que preparó Sango.

Sango: ¿Y qué tal? ¿Te gusto la universidad?

Aome: ¡Me encantó! Es un edificio enorme, no me lo imaginaba tan grande –dije entusiasmada- y la gente muy simpática y educada. Bah, la mayoría…

Sango: ¿Hubo alguna mala excepción?

Aome: Sí. Venía todo bien. La secretaria, el profesor, algunos de los alumnos con los que hablé. Hasta que me crucé con uno que rompió mi buen ánimo

Le conté a Sango todo el episodio con el chico de las llaves. Según me dijo ella, en la universidad hay de todo. Desde chicos que parecen caballeros ingleses, hasta otros que van a la universidad con las mismas intenciones con las que irían a un cabaret. Como también tenes chicas que parecen que asisten a un convento religioso, como otras que van solo con la intención de buscar hombres más que de estudiar.

Me preguntó si sabía el nombre, pero la verdad no tenía idea ni quería tenerla, aunque ante su curiosidad, le dije que si mañana por desgracia lo veía, le iba a decir cual era. Si tenía suerte capaz Sango no lo conocía, y no tenía que cruzármelo más. Lo que me faltaba era que fuesen amigos o algo así.

El resto de la tarde, la pasamos de paseo por el centro comercial. Compramos ropa. Mucha. Demasiada quizás. Típico de mujeres. Paseamos por las peatonales, fuimos a tomar algo y seguimos de recorrido. Volvimos medianamente temprano, antes de que oscureciera. Nos turnamos para bañarnos, para así cenar tranquilas, ver un poco de televisión y luego ir a descansar, ya que mañana las clases retomaban normalmente para el segundo ciclo del año lectivo. Sango volvería a clases, y yo, las empezaría. La verdad me entusiasmaba. Una nueva etapa estaba por comenzar…

Regresar al índiceCapítulo 3 - Comienzos by sofi_nagr
Author's Notes:

Estoy muy contenta por lo que veo en el contador de lecturas :) Cualquier idea, critica o cualquier tipo de comentario que tengan para hacer me sirve para mejorar la historia! 

Que arranquen con todo la semana, y disfruten el capitulo!!

Author's Notes:

Estoy muy contenta por lo que veo en el contador de lecturas :) Cualquier idea, critica o cualquier tipo de comentario que tengan para hacer me sirve para mejorar la historia! 

Que arranquen con todo la semana, y disfruten el capitulo!!

Siete de la mañana. Me levanté curiosamente de buen humor. Digo curiosamente porque no es algo que suela sucederme a mí. Pasé al baño y al ver que estaba libre entré, me duché, cepillé los dientes y maquillé un poco, muy poco, solo apenas rubor para darle un poco de vida a mi cara de recién dormida/semi muerta y rímel para resaltar mis pestañas. No me va ser de esas que se pintan como payasos solo para asistir a clases.

Me dirigí nuevamente a mi habitación, me puse un jean ni muy ajustado ni muy suelto, como me gusta usar, una remera con un sweater encima y agarré un saco para el trayecto hasta la escuela. Estábamos en pleno invierno y no me quería enfermar. Una vez cambiada agarré mi bolso, puse un cuaderno, cartuchera, un par de libros y algunas otras cositas con las que las chicas no salimos de casa sin ellas. Ya lista, me dirigí a la cocina donde estaba Sango tomando café mientras veía televisión.

Aome: Buenos días –dije con un notorio buen humor

Sango: Hasta que apareciste –se volteó a mirarme y me sonrió –ya pensaba en ir a ver porqué tardabas tanto

Aome: Pero si es temprano –dije mirando el reloj de la cocina, y sí, eran las 07:40

Otra gran diferencia entre Sango y yo era que para lo que a su parecer era muy tarde para mí era extremadamente temprano. Y lo que para mí era temprano, para ella implicaba un desperdicio de la mitad del día. Eso fue siempre así entre nosotras, pero en cierto modo, eso nos equilibraba. Gracias a mí, Sango no llegaba para prácticamente abrir los lugares a donde tenía que ir, y gracias a ella, yo no llegaba cuando ya no hubiese nadie y este todo cerrado.

Me senté a su lado a desayunar y la animada charla típica en nosotras empezó al instante. Para ella era una vuelta a clases común y corriente, ni siquiera había sido mucho tiempo de vacaciones, solo las dos semanas que marcan la primera y segunda mitad del ciclo escolar, pero el entusiasmo mío por ser mi primer día, se lo pegaba a ella en cierta forma.

Una vez que desayunamos, agarramos nuestras cosas y partimos rumbo a la universidad, que por suerte no quedaba a más que unas cuadras. Por cada paso que dábamos, mi emoción aumentaba. La verdad es que no soy de esas personas que se ponen nerviosas. Por suerte soy muy segura de mí, de mis acciones y de mis pensamientos. Mis padres siempre me criaron así, con confianza en mí y en todo lo que tenga que hacer. Cada nueva etapa de mi vida aprendía tomarla como un reto, del que sacaba lo mejor y me divertía.

Llegamos al imponente edificio, y como suponía, era totalmente distinto ahora que se ven cabezas yendo y viniendo constantemente. Había mucho más ruido, mucho más movimiento y energía. Pero me encantaba. Le daba ese toque de alegría que faltó cuando conocí la universidad con no más de 40 alumnos en todo el edificio y un ambiente triste y aburrido.

Entramos, dejamos nuestros pases o mejor dicho carnets de universitarias a la secretaria para constar nuestra presencia, luego nos dirigimos juntas a la que sería, mi primer clase.

El primer módulo fue bueno en todos sentidos. Tuvimos tres clases diferentes. Los profesores en general me parecieron todos muy amables al darme la bienvenida y también buenos educadores, ya que sus clases me resultaron interesantes en lo que es lo normalmente “interesante” para mí. Los alumnos, es decir mis compañeros, también. La gran mayoría se portó muy amigable conmigo, en los baches libres entre clase y clase algunos se acercaban a saludarme y a preguntarme de donde venía y ese tipo de interrogatorios por los que uno pasa siendo “la nueva”, pero no me molestaba, la verdad me sentía a gusto.

Fui fichando a ciertas personas. Algunos chicos que me miraban de reojo en cuanto podían. Algunas chicas que también lo hacían, pero con una mirada un poco más amenazante. Los chicos con intenciones amistosas. Las chicas simpáticas con las mismas intenciones. Los típicos ganadores. Y las típicas arpías. Siendo una universidad tan grande y prestigiosa, es lo normal que seamos tantos alumnos por clase, teniendo en cuenta que por cada clase, cambiamos de salón, es decir, los compañeros también cambian. Sango me explicó que para una mejor distribución de las horas y que los profesores no tengan que trabajar tanto y con grupos tan numerosos, el rector del colegio adoptó hace unos años este método haciendo que a pesar de que los alumnos estén en un mismo año, se asignará horarios diferentes para las diferentes materias que cursen, repartiéndonos en grupos de entre 30 y 35 alumnos. La distribución es al azar, pero como yo entré en la segunda mitad del ciclo y ya estaba todo organizado, me dieron a elegir cual horario quería, y claramente, elegí el de Sango para poder cursar con ella.

Ya en el receso Sango me presentó a sus tres amigas que conoció ese año ahí mismo en la universidad, y con las que en seguida pegó buena onda. Y la verdad no podía de ser de otra manera, ya que las tres eran muy simpáticas y alegres. Yuka, Eri y Ayumi. Permanecimos el receso las cinco juntas hablando muy animadamente. Me preguntaron sobre mi amistad con Sango de chiquitas, de Inglaterra, que me parecía la universidad y demás. Me hicieron sentir muy cómoda.
Mientras charlábamos en el gran campus disfrutando de unas bebidas, note como a unos cuantos metros, había un grupo de tres chicos hablando, y uno de ellos, el que estaba apoyado contra un árbol, tenía la mirada literalmente clavada en mí. Noté también que ese chico estuvo en una de las clases que tuvimos en el primer módulo, así que le pregunté a Sango, que seguramente lo conocía, para saber quién era.

Sango: ¿Ese de ahí? –señaló disimuladamente y yo asentí- Se llama Koga Habiki

Ayumi: Y parece que te saca la mirada de encima Aome –comentó divertida

Yuka: Yo que vos no dejo pasar la oportunidad

Aome: ¿A qué te referís? –reí inocentemente pero sabía perfectamente de que hablaba

Eri: Koga es… como decirlo… Uno de los más codiciados –me explicó

Aome: ¿Sí? –era de esperarse, la verdad es un chico muy lindo- Entonces debe ser un creído ¿o no?

Yuka: ¡Para nada! Nosotras lo conocemos de la secundaria, y es un chico excelente, y eso que siempre fue como dice Eri, “codiciado”

Sango: Es verdad –concordó- Yo lo conocí acá, pero también me parece un excelente chico –puse cara de sorprendida y ella agregó- Quizás al fin encontraste a esa excepción una en un millón –me dijo por lo bajo con un tono pícaro

Aome: Eso se verá más adelante, pero lo dudo mucho –reí

El timbre que daba final al receso sonó. El segundo módulo de clases iba a comenzar. Nos despedimos de las chicas hasta más tarde, y con Sango nos dirigimos a nuestra próxima clase. En el trayecto, Sango me explicaba que las dos próximas clases que tendríamos eran de una misma materia pero divida en dos partes. La primer clase teórica y la segunda práctica, ya que la materia justamente llamada “Proyecto de gestión”, nos enseñaría a llevar a cabo la apertura y mantención de nuestro propio emprendimiento, en base a un emprendimiento imaginario que inventariamos nosotros para aprender a manejar uno en la realidad si el día de mañana lo deseábamos. Me pareció una materia interesante. Y lo puso todavía más interesante cuando me contó que es una materia que compartimos con algunos chicos de segundo año, es decir, un año más grandes que nosotras.

Llegamos al salón, y para mi curiosidad a diferencia de los salones anteriores, este tenía bancos conjuntos, es decir de a dos. Ya había algunos alumnos sentados y hablando ya que el profesor todavía no había llegado, y por lo visto también faltaban más alumnos. Nos sentamos con Sango en uno de los bancos y nos pusimos a hablar de Koga. Para ser sincera, fui yo quien sacó el tema, algo que a Sango le causó gracia pero a la vez sorpresa. No era propio de mí mostrar tanto interés por alguien. Nunca lo hice desde que asumí que no hay hombre que valga realmente la pena. Generalmente no me importa saber más que nombre y apellido del chico con el que esté tratando, después de todo, no busco más que divertirme y para eso no necesito más. Sin embargo, algo en Koga me generaba interés.

Sango me contaba de las pocas veces que habló con él, ya que solo comparten la clase en la que lo vi por primera vez y por ende la relación entre ellos no era mucha. En un instante Sango se calló al notar que yo no la estaba escuchando.

Sango: Tierra llamando a Aome –dijo medio divertida y medio preocupada

Aome: No me digas que este toma la clase con nosotras –dije casi para mí misma pero lo suficientemente fuerte para que Sango escuchara

Sango: ¿De quién hablas? –girando su cabeza para todas direcciones del salón

Aome: Del idiota que te conté –dije volviendo mi vista hacia ella

Sango: ¿Cuál es? –casi saltando de la silla

Aome: Ese – dije mirándolo

Sango ¿CUAL? –sin darse cuenta

Aome: ESE CIEGA –señalando lo más disimulado que pude, por suerte no me vio

En ese preciso instante entró el profesor así que tuvimos que dejar de hablar. El hombre, un tipo con pinta de serio, dio los buenos días y empezó a explicar lo que sería su materia en este segundo ciclo del año, justamente todo lo que mi amiga ya me había contado.

Pasados unos minutos en los que solo hablaba el profesor, no aguante la intriga de saber si Sango conocía o no al chico de las llaves, así que muy por lo bajo se lo pregunté. Por suerte estábamos sentadas muy pegadas, gracias a estos bancos dobles, y no tuve que levantar mucho la voz para que me escuchara.

Aome: Por favor, no me digas que es tu amigo o algo así –de ser así, que la tierra me trague

Sango: No, quedate tranquila –rió bajo- Hable muy pocas veces con él, no más que eso. Igual, por lo poco que hablé no es un mal chico

Aome: ¿Me hablas en serio? ¿Ya te olvidaste lo que te conté? Es el típico creído que se cree que con decirte “hola” te va a llevar a la cama –dije mirándolo con enojo mientras el distraído miraba por la ventaba sin prestar atención a su entorno- Y decime… ¿Cómo se llama?

Sango: Bastante interesada estás eh –dijo divertida

Aome: ¡Ay por favor! –me di cuenta que levanté la voz y me escondí en el banco mientras Sango contenía la risa. Me incorporé y recuperando el tono bajo que tenía antes continué, por suerte nadie parece haberse percatado de mi tono semi elevado - No es que me interese, solo quiero saber su nombre

Sango: Como digas amiga –rió- Se llama Inuyasha. Inuyasha Taisho

Aome: Inuyasha –dije para mí misma- ¿Y es como dije?

Sango: La verdad no lo conozco tanto como para decirte, se que tiene un sequito definido de chica atrás de él, aunque todas, estemos en ese sequito o no, estamos de acuerdo en que es lindo y él lo sabe. Supongo que lo disfruta, pero mucho más que eso no se –hizo una pausa y luego continuó- Aunque creo que vos vas a saber más de él que yo en muy poco tiempo

Aome: ¿Por qué lo decís? –mirándola extrañada

Sango: Porque te está mirando y no dudo en que vaya a hablarte a la salida –me dijo levantando la ceja y sonriéndome divertida

Al oír a mi amiga decir eso, corrí mi mirada que estaba puesta en ella hacia él, que se encontraba en un banco de la fila de al lado, un poco más atrás que el nuestro, sentado con un chico.  
Era verdad. Me estaba mirando. En ese instante nuestras miradas chocaron. Por primera vez me adentré en esos profundos ojos ámbar, que si bien los vi en nuestro primer encuentro, lo desagradable de la situación no me permitió apreciarlos como merecían. A él no le importó que yo me haya dado cuenta de que me miraba y que ahora lo estuviese mirando, por el contrario, me seguía mirando muy relajado, y hasta me sonrió. Por lo general cuando miras a alguien que te miraba, esa persona deja de mirarte. ¿Porqué él no? Terminaba por intimidarme a mí cuando en realidad debería ser al revés. Este choqué de miradas no pasó a más de unos cuantos segundos, aunque se me hicieron eternos. Decidí dejar de verlo y darme vuelta para dirigir mi vista al profesor. Sin embargo, ahora una nueva mirada se clavaba en mí. La de Sango. Me volteé a verla y noté que no podía contener la risa.

Aome: ¿De qué te reís? –sabía que de mí pero ¿porqué?

Sango: Estas roja como un tomate –dijo al borde de estallar en carcajadas

¿QUE? ¿Era verdad? ¿Unos pocos segundos de intercambio de miradas con ese imbécil logró ponerme roja? No tenía ningún sentido esto. No me suelen pasar este tipo de cosas. No es que me molesta que me pase, pero… ¿CON ÉL? ¿No podía agarrarme un momento de inestabilidad con otro? ¿Y si él se dio cuenta y ahora piensa que soy parte del sequito que me dijo Sango? Como si no tuviese bastante con lo que pasó la primera vez que nos vimos como para bancarme que crea que soy una más de su casa de muñecas con las que él juega cuando tiene ganas.

Traté de calmarme y olvidar lo sucedido para poner atención a la clase. Si bien Sango dijo que era la primer clase teórica y la otra práctica, el profesor designó ambas clases del día a explicar generalmente y a dar contenidos básicos para mañana ya empezar como corresponde con la materia. También nos dijo que el trabajo lo haríamos de a dos. ¡Genial! A partir de mañana en grupos de dos alumnos empezaríamos trabajando con la teoría a tratar y en la segunda clase, con la elección del emprendimiento que pondremos en práctica.

Una vez terminadas las clases de Proyecto de Gestión nos dirigimos a la cafetería ya que era hora de almorzar. Allí nos encontramos con Ayumi, Yuka y Eri, y nos sentamos junto a ellas. No sabía porque, pero seguía intrigada por este tal Inuyasha, así que les pregunté a las chicas si ellas sabían algo más de él. Me dijeron que como era más grande y no tenía clases en horarios compartidos con ellas, nunca habían hablado. Claro, Sango solo había hablado por la clase que comparte con nosotras. Sin embargo, me dijeron que lo conocen por ser uno de los más populares entre los hombres. Hasta chicas de tercer año, las más grandes, se han mostrado interesadas en él según dijeron. Y al igual que Sango me contaron del sequito de “esclavas sexuales”, así las nombró Eri, que tiene a su disposición. Este comentario me causo mucha risa. La verdad no puedo creer que haya mujeres que se rebajen a sí mismas de esa manera. Está bien que te guste un chico, pero no por eso vas a perder tu dignidad poniéndote a disposición de que te use cuando quiera.

El resto del día continuó normal. No volví a cruzarme al egocéntrico pero si a Koga, quien me saludó y con quien hablamos por primera vez en un bache que tuvimos entre clases. Las chicas tenían razón, a pesar de ser lindo y que tenía pegada las miradas de varias chicas, se mostraba muy amable y hasta tímido, muy lejos de ser un egocéntrico. Me cayó muy bien. Todavía no lo veo como un posible candidato a algo, pero por el momento me quedo con un buen concepto suyo.

El timbre que puso final al mi primer día sonó. Ya estábamos con Sango camino a casa, mientras le contaba lo mucho que me gustó la universidad; y entre tanto, saqué el tema…

Aome: Viste –dije divertida- Ese idiota no vino a hablarme, menos mal, la verdad que no sé cómo le da la cara para mirarme después de la actitud que tuvo conmigo, mucho menos para hablarme

Sango: ¿Vos decís? –dijo cómica- Yo creo que lo que realmente pasó es que ya le dijiste todo y más con esa miradita y carita colorada que le dedicaste hoy

Con mi hombro empujé el suyo hacia un costado, y ella rió. Le encanta molestarme cuando tenía la oportunidad, era su manera de devolverme a mí mis bromas por su sentimentalismo extremo.
Llegamos a casa y nos echamos en el sillón como dos osos pandas. Había olvidado lo relajante y satisfactorio que era llegar a casa después de un intenso día en la escuela, en este caso, universidad. El resto de la tarde nos dedicamos a relajarnos y claro, a hablar. Nunca nos faltaba un tema para hablar. Llegada la noche nos acostamos cada una en su habitación. Cerré suavemente los ojos y en menos de lo que pude percibir ya estaba dormida. Realmente, fue un gran día, peor muy agotador.

Regresar al índiceCapítulo 4 - Valentía by sofi_nagr
Author's Notes:

Poco a poco va tomando forma la historia. Tengo unas cuantas ideas en mente, espero poder satisfacer a quienes lean :) 

Author's Notes:

Poco a poco va tomando forma la historia. Tengo unas cuantas ideas en mente, espero poder satisfacer a quienes lean :) 

Un nuevo día comenzaba, y con él la misma rutina matutina. Ya estábamos frente a la universidad con mi amiga Sango, dirigiéndonos a la entrada, cuando ella que iba muy distraída hablando conmigo, se chocó accidentalmente a alguien, quedando sentada en el suelo.

Aome: ¡Sango! ¿Estás bien? –dije un poco alarmada agachándome hacia ella

Sango: Sí Aome, no pasó nada –dijo serena pero con una mueca de dolor

En ese instante una mano abierta se colocó frente a Sango, esperando ser agarrada por ella. Ese dulce gesto provenía de quien hizo que Sango cayera, por ende no era tan dulce, ya que era lo mínimo que podía hacer. Aunque si somos justos, la culpa era de ambos ya que mi amiga es, como ya mencioné, extremadamente despistada.
“Perdóname, no te veía venir. ¿Te lastimaste?” preguntó el chico con una voz profunda y algo seductora. Miré a mi amiga y la vi ruborizada como nunca antes. Estaba como helada. Tanto que ni siquiera le respondió, solo se limitó a asentir tímidamente con la cabeza.

El chico le dedicó una sonrisa, y luego una a mi también, algo que interpreté como saludo. Soltó la mano de Sango y siguió su camino. Me sorprendí al verlo entrar a la universidad. En ese instante asocié todo. Seguro Sango ya lo conocía, y no solo eso, sino que seguro ese chico le gustaba, por eso se puso tan roja.

Aome: ¿Segura estas bien? –pregunté al ver que todavía no reaccionaba

Sango: S-Sí…Sí –dijo finalmente volviendo a tierra

Aome: ¿Conoces a ese chico? –retomando nuestro paso hacia la universidad- Hubieras visto tu cara. Podías ganarle a un tomate de lo roja que estabas –comenté entre risas

Sango: ¿¡En serio me puse tan roja!? –dijo alarmada cubriéndose la cara- No puede pasarme esto a mí –hizo una pausa y suspiró-. Sí lo conozco, en realidad, vos también deberías conocerlo ya que va con nosotros a la clase de Proyecto de Gestión, y no solo eso, sino que ayer se sentó junto a Inuyasha. Pero seguro estabas tan ocupada viéndolo a él que ni lo notaste –normalmente hubiera reprochado algo contra ese comentario, pero quería escuchar lo que diría, así que opté por no interrumpirla-. Se llama Miroku Yukki, es muy amigo de Inuyasha y está en ese grupito de los que vos llamarías como…

Aome: Intentos de hombres, mujeriegos, creídos, insensibles, abusivos… –agregué interrumpiéndola  y ella asintió-. Con que me hayas dicho que es amigo de ese idiota ya puedo saber qué clase de tipo es

Sango: Me gustaría poder contradecirte pero lamentablemente es así–reconoció cabizbaja

La vi con una expresión triste como pocas veces. No era propio de ella. Siempre fue muy alegre, pese a cualquier situación. No era común verla con la cabeza gacha y una mueca de tristeza. Fue ahí cuando comprendí que esto era más serio de lo que creía. Ese tal Miroku parecía no solo gustarle a Sango, sino más que eso…

Aome: Sango, ¿acaso vos sentís algo por este chico?

Sango: Me conoces mucho –levantó la cabeza y me miró con una sonrisa vaga-. Sí. Ojala no fuese así, pero… -suspiró- desde que empecé este año en la universidad, y lo conocí, no puedo sacarlo de mi cabeza. Al principio solo lo veía de lejos, y con eso me conformaba. Luego tuve la suerte de que le haya tocado en el mismo horario que el mío para la clase de Proyecto de Gestión, que es la única que compartimos porqué él es un año mayor. Solo he hablado un par de veces con él, y en todas esas ocasiones me he puesto muy nerviosa y no he sabido que decir. Debe pensar que soy una tonta

Aome: Yo no soy la más indicada para aconsejarte en estos temas amorosos –dije abrazándola por el hombro- pero la verdad, no debería interesarte lo que un tipo de esa clase de hombres piense. Sí estas enamorada de él, lo mejor va a ser que trates de olvidarlo, y que busques a alguien que si te merezca. Solo vas a terminar sufriendo. Los de su clase solo saben usar a las mujeres como una satisfacción pasajera. Si no lo obtienen por lo fácil, te dibujan un castillo de ensueños en el aire para que caigas y después cuando están satisfechos te dejan en la nada

Noté el entristecimiento de mi amiga y me sentí culpable. La verdad lo último que quería era hacerla sentir mal, quizás estaba siendo muy dura, pero tenía pánico de que ella sufriera lo que yo sufrí. A mí no me da gusto ni me enorgullece que lo que soy ahora sea consecuencia de la frialdad del corazón de alguien a quien le entregué todo. Me gustaría poder ser como Sango, abrirme al amor sin miedo, pero no puedo. Me cerré y busqué mi protección en una felicidad disfrazada de diversión y libertad de compromisos. Pero ¿a quién no le gustaría vivir en un cuento de hadas con su príncipe azul? Sin embargo, mi capacidad de querer y de confiar, está muy dañada. Me quitaron la oportunidad de poder soñar con ese amor mágico. Y no quería que se la quitaran a Sango también. Quería verla enamorada, pero de alguien que no le arrebatara la felicidad.

Aome: Perdóname amiga, no quiero…

Sango: Tranquila Aome –me interrumpió con una sonrisa-. Te entiendo. Entiendo que quieras cuidarme, y te lo agradezco mucho. Yo también se que difícilmente pueda salir algo bueno de mi amor por Miroku, pero si no apuesto a eso, nunca sabré que hubiese pasado si me arriesgaba. Aunque él no me registre y piense de mi lo peor… Prefiero salir lastimada que tener el remordimiento de no haber sido lo suficientemente valiente para amar

Me fue inevitable sentir que las palabras de Sango no solo eran el reflejo de su corazón sino también el del mío. Como si eso que me hubiese dicho, es algo que me hubiese estando diciendo yo misma durante mucho tiempo, pero que nunca escuché. Sango tenía razón. Hace falta ser valiente para amar, y a mí me faltaba esa valentía. Tenía que animarme, algún día iba a tener que superar mi miedo a ser lastimada. Pero por lo menos hoy, veía lejos ese día. Todavía no me sentía tan valiente como mi amiga.

Aome: Te admiro –dije con sinceridad y una sonrisa-. De ser así, tenes todo mi apoyo amiga. Pero si alguna vez te veo sufrir por él, yo misma lo dejo estéril

Ella rió ante mi comentario y me respondió con un cálido abrazo, al cual correspondí instantáneamente. Qué lindo era sentir tan cerca a mi hermana del alma nuevamente.

 Terminado ese momento de bella amistad, decidimos por fin entrar a la universidad, ya que las clases estarían por comenzar.

El día venía normal y tranquilo. Durante el receso Koga se acercó nuevamente a hablarme. Estuvimos un rato charlando. Me sentía muy a gusto con él, a pesar de ser tímido una vez que entraba en confianza era divertido y muy extrovertido. También disfruté de tiempo con Ayumi, Eri, Yuka y claro, Sango. Algo me decía que las cinco seríamos muy unidas y eso me alegraba.

El último módulo de clases del día iba a comenzar, es decir, las dos clases de Proyecto de Gestión. Ya sentados todos como ayer, el profesor dio los buenos días y para empezar, dijo que armaría los grupos de trabajo. Sí. Armar. Fue una gran decepción para todos ya que pretendíamos poder elegir nosotros a nuestro compañero.

Prof.: Por si no lo notaron, en cada banco hay un número pegado. En este sombrero, están los mismos números repetidos dos veces. Van a sacar de a uno un papelito con un número, los alumnos que tengan el mismo número, serán compañeros el resto del semestre, y se sentarán en el banco de igual número que les haya tocado.-Tomó el sombrero y prosiguió- Muy bien, ahora voy a pasar entre los bancos y van a ir tomando un papel. Cuando yo les diga, lo abren y buscan el banco con ese número, así ya estarán juntos para sentarse y poder empezar

Era un método muy justo para seleccionar a los grupos. Además, siendo así, tenía aunque sea una leve esperanza de que Sango y yo sacásemos el mismo número. Y de no ser así… la verdad no me molestaba hacer pareja con nadie del salón, excepto con una persona…

El profesor empezó a pasar por los bancos y uno a uno fuimos tomando un papelito sin verlo. La tensión y las ansias eran grandes. Finalmente, con el sombrero ya vacío, el profesor dio la orden y todos vimos el número que teníamos dentro de nuestro papel. Lamentablemente, no era el mismo que Sango. Que decepción.

Tras la orden del profesor nos paramos y buscamos el banco con nuestro número. El mío era el 5. Era el último banco del lado derecho del salón. Llegué hasta mi banco al mismo tiempo que otra persona, que por lógica era mi compañero.

No podía creer que esto estuviese pasando realmente. Era sin dudas una muy mala jugada del destino para atormentarme.
Parado frente a mí, con una sonrisa entre cómica y arrogante, estaba parado un chico de largos cabellos negros, alto y corpulento, y con una mirada color ámbar, brillante como el más puro oro, fijada el mí. Inuyasha Taisho. La última persona con la que quería compartir la mayoría de las horas del semestre en la universidad.

Inuyasha: Parece que andamos de suerte eh –comentó soberbio sentándose en su silla

Aome: ¿De MALA suerte? –haciendo hincapié en el “mala” mientras me sentaba en mi silla- Sí, y mucha

Él se limitó a reír victorioso. Era más que obvio que no podía ni verlo, sin embargo él parecía disfrutar de eso. No lo entendía pero tampoco quería hacerlo. Cuanto menos involucrada pudiese estar con él, mejor para mí. Encima de todo, tenía pinta de ser un tremendo vago. Seguro iba a terminar haciendo todo el trabajo yo sola. Mire a la fila de al lado, y un poco más adelante nuestro, casi en uno de los bancos del medio, estaba Sango quien para su suerte, le toco junto con Miroku. El sorteo de parejas fue una frustración para mí pero por lo menos benefició a mi amiga.
Suspiré resignada y traté de calmarme. Las cosas no podían ser de otro modo así que iba a tener que aceptar que estoy maldita y tratar de sobrellevar esto lo mejor que pueda.

La clase comenzó finalmente. La semana entrante elegiríamos los emprendimientos sobre los que trabajaríamos. Ahora el profesor estaba dando contenidos sobre el espacio físico de las organizaciones para ir adentrándonos en el tema. Y en la siguiente clase, la práctica, explicaría los asientos contables del libro diario.

Yo tomaba nota de lo que el profesor iba explicando. Y como supuse, Inuyasha mantenía la vista pegada en su celular, el cual tenía entre sus piernas bajo el banco para que el profesor no se lo viera. En parte me molestaba, no quería hacer todo sola, pero por otro lado, no quería hablarle y mucho menos empezar una discusión. Opté por ignorarlo y a mentalizarme que sería así el resto del semestre.

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Narra Inuyasha:

Nuevamente la suerte estaba de mi lado. De entre todas las personas que me pudieron tocar como pareja, me toco la linda pero malhumorada Aome Higurashi.
La había conocido hace unos días, en las mesas de exámenes especiales para quienes debían materias. Yo no fui a hacer ningún examen, solo estaba ahí para acompañar a mi mejor amigo de toda la vida, Miroku, que tenía una materia que rendir que le quedó del primer año. Iba caminando por el campus, concentrado en mi celular, ya que había recibido un mensaje de mi amigo diciéndome que ya había terminado el examen, y por eso me dirigía hacia donde estaba para esperar junto a él el resultado. En ese trayecto, muy distraído deje caer mis llaves al suelo. Ni me había dado cuenta, hasta que una dulce voz me llamó por detrás, avisándome de mi descuido.
Cuando me volteé, vi a una de las chicas más lindas que había conocido en toda mi vida. Su piel era blanca como la nieve, su pelo negro y brilloso, sus ojos color chocolates con un dulce resplandor. Vestía una pollera negra, con una camisa blanca y un saco encima, ya que hacía frío. Era un placer para mis retinas ver a una chica tan linda.

Ella estaba sosteniendo mis llaves, las tomé y quise dar un primer paso. Sin embargo… No salió como esperaba. Hice un comentario que al parecer la ofendió un poco…un poco bastante.
Es algo que no suele pasarme. Estoy acostumbrado a que lo que digo sea bien tomado por el sexo opuesto, con amabilidad o aunque sea con humor, pero nunca había hecho enojar a alguien y de tal manera. En ese entonces me clavó una mirada fría y siguió su paso dejándome ahí parado y completamente ignorado. No contaba con volver a verla, hasta que el destino la volvió a cruzar nuevamente en mi camino, y resulta que asiste al mismo horario de la clase de Proyecto de Gestión que yo. Y no solo eso, sino que ahora es mi compañera.
La verdad no esperaba que me siguiera tratando tan fríamente como el día en que nos conocimos, ya que el día de ayer, hubo un cruce de miradas entre nosotros, que por lo menos yo, sentí muy tierno. Hasta vi como se sonrojó. Sin embargo, hoy pareciera que si tuviese un arma cerca, no dudaría en matarme.
Desde que el profesor arrancó con la clase, ella se centró en tomar notas de lo que él decía, sin dirigirme la más mínima palabra, ni siquiera para que la ayudara en algo.

No era propio de mí hacerme rogar, por ende, si quería ignorarme y hacer todo ella, por mi bien. En algún momento se daría cuenta que necesitaría mi ayuda y me hablaría, por el momento no iba a hacerlo yo, ya que no quería salir golpeado o lesionado.
Tomé mi celular y escondiéndolo bajo el banco, puse la misma concentración que ella tenía en ignorarme, en un jueguito que había descargado hace poco, el cual me mantenía siempre muy entretenido.

Sin darme cuenta, el timbre que dio fin al módulo de clases y al día en la universidad, se hizo sonar. ¿Realmente ya había pasado toda la clase? Wow, ese jueguito sí que me distraía. Para cuando quise levantar mi vista y mirar hacia mi costado, mi compañera, la simpatiquísima Aome, ya no estaba. Realmente le caía muy mal, de eso no tenía dudas, y aunque me resultara un poco gracioso verla enojada por el simple hecho de estar cerca, no entendía el motivo, y eso me molestaba. No le dije algo que realmente pudiese hacerla enojar…O eso creo… Debería decírmelo ella a eso, ya que no puedo pretender pensar como ella…

Suspiré, tomé mis cosas y salí del salón. Ya fuera me encontré con Miroku, que me estaba esperando. Nos dirigimos a la salida del edifico mientras me preguntó por Aome.

Miroku: Note mucha charla y alegría con tu compañera –dijo irónicamente

Inuyasha: No sabes cuánto, me duele la garganta de tanto hablar –contesté aún más irónico

Miroku: Se nota –dijo riendo ante mi comentario-. ¿Qué le hiciste para que quiera ignorarte de esa forma?

Inuyasha: ¡Nada! Solo lo que te conté, y ni siquiera es para tanto, ¿o no?

Miroku: La verdad no. Pero anda a saber… Ya viste como son las mujeres. A veces les decís “hola” y ya se enojan. Lo que te pasa es que no estás acostumbrado al rechazo, y esperaste que esta chica reaccionara como todas y se sintiera de alguna manera alagada por tu comentario –dijo analizándome, como siempre hacía

Inuyasha: La verdad me resulta un poco cómico ver como la saco de quicio sin hacer nada –dije riendo-. Pero me molesta no saber que hice para caerle así. No te das una idea como me mira. Creo que duele más una mirada de esas que mil puñetazos en la cara con guantes de hierro

Miroku: ¿Para tanto? –comento cómico

Inuyasha: Sí, en serio –me reí ante su mueca pero luego me puse serio-. Me gustaría saber de verdad que hice para caerle tan mal. Si fue por eso que paso cuando nos conocimos o por algo más

Miroku: ¿Por qué más podría ser? Si esta es la segunda vez que hablan. Si es que se puede considerar “charla” lo que tuvieron hoy

Inuyasha: Ya sé, pero que se yo –suspiré-. En el momento en que se digne a hablarme y cuando sea adecuado…o mejor dicho seguro, le voy a preguntar, y sea lo que sea que haya hecho le voy a pedir disculpas

Miroku: Mmm –me miraba extrañado- ¿Por qué tanta preocupación por lo que esta chica piense de vos?

Inuyasha: No se. La verdad, aunque es gracioso, no quiero convivir la mayoría de las horas del semestre con una persona que no le caigo bien. Puedo zafar con el celular o hacerme el distraído pero es incomodo

Miroku: ¿Solo por eso?

Inuyasha: ¿Por qué más va a ser? –dije tratando de parecer seguro pero la pregunta de Miroku había generado dudas en mí. ¿Por qué tanto interés en llevarme bien con ella? Ni yo estaba seguro, por lo que decidí mejor cambiar de tema.- Mejor contame vos, ¿cómo te fue con tu compañera?

Miroku: Bien –dijo sin darle mucha importancia-. No parece ser una chica que hable mucho, aunque eso ya lo suponía… Las pocas veces que he hablado con ella con suerte decía dos palabras

Inuyasha: La dejas sin habla galán –comenté divertido

Miroku: ¿Te parece? –dijo riendo-. Es un poco tímida y sumisa, pero…-me miró con un gesto de pervertido, típico en Miroku

Inuyasha: Dejala en la mira un tiempo, y si ves que es de las nuestras dale para adelante –dije sonriendo a lo que él respondió con una sonrisa igualmente cargada de picardía que la mía

Miroku y yo éramos amigos desde la secundaria. Ahí nos conocimos y a partir de ese primer encuentro fuimos  inseparables. Todo lo hacíamos juntos. Teníamos diferencias, pero en general, éramos parecidos en casi todos nuestros gustos, principalmente en el gusto mayor: las mujeres. Desde nuestras épocas de secundarios nos gustaba “probar de todo un poco”. Tanto él como yo, nunca tuvimos una relación seria. Ninguno de los dos se había enamorado nunca, por ende nada nos conllevaba a querer algo más que una diversión. Salíamos beneficiados nosotros y las chicas con las que estábamos también, ya no solo no involucrábamos sentimientos nuestros, sino que no permitíamos que ellas los involucraran también. En otras palabras, ni ellas ni nosotros nos enamorábamos, por ende no había sufrimiento.
También sabíamos que había chicas que este estilo de vida nos les iba, y ellas quedaban fuera del panorama. Solo quienes tuviesen la mente lo suficientemente abierta como para gozar de un roce sin compromisos y sin sentimientos, eran las que nos interesaban a nosotros, eran “de las nuestras”. Si bien podría estar mal visto lo que hacemos, yo nunca sentí remordimiento, porque sabía que no estaba haciendo sufrir a nadie. Las mujeres con las que estaba eran para mí un objeto, pero yo también lo era para ellas. No había errores en el estilo de vida que llevaba, lo disfrutaba y no pretendía dejarlo. Según mi hermano, todo eso cambiaría cuando conociera a quien me enamorara por primera vez, sin embargo, he decidido cerrarme a toda posibilidad de enamorarme para no correr el riesgo de perder mi vida tal y como es ahora, y exponerme a un posible fracaso o sufrimiento. No tengo la valentía suficiente para dejar la seguridad que conozco para adentrarme en un mundo tan cambiante y peligroso como es el amor. Por lo menos, no por ahora…

Regresar al índiceCapítulo 5 - Nuevas impresiones by sofi_nagr
Author's Notes:

Perdón por tardar en actualizar, mi viaje de egresados me tiene a mil jajaja. 

Estoy muy contenta con los comentarios, me alegra y espero poder seguir complaciendolos con la historia.

Que tengan un lindo arranque de semana :)

Author's Notes:

Perdón por tardar en actualizar, mi viaje de egresados me tiene a mil jajaja. 

Estoy muy contenta con los comentarios, me alegra y espero poder seguir complaciendolos con la historia.

Que tengan un lindo arranque de semana :)

Narra Aome:

Ya era de noche. Estábamos Sango y yo en la cocina del departamento debatiendo que íbamos a cenar. No había nada en la heladera como para que cocinemos, ya que ese día que fuimos de compras, lo que supuestamente salimos a hacer era abastecer la heladera y bueno… nos distrajimos…

Después de deliberar un rato propuse pedir comida china en un lugar cercano al departamento el cual había visto algunas veces al pasar, y que por ende, tendría corto tiempo de entrega. Sango me dijo que no me fiara de los servicios de comida de la zona, puesto que ella no conocía ninguno bueno; pero cambió de opinión en cuanto le planteé que si no pedíamos ahí, podíamos pedir en un lugar donde tardarían tanto en traer la comida que terminaríamos por dormirnos antes de que llegara.

Buscamos el número en el directorio, llamamos y a los quince minutos teníamos la comida en nuestra puerta. Mucho más rápido de lo que creí. Sin embargo, no todo iba a resultarme color de rosas…

Ya acostada en mi cama, luego de una entretenida comida con mi amiga, se me estaba haciendo imposible dormirme. Sentía como si estuviesen pegándome patadas en el estomago. Me retorcía del dolor y la molestia. Creo que esa comida me había caído realmente mal. Tendría que haber escuchado a Sango.

Las horas pasaban, y yo no lograba conciliar el sueño por más de media hora o cuarenta minutos. Sí. Cada vez que lograba dormirme me despertaba al rato por el insoportable dolor. Ya había ido a la cocina a tomar agua, había tomado una pastilla, pero nada, el dolor seguía. Y siguió hasta ver entrar el sol por la ventana y hasta que sonara la estruendosa alarma que me despertaba de un estado de sueño al que nunca logré llegar.

No me permitiría faltar a clases más teniendo en cuenta que recién empezaba, y no podía mostrar poca responsabilidad de entrada. Junté fuerzas y entre dolores me alisté para salir como todos los días.

Llegué a la cocina y ahí me encontré con mi animada amiga. Por lo visto ella no había corrido con la misma mala suerte que yo.

Sango: Buenos di… -al ver mi aspecto de muerta, su cara de buenos ánimos se transformó en una de preocupación-. ¿Aome estas bien?

Aome: No. No realmente –dije sentándome a la mesa para tomar el café que me había preparado Sango-. ¿Me hará mal tomar esto?

Sango: Ah, ¿te duele el estomago? Mejor no tomes eso. Toma jugo –dijo sacándolo de la heladera

Aome: Gracias mamá –dije provocando risas en mi siempre tan protectora amiga-. Tenías razón, no era de fiar el servicio de comidas de ayer, aunque a vos no parece haberte afectado

Sango: Pero yo no comí ni la mitad de lo que comiste–comentó divertida

Aome: ¡Es que estaba tan rico! Nunca pensé que algo tan delicioso fuese a caerme tan mal. Imagina que ni siquiera pude dormir anoche del dolor

Sango: Lo mejor va a ser que te quedes en casa hoy –dijo con una mirada preocupada-. No podes ir a la universidad con esos dolores y para colmo sin dormir. Mejor quedate recostada, y cuando yo vuelva te acompaño al doctor

Aome: ¡De ninguna manera! –dije parándome-. No puedo faltar, recién estoy empezando y no quiero retrasarme desde ahora. Quedate tranquila, tampoco voy a morir –traté de parecer estable pero quería echarme al piso en posición fetal maldiciendo a todo el mundo a causa de mi dolor

Sango pasó largo rato tratando de convencerme de quedarme en casa. Inclusive ya estando en la universidad trataba de hacerme volver. Pero cuando yo me decido a algo no doy vuelta a tras fácilmente. Realmente no tenía ganas de atrasarme ni de dar una mala imagen desde mi inicio. Además ya había vuelto a tomar un medicamento y tenía la esperanza que en el transcurso de la mañana fuese mejorando. Pero no fue así…

Ya había pasado el primer módulo de clases, el receso, en el cual no hablé debido al mal humor que me generaba mi mal estar, y ahora comenzaría el segundo módulo, cuyas primeras dos clases eran las de Proyecto de Gestión. Sí. Cuando mi mamá estaba embarazada de mí paso bajo una fila de escaleras, rompiendo espejos a su paso y tirando sal como si fuese confeti. En otras palabras, la mala suerte me persigue incesante.

Con Sango, quien no paraba de insistirme en que me fuera, entramos al salón de clases. Ella me dejó sin muchas ganas ya que tenía que irse a sentar a su lugar, y yo, casi muriendo del dolor y con mis ojos que se me cerraban del sueño, fui hasta el mío, en donde ya estaba sentado mi queridísimo compañero de banco hablando animadamente con las chicas del banco de al lado. Me senté como un peso muerto al que la gravedad le afecta severamente. Ni me percaté de que expresión habría puesto Inuyasha, porque escondí mi cara en mis manos, vencida del cansancio deseando desaparecer y aparecer en una cama de consultorio de doctor.

Solo reaccioné cuando entró el profesor, saludó y empezó con la clase. La verdad nunca tuve menos voluntad de trabajar en clase, pero sabiendo que Inuyasha no haría nada, no me quedaba otra. Y no me equivoqué. No se percató de que había empezado la clase prácticamente. ¿Tendría ese desinterés en todas las cl

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2021-08-13

 

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